El regalo perfecto (James Potter)

por **Dominique Weasley** Miér Abr 27, 2011 7:49 pm

Hacia exactamente una semana atrás había recibido una carta de parte de mi abuela materna, desde Francia, donde me contaba sobre sus viajes y los muchos lugares que había conocido. Estaba bastante anciana, pero no por eso dejaba de disfrutar de lo hermoso de la vida, y esa era una de las grandes cosas que admiraba de ella. Había leído su carta y finalmente vi el mayor motivo por el cual me había escrito. Un tiempo atrás me había contado que su gata estaba preñada y lo primero que hice fue pedirle uno de los gatitos para regalárselo a alguien a quien sabía que le encantaría. La gata ya los había tenido y era por eso por lo que me escribía. Me alegré mucho y dijo que dentro de una semana tenía que hacer un viaje a Londres por lo que aprovecharía de llevarlo y entregármelo.

Durante toda la semana estuve ansiosa por que llegara el día sábado, mi madre había hablado con la jefa de nuestra casa en Hogwarts para que nos dejaran a mi hermano y a mi salir a Londres y así poder reunirnos con nuestra abuela y me alegraba de sobremanera el verla de nuevo y me fascinaba mucho más al saber el regalo tan esperado que traía. Al llegar el día, Louis y yo fuimos hasta Hogsmeade, donde nos trasladamos hasta el callejón Diagon mediante la red Flu. Yo podía aparecerme, pero mi hermano no, así que optamos por ese medio de transporte. Habíamos quedado de reunirnos en la heladería a la que siempre íbamos cuando estábamos de compras en ese afamado callejón. Cuando al fin nos reunimos con nuestra abuela, la saludamos cariñosamente como siempre que la veíamos y luego de eso me entregó el hermoso gatito. Supe enseguida que sería el regalo perfecto para mi primo y el solo hecho de imaginar su sonrisa cuando viera el regalo que tenía para él, me alegró el día. Sin duda hacer feliz a mis seres queridos era algo que me hacía inmensamente feliz a mí.

Luego de pasar la mayor parte del la mañana con nuestra abuela, nos despedimos algo tristes por la separación pero me repuse rápidamente cuando Louis y yo nos fuimos a la tienda de nuestros tíos, donde sabía que James estaría ese día. En cuanto llegamos mi hermano se separó de mi y comenzó a recorrer el lugar, viendo los nuevos productos que vendían ahí y fascinado tratando de elegir algo que comprar. Yo por mi parte, me dirigí directo a la tras tienda, donde sospechaba que estaba James. Me detuve antes y alcé al gatito con delicadeza mientras lo observaba con una radiante sonrisa – eres la cosa más tierna que he visto en mucho tiempo, estoy segura que le encantarás – luego de decir eso estreché a la criatura tierna y delicadamente entre mis brazos, evitando lastimarlo – le encantarás – repetí feliz, mimando al pequeño animal antes de dárselo a su nuevo dueño, quien esperaba lo recibiera con la misma alegría que sentía yo al regalárselo.

Spoiler:

por **James S. Potter** Miér Abr 27, 2011 8:15 pm

Segundo fin de semana de Octubre.

- Comon, ebribare! Comon! Ebribare! - cantaba con mi ingles soo perfect cabeceando a full mientras atendía a los clientes en Sortilegios Weasley. Por fin había podido hacerme un fin de semana para ayudar en el local y a mi tío George le vino de maravilla, pues el tío Ron había tenido que salir de improviso ése sábado. Amaba mi nuevo mp7 muggle y más aún escuchar la música muggle de hoy en día, el Rock muggle era lo mejor, aunque los audífonos que utilizaban eran muy extraños, aveces me sentía violado por el oído, literalmente hablando. Cuando terminó la lista de reproducción retiré mis audífonos de las orejas y dejé el mp7 sobre el mesón.

Introduje mi dedo en mi oído y lo hurgué con fuerza, aún sentía una especie de pitido en su interior... o eso creía hasta que me dí cuenta que el "pitido" no era más que la voz de mi primita Domie. Era tan divertida e ingenua que siempre me tentaba de sacar su lado oscuro, sin exito alguno claro está, aunque eso era lo que la hacía divertida, era como si nunca se percatara de mis dobles intenciones. - ¿A quien le encantaré? - pregunté divertido al escucharla balbucear. - Sé que soy tierno, Domi, no tienes que recalcarmelo cada vez que me veas... Ok, si, puedes hacerlo - arrugué la nariz y le saqué la lengua apoyándome en el mostrado. Noté para quien iban los verdaderos halagos, un pequeño gatito negro con una peculiar mancha blanca en la pancita. - ¿Y ése bicho? - pregunté arqueando una ceja y alcé mi vista buscando a George. Estaban prohibidos los gatos en el local. - Será mejor que tío George no nos vea o estaremos en problemas, y el pobre bicho ése sacará la peor parte - le dije aún mirando a mi alrededor algo preocupado, pero como no vi al tío George decidí relajarme y me encogí de hombros.

