Reencontrarte [Z]

Tercera semana de clases / 7 pm

En días como hoy, era cuando aquel vacio en mi estomago aumentaba no tenía sentido buscar con quien sacarme la rabia o con quien tratar de cubrir ese hueco, sabía que solo había una persona capaz de suturar esa herida por completo, la misma persona que hace dos años la había abierto, causando que después de ese momento, de esa cita, de ese beso nadie pudiese acceder a mi corazón, había puesto la bandera demasiado alta para ser alcanzada por un cualquiera. Una de mis manos viajo a mis labios suavemente, no importa cuantos chicos besara nunca nadie lograría borrar ese recuerdo esa huella que había quedado para siempre.

El recuerdo de ese verano jamás podría olvidarlo, ni en mil años, ¿Como era que podía acostumbrarme a esa sensación?, yo no era de las personas que iban por la vida diciendo que el amor era digno de admirar, pero con él si, con él era capaz de pensar en un futuro, de pensarme en una relación seria, de dejar de ser una coqueta de abandonar todos los idilios. Suspiré mientras mi mano viajaba de mis labios hacia mi mano derecha. Tenía dos años de usar aquella pulserita, no se cuantas veces mi madre me había pedido que me la sacara al menos cuando tomaba el sol para que no me quedase ese lado pálido. Pero no obedecería eso ni aunque Merlín me lo hubiese pedido, tenía miedo de que al quitarmela todo rastro de él se borrará de mi mente.

¿Donde estaba? ¿Y si le había pasado algo malo cuando atacaron aquellos dos colegios?, El estudiaba en alguno de ellos, jamás me había dicho pero apostaba a que era en Dumstrang, desde el atentado, cada vez que pensaba en la muerte de mi amor, me erizaba por completo, al punto de sentirme enferma dos semanas completas y sin ganas de salir de la cama. Por orgullo jamás aceptaría lo mal que se sentía frente a mis amigos, había intentado que mi relación con Scor se intensificará un tanto, y el me había ayudado a dejar de pensar tanto.

¿Cuando? ¿Cuando sabría de él?, llevé la pulsera hasta mis labios para besarla como cada día estaba segura que nadie sabía de aquel amor, ni siquiera se lo había comentado a Cassie, por que estaba segura de que ella no entendería lo que había sentido, solo yo misma entendía aquel sentimiento que antes me era completamente desconocido y que no había logrado encontrar quien apagara aquel fuego.

Y como cada día que me sentía así solo había un lugar donde escapar, el único lugar donde era un alma completamente libre, en el campo de quidditch y gracias a la hora estaba desolado, perfecto para pensar, me senté en las graderías, solo durante mi primer año había sido espectadora, luego fue demasiado fácil acomodarme en el equipo, tenía el coraje para ser una golpeadora desde siempre, y estar en la gradería me daba algo de tranquilidad, cerré los ojos suavemente mientras mi mano atrapa la muñeca de la otra donde estaba la pulsera de mi Z. "Ojala el solo apareciera como aquella noche"

Había perdido los apuntes! Genial, toda una clase atento a cada palabra que el profesor de Herbología había dicho y se le perdían los malditos apuntes, si, era un infeliz. Zeeran se había despertado temprano al recordar que tenía que estudiar para esa asignatura, había revuelto el barco en busca de ellos pero no aparecían por ningún sitio. Se había sentido desfallecer, no quería desaprobar eso, le valdría luego y si llegaba a desaprobar otra cosa su padre ya lo hecharía de casa de seguro.

El moreno preguntó a un par de chicos de su curso pero todos ya habían estudiado y no pensaban pasarle nada, comentaban, no podían creer que él estaba vivo, no entendían porque alguien como él había sobrevivido el atentado. Casi toda la gente como él había caído. Realmente él no tneía tiempo para ponerse a pensar en el porque de las cosas. Se puso el uniforme marrón oscuro a las apuradas. Debía haber dejado esos pergaminos en algún sitio el día anterior.. la cuestión ahora era recordar donde había estado. Ese si era un problema. Se pasó la mano por la sien mientras saltaba de la nave de Durmstrang hacia el lago y sintió el aire fresco de esa mañana pegarle en el rostro de lleno. Sus mejillas estaban sonrrojadas como de costumbre.

