Crash {Véronique}

Uno de los lugares que más lo encandilaban era la lechucería. Era un lugar apartado que pocos alumnos solían frecuentar y que contaba con el respaldo de millones de aves, la mayoría de ellas recostadas en pequeños penachos a lo largo de la torre. En aquellos momentos había algún que otro movimiento pero nada excesivo, un par de lechuzas pero poco más. El chico se situaba en uno de los amplias aberturas triangulares que contaban con una valla de acero como única protección. Arrinconado dejaba escapar los minutos observando el atardecer en su majestuosidad. Tenía demasiado tiempo para pensar cuando no estaba rodeado de sus compañeros Slytherin. Mucho por pensar, mucho por concretar, su futuro quedaba suspendido en el tiempo y sólo sabía que los días de robo, de precariedad y de mendicidad habían terminado.

Nadie, sí eso, nadie descubriría el crimen cometido, la muerte intoxicada de sus padres de acogida, de aquellos imbéciles que habían hecho de aquella persona un muro, algo frío e impenetrable, sin sentimiento alguno que expresar más que el de la arrogancia propia de las serpientes.

Inspiró con fuerza y escuchó pasos en las escaleras que daban a la entrada del lugar y el chico giró su vista metálica hacia el lugar en cuestión, esperando que no fuera nadie que lo molestara. ¿Qué más daba al final? Finalizó dejándolo en el aire, llevando su vista al paisaje, dejándose encontrar por la persona que subía al lugar; poco le importaba, tenía la habilidad suficiente como para poder acallar palabras o personas que vinieran con ánimo de molestar al noruego.

Con los brazos posicionados en las rodillas flexionadas, sentado, quedó observando durante segundos el paisaje de nuevo, hasta que se decidió por girar su vista hacia el o la recién llegad@.

Era uno de aquellos días dónde la presencia de cualquier ser le resultaba grotesca e irritante, incluso su propio reflejo le causaba repulsión. Podía aislarse de todos pero jamás dejaría de ser ella misma y ese era su mayor castigo.

Por eso era que prefería la compañía a tener que enfrentarse con sus propios fantasmas. Inevitablemente llegaría el momento en que tendría que aprender a convivir consigo misma, sin distracciones ni caminos fáciles que solo lograban apartarla de lo que más anhelaba, tener el control por una vez de su vida sin sentir temor a encontrarse sola en un mundo que no estaba hecho a su medida, pero mientras tanto no encontraba otra manera para que las horas transcurrieran que seguir con su teatro.

Caminó a través de las personas que cerraban su paso en los pasillos y casi por inercia dejó que sus pies decidieran el camino. El rumor de las conversaciones y risas fueron quedando atrás mientras comenzaba a vislumbrar unas escaleras talladas más grotescamente que las vistas en el resto del castillo. Cada tanto las paredes que se erguían a los costados eran interrumpidas por huecos que oficiaban de puerta para dar paso a un aula; pero ninguna logró captar su atención lo suficiente como para interrumpir su recorrido, en cambio continuó subiendo hasta que el último sitio al que conducía la escalera se presentó ante sus ojos, había llegado a la lechuzería.

Solo en contadas ocasiones había estado allí, no era que no tuviera a quién mandarle cartas simplemente sabía que no se molestarían en leerlas. No dio demasiados pasos antes de darse cuenta que alguien más estaba allí; sentado en lo que sin duda era una de las salidas que las aves tenían se encontraba un joven que no recordaba haber visto con anterioridad. Parecía inmerso en sus propios pensamientos por lo que Vika dudó entre hacer notar su presencia o simplemente marcharse en silencio. La elección fue sencilla cuando el mismo chico se volteó en su dirección.

- Un Slytherin... - el escudo de la túnica se había hecho visible con el cambio de posición y no había podido evitar expresar en voz alta lo que se suponía debía ser la carta de presentación de cualquiera, o al menos eso era lo que por años le habían enseñado - ¿Podemos compartir el sitio o no hay suficiente espacio para los dos? - a menudo sentía que apenas ella podía caber algún sitio por lo que era probable que dos fueran multitud, pero ya había decidido aún antes de encontrarse con él que prefería la compañía, incluso de un desconocido, antes que responder a sus propias interrogantes.

