while the time pass, we'll have opportunities. -Libre-
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while the time pass, we'll have opportunities. -Libre-
Libertad. Eso era todo cuanto alguien podía sentir montado en una escoba y recorriendo el cielo. O por lo menos, una escasa parte de él. Y eso era lo que sentía Petar cada vez que decidía ir a pasar el rato en el campo de quidditch sin nadie que le pueda molestar. Claro está, sin contar a las cuatro chicas que terminan siguiéndole hasta las graderías del campo de la escuela británica.
No llevaba la ropa de quidditch, simplemente unas botas gruesas, unos pantalones negros y un jersey grueso de un color marrón rojizo con el escudo de la escuela fría, que no simbolizaba nada más aparte de que él era un superviviente. Otro más del montón. A pesar de que, aunque el realmente quisiera serlo, no era "del montón". Hijo del matrimonio Krum, Petar, al igual que Ivanka, su hermana, se habían hecho con esos genes tan característicos de la familia; esportividad, agilidad, victoria en el campo. Todos esperaban que ellos fueran parte de la nueva generación de promesas en el quidditch, y ambos hermanos estaban totalmente entregados en el deporte mágico, así que no resultaba extraño si realmente terminaban siéndolo.
Pero por el momento, Petar se conformaba con su puesto en el equipo de Durmstrang como buscador. Aquella era su posición favorita. La que le permitía evadirse del mundo y concentrarse en una sola bola dorada y pequeña con alas, que más de una vez le causaba más de un dolor de cabeza en los partidos.
Esa vez el campo estaba vacío. Sin chicas y sin espectadores sin nada mejor que hacer.
Petar ando hasta medio campo y se metió la mano en uno de los bolsillos de los pantalones, sacando de él una pequeña snitch dorada que siempre traía consigo. Se quedó mirando como, la bola atrapada entre sus dedos, abría las alas a ambos lados y empezaba a moverlas con esfuerzo para intentar escapar. Petar sonrió y abrió la mano, dejando que la bola dorada tomara una altura vertiginosa y escapara hasta donde se le permitía. El búlgaro contó hasta diez, se puso unas gafas grandes de aviación para poder localizar y acomodar su trabajo, y con cuatro pasos se puso encima de la escoba que le había regalado su padre justo antes de empezar el curso, un nuevo modelo que usaban algunos de los profesionales, y echó a volar cogiendo mucha altura, empezando a dar vueltas por los alrededores del campo.
Tan solo fue cuestión de minutos de que visualizara la snitch, y vaciló antes de ir a por ella, pues tuvo que precipitarse contra las graderías, llegando hasta los fundamentos que sujetaban los bancos tras la tela de cuadros azules y blancos de la casa Ravenclaw. Antes de poder tener la snitch entre los dedos de su mano derecha, tuvo que esquivar unas cuantas varillas de metal y madera y volver a subir a la superficie del campo, quedando cejado por unos instantes.
Así pues, con la snitch en la mano, dio un par de vueltas sobre las torres del campo y finalmente volvió a deslizarse hacia la arena del campo, bajando de un salto de la escoba para percatarse de una segunda presencia.
No llevaba la ropa de quidditch, simplemente unas botas gruesas, unos pantalones negros y un jersey grueso de un color marrón rojizo con el escudo de la escuela fría, que no simbolizaba nada más aparte de que él era un superviviente. Otro más del montón. A pesar de que, aunque el realmente quisiera serlo, no era "del montón". Hijo del matrimonio Krum, Petar, al igual que Ivanka, su hermana, se habían hecho con esos genes tan característicos de la familia; esportividad, agilidad, victoria en el campo. Todos esperaban que ellos fueran parte de la nueva generación de promesas en el quidditch, y ambos hermanos estaban totalmente entregados en el deporte mágico, así que no resultaba extraño si realmente terminaban siéndolo.
Pero por el momento, Petar se conformaba con su puesto en el equipo de Durmstrang como buscador. Aquella era su posición favorita. La que le permitía evadirse del mundo y concentrarse en una sola bola dorada y pequeña con alas, que más de una vez le causaba más de un dolor de cabeza en los partidos.
Esa vez el campo estaba vacío. Sin chicas y sin espectadores sin nada mejor que hacer.