Recorrió el camino hacia el castillo con las manos en los bolsillos de su pantalón cuando en su muñeca algo lo raspó. La sacó una sonrisa apareció en sus labios, esa pulcerita siempre sería un grato recuerdo de ella. Las puntas de la A grande siempre se lo recordaba, le raspaba casi siempre y ya tenía marcas pequeñas que le recordaban cuanto había pasado el tiempo. Había tenido la esperanza de encontrarla allí pero con todo el comienzo del curso ni siquiera había tenido tiempo de mandarle a su madre la ropa para lavar. Al mirar ese recuerdo en su brazo Zeeran recordó donde había dejado sus cosas, el día anterior sus compañeros habían estado entrenando en el campo y él se había quedado en las gradas terminando de redactar la tarea. Claro! En las gradas había dejado todo. A veces pensaba que su cabeza no andaba del todo bien.

Como alma que lleva el diablo corrió hacia el estadio, la lluvia comenzaba a mojar su nariz y debía recuperar sus pergaminos antes de que fuera demasiado tarde. Al llegar allí saltó las primeras gradas y estaba de saltar donde estaban sus cosas cuando su pie falló y resvaló con mucha gracia, bufó sobre la grava, desparramado y adolorido.

No sabía cuanto tiempo había pasado en esa posición con los ojos cerrados y tal vez hay habría despertado la siguiente mañana de no ser por unas hojas que se volaron por toda la gradería, y una de ellas se estampó en mi rostro haciendo que arrgará la nariz como de costumbre, mientras la tomaba en mis manos, me llamó la atención aquella calografía tan despreocupada pero debía recogerlas eran los apuntes de alguien, pero no tenían nombre, me levanté sacando mi varita. -Accio apuntes- Y de inmediato todas las hojas llegaron a mis manos sonreí agredecía no ser muggle y tener que correr como tonta tras las hojas. Me volví a sentar ya las entregaría mañana, cuando alguien preguntará por ellas.

Recogí levemente mis piernas mientras leía cada uno de las notas tomadas, eran de la clase de Herbología, pero no era de mi curso y jamás había visto aquello, así que probablemente era de alguien de séptimo, seguí leyendo como si de un libro se tratará, hasta que un ruido de caída me hizo bajar las hojas de golpe para asomarme a la orilla inferior del campo. Viendo a alguien en el piso de los primeros escalones, una sonrisa de burla se dibujó en mi rostro, mientras bajaba con ágilidad cada una de ellas para llegar hasta donde se encontraba esa persona que empezaba a levantarse, sonreí de lado, con las hojas en mi mano derecha donde la Z colgaba del lado posterior de la misma, al sentirla la mire con una sonrisa antes de volver mi mirada hacia el desparramado muchacho, su uniforme me advirtió que era de Dumstrang, rodeé los ojos, nunca había tenido una conversación amena con los del barco, eran demasiado engreídos, así que me incliné levemente percatandome de que aquel muchacho ni idea tenía de que estaba acompañado. -Hola- Dije tratando de resistir las ganas de reírme. -¿Te caíste o solo querías probar la gradería de Hogwarts?-.

Mi voz sono jovial, mientras bajaba la mano donde estaban las hojas, era bueno poner en su lugar a los engreídos Dumstrang, y más a uno que era capaz de tropezarse sin nadie que le hubiera metido el pie, había gente poco ágil y yo no era una de esas, bueno mi tobillo se recuperaba de una reciente caída, pero ese no era el tema, ahora había tenido la oportunidad de presenciar una caída, antes de que el chico respondiera, le extendí mi mano libre. -Venga, dejate ayudar o tendré que llevarte a la enfermería si te caes de nuevo- Traté de mal disimular mi sonrisa, frunciendo el ceño cuando unas gotas cayeron en mi rostro tenía que guardar las hojas o aplicarles un hechizo de esos que no permiten que se mojen sino quería que se arruinasen aquellos apuntes de quien sabe quien.

Podría haber utilizado la magia para recuperar sus apuntes, pero eso no era algo que tuviera en mente, era atolondrado por si solo, despistado como ninguno y perdería sus hojas si no se levantaba de una vez de allí. Con una mano en su frente el moreno suspiró penosamente, la lluvia comenzaba a salpirarlo y aún no tenía las hojas en su poder. Tendría que sacar esos apuntes de algún sitio, debía tenerlos para no volver a desaprobar.

