Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
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Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Viernes, siete de la tarde.
Guardé el último retrato que tenía en mi oficina y me quedé parado en mitad de la misma frente a la ventana que me mostraba el mundo mágico posando mis manos en mi cadera con mi mente a miles de kilómetros de ahí mientras que un suspiro escapa de mis labios, esa sería la última vez que pisaría esa oficina después de haber estado tres años en ella, pero eso no era lo que me tenía más preocupado, o dicho de forma más correcta, melancólico. Desde que tenía nueve años había compartido risas, llanto, preocupaciones, ideales, sueños y fracasos, absolutamente todo con mi mejor amigo, Maximiliano, habíamos ido juntos a Hogwarts pasando los siete años de colegiatura en completa complicidad, luego habíamos decidido ir juntos a la academia de Aurores, en donde otros tres años de fiesta, sorpresas y alegrías nos rodearon, para finalmente terminar siendo compañeros de trabajo en el ministerio después de que nuestro entrenamiento terminó en dónde pensé que nos quedaríamos de por vida, pero el destino había querido otra cosa, el hecho de ser considerado uno de los mejores aurores por Harry y haber tenido una buena relación con McGonagall durante mis años en Hogwarts habían provocado que una nueva oferta de trabajo apareciera en mi escritorio al inicio de semana, y lamentablemente, no me había podido negar, no sólo por agradecimiento hacia Harry, sino que los sucesos acontecidos últimamente, como los ataque a las escuelas beauxbatons y durmstrang había despertado mi interés y era mi deber proteger a los chicos de ese país, no quería que mi colegio terminara en le periódico local tal y como lo habían estado los demás.
Debería estar contento por hacer mi trabajo de la mejor forma posible, y así lo demostraba ante los demás, pero no podía mentir a mi mismo, no sería justo y el hecho de saber que ya no tomaría el café cargado por la mañana junto a él, escuchándolo reclamar cada vez que se olvidaba que la máquina los daba extremadamente caliente, el verlo sonreír por mera cortesía cuando alguna compañera de trabajo salía a comprar y le traían un pequeño dulce de menta porque no se atrevía a decirles que no le gustaban en lo absoluto o el simple hecho de rodar los ojos cuando íbamos a una tienda y sólo habían refrescos de limón provocando que prefiriera cagarse de sed, hacían que mi estado anímico fuera descendiendo a pasos agigantados.
Volví a suspirar y me encogí de hombros con una sonrisa triste, el ministerio ya cerraría sus puertas y estas eran las últimas cajas que me quedaban por llevarme a casa, pues en el colegio no contaba con un despacho propio. Afortunadamente mis clases comenzaban el lunes, lo que me dejaría poco tiempo para pensar en lo mucho que extrañaría a Max. Dejé caer mis brazos mientras caminaba hacia el perchero para poder tomar mi abrigo y mi bufanda, sin embargo no alcancé ni a tocar dichas prendas cuando la puerta de mi despacho se abrió provocando que el ritmo de mis latidos se aceleraran como cada vez que ese hombre estaba frente a mis ojos, algo que obviamente el ni siquiera sospechaba - Pensé que no te vendrías a despedir - comenté con una sonrisa como si absolutamente nada pasara y aquello no fuera más que un mero tramite, el hecho de no estar en el mismo lugar no significaba que nuestra amistad peligrara ¿verdad? - ¿qué clase de amigo espera hasta última hora para decirle adiós a su mejor amigo? - lo reproché en tono de broma sacando el abrigo del perchero para luego comenzar a abotonarlo, necesitaba tener mi concentración en otra cosa que no fuera él.
Guardé el último retrato que tenía en mi oficina y me quedé parado en mitad de la misma frente a la ventana que me mostraba el mundo mágico posando mis manos en mi cadera con mi mente a miles de kilómetros de ahí mientras que un suspiro escapa de mis labios, esa sería la última vez que pisaría esa oficina después de haber estado tres años en ella, pero eso no era lo que me tenía más preocupado, o dicho de forma más correcta, melancólico. Desde que tenía nueve años había compartido risas, llanto, preocupaciones, ideales, sueños y fracasos, absolutamente todo con mi mejor amigo, Maximiliano, habíamos ido juntos a Hogwarts pasando los siete años de colegiatura en completa complicidad, luego habíamos decidido ir juntos a la academia de Aurores, en donde otros tres años de fiesta, sorpresas y alegrías nos rodearon, para finalmente terminar siendo compañeros de trabajo en el ministerio después de que nuestro entrenamiento terminó en dónde pensé que nos quedaríamos de por vida, pero el destino había querido otra cosa, el hecho de ser considerado uno de los mejores aurores por Harry y haber tenido una buena relación con McGonagall durante mis años en Hogwarts habían provocado que una nueva oferta de trabajo apareciera en mi escritorio al inicio de semana, y lamentablemente, no me había podido negar, no sólo por agradecimiento hacia Harry, sino que los sucesos acontecidos últimamente, como los ataque a las escuelas beauxbatons y durmstrang había despertado mi interés y era mi deber proteger a los chicos de ese país, no quería que mi colegio terminara en le periódico local tal y como lo habían estado los demás.
Debería estar contento por hacer mi trabajo de la mejor forma posible, y así lo demostraba ante los demás, pero no podía mentir a mi mismo, no sería justo y el hecho de saber que ya no tomaría el café cargado por la mañana junto a él, escuchándolo reclamar cada vez que se olvidaba que la máquina los daba extremadamente caliente, el verlo sonreír por mera cortesía cuando alguna compañera de trabajo salía a comprar y le traían un pequeño dulce de menta porque no se atrevía a decirles que no le gustaban en lo absoluto o el simple hecho de rodar los ojos cuando íbamos a una tienda y sólo habían refrescos de limón provocando que prefiriera cagarse de sed, hacían que mi estado anímico fuera descendiendo a pasos agigantados.
Volví a suspirar y me encogí de hombros con una sonrisa triste, el ministerio ya cerraría sus puertas y estas eran las últimas cajas que me quedaban por llevarme a casa, pues en el colegio no contaba con un despacho propio. Afortunadamente mis clases comenzaban el lunes, lo que me dejaría poco tiempo para pensar en lo mucho que extrañaría a Max. Dejé caer mis brazos mientras caminaba hacia el perchero para poder tomar mi abrigo y mi bufanda, sin embargo no alcancé ni a tocar dichas prendas cuando la puerta de mi despacho se abrió provocando que el ritmo de mis latidos se aceleraran como cada vez que ese hombre estaba frente a mis ojos, algo que obviamente el ni siquiera sospechaba - Pensé que no te vendrías a despedir - comenté con una sonrisa como si absolutamente nada pasara y aquello no fuera más que un mero tramite, el hecho de no estar en el mismo lugar no significaba que nuestra amistad peligrara ¿verdad? - ¿qué clase de amigo espera hasta última hora para decirle adiós a su mejor amigo? - lo reproché en tono de broma sacando el abrigo del perchero para luego comenzar a abotonarlo, necesitaba tener mi concentración en otra cosa que no fuera él.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
Auror - Mensajes : 361
Puntos de Canje : 74736
Fecha de inscripción : 24/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Desde que aparecí por una de las chimeneas del Ministerio de Magia, sabía que el día iba a ser demasiado laborioso. Había demasiada gente corriendo de un lado hacia otro, cargando enormes cantidades de papeles. Los memorándum en su forma de avión volaban por montones, nunca había visto tantos ir de aquí para allá. Caminé por el largo corredor de las chimeneas, de vez en cuando tuve que moverme para no chocar con alguien que anduviera distraído. Pasé junto a la fuente central de estatuas doradas y vi que había una larga mesa con un montón de papeles, no me acerqué pues no estaba totalmente interesado en saber lo qué decían.