Muchas veces necesitaba evadirse, evitar las tonterías y peleas con Nick, las diversiones con las chicas Slytherins o simplemente dejarse perder en aquellos pensamientos que nunca afloraban, ocultos en aquel cuerpo cultivado en el ejercicio y en la propia supervivencia. La lechucería era uno de sus sitios preferidos para dejar su mente volar sin descanso, acompañada del alzamiento de las aves, planeando alrededor mientras esperaban a sus respectivos dueños con algún pergamino que enviar; él no tenía nadie a quien envíar una lechuza y quizás era una apreciación más de que no tenía una familia mágica, nadie. Aún así siempre estaba abierto a encontrar gente en los lugares donde intentaba evadirse, simplemente por el mero hecho de entablar una conversación, por más que acabaran siendo cortas e incluso pesadas para los que tenían que sufrir al noruego; hombre de pocas palabras, que no muestra sentimiento alguno, que exacerba con facilidad a cierto grupo de personas.


Observó con tranquilidad, con aquellos ojos metálicos y profundos, puertas infranqueables que encerraban el secreto de su realidad, de su verdadero ser, de aquel que había dejado tiempo atrás, si es que alguna vez había existido. Una persona que se le hacía desconocida y que nunca antes había tenido el placer de observar. Cabellera dorada que caía con gracia y en lo que el chico fijó por primera vez su vista; un aleteo cruzó de un lado a otro el lugar y pronto el silencio se hizo de nuevo. Pareció reconocer que se trataba de una alumna de Durmstrang; esbozó una ausente sonrisa recordando su noruega natal, lugar en donde se situaban ahora los escombros de aquella escuela de magia.

La voz de ella lo despertó y ahora centró su vista en los ojos de la chica, con una sonrisa arrogante y divertida en los labios, marca de la casa Slytherin. Se encogió de hombros e hizo cierto sitio en aquel recoveco de la torre circular. -Adelante.- serio, sus palabras eran concisas, muy escuetas, en un lenguaje sencillo en el que evitaba otorgar demasiada información, o la palabrería absurda. -Una Durmstrang.- hizo él su propia apreciación, un simple detalle tan tonto y evidente. -¿Natural de noruega?-cuestionó con cierto interés, descarado. -Soy Samuel.- se presentó, esperando que ella tomara asiento en aquel lugar junto a él.

Sus ojos se mantuvieron en ella y todo movimiento que daba, quizás debería levantarse en un gesto de cortesía, pero al final decidió que no era lo apropiado en cuanto a su forma de ser. Sus brazos quedaron de nuevo apoyados sobre las rodillas flexionadas y su mano izquierda se enrolló a lo largo de su muñeca derecha, todavía algo distraído.

Ante la afirmativa de él caminó en su dirección ya sin rastros de su titubeo anterior. Siempre había sido así, funcionaba mejor cuando no había opciones que considerar, un sí o un no eran suficientes para ella aunque no estuvieran argumentados. En el corto trayecto escuchó que el nombre de su antigua escuela también se hacia presente y con él, una pregunta que no tardó en responder.

- Bulgaria - corrigió de pie frente a él - ¿Conoces? - se inclinó hacia un costado hasta quedar sentada a su lado - no se parece en nada a este lugar, aunque hubieran logrado trasladar a todos los alumnos... - "no se parece a mi casa" quiso agregar pero era inútil, ya no tenía otro hogar que no fuera Hogwarts y en todo caso era mejor así - Vika Marèchal - se presentó extendiendo su mano derecha en señal de saludo, prefería aquel apodo que le había dado su primo cuando eran niños en lugar de su verdadero nombre.

