Working Day [Kylar R.]

Albert tenía dos reglas en casa, la primera jamás debía faltar el respeto a él o la casa, así que nunca así cosas que podían molestarlo y la segunda, si quieres algo debes trabajar por él. Por eso siempre había recibido una mesada, aunque me servia de mucho cuando era pequeña, ya que los trabajos que hacia solo eran los que él me daban. Pero después de mis doce años, las cosas cambiaron un poco, así que comencé a gastar demás, ya después conseguí un trabajo a medio tiempo en una tienda solo tenía que ayudar a las clientas con sus ropas, pero me di cuenta que el mejor trabajo era el de mesera, cuando trabajas pocos días y pocas horas, las propinas marcaban la diferencia y eso solo lo hacia el buen trato.

Claro que no me había conseguido un trabajo en el mundo mágico hasta ese año, ¿Por qué?, porque antes no era mayor de edad, ahora que lo era, me daban trabajo en cualquier parte… gracias a una persona conseguí el empleo de mesera en las tres escobas, así que iba muy motivada. Tenia algo de experiencia sirviendo pero nunca había tratado con gente mágica, aunque no debía ser diferente.

Llegué temprano y pase dentro de la tienda por la puerta trasera, entre calladamente pero tocando a la puerta, iba con ropas comunes unos jeans y una camiseta, claro que también traía una chaqueta, pero me la fui quitando cuando estuve dentro. De pronto sentí un ruido tras de mi y me gire a ver, me sobresalte al ver a otra persona, no parecía que hubiera llegado.

- Buenos días…- le dije, ya que se veía algo mayor, no sabía quien era, pero esperaba que fuera el jefe o alguien mas del personal.-

5:57 AM

Faltaban tres minutos exactos para que sonara el despertador. Aún era noche cerrada y el silencio resultaba inquietante en la oscuridad que reinaba entre las cuatro paredes de la habitación. Éste, a su vez, sólo era interrumpido muy de vez en cuando por los débiles "tic tacs" del reloj. Acababa de despertar, pero aún no abría los ojos. Disfrutaba de aquella paz, de aquel momento de relajación que se arruinaría en cuanto pusiera un pie dentro del local. Algo se movió a su derecha. Suspiró. Sintió los dedos de ella entrelazarse inconscientemente los suyos y la calma se rompió.

6:00 AM

La insufrible y a aquellas horas atronadora alarma del despertador se hizo notar en demasía. Kylar abrió lentamente sus ojos, de un azul pálido que a veces resultaba crisáceo, y fue su único movimiento. Fue la mano de Emily la que se encargó de acallar el despertador con un manotazo furibundo. Notó que las piernas de la joven se enroscaban acosadoras entre las suyas y supo que era el momento perfecto de hacer una retirada justa y rápida. Apartó las sábanas con esa falta cordialidad que en realidad no tenía otro objeto que el de no despertarla, no por ella, sino por él, y se deslizó por el colchón. En cuanto se puso en pie, supo que los ojos de Emily taladraban lujuriosos la oscuridad en un intento de ver una vez más el esbelto cuerpo desnudo de Kylar.

-¿Por qué te tienes que ir tan pronto? -oyó que bostezaba la mujer a sus espaldas -. Ni siquiera amaneció y no empiezas a trabajar hasta dentro de d...
-Siempre lo hago.

Emily no dijo nada más. La voz de Kylar era suave y serena, pero había en ella algo que la hacía entender que el tema estaba zanjado y que dijera lo que dijera se acabaría yendo. La joven frunció en ceño y se arropó con las mantas.

Ni siquiera fue consciente del momento en el que Kylar se colocó a sus espaldas para devolverle el reloj que de tan buena fe le había regalado.


6:20 AM

Después de darse una ducha rápida y llevarse algo a la boca, Kylar salió al exterior asegurándose de que dejaba la puerta cerrada sin el seguro para que Emily pudiera salir. Caminó en silencio, con los ojos entrecerrados y unos cascos muggles sobre la cabeza. Un toque de su varita bastó para que los cascos encantados comenzaran a emitir música que lo ayudó a recorrer la distancia entre su apartamento y el bar casi sin enterarse. Cuando llegó, descubrió que aún estaba vacío. Entró por la puerta de servicio, se encargó de abrir las ventanas y dejó a un lado la capa para comenzar la faena. Barrió, fregó y colocó cada vaso y cada copa en su sitio. Cada bebida y cada comida lista para ser servida. Para cuando terminó, los primeros rayos de sol comenzaban a colarse por las ventanas despertando así a los demás habitantes de Hogsmeade, así como sus comercios.