Llegué a los elevadores y entre empujones me colé en uno antes de que se cerraran las rejas. La típica música ya estaba sonando y lo único que hice fue sonreírles a los demás. Estiré mi mano derecha y presione el botón número dos, haciendo que el ascensor se pusiera en marcha. Pasamos por el primer piso y cuando llegamos al segundo, antes de que las puertas se abrieran una voz femenina anunció que estábamos en el Departamento de Seguridad Mágica. –Permiso– le dije a un bruja de baja estatura que tenía entre sus manos una caja de cartón. Cuando pasé junto a ella me pareció haber escuchado un graznido que provenía de esa caja. La miré por unos segundos y el elevador se marchó.
Tenía ganas de ir a buscar a Henry, platicar de lo que fuera pero justo cuando me disponía a ir a su oficina Griselda Olzon me abordó, diciéndome que teníamos que hacer demasiado trabajo. Griselda era como una especie de asistente, aunque en realidad estaba allí por el simple hecho de que había iniciado sus estudios en la Academia de Aurores. –Bueno, déjame todo los papeles en mi escritorio. Ya los revisaré más tarde– dije doblando un recoveco. Ella siguió mis pasos y con su voz me dijo que habría una auditoría el lunes por parte de políticos del comité mágico europeo. Me detuve en seco y la miré un poco asustado. –Pensé que sería dentro de dos semanas– ella negó con la cabeza y dijo que la habían adelantado. –Pues entonces me pondré a ello inmediatamente– le dije desviándome por un pasillo opuesto al de Henry. Llegué a mi oficina y vi que sobre el escritorio ya había una gran cantidad de papeles.
Suspiré y sin decir otra palabra me puse a hacer el trabajo. Apenas pasaron unos minutos cuando Griselda apareció de nuevo, trayéndome lo que parecía ser un vaso térmico. Lo dejó en una de las esquina de mi mesa y se volvió a retirar. Seguí leyendo algunas papeles y sin despegar los ojos de las hojas estiré mi mano derecha para tomar el vaso. Lo llevé a mis labios y sólo bastó un pequeño contacto con el líquido para darme cuenta de que la cosa estaba hirviendo. Puse una cara de desaprobación y lo dejé en su lugar de origen. ¿Tan difícil era recordar que no me gustaba el café tan caliente? Suspiré. Estaba seguro que Henry lo hubiera enfriado un poco antes de traerme uno.
Las horas pasaron y no me levanté de mi silla salvo para ir al baño, estirar las piernas o para buscar a la asistente. Las manecillas del reloj ya daban las 6 con 50 minutos y ya sólo me quedaba una hoja más que leer, corregir y luego firmar. Hubiera hecho todo el fin de semana, pero disfrutaba de aprovechar esos días para descansar. La punta de la pluma de gorrión rasgó por última vez el pedazo de pergamino y mi trabajo ya había finalizado. Levanté la vista hacia una foto que tenía en mi escritorio y el corazón me latió con fuerza. Hoy era el última día que Henry estaría en el Ministerio y no había tenido la oportunidad de ayudarlo con la mudanza de sus pertenencias. Salí con los papeles en mano y por suerte la chica estaba fuera, sentada y ya casi durmiéndose. –Es el último, entrégalo y vete a casa–. Sin más empecé a caminar con desesperación hasta su oficina, repitiendo una y otra vez que aún siguiera en ella.
Llegué hasta su puerta y vi que la luz estaba encendida, giré el pomo y abrí sin tocar antes. No pude reprimir una sonrisa cuando vi que aún seguí allí. Empecé a reír de forma tonta, en primera por la previa angustia de no encontrarlo y en segunda por la alegría de que me despediría de él. –¿Qué te hace pensar que no vendría?– le pregunté cerrando la puerta detrás de mi. –Lo siento Henry, me hubiera gustado mucho ayudarte pero la auditoría se adelantó para el lunes y todos estaban como locos.– Caminé apenas un par de pasos y vi que todas sus cosas estaban ya dentro de las cajas. Muchos dirían que se veía vacía, pero la simple presencia de Henry hacía que todo eso no importara. –Y no es un adiós lobito, puesto que nos seguiremos viendo– le sonreí.
Llegué a los elevadores y entre empujones me colé en uno antes de que se cerraran las rejas. La típica música ya estaba sonando y lo único que hice fue sonreírles a los demás. Estiré mi mano derecha y presione el botón número dos, haciendo que el ascensor se pusiera en marcha. Pasamos por el primer piso y cuando llegamos al segundo, antes de que las puertas se abrieran una voz femenina anunció que estábamos en el Departamento de Seguridad Mágica. –Permiso– le dije a un bruja de baja estatura que tenía entre sus manos una caja de cartón. Cuando pasé junto a ella me pareció haber escuchado un graznido que provenía de esa caja. La miré por unos segundos y el elevador se marchó.
Tenía ganas de ir a buscar a Henry, platicar de lo que fuera pero justo cuando me disponía a ir a su oficina Griselda Olzon me abordó, diciéndome que teníamos que hacer demasiado trabajo. Griselda era como una especie de asistente, aunque en realidad estaba allí por el simple hecho de que había iniciado sus estudios en la Academia de Aurores. –Bueno, déjame todo los papeles en mi escritorio. Ya los revisaré más tarde– dije doblando un recoveco. Ella siguió mis pasos y con su voz me dijo que habría una auditoría el lunes por parte de políticos del comité mágico europeo. Me detuve en seco y la miré un poco asustado. –Pensé que sería dentro de dos semanas– ella negó con la cabeza y dijo que la habían adelantado. –Pues entonces me pondré a ello inmediatamente– le dije desviándome por un pasillo opuesto al de Henry. Llegué a mi oficina y vi que sobre el escritorio ya había una gran cantidad de papeles.
Suspiré y sin decir otra palabra me puse a hacer el trabajo. Apenas pasaron unos minutos cuando Griselda apareció de nuevo, trayéndome lo que parecía ser un vaso térmico. Lo dejó en una de las esquina de mi mesa y se volvió a retirar. Seguí leyendo algunas papeles y sin despegar los ojos de las hojas estiré mi mano derecha para tomar el vaso. Lo llevé a mis labios y sólo bastó un pequeño contacto con el líquido para darme cuenta de que la cosa estaba hirviendo. Puse una cara de desaprobación y lo dejé en su lugar de origen. ¿Tan difícil era recordar que no me gustaba el café tan caliente? Suspiré. Estaba seguro que Henry lo hubiera enfriado un poco antes de traerme uno.