Contuviendo un puchero de sus labios Zeeran observó como los pergaminos desaparecían de su vista, antes se había volado por todos lados y ahora no llegaba a verlos por ninguna parte. Maldición, se recriminó mentalmente ser así de torpe.

Una voz femenina lo hizo alzar su clara mirada cristalina, la chica que le hablaba parecía estar divertida con la situación, su sonrisa era contagiosa y muy pronto el moreno dejó de pensar en su mala suerte - No estaba probando las gradas, buscaba mis apuntes.. - contestó negando con la cabeza, el moviento aquel lo hizo marearse y otra vez se recostó contra la húmeda grava. Cerró los ojos un momento antes de levantar la mano donde su pulcera podía verse claramente. - Yo.. desaprobaré herbología sin mis apuntes.. - no reconocía con quien estaba pues le dolía el cuerpo como para ponerse a ver quien estaba allí. Se sentó tomado de esa pequeña mano y se frotó la nuca con la otra. Esa tercera semana de clases no estaba comenzando del todo bien.

Aquel chico parecía bastante adolorido, por lo que borré la sonrisa de mi rostro, de veras pudo haberse lastimado y ahi estaba yo, partiendome de la risa como siempre, así que me pusé todo lo sería que pudé mientras el abría su boca para contestarme, al escucharlo hablar su voz me pareció amenamente conocida, era como si aquel dolor que sentía en el estómago al principio hubiese desaparecido con solo escucharlo.

Pero no, tal vez solo se debía a que la había hecho reír a pesar de lo que sentía. El hablo de sus notas y yo sonreí triunfalmente mientras levantaba mi mano oculta en mi espalda con ellas en las manos. -Espero que sean estas o tendré que buscar a su dueño mañana- Sonreí extendiendo también esa mano, pero cuando el tomó mi mano entre la suya un resplandor me hizo dirigir la mirada a su muñeca.

Una A de plata brillaba en ella, sentí como todo el aire escapaba de mis pulmones mientras el sin percatarse de aquello se sentaba en la gradería frontandose la nuca, dejé de escucharlo. "Tal vez no es él" Sugirio mi mente como de costumbre negandose a creer todo lo que pasaba en el mundo. Por lo que en un acto instintivo volteé mi mano suavemente para cerciorarme de que mis ojos no me engañaban y no era así, esa A era mi A, debía serla y probablemente sin que el lo notará estaba tomando la mano de una chica a la que le había robado el corazón hace ya dos años.

Con las únicas fuerzas que me quedaban cerré los ojos y me tiré cayendo a su lado en la grada en la que estaba sentado, no podía respirar y mis ojos se estaban llenando de agua, ¿Era eso posible? Estaba sentada al lado de mi Z y el ni siquiera reconocía mi voz.

Para comenzar había soñado con labanshee de su habitación esa noche, era mecho mejor no tener que dormir en casa cuando esa criatura estaba allí, esperandolo para saltarle de un momento a otro, se había despertado trasnpirado del miedo y los nervios, le había costado una media hora tomar aliento y pensar que solo había sido un mal sueño, cuando se había dado cuenta de que tendría exámen esa tarde se había vuelto a acalorar, sus apuntes no aparecían, todo parecía salirle mal, para terminar había terminado cayendo de una de las gradas del campo del Quidditch, estaba maldito.

Z la miró cuando ésta le mostró sus apuntes y su sonrisa se ensanchó al darle las graciaspor haberlos recogido, los ojos chocolate de la chica le hicieron creer que volvía a soñar y ésta vez no era una banshee, recordaba esos dos obres marrones pero era imposible que apareciera así de la nada.

La mirada de ella fue a su pulcerita y él suspiró pensando en su chica, en su Alondra. Había sido una buena historia de amor, como las que leía su hermana Jazz todas las noches como si se trataran de biblias. - Tu.. tienes.. ésto.. - no pudo seguir hablando, se le atoraban las palabras al ver su inicial el la pulcera de ella, eso era otra broma de la mala suerte y se tiraría del puente de piedra del patio de Hogwarts. - A..Alondra? - preguntó sin creer eso. No tneía ni pies ni cabeza pero en su vida estaba acostumbrado a eso. Rebuscó la pulcera en su muñeca tomando la incial en sus manos. Ahora llegaría la parte en que quedaría como un estúpido mostrandole eso a una chica que ni siquiera sabría de que hablaba. Así era la vida, al menos la suya.

