Ironic... Don't you think? [Lancelot]

Para estar en Hogwarts, aquel día era especialmente soleado y cuando un milagro como ese sucedía en el colegio, o en cualquier lugar de la Gran Bretaña, yo tenía que salir y dejar que esos rayitos de sol tocaran mi piel a ver si podía adquirir un color bronceado... bueno un poco de color, no importaba que color fuera. Tendí mi cama y luego de enviarle a Molly una lechuza con unas cuantas ideas para el laberinto de la profesora de DCAO tomé mis barnices de colores y bajé de la torre de Ravenclaw hacia los jardines. Estaba lista para una mañana soleada, eran aproximadamente las doce del día. Me había puesto unos pantalones vaqueros, una playera morada con un estampado de mariposas y converse en el mismo color, mi cabello iba suelto como la mayoría de las veces y había decidido tomar esos enormes lentes que mi mejor amiga Alabama me había regalado en mi último cumpleaños. Eran unas gafas de sol enormes que cubrian como la mitad de mi rostro y eran demasiado llamativas pero yo las amaba.

Algunas miradas se posaban en mis lentes cuando bajé porque realmente eran demasiado ostentosos pero no me importó, no era la primera vez que los usaba y tampoco era la primera vez que la gente me veía como un bicho raro, solo podía decir que era peculiar, mi madre decía que las personas peculiares son las más especiales. Definitivamente yo lo era.

Llegué a la puerta del castillo y estaba abierta, eso era raro pero al parecer yo no había sido la única que había pensado que esa mañana de sábado era perfecta para que los alumnos saliéramos del castillo a disfrutar del calor. Caminé por un camino de piedra que me llevó a una parte algo escondida de los jardines y cuando llegué a un seto podado en forma de un pequeño hipogrifo decidí que ahí tomaría el sol para no estar sola, ahora tenía un hipogrito que me acompañaba. Me tiré en el pasto con el rostro hacia el cielo y escuché algunas risitas a la distancia, aunque no demasiado lejos, bueno no estaba tan escondida como pude pensar pero el detalle no me molestó, me gustaba escuchar a la gente hablando a la distancia así que cerré los ojos y dejé que el sol besara mi piel por unos minutos. Era una sensación realmente agradable, algo que pocas veces podía sentir viviendo en Inglaterra, por eso amaba cuando mis padres me llevaban con ellos a visitar los lugares en donde buscaban fósiles de animales prehistóricos, por lo general eran lugares cálidos y bastante soleados.

Luego de una media hora de estar ante la calidéz del astro mayor me senté cruzando las piernas "A lo Indio" y saqué los barnices de mi mochila. Los acomodé según su tono, desde el más fuerte hasta el más claro, todos descendían en una escala de azules, morados y rosas. Tenía una pequeña planilla con estampitas de estrellas diminutas que pegaría al final, antes de una capa de barniz transparente. Cuidar de mis uñas diariamente era algo que me entretenía. Comencé a pintarlas, una de cada color así que en unos minutos en una mano dominaba el color azul y en la otra el rosa, ambas manos tenían tonos de morado. Esperé que el esmalte comenzara a secarse y le ayudé soplando con los labios. Comencé a tararear una cancioncita de una cantante muggle de antaño llamada Alannis - It's like raiiiin in your weading day, it's a free riiiiiide when you've all ready paid... and isn't it ironic, don't you think...?-

Ese día era uno de los que Lancelot se sentía sin muchas ganas del bullicio, había tenido una discusión con su hermano menor pues se habían encontrado en un pasillo y este le había recordado que su madre los esperaba para la cena anual de la familia dentro de dos semanas y que esperaba que se comportara a la altura de la ocasión y del empleo de su padre. Lancelot que veía todo eso como un interminable circo de gente engreída y prejuiciosa había respondido a Ignatius con un burlón tono "seguramente igual que mamá y papá ya tienes ensayadas las muecas y sonrisas para dicho evento". Ni mencionar que Ignatius se enfadó y marcho después de decir una sarta de reproches e insultos a su hermano.

Lancelot sintiéndose culpable cambió el rumbo que llevaba que era el de ir a buscar a sus amigos para practicar el Quidditch, decidió salir un rato a despejarse al jardín tumbado en el pasto bajo la sombra de algún árbol.

