Vuelve la magia [James S. Potter]
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Vuelve la magia [James S. Potter]
Los muggles no parecieron darse cuenta de que el enclenque bibliotecario de hogwarts había cruzado, enfundado en uno de sus trajes y con su maletín a mano, el muro que separaba el andén nueve y diez de la londinense King Cross. Una vez dentro del andén 9 y 3/4, el joven tuvo que sujetar las solapas de su chaqueta ante el pequeño viento que se arremolinaba junto a su viejo compañero, el Expreso de Hogwarts. Sacó de su bolsillo una antigüedad, un reloj de cuerda en el cual se podía ver que faltaban cinco minutos para que partiera hacia su destino. Con una sonrisa divertida e impoluta en el rostro, de aquellas que solían poner nervioso a cualquiera, Matthew se acercó a la locomotora y tocó su estructura metálica, como acariciándola. Sintió un pequeño calor que le hizo quitar rápidamente su mano, antes de que ésta quedara carbonizada.
Giró su cuerpo y caminó a lo largo del andén, observando a los que iban y venían, a muchos dedicándoles sonrisas, saludándoles, a otros meramente asintiendo, hasta que dio a parar con el vagón que, había decidido, sería en el que viajaría aquel año. Mirando a ambos lados de la estación, se internó en la maravilla industrial que suponía aquel tren de finales del s.XIX, una reliquia sin precedentes. Se puso las gafas que le suponían un look muchísimo más serio, para luego comenzar a observar los interiores de las cabinas, cercionándose de que algún sitio se encontrara libre; no le gustaba aparecer y cortar conversaciones así como así.
Encontró una cabina libre y deslizó la puerta corredera para luego entrar en el lugar y cerrarla detrás de sí. Dejó sus pertenencias en uno de los compartimentos superiores y se sentó junto a la ventana, su mirada escrutando el exterior con avidez. Una sonrisa tonta se reflejó en su rostro ante las maravillas mágicas y arquitectónicas del mundo en el que vivía, rápidamente se llevó la mano izquierda a su bolsillo y de él sacó una pequeña bolsa con galeones. Matthew venía preparado para cuando Gertrudis, la mujer del carrito de chuches, hiciera aparición en aquel vagón.
Entonces la puerta se abrió y dejó ver a un individuo. Matthew giró su vista hacia él con una expresión tranquila. -Oh, hola ahí, soy el bibliotecario...- saludó con una sonrisa. -Pensé que no tendría compañía en este viaje...- dijo señalándolo con un dedo, para luego llevarse una mano pensativo a la barbilla. -Demonios, ¿dónde están mis modales? toma asiento por favor.- señaló el asiento delante suya.
Giró su cuerpo y caminó a lo largo del andén, observando a los que iban y venían, a muchos dedicándoles sonrisas, saludándoles, a otros meramente asintiendo, hasta que dio a parar con el vagón que, había decidido, sería en el que viajaría aquel año. Mirando a ambos lados de la estación, se internó en la maravilla industrial que suponía aquel tren de finales del s.XIX, una reliquia sin precedentes. Se puso las gafas que le suponían un look muchísimo más serio, para luego comenzar a observar los interiores de las cabinas, cercionándose de que algún sitio se encontrara libre; no le gustaba aparecer y cortar conversaciones así como así.
Encontró una cabina libre y deslizó la puerta corredera para luego entrar en el lugar y cerrarla detrás de sí. Dejó sus pertenencias en uno de los compartimentos superiores y se sentó junto a la ventana, su mirada escrutando el exterior con avidez. Una sonrisa tonta se reflejó en su rostro ante las maravillas mágicas y arquitectónicas del mundo en el que vivía, rápidamente se llevó la mano izquierda a su bolsillo y de él sacó una pequeña bolsa con galeones. Matthew venía preparado para cuando Gertrudis, la mujer del carrito de chuches, hiciera aparición en aquel vagón.
Entonces la puerta se abrió y dejó ver a un individuo. Matthew giró su vista hacia él con una expresión tranquila. -Oh, hola ahí, soy el bibliotecario...- saludó con una sonrisa. -Pensé que no tendría compañía en este viaje...- dijo señalándolo con un dedo, para luego llevarse una mano pensativo a la barbilla. -Demonios, ¿dónde están mis modales? toma asiento por favor.- señaló el asiento delante suya.