Una ráfaga de viento helado azotó sus cabellos recordándole que estaban en otoño y en un lugar demasiado ventilado, sin embargo permaneció inmóvil en el mismo sitio; aún cuando la temperatura no era la ideal no se igualaba en lo absoluto a las que ella estaba acostumbrada a soportar. Casi recordaba a la perfección las veces que había permanecido fuera del castillo en Durmstrang hasta sentir entumecida la mayor parte de su cuerpo con el único objetivo de poder experimentar con mayor plenitud la calidez que desprendía la Academia una vez que se cruzaban las puertas. Un juego estúpido para la mayoría, para ella una forma de poner a prueba su resistencia.

Se giró hacia el chico que acababa de presentarse como Samuel y aprovechando la proximidad lo examinó con más cuidado. Había cierta familiaridad en sus facciones, probablemente era escandinavo o al menos de un país cercano a esa región. Pero a pesar de que cualquier indicio que le recordara a su antiguo hogar le brindaba cierto alivio eran aquellos ojos grises y fríos como el mercurio los que de alguna manera brillaban como dos alarmas previniéndola ¿De qué? No lo sabía pero tampoco era como si tuviera mucho que perder.

- ¿Puedo preguntarte por qué estás en Hogwarts y no en Durmstrang... o lo que era antes al menos? - podía ser juzgada como una pregunta entrometida, pero no tenía que cuidar ninguna imagen y menos con alguien que acababa de conocer. Tenía curiosidad en saber que era lo que llevaba a tomar ciertas decisiones a las personas, ella misma no había sabido explicar el por qué de su elección de permanecer en su país de origen en lugar de ir a la tierra de su padre, solo el tiempo le había demostrado que había hecho lo correcto ¿Acaso todo dependía de la suerte o era el destino?.

Asintió lentamente a su corrección, si bien no le gustaba estar equivocado tenía que aprender a saber fallar en sus predicciones. Su pregunta se recibió con una negación simple, de cabeza, que luego fue seguida de un fuerte y claro "No". Los ataques a Durmstrang y Beauxbatons habían sido aterradores, por mucho que a él le importara poco todo aquello; Se respiraba miedo en el castillo, más aún desde la muerte del antiguo ministro Kingsley... en cambio la sala común de Slytherin no parecía demasiado traspuesta por la noticia, o eso creía conocer él. Inspiró con fuerza, dejando que la voz de la chica diera a conocer su nombre; Vika. Samuel asintió lentamente.

-Encantado, Vika.- con aquella pose tan seria, tan poco reveladora, tan fría y lejana. El viento golpeó a ambos, hacía cierto frío, pero nada en comparación con lo que había tenido que pasar en Noruega durante su época de mendigo; Noches enteras a la intemperie, en busca de un lugar en el que cobijarse mientras seguía nevando con fuerza, cegándole la vista. Era un joven fuerte en aquel sentido y lo poco que hizo aquella brisa fue mover levemente su cabello, haciendo que su pequeño flequillo quedara de lado.

El silencio se hizo mientras el chico clavaba su mirada en la recién llegada -y presentada- durmstrang, quien posó una pregunta que no hizo mucha gracia al noruego. Frunció el entrecejo en una muestra de cierta hostilidad ante las libertades que ella se había tomado para con él. Sí, sus rasgos eran completamente reconocibles, no pasaba por un inglés más. Su piel, blanca, era algo que lo diferenciaba en cierta manera y su aspecto seco, fuerte y frío no lo acompañaban demasiado; era todo un escandinavo de pies a cabeza. Por más que no conociera a sus padres estaba seguro de que lo era, todo su cuerpo gritaba que no pertenecía a ningún lugar más que al norte.

Vika parecía ser una chica observadora, que sabía deducir y por lo tanto inteligente; eso siempre suponía un problema para personas cerradas y ocultas como era el caso de Nordenström. -Hmm no sé, mis padres tomaron la decisión de llevarme a Hogwarts, o eso creo.- lo dejó estar allí. ¿Por qué le había llegado la carta de Hogwarts y no la de Durmstrang? ¿Sus padres antes de abandonarlo habían intercedido de alguna manera para que acabara en aquel castillo? No tenía la más mínima idea, ni quería saberlo. Aquella respuesta era un fraude pero no quería levantar sospecha alguna.