Petar ando hasta medio campo y se metió la mano en uno de los bolsillos de los pantalones, sacando de él una pequeña snitch dorada que siempre traía consigo. Se quedó mirando como, la bola atrapada entre sus dedos, abría las alas a ambos lados y empezaba a moverlas con esfuerzo para intentar escapar. Petar sonrió y abrió la mano, dejando que la bola dorada tomara una altura vertiginosa y escapara hasta donde se le permitía. El búlgaro contó hasta diez, se puso unas gafas grandes de aviación para poder localizar y acomodar su trabajo, y con cuatro pasos se puso encima de la escoba que le había regalado su padre justo antes de empezar el curso, un nuevo modelo que usaban algunos de los profesionales, y echó a volar cogiendo mucha altura, empezando a dar vueltas por los alrededores del campo.
Tan solo fue cuestión de minutos de que visualizara la snitch, y vaciló antes de ir a por ella, pues tuvo que precipitarse contra las graderías, llegando hasta los fundamentos que sujetaban los bancos tras la tela de cuadros azules y blancos de la casa Ravenclaw. Antes de poder tener la snitch entre los dedos de su mano derecha, tuvo que esquivar unas cuantas varillas de metal y madera y volver a subir a la superficie del campo, quedando cejado por unos instantes.
Así pues, con la snitch en la mano, dio un par de vueltas sobre las torres del campo y finalmente volvió a deslizarse hacia la arena del campo, bajando de un salto de la escoba para percatarse de una segunda presencia.
Petar V. Krum*DURMSTRANG - Mensajes : 55
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Fecha de inscripción : 29/07/2011
Re: while the time pass, we'll have opportunities. -Libre-
La discusión estaba pasando a mayores cuando mi amiga, perdón mi MEJOR amiga me estaba retando a atrapar dos bludgger como sí de snitch's se trataran, la escoba descansaba en mi hombro, mientras sentada negaba con la cabeza. -No es que no quiera, es que es imposible- Volví a decir con desesperación en la voz, pero en cuanto la caja se abrió, ya estaba montada en mi escoba sin el bate usual en la mano, las atraparía y así Cassandra tendría que darme aquel diario de una niña de Gryffindor que se había encontrado, no pensaba ni siquiera leerlo, pero tenerlo en las manos significaba molestar a alguien y ya eso era tentador.
El aire empezó a golpear mi cabello con fuerza, haciendolo quedar como si de una túnica se tratará, como sí tuviera vida propia, pero en ese momento ni me estaba percatando de mi cabello o de mi falda que ondulaba a los lados de mi cuerpo, mi unica misión era tener esas dos bolas de regreso a la caja, pero era de suponerse que en cuanto estuvieran cerca, se darían cuenta de mi presencia e intentarían volarme en pedacitos por los aires, me empine suavemente sobre mi escoba para alcanzar velocidad, sentí en mis manos la primera mientras la metía en aquella cazaca suave que había conseguido para llevar otro tipo de cosas.
Ví la segunda bludgger alejarse de las alturas, precipitandose hacia abajo con fiereza, fue entonces cuando me percate de la presencia de alguien en mitad del campo, no supé de donde había salido, pero la pelota estaba dispuesto a deshacerse de quien fuese, en ese momento, mi voz salió como un chillido contundente, mientras intentaba llegar antes que la pelota, tomé mi varita a mitad del aire invocando un bate, con un accio, de inmediato sentí como un pedazo de madera se estrellaba contra mi mano derecha. Tenía que llegar antes que la pelota o la muerte o desmayo de la persona de abajo sería mi culpa. Mi escoba quedo en un ángulo recto volando casí enfermizamente hacia ese lugar, y justo cuando estaba a punto de golpear a la persona. -CUIDADO A BAJO- Grité justo en el momento que el bate golpeaba con fuerza la bludgger enviandola lejos del campo de quidditch y yo podía enderezar mi escoba. Recuperando un poco la tranquilidad de haber evitado una muerte innecesaria, ya sé que exagero pero se siente bien ser un heroé.
Mi pierna izquierda se bajo de la escoba con agilidad, mientras veía al casi-difunto de frente, era un chico de uniforme café, que obviamente jamás había visto antes, sonreí de lado, hubiera sido la pérdida de una cara bonita sin duda. -Lo lamento, es que se salen de control, ya sabes- Dije mientras mis ojos visualizaban el peligroso regreso de la bludgger y regresaba sobre mi escoba dispuesta a atraparla y guardarla, me suspedí suavemente, mientras mis dedos con agilidad atrapaban aquella pelota causandome un escozor en los dedos, pero por fin las había atrapado, claro mis dedos ya tenían rastros de sangre, esas pelotas definitivamente no eran para atrapar con las manos.