Las horas pasaron y no me levanté de mi silla salvo para ir al baño, estirar las piernas o para buscar a la asistente. Las manecillas del reloj ya daban las 6 con 50 minutos y ya sólo me quedaba una hoja más que leer, corregir y luego firmar. Hubiera hecho todo el fin de semana, pero disfrutaba de aprovechar esos días para descansar. La punta de la pluma de gorrión rasgó por última vez el pedazo de pergamino y mi trabajo ya había finalizado. Levanté la vista hacia una foto que tenía en mi escritorio y el corazón me latió con fuerza. Hoy era el última día que Henry estaría en el Ministerio y no había tenido la oportunidad de ayudarlo con la mudanza de sus pertenencias. Salí con los papeles en mano y por suerte la chica estaba fuera, sentada y ya casi durmiéndose. –Es el último, entrégalo y vete a casa–. Sin más empecé a caminar con desesperación hasta su oficina, repitiendo una y otra vez que aún siguiera en ella.
Llegué hasta su puerta y vi que la luz estaba encendida, giré el pomo y abrí sin tocar antes. No pude reprimir una sonrisa cuando vi que aún seguí allí. Empecé a reír de forma tonta, en primera por la previa angustia de no encontrarlo y en segunda por la alegría de que me despediría de él. –¿Qué te hace pensar que no vendría?– le pregunté cerrando la puerta detrás de mi. –Lo siento Henry, me hubiera gustado mucho ayudarte pero la auditoría se adelantó para el lunes y todos estaban como locos.– Caminé apenas un par de pasos y vi que todas sus cosas estaban ya dentro de las cajas. Muchos dirían que se veía vacía, pero la simple presencia de Henry hacía que todo eso no importara. –Y no es un adiós lobito, puesto que nos seguiremos viendo– le sonreí.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
Puntos de Canje : 74918
Fecha de inscripción : 25/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Mis manos intentaron concentrarse en los botones del abrigo, pero la voz de Maximiliano retumbo en la, ahora vacía, oficina provocando que todos mis sentidos estuvieran puesto en aquel maravilloso hombre. Sonreí ante sus primeras palabras al mismo tiempo que miles de respuestas comenzaban a aparecer en la punta de mi lengua sin que ninguna se escuchara, a decir verdad de haber sido él quien se fuera no estaba muy seguro si iría a despedirme, yo era mucho más sensible que Max en ese tipo de cosas y no estaba muy seguro de cómo hubiese sido mi comportamiento, me costaba mucho encariñarme con las personas debido al miedo que tenía de lastimarlos o de lo culpable que me sentía al ocultarles mi pequeño secreto, pero cuando lograba encajar con una persona lo suficiente como para considerarlo un buen amigo ¡Uff! Era una niña llorona, especialmente en las despedidas. - Pensé que vendrías antes, eso es todo - comenté mirándolo sin dejar de sonreír aún intentando de abrochar mi abrigo que ya estaba cooperando ¡Gracias a Dios!
Una vez mi abrigo estuvo abrochado saqué la bufanda y comencé a enrollarla en mi cuello, el frío ya se estaba haciendo notar en Londres y más en mí que era una persona demasiado friolenta. Mientras me arreglaba la delicada prenda presté atención a su explicación y fruncí el ceño ante sus palabras - ¡Demonios! ¿este lunes? ¿No era en dos semanas? - Una mueca de desagrado se posó en mi rostro, de seguro le habría tocado a él solo revisar que todos los papeles estuvieran en orden, trabajo que hasta hacía una semana hacíamos juntos aunque cada dos por tres tenía que interrumpir lo que estaba haciendo para preparar café y así cerciorarme de que la secretaria no saliera apenada por la mala cara de mi amigo al comprobar que el líquido estaba demasiado caliente. - Lo siento Max, de haberlo sabido te hubiese echado una mano o al menos te hubiese preparado café - sonreí - sé cuanto odias el papeleo, además no era mucho lo que me faltaba - comenté mirando el despacho donde sólo quedaba una caja - fui llevándome cosas por día esta semana, aún me cuesta creer que iré a Hogwarts - alcé ambas cejas realmente incrédulo.
Lentamente me acerqué al escritorio para cerrar la caja en donde lo último que había puesto era un retrato de los dos en uno de nuestros viajes a Estados Unidos cuando ese bendito apodo salió de la boca de mi mejor amigo - Demonios, Maximiliano, ¿cuándo dejaras de llamarme así? Siento como si... - no quise terminar la oración, ¿cómo le explicaba que cada vez que me llamaba de esa forma todo mis pelos se ponían de punta pensando en que era demasiado íntimo? A decir verdad cada noche soñaba que me nombraba así en un gemido mientras que nuestros cuerpos se unían en un desesperado encuentro pasional después de tanto tiempo de espera, sin embargo por la mañana me despertaba sabiendo que todo aquello sería imposible, Max ni siquiera era bisexual y mucho menos sospechaba que yo era más homosexual que todo el mundo gay junto, o al meno eso esperaba. - como si tuviera dieciséis años otra vez - fueron las primeras palabras que salieron de mi boca y ni siquiera me puse a pensar en el efecto que tendrían, yo lo había dicho para que pensara que me hacía sentir un chicuelo, pero no sabía si él se lo tomaría de la misma forma pues fue la misma edad en la que me convertí en literalmente un "lobito" - Me pregunto qué harías tú si yo me paso por tu oficina llamándote Ossi cada dos por tres - mi expresión de enfado fingido pasó a pensativo en un tiempo mientras que desviaba mis ojos, sólo lo había llamado así en mis más románticos sueños >.< maldita sea mi boca. - ¿Te gustaría? - comenté como si nada hubiera pasado para que no se diera cuenta de lo avergonzado que me sentía.
Una vez mi abrigo estuvo abrochado saqué la bufanda y comencé a enrollarla en mi cuello, el frío ya se estaba haciendo notar en Londres y más en mí que era una persona demasiado friolenta. Mientras me arreglaba la delicada prenda presté atención a su explicación y fruncí el ceño ante sus palabras - ¡Demonios! ¿este lunes? ¿No era en dos semanas? - Una mueca de desagrado se posó en mi rostro, de seguro le habría tocado a él solo revisar que todos los papeles estuvieran en orden, trabajo que hasta hacía una semana hacíamos juntos aunque cada dos por tres tenía que interrumpir lo que estaba haciendo para preparar café y así cerciorarme de que la secretaria no saliera apenada por la mala cara de mi amigo al comprobar que el líquido estaba demasiado caliente. - Lo siento Max, de haberlo sabido te hubiese echado una mano o al menos te hubiese preparado café - sonreí - sé cuanto odias el papeleo, además no era mucho lo que me faltaba - comenté mirando el despacho donde sólo quedaba una caja - fui llevándome cosas por día esta semana, aún me cuesta creer que iré a Hogwarts - alcé ambas cejas realmente incrédulo.