Matthew S. EnglewoodBIBLIOTECARIO DE HOGWARTS - Mensajes : 84
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Fecha de inscripción : 16/03/2011
Re: Vuelve la magia [James S. Potter]
- A que no te atreves, Potter - río, como un condenado, Longbottom, quien comenzaba a sacarme de quicio con sus apuestas. - Claro que no lo hará, es un cobarde - aseguró Prewett a su lado. Fred en tanto simplemente sonreía observando el exterior. Vaya primito me gastaba que nunca me apoyaba.
- Ya verán... - murmuré a regañadientes poniéndome de pie y caminando, de forma sigilosa y gacha, hasta la cabina de en frente, donde el profesor de Pociones acomodaba sus bolsos con suma pereza sobre la barra en las cabezas de los asientos del tren. Saqué de mi bolsillo la pluma que habitamos preparado antes de subir al tren y la dejé caer en el suelo. - Wingardium Leviosa - susurré por lo bajo apuntando dicha pluma que comenzó a ascender de forma lenta hasta las narices del profesor, quien luego de tratar de reprimir el aire, estornudó de forma tan estruendosa que dejó caer su maletín, se abrió, y su ropa interior con diseños de sapos se desparramaron por todo el vagón.
La carcajada de mis compañeros en frente fue espontanea, tan así que tuve que moverme rápido y ocultarme, apoyándome de espalda a la pared, para que el profesor no me viera. Mis ojos se centraron en mi amigos, y Fred me hizo el gesto con nariz, el clásico gesto que teníamos para que, en caso de emergencia, corriéramos. Y sin esperar más, así lo hice. Corrí como alma que se lleva el diablo hasta el siguiente vagón del tren. Volteé mi rostro para ver hacía atrás, y como era de esperarse el profesor y su ganchuda nariz se asomaron desde el vagón, buscando al culpable. Lo vi increparles a mis amigos. Me sentía seguro en el vagón continuo, por lo menos hasta que su mirada se cruzó con la mía, por las ventanas que las puertas que separaban los vagones. Nuevamente eché a correr y entré en el primer vagón que encontré cerrando la puerta detrás de mi. Dentro se encontraba un sujeto de apariencia desaliñada y mirada un tanto lunática.
- James Potter, un gusto - me presenté tan rápido que no supe si habría entendido lo que le dije. Escuché a mi espalda los pasos del profesor y me senté de un salto, con tal nerviosismo, que una de mis piernas le pegó con fuerza en la canilla a mi acompañante. Musité una disculpa tan rápido como pude antes de que el profesor entrara. - ¡James Sirius Potter! - exclamó el profesor nada más al verme. - ¡Se qué fuiste tu, joven del demonio! - aseguró, increpandome con su dedo y aproximándose para tomarme de la túnica. - No se de qué habla, profesor, yo he estado todo el trayecto aquí, con el nuevo bibliotecario - mentí, mirando al tal Matthew con una expresión suplicante.
- Ya verán... - murmuré a regañadientes poniéndome de pie y caminando, de forma sigilosa y gacha, hasta la cabina de en frente, donde el profesor de Pociones acomodaba sus bolsos con suma pereza sobre la barra en las cabezas de los asientos del tren. Saqué de mi bolsillo la pluma que habitamos preparado antes de subir al tren y la dejé caer en el suelo. - Wingardium Leviosa - susurré por lo bajo apuntando dicha pluma que comenzó a ascender de forma lenta hasta las narices del profesor, quien luego de tratar de reprimir el aire, estornudó de forma tan estruendosa que dejó caer su maletín, se abrió, y su ropa interior con diseños de sapos se desparramaron por todo el vagón.
La carcajada de mis compañeros en frente fue espontanea, tan así que tuve que moverme rápido y ocultarme, apoyándome de espalda a la pared, para que el profesor no me viera. Mis ojos se centraron en mi amigos, y Fred me hizo el gesto con nariz, el clásico gesto que teníamos para que, en caso de emergencia, corriéramos. Y sin esperar más, así lo hice. Corrí como alma que se lleva el diablo hasta el siguiente vagón del tren. Volteé mi rostro para ver hacía atrás, y como era de esperarse el profesor y su ganchuda nariz se asomaron desde el vagón, buscando al culpable. Lo vi increparles a mis amigos. Me sentía seguro en el vagón continuo, por lo menos hasta que su mirada se cruzó con la mía, por las ventanas que las puertas que separaban los vagones. Nuevamente eché a correr y entré en el primer vagón que encontré cerrando la puerta detrás de mi. Dentro se encontraba un sujeto de apariencia desaliñada y mirada un tanto lunática.