9:15 AM

Kylar llevaba un par de horas trajinando y no parecía cansarse. Seguía con los cascos puestos moviéndose de aquí para allá, sirviendo a los clientes que gustaban de tomar el desayuno. Pero aquel día era diferente.

Las Tres Esbocas, un reconocido bar de Hogsmeade, recibiría aquel día la visita de los alumnos de Hogwarts que lo frecuentaban durante sus excursiones. Kylar estaba acostumbrado ya a los gritos y el jaleo que solía montarse, y sin bien no le agradaban, tampoco ponía queja alguna.

-Kylar -susurró la voz de la dueña a su oido -, hazme el favor y tírame los trastos que bajamos ayer del reservado. Apenas podemos movernos con eso en medio.

Kylar se secó las manos con un paño y caminó fuera de la barra. Aprovechó el paseo para ajustarse los vaqueros y alisarse la camisa negra que llevaba remangada hasta los codos para no ensuciarla o mojarla. Cogió una bolsa en cada mano, que estaban llenas de cachibaches de decoración inservibles, y salió por la puerta trasera para tirarlos. Una vez fuera, las depositó en el suelo, extrajo la varita del bolsillo de sus pantalones y las hizo desaparecer junto al resto de basura.

Entonces la vio.

Era una chica joven y por su forma de vestir y de comportarse, Kylar supo que se trataba de una alumna de Hogwarts. Enarcó una ceja al ver que caminaba hacia la puerta de servicio, que en teoría estaba prohibida para cualquiera que no trabajara allí. Ahogo un gruñido y cruzó la calle a zancadas sigilosas hasta posarse tras ella. El último paso lo dio de forma ruidosa para que fuera consciente de que no estaba sola.

-No puedes estar aquí -se limitó a responder a su "buenos días" con la calma y solemnidad que lo caracterizaban, inconsciente de que fuera su futura compañera de trabajo.

Kylar mantuvo los brazos extendidos paralelos a su cuerpo, los ojos azul pálido clavados en los de la muchacha y el rostro cubierto parcialmente por la melena negra que resaltaba su mirada y su palidez.

Iba pendiente de otras cosas, quizás ese fue el problema. Por que en verdad me gustaba divagar, pero ahora que tenia que concentrarme en el trabajo era mejor mantenerme alejada de mis propias fantasías. Me había asustado un poco con la aparición de esa persona. Mis ojos se abrieron grandes y con una cara algo ingenua, ya que aun mantenía la expresión de susto por lo de antes. Moví los labios algo torpe, y luego ya me calme, no sonreí porque la mirada que él me daba no estaba para eso, a pesar de que su vos era muy calma, su lenguaje corporal decía otra cosa y su aspecto, era diferente… algo intrigante.

Pestañee un par de veces por que en ves de responder el saludo, me estaba reclamando mi presencia, entonces como si fuera una novata en los trabajo, me intimide, pero solo me duro un par de segundos antes de que recogiera el cabello detrás de mi oreja.

- en realidad… si..- le dije sin mala educación, pero con seguridad en mi tono. Al parecer era otro empleado, y mi nuevo compañero de trabajo, por lo menos intentaría llevarme… con él.- soy la nueva mesera Allie Moore. La dueña me dijo que cuando viniera, entrara por la puerta de atrás… como todos..- pero él debía saber eso, si tenia mas tiempo que yo trabajando en las tres escobas. Era muy pálido, eso me llamo la atención, tenia ese aspecto de enfermedad.. -

Saque una liga para el cabello y mientras lo miraba agarre mi cabello en una coleta para quedar con el cabello recogido, no podía andar con el cabello suelto atendiendo clientes, o haciendo lo que fuera que empezara a hacer. Aunque pretendía que fuera lo primero.