-¿Se nota mucho que soy del norte?- preguntó clavando su vista en ella, una sonrisa divertida asomó a su rostro.

Guardó silencio mientras el sol comenzaba a despedirse tiñendo el cielo de cólores cálidos que constrastaban con el clima reinante y algunas lechuzas revoloteaban provocándo que unas cuantas plumas se suspendieran en el aire por unos segundos, para luego aterrizar en el suelo junto con otros desperdicios de aquellas aves. Fijó su mirada nuevamente en su acompañante a tiempo de ver la reacción ante sus palabras, había sido una pregunta simple pero al parecer la respuesta no lo era. Él no estaba seguro de las circunstancias que lo habían llevado a esa escuela y no a la que por lógica le correspondía, lo que evidenciaba que era huérfano o no mantenía buena relación con sus padres y ambas opciones conllevaban a lo mismo.

Aquella mera suposición logró irritarla, él podía estar sobrellevando cualquiera de las dos situaciones y lo hacía con un proceder tan evidentemente desprendido de todo a su alrededor, frío y distante como si estuviera en algún tipo de limbo entre dos mundos, por encima de todos.

Desvió la mirada evidenciando parte de su molestia, su propia debilidad parecía gritar frente a alguien con aquellas características, tan seguro de sí mismo que no necesitaba de frivolidades como las de ella para mantener cierta estabilidad en su vida.

- Tienes razgos marcadamente escandinavos, frente ancha, barbilla cuadrada y fuerte; tu contextura completa lo indica - hizo una pausa buscando las palabras correctas - los chicos de aquí son más delicados.

Acomodó un mechón de su cabello especialmente rebelde y dejó que sus piernas colgaran libremente dejándose mecer por el viento, su plan inicial había sido distraerse de sus conflictos personales pero no había hecho más que compararse todo el tiempo, era patética.

- Es irónico que hayan caído dos escuelas pero Hogwarts no - dijo con sorna - el sitio donde todo comenzó, debe haber algún mensaje oculto o algo tan groseramente evidente que no se ve a simple a vista.

No estaba segura si aquellas palabras podrían ofenderlo en alguna medida, pero ya que él se esforzaba en ser ilegible se limitaría a cumplir su parte y dejarse sorprender con cualquiera que fuera su reacción.


Off: Perdón por el retraso.

La luz se ocultaba bajo los picos de Escocia que guardaban el castillo y sus alrededores junto a Hogsmeade y poco a poco la noche se hacía con el lugar. La brisa se elevaba y arremolinaba de vez en cuando, entrando por los ventanales de la torre y haciendo del lugar un sitio totalmente vulnerable a la bajada de temperatura. La chica apartó su mirada tras la respuesta recibida por el noruego, lo que le hizo suponer que no le había gustado del todo lo sintético del muchacho; era así, no podía hacer más, la vida lo había hecho así, se había dejado modelar por ella y ahora era un témpano de hielo del que no se sabía absolutamente nada comparado con la cantidad de vergüenzas que acumulaba. Asintió a sus palabras con seriedad, su mirada clavada en ella, pensativo en cierto modo. El que dijera que los chicos de allí eran más delicados le hizo soltar una tranquila sonrisa al verse comparado durante unos momentos con Resnick o con cualquier amigo suyo del lugar; era obvio, su cuerpo entero gritaba que no pertenecía a aquel lugar.