Un flashback cortó regreso a mi mente cuando el pronunció aquel nombre.
"-¿Y como te llamas?
-A....- en ese momento no tenía por que ser una Rubinsen. -Alondra-"

Era ÉL era su Z, pero mi mirada estaba demasiado perdida para poder verlo bien, claro sus ojos era él, tenía que ser él quien más en el mundo podía llamarme de ese modo, a menos de que el destino fuera tan malditamente cruel. -¿Z?- Pregunte como si no pudiera creerlo, tenía que ser él, o serían demasiadas coincidencias y eso no era normal en un día cualquiera, mis manos estuvieron a punto de moverse solas, hacia su cuello pero me resistí por unos minutos, debía contestarle que yo era esa niña que había conocido en Francia, debía decirle que lo recordaba a cada segundo, y por último que no me llamaba Alondra, que maldita manía que mentira tan absurda. -Sí- Dije suavemente con los ojos llenos de lágrimas, era un absurdo, tal vez el ni siquiera me recordaba de esa manera, como la única persona capaz de robarle cada pensamiento. -Soy Alondra-

Debía corregir esa mentira cuanto antes o tendría el efecto bola de nieve, se volvería insoportable y en algún momento el sabría su verdadero nombre. -O más bien...Soy Adhara- Dije con solemnidad bajando el rostro, pudé ver como él bajaba el suyo de seguro jurando que no era yo la chica a la que remitía aquella pulsera. -Pero si hace dos años me conociste como Alondra, fue una mentira muy absurda, pero temía decirte mi nombre- Increible pero cierto ahí estaba yo, Adhara Rubinsen aceptando que había mentido, delante del amor de todo mi corta vida.

¿Como explicarle por que había mentido?, por vergüenza de aceptarme como una Rubinsen, pero aquello se me hacía tan pequeño en ese momento, lo único que deseaba era abrazarlo fuerte, para no dejarlo escapar nunca más y agradecerle a la vida por que no había muerto en el ataque a Dumstrang, de alguna retorcida manera agradecía a Merlín por aquel atentado que me había devuelto a mi Z.

Recordaba la primera vez que había visto a Alondra, o mejor decir la única vez, esa tarde noche que habían pasado platicando de cosas sin importancia, de las sonrisas que se daban y las risas compartidas. Habían caminado hasta el hotel donde ella se hospedaban y de allí había ido a un bar a seguir con su charla, al final de la noche ella le había robado unbeso y con ese beso le había robado el corazón al rumano.

Cuando ella pronunció su sobrenombre, el que siempre le daba a todos, como se lo conocía una sonrisa lo iluminó, la sonrisa de ese hombre era boldadosa y casi infantil. Aquello era lo que quería escuchar, que le dijera que ella era Alondra, estaba frente a ella una vez más, en shock, toda aquella información era demasiado para su reducido intelecto. ¿No se llamaba Alondra? Lo cierto es que Adhara le quedaba mejor, era más lindo, menos.. alondro. Zeeran asintió cuando le dijo aquella confirmación. - Soy Z, en realidad mi nombre es Zeeran Marsden pero creo que no te lo había mencionado en esa oportunidad.. - contestó mirandola con el cuello ladeado, aún sobaba su cuello haciendo muecas de dolor. No le importaba en ese momento el motivo que ella había tenido para mentirle por su nombre, era más importante que ella estuviese allí. El rumano estiró las largas piernas sin dejar de prestarle atención. Su castañaa había crecido, era toda una mujercita, estaba mucho más bella y sus manos comenzaban a jugar entre ellas para aliviar el dolor de su cabeza. - Me alegra volverte a ver Alon.. Adhara.. - rió cuando se equivocó, esa risa fresca y llena de vida.

