Temprano... una padrera

Unas simples compras era lo que me había llevado a Hogsmeade. Regalos de Navidad en septiembre, y para San Valentín serían en diciembre. Quería complacer a mi adorado Rolf con alguna sorpresa, un presente inesperado que le haría sumamente feliz.

Me paseé por las coloridas calles, feliz, mirando con curiosidad los escaparates. Dulces, flores, pluma y tintero. Unos que mordían, otras que reían y algunas que se movían solitas. Tal vez debería comprar una pluma a vuela pluma... Aunque a veces éstas se ponían mentirosas.

Estaba mirando con interés un escaparate morado con letras doradas. Algún nuevo aviso del ministerio, o quizá algún anuncio para combatir las verrugas en los pies. La verdad no lo estaba leyendo, pero había una bonita filigrana en el tope. ¡Ah, ya! Verrugas en los pies. Lamentablemente no podía comprar ese producto, resultaba innecesario.

Seguí caminando alegremente por las calles de Hogsmeade. Tal vez tuviera suerte y me encontrara con alguien familiar.

Por desgracia las clases aún no habían comenzado y yo tenía demasiado tiempo libre. Aún faltaban por llegar algunos alumnos y parte del profesorado, yo estaba ansiosa por comenzar ya, me gustaba estudiar como buena ravenclaw que era, además que el tiempo libre me aburría demasiado puesto que no tenía grandes cosas que hacer. Llevaba unos días sin ver a Lorcan y ya lo echaba de menos, normalmente la gente catalogaba nuestra relación como incestuosa, pero para nada era así. Adoraba a mi hermano con todo el corazón, era la persona más importante en mi vida, lo que ambos sentíamos era mutuo y mucho más fuerte que cualquier relacion amorosa.

Suspiré aburrida en la sala común jugueteando sentada sobre un puff. Me levanté y asomé a la ventana, no había casi gente en los jardines a pesar del buen tiempo que hacía. Recordé en qué epoca del año estaba y me acordé que pronto tendría miles de regalos que hacer para navidades. Agarré mi tunica y un abrigo y salí en dirección a Hogsmeade. Me introduje en un pasadizo que había encontrado años atrás y salí a la trastienda de Honeyduckes. Saludé con una sonrisa al dependiente y salí a las frías calles de Hogsmeade abrigándome bien.

Caminé mirando los escaparates de las distintas tiendas. Aún no tenía muy claro qué iba a comprar pero debía acabar con todas las compras navideñas antes de que se me acabara el tiempo. A lo lejos distinguí una figura que me resultó familiar, entrecerré los ojos para ver mejor y en efectivo era mi madre. Corrí como una bala por toda la calle y le salté a la espalda llenandole la cara de besos. - Mami! Grité como si se tratara de una niña pequeña. Muchos se voltearon a mirarme pero poco me importó, hacía semanas que no la veía y la extrañaba. - ¡Hace días que no me escribes! le recriminé poniendo pucherito y mirándola con ojos de cachorro.

Entonces de la nada una pequeña criatura me saltó encima. Me llenó de besos, y cuando por fin pude voltearme hice lo mismo yo.

--Lyssander, princesa--puse cara de exagerada culpabilidad imitando su puchero--. ¿Me perdonas?--pregunté--. He estado ocupada trabajando con unas emmae's que acabo de encontrar--expliqué--, pero ya tengo unas cartas guardadas--saqué un fajo de mi bolsa y se lo entregué--, no habrá necesidad de enviarlas, mitad y mitad, ¿de acuerdo?--le dije guiñándole un ojo, no era que estuvieran dedicadas a un hijo en específico, sino a los dos, pero así podrían guardar cada uno su favorita--. Papá también les ha escrito, los extraña mucho--comenté--. Ahora, dime Lyssander, ¿no deberías estar en Hogwarts? Que yo recuerde no estaba programada ninguna excursión tan temprano.

Y la miré, casi vislumbrando en sus ojos una bruja, un tunel y muchos dulces. No se me hizo ocultar la sonrisa, jamás podría frente a la pequeña que extrañaba tanto.

Me dejé llenar de besos por mi madre y la abracé con fuerza, hacía mucho tiempo que no la veía y la echaba mucho de menos. Me encantaba abrazarla siempre que podía y besuquearla, ambas éramos muy mimosas y nos encantaba estar juntas. Escuché sus palabras y no pude evitar reirme. - Claro que te perdono! Pero prometeme estar mas pendiente de mi! Cogí el fajo de cartas que me entregó y sonreí encantada. Las metí en mi bolso, cuando llegara a Hogwarts buscaría a mi hermano y juntos las leeríamos. - Dile a papa que nosotros tambien lo extrañamos mucho, y que os escribiremos lo antes posible. Su pregunta me pilló por sorpresa, mi madre me conocía muy bien, miré al suelo y moví mis pies haciendome la desentendida. - No, no tengo clase hoy... Levanté la mirada y me encontré con sus ojos, no pude evitar reirme y decirle la verdad. Me era imposible mentirle a mi madre. - Tienes razón! Tengo clase...pero esque estaba aburrida en el castillo y Lorcan nose donde se metio! Hice pucheros de nuevo esperando que no me cayera ninguna regañina.

Sonreí divertida y puse los ojos en blanco. Le di unas palmaditas en el hombro.

--Preciosa, ¿a que es bonito decir la verdad?--pregunté sin poder una risita--. Me parece bien que te vayas de pinta, pero ¿qué tal que en ésta clase descubres algo realmente nuevo? Quizá no pongas atención a la clase, pero podrías pensar en otras cosas que te estimulen ahí...--miré pensativa por sobre el hombre de Lyssander... sí...--. Pensándolo bien, que bueno que has venido. Así te he visto... ahora, ¿qué tal si me ayudas a buscarle una bonita sorpresa a tu padre? De paso de compro un helado, el que quieras, y planeamos una pequeña bromilla para tu hermano, que quién sabe dónde se ha metido--la miré con complicidad.

La miré detenidamente. Mi preciosa hija, y mi precioso hijo... mis dos tesoros más preciados. Me sentía tan afortunada por tenerlos. Esperaba que jamás se separaran de mí... ¡Ay! Apenas pasaba el mes y ya los extrañaba en la casa, Navidad se veía demasiado lejana desde esa perspectivia. Hice un puchero involuntario, para después recuperar la compostura...