Lentamente me acerqué al escritorio para cerrar la caja en donde lo último que había puesto era un retrato de los dos en uno de nuestros viajes a Estados Unidos cuando ese bendito apodo salió de la boca de mi mejor amigo - Demonios, Maximiliano, ¿cuándo dejaras de llamarme así? Siento como si... - no quise terminar la oración, ¿cómo le explicaba que cada vez que me llamaba de esa forma todo mis pelos se ponían de punta pensando en que era demasiado íntimo? A decir verdad cada noche soñaba que me nombraba así en un gemido mientras que nuestros cuerpos se unían en un desesperado encuentro pasional después de tanto tiempo de espera, sin embargo por la mañana me despertaba sabiendo que todo aquello sería imposible, Max ni siquiera era bisexual y mucho menos sospechaba que yo era más homosexual que todo el mundo gay junto, o al meno eso esperaba. - como si tuviera dieciséis años otra vez - fueron las primeras palabras que salieron de mi boca y ni siquiera me puse a pensar en el efecto que tendrían, yo lo había dicho para que pensara que me hacía sentir un chicuelo, pero no sabía si él se lo tomaría de la misma forma pues fue la misma edad en la que me convertí en literalmente un "lobito" - Me pregunto qué harías tú si yo me paso por tu oficina llamándote Ossi cada dos por tres - mi expresión de enfado fingido pasó a pensativo en un tiempo mientras que desviaba mis ojos, sólo lo había llamado así en mis más románticos sueños >.< maldita sea mi boca. - ¿Te gustaría? - comenté como si nada hubiera pasado para que no se diera cuenta de lo avergonzado que me sentía.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
Auror - Mensajes : 361
Puntos de Canje : 74736
Fecha de inscripción : 24/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
No sé qué le pasaba pero parecía algo tenso, notaba que a sus dedos le costaba algo de trabajo poner los botones de su abrigo en el lugar apropiado. Me hubiera gustado haberlo ayudado, pero me gustaba verlo de esa manera, no sé, me parecía demasiado tierno. Saber que detrás de esa máscara hombre duro se encontraba una persona demasiado sensible. No separé mi vista de sus manos que me parecían atractivas, sus dedos largos y delgados, que más de una vez me tocaron cuando me ponía una mano en el hombro. Más de una vez me imaginé que esos dedos tocaban mi rostro, mis mejillas en tiernas caricias… Pero eso sólo pasaba en mis pensamientos.
Al fin logró que todos los botones de su abrigo estuvieran en su lugar. En otro movimiento de sus manos sacó su bufanda, esa que le había regalado hace un buen tiempo, cuando había caído en la cuenta de que era demasiado friolento. Fueron pocas las veces que me prestó esa bufanda, pero cuando lo hizo podía sentir su aroma impregnado en ella. –Así es, este lunes. Es una pena que te vayas a perder ese día cargado de tensión y estrés.– me encogí de hombros. –Sí, extrañaré lo bien preparados que me hacías los café, eres el único que sabe como me gustan– Claro, no sólo lo extrañaría por eso, sino que extrañaría todo de él.
Caminé hacia la pared del lado derecho de la habitación y me recargué en un mueble que antes estaba repleto de libros. Miré una de las repisas y deslicé mis dedos índice y medio por su superficie. Cuando miré mis dedos, las yemas estaban manchadas de polvo y pelusa. Bufé un poco y luego los limpié con mi pantalón. Henry estaba cerca de su caja y apenas pude ver como hasta arriba había una foto de los dos, era la misma foto que yo tenía sobre mi escritorio. Había hecho tremendo escándalo cuando le recordé al fotógrafo que le había dicho que hiciera dos copias y no sólo una. Me ponía de mal humor cuando la gente no hacía bien las cosas y más cuando se trataban de cosas así de, especiales. Sus palabras me recordaron a aquella noche cuando estábamos en el bosque prohibido, recordé el inmenso brillo pálido de la luna llena, un aullido y después de eso, un grito desgarrador que provino desde las entrañas de Henry. –Lo siento– fue lo único que le dije. Mi semblante ahora estaba serio. Siempre me lamentaba que lo de aquel día no hubiera pasado y que el que debió ser atacado fuera yo.
Me quité del mueble que estaba lleno de polvo y miré mi hombro derecho para ver si no se había ensuciado, peor no había rastro alguno de suciedad. –¿Ossi?– reí un poco –Pues… La verdad es que no me molestaría, con tal de que no haya nadie cerca por mi encantado– dije rodando los ojos –Suena demasiado– cerré un poco los ojos y acaricié mi mentón –Romántico– sonreí. –Y no me llames Maximiliano, siento que me regañas–
Al fin logró que todos los botones de su abrigo estuvieran en su lugar. En otro movimiento de sus manos sacó su bufanda, esa que le había regalado hace un buen tiempo, cuando había caído en la cuenta de que era demasiado friolento. Fueron pocas las veces que me prestó esa bufanda, pero cuando lo hizo podía sentir su aroma impregnado en ella. –Así es, este lunes. Es una pena que te vayas a perder ese día cargado de tensión y estrés.– me encogí de hombros. –Sí, extrañaré lo bien preparados que me hacías los café, eres el único que sabe como me gustan– Claro, no sólo lo extrañaría por eso, sino que extrañaría todo de él.
Caminé hacia la pared del lado derecho de la habitación y me recargué en un mueble que antes estaba repleto de libros. Miré una de las repisas y deslicé mis dedos índice y medio por su superficie. Cuando miré mis dedos, las yemas estaban manchadas de polvo y pelusa. Bufé un poco y luego los limpié con mi pantalón. Henry estaba cerca de su caja y apenas pude ver como hasta arriba había una foto de los dos, era la misma foto que yo tenía sobre mi escritorio. Había hecho tremendo escándalo cuando le recordé al fotógrafo que le había dicho que hiciera dos copias y no sólo una. Me ponía de mal humor cuando la gente no hacía bien las cosas y más cuando se trataban de cosas así de, especiales. Sus palabras me recordaron a aquella noche cuando estábamos en el bosque prohibido, recordé el inmenso brillo pálido de la luna llena, un aullido y después de eso, un grito desgarrador que provino desde las entrañas de Henry. –Lo siento– fue lo único que le dije. Mi semblante ahora estaba serio. Siempre me lamentaba que lo de aquel día no hubiera pasado y que el que debió ser atacado fuera yo.
Me quité del mueble que estaba lleno de polvo y miré mi hombro derecho para ver si no se había ensuciado, peor no había rastro alguno de suciedad. –¿Ossi?– reí un poco –Pues… La verdad es que no me molestaría, con tal de que no haya nadie cerca por mi encantado– dije rodando los ojos –Suena demasiado– cerré un poco los ojos y acaricié mi mentón –Romántico– sonreí. –Y no me llames Maximiliano, siento que me regañas–
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
Puntos de Canje : 74918
Fecha de inscripción : 25/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
El sarcasmo con el que me habló realmente me provocó una sonrisa genuina sin rastro de melancolía o tristeza de algún tipo, la verdad era que los días de auditoria realmente eran un dolor de cabeza que provocaban que te dieran ganas de mandar todo a la mierda de un viaje sin pararte a pensar en todo el sacrificio que llevabas haciendo desde que entraste a ese lugar para que siguiera reinando el orden y la paz en Inglaterra, sin embargo cuando todo terminaba, dos horas más tarde lo que estaba estipulado en nuestro contrato como jornada laboral normal, todos los integrantes del departamento íbamos a "compartir" en algún bar de Hogsmeade para sacarnos el estrés que nos había provocado la bendita revisión, por lo que podríamos decir que el día no era malo del todo. - Yo también extrañaré hacer el trabajo de tu secretaria - comenté con el mismo sarcasmo que él después de escuchar su comentario acerca del café. Una sonrisa no tardó en aparecer en mi rostro al recordar todas las veces que realmente había parecido más su secretario que su compañero de trabajo, y no podía evitar sentir las ganas de completar mi oración con un simple "Soy el único que sabe todo de ti, Max, ¿cuándo te darás cuenta de eso?"
