Vagando por lugares desconocidos [Cass]
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Vagando por lugares desconocidos [Cass]
Lunes, 20:30 pm, media hora después de haber sido servida la cena en el gran comedor.
Risas, voces, gritos en algunas ocasiones, conversaciones en susurros que, a pesar de ser sonidos apenas audibles, también llegaban los oídos del castaño que estaba sentado casi al medio de la mesa de Beauxbatons, no porque quisiera, pues si de él dependiera ni siquiera habría ido a cenar, sino porque su hermana había elegido los lugares y él no había podido ni siquiera opinar al respecto, así era cuando se trataba de Druella, tan sociable, tan extrovertida, tan desesperadamente popular, no se podía decir que el pequeño Arcturus no lo fuera, por supuesto que no, sin embargo no se podía decir que se cercioraba de mantener dicha reputación, pues no era de los que conversaban con todo el mundo, de hecho era más bien de los que se pasaba evitando a todos los demás recluyéndose en sus libros, filosofías o, simplemente, en el quidditch, regalo del mundo mágico que apreciaba más que cualquier otro, pues le propinaba un real escape de los todos los problemas que conllevaba ser un Black, aunque había una cualidad del pequeño que no se podía negar, dudar u olvidar: Sabía escuchar. Podía no conocerte, podías no ser de su completo agrado, podía ni siquiera saber tu nombre ni tú el suyo, pero si necesitabas un par de oídos, los de Arcturus eran los mejores que podrías conseguir, no sólo porque lo que ellos escuchaban jamás lo repetía su boca, sino porque además te prestaba tanta atención que, aunque fuera tan sólo por esas milésimas de segundos, te hacía sentir una persona importante, querida, escuchada, entendida.
Dio otro bocado al exquisito pedazo de carne que tenía su plato, sin embargo, antes de tragarlo por completo comprendió que ya no quería estar dentro de ese bullicio, dejó el servicio encima de la parte vacía del plato, la cual era diminuta, y - luego de tragar - se volteó hacía su hermana al tiempo que limpiaba su boca con la fina servilleta de paño - Estoy satisfecho, iré a dar un vuelta antes de acostarme - le informó sabiendo que sería capaz de llamar a todo el escuadrón de Aurores del país si es que subía a la sala común y no lo encontraba allí para desearle las buenas noches. Esperó el asentimiento de cabeza de Druella y, mientras su hermana retomaba la conversación con una de sus tantas amigas que habían sobrevivido en el ataque, se levantó de la banca y comenzó a caminar hacia la salida.
Un pequeña pastilla de menta salió del bolsillo izquierdo de su pantalón la cual comenzó a desenvolver de inmediato, echándosela a la boca al tiempo que subía el primer escalón sin saber a dónde se dirigía. Subió y subió escaleras hasta que ya no quedaron más ante sus ojos, al menos no a primera vista. Recorrió el corto pero ancho pasillo del séptimo piso sin perderse detalle de absolutamente nada, analizando todo con sus detallistas ojos, hasta que otra escalera, pero más pequeña que las anteriores y bastante redondeada, apareció ante él. Frunció el ceño ligeramente, algo desconfiado, sin embargo el sentimiento no fue lo suficientemente fuerte como para apartarlo de la curiosidad de saber qué había arriba. Subió lo escalones con más rapidez que los otros y contuvo una sonrisa cuando se percató que sólo era el pase a una de las Torres. Negó con la cabeza al pensar en la desconfianza anterior y estuvo a punto de voltear y volver por dónde había venido - pues si bien al chico le gustaban las alturas, no era lo mismo disfrutarlas dentro de una torre que arriba de una escoba, estar dentro del castillo le frustraba y saber que le darían unas ganas inmensas de llamar a su escoba para poder salir volando de ahí sin poderlo hacer, le frustraba aún más - no obstante un sonido, muy parecido a un sollozo, llegó a sus impecables oídos provocando que en vez de regresar siguiera avanzando hasta abrir la puerta que conducía a la Torre que, suponía, era la de astronomía.
Observó el interior con sus analizantes ojos hasta encontrar la espalda de la causante de que no se hubiese marchado a su sala común, acercándose a ella en silencio, pero con paso decidido, frunciendo ligeramente el ceño. Habían muchas cosas que el pequeño Arcturus odiaba y una de ellas era ver a una mujer llorar. - Ey, ¿Estás bien? - Pregunta estúpida pero común en estas situaciones. - ¿Te puedo ayudar en algo? - inquirió con tono sutil, preocupado, al tiempo que se acercaba a la muchacha poniendo una mano en su hombro para que se volteara, sin embargo la retiró inmediato, no estaba demasiado acostumbrado al contacto físico, así que sólo lo realizaba cuando era estrictamente necesario y por el tiempo más breve posible.