Mientras bajaba las escaleras y cruzaba el hall iba pensando de modo utópico como evitar la famosa cena que darían sus padres, no es que antes consiguiera safarse de tal compromiso pero le encantaba fantasear con que a los invitados les daba un extraño sarampión color verde y purulento y no asistían mientras que su madre se preguntaba angustiada por que no habían llegado y especulaba sobre los motivos.

Caminó un buen tramo tratando de alejarse un poco cuando observó que por encima de unos arbustos sobrevolaba una hermosa mariposa color morado brillante, atraído por la belleza del bicho la siguió con la mirada pero continuó caminando por el irregular camino sin poner atención donde pisaba. De pronto sintió que pisaba algo duró y esto tronaba como bombilla bajo su tennis, en un intentó bastante tardío de levantar el pie, trastabilló y cayó de lado al suelo.

En la pequeña fracción de segundo en la que caía quiso levantar la cabeza para no golpearse contra el suelo pero la coordinación le falló y está se estampó contra algo curiosamente ¿suave y cómodo? De pronto un grito no de espanto sino de sorpresa le sorprendió también a él, al ver que una chica hermosa y sus perfectos atributos le habían amortiguado la caída. Avergonzado se levantó en cunclillas para ayudar a la chica a levantarse y al hacerlo, la reconoció, era Emily Langdon, una preciosa raven que conocía de modo casual por otros compañeros y con quien había ya intercambiado palabras en clase o conversaciones múltiples.

-Lo siento mucho Emm, no he mirado ...- observó al piso pastoso y ahí miro unas botellitas con contenidos de colores armoniosos, hechas trizas. -Yo he roto tus ... ¿pociones?- la miró apenado en espera de su reacción la cual sospechaba sería belica. No te metas con las cosas de las chicas, solo una chica sabe atesorar sus pertenecias, le había enseñado su madre desde pequeño.

Me gustaba escucharme cantar, era algo relajante y no podía ser egocéntrica pero lo que se ve no se juzga, cantaba divinamente. Era uno de mis mayores placeres y con el sol de ese medio día, estaba feliz. Mis uñas se secaron naturalmente, no tuve que usar el hechizo que mi madre me había enseñado para acelerar ese proceso, realmente disfrutaba dándome unos cuantos mimos al día. No tenía nada mejor en que emplear mi tiempo un día como aquel. Comencé a pegar las estrellitas, una en cada uña cuando consideré que estaban completamente secas.

Mientras pegaba las estrellitas con cuidado porque se les doblaban las puntas cada vez que las espegaba de la planilla, terminé mi canción, hice gestos extraños mientras pegaba cada estampita y estaba completamente enfrascada en ello cuando un joven se tropezó conmigo y cayó justo encima de mí. Un gritito de sorpresa entremezclado con dolor había escapado de mi boca directamente de mi garganta. Me había clavado el codo en el estómago y me sacó el aire. De inmediato se retiró y se puso en cuclillas y extendió su mano para que me enderezara. Estiré las piernas y tomé aire, lo miré a los ojos, unos ojos muy MUY azules para ser precisa, unos ojos que ya conocía. - Creo que en realidad es culpa de los elfos... - expliqué como si fuera una obviedad aunque de obvio no tenía nada mi explicación. Me retiré las enormes gafas y las dejé a mi costado justo cuando él decía que había roto mis... ¡¡¡¿POCIONES?!!! - Oh Jesucristo Rey de Judea! - dije alarmada mientras llevaba las palmas de mis manos abiertas hacia mis mejillas y miraba escandalizada mis amados esmaltes. Él no tenía porque saberlo pero MIS ESMALTES!!! Eran mis mayores tesoros, ahora mis tesoros se estaban fusionando con el pasto y los cristales de los frascos. - ¡¡¡Esos elfos se van a enterar!!! - exclamé categóricamente como si ellos fueran los responsables de todo aquello aunque para cualquier espectador el culpable era Lancelot.

Llevé mis manos hacia la parte de arriba de mi rostro estirando mi piel en una mueca extraña y finalmente mis dedos se enrredaron en mi cabello y jalé hacia atrás tomando aire para relajarme, lo solté por la boca. - Bueno... no todo se rompió... - le avisé sin dejar de mirar el desastre, se habían roto solo 3 botellitas. - Tienes el pie grande - refunfuñé y lo miré nuevamente a los ojos. - Además no son pociones, se llaman esmaltes y son para pintar las uñas! - extendí mis dedos hacia él y le mostré mis uñas pintadas de colores con las estrellas a medio poner. - Y como los elfos no pueden salir del colegio tú tendrás que reponerlos - sonreí esperando que no le importara ir a la India a conseguir mis esmaltes.