Un leve suspiro salió de mi boca ante mi último pensamiento, después de ocho años haciéndome ilusiones con él, imaginando que se daba cuenta de mis sentimientos para confesarme de que eran mutuos, era un milagro que no estuviera igual que un loco depresivo, aunque debía admitir que prefería mil veces que no se enterara nunca, de sólo pensar en las peleas que teníamos a veces por simples temas como los hijos de muggles, no quería ni especular sobre cuál sería su reacción frente a la homosexualidad, que aún era fuertemente criticada en nuestro mundo, era increíble que la gente no mágica tuviera más derechos para los homosexuales que nosotros cuando creíamos que nuestro desarrollo estaba a años luz de los muggles ¡Vaya forma de desarrollo!
Fruncí mi ceño ligeramente mientras que un bufido me sacaba de mis pensamientos, mis manos dejaron el Scotch grueso que usaba para embalar mis pertenencias y mis ojos se desviaron hacia Max para saber a que se debía su descontento, rodé los ojos al percatarme como limpiaba sus dedos - Si no te quieres ensuciar no seas intruso, últimamente no he tenido mucho tiempo para limpiarlos - comenté, sabiendo que odiaba el polvo en los muebles, sin mirarlo para volver a sacar una tira de la cinta adhesiva y ponerla al rededor de la caja, aquella forma de hacerlo era bastante muggle, pero era mi forma de hacer las cosas, siempre trataba de usar la varita lo menos posible, ¿para qué usarla cuando tenía manos que podían hacer la misma tarea? Tenía que estar muy apurado como para realizar una actividad tan simple como esa con el uso de la magia.
Terminé de embalar justo en el momento en el que su Lo siento llegaba a mi oídos, la forma en la que sus palabras llegaron a mis oídos provocó frunciera mi ceño recordando que era lo que había dicho para que de pronto su expresión cambiara y casi me doy un zape cuando la palabra dieciséis llegó a mi mente - No quise decir... yo... no me refería a eso - concluí por fin sabiendo que aquel tema eran tan duro para él como para mí. Mis ojos se posaron directamente en sus ojos pidiéndole perdón con la mirada, sin embargo tuvieron que desviarse de inmediato cuando el comentario sobre el apodo que le había dado provoco que mis mejillas se sonrojaran, era obvio que era una forma romántica de llamarlo, por eso era que aún no me podía creer que lo hubiese dicho en voz alta - ¿Romántico? - me mofé si saber qué más hacer - yo lo encuentro ridículo, chistoso, incluso humillante... realmente tienes una forma de ver las cosas bastante curiosa, amigo mío - sonreí quitándole toda importancia al sobre nombre tratando de volver a mi forma "hetero" que usaba con mis compañeros de trabajo - y precisamente eso era lo que estaba haciendo "Maximiliano" - reí sin poder evitarlo, adoraba cuando me corregía - alguien tiene que hacerlo ¿no? - alcé una ceja sin dejar de sonreír, Maximiliano era tan perfecto que muy pocas veces alguien encontraba alguna escusa como para regañarlo.
Un leve suspiro salió de mi boca ante mi último pensamiento, después de ocho años haciéndome ilusiones con él, imaginando que se daba cuenta de mis sentimientos para confesarme de que eran mutuos, era un milagro que no estuviera igual que un loco depresivo, aunque debía admitir que prefería mil veces que no se enterara nunca, de sólo pensar en las peleas que teníamos a veces por simples temas como los hijos de muggles, no quería ni especular sobre cuál sería su reacción frente a la homosexualidad, que aún era fuertemente criticada en nuestro mundo, era increíble que la gente no mágica tuviera más derechos para los homosexuales que nosotros cuando creíamos que nuestro desarrollo estaba a años luz de los muggles ¡Vaya forma de desarrollo!
Fruncí mi ceño ligeramente mientras que un bufido me sacaba de mis pensamientos, mis manos dejaron el Scotch grueso que usaba para embalar mis pertenencias y mis ojos se desviaron hacia Max para saber a que se debía su descontento, rodé los ojos al percatarme como limpiaba sus dedos - Si no te quieres ensuciar no seas intruso, últimamente no he tenido mucho tiempo para limpiarlos - comenté, sabiendo que odiaba el polvo en los muebles, sin mirarlo para volver a sacar una tira de la cinta adhesiva y ponerla al rededor de la caja, aquella forma de hacerlo era bastante muggle, pero era mi forma de hacer las cosas, siempre trataba de usar la varita lo menos posible, ¿para qué usarla cuando tenía manos que podían hacer la misma tarea? Tenía que estar muy apurado como para realizar una actividad tan simple como esa con el uso de la magia.
Terminé de embalar justo en el momento en el que su Lo siento llegaba a mi oídos, la forma en la que sus palabras llegaron a mis oídos provocó frunciera mi ceño recordando que era lo que había dicho para que de pronto su expresión cambiara y casi me doy un zape cuando la palabra dieciséis llegó a mi mente - No quise decir... yo... no me refería a eso - concluí por fin sabiendo que aquel tema eran tan duro para él como para mí. Mis ojos se posaron directamente en sus ojos pidiéndole perdón con la mirada, sin embargo tuvieron que desviarse de inmediato cuando el comentario sobre el apodo que le había dado provoco que mis mejillas se sonrojaran, era obvio que era una forma romántica de llamarlo, por eso era que aún no me podía creer que lo hubiese dicho en voz alta - ¿Romántico? - me mofé si saber qué más hacer - yo lo encuentro ridículo, chistoso, incluso humillante... realmente tienes una forma de ver las cosas bastante curiosa, amigo mío - sonreí quitándole toda importancia al sobre nombre tratando de volver a mi forma "hetero" que usaba con mis compañeros de trabajo - y precisamente eso era lo que estaba haciendo "Maximiliano" - reí sin poder evitarlo, adoraba cuando me corregía - alguien tiene que hacerlo ¿no? - alcé una ceja sin dejar de sonreír, Maximiliano era tan perfecto que muy pocas veces alguien encontraba alguna escusa como para regañarlo.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
La cinta cerraba ya la caja donde estaba nuestra foto y no podía negar que sentí un golpe en el estómago por eso. Henry, mi Henry, mi Lobito se iba ya y quien sabe con cuanta frecuencia nos veríamos. Pero estaba dispuesto a sacar algunas excusas para que me dejaran ir a Hogwarts aunque sea a dejar personal mente algunos formularios o cosas así. También estaba la opción de irlo a visitar a su casa para charlar y quitarle el estrés que todos aquellos mocosos le causarían.
Habíamos pasado tantas cosas juntos en ese lugar. Desde borracheras en su sala que terminaban por hacernos cantar cualquier cosa que él tuviera en el aparato de música. Algunas veces también terminábamos discutiendo cuando sacábamos a flote nuestras ideas, él detestaba mucho cuando me ponía de impertinente a maldecir a todos aquellos magos y brujas que tenían padres muggles y que terminaba por marcharme de su casa, desapareciendo frente a él. Pero lo que más me gustaba y que guardaba con tanto recelo eran las veces en la que terminábamos tan ebrios que terminábamos durmiendo en su cama, aunque claro, sólo dormíamos. Despertar y encontrarme con su torso desnudo, sus piernas largas y algunos de sus pies que hacía contacto con uno de los míos. Verlo dormir era una de las cosas que más me gustaban. Cerré los ojos y carraspeé, tratando de quitar ese tipo de pensamientos.