Dio otro bocado al exquisito pedazo de carne que tenía su plato, sin embargo, antes de tragarlo por completo comprendió que ya no quería estar dentro de ese bullicio, dejó el servicio encima de la parte vacía del plato, la cual era diminuta, y - luego de tragar - se volteó hacía su hermana al tiempo que limpiaba su boca con la fina servilleta de paño - Estoy satisfecho, iré a dar un vuelta antes de acostarme - le informó sabiendo que sería capaz de llamar a todo el escuadrón de Aurores del país si es que subía a la sala común y no lo encontraba allí para desearle las buenas noches. Esperó el asentimiento de cabeza de Druella y, mientras su hermana retomaba la conversación con una de sus tantas amigas que habían sobrevivido en el ataque, se levantó de la banca y comenzó a caminar hacia la salida.
Un pequeña pastilla de menta salió del bolsillo izquierdo de su pantalón la cual comenzó a desenvolver de inmediato, echándosela a la boca al tiempo que subía el primer escalón sin saber a dónde se dirigía. Subió y subió escaleras hasta que ya no quedaron más ante sus ojos, al menos no a primera vista. Recorrió el corto pero ancho pasillo del séptimo piso sin perderse detalle de absolutamente nada, analizando todo con sus detallistas ojos, hasta que otra escalera, pero más pequeña que las anteriores y bastante redondeada, apareció ante él. Frunció el ceño ligeramente, algo desconfiado, sin embargo el sentimiento no fue lo suficientemente fuerte como para apartarlo de la curiosidad de saber qué había arriba. Subió lo escalones con más rapidez que los otros y contuvo una sonrisa cuando se percató que sólo era el pase a una de las Torres. Negó con la cabeza al pensar en la desconfianza anterior y estuvo a punto de voltear y volver por dónde había venido - pues si bien al chico le gustaban las alturas, no era lo mismo disfrutarlas dentro de una torre que arriba de una escoba, estar dentro del castillo le frustraba y saber que le darían unas ganas inmensas de llamar a su escoba para poder salir volando de ahí sin poderlo hacer, le frustraba aún más - no obstante un sonido, muy parecido a un sollozo, llegó a sus impecables oídos provocando que en vez de regresar siguiera avanzando hasta abrir la puerta que conducía a la Torre que, suponía, era la de astronomía.
Observó el interior con sus analizantes ojos hasta encontrar la espalda de la causante de que no se hubiese marchado a su sala común, acercándose a ella en silencio, pero con paso decidido, frunciendo ligeramente el ceño. Habían muchas cosas que el pequeño Arcturus odiaba y una de ellas era ver a una mujer llorar. - Ey, ¿Estás bien? - Pregunta estúpida pero común en estas situaciones. - ¿Te puedo ayudar en algo? - inquirió con tono sutil, preocupado, al tiempo que se acercaba a la muchacha poniendo una mano en su hombro para que se volteara, sin embargo la retiró inmediato, no estaba demasiado acostumbrado al contacto físico, así que sólo lo realizaba cuando era estrictamente necesario y por el tiempo más breve posible.
Arcturus O. BlackPREFECTO/A DE BEAUXBATONS - Mensajes : 28
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Fecha de inscripción : 27/07/2011
Localización : En la biblioteca.
Re: Vagando por lugares desconocidos [Cass]
Alcohol. No había nada mejor para calmar aquellas voces que rondaban en mi cabeza como el alcohol. Había decidido saltarme la cena para no tener que ver ni a Albus ni a James, y me dirigí de inmediato hacia la Torre para beber tranquila. Que bueno que Addy siempre tenía algunas petacas de reserva en su baúl, pues a mí se me había acabado el alcohol en los últimos días.
No sabía en qué momento el alcohol me había comenzado a hacer efecto, y de pronto me vi llorando sacudida por mi propio llanto sentada sobre una de las mesas que había corrido junto a una de las ventanas. El cielo se veía brillante por las estrellas, y eso me hizo recordar la mirada brillante de Albus aquel día en el tren. El recuerdo de Albus hizo que mi llanto se agudizara al momento que tragaba otro sorbo de lo que, a mí parecer, era vodka, aunque ya no estaba del todo segura qué tipo de alcohol bebía. Fue con James con quien probé vodka por primera vez, un día de cuarto año cuando habíamos sido castigados una vez más. Recordé que me pareció insípido y que me quemó la garganta, pero que aún así bebí sin arrugar el ceño. Debía demostrarle a James que yo no era una niñita, como él decía.