Lancelot observó cauteloso la reacción desenfadada de la chica, y cuando está posó sus ojos en los suyos, él sintió algo extraño, era como si ella estuviera escudriñándolo con la mirada, se sintió un poco cohibido lo cual lo desconcertó en sobremanera. ¿Lancelot el gran jugador galán, el casanova rompecorazones cohibido? "Naaa, cosas de mi imaginación" pensó y quiso ignorar la sensación. Discretamente apartó la mirada y miró hacía las pertenecías rotas y batidas con el pasto de Emily cuando ella de pronto mencionó algo sobre los elfos.

- Creo que en realidad es culpa de los elfos... -

había dicho ella y el repasaba la frase en la mente tratando de determinar si había escuchado bien o no.

Apenas terminaba asimilar lo de los elfos cuando Emily dijo algo aún más extraño:

- Oh Jesucristo Rey de Judea! -

Lancelot no puedo evitar soltar una carcajada explosiva y escandalosa al escuchar eso pero en cuanto vio que ella lo había dicho por sus pertenencias se le acabo la risa.

Emily tan jovial y desenfadada continuaba culpando a los elfos y bueno, eso no hacía sentir mejor a Lance pero le daba tiempo para ofrecerse a reponer los daños, se apresuró a levantar los restos y se llenó las manos de colores.

- Tienes el pie grande -

había dicho ella y él se preparaba para responder una coquetería majadera que hubiera dicho delante de cualquiera pero Emm le parecía tan inocente que prefirió guardarse el comentario.

Ella había aclarado que no eran pociones si no esmaltes y posaba su pequeña y colorida mano frente a Lancelot y este miraba encantado el arte que ella había logrado en sus uñas, era coqueto. ¿Es eso lo que las chicas siempre hacen? Se preguntó. Nunca antes había visto o puesto atención en eso.

Levantó la mirada desde las uñas de la chica para encontrarse nuevamente con su mirada, ella era una niña preciosa y tenía algo, un aura, una luz que irradiaba no alrededor de ella sino dentro de ella, una paz intensa le llenaba el interior al mirarla ¿Que era eso y por que nunca antes lo había experimentado sino era la primera vez que la miraba?

-Si, yo repondré tus ... ¿esmaltes?- enfatizó en la última palabra para ver si estaba en lo correcto -en un par de semanas debo ir a Londres y los traeré de vuelta conmigo- se apresuró a decir mientras intentaba levantarse pero en ese intento se dio de lleno con el arbusto detrás de él y cayo sentado junto a ella. Nunca en su vida se había sentido tan tonto delante de una chica.

Suspiró, la miro apacible y le dijo -lo siento de verdad Emm, no se que me pasa hoy, estoy pecando de torpe- confesó y enseguida compuso una sonrisa para ella que parecía no juzgarle.

-Prometo reponer tus cosas, vaya que que haces cosas muy lindas con ellas- y sin pensarlo ni notarlo tenía ya la mano de la chica entre las suyas y observaba las coloridas uñas de la chica y recorría la delicada mano y el definido brazo de ella hasta su mirada una vez más. No podía ni quería irse de ahí, ella le transmitía paz.

¿Londres? Tenía que estar bromeando, acaso pensaba que mis tesoros habían salido de una tienda en Londres? Estaba lunático...

Aclaré mi garganta y tomé aire regalándole mi mejor sonrisa y por dentro repetía "OOOOOOOMMMMM OOOOOOOMMMMMM" una vieja técnica tibetana que me habían enseñado unos monjes para calmarme cuando me pasaba algo feo y sin duda esto era lo peor que me había sucedido en toda la semana. Todo un desastre. Ya comenzaba a calmarme. - No pensarás que eso lo compré en Londres, ¿O sí? - como si fuera lo más normal del universo.

Y justo en ese momento, él cayó sentado a mi lado y todo era más evidente para mí ahora. "Esos elfos" Con un toque de la varita hice que lo que estaba ensuciando el pasto desapareciera ya que no quería tener culpas en el degradamiento de la flora local. Inmediatamente después alcancé los demás esmaltes y los metí en mi mochilita mientras hablaba con él - Es culpa de los elfos... hace semanas que no sirven nada con contenido de Omega 3, ¿Lo has notado? Y tampoco han puesto nada de zanahorias... es normal que estés tan desconcentrado - no podía echarle la culpa a Lancelot, evidentemente era culpa de su nutrición.. no mencionaría que seguramente él había intercambiado los omega 3 por chocolates y dulces al por mayor.