Las palabras de ella lo dejaron pensativo; todo lo que El Profeta relataba actualmente estaba centrado en la presión neo-mortífaga y por el mero hecho de ser una serpiente más no se encontraba alarmado en absoluto. En un ataque a Hogwarts estaba seguro de que los Slytherins serían tratados como reyes, escoltados fuera de las inmediaciones y lejos del peligro de sufrir cualquier daño. Pero sí, Vika tenía razón en todo aquello. No quería tampoco ser egocéntrico pero con una ataque a Hogwarts habrían derrumbado todo el sistema educativo mágico, estaba más que seguro. Hogwarts era la cabeza y había estado observando impasible mientras cortaban su cuerpo y poco a poco vulneraban sus medidas de seguridad. El ministro Kingsley ha muerto, ha habido un ataque mortífago en el bosque prohibido y ahora, tras ver las barbaries de las que son capaces, se deciden por actuar, quizás demasiado tarde.

-Estarán por atacar el lugar.- afirmó con simpleza. -Es evidente que se deben estar guardando el as en la manga para este lugar... ya sabes lo que dicen... finis coronat opus.- "el fin corona la obra" un simple latinismo que decía mucho. Si bien el chico daba imagen de tipo duro gustaba de la buena literatura que le había ayudado a evadir su "hogar" durante todo ese tiempo. Había cierto morbo en saber sobre el ataque hacia Durmstrang pero él era un chico educado, para nada entrometido y por lo tanto no haría pregunta alguna al respecto, todavía. -Habrá entonces que dar con lo groseramente evidente...- se dijo, más para sí mismo que para ella. -¿Tienes alguna sospecha?- con curiosidad, por mucho que ella se negara a compartir con él sus vaticinios sobre el futuro del castillo y la sociedad mágica en general.

Off: Don't worry.

Desde el ataque a Durmstrang no había transcurrido día sin que varias ideas, justificativos o suposiciones rondaran en su cabeza intentando poner luz en toda aquella situación que no parecía seguir un patrón lógico, al menos no para ella. Había analizado tantas veces lo sucedido que ya le era difícil discernir entre lo real y lo inverosímil, lo que en verdad había sucedido o lo que había creído ver. Pero lo más probable era que en el fondo ella temiera conocer la verdad. El saber porque Pierre, su primo y casi hermano había contribuido a destruir el lugar que más significaba para ellos y luego hubiera desparecido sin dejar rastros era una cuenta pendiente, pero casi lo prefería así por miedo a revolver y que toda la porquería del fondo saliera a flote.

No tenía idea de con quién estaba platicando ni estaba al tanto de su ideología, pero era Slytherin y si eso en verdad significaba lo que se decía por los pasillos tal vez podría exponer sus verdaderas teorías. Aquel chico no parecía preocupado con el futuro de su escuela, parecía demasiado seguro de no correr riesgos si alguien decidiera invadirlo, tal vez porque él mismo ayudaría en la tarea.

- No conozco mucho de Beauxbaton, mas que les gustan los lazos y las maneras delicadas - una media sonrisa se formó en sus labios - pero creo que destruir Durmstrang fue innecesario, en los tiempos de mi madre ya era conocido como el colegio de las artes osucuras y aunque la última guerra produjo que varias cosas cambiaran la esencia seguía siendo la misma - centró su atención en los ojos grises que había estado evitando hasta ese momento - casi todos los alumnos y profesores se hubieran unido voluntariamente si les hubieran dado la posibilidad de elegir en lugar de arrasarlo todo - sus pies dejaron de moverse e involuntariamente su voz bajó algunos tonos al proseguir - estoy casi segura que haber usado el colegio como centro de reclutamiento para estudiantes hubiera sido más provechoso e intimidatorio que cientos de muertos, al menos habría envuelto en un dilema moral a los que defienden la paz y la igualdad entre atacar menores de edad "confundidos" o presentarles batalla.

Sus manos le recordaron que aunque estaba acostumbrada a las frías temperaturas seguía siendo una persona normal, por lo que tuvo que frotárselas para que la sensación volviera a ellas. Suspiró, tal vez estaba hablando de más pero era agradable expresar en voz alta todas aquellas ideas para intentar encontrarles sentido.

- Al menos como peones hubieran servido - llevó sus pálidas manos hasta el rostro y las calentó con su propio aliento - tu teoría también es factible, me suena a algo personal; si fuera así es como una cuenta pendiente. De alguien o un grupo que siente conexión con este lugar o quizás simplemente sea que aún hay algo que les interesa entre estas paredes.