Así entre mis recuerdos alcohólicos me daba cuenta que James y Albus aparecían en ellos mucho más de lo que me había atrevido a apreciar con anterioridad. Tras esa reflexión volví a tomar un nuevo trago y cerré los ojos, dejando que el llanto se volviera a apoderar de mí, como si sólo llorar pudiera hacer que todos los recuerdos vividos con los hermanos Potter desaparecieran.
Entonces una mano me tocó. En un movimiento que me pareció diestro, pero que de seguro se vio algo torpe, me volteé y me encontré con un chico al que nunca había visto. Mi mano se aferraba de la petaca como si fuera mi varita, y con mi otra mano llevé mi cabello húmedo por las lágrimas hacia atrás, observando con mis ojos enrojecidos a ese chico que me preguntaba cómo estaba-. ¿Quién eeeres?- pregunté alargando un poco la sílaba. Mi torso estaba girado hacia él, y esa posición hacía que me sintiera algo mareada-. ¿No seráaas un espía?- dije, mirándolo directamente, buscando en él alguna prueba que lo vinculara con algún espía de Corazón de Bruja. ¡Lo que me faltaba era que esa revista de segunda relatara mi triste realidad!. Aunque dudaba que un chico fuera parte del conventillo de chismes-. Aquí no hay nada que veeeg. Sólo una chica ebria porque la vida es una mieeedda- señalé apuntándolo con la petaca y pasando a botar un poco de Vodka a la mesa, ante lo cual abría lo ojos con asombro y llevaba mis manos hacia el alcohol, sintiendo como mis ojos se volvían a llenar de lágrimas-. Oh, no, el vodka- me quejaba haciendo un mohín, buscando cómo devolver el líquido a la petaca para que el alcohol no fuera desperdiciado.
No sabía en qué momento el alcohol me había comenzado a hacer efecto, y de pronto me vi llorando sacudida por mi propio llanto sentada sobre una de las mesas que había corrido junto a una de las ventanas. El cielo se veía brillante por las estrellas, y eso me hizo recordar la mirada brillante de Albus aquel día en el tren. El recuerdo de Albus hizo que mi llanto se agudizara al momento que tragaba otro sorbo de lo que, a mí parecer, era vodka, aunque ya no estaba del todo segura qué tipo de alcohol bebía. Fue con James con quien probé vodka por primera vez, un día de cuarto año cuando habíamos sido castigados una vez más. Recordé que me pareció insípido y que me quemó la garganta, pero que aún así bebí sin arrugar el ceño. Debía demostrarle a James que yo no era una niñita, como él decía.
Así entre mis recuerdos alcohólicos me daba cuenta que James y Albus aparecían en ellos mucho más de lo que me había atrevido a apreciar con anterioridad. Tras esa reflexión volví a tomar un nuevo trago y cerré los ojos, dejando que el llanto se volviera a apoderar de mí, como si sólo llorar pudiera hacer que todos los recuerdos vividos con los hermanos Potter desaparecieran.
Entonces una mano me tocó. En un movimiento que me pareció diestro, pero que de seguro se vio algo torpe, me volteé y me encontré con un chico al que nunca había visto. Mi mano se aferraba de la petaca como si fuera mi varita, y con mi otra mano llevé mi cabello húmedo por las lágrimas hacia atrás, observando con mis ojos enrojecidos a ese chico que me preguntaba cómo estaba-. ¿Quién eeeres?- pregunté alargando un poco la sílaba. Mi torso estaba girado hacia él, y esa posición hacía que me sintiera algo mareada-. ¿No seráaas un espía?- dije, mirándolo directamente, buscando en él alguna prueba que lo vinculara con algún espía de Corazón de Bruja. ¡Lo que me faltaba era que esa revista de segunda relatara mi triste realidad!. Aunque dudaba que un chico fuera parte del conventillo de chismes-. Aquí no hay nada que veeeg. Sólo una chica ebria porque la vida es una mieeedda- señalé apuntándolo con la petaca y pasando a botar un poco de Vodka a la mesa, ante lo cual abría lo ojos con asombro y llevaba mis manos hacia el alcohol, sintiendo como mis ojos se volvían a llenar de lágrimas-. Oh, no, el vodka- me quejaba haciendo un mohín, buscando cómo devolver el líquido a la petaca para que el alcohol no fuera desperdiciado.
Cassandra NottSLYTHERIN - Mensajes : 703
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Localización : En un lugar que nunca adivinarás
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