I know I don't know you But I want you so bad -

No es que odiara ese colegio, realmente no lo hacía. Hogwarts tenía un buen nivel académico, el castillo en sí era excelente; la magia recorría cada rincón escondido de la institución, pero aún así no se comparaba con Dumstrang. Nada nunca se compararía con su amado colegio. No quería darse el gusto de conocer otras personas, con las que tenía en su lista de allegados ya le era suficiente, y no se imaginaba perdiendo alguien más. Como siguiese trayendo recuerdos de Jace a su mente terminaría realmente desquiciado, ya bastante angustiado estaba. Frunció el ceño, moviéndose un poco sobre una silla de ese aula desierta en aquel momento. Escuchar sus pensamientos, a veces, le daban ganas de darse a sí mismo una buena patada en los atributos. Suspiró pesado y subió sus piernas al escritorio frente a él, para luego cruzar sus brazos detrás de su nuca.

- Estas hecho un maricón, Klaus. - susurró para sí mismo, negando con la cabeza. En otro momento se hubiese reído de su propio comentario, del hecho de estar hablando solo, de decirse que era un maricón; pero no podía hacerlo ahora. Ante todo Raymond era un muchacho bastante serio y responsable, que no se permitía reírse o burlarse en momentos como aquellos en los que el respeto, el cariño y los recuerdos llegaban a él. Pero la desgracia de eso era que últimamente todos eran momentos de angustia, todo le era jodidamente reiterativo. Miró por las ventanas laterales del aula, desde allí se veía el puente colgante y el lago negro, donde una masa se movía bajo la superficie y levantaba el agua. Sonrió apenas de lado, el calamar giganta tan reconocido por ser Nessie para los muggles. ¿Cuántas veces habría leído "Animales mágicos y dónde encontrarlos"? No lo sabía con exactitud. Su uniforme pesaba en un otoño tan cálido como era el de Escocia, los otoños en Dumstrang siempre eran muchísimo más frío, hasta el verano no parecía serlo; era sólo por eso que su túnica bordo casi del color de la sangre estaba por allí, sobre algún escritorio del aula, él cargaba con la parte interior del uniforme, un suéter de un color parecido pero más opaco que el de la túnica, y unos pantalones de jean con los que se había vestido sin problema porque no se veían bajo la túnica. Hizo sonar sus nudillos y con el rostro hacia el techo, cerró los ojos, escuchando el bullicio del pasillo del otro lado del aula.

Klaus se daba cuenta que el hecho de no haber tenido tantos amigos en Durmstrang hacía que el estar en ese nuevo colegio quedaran muy pocos recuerdos de su anterior pseudo hogar. Hogwarts era muy amplio, sí - y muy enredado si tenía derecho a opinar, le recordaba al laberinto de Dédalo -, pero los terrenos no se comparaban con los de su amado instituto. Durmstrang tenía dominios que abarcaban montañas y bosques gracias a los que él se había salvado el día del ataque. Ese colegio que les daba la acogida muy amablemente no tenía ni la mitad de tamaño con respecto a su colegio de toda la vida. Y ni siquiera sabía por qué amaba tanto un colegio donde todos los alumnos estaban tan obsesionados con la pureza de la sangre y se hacía tanto hincapié en las Artes Oscuras, algo que a él ni le iba ni le venía. Klaus había vivido muy alejado de los desastres del mundo mágico de ese momento porque era de otra generación, hijo de otra familia más desinteresada en el asunto, casi neutral a Voldemort y todos sus seguidores. El castaño aún no comprendía como sus padres habían vivido tan en la ignorancia misma tantos años, a decir verdad.

Estaba demasiado ensimismado observando el techo cuando una voz femenina llegó a sus oídos, llamándolo como escasas personas, y con un ánimo que destinaban a una sola persona. Alexandra. Abrió los párpados y se acomodó en su silla, sonriendo realmente feliz cuando ella se aproximó y lo saludó con un beso en la mejilla, correspondiéndole el gesto realmente azorado. No muchos sabían en Durmstrang qué había pasado con Lexy, porque ella se había ido antes del ataque y de ella jamás se supieron nuevas noticias. No podía averiguar nada por su hermana, Shenae, porque ella no se llevaba bien con la castaña, en realidad ni siquiera tenían un trato que él supiera, por lo menos. Asintió a lo que decía, comprendiendo que encontrar a alguien en todo ese jodido colegio - además de otros pocos, claro - con la cual se llevaba bien le llenaba el pecho de una sensación agradable, reconfortable.

- Lo sé, demasiado tiempo - comentó pensativo, sin borrar la sonrisa repentina de sus labios. Quizás no era tanto el tiempo en el que no se veían, pero así aparentaba tras todo lo sucedido. Seguía con las piernas recargadas en el escritorio, pero esta vez sus brazos estaban cruzados sobre su pecho entre lo despreocupado y lo sorprendido. - Y tienes suerte de que así sea y que te extrañara, porque si no te estaría matando en este mismo momento por llamarla Ray - le soltó con las cejas en alto y una sonrisa ladeada, dándole una complicidad al ambiente típica. La observó unos segundos más, en silencio, y se puso de pie, en un movimiento ágil y digno de un jugador de Quidditch. - Podrá parecerte raro lo que voy a hacer, y no me importa. - Klaus rodeó a Lexy con sus brazos fuertes, abrazando su espalda baja mientras hundía su rostro en su cuello y se quedaba así, aspirando su aroma desconocido pero que sonaba a salvaje, a independencia. Ellos no eran de los abrazos así, jamás lo habían sido. Ellos se escuchaban, eran confidentes, y tras la depresión total solían tener una sesión de coqueteos, de caricias indebidas - o quizás no tan indebidas -, de besos tortuosos y miradas cómplices.