Escuchaba con interés lo que Vika le contaba, la lógica de sus palabras era aplastante y el chico buscaba la defensa de alguna manera, conociendo que los neo-mortífagos no eran una sarta de inútiles sin objetivos claros y nítidos. Pero tal como ella había dicho anteriormente, ¿Por qué destrozar Durmstrang si se puede tratar de un poderoso aliado? El noruego no estaba lo suficientemente metido en el asunto político/conflictivo como para llegar a conocer respuesta a aquello y se limitó a escuchar las afirmaciones de la Durmstrang.

-Puede haber infinitas teorías de conspiración mortífaga.- explicó, quizás se estaba soltando demasiado con aquello pero sin duda la conversación estaba tomando un tono muy diferente a las que solía tener con sus amigos; ellos sólo hacían referencias sexuales, bromas, algún que otro vacile, pero no solía hablar con ellos de cosas tan imperantes como la "Política" en aquellos tiempos. El modelo de proceder de los mortífagos era sin duda un tanto cuestionable y para nada acertado ahora que Vika le había abierto los ojos. La intriga podía consigo y empezó a destazar diferentes posibilidades:

-Yo creo que es una cuenta pendiente, ya sabes, la Gran Batalla, aquí terminó todo, aquí "murió" Voldemort.- enfatizó la palabra murió, sopesando la idea de que no se hubiera acabado realmente con él. -Quizás es como una venganza...- recapacitó. -Porque... ¿Qué puede interesar que se encuentre entre estas paredes?- rescató las palabras de ella. - Quiero decir, ahora mismo el castillo es un nido infestado de Aurores, desde el asesinato del ministro y el ataque en aquella fiesta del bosque la presión ministerial ha aumentado sobremanera.- más aún tras la llegada de Knnox.

-Además, siempre se ha hablado de Durmstrang como un aliado poderoso de los mortífagos... Karkarov de por sí suscitó gran presión mediática como ex-mortífago confeso...- comentó. Que fuera alguien que aparentaba sólo músculos no quería decir que su nivel de cultura fuera nefasto. -Estoy seguro de que el Ministerio no dejó pasar ese dato tras el ataque a Beauxbatons, los neo-mortífagos con el ataque a Durmstrang habrían quizás hecho una jugada de desconcierto...- se dejó llevar por sus propias deliberaciones. Todavía tenía cierto interés en conocer si realmente había afectado en gran manera a aquella chica la destrucción de Durmstrang; no conocía el balance de muertos y heridos, por lo tanto no se aventuró a decir que simplemente se trataba de un señuelo sin "muchas" víctimas mortales.

“Jugada de desconcierto”. Aquellas palabras resonaron en su cabeza con un eco doloroso. Tal vez se había precipitado a hacer conjeturas con un extraño, quizás no debería hacerlas con nadie ni siquiera con ella misma.

Frunció el seño y lo miró con toda la intensidad que pudo reunir, estaba molesta y dolida. Ellos no podían haber sido solo una maniobra de distracción y esta vez su orgullo no tenía intereses de por medio en el tema, era simple sentido común o de supervivencia según como se quisiera ver. Todas esas muertes tenían que tener algún otro significado más profundo, no podían haber desaparecido solo porque alguien tenía el poder para hacerlo y necesitaba confundir a la opinión pública, de lo contrario habrían ocupado el mismo rol que una bomba fétida.

- Deberían haberlos matado a todos entonces – dijo con dureza sabiendo que de manera indirecta se estaba refiriendo a ella misma – para que un mensaje llegue con claridad no debe haber interferencias, y un puñado de estudiantes traumados no sirven más que para entorpecer lo que se quiere difundir; mírame a mi intentando encontrarle un sentido a todas esas muertes cuando lo justo hubiera sido que nos decapitaran a todos para que no quedarán dudas de que no hay preferencias.