Kylar observó atentamente sus gestos. Era algo que formaba parte de su segunda vida, de su trabajo y sus movidas. Observar el lenguaje corporal de otras personas le había facilitado las cosas durante los últimos años. Sin embargo, estudiar a la gente ya no era una regla número uno a cumplir. Se había llevado tanto tiempo haciéndolo, que le salía automáticamente como un acto reflejo, como si fuera apegado a pestañear o respirar. En cierta forma era así para alguien del oficio amargo como Kylar.

No se relajó ni mermó al ver su timidez y los apuros que la chica parecía estar pasando. Hacía tiempo que había aprendido que no podía confiar en algo tan absurdo como la compasión. Entre otras cosas porque si alguien le clavaba un puñal en la espalda, iba a tener de todo menos delicadeza. Siguió los movimientos de sus manos cuando se recogió la mela negra azulada, contempló sus ojos que se mostraban sinceros y finalmente trató de memorizar el sonido de su voz. Al poco, supo que aquella chica no representaba ninguna amenaza sin necesidad de conocer su nombre. Total, un nombre no decía nada. Eso Kylar lo sabía de primera mano.

-Alli Moore -repitió con voz grave mientras procuraba grabárselo a fuego -, me han avisado que vendrías, sí. De hecho seré yo quien te atienda.

Sonrió. Pero como siempre, la sonrisa de Kylar era una media sonrisa seductora y serena que no reflejaba nada más allá de su rostro inexpresivo. Tras hacerle una seña con la mano para que lo siguiera, pasó por su lado y entró en el bar. Los andares de Kylar eran despreocupados, elegantes y ligeros como los de un felino. A decir verdad, todos los movimientos de Kylar o incluso su mirada solían recordar constantemente a las reacciones de los gatos. Kylar era consciente de ello y no lo tomaba como un insulto si se lo decían. Es más, lo encontraba divertido al conocer el motivo. Cuando se vestía de negro, había clientes asiduos a Las Tres Escobas que se entretenían apodándolo "Pantera".

-La jefa estará ocupada -dijo cuando alcanzó la barra y se situó detrás. Señaló uno de los taburetes del otro extremo, donde se sentaban los clientes y aguardó a que Alli tomara asiento en él -, así que me ocuparé de hablar contigo algunos aspectos del trabajo, si no te importa.

No era una pregunta.

Se me había olvidado como eran las cosas de meseras, solo trabajaba en verano, cuando iba a casa y eso hasta el año antes pasado. Ya que este año había incursionado en otro campo laboral, pero con un poco de tiempo, no mucho claro, ya que esto requería de cierta rapidez, lo cual me era mas fácil de agarrar. Con el cabello atado y la presentación mis nervios se calmaron, solo eran los de cualquier persona, además valía decir que fue culpa de la sorpresiva presencia del hombre.

Sentía que su mirada era mas penetrante de lo que aparentaba, como si calculara cosas de mi, pero bueno solo era una leve impresión que podía estar exacerbada por los sentimientos de angustia y timidez que tan repentinamente me había invadido. Escuche su vos y me pareció algo pesada, como si fuera una maquina contestadota, haciendo una acción autómata. Por dentro solté una sonrisa que no se expreso en mi rostro, quería mostrar seriedad y no inmadures. Por fin lo que me estaba temiendo, justamente él sería quien me daría la introducción y también se encargaría de supervisarme en un futuro, o eso era lo mas lógico de pensar. Sentí con la cabeza añadiendo algunas palabras.

- mucho gusto..- le dije sin esperar que me diera su nombre, ya que no lo había hecho antes y por su primera frase no esperaba que fuera un amor de persona.-

Su sonrisa fue extraña, me hizo erizar la piel, parecía otro cuando sonreía, o daba esa impresión. Paso a mi lado y lo seguí como me había señalado con anterioridad. Iba a su espalda y en verdad me pareció singular, no solo por su personalidad sino porque entre mas y mas miraba, tendía a parecerme un gato ¿acaso estaría volviéndome loca?, seguí su forma de caminar un par de segundos ya que era algo hipnótica pero deje de hacerlo para que no sintiera el peso de mi mirada sobre él.