–Descuida– le dije cuando se disculpó. Me le quedé viendo fijamente a sus ojos y gracias a Merlín que desvió su mirada pues creía que de cualquier momento a otro empezaría sonrojarme. Habló sobre el apodo de Ossi y sólo pude reír, aunque en mi cabeza yo pedía a gritos me que llamara de esa forma, siempre en cualquier situación, sin importar en qué lugar nos encontráramos o quién estuviera ahí. Otra vez me llamó Maximiliano y no pude hacer otra cosa que rodar mis ojos en modo de desaprobación. Reí un poco –Bueno… La verdad es que sólo te lo permitiría a ti– me encogí de hombros, viendo su sonrisa tan adorable. –¿Quieres que te ayude con la caja?– le pregunté acercándome a él. Henry inmediatamente tomó la caja con sus dos manos y yo hice lo mismo, alterándome un poco cuando los dedos de mi mano izquierda se posaron encima de los suyos pero de su mano derecha. Sentí un escalofrío que recorrió toda mi espalda.
Habíamos pasado tantas cosas juntos en ese lugar. Desde borracheras en su sala que terminaban por hacernos cantar cualquier cosa que él tuviera en el aparato de música. Algunas veces también terminábamos discutiendo cuando sacábamos a flote nuestras ideas, él detestaba mucho cuando me ponía de impertinente a maldecir a todos aquellos magos y brujas que tenían padres muggles y que terminaba por marcharme de su casa, desapareciendo frente a él. Pero lo que más me gustaba y que guardaba con tanto recelo eran las veces en la que terminábamos tan ebrios que terminábamos durmiendo en su cama, aunque claro, sólo dormíamos. Despertar y encontrarme con su torso desnudo, sus piernas largas y algunos de sus pies que hacía contacto con uno de los míos. Verlo dormir era una de las cosas que más me gustaban. Cerré los ojos y carraspeé, tratando de quitar ese tipo de pensamientos.
–Descuida– le dije cuando se disculpó. Me le quedé viendo fijamente a sus ojos y gracias a Merlín que desvió su mirada pues creía que de cualquier momento a otro empezaría sonrojarme. Habló sobre el apodo de Ossi y sólo pude reír, aunque en mi cabeza yo pedía a gritos me que llamara de esa forma, siempre en cualquier situación, sin importar en qué lugar nos encontráramos o quién estuviera ahí. Otra vez me llamó Maximiliano y no pude hacer otra cosa que rodar mis ojos en modo de desaprobación. Reí un poco –Bueno… La verdad es que sólo te lo permitiría a ti– me encogí de hombros, viendo su sonrisa tan adorable. –¿Quieres que te ayude con la caja?– le pregunté acercándome a él. Henry inmediatamente tomó la caja con sus dos manos y yo hice lo mismo, alterándome un poco cuando los dedos de mi mano izquierda se posaron encima de los suyos pero de su mano derecha. Sentí un escalofrío que recorrió toda mi espalda.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Su comentario me hizo sonreír negando con la cabeza, con lo varonil que era Max realmente no me lo imaginaba aceptando un apodo como OSSI por parte de otro hombre, era como si prácticamente le dijera "osito", ¿podría alguna vez tener ese tipo de cercanía con mi amigo? Arqueé una ceja y dejé escapar un suspiro acompañando a ese pensamiento, eso ya era soñar despierto y tenía suficiente con soñar por la noche sabiendo que era un imposible, algún día terminaría en un psiquiátrico confundiendo los sueños con la realidad, estaba seguro. Con el fin de despejarme tomé la caja para comenzar a caminar hacia la salida, esperaba que, como cada viernes, me acompañara hasta mi casa y así poder preparar la cena para los dos, lo que menos quería en ese momento era también perder nuestros hábitos que ya llevaban tres años de vigencia, desde que nos habíamos titulado de la academia.
Hice ademán de levantar la caja, pero Max se me adelantó tomándola por el otro lado provocado que nuestros dedos se rozaran y una pequeña descarga eléctrica se iniciara en el dorso de mi mano pasando por mi brazo para luego recorrer todo mi cuerpo como un ligero escalofrío, estaba seguro que los pelos de mi brazo estaban erizados y no precisamente por el frío que cubría las calles de Londres. Mis ojos se quedaron como hipnotizados en nuestras manos mientras que mi cerebro le mandaba a mi boca la orden de que hablara, pero ninguno de mis sentidos, exceptuando el tacto, estaban en funcionamiento en ese momento. - Gra.. ejem - carraspeé al notar lo ronca que me salió la voz, demonios no podría verlo a los ojos quizás en cuanto tiempo sin recordar lo horriblemente estúpido que debo verme en este momento - Gracias - concluí finalmente sacando mi mano para que fuera él quien llevara la caja, poseíamos la misma fuerza, pero digamos que a él le gustaba ser caballero con todo el mundo, así que lo dejé ser como lo hacía desde que lo conocí.
Comencé a dirigirme a la salida esperado que no se hubiese percatado de mi nerviosismo cuando me rozó la mano, era verdad que nos habíamos rozado muchas veces antes, incluso habíamos dormido juntos, es decir... ya saben... dormir, ojos cerrados, tu cuerpo inerte y tu mente maquinada por morfeo... nada que no hicieran dos amigos completamente heteros, sin embargo en este leve contacto me había sentido... distinto, conectado con él de alguna forma como si estuviéramos por primera vez en el mismo canal a la misma hora, sabía que eso era imposible y que lo único que lograría era hacerme falsas esperanzas, pero... simplemente no pude evitarlo - ¿te quedarás a cenar hoy? - pregunté lo más normal que pude saliendo de mi ex oficina manteniendo la puert abierta con la mano que aún sentía su contacto para que él pudiera salir con la caja liviana sin problemas.
Hice ademán de levantar la caja, pero Max se me adelantó tomándola por el otro lado provocado que nuestros dedos se rozaran y una pequeña descarga eléctrica se iniciara en el dorso de mi mano pasando por mi brazo para luego recorrer todo mi cuerpo como un ligero escalofrío, estaba seguro que los pelos de mi brazo estaban erizados y no precisamente por el frío que cubría las calles de Londres. Mis ojos se quedaron como hipnotizados en nuestras manos mientras que mi cerebro le mandaba a mi boca la orden de que hablara, pero ninguno de mis sentidos, exceptuando el tacto, estaban en funcionamiento en ese momento. - Gra.. ejem - carraspeé al notar lo ronca que me salió la voz, demonios no podría verlo a los ojos quizás en cuanto tiempo sin recordar lo horriblemente estúpido que debo verme en este momento - Gracias - concluí finalmente sacando mi mano para que fuera él quien llevara la caja, poseíamos la misma fuerza, pero digamos que a él le gustaba ser caballero con todo el mundo, así que lo dejé ser como lo hacía desde que lo conocí.
