Una nueva tentación [Cissy & Lucius]

por **Narcissa Black** Dom Ago 07, 2011 5:38 pm

Muy rara vez me subía a una escoba a jugar Quidditch, pero pronto sería el partido de Slytherin contra los inútiles de Gryffindor y mi hermana Bella tenía deseos de practicar. Lamentablemente yo había sido la seleccionada por ella, para ayudarle. ¿Por qué me había pedido ayuda a mí? No tenía ni la más mínima idea, aunque tampoco importaba, tampoco era como si pudiera negarme a sus deseos. Cuando Bella quería algo, lo conseguía o si no todos pagábamos las consecuencias y este día no estaba de humor como para enfrentarme a ella en alguna discusión. En fin, estuvimos toda la tarde practicando y cuando al fin se cansó, fue hacia las duchas que había en el campo, pero yo no quise. ¡Por Merlín! Todas las chicas del colegio que se subían a una escoba para alguna práctica de Quidditch o de vuelo o por algún partido, entraban ahí, incluidas toda la gran cantidad de sangres sucia. Yo no pisaría ese lugar.

Rápidamente caminé hacia las mazmorras, con el deseo de meterme a mi ducha y refrescarme un poco, necesitaba meterme al agua. No perdí tiempo hablando con algunas personas que me detenían para saludarme e intentaban cruzar una que otra palabra conmigo. Sinceramente no tenía tiempo para compañeros de los cuales apenas recordaba el tiempo, tenía cosas más importantes que hacer. Llegando al fin a mi habitación, dejé mi escoba donde correspondía, fui en busca de una toalla y mis artículos de aseo y me metí rápidamente a la ducha, dejando toda mi ropa esparcida por el suelo. Estuve varios minutos bajo el agua, simplemente relajándome, y sintiéndome un tanto cansada. Cuando acabé, cubrí mi cuerpo desnudo con la toalla que había llevado y solo entonces me había dado cuenta que aquel pedazo de tela era bastante pequeña. En lo que caminaba hacia mi cama, pasé frente al espejo de cuerpo entero que había en la habitación y mi reflejo en el llamó mi atención. Al verme detenidamente unos segundos sonreí con satisfacción. No era la toalla la pequeña, era yo que ya dejaba de tener un cuerpo de niña, tenía curvas mucho más marcadas. No pude evitar sentirme un tanto ilusionada, quizá por fin Lucius comenzara a verme con otros ojos y no solo como la pequeña de las Black con la cual lo habían comprometido.

Aun con mi sonrisa satisfecha, caminé hacia mi cama, consciente de que mi cabello destilaba mucho y aun solo cubierta por esa miniatura de toalla. Me senté en el borde de mi cama, suspirando y volviendo a sentir algo de cansancio. Bien, unos minutos de cerrar los ojos no harían la diferencia, solo cinco minutos y abriría los ojos para secar mi cabello, mi cuerpo y ponerme algo de ropa. Me recosté de espalda, mirando unos segundos mi techo y sonriendo, antes de cerrar mis ojos y quedarme dormida.

por **Lucius Malfoy** Lun Ago 08, 2011 9:10 am

Me encontraba leyendo en la biblioteca sobre la clase de Transformaciones que habíamos tenido ese mismo día. La profesora McGonagall se había esmerado en dejarnos deberes, pues teníamos que hacer dos pergaminos exactos sobre el proceso que sufría la materia sólida al pasar a un estado gaseoso. Mis ojos leían rápidamente por el libro que usábamos en el curso, mientras mi mano derecha rasgaba la punta de la pluma de halcón sobre la superficie amarillenta del pergamino. Las letras se escribían de color negro, secándose de forma inmediata para evitar que me manchara las manos o las muñecas. Estos frascos no era baratos, pero podía permitirme cualquier cosa con tal de mi comodidad y la limpieza que tanto me gustaba en mi persona.

Paré en seco pues estaba cansado, además de que empezaba a hacer un poco de calor en ese lugar. Cerré el libro y enrollé los pergaminos, atándolos con un delgado listón de color verde. Eché toda la espalda al respaldo y suspiré de manera profunda, sentí como los pulmones se llenaban y saqué el aire de golpe. Me levanté y empujé la silla hacia atrás con las piernas y sin molestarme en regresarla a su lugar, tomé mis cosas, metiéndolos en la mochila y colgándome esta al hombro izquierdo. Dejé atrás la biblioteca, y la joven señora Pince me vio de una manera no muy amigable, quizás se debía a que no había acomodado la silla. Un Malfoy no hacía esas cosas.

Con la mente en la sala común para descansar, mientras bajaba por las escaleras movedizas, vi que en sentido contrario venía el equipo de Quidditch. Bellatrix encabezaba el grupo, gritando a los que se metían en su camino. –Bellatrix– la saludé justo cuando pasaba mi lado –¿Dónde dejaste a tu hermana?– le pregunté y me contestó que lo más seguro es que estuviera en la sala común o en su habitación. Apresuré el paso hacia las mazmorras, la mochila se balanceaba y me golpeaba en la pierna. Bajé escaleras y sentí de inmediato la humedad presente en el aire.

Llegué hasta el cuadro y dije la contraseña. Entré y busqué en su extensión a mi prometida pero no la vi por ningún lado. Miré hacia la puerta que llevaba a las habitaciones y fui directamente a la mía. Dejé mis cosas sobre mi cama, me quité la túnica, la corbata y el suéter. Pasé al baño y me lavé las manos, disfrutando del agua fría que caía sobre mi piel. Me miré por unos momentos al espejo, mirando el color verde de mis ojos y el color rubio de mi cabello. Sonreí de lado y salí de allí. Las habitaciones de las chicas estaban cerca, por lo que decidí ir hacia la de Narcissa.

Toqué a la puerta pero nadie contestaba, lo hice de nuevo y el silencio seguía respondiendo. Puse la mano sobre el pomo y volví a llamar por última vez, –¿Narcissa?– Abrí la puerta pero no entré. Empujé y lo primero que vi fue a Narcissa sobre la cama, acostada y con los ojos cerrados. Yo me quedé congelado ante la imagen que tenía delante y ella, sólo dormía de manera quizás profunda y con una toalla que guardaba su desnudez. Mi ojos recorrieron sus piernas y luego su pecho que no dejaba mucho a la imaginación. El calor empezaba a invadir mi cuerpo.

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