Como antes hice caso de todas sus señas estaba un poco acostumbrada a ese sistema, las personas lo usaban mucho en el ámbito laboral, algunas cosas tan pequeñas como levantar la mano, alzar la ceja u otro tipo de gestos, eran indicadores de algo, una respuesta mal dada, o una petición de acción, cualquiera fuera el caso uno tenía que interpretarla o saber a que se refería. Tome asiento tras la división de la barra y como costumbre lo mire directo a los ojos mientras escuchaba sus palabras sin interrumpirlo.

- ya veo…- le dije algo obediente, pero no sumisa. Era una fase mas de los trabajos, cuando te leía las reglas, el modo de trabajo, lo que esperaban y todo ese tipo de cosas.- por supuesto-

No añadí mas pues, no estaba en una charla, yo era la empleada y el mi superior, así que tenía que escucharlo, mi espalda recta al sentar me y mis manos sobre la mesa del bar relajadas, tenia la mirada enfocada en él, mas que nada porque no quería perder detalles o posibles dudas acerca de mi puesto.

Parecía obediente. Eso le gustó a Kylar, ya que pensó que no daría mayor problema. Estaba seria y centrada en él. En un pasado, quizá se habría sentido incómodo. Pero ahora le daba igual. Es más, le pareció medio punto a favor el interés y el compromiso que la señorita Moore parecía querer mantener con su puesto de trabajo.

Kylar enderezó las espalda. Nuevamente, sus hombros se movieron como los de un gato que estuviera a punto de sentarse, solo que él permanecía de pie. Echó hacia atrás el cuerpo, dirigiendo una mano hacia atrás. A sus espaldas, bajo el estante de las bebidas alcohólicas, había una mesa en cuyos cajones comenzó a hurgar hasta que extrajo una hoja. Cerró el cajón, echó un vistazo rápido a la escritura mientras volvía de nuevo junto a Moore y apoyó los antebrazos en la barra. La tenía frente a frente, pero sólo miraba la hoja, que al parecer, tenía los datos de la muchacha.

-Según pone aquí, estás cursando tu séptimo curso en Hogwarts -era una afirmación y Kylar se tomó su tiempo antes de despegar los ojos de la hoja y clavarlos en los de la muchacha -Eso podría ser un contratiempo... ¿Cuántos y cuáles son tus ÉXTASIS?

Kylar recordaba los suyos propios como un auténtico infierno educativo. Pese a ser superdotado, había sufrido lo suyo y sabía por experiencia propia que el último año en la escuela de Magia y Hechicería era sinónimo de agobio y estrés para la gran parte de sus alumnos, sino todos.

Era increíble todas las veces que había estado en las tres escoba, siempre venia con algunos compañeros de clases a hablar y tomar algo, mi primera cerveza de mantequilla la tome ahí. Una de las mesas que estaba detrás de mi, en las que estaban mas cerca de la puerta siempre iba a tomar algo con él, aunque no le gustaba era mucho mas pasable que el salón de té. Medio sonreí sin querer, estaba prestando atención pero como siempre mi mente te llenaba de muchas cosas, mas de las que ya tenía por obligación. Medio ladee la cabeza con los labios apenas separados, algo así como curiosa, ya que en verdad era como ver a un gato… mi frente te arrugo ante esa expresión.

Estire el cuello hacia él pero mis ojos se fueron hacia abajo, era curiosa, pero no lo reconocía abiertamente, luego de mirar un poco la hoja y de que él subiera la mirada mi, yo también lo hice. Lo escuche, mientras me decía algo de mi ficha, era lo mismo de siempre. Pestañee un par de veces cuando dijo que podría ser un contratiempo.

- así es, pero no será problema..- le aseguro, me encargaría de hacer las cosas bien, me interesaba juntar el dinero necesario para el año próximo, ya que no iba a tener el apoyo de Albert para hacer mis cosas, sobretodo para sacar un trabajo en el mundo mágico.- serán Astronomía, Cuidado de Criaturas Mágicas, Encantamientos, DCAO, Historia de la Magia, Transformaciones y Pociones, siete en total…- seguía buscando una profesión que me diera satisfacción, aunque ya tenía mis dos opciones algo claras.- soy muy responsable y le aseguro que voy a cumplir muy bien con el trabajo.-

Me parecía que estaba siendo estricto, así que sería de esos jefes que quieren que todo sea lo mas perfecto, en cierto modo me agradaba trabajar así bajo un poco de presión.

Una cerebrito. Estaba frente a otra cerebrito más. Que fuera más o menos inteligente que Kylar ya era otro cantar. El joven se removió acomodando el peso de su cuerpo sobre una pierna mientras confirmaba sus sospechas leyendo de nuevo la ficha.

-Ravenclaw...

Lo dijo incluso antes de llegar al apartado que lo confirmaba, pero no era de extrañar. Ya no solo el número de ÉXTASIS que esa joven cursaba, sino también el hecho de que las asignaturas más teóricas y complejas estuvieran en la lista la delataban como una portadora de la túnica azul de Ravenclaw, cuyos alumnos siempre destacaban por su intelecto y su dedicación a los estudios.

-El hecho de si eres más o menos responsable con tus estudios no me interesa, seorita Moore -aclaró con esa voz suave y seductora que parecía ser imposible de alterar -. Es tu responsabilidad y tu dedicación aquí en el bar lo que me atañe. No quisiera perder clientes.

Dicho así sonaba bastante frío e incluso cruel, pero era la pura realidad. Kylar apenas conocía a esa chica de nada. Su cara le sonaba, claro está, de cuando aún estaba en Hogwarts hace cuatro años, es decir, antes de su desaparición y su cambio de identidad. No tenía motivos para preocuparse por su futuro académico.

-Teniendo en cuenta esto, tu jornada laboral se reduciría a los fines de semana- culminó, lo cual era previsible dado que los alumnos tenían clases mañana y tarde -, en especial los que haya excursión, que lo más lógico sería que vinieras a ayudar a atender a tus compañeros.

El hombre leí y releía la ficha, como si estuviera buscando algún fallo en ella, mas parecía que estuviera revisando un informe mal dado, en cierta forma me hizo sentir desconfianza, no era el primer jefe que me hacia tantas preguntas ni mucho menos el que se había comportado mas altanero, aunque estaba en cierto modo acostumbrada a eso, no me importaba mucho ya que como decía Albert, trabajo era trabajo. Menciono mi casa y solo abrí un poco mas los ojos expectante a lo que me diría, seguramente sería algo relacionado con mi casa o mis estudios, eso le preocupaba a todos, que se vieran afectados por la vida del estudiante, pero eso no pasaría.

- lo que dije antes fue con respecto a mi trabajo.- estaba dando por hecho de que trabajaría ahí, no importaba como. Necesitaba hacerlo.- los estudios y otros temas de mi vida pertenecen a la vida privada y no se confunden con mis deberes laborales. - si quería escuchar a una chica sin motivaciones estaba equivocado.- eso lo podrá comprobar con el tiempo y por los clientes no tiene que decírmelo.- todo dicho con respeto y sin altanería.

Lo peor que me habían dicho no era eso, lo peor me lo dijo un tipo cuando intente conseguir un trabajo en una guardería, “chicas como tu se van con los padres”, claro que eso no lo aguante y debido a mi reacción no me dieron el trabajo. No esperaba que el comprendiera que el ultimo año era estresante, pero que mas estresante era pensar que no iba a tener como costear lo que vendría después, tenia dinero pero no sabía si me alcanzaría para independizarme.

- lo sé, también le dije a la jefa que podía contar con mis servicios a tiempo completo en las vacaciones que me dieran en el colegios…- no me importaba servirle a los chicos de mis clases o incluso a los que me caían de la patada, tenia mis propios asuntos. Lo mire esperando que dijera algo mas.-

Kylar sabía de sobra que esa chica no quería ser altanera. No notaba por su tono de voz. Sin embargo, sus palabras sí lo habían sido y ocasionaron que el joven enarcara una ceja mientras la taladraba con los ojos como si buscara leer en el fondo de su alma. No hizo ningún comentario al respecto, desde luego. No era su padre, ni pretendía serlo, para andar inculcándole modales laborales a una joven de diecisiete años que ya tendría ocasión de aprenderlos por sí sola. Pero desde luego, Kylar grabó en su mente tanto el hecho de que diera por supuesto que el trabajo era suyo, como la forma de dirigirse a él en respuesta.

Se precipitó. Lo de las vacaciones era otro punto a tratar que Kylar abordaría más adelante, pero casi agreció que Allie lo tuviera en cuenta. Así se ahorraba saliva al hablar. No tuvo ocasión de responderle porque en ese momento llegó un cliente asiduo al bar. Se trataba de un hombre maduro que seguramente rondaría los cicuenta, con el pelo canoso peinado pulcramente hacia atrás y unos ojos azul pálido bastante parecidos, si no iguales, a los de Kylar.

-Buenos días, Ravenheart -saludó al joven, que se limitó a corresponder al saludo con un gesto de su mano -Hoy se me pegaron las sábanas y llego tarde. Ponme solamente un café.

Kylar asintió y extrajo su varita del interior de la ropa. Esta era oscura con una serie de muescas, que lejos de ser hoscas, resultaban elegantes y complementaban el aire misterioso del hombre. El desconocido lanzó una sonrisa amigable a Allie y no tardó en refugiarse tras las páginas del ejemplar de El Profeta que hasta entonces había llevado bajo el brazo.

-Como iba diciendo...- comenzó Kylar tras activar la cafetera con un movimiento de su varita -Es obvio que espero de usted lo mejor, señorita Moore. En especial porque esto probablemente cuente en su informe académico- hizo una pausa para asegurarse de que la chica lo seguía -. De hecho, necesitará un permiso especial del colegio para poder salir los fines de semana y venir hasta Hogsmeade sin problemas. No creo que te pongan impedimentos, pero mejor seguir el protocolo.
-Tan perfeccionista como siempre, ¿eh, Kylar?

El aludido esbozó una sonrisa fugaz mientras miraba al hombre que se sentaba junto a Allie. No respondió a la pulla, pero en sus ojos se podía leer la diversión que le provocaba.

Sentí que la coleta que sostenía mi cabello estaba cediendo, entonces con ambas manos sostuve el cabello y le di un giro mas a la liga arreglando un poco los mechones de cabello que cruzaban de un lado de mi frente, quizás era hora de un cambio de apariencia… sería bueno para un nuevo comienzo. Pareció que mis respuestas no le gustaron mucho, por que su ceja se alzo y eso nunca era bueno, quería volver a sonreír y dejar de estar tan sería, pero percibía que si hacia eso… podría dar la apariencia de estar entretenida con su presencia y lo estaba, era un curioso personaje.

Toci un poco para evitar causarme una risa con tantos pensamientos, mis mejillas seguían tensas por el rostro de responsabilidad. Entonces sentí que la puerta se abrió, gire apenas el rostro mirando a la persona, un caballero, muy parecido a los que frecuentaba Albert, de esos que se reían estrepitosamente, sus canas mostraban la edad… aunque sus ojos no era tan apáticos, me sonreí finalmente, gracias al cielo que había llegado, si seguía sin sonreír se me iban a entumecer los músculos de la cara.

- Buenos días..- le salude por cortesía, para mi era común saludar al llegar a un lugar.-

Me correspondí con una sonrisa, a lo cual sonreía mas brillantemente, como me gustaba trabajar con gente, quizás no era el mejor trabajo, pero iba a rendir frutos. Entonces otra ves mi jefe extraño me devolvió a le seriedad, aunque ahora podía relajarme con una persona presente, mis ojos seguían sonriendo aun después de quitar el gesto de mi boca.

Adelantándome a eso, como siempre. Ya había preguntado en el colegio si podía trabajar, claro que les había explicado y debido a mis altos rendimientos no me habían puesto problemas. Pero espere a que terminara de indicarme el protocolo a seguir y el señor tan simpático hizo otro comentario gracioso, sacándome otra sonrisa.

- espero dar lo mejor Sr. Revenheart- le dije, ya que había escuchado su nombre del otro caballero.- y por el permiso no se preocupe.. - metí mi mano en el bolsillo sacando una carta, con el sello de Hogwarts, estaba sellada.- ya lo había pedido…- Albert me había instruido muy bien, siempre estar adelantada a las cosas, y preparada para todo, si iba a conseguir un trabajo, tenía que llevar todo y mas. Le di el sobre con una sonrisa.-

Me iba a gustar mucho trabajar acá, no solo por las personas sino por el curioso jefe que iba a tener, no sabia si le caía en gracia, pero tampoco importaba mucho, solo sería mi jefe… pero aun así me daba algo de curiosidad su persona.

La oportuna intervención del mago recién llegado sacó a relucir otra más de las muchas facetas de Allie Moore. Kylar se mantuvo en silencio durante el intercambio de miradas de ambas personas. No se le pasó por alto la sonrisa con la que de buena gana correspondió Allie a aquel hombre y eso le gustó. Aunque pareciera una tontería, con ello habia demostrado no ser una de tantas chicas arrogantes y con prejuicios que desgraciadamente poblaban el mundo mágico hoy en día. A Kylar eso le daba igual, pero para Allie era un punto a favor.

Se conseguía más clientela siendo agradable que siendo hosco, y con una como Allie podía asegurarse perfectamente que los "magos negros", como solía llamar Kylar a los que maquinaban trapicheos, acudía directamente a él. Entre otras cosas porque solían aborrecer a la gente como Allie, en especial si eran "mocosos" y les llegaban con una sonrisa de oreja a oreja.

-Perfecto -respondió sin mostrar sorpresa por la eficacia de la muchacha. En realidad no era sino otra cualidad más de la casa Ravenclaw-, así ahorramos tiempo. En cuanto a tu horario de trabajo... Como sabrás tienes que estar en Hogwarts a cierta hora. Hora que tenemos que pactar. Ni un minuto más, ni uno menos. No quiero tener a profesores sobreprotectores merodeando por aquí con las varitas en ristre.

No dijo la razón, pero la conocía de primera mano. Sólo dos personas sabían que Kylar Ravenheart, mesero de Las Tres Escobas, y Shadow Cat, un mercenario del mundo mágico, eran la misma personas. Pero los magos no son tontos y sabían perfectamente que las mayores y mejores conspiraciones solían trazarse en locales concurridos donde el ensordecedor jaleo de los clientes impedía que el motivo del contrato fuese oído. Además, no corrían lo que se dice tiempos buenos. La destrucción de Beauxbatons y Durmstrang en Francia y Bulgaria respectivamente estaban aún en boca de todos. Los profesores de Hogwarts estaban alerta temiendo ser los siguientes, y los padres de sus alumnos se sentían más tranquilos si sus hijos permanecían entre cuatro paredes bien vigiladas.

Una taza de café con su correspondiente platillo y cucharilla volaron automáticamente como si tuvieran vida propia hasta aterrizar frente al mago visitante en la barra. La cafetera emitió un leve pitido y Kylar, sin girarse, comprobó que el recipiente también levitaba hasta la barra y vertía su contenido en la taza.

-¿Necesita algo más, señor Scheider?

El mago se sobresaltó al oir de pronto su nombre. Kylar se mantuvo sereno a la espera de su espuesta, que no fue otra que una sonrisa despreocupada y el movimiento de su mano.

-Así está bien, Kylar. Muchas gracias.

Las tres escobas siempre había sido un buen sitio para descansar y charlar, iba a ser algo extraño trabajar en el, no porque no me gustara, sino porque siempre estaba del otro lado. Levante el mentón girando los ojos alrededor de la sala… era emocionante, siempre lo era, cuando conseguía un nuevo trabajo me hacia ilusiones. Volvió a hablar y esta ves, dijo una buena palabra, me sonreí pronto llegaría mas personas y prefería que vieran una personalidad amable que la sería y enfocada.

- lo sé. Me gustaría tenerlo claro, no quiero llegar tarde a ninguna de las dos partes. - para mi era importante cumplir los horarios además así me organizaba en cuanto a deberes y otras cosas.- disculpe Sr. Ravenheart, desde ahora y en adelante usted será mi jefe a cargo?…- le pregunte, necesitaba saberlo… quería tener claro con quien y con quien no debía tratar algunos permisos en un futuro.-

Albert iba a estallar en ira cuando supiera la noticia, aun no me atrevía a contárselo, seguramente iba a amenazarme con sacarme del castillo y que se yo… miles de cosas mas, pero él tenía que entender, que las cosas que pasaban, pasarían de todas formas. Pero siendo lo único que teníamos lo comprendí, además estaba segura de que estaría muy a salvo en este lugar, siempre había sido un buen sitio. Me desconcentro un poco la acción de la taza, eso ahorraba mucho tiempo pero estaba mas acostumbrada al modo muggle.