- James Potter, un gusto - me presenté tan rápido que no supe si habría entendido lo que le dije. Escuché a mi espalda los pasos del profesor y me senté de un salto, con tal nerviosismo, que una de mis piernas le pegó con fuerza en la canilla a mi acompañante. Musité una disculpa tan rápido como pude antes de que el profesor entrara. - ¡James Sirius Potter! - exclamó el profesor nada más al verme. - ¡Se qué fuiste tu, joven del demonio! - aseguró, increpandome con su dedo y aproximándose para tomarme de la túnica. - No se de qué habla, profesor, yo he estado todo el trayecto aquí, con el nuevo bibliotecario - mentí, mirando al tal Matthew con una expresión suplicante.
James S. PotterGRYFFINDOR - Mensajes : 918
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Re: Vuelve la magia [James S. Potter]
El chico que había entrado al compartimento del bibliotecario parecía nervioso, evidentemente lo estaba. Sintió el golpe en la canilla mientras se sentaba de forma apresurada, tomando posición delante de él. James Potter había hecho una valiosísima entrada en la que Matthew había podido analizar al espécimen en conjunto. Seguramente había cometido algún tipo de trastada y ahora se escondía, presa del miedo al castigo. -Encantado, James.
Entonces la puerta se abrió y dejó paso al profesor de pociones que, encolerizado, llamó por su nombre completo a aquel rebelde. No quiso hacer mención a su apellido, pero claro que tenía renombre, resultaba ser uno de los hijos de "el elegido" según tenía entendido. El bibliotecario enseñó una hilera de limpios y perfectos dientes mientras tragaba saliva ante aquella situación. Un intercambio de miradas fue suficiente para que Matthew se levantara y posicionara la mano en el pecho del profesor, apartándolo del alumno y haciéndose paso entre ambos, interfiriendo.
Centró su mirada entornada en la del maestro de pociones, descifrando con su legeremancia que el joven Potter le había gastado una mera broma. -Tranquilo, amigo...- dijo todavía con su mano en el hombro de aquel mago, para luego retirarla y cerrarla en un gesto un tanto hosco y feo.
-Potter se encontraba conmigo... hablando sobre ciertos asuntos, muy curiosos.- ambas manos en los bolsillos, volviendo su vista hacia James para asentir con energía y luego volver a centrar una mirada alterada por una sonrisa amplia y agradable. -Quizás la generalización le jugó una mala pasada...- lo acompañó hacia la salida del compartimento, ahora con una mano apoyada en la espalda de éste. -Es uno de los grandes males de los profesores, según un suculento y excelente volúmen que conservo en la biblioteca.- señaló curioso. -Siéntase cómodo de venir a hacerme una visita de vez en cuando, le podré prestar libros que le harán dejar de comportarse como un mero profesor y comenzar a ser un educador de verdad.- directo, incluso hiriente, aunque el sujeto parecía trastornado por las palabras del bibliotecario.
-Además, creo que tenemos un serio problema de identidad sexual.- le susurró al oído, evitando que James los oyera. -El jovencito parece estar confundido por un afecto que siente por un amigo.- el profesor de pociones y Matthew se giraron hacia James que se encontraba allí, todavía sentado. Englewood miró de reojo la reacción del maestro, que negó con la cabeza mientras se iba mascullando; Ya decía yo... que aquella apariencia no podía ser tomada en serio.
Matthew cerró la puerta de espaldas, quedando apoyado sobre ella mientras veía al alumno. -Vale, eso fue muy violento.- dijo más para sí mismo que para él, pero le gustaba jugar con la imagen que las personas tenían entre ellas. -¿Por qué le hiciste toser con una pluma y que así se le cayeran los bultos con ropa interior comprometedora?- desbarató el plan, curioso, llevándose una mano a la barbilla.