Comencé a dirigirme a la salida esperado que no se hubiese percatado de mi nerviosismo cuando me rozó la mano, era verdad que nos habíamos rozado muchas veces antes, incluso habíamos dormido juntos, es decir... ya saben... dormir, ojos cerrados, tu cuerpo inerte y tu mente maquinada por morfeo... nada que no hicieran dos amigos completamente heteros, sin embargo en este leve contacto me había sentido... distinto, conectado con él de alguna forma como si estuviéramos por primera vez en el mismo canal a la misma hora, sabía que eso era imposible y que lo único que lograría era hacerme falsas esperanzas, pero... simplemente no pude evitarlo - ¿te quedarás a cenar hoy? - pregunté lo más normal que pude saliendo de mi ex oficina manteniendo la puert abierta con la mano que aún sentía su contacto para que él pudiera salir con la caja liviana sin problemas.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Muchas otras veces habíamos tenido contacto de ese tipo. Cuando nos despedíamos dándonos la mano, cuando nos abrazábamos y nuestras mejillas rozaban apenas unos instantes. No podía explicar como es que ese pequeño contacto pudo hacerme sentir de esa manera, como si tuviéramos un tipo de conexión un tanto extraña. Me sonrojé apenas ligeramente de las mejillas y después carraspeé, igual que él. –De nada– le dije guiñándole un ojo –Siempre al servicio de la comunidad– sonreí, pensando que en especial a él.
Henry caminó hacia la puerta y la detuvo con su mano para que no se cerrara. Sujeté bien la caja, que no pesaba y salí al pasillo apenas iluminado. –Claro que iré a cenar– le dije volteándome para verlo –Como siempre, ¿no?– me encogí de hombros. Si algo me gustaba de él, era que hacía unas comidas excepcionalmente deliciosas, tenía el sazón correcto. Empecé a caminar escuchando como la puerta se cerraba y sus pasos algo apresurados me alcanzaban. Caminamos por los pasillos en silencio, por mi parte aún pensaba en el escalofrío que sentí cuando nuestros dedos se tocaron. Estaba seguro que nadie sabía que mis tendencias eran homosexuales, bueno, nadie excepto mi padre.
Llegamos al elevador y lo llamamos, escuchando a lo lejos el mecanismo del aparato. Cuando llegó las rejillas se abrieron y esperé a que él entrara. Ya dentro Henry presionó el botón que nos llevaría a la planta principal del Ministerio de Magia. –¿Qué me vas a cocinar Henry?– le pregunté cuando la voz femenina anunciaba que ya habíamos llegado. Las rejillas se abrieron y ahora salí yo primero y él detrás de mí. Había pocas personas ya, principalmente las personas que se dedicaban a la intendencia.
Llegamos a las chimeneas y lo miré –Te veo arriba– y dicho eso me metí dentro y las llamas verdes me llevaron a un almacén vacío, de uso exclusivo para los magos y brujas. Suponía que iríamos en su auto, le gustaban mucho esas cosas de los muggles y no entendía el por qué de viajar en esas cosas cuando podíamos transportarnos directamente al interior de su casa pero bueno, así era él y me gustaba mucho de esa forma. Esperé unos momentos y él llegó, sonreí y con un movimiento de cabeza le indiqué que camináramos.
Henry caminó hacia la puerta y la detuvo con su mano para que no se cerrara. Sujeté bien la caja, que no pesaba y salí al pasillo apenas iluminado. –Claro que iré a cenar– le dije volteándome para verlo –Como siempre, ¿no?– me encogí de hombros. Si algo me gustaba de él, era que hacía unas comidas excepcionalmente deliciosas, tenía el sazón correcto. Empecé a caminar escuchando como la puerta se cerraba y sus pasos algo apresurados me alcanzaban. Caminamos por los pasillos en silencio, por mi parte aún pensaba en el escalofrío que sentí cuando nuestros dedos se tocaron. Estaba seguro que nadie sabía que mis tendencias eran homosexuales, bueno, nadie excepto mi padre.
Llegamos al elevador y lo llamamos, escuchando a lo lejos el mecanismo del aparato. Cuando llegó las rejillas se abrieron y esperé a que él entrara. Ya dentro Henry presionó el botón que nos llevaría a la planta principal del Ministerio de Magia. –¿Qué me vas a cocinar Henry?– le pregunté cuando la voz femenina anunciaba que ya habíamos llegado. Las rejillas se abrieron y ahora salí yo primero y él detrás de mí. Había pocas personas ya, principalmente las personas que se dedicaban a la intendencia.
Llegamos a las chimeneas y lo miré –Te veo arriba– y dicho eso me metí dentro y las llamas verdes me llevaron a un almacén vacío, de uso exclusivo para los magos y brujas. Suponía que iríamos en su auto, le gustaban mucho esas cosas de los muggles y no entendía el por qué de viajar en esas cosas cuando podíamos transportarnos directamente al interior de su casa pero bueno, así era él y me gustaba mucho de esa forma. Esperé unos momentos y él llegó, sonreí y con un movimiento de cabeza le indiqué que camináramos.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
La respuesta a mi pregunta me tranquilizó más de lo que estaba dispuesto a admitir dejándome claro que no se había dado cuenta de cómo su leve contacto me había afectado, contuve un suspiro de alivio para que no me preguntara a que se debía ese soplo de aire, lo que menos quería era incomodar a mi mejor amigo confesándole, sin querer, que estaba perdidamente enamorado de él desde finales del quinto curso, era increíble que llevara poco más de ocho años atrapado por esos ojos castaños cuyas pestañas eran la envidia de cualquiera, estaba seguro que mis hermanos se reirían de mí si supieran que aún no encontraba las agallas para decirle a Maxi como me sentía, pues al parecer en casa todos se habían dado cuenta, de hecho sospechaba que hasta su padre sabía, pero él como si nada, un impecable heterosexual que ni por asomo imaginaba lo que mis más escondidos deseos anhelaban.
El ascensor no tardó en llegar y, caballero como siempre, Max me dejó ingresar primero. Apenas ambos estuvimos dentro presioné el botón que nos llevaría a la planta principal en dónde las chimeneas nos estarían esperando para ir a casa, desde hoy el viernes definitivamente sería mi día favorito pues siendo profesor en el castillo, no podría ver a Max hasta el fin de semana, tendría que volver a practicar yoga para no colapsar a mitad de semana. - Pues... creo que por ser hoy mi último día en el ministerio te... consentiré un poco y prepararé una Lasagna, ¿te parece? - le sugerí mientras salíamos del ascensor, sabía que las pastas eran su comida favorita, algo que compartíamos en común, así que sólo alguien que no lo conocía en lo absoluto podía creer que rechazaría un plato como aquel. - Hace un mes que no hacemos pastas... eso es mucho tiempo - sonreí apenas llegamos a las chimeneas.
Max me explicó que él ser iría primero a lo que no hice más que asentir con la cabeza y en cuanto su cuerpo desapareció el suspiro que llevaba conteniendo desde que habíamos salido de mi oficina salió de mi boca libre al fin - Oh demonios... - mis manos comenzaron a refregar mi rostro mientras que mi mente se preparaba para seguir mintiendo, sabía que era una tontería, pero nunca me había costado más ocultar mis sentimientos como ese día, era como si mi mente ya no tuviera dominio de mis sentidos y todo lo que llevaba dentro comenzara a hablar por si solo, lamentablemente era algo que no podía permitir. Apoyé mi espalda en los pilares de la chimenea y soltando un nuevo suspiro entré en ella para dejar que las llamas me llevaran junto al hombre que jamás sabría cuánto lo amaba ni cómo ese sentimiento se había vuelto un auténtico dolor de cabeza al tener que ocultarlo por tanto tiempo.