Mi mano fué capturada sin darme cuenta y él inspeccionaba mis uñas. Él me estaba examinando y por un momento me ruboricé o por lo menos sentí que mis mejillas se encendían en calor y bajé la mirada un momento cuando él hizo contacto con mis ojos. Retiré lentamente mi mano de la suya - Me los regaló Christobal... la navidad pasada cuando estuvimos en la India - dije en voz baja mientras analizaba mis manos, cerré el puño luego de ver mis uñas y sonreí al recordar a mi hermano y la excelente navidad que pasamos el año pasado.

Levanté la mirada de nuevo y enderesé mi espalda inguiéndome. No estaba acostumbrada a que los chicos se mostraran atentos a mis movimientos pero mi madre me había enseñado a ser una buena mujer, una dama y sabía como portarme con ellos. Todos querían lo mismo siempre, en un menor o mayor grado pero era lo que querían. No se podía negar que Lancelot era muy guapo, era guapísimo, pero también tenía una gran fama idéntica a la de sus amigos, sobre todo a la de James.

Ladeé la cabeza en un gesto interrogativo, ahora quería saber que quería él y porque se había acomodado a mi lado, pero no pregunté, solo solté un suspiro y volví a colocar mis gafas. - Así que reponer "mis cosas" te va a salir bastante caro - le saqué la lengua.

¿Había dicho la India? Soltó la mano de la chica consternado y confundido, ¿como se suponía que iba a ir hasta allá y conseguir los esmaltes? Aunque en realidad Emily no parecía tener mucha prisa al respecto, quizá podría hacer un pedido por lechuza y esperar el paquete. Si eso era una buena idea.

Se acomodó frente a ella, sentándose con las piernas un poco flexionadas y recargándose con sus brazos hacía atrás.

-Bueno, creo que tengo un par de galeones por ahí guardados- bromeó y levantó la cara hacía el cielo para luego volver a verla a ella que tenía un aire despreocupado -Aunque tendremos que ver como hacerlos traer desde la India por que aún cuando consiga escapar del colegio un fin de semana completo no creo que eso sea tiempo suficiente para ir a hasta allá- le dije aun en tono de broma. La observó una vez más y se sintió culpable otra vez por los daños materiales -tendrás de vuelta tus esmaltes- eso más que una afirmación era una promesa.

Un destello llamó su atención al mirar al césped vio un par de gafas de sol enormes, tan enormes como para un gigante bebé. Los tomó y miraba por todos lados -linda gafas- le dijo a Emily, sonrió y se los puso lo cual les hizo reír espontáneamente a ambos -creo que me van un poco grandes y que además no se me ven tan lindos como a ti- había dicho eso con sinceridad, se los quitó y se los puso a ella tratando de no jalarle algún cabello o pincharle algún ojo en el proceso, ya bastante lata le había dado a la chica ese día. Una vez que ella tenía las gafas le sonrió y volvió a acomodarse en el césped con los brazos recargados hacía atrás.

Muchas cosas pasaban por la cabeza de Lancelot, se sentía muy confuso. Teniendo una fama complementa fundamentada de casanova mujeriego, este era el tipo de ocasión en que el no perdería la oportunidad de ligar y besuquearse con una chica, de comprobar que ni el calamar del Lago con tantos tentáculos tenía más talento que él para llegar aquí y allá con un simple par de manos. Pero con Emm era diferente, quería saber de ella, que pensaba, descifrar como le hacía para irradiar esa paz que había dentro de ella, que era todo eso de la meditación o por que le gustaban tanto esos esmaltes traídos desde 'la India', no queria simplemente saltarle como un salvaje encima sin que le importaran sus sentimientos como honestamente la pasa con cada chica que se encierra en el histórico escobero del tercer piso o detrás de la cabaña del guardabosques.

Pasaron un par de minutos en silencio hasta que Lancelot no pudo más.

-Emm tengo mucha curiosidad acerca de algo que has dicho- no quería sonar ignorante o irrespetuoso, parecía que la chica tenía diferentes costumbres espirituales, pues es él sabía que practicaba la meditación y otras cosas para muchos extrañas -eh ... ¿quien es Jesucristo y donde esta ese reino de Judea?- lo dijo lo más decoroso y pausado que puedo temiendo que era una pregunta quizá demasiado personal.

Reí feliz cuando se colocó mis gafas y me tapé la boca para que mis dientes no se vieran con la gran sonrisa en mis labios. Tiré mi rostro hacia trás y me apoyé con una de las palmas de mis manos para no caer de espaldas. - Claro que se me ven mejor a mí, son anteojos de mujer! - dejé que me los colocara y los ajusté cuando retiró sus manos. El sol besaba mi piel deliciosamente, era una de mis adicciones, y era escasa cuando estaba en hogwarts, más acercándonos al invierno, así que disfrutaba sentir el calor en mi piel.

- No creo que un fin de semana te alcance para disfrutar verdaderamente la India... por Merlín ¿Quién va solo a la India a comprar esmaltes...? Debes estar chiflado... - mi voz sonó alegre y amigable. Por algún motivo me sentí cómoda con Lancelot a mi lado, apropiándose de mi momento a solas pero me sentí batante bien, así que no traté de ahuyentarlo. Nos quedamos unos momentos en silencio, se lo agradecí. No parecía de esas personas que acaparan toda la atención con ellos y yo quería mi espacio en ese momento, así que en verdad le agradecí ese silencio, era muy cómodo. Le perdoné que mis esmaltes estuvieran arruinados.

Agité mi cabellera para que se acomodara bien en mi espalda mientras mi rostro apuntaba al cielo y me recargaba por detrás con las manos, igual que él lo hacía. No sabía porqué pero en ese momento no me apetecía portarme hostil con él como normalmente lo hacía cuando James, Fred o él aparecían. Incorporé mi cuello cuando me habló y me acomodé los lentes en la coronilla. Estaba tan acostumbrada a mis amigas, Alabama y Charlotte y hablar con ellas era muy natural porque sabían muchas cosas de la sociedad mágica pero también de la sociedad muggle y casi olvidaba que había analfabetos como Lancelot que no sabían nada de nada. - Jesucristo es... bueno fué un hombre que fundó la religión cristiana y católica en Jerusalen.... es el hijo de Dios - le expliqué sin perder la paciencia puesto que él no tenía la culpa de ser tan inculto. - Lo que dije fué una expresión, no es que sea muy creyente de esa religión - me encogí de hombros lo más que pude y sonreí nuevamente.

Escuchó con atención todo lo que la chica explicó siempre atento a los movimientos de esta, eran tan desenfadados y naturales, nunca había notado eso en ella, de hecho nunca había puesto mucha atención por que siempre ella andaba escoltada por un par de amigas.

-Oh, vaya, Jesucristo fundó una religión que se llama cristiana y católica- hizo cierta mueca pues en realidad seguía prácticamente en las mismas -Jerusalen me resulta familiar, creo que alguna vez mi padre lo mencionó- dijo con aire de poca importancia mientras levantaba de nuevo la cara al Sol y se relajaba otra vez.

Cuando volvió a hablar lo hizo casi involuntariamente mientras se encontraba absorto en su momento de relajación -Y creo que si iría a la India solo a traer esmaltes, ¿por que no?- su rostro permanecía levantado recibiendo las calidez del Sol. -Creo que podría hacerlo por ti- eso era lo que llevaba minutos meditando y lo soltó como una inocente confesión pero apenas se dio cuenta de lo que había dicho se incorporó rápidamente -quiero decir, si yo rompí tus preciados esmaltes, lo justo es que haga lo que sea por reponerlos no?- dijo apresurando las palabras.

Pasado el momento incomodo, volvió a la conversación, habpia muchas cosas que quería saber sobre Emily, y ella parecía estar de mejor humor sola y relajada en el jardín que dentro del colegio cuando cotilleaba con sus amigas, así que decir preguntando cosas para alargar la conversación.

-¿Y que es lo que haces aquí aparte de decorar tus uñas?-preguntó como que no quiere la cosa, tratando de no sonar entrometido -Por que creo que sería más fácil si alguna de tus amigas te ayudan a hacerlo, no?- eso era lo que él encontraba más lógico.

Solté un soplido hacia mi frente cuando él dijo que "Jesucristo fundó una religión que se llama cristiana y católica" un mechoncito voló hacia la parte de atrás de mi cabeza con la fuerza del soplido. - No! - exclamé vigorosamente pero sin llegar a gritar - En serio que debes de revisar tu dieta... me refiero a que son dos cosas diferentes pero ese no es el caso! Por Dios... - dije aquello último sin pensar que tal vez él pensaría algo que no era ya que había usado esa expresión que nosotros normalmente usabamos como "Por Merlín" y ahora mi cabeza se comenzaba a hacer un embrollo así que antes de que decidiera decirme algo más sobre Dios, Jerusale o Jesucristo... incluso sorbe Judea, levanté mi mano y puse la palma dirigiendola hacia su rostro como si acabara de poner una barrera de oro sólido entre nosotros - Es solo una expresión, olvídala - respiré con calma.

Lo miré con ceño un tanto interrogativo y al mismo tiempo comprendiendolo, parecía que en verdad lamentaba el haber roto mis pinturas y bueno... ya lo pasado pasado, tenía unas otras decenas de esmaltes que había comprado en la India y seguramente Christobal estaría encantado de llevarme... habíamos conocido tantas cosas lindas ahí que me sentí nostálgica al pensar en ese hombre al que se le murió la esposa y le contruyó un palacio para enterrarla en él... ¿En qué pensaba Lancelot al decir que solo iría a por unos esmaltes? Estaba loco... pero lucía lindo diciendo esas cosas y pude notar que se ponía algo nervioso ante sus propias palabras así que reí bajito y me tapé la boca con una mano.

Luego me preguntó sobre lo que hacía ahí, la respuesta era obvia ¿no? Por supuesto que no... los chicos no podían ver nada a menos que se los embarraras en la cara. - Cuantos días al año se ve un sol así de precioso en el colegio? - pregunté respondiendo su pregunta y con las manos abiertas hacia el cielo hice un ademán de "Ahí está tu respuesta" - Estoy tomando el sol y compartiendo un rato con ese hipogrifo hasta que nos interrumpiste - le mostré con la mirada al hipogrifo que en realidad era un lindo arbolito que nos miraba desde la distancia. Saludé al hipogrifo con una mano y una sonrisa. - Y puede ser que sea más fácil que mis amigas decoren mis uñas pero me gusta hacerlo a mí misma. Además de que Alabama se fué a buscar unos duraznos en almibar... es una glotona! mi padre me mando tres latas y ella se las comió todas! ¿Cómo pudo? - miré al pasto y luego levanté la mirada de nuevo - Es mi postre favorito... creo que ahora también es su postre favorito, seguro que nunca has probado algo así... te gustarían - dije lo último con una sonrisa e imaginé que le compartía mis duraznos con él... lástima que Alabama se los hubiera comido todos la muy glotona! - Bueno en realidad lo que hago aquí es platicar contigo... pensé que te habías dado cuenta - me encogí ligeramente de hombros y semi dejé los ojos en blanco.

Saqué mi iPhod de la mochilita y el aditamento que mi mamá me compró para poner la música fuerte, les llamaban "Bocinas". Coloqué el iPod en la base y luego la música comenzó a sonar. Una cancioncita de un grupo musical de Inglaterra de hacía miles de años... bueno realmente no eran miles de años pero si que eran muchos muchos años, se llamaban Queen, lo que sonaba se leía en el iPod como "Bohemian Rhapsody". Estuve segura de que Lancelot iba a hacer mil preguntas sobre mi extraño objeto, a veces me gustaba encontrarme con chicos como él que no supieran ni siquiera que era un lápiz, solo a veces. La sola idea hizo que sacara un lápiz de mi mochila y se lo dí antes de que comenzara a hacer preguntas y ahora si estaba lista "Dispara" pensé feliz y le sonreí mientras la voz del vocalista de Queen cantaba, un tal Freddy. - Se llama Fred, como tu amigo - susurré y señalé el iPod sin dejar de sonreir, aquello sonó como si fuera un secreto.

Cuando la chica le explicó sobre eso de Jesucristo y bla bla bla, decidió no preguntar más, ese tema de los Dioses muggles siempre lo había considerado extenso y complicado y no quería quedar como un ignorante delante de ella.

Cuando la escuchaba hablar del Sol la miraba atentamente, parecía que había un hechizo alrededor de ella que consistía en mantener la luz radiante bajo su piel, esta brillaba como si se hubiera tragado el astro -Tienes razón, es un excelente día para tomar un poco de Sol, además te hace un poco de falta- concordó un poco aturdido de los pensamientos y sin notar que prácticamente le había dicho pálida, lo cual no era su intención.

-Oh, si tienes razón, estas hablando conmigo, que graciosa- hizo mueca de ironía. "Vaya, al parecer a fin de cuentas si me toma por un tonto" pensó un poco preocupado por eso.

La observó sacar sus cosas y poner música "ajá! eso yo se lo que es!" pensó. Un día que había escapado de casa un rato sólo para enfadar a sus padres, terminó en el subway, un medio de transporte muggle y ahí observó que casi todos llevaban aparatos de esos y no dudo en adquirir uno cuando lo vio en el aparador de una tienda, claro, eso después de dos horas de discutir con el dependiente de la tienda que no le quería recibir galeones pues decía a Lancelot que ese dinero "no era bueno". Al final este aceptó al comprobar con su jefe que era oro puro. "Gracias a Merlin que me compré uno de esos iPod" pensó Lance.

-Que bonito tu iPod- dijo con suficiencia -el mio es color negro- ahora si se sentía en control de la situación y hasta un poco creído. Escuchó la canción, nunca la había escuchado antes pero le encantaba "Que diablos tiene que ver Freddy con esto?" prefirió no preguntar y solo asintió y continuo escuchando.

Cuando terminó la miró y sonrió -¿podrías ponerla de nuevo?- revolvió el interior de su bolsillo del pantalón y saco su iPod enredado en los auriculares, extendió la mano y se lo dió a Emily un poco avergonzado -Como dije, yo tengo uno negro, pero no se como se hace para meterle música ahí adentro- confesó sincero -el muggle que me lo vendió nunca me dijo que no tenia nada y todo este tiempo lo he llevado así- se encogió de hombros como si no tuviera mucha importancia tener un aparato de esos sin música en el. -¿Tú podrías ponerle algo?- dijo en tono inocente, ni siquiera sonaba al típico audaz Lancelot.

Èl mencionó que me faltaba color y lo miré sorprendida en una buena manera ya que yo siempre decía lo mismo, estaba demasiado pàlida y las demás personas no lo notaban, decían que estaba muy pecosa como para tomar el sol! - Verdad que si! Alabama dice que tengo muchas pecas y que no debo de tomar el sol, pero yo sé que no es verdad, no tengo nada de color! - acerqué mi rostro hacia él indicándole con un dedo mis mejillas ligeramente pecosas, la verdad es que tenía a lo mucho dos pecas y eso sí, mi piel estaba muy blanca. - Si hoy logro que se me hagan chapitas seré feliz - le sonreí feliz y volví a guardar mi distancia poniendo el rostro hacia el sol para lograr obtener aquellas "chapitas"

Ahora sí parecía que conocía algo de mi pequeño mundo así que le presté atención y miré su iPod, en efecto negro, cuando lo sacó y pusé otra canción para no repetir la misma aunque él me lo había pedido porque me dí cuenta que él no sabía usarlo y quería que viera que se le podían poner varias diferentes. - ¿Te has puesto los audífonos sin escuchar música? ¿En serio? - le pregunté con una sonrisita juguetona y me puse de rodillas dejando caer el peso en mis piernas y sujeté su aparato de música.

Él se veía muy tierno, me lo imaginé caminando por el colegio con los audífonos puestos pero sin saber que rayos significaba eso, en verdad me dió ternura. Retiré un cabello rebelde que caía en su frente. - ¿Qué tipo de música te gusta? - le pregunté pero me dí cuenta que fué un error, seguro que no conocía la música muggle y aunque yo había logrado pasar la música "magica" en mi computadora portátil, tenía mucha más música muggle y seguro él no la conocía - No me digas, mejor dejame sorprenderte, me llevaré esto y te lo devolveré mañana, te parece? - no podía ponerle música en ese momento porque no tenía mi lap ahí, la guardaba en el baúl de mi sala común.

Cuando la chica se acercó a él señalándose la mejilla, Lance quien en normalmente en una situación así se habría acercado sólo para ver el escote de la chica más de cerca, simplemente se echó un poco hacía atrás, apenas se notó que lo hizo pero se sentía como atraído a la vez cohibido por Emily Langdon.

-¿Pecas? Bueno, por parte de mi familia paterna hay muchos pelirrojos y a su vez pecosos, ahí tienes a Freddy- puso el ejemplo "por que muchos no lo sabrán pero mi pobre amigo y a la vez primo muy muy lejano tenía pecas hasta allá donde la espalda se acaba y sigue y eso por que viviendo en el mismo dormitorio a veces uno no puede evitar ver cosas desagradables" pensó Lancelot sonriendo de las burlas que le tiraban a Freddy por eso James y él.