Su sonrisa, no recordaba que fuera tan hermosa, o tal vez en aquel entonces estaba tan nerviosa que ni siquiera había prestado tanta atención, el ni siquiera preguntó del por que de la mentira y yo lo agradecí infinitamente ya era bastante vergonzoso admitir esa mentira por tonta que fuese, al escucharlo presentarse con su nombre completo sonreí, yo llamandolo mi Z por años sin idea de como se llamaba en realidad y el lo mismo conmigo. Su nombre era hermoso "Zeeran", ahora que estaba en frente de esos ojos claros, quería no volver a sentirme lejos de esa mirada, ni siquiera estaba segura de que me quisiese como yo a él, mi mano se aferró a aquella Z que tenía dos años de cargar a todas partes.

-Zeeran es un nombre hermoso- Dije dedicandole una mirada llena de ternura, que era lo único que el me inspiraba, ya no era aquel niño en desarrollo era todo un hombre y la verdad me seguía gustando de la misma manera, me mordí un labio suavemente, mientras mis manos viajaban suavemente hasta su cuello por mero impulso pero sentía que si no lo abrazaba se desvanecería cuando parpadeara. Me quedé un segundo en su cuello, sabía que ante tal golpe estaría lastimado, pero había soñado tantas veces con aquel momento.

Me separé despacio mirandolo a los ojos mientras mi vista viajaba hasta su muñeca, si no me quisiese, y recordara se habria sacado la pulsera, mire la mia y me aparte sentandome de nuevo en una posición más correcta, tomando la Z en mis manos. -Nunca me la he quitado en todo este tiempo- Admití sabiendo que eso era casi un leve susurró que le decía que desde ese día no había logrado sacarlo de mi mente.

Nuestras pulseras se encontraron cuando el tomó mis manos de la A a la Z eso había sido el siempre para mí, mil veces me juré que al encontrarlo todo lo demás acabaría, todos los demás chicos dejarían de existir para mí. Cerré los ojos cuando su frente toco la mía mientras aún sostenía mis manos. -Tampoco he dejado de pensar nunca en tí- Sonreí levemente mientras una de mis manos escapaba de las suyas para tomar su cabello como si fuera un lindo sueño y que miedo tenía de despertar.

-A mi también me alegra que estes vivo, tenía tanto temor de que algo te hubiese pasado- Mis manos acariciaban suavemente su cabello. -Pero los papás de mis mejores amigos, Scorpius y Cassie, me facilitaron unas listas de los fallecidos, ninguno empezaba por Z- Sonreí avergonzada ante tal cosa no había descansado hasta que me ayudaron a darme cuenta de que nadie de Dumstrang de nombre Z había fallecido, les había mentido asegurando que era un familiar lejano, por que nunca me dejarían en paz si les decía quien era.

-Apuesto a que estuvo horrible, temí tanto por tu vida- Ya que más daba Z, debía saber que siempre estuve preocupada por él, debido a ese sentimiento que tenía por él, que sino era amor se le parecía mucho. Y ese rostro tan diferente a todos me demostraba que el era el amor de mi vida, siempre lo sería.

No sabría decir que tenían esos ojos, pero lo hipnotizaban de una forma mágica y su rostro, esa sonrisa que le dedicaba le quitaba el aire, y si, sabía perfectamente que esa muchacha lo había enamorado la primera vez que la había visto y ahora mismo volvía a enamorarlo desquisiadamente.

Si, la habían pasado bien, aun no sabía porque no lo habían hecho pasar por muerto, era un hijo de muggles común y silvestre al fin y al cabo. Tenía recuerdos borrosos de esa noche pero en todos veía lo mismo, la destrucción y la muerte habían dejado en ruinas su colegio, había visto a muchos caer en el camino, muchos buenos amigos muertos, la desesperación lo había cegado.

Cuando ella comenzó a acariciar su cabello Zeeran se dejó como un niño pequeño falto de afecto. La volvió a abrazar suavemente, con ella podía hacerlo sin problemas, era una muñequita de porcelana. Le agradaba tanto escucharla hablar de como lo había buscado y extrañado. - Yo.. les pregunté a mis hermanos si te conocían, pero ninguno supo quien en este colegio se llamaba Alondra.. se reían de mi.. - murmuró con media sonrisa.