Una vez más baje hasta donde estaba el chico, y pusé mi escoba a un lado, mientras mi rostro se iluminaba con una suave sonrisa. -Adhara Rubinsen, golpeadora de Slytherin- Dije aquello como sí eso explicará la locura que acababa de presenciar.
El aire empezó a golpear mi cabello con fuerza, haciendolo quedar como si de una túnica se tratará, como sí tuviera vida propia, pero en ese momento ni me estaba percatando de mi cabello o de mi falda que ondulaba a los lados de mi cuerpo, mi unica misión era tener esas dos bolas de regreso a la caja, pero era de suponerse que en cuanto estuvieran cerca, se darían cuenta de mi presencia e intentarían volarme en pedacitos por los aires, me empine suavemente sobre mi escoba para alcanzar velocidad, sentí en mis manos la primera mientras la metía en aquella cazaca suave que había conseguido para llevar otro tipo de cosas.
Ví la segunda bludgger alejarse de las alturas, precipitandose hacia abajo con fiereza, fue entonces cuando me percate de la presencia de alguien en mitad del campo, no supé de donde había salido, pero la pelota estaba dispuesto a deshacerse de quien fuese, en ese momento, mi voz salió como un chillido contundente, mientras intentaba llegar antes que la pelota, tomé mi varita a mitad del aire invocando un bate, con un accio, de inmediato sentí como un pedazo de madera se estrellaba contra mi mano derecha. Tenía que llegar antes que la pelota o la muerte o desmayo de la persona de abajo sería mi culpa. Mi escoba quedo en un ángulo recto volando casí enfermizamente hacia ese lugar, y justo cuando estaba a punto de golpear a la persona. -CUIDADO A BAJO- Grité justo en el momento que el bate golpeaba con fuerza la bludgger enviandola lejos del campo de quidditch y yo podía enderezar mi escoba. Recuperando un poco la tranquilidad de haber evitado una muerte innecesaria, ya sé que exagero pero se siente bien ser un heroé.
Mi pierna izquierda se bajo de la escoba con agilidad, mientras veía al casi-difunto de frente, era un chico de uniforme café, que obviamente jamás había visto antes, sonreí de lado, hubiera sido la pérdida de una cara bonita sin duda. -Lo lamento, es que se salen de control, ya sabes- Dije mientras mis ojos visualizaban el peligroso regreso de la bludgger y regresaba sobre mi escoba dispuesta a atraparla y guardarla, me suspedí suavemente, mientras mis dedos con agilidad atrapaban aquella pelota causandome un escozor en los dedos, pero por fin las había atrapado, claro mis dedos ya tenían rastros de sangre, esas pelotas definitivamente no eran para atrapar con las manos.
Una vez más baje hasta donde estaba el chico, y pusé mi escoba a un lado, mientras mi rostro se iluminaba con una suave sonrisa. -Adhara Rubinsen, golpeadora de Slytherin- Dije aquello como sí eso explicará la locura que acababa de presenciar.
Adhara RubinsenSLYTHERIN - Mensajes : 608
Puntos de Canje : 72960
Fecha de inscripción : 22/03/2011
Localización : Donde menos lo esperas
Re: while the time pass, we'll have opportunities. -Libre-
Oyó el chillido de una voz femenina que provenía de las alturas y simplemente volteó la cabeza hacia ella, reteniendo la snitch dorada en una mano y la escoba en la otra. Su cara era inexpresiva en el momento en el que visualizó una bludgger con una chica detrás, no se apartó, pues previó que ella se interpondría entre las intenciones de la pelota, y así fue; de un golpe seco la mandó a la otra punta del campo.
Petar se quedó observando a la joven, bruja de hogwarts y de la casa Slytherin; su uniforme la delataba en ese sentido. Bajó de su escoba de un salto mientras la falda creaba una danza de olas alrededor de sus piernas. Su voz sonó firme y Peta, sin responder al comentario, volvió la cabeza hacia la bludgger de nuevo, la cual había dado media vuelta para terminar el trabajo que había empezado. Durante el tiempo en el que la morena volvía a subir sobre la escoba, Petar guardó la snitch de nuevo en uno de sus bolsillos traseros y acomodó la escoba en la otra mano, observando con curiosidad a la joven que acababa de agarrar la pelota con las manos no sin, seguramente, sentir un dolor agudo y cierto mal estar en las palmas de estas. Aquella escena algo peculiar le recordó a su hermana Ivanka, jugadora también de quidditch, en uno de aquellos fines de semana en la mansión del norte, donde jugaba tardes enteras con ella y donde el juego bruto estaba a la orden del día.