La miró cerca a la cara cuando ella estaba aún cerca mostrandole su piel -No creo que sean tantas, además en ti son adorables- le guiñó el ojo de modo coqueto involuntariamente, eso era algo muy de Lancelot.

La chica estaba como fascinada de que él en efecto tuviera un aparato de esos de música y él se sentía en dominio de la situación por eso, así que se dibujaba en su rostro una sonrisa enorme de suficiencia.

-Claro que si, pero no los uso en el colegio, más bien cuando ando caminando por ahí en territorio muggle, o cuando vengo acá a los jardines a descansar, son muy buenos para apagar sonidos ambientales-respondió a la pregunta de la chica y se quedo pensando en lo último que él mismo dijo "¿para eso era el iPod, no? Para ir por ahí sin oír lo que los demás dicen".

Ella le preguntó que tipo de música le gustaba y Lance simplemente se encogió de hombros, se sintió aliviado cuando ella le pidió que se dejara sorprender.

-¿Que tipo de hechizo se se utiliza para ponerle la música?- preguntó como si fuera lo más normal del mundo ponerle música a un iPod con ayuda de una varita o algo así -Yo intenté de todo, incluso me leí algunos libros de la biblioteca como artefactos musicales muggles- confesó.

¿Adorables? ¿Las pecas? ¿Habla en serio? me pregunté en un instante mientras él hablaba pero no dije nada, seguro se estaba confundiendo de pecas.

Ahora que me explicaba para que lo usaba todo tomó un mejor sentido y le sonreí burlonamente mientras negaba con la cabeza. - Claro que el iPod no es para andar por ahí y no escuchar a la gente, bueno no precisamente fué hecho para eso, aunque si cumple con ese propósito, pero es porque le pones música y como la vas escuchando por el camino no escuchas lo que los demás dicen - le expliqué tratando de no obviar demasiado las cosas porque ahora comprendía que él era un poco corto de entendimiento en cuanto a todo lo que se refería a la tecnología muggle y me lo dejó super claro al preguntarme sobre el hechizo que usaría para ponerle información al aparato.

- Ahm... un hechizo? No... mira... ¿sabes lo que es una computadora? - tuve miedo de preguntarle aquello. Cerré los ojos resignada antes de que me respondiera y negué con la cabeza. - Prefiero mostrarte después. Ahora pasemos a la lección 1. ¿Cómo funciona un iPod? - tomé el Ipod de la basesita donde estaban las bocinas, le puse una "Y" que servía para conectar dos audífonos al mismo tiempo, era algo que había comprado para que Alabama y yo tontearamos con la música. Conecté los audífonos que él llevaba y los míos. Hacer todo eso no me llevó más de medio minuto. Me puse los audífonos y luego me acerqué un poco más a él moviendo las rodillas en su dirección y le coloqué las gomitas de los suyos en los oídos y nuevamente le retiré ese mechoncito rebelde de la frente. - ¿Me escuchas cierto? - le pregunté algo fuerte antes de poner la música y mirando con cierta intensidad sus ojos. Eran muy expresivos y eso me gustaba.

Le mostré el botón con el triangulito - Este botón es el de inicio, o play, si lo aprietas la música comienza a sonar - apreté el botón y una canción de uno de mis grupos favoritos comenzó a sonar "Don't let your white dress wear you out Oh, honey it's the look in your eyes Oh, cause honey I can see you. All my life I'd hurt the ones I loved But baby you could turn it round.." el grupo se llamaba Magic Numbers y se lo mostré en la pantallita al igual que el nombre de la canción, todo era demasiado gráfico, no había manera de que no comprendiera a menos de que fuera un retrasado mental, pero como jugaba quidditch no pensaba que tuviera ninguna clase de retraso.

Volví a apretar el mismo botón que al lado del triangulito tenía dos barritas verticales que significaban "pausa" y la música se detuvo. - Este botón sirve para detener la música, es pausa, y si lo vuelves a apretar la música se reiniciará desde el punto donde se detuvo. ¿Entendiste? Estos botones son para adelantar o retroceder las canciones - le mostré los botones de regreso y retroceso y le entregué mi iPod para que él lo intentara ahora. - Es tu turno - cuando él tomó el iPod crucé las piernas en un movimiento fácil a lo "indio" y me fijé que las ramitas del apsto se habían quedado marcadas en mi piel. Pasé una mano sin demasiada atención sobre las marquitas que se quitarían en breve y volví a mirar a Lance esperando que él reiniciara la música.