Desde el mismo momento en que lo había conocido estaba anhelando este momento, reecontrarnos siendo personas más adultas, más experimentadas, yo sabía que lo adoraba más que a nadie en este mundo y que por él era capaz de ponerme enfrente para atacar a quien fuese, era como mi deber protegerlo desde siempre. Al escuchar que me había buscado bajo ese nombre, una risita salió de mis labios. -Lo lamento- mis dedos seguían acariciando suavemente su cabello, mientras el me abrazaba, en ese momento pudé sentir que ese era mi lugar, en sus brazos.

Todo lo demás que pasara a partir de ese momento poco me importaría por que yo, había vuelto a ver a Z, y el me había recibido cálidamente en sus brazos, el tiempo no nos había esperado, el estaba en su último año y yo tenía 16, ya no había ni un rastro de la inocencia de aquella niña de 14, pero seguía sintiendo aquellas caricias en el estómago cada vez que lo tocaba, o que su suave aliento golpeaba mis mejillas, era como un sueño, donde el era mi principe.

-¿Como te han tratado en el colegio?- Bien sabía yo hasta por experiencia propia, que para muchos se nos había vuelto una más de las tareas, sacar de quicio a los Dumstrang, y no deseaba que nadie molestara a mi Z, el era demasiado bueno, demasiado inocente, era definitivamente una de esas pocas almas buenas que quedaban vagando en el mundo, muy a mi pesar era hasta demasiado bueno para estar con una persona como yo. Que tenía tanta sed de venganza en ocasiones, que tenía maneras un tanto equivocas de disfrutar la vida.

Ese era un miedo con el que había vivido siempre, el enfrentarme a que Z supiera quien era realmente y conociese cada uno de mis secretos, supiera lo que la gente piensa de mí en este colegio, y a pesar de que tengo momentos buenos, también sabia que la gente había aprendido a tener cierta cautela conmigo.

Sus hermanos eran unos bromistas, todo lo que él decían se lo tomaban a coña por ser tan ingenuo, y el perro enamoramiento que tenía desde hacia dos años había sido motivo de múltiples bromas hacía él. El solo se reía, no podía enojarse con ellos, hasta quizás tuvieran razón y ella solo había sido un sueño. Pero esta vez su sueño estaba con él, acariciandole el cabello con manos suaves. Miró sus labios un momento y un bello tono carmín tiñó sus mejillas al percatarse de que ya había besado esos labios antes, en realidad ella lo había besado.

- Aquí todos parecen estupendos, en realidad no he cruzado palabra con nadie de Hogwarts fuera de las clases.. - contestó con simpleza. Le volteó el rostro sonrojado por la desfachatez de haberse quedado mirandola mucho rato.

Ya había dejado de dolerle la cabeza, el golpe solo lo había aturdido y no era de verdad fuerte. Ahora se daba cuenta que se estaban empapando por la intensa lluvia pero hasta ese momento ni se había acordado del motivo por el que había corrido hacia el campo. Zeeran le corrió uno de los cabellos mojados del rostro con suavidad - Creo que es mejor irnos antes de que enfermes linda.. - murmuró poniendose de pie y quitandose el pesado abrigo marrón para ofrecerselo con una sonrisa de hoyuelos.

La lluvia humedecía fuertemente su cabello, y a mi me gustaba como se veía no podía evitar sentirme embobada, probablemente si uno de mis amigos me viera se descocería literalmente de la risa, pero eso no me importaba, nada importaba más que mi Z, su mirada descendió hasta mis labios, en cualquier chico eso significaba que deseaba que lo besara, pero con Zeeran ni siquiera estaba tan segura, él no era como todos los mortales que conocía el era especial, él era el amor de mi vida. Ese amor que se siente justamente en el alma con el no había nada que pudiese hacer por que todo lo que había aprendido como "demostraciones de afecto" eran una maldita basura, el se merecía a lo mejor algo que una persona tan desviada como yo no podía darle.

Lo ví sonrojarse, y una sonrisa se dibujo en mi rostro. "-Mi Z, tan inocente, tan dulce, tan irreal...Mi Z"- Solté suavemente su cabello mientras lo escuchaba decir que debíamos irnos. Y mi mente maldijo a la lluvia, no quería, no podía separarme de nuevo de Z. -Pero...- Pero nada el tenía razón habría partidos pronto, Scor jamás le perdonaría si se quedaban sin golpeadora por andar "paseando", además me había llamado linda, no era el primero que lo hacía pero él era el más importante. -Vale, pero prometeme que nos veremos pronto- Sí había sonado desesperada le valía madre, solo quería pasar tiempo con él, todo el tiempo que pudiese.