Por un instante había olvidado donde estaba, los preferidos y mimados eran los de Hogwarts, ellos siempre habían estado en el ojo de la tormenta pero habían salido casi intactos mientras el resto debía pagar por sus errores sin que tuvieran derecho a réplica. Ya no sentía frío, el enfado que se había despertado de pronto en ella teñía de rubor sus mejillas y hacía que la voz le temblara un poco, pero estaba envalentonada por el momento y eso servía para que dijera cosas que por lo general se guardaba.

- ¿Entonces la preferencia la tienen ustedes? - enarcó una ceja y lo observó expectante - esto no se trata de purismo, nunca fue ese el tema realmente. ¿Crees que solo sangres sucias murieron ese día? También hubo alumnos sangre pura que no pudieron salir y la verdad es que cuando la sangre esta en el suelo no hay mucha diferencia - se cruzó de brazos y clavó la vista hacia el frente, apenas si se podía distinguir algo del paisaje que los rodeaba - nadie nos dijo que hacer, no hubo diferencia en el trato... todo era un caos.

La adrenalina que había experimentado se deshizo con la última frase. Suspiró, ya solo quedaba esa melancolía que siempre la acompañaba a todas partes y lo cierto era que prefería sentirse enojada ¿Pero con quién? ¿A quién podía culpar?

Quizás no había moderado demasiado sus palabras pues podía denotar con sencillez el enfado en el tono y expresión que ahora Vika estaba utilizando para contra él. Quizás demasiado crudo, demasiado frío, tal como solía mostrarse. Su verborragia no se caracterizaba por la sensibilidad, sino por ser mordaz, rápida y sin ningún tipo de impedimento; no le gustaba ocultar cosas -paradójicamente no ocurría igual con su pasado- le gustaba mostrar su opinión con todos sus pros y contras.

-Siento si mi opinión ha herido tus sentimientos.- su mirada se posó en los páramos de Escocia que los rodeaban, centrándose en el último resquicio de sol que traspasaba el más lejano pico de las montañas.

-Esos hombres, mujeres... lo que sean.- intentó enumerar a los neo-mortífagos. -No deben mostrar piedad... ninguna.- aventuró de nuevo, clavando su mirada en la chica que mantenía un rubor en las mejillas por el enfado. -La incertidumbre, el terror, de eso viven.- continuó. Quería unir cabos sueltos pero le estaba costando mucho llegar a una conclusión final. -Si bien no justifico los ataques a Durmstrang, por mucho que la mayoría fueran sangres pura o tuvieran algo que ver con el movimiento mortífago, iban a llamar la atención, a mostrar su verdadero potencial.- comentó.

-No van a matar impuros.- negó con tranquilidad, su vista imperturbable, por mucho que dañaran sus palabras tenía que mostrar su opinión. -Van a hacer daño, a aterrar y les da igual quienes sean.- aquellos nuevos mortífagos no estaban tan arraigados como los anteriores. - Quieren advertir de su potencial, no tienen límites, no tienen piedad...

Su mirada volvió al campo, un campo amplio, ya cubierto poco a poco por el tono anaranjado de la tarde que daba paso a uno violáceo. El espectáculo no era tan impactante como el de su Oslo natal, allí las puestas de sol eran la unión completa entre los colores propiamente cálidos y fríos en una sincronización espectral. Una horrible belleza digna de ver. Recordó de nuevo y se obligó a olvidar, de nuevo.

-Así es, la preferencia es nuestra.- retomó su camino, de nuevo hilando poco a poco ideas. - Esto es Hogwarts, un lugar mucho más célebre que las otras dos academias, por mucho que queramos negarnos.- sus palabras podían doler, podían suponer un ataque de información desmedida, quizás subjetiva, pero no remediaría nada en ellas. -Los aurores rodean, es un ataque crítico, perfecto... no creo que se haga demorar mucho más.

Quiso preguntarle sobre si había perdido algún ser querido en la batalla pero era muchísimo más que obvio, estaba más que seguro de ello.