El búlgaro chasqueó la lengua mientras ella volvía a pisar tierra firme.
- Petar Krum, buscador de Durmstrang - respondió él a la presentación de ella, sin saber muy bien que esperarse de ello. Siempre que podía evadir su apellido lo hacía, pero no veía el motivo estando entre jugadores. Entre futuros rivales. Tarde o temprano, más bien, cuando empezaran los torneos, todo el mundo terminaría sabiéndolo. - Mucho gusto - concluyó.
Él la miró con curiosidad. Normalmente los golpeadores acostumbraban a ser chicos por su masa corporal y fuerza, pero en su defecto, si eran chicas, estas resultaban ser anchas de hombros y algo corpulentas. Aquella chica, Adhara, era delgada y fina. Le costaba algo de creer que jugara como golpeadora, pero si algo había aprendido en sus inicios en el juego mágico por excelencia era que no tenía que subestimar al contrincante. Le dedicó una sonrisilla y ladeó ligeramente la cabeza para verla mejor con aquel sol que caía directamente sobre ellos.
- Ve con cuidado cuando la atrapes con las manos, sobre todo si no llevas los guantes. Sería una pena con esas manos tan suaves - comentó él mientras echaba un pequeño cabeceo hacia la pelota retenida en las manos de ella.
Petar se quedó observando a la joven, bruja de hogwarts y de la casa Slytherin; su uniforme la delataba en ese sentido. Bajó de su escoba de un salto mientras la falda creaba una danza de olas alrededor de sus piernas. Su voz sonó firme y Peta, sin responder al comentario, volvió la cabeza hacia la bludgger de nuevo, la cual había dado media vuelta para terminar el trabajo que había empezado. Durante el tiempo en el que la morena volvía a subir sobre la escoba, Petar guardó la snitch de nuevo en uno de sus bolsillos traseros y acomodó la escoba en la otra mano, observando con curiosidad a la joven que acababa de agarrar la pelota con las manos no sin, seguramente, sentir un dolor agudo y cierto mal estar en las palmas de estas. Aquella escena algo peculiar le recordó a su hermana Ivanka, jugadora también de quidditch, en uno de aquellos fines de semana en la mansión del norte, donde jugaba tardes enteras con ella y donde el juego bruto estaba a la orden del día.
El búlgaro chasqueó la lengua mientras ella volvía a pisar tierra firme.
- Petar Krum, buscador de Durmstrang - respondió él a la presentación de ella, sin saber muy bien que esperarse de ello. Siempre que podía evadir su apellido lo hacía, pero no veía el motivo estando entre jugadores. Entre futuros rivales. Tarde o temprano, más bien, cuando empezaran los torneos, todo el mundo terminaría sabiéndolo. - Mucho gusto - concluyó.
Él la miró con curiosidad. Normalmente los golpeadores acostumbraban a ser chicos por su masa corporal y fuerza, pero en su defecto, si eran chicas, estas resultaban ser anchas de hombros y algo corpulentas. Aquella chica, Adhara, era delgada y fina. Le costaba algo de creer que jugara como golpeadora, pero si algo había aprendido en sus inicios en el juego mágico por excelencia era que no tenía que subestimar al contrincante. Le dedicó una sonrisilla y ladeó ligeramente la cabeza para verla mejor con aquel sol que caía directamente sobre ellos.
- Ve con cuidado cuando la atrapes con las manos, sobre todo si no llevas los guantes. Sería una pena con esas manos tan suaves - comentó él mientras echaba un pequeño cabeceo hacia la pelota retenida en las manos de ella.
Petar V. Krum*DURMSTRANG - Mensajes : 55
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Fecha de inscripción : 29/07/2011
Re: while the time pass, we'll have opportunities. -Libre-
Sonreí al escuchar la presentación del chico y por un momento pensé en estrechar su mano pero mis dedos estaban demasiado adoloridos para hacer esa acción, probablemente iba a necesitar que alguno de mis amigos se tomará la molestia de sanarme, ya que era tan mala en esos hechizos. -Krum- Dije repasando su apellido, claro que había escuchado antes ese apellido, cualquier jugador de quidditch lo había hecho. -Mi padre dice que tu padre fué uno de los mejores jugadores de quidditch de su época- Dije sin agregar nada más, bien sabía yo lo difícil que era vivir bajo la sombra de un apellido, así que no hice más nada, llevé mi dedo índice a mi boca para aliviarlo suavemente.