A Zeeran no le importaba su pasado, lo único que le importaba, al menos en ese momento era que la había vuelto a ver y volvía a sentirse totalmente vivo nuevamente, pero la espesa y densa lluvía arruinaba ese momento tan mágico que ambos estaban viviendo. Zeeran estaba mudo, ya no sabía que hacer ni como reaccionar a aquello, era tan lindo pero a la vez tan extraño.. Quería besarla y sellar así su reencuentro pero no encontraba las fuerzas.

No era irreal, era un tonto chico, olvidadizo, demasiado ingenuo para su propio bien pero por sobretodas las cosas era un muchacho enamorado y eso duplicaba lo explicado anteriormente. - Nos podemos ver cuando quieras, solo tienes que.. buscar a alguien perdido en la inmensidad de tu castillo princesa.. - le dijo con media sonrisa, eso era cierto, sería más probable encontrarlo en los pasillos que en clase porque jamás recordaba donde se encontraba cada aula. Y las escaleras mágicas esas le dificultaban más su paso torpe.

Al ver que no hacía ningún movimiento como para tomar su abrigo se lo puso con cuidado en los hombros - Además tienes que devolverme el abrigo luego, será una escusa, nos vemos luego Add.. - murmuró sin equivocarse esa vez, tomó su mano y estuvo a punto de besarla pero se contuvo, no quería quedar como un acosador, menos con ella.

Lo escuché y sonreí. -Luego te dare un paseo por Mi castillo- Dije resaltando sus palabras, sentí como me sonrojaba levemente por segunda vez en toda mi vida jamás antes había sentido aquello, su chaqueta algo pesada cayó sobre mis hombros y lo escuché despedirse sacandome de mi ensoñación con ese olor, mi amortentia, ese olor capaz de hacerme actuar fuera de mí misma, por que cualquiera que ha sentido el olor de su amortentia, sabe que ese olor lo supera, supera su inteligencia, su capacidad de pensar.

-Adiós Zeeran- Dije sonriendo debido a que me había llamado por mi verdadero nombre y con aquella bella acortación. Sentí como su mano tomaba la mía, su contacto el verlo de nuevo y ese olor, eran demasiado para mi alocada cabeza, así que una vez más lo haría tocaría sus labios de sorpresa. Acerque mis labios a los suyos y besé la comisura de ellos, mientras una risita de quinceañera salía de los míos, y empecé a bajar las gradas sin esperarlo, al fin y al cabo, una vez más le había robado un beso y después de eso era costumbre huír.

el camino hacia el castillo sin duda se me hizo mucho más corto por la emoción, por la alegría debía comentarselo a Cassie aunque me tomara por neurótica, por que estaba feliz, y mucho por que mi Z estaba de nuevo en mi camino y eso era suficiente para cambiar mi vida, besé suavemente mi pulsera como si un beso hacia él se tratase, para luego tocar mis labios y soltar una risita que se fundió con el ruido del castillo.

Un paseo por el castillo sería genial, no esperaba las hooras en que ese encuentro se hiciera, la sonrisa embobada de Z se había quedado prendada en su rostro hasta que la castaña se acercó lo suficiente para dejarle un beso en los labios. Si volar sin escoba era aquello ahora lo estaba experimentando. Zee la vió darse vuelta e ir por el camino hacia el castillo, se había quedado como un tonto mientras la lluvia lo empapaba entero, mirandola hasta que el castillo la recibió en su ceno, ya estaba a salvo, su princesa en su inmenso castillo.

Comenzó a caminar con sus apuntes, de regreso al barco, en realidad tenía clases, de verdad.. tenía exámen, se dió cuenta cuando solo faltaban cinco minutos y salió al as corridas, sin siquiera secarse, la cuestión sería ahora encontrar la clase donde debía rendir, perdería ese éxtasis y ya estaría perdido. Al llegar al portón del castillo recordó que no debía ir allí, la clase de herbología era en los invernaderos. Caminó hacia allí mientras se secaba las ropas con la varita.