Entonces la puerta se abrió y dejó paso al profesor de pociones que, encolerizado, llamó por su nombre completo a aquel rebelde. No quiso hacer mención a su apellido, pero claro que tenía renombre, resultaba ser uno de los hijos de "el elegido" según tenía entendido. El bibliotecario enseñó una hilera de limpios y perfectos dientes mientras tragaba saliva ante aquella situación. Un intercambio de miradas fue suficiente para que Matthew se levantara y posicionara la mano en el pecho del profesor, apartándolo del alumno y haciéndose paso entre ambos, interfiriendo.
Centró su mirada entornada en la del maestro de pociones, descifrando con su legeremancia que el joven Potter le había gastado una mera broma. -Tranquilo, amigo...- dijo todavía con su mano en el hombro de aquel mago, para luego retirarla y cerrarla en un gesto un tanto hosco y feo.
-Potter se encontraba conmigo... hablando sobre ciertos asuntos, muy curiosos.- ambas manos en los bolsillos, volviendo su vista hacia James para asentir con energía y luego volver a centrar una mirada alterada por una sonrisa amplia y agradable. -Quizás la generalización le jugó una mala pasada...- lo acompañó hacia la salida del compartimento, ahora con una mano apoyada en la espalda de éste. -Es uno de los grandes males de los profesores, según un suculento y excelente volúmen que conservo en la biblioteca.- señaló curioso. -Siéntase cómodo de venir a hacerme una visita de vez en cuando, le podré prestar libros que le harán dejar de comportarse como un mero profesor y comenzar a ser un educador de verdad.- directo, incluso hiriente, aunque el sujeto parecía trastornado por las palabras del bibliotecario.
-Además, creo que tenemos un serio problema de identidad sexual.- le susurró al oído, evitando que James los oyera. -El jovencito parece estar confundido por un afecto que siente por un amigo.- el profesor de pociones y Matthew se giraron hacia James que se encontraba allí, todavía sentado. Englewood miró de reojo la reacción del maestro, que negó con la cabeza mientras se iba mascullando; Ya decía yo... que aquella apariencia no podía ser tomada en serio.
Matthew cerró la puerta de espaldas, quedando apoyado sobre ella mientras veía al alumno. -Vale, eso fue muy violento.- dijo más para sí mismo que para él, pero le gustaba jugar con la imagen que las personas tenían entre ellas. -¿Por qué le hiciste toser con una pluma y que así se le cayeran los bultos con ropa interior comprometedora?- desbarató el plan, curioso, llevándose una mano a la barbilla.
Matthew S. EnglewoodBIBLIOTECARIO DE HOGWARTS - Mensajes : 84
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Fecha de inscripción : 16/03/2011
Re: Vuelve la magia [James S. Potter]
Una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro. Mi pecho erguido y una ceja alzada indicaban que yo, como siempre, tenía la razón, aunque en éste caso hubiera sido por la ayuda del bibliotecario. Caminé dando brinquitos, con cierto desplante divertido y armonioso para sentarme de un brinco nuevamente. Posé mis manos en mi nuca y me eché hacia atrás, esperando que Matthew despachara luego al profesor del vagón. - Te debo una viejo - agradecí mirándolo de soslayo cuando el profesor se retiró.
Lo observé extrañado unos instantes. Yo en ningún momento había mencionado que... Legeremancia. Vaya, vaya, el nuevo bibliotecario tenía lo suyo, quizás sería bastante conveniente tenerlo de nuestro lado que del lado de los profesores, pues la biblioteca resultaba ser bastante aburrida cuando la señora Pince estaba a cargo. - Digamos que... fue cosa de orgullo - respondí a su pregunta con una amplia sonrisa. - Y usted... ¿Es nuevo, no? ¿Qué ocurrió con la señora Pince? ¿ya murió? - pregunté curioso. Si esa vieja ya no estaba más cuidando la biblioteca, quizás podría estar más cinco minutos sin que me sacaran de lugar. Por fin después de 7 años podría conocer la biblioteca de hogwarts...
Desvié la mirada hacía el exterior, íbamos en medio de un puente sobre un enorme río. Las corrientes parecían fuertes y pareciera que pudiéramos tocar las nubes si sacáramos las manos por la ventana. A la distancia pude ver una extraña criatura sobrevolar los cielos. - Qué carajo es eso... - murmuré apoyándome con ambas manos en la ventana, forzando la vista. ¿Un pegazo? ¿Un hipogrifo? No, era oscuro, con forma de humano, pero mucho más grande, como una sombra densa que sobrevolaba el cielo.