No me paso inadvertido su leve vistazo cuando le dije que era golpeadora, sí ya todos pensaban que estaba bastante delgada, pero en ese momento podía afirmar con valentía que el poco peso que tenía era puro musculo, desarrollado gracias a nuestro arduo entrenamiento, su siguiente frase me hizo negar con la cabeza con una sonrisa de lado. -Lo sé, fué impulsivo, no puedo tener una escoba cerca y no sentir que estoy en un partido contra Gryffindor- Bromeé, claramente los Gryffos siempre habían sido el peor dolor de cabeza de los Sly, en cuanto a quidditch... Y todo lo demás se refería, pero ahora teníamos que pensar en Dumstrang un equipo bastante consolidad.
Le mostré suavemente mis manos con las heridas de guerra con una sonrisita de lado, mis dedos se escabulleron hasta mi cabello el cual gracias al vuelo debía estar bastante desordenado. -Me imagino que juegas como buscador. ¿O me equivoco?- Pregunté mirandolo a los ojos, mientras acomodaba de nuevo mi uniforme. Una mirada recorrió el cuerpo del chico rápidamente, claro que tenía cuerpo de jugador de quidditch, además con su padre dudaba mucho que su amor por el quidditch no hubiese nacido, por otra parte quién más podría estar por esta zona de no ser jugador.
Mi mirada vaciló hasta la gradería a aquel lugar en especial donde había encontrado el cuaderno de notas de Zeeran, donde lo había vuelto a ver, una sonrisa iluminó mi rostro rápidamente, de todos modos esta se borró con rápidez, hace más de dos semanas que no tenía noticias de él, que a penas nos veíamos en clases y nos sonreíamos de lejos, un suspiró salió suavemente de mi boca, como algo lastimero, y sacudí la cabeza sacando aquellos pensamientos, supusé que sí este quisiese saber de mí, me habría buscado.
Recobré el contacto con el chico que ahora estaba frente a mí, definitivamente los Dumstrang eran chicos aparte de guapos, bastante caballerosos, cosa muy distinta a la mayoría de los de Hogwarts, le sonreí, mientras halaba mi escoba. -¿Qué tal si prácticamos un poco?- Dije con aquella seguridad que había siempre en mi voz
No me paso inadvertido su leve vistazo cuando le dije que era golpeadora, sí ya todos pensaban que estaba bastante delgada, pero en ese momento podía afirmar con valentía que el poco peso que tenía era puro musculo, desarrollado gracias a nuestro arduo entrenamiento, su siguiente frase me hizo negar con la cabeza con una sonrisa de lado. -Lo sé, fué impulsivo, no puedo tener una escoba cerca y no sentir que estoy en un partido contra Gryffindor- Bromeé, claramente los Gryffos siempre habían sido el peor dolor de cabeza de los Sly, en cuanto a quidditch... Y todo lo demás se refería, pero ahora teníamos que pensar en Dumstrang un equipo bastante consolidad.
Le mostré suavemente mis manos con las heridas de guerra con una sonrisita de lado, mis dedos se escabulleron hasta mi cabello el cual gracias al vuelo debía estar bastante desordenado. -Me imagino que juegas como buscador. ¿O me equivoco?- Pregunté mirandolo a los ojos, mientras acomodaba de nuevo mi uniforme. Una mirada recorrió el cuerpo del chico rápidamente, claro que tenía cuerpo de jugador de quidditch, además con su padre dudaba mucho que su amor por el quidditch no hubiese nacido, por otra parte quién más podría estar por esta zona de no ser jugador.
Mi mirada vaciló hasta la gradería a aquel lugar en especial donde había encontrado el cuaderno de notas de Zeeran, donde lo había vuelto a ver, una sonrisa iluminó mi rostro rápidamente, de todos modos esta se borró con rápidez, hace más de dos semanas que no tenía noticias de él, que a penas nos veíamos en clases y nos sonreíamos de lejos, un suspiró salió suavemente de mi boca, como algo lastimero, y sacudí la cabeza sacando aquellos pensamientos, supusé que sí este quisiese saber de mí, me habría buscado.
Recobré el contacto con el chico que ahora estaba frente a mí, definitivamente los Dumstrang eran chicos aparte de guapos, bastante caballerosos, cosa muy distinta a la mayoría de los de Hogwarts, le sonreí, mientras halaba mi escoba. -¿Qué tal si prácticamos un poco?- Dije con aquella seguridad que había siempre en mi voz
Adhara RubinsenSLYTHERIN - Mensajes : 608
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