Esperaba la respuesta de mi futuro jefe, aunque no me había dado ningún instructivo y podía pedirme una semana de prueba, porque estaba en todo su derecho, solo era una postulante con alta confianza… demasiada podría ser, pero me consideraba muy apta para el trabajo.

La pregunta de si sería o no su jefe cogió a Kylar por sorpresa. Cierto es que muchas veces se encargaba de los trabajos más liosos o importantes si a la dueña del local no le llegaba el tiempo, pero su deber para con Allie no era otro que, tristemente, ser su niñera. Bastante frustrado se había sentido al recibir la noticia. Pero el trabajo es el trabajo y Kylar terminó aceptando sólo por tantear el terreno y asegurarse de que su futura compañera no traspasaba barreras.

-No soy tu jefe -respondió casi de inmediato-, pero sí que podrás consultarme las dudas que tengas. Si tu pregunta trasciende a algo más complejo que necesite respuesta de la dirección, yo mismo se la transmitiré a la jefa... Aunque la verás merodear por aquí de vez en cuando.

No dijo más. El señor Scheider levantó su ejemplar de El Profeta y lo que Kylar leyó en la primera plana lo hizo alzar las cejas: el Primer Ministro había muerto asesinado por un ataque de los que se hacían llamar Neo-Mortífagos. Kylar apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea en el preciso instante en que Scheider lo miraba sobre el borde del periódico. Siguió el curso de la mirada del joven y cabeceo.

-Preocupante, ¿verdad? -comentó mientras dejaba el periódico abierto por la página de la noticia sobre el mostrador -Y encima lo hacen a plena luz del día... ¡Qué humildes!

Scheider dio en el clavo. El antiguo Ministro de Magia no era santo de devoción de Kylar. En realidad ningún político solía serlo. Pero el hecho de que ejecutaran el ataque a la vista de todos era cuanto menos alarmante, e incluso llegando más allá para Kylar, insultante. Un asesino siempre actuaba sigiloso y en las sombras aunque su victoria estuviera garantizada porque pasar desapercibido era su prioridad.

Estaba más que claro que esos Neo-Mortífagos eran o bien gente muy estúpida, o bien gente que no tenía nada que perder. Kylar no sabía qué era peor.

Lo mire cuando me respondió, dudaba un poco que no lo fuera, pero si no tenia el cargo oficial, seguro era informalmente mi superior, así que tenia que tratarlo como tal. Moví la cabeza asintiendo a lo que decía, mi vida como camarera estaba a punto de iniciarse y dependía de un sujeto tan misterioso como atrayente, no en el aspecto romántico, sino como curiosidad.

- comprendo, pero según lo que acaba e de decir, usted es mi superior. Mi supervisor, asi que si no le molesta lo tratare como eso.- después de todo tenia esa costumbre de tratar a los mayores de usted.- me gustaría saber cuales son las normas, usted sabe, las reglas que debo tener en cuenta para trabajar aquí.-

Cada lugar tenia sus propias normas, cada cual diferente, pero todos tenían semejanzas, solo quería conocerlas para apegarme a ellas, claro si no eran absurdas. Pero la cara de aquel hombre cambio, sus labios se hicieron una fina línea y como llamada a responder, seguí sus ojos y la noticia me hizo abrirlos, ya había leído algo esa mañana pero no me dejaba de sorprender. Desvíe la mirada porque esos temas me causaban recelo, solo pensar que esa gente comenzara nuevamente a amenazar a los muggles… eso me daba miedo.

- Sr. Revenheart..- le dije interrumpiendo la pequeña platica que estaba comenzando entre los dos caballeros.- me pondrán a prueba un tiempo antes de darme el trabajo oficialmente.-

Una pregunta que podía ser benéfica como no, eso le podía dar pauta a tratar de hacer eso y luego de un tiempo y de explotación, cosa que no ocurría aquí, o eso pensaba, te negaban el trabajo.