- ¿Qué te trae por aquí, cuatrojos? - pregunté apoyando mis codos sobre la mesa y mi mentón sobre las palmas de mis manos abiertas. Incliné mi cuerpo en el acto y moví mi trasero de lado a lado, balanceándolo con soltura. Fruncí mi labio inferior y me quedé mirando al gatito que me observaba con timidez. A decir verdad parecía observar todo nuestro al rededor con timidez, como recién salido del cascaron. Por otro lado, Domi se veía sencillamente hermosa. Aveces maldecía a Merlín y todos los cuatro creadores de Hogwarts por darme primas tan bonitas. Donde viera alguna chica sexy había una Weasley involucrada, maldita mi suerte. Suspiré.

por **Dominique Weasley** Jue Ago 04, 2011 6:08 pm

Seguía con los mimos al pequeño animal, cuando una voz ya demasiado familiar se escuchó a cierta distancia de mí. Me giré y ahí estaba mi primo, y como siempre, hacía un comentario con su ego bastante grande, muy típico de él, pero que a mi parecer, su ego ya era parte de él y en ocasiones lo hacía encantador. Eso ya era parte de su ser – Por ahora a nadie, primito, no sufras por eso – medio bromee. James solía encantarle a todo el mundo. Pero ¿Qué Weasley o Potter no gustaba a todo el mundo? Ok, eso sonaba demasiado ególatra. Reí ante su siguiente comentario y negué – tú no eres tierno James. Tú eres…- mejor decidí omitir comentario alguno sobre qué era él. Fruncí el ceño cuando le dijo bicho al gatito – ¿Acaso le viste cara de bicho? – refunfuñé, pero enseguida sonreí y lo alcé frente a él – dime que no es el bich…gato, el gato más lindo – cielos, diciéndole que no era un bicho y casi le había dicho yo misma así.

Dejé de alzarlo y lo oculté entre mis brazos, esperando que el tío George no lo hubiera visto – no ví ningún letrero afuera que prohibiera los gatos – miré con un poco de culpabilidad a mi primo, por no haberme fijado en eso, pero luego lo dejé pasar, no era como que a mi me importara demasiado si me regañaban o no – bueno, no importa, si el tío se da cuenta que traje un gato y me regaña, tú me defiendes – medio bromee y le puse la más encantadora de mis sonrisas, con ojitos incluidos - ¿o no? – alcé una ceja esperando a su respuesta. Tampoco es que como si fuera a creer que mi tío me regañaría, a veces mi linda sonrisa me ayudaba a zafarme de problemas con mis tíos o primos. Miré hacia donde estaba toda la gente y escudriñé cada rincón, viendo a lo lejos a tío George – bueno, mejor prevenir que lamentar – comenté, caminando tras el mesón, junto a James y dejando en el sueño al gatito, que en esos momentos había cerrado sus ojitos, dormido, por lo que no se escaparía ni nada. Al menos ahí estaba oculto de los ojos enojados de mi tío George.

Ahora que estaba junto a mi primo y aprovechando que él estaba inclinado sobre el mesón, lo abracé por su costado y besé su mejilla, como toda una francesa saludando, a pesar de que ya llevábamos unos minutos cruzando palabras – antes salúdame y luego llámame cuatrojos – volví a alejarme y llevé mi mirada hasta el gatito para asegurarme que seguía dormido, pero no había durado nada con los ojos cerrados, ya estaba despierto, así que me incliné para volver a resguardarlo entre mis brazos – ¿no podrías buscarme un apodo más lindo? – dije mientras me erguía nuevamente, poniéndole un fingido puchero. – En fin, yo solo venía a darte un regalo, pero si lo tratas de bicho, supongo que no te gusta – suspiré mientras acariciaba suavemente la cabeza del pequeñito animal – míralo, es tan adorable – volví a suspirar y luego a mirar a mi primo a los ojos, con una ligera sonrisa.

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