Lo observé extrañado unos instantes. Yo en ningún momento había mencionado que... Legeremancia. Vaya, vaya, el nuevo bibliotecario tenía lo suyo, quizás sería bastante conveniente tenerlo de nuestro lado que del lado de los profesores, pues la biblioteca resultaba ser bastante aburrida cuando la señora Pince estaba a cargo. - Digamos que... fue cosa de orgullo - respondí a su pregunta con una amplia sonrisa. - Y usted... ¿Es nuevo, no? ¿Qué ocurrió con la señora Pince? ¿ya murió? - pregunté curioso. Si esa vieja ya no estaba más cuidando la biblioteca, quizás podría estar más cinco minutos sin que me sacaran de lugar. Por fin después de 7 años podría conocer la biblioteca de hogwarts...
Desvié la mirada hacía el exterior, íbamos en medio de un puente sobre un enorme río. Las corrientes parecían fuertes y pareciera que pudiéramos tocar las nubes si sacáramos las manos por la ventana. A la distancia pude ver una extraña criatura sobrevolar los cielos. - Qué carajo es eso... - murmuré apoyándome con ambas manos en la ventana, forzando la vista. ¿Un pegazo? ¿Un hipogrifo? No, era oscuro, con forma de humano, pero mucho más grande, como una sombra densa que sobrevolaba el cielo.
James S. PotterGRYFFINDOR - Mensajes : 918
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Re: Vuelve la magia [James S. Potter]
-¿Viejo?- dijo con una mueca, una ceja alzada, sus ojos de contornos arrugados completamente centrados en Potter. -Tengo como mínimo siete años más que tú... todavía soy joven para tener ese distintivo.- le señaló evidente, mientras se dejaba sentar frente al rebelde aquel, observándolo mientras contestaba que aquello era cosa de orgullo. -Ah, el reto...- suspiró con una sonrisa divertida. -La trampa mortal del tonto.- dijo mientras le golpeaba en la pierna con levedad, nervioso. Sí, lo estaba denominando tonto y poco le importaba que lo supiera. Muchas veces Matthew no medía ni sus acciones ni sus palabras, parecía tener uno de esos trastornos obsesivo-compulsivos, pero de momento no parecía afectarle... demasiado.
La pregunta de él le hizo sonreír mostrando la hilera de dientes, asintiendo con cierto nerviosismo, para luego sopesar la idea de que la señorita Pince hubiera muerto. -No sé si me dijeron que estaba definitivamente muerta... o disfrutando de su jubilación.- se quedó pensativo, unos instantes, su rostro ligeramente inclinado y sus labios entreabiertos. Sus ojos achinados, pensativo, intentando recordar. -Como sea.- señaló rápidamente negando con ambas palmas de la mano. - Estará disfrutando de un merecido descanso de ambas maneras.- un humor un tanto negro, caricaturesco. Sus ávidos ojos se centraron en las facciones del chico que sin duda destilaba el porte de un descendiente de Harry Potter.
-Soy el nuevo bibliotecario, así es.- afirmó de nuevo con una sonrisa, orgulloso y feliz de su trabajo. -Espero que si realizas cualquier tipo de visita a MI biblioteca no sea más que para informarte.- explicó. -Si hay algo sagrado, es el silencio, la quietud y la perfección que se respira en una biblioteca.
Algo pareció llamar la atención del joven James y el bibliotecario giró su ávida mirada hacia un punto negro en el horizonte que parecía acercarse cada vez más. Era algo envuelto en negro, que levitaba y llevaba una prenda oscura enmarañada. -No puede ser...- susurró, aún sabiendo que su nuevo amigo podía escucharlo. Entrecerró ambos ojos, recordando épocas pasadas. -Son dementores... antiguos guardianes de Azkaban.- sus ojos observaban a la criatura con una mezcla de curiosidad y ansia terrible y fascinante. -¿Ezra Knnox los habrá vuelto a poner en funcionamiento?
-Desde el derrocamiento de Lord Voldemort no habían vuelto a asomar la cabeza por los páramos del mundo mágico y muggle...- sabía que aquella historia tocaba de lleno al chaval. Giró su mirada hacia él con una sonrisa en los labios, mientras lo golpeaba levemente con el codo. -No me puedo creer que tu padre no te hablara nunca de estas criaturas...
El ser se acercaba cada vez más al expreso y, por un momento, pudo comprobar cómo el cristal comenzaba a helarse, cada vez más frío. -Saca tu varita, por si las moscas...- dijo mientras sacaba la suya del bolsillo, su mirada puesta en la criatura todavía, su boca entreabierta. - Los dementores se espantan con el patronus... ¿cuántos años tienes, chico? ¿Ya controlas el susodicho hechizo?
La pregunta de él le hizo sonreír mostrando la hilera de dientes, asintiendo con cierto nerviosismo, para luego sopesar la idea de que la señorita Pince hubiera muerto. -No sé si me dijeron que estaba definitivamente muerta... o disfrutando de su jubilación.- se quedó pensativo, unos instantes, su rostro ligeramente inclinado y sus labios entreabiertos. Sus ojos achinados, pensativo, intentando recordar. -Como sea.- señaló rápidamente negando con ambas palmas de la mano. - Estará disfrutando de un merecido descanso de ambas maneras.- un humor un tanto negro, caricaturesco. Sus ávidos ojos se centraron en las facciones del chico que sin duda destilaba el porte de un descendiente de Harry Potter.
-Soy el nuevo bibliotecario, así es.- afirmó de nuevo con una sonrisa, orgulloso y feliz de su trabajo. -Espero que si realizas cualquier tipo de visita a MI biblioteca no sea más que para informarte.- explicó. -Si hay algo sagrado, es el silencio, la quietud y la perfección que se respira en una biblioteca.
Algo pareció llamar la atención del joven James y el bibliotecario giró su ávida mirada hacia un punto negro en el horizonte que parecía acercarse cada vez más. Era algo envuelto en negro, que levitaba y llevaba una prenda oscura enmarañada. -No puede ser...- susurró, aún sabiendo que su nuevo amigo podía escucharlo. Entrecerró ambos ojos, recordando épocas pasadas. -Son dementores... antiguos guardianes de Azkaban.- sus ojos observaban a la criatura con una mezcla de curiosidad y ansia terrible y fascinante. -¿Ezra Knnox los habrá vuelto a poner en funcionamiento?
-Desde el derrocamiento de Lord Voldemort no habían vuelto a asomar la cabeza por los páramos del mundo mágico y muggle...- sabía que aquella historia tocaba de lleno al chaval. Giró su mirada hacia él con una sonrisa en los labios, mientras lo golpeaba levemente con el codo. -No me puedo creer que tu padre no te hablara nunca de estas criaturas...
El ser se acercaba cada vez más al expreso y, por un momento, pudo comprobar cómo el cristal comenzaba a helarse, cada vez más frío. -Saca tu varita, por si las moscas...- dijo mientras sacaba la suya del bolsillo, su mirada puesta en la criatura todavía, su boca entreabierta. - Los dementores se espantan con el patronus... ¿cuántos años tienes, chico? ¿Ya controlas el susodicho hechizo?
Matthew S. EnglewoodBIBLIOTECARIO DE HOGWARTS - Mensajes : 84
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Fecha de inscripción : 16/03/2011
Re: Vuelve la magia [James S. Potter]
¿Era idea mía o me estaba llamando tonto? No sabría decir qué pasaría por la cabeza del bibliotecario, pues era un sujeto bastante extraño, aveces no sabía si reír o ponerme serio con lo que decía. De hecho, tan contrariado me sentía en la conversación que de momentos sonreía de forma nerviosa, tal como él lo hacía, incrédulo también. ¿Sería contagioso?.
Ambos nos quedamos pensativos unos instantes. ¿Qué edad tendría ya la señora Pince? ¿110, 150? Como fuera, el bibliotecario en algo tenía razón, de seguro la señora Pince estaría disfrutando de un merecido descanso. - Y ni flores le pude comprar para despedirla - musité aún sumergido en la nube de pensamientos. Negué con la cabeza apartando las imágenes de mi mente y rodé los ojos ante su "aclaración". - Claro, soy bastante responsable, imaginará usted. Como todo Potter, Señor, como todo Potter... - patrañas. Como todo Potter sabía como meterme en problemas, y claramente salir ileso de ellos.
Posé mis ojos en el bibliotecario mientras lo escuchaba murmurar. El señor Knnox, el ministro de magia que a mi padre tanta confianza le entregaba. No tenía aún el gusto de conocerlo en persona, pues de un tiempo a ésta parte no me ha interesado acercarme al ministerio para visitar a mi padre como lo hacía de niño. Los tiempos han cambiado, y el viejo se a puesto cada vez más insoportable. Dementores... con que esos eran los famosos captores de tus alegrías y felicidades, el miedo y la tristeza en persona. - Claro que había escuchado de ellos, pero jamás los había visto en persona - murmuré por lo bajo, con la mirada fija en la criatura, como si alguien estuviera escuchándonos y no quisiera que lo hiciera. El Dementor poco a poco se aproximaba hasta el ferrocarril y me aparté de forma brusca de la ventana cuando vi que ésta comenzaba a helarse. Observé al bibliotecario sacar su varita e hice lo mismo con cierta incredulidad. Nunca había visto un Dementor en persona, no sabía bien como reaccionar, y al menos en clases nunca nos habían enseñado el Expecto Patronum.
- Mi padre nos enseñó a mi y mi hermano pero... - la ventana se abrió de golpe y la criatura, con pereza se acercaba hasta nosotros. No pude moverme, el frío recorrió mi cuerpo, mi padre fue lo primero que entró a mi mente, sus cambios de actitud tan notorios en forma tan progresiva, su mirada esmeralda destellar cierto color escarlata cuando se enfadaba. La tristeza de mi madre al ver como la familia poco a poco se desmoronaba. El miedo a llegar siquiera a sentir miedo.
Ambos nos quedamos pensativos unos instantes. ¿Qué edad tendría ya la señora Pince? ¿110, 150? Como fuera, el bibliotecario en algo tenía razón, de seguro la señora Pince estaría disfrutando de un merecido descanso. - Y ni flores le pude comprar para despedirla - musité aún sumergido en la nube de pensamientos. Negué con la cabeza apartando las imágenes de mi mente y rodé los ojos ante su "aclaración". - Claro, soy bastante responsable, imaginará usted. Como todo Potter, Señor, como todo Potter... - patrañas. Como todo Potter sabía como meterme en problemas, y claramente salir ileso de ellos.
Posé mis ojos en el bibliotecario mientras lo escuchaba murmurar. El señor Knnox, el ministro de magia que a mi padre tanta confianza le entregaba. No tenía aún el gusto de conocerlo en persona, pues de un tiempo a ésta parte no me ha interesado acercarme al ministerio para visitar a mi padre como lo hacía de niño. Los tiempos han cambiado, y el viejo se a puesto cada vez más insoportable. Dementores... con que esos eran los famosos captores de tus alegrías y felicidades, el miedo y la tristeza en persona. - Claro que había escuchado de ellos, pero jamás los había visto en persona - murmuré por lo bajo, con la mirada fija en la criatura, como si alguien estuviera escuchándonos y no quisiera que lo hiciera. El Dementor poco a poco se aproximaba hasta el ferrocarril y me aparté de forma brusca de la ventana cuando vi que ésta comenzaba a helarse. Observé al bibliotecario sacar su varita e hice lo mismo con cierta incredulidad. Nunca había visto un Dementor en persona, no sabía bien como reaccionar, y al menos en clases nunca nos habían enseñado el Expecto Patronum.
- Mi padre nos enseñó a mi y mi hermano pero... - la ventana se abrió de golpe y la criatura, con pereza se acercaba hasta nosotros. No pude moverme, el frío recorrió mi cuerpo, mi padre fue lo primero que entró a mi mente, sus cambios de actitud tan notorios en forma tan progresiva, su mirada esmeralda destellar cierto color escarlata cuando se enfadaba. La tristeza de mi madre al ver como la familia poco a poco se desmoronaba. El miedo a llegar siquiera a sentir miedo.
James S. PotterGRYFFINDOR - Mensajes : 918
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Re: Vuelve la magia [James S. Potter]
-Falacias...- respondió el bibliotecario con la mirada puesta todavía en el arcaico ente que tenían frente a ellos. Un maldito dementor, allí mismo, ¿el ministerio se estaba volviendo loco? La paranoia crecía, el miedo a los malditos neo-mortífagos aumentaba y no era para menos. -Tu apellido te delata, colega, eres una especie de agujero negro de experiencias terribles pero a la vez gratificantes y de una esperanzadora salvación contínua.- poético, mientras se giraba hacia él con completa seriedad, fascinado por el muchacho. -Eres caos... pero a la vez sabes controlarte... eres un Potter de pies a cabeza.
Pero ahora no podía maravillarse con el elemento histórico que tenía delante. Por mucha sangre de "elegido" que tuviera, ahora mismo estaban observando al dementor acercarse cada vez más, la ventana congelándose y llenando la estancia de un frío terrible. Cada vez estaba más extrañado con la situación, pero todavía se mantenía con la varita alerta, mientras escuchaba sobre las nociones d e patronus que tenía James. -Malditos profesores de DCAO y Encantamientos.- bufó ciertamente enfadado, variante en todo momento, un cuadro psicológico perfecto. -Ya lo dije veces, el Patronus ha de ser el primer hechizo en enseñar. Repele criaturas oscuras de la índole del dementor y además sirve de fiel mensajero...- le señaló con una verborragia un tanto innecesaria para el momento. -Menos expelliarmus y Wingardium Leviosa... más patronus.
-Con el Wingardium puedes levitar cosas, ya está... Te puedo asegurar que con eso no podrías conseguir más que hacerlo reír antes de que te diera el horrible beso.- señaló. -No sirve para nada.- apoyó la barbilla en su mano, mientras observaba al dementor acercarse cada vez más. -Bueno, nada excepto bajar más aún la confianza personal del profesor de Pociones de turno.
Poco pudo hablar de más, pues la criatura en cuestión abrió la ventana con fuerza y el dementor se acercó lentamente hacia ellos. El frío se intensificó, pensamientos tristes inundaron la mente del bibliotecario que pasó por un par de malos momentos en su vida, antes de levantar la varita hacia la ventana. -Vamos, inténtalo, debemos de expulsarlo entre ambos.- le dijo al chico, lanzando un primer patronus que golpeó al dementor y lo alejó un poco. -Espero que el ministerio nos perdone...- una sonrisa endemoniada apareció en su rostro a la vez que veía resentirse a la criatura. Giró su mirada hacia su nuevo amigo y lo apremió;
-¡Demonios! ¿Crees que la criatura se irá sola? ¡Vamos, te toca!
Pero ahora no podía maravillarse con el elemento histórico que tenía delante. Por mucha sangre de "elegido" que tuviera, ahora mismo estaban observando al dementor acercarse cada vez más, la ventana congelándose y llenando la estancia de un frío terrible. Cada vez estaba más extrañado con la situación, pero todavía se mantenía con la varita alerta, mientras escuchaba sobre las nociones d e patronus que tenía James. -Malditos profesores de DCAO y Encantamientos.- bufó ciertamente enfadado, variante en todo momento, un cuadro psicológico perfecto. -Ya lo dije veces, el Patronus ha de ser el primer hechizo en enseñar. Repele criaturas oscuras de la índole del dementor y además sirve de fiel mensajero...- le señaló con una verborragia un tanto innecesaria para el momento. -Menos expelliarmus y Wingardium Leviosa... más patronus.
-Con el Wingardium puedes levitar cosas, ya está... Te puedo asegurar que con eso no podrías conseguir más que hacerlo reír antes de que te diera el horrible beso.- señaló. -No sirve para nada.- apoyó la barbilla en su mano, mientras observaba al dementor acercarse cada vez más. -Bueno, nada excepto bajar más aún la confianza personal del profesor de Pociones de turno.
Poco pudo hablar de más, pues la criatura en cuestión abrió la ventana con fuerza y el dementor se acercó lentamente hacia ellos. El frío se intensificó, pensamientos tristes inundaron la mente del bibliotecario que pasó por un par de malos momentos en su vida, antes de levantar la varita hacia la ventana. -Vamos, inténtalo, debemos de expulsarlo entre ambos.- le dijo al chico, lanzando un primer patronus que golpeó al dementor y lo alejó un poco. -Espero que el ministerio nos perdone...- una sonrisa endemoniada apareció en su rostro a la vez que veía resentirse a la criatura. Giró su mirada hacia su nuevo amigo y lo apremió;
-¡Demonios! ¿Crees que la criatura se irá sola? ¡Vamos, te toca!
Matthew S. EnglewoodBIBLIOTECARIO DE HOGWARTS - Mensajes : 84
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