Llegué al almacén y comencé a caminar a su lado obedeciendo su señal realmente parecía un "lobito" faldero. Salimos de la tienda y la gente muggles nos bombardeó, a esa hora todo el mundo salía de sus trabajos así que era un caos estar por las calles - aparque el carro a la vuelta - mi voz salió justo cuando íbamos a mitad de cuadra dándole la indicación que al llegar a la esquina debía doblar a su mano izquierda En cuanto llegamos al estacionamiento le pagué a la señorita encargada de cuidar los autos para poder retirar mi bebe.
Saqué las llaves de mi bolsillo del pantalón y apreté el botón de la alarma para que el ruido molesto no sonara a penas Max tocara el vehículo. Sin perderme un movimiento de aquel hombre observé como abría la puerta trasera para dejar la caja para luego cerrarla con delicadeza y acomodarse en el asiento del copiloto, realmente era una monada de hombre, me daban ganas de comérmelo de un sólo bocado >.<. Sin prisas abrí la puerta del piloto y me acomodé en el interior antes de encender el motor, me puse el cinturón de seguridad esperando a que mi amigo hiciera lo mismo y puse en marcha mi preciado tesoro, cuidaba ese auto más de lo que cuidaba mi cuerpo y eso era decir mucho. - En casa sólo me falta el vino, ¿lo pasamos a comprar al supermercado o vamos al local que hay en la esquina de mi casa? - pregunté de forma inocente mientras que me adentraba a las transitadas calles de Londres demostrando mis habilidades muggles para el manejo.
El ascensor no tardó en llegar y, caballero como siempre, Max me dejó ingresar primero. Apenas ambos estuvimos dentro presioné el botón que nos llevaría a la planta principal en dónde las chimeneas nos estarían esperando para ir a casa, desde hoy el viernes definitivamente sería mi día favorito pues siendo profesor en el castillo, no podría ver a Max hasta el fin de semana, tendría que volver a practicar yoga para no colapsar a mitad de semana. - Pues... creo que por ser hoy mi último día en el ministerio te... consentiré un poco y prepararé una Lasagna, ¿te parece? - le sugerí mientras salíamos del ascensor, sabía que las pastas eran su comida favorita, algo que compartíamos en común, así que sólo alguien que no lo conocía en lo absoluto podía creer que rechazaría un plato como aquel. - Hace un mes que no hacemos pastas... eso es mucho tiempo - sonreí apenas llegamos a las chimeneas.
Max me explicó que él ser iría primero a lo que no hice más que asentir con la cabeza y en cuanto su cuerpo desapareció el suspiro que llevaba conteniendo desde que habíamos salido de mi oficina salió de mi boca libre al fin - Oh demonios... - mis manos comenzaron a refregar mi rostro mientras que mi mente se preparaba para seguir mintiendo, sabía que era una tontería, pero nunca me había costado más ocultar mis sentimientos como ese día, era como si mi mente ya no tuviera dominio de mis sentidos y todo lo que llevaba dentro comenzara a hablar por si solo, lamentablemente era algo que no podía permitir. Apoyé mi espalda en los pilares de la chimenea y soltando un nuevo suspiro entré en ella para dejar que las llamas me llevaran junto al hombre que jamás sabría cuánto lo amaba ni cómo ese sentimiento se había vuelto un auténtico dolor de cabeza al tener que ocultarlo por tanto tiempo.
Llegué al almacén y comencé a caminar a su lado obedeciendo su señal realmente parecía un "lobito" faldero. Salimos de la tienda y la gente muggles nos bombardeó, a esa hora todo el mundo salía de sus trabajos así que era un caos estar por las calles - aparque el carro a la vuelta - mi voz salió justo cuando íbamos a mitad de cuadra dándole la indicación que al llegar a la esquina debía doblar a su mano izquierda En cuanto llegamos al estacionamiento le pagué a la señorita encargada de cuidar los autos para poder retirar mi bebe.
- Spoiler:
Saqué las llaves de mi bolsillo del pantalón y apreté el botón de la alarma para que el ruido molesto no sonara a penas Max tocara el vehículo. Sin perderme un movimiento de aquel hombre observé como abría la puerta trasera para dejar la caja para luego cerrarla con delicadeza y acomodarse en el asiento del copiloto, realmente era una monada de hombre, me daban ganas de comérmelo de un sólo bocado >.<. Sin prisas abrí la puerta del piloto y me acomodé en el interior antes de encender el motor, me puse el cinturón de seguridad esperando a que mi amigo hiciera lo mismo y puse en marcha mi preciado tesoro, cuidaba ese auto más de lo que cuidaba mi cuerpo y eso era decir mucho. - En casa sólo me falta el vino, ¿lo pasamos a comprar al supermercado o vamos al local que hay en la esquina de mi casa? - pregunté de forma inocente mientras que me adentraba a las transitadas calles de Londres demostrando mis habilidades muggles para el manejo.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
Auror - Mensajes : 361
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Caminamos con un poco de dificultad hasta donde estaba aparcado su auto. Tenía que confesar que me sentía un poco incómodo el caminar entre los muggles, quizás se debía a que no estaba muy acostumbrado a ir a lugares de su mundo, por lo general siempre que salía del trabajo lo que usaba era la aparición para poder llegar a casa, pero con Henry esa no era una opción, además que le podía ver el lado bueno al asunto, estaríamos dentro de su auto, muy cerca el uno del otro. Me gustaba cuando manejaba, pues cuando tenía que hacer cambios en la palanca, su mano tocaba mi pierna derecha.
Llegamos hasta donde estaba su auto e inmediatamente me fui a una de las puertas traseras para meter la caja y no llevarla sobre mis piernas. Cerré sin azotar la puerta y abrí la del copiloto que se encontraba del lado izquierdo del auto, me metí dentro y cerré, viendo como Henry se acercaba a la parte del piloto. Entró y cerró su puerta, se puso la correa molesta y antes de que me riñera por no hacerlo lo mismo, me puse también el cinturón de seguridad, de verdad que los muggles se tomaban muchas molestias para viajar. Encendió su auto y yo sólo me dedicaba a ver a través de las ventanillas. –En el supermercado– le dije viéndolo –Pero te bajas tú– le dije tocándolo en la pierna con un dedo de forma rápida.
Después de unos momentos llegamos y aparcó en el estacionamiento del lugar. Se bajó y yo lo seguí con la mirada hasta que desapareció. Suspiré de manera profunda, inclinando mi cuerpo hacia su asiento, inspirando con mi nariz muy cerca del respaldo, sintiendo el aroma de Henry apenas. Regresé a mi posición normal y hecho eso solté un grito de molestia. No podía seguir ocultando lo que sentía por él, no me importaba que la gente supiera acerca de mi homosexualidad. Si todo este tiempo no me le había declaro a Henry mis sentimientos por él, era por que lo tenía todo el tiempo para mi en el trabajo, y eso no quería decir que no se lo diría algún día. Pero ahora que se iba a Hogwarts todo era diferente. ¿Qué tal si encontraba a alguien allí? La carne es débil y no me iba a arriesgar, se lo tendría que decir esta misma noche. Sí, ya lo había decidido, lo haría fuera o no correspondido por él.
Regresé la vista hacia el frente y vi que regresaba con un par de botellas en su mano. Al parecer no solamente sería noche de cena, sino también de unos cuantos tragos. –Tardaste muy poco– le dije sonriendo de manera nerviosa. Quizás podría usar los efectos del alcohol para declararme, pero no estaba muy seguro de hacerlo puesto que Henry podría terminar ebrio y no recordar o tomárselo a broma, o quizás yo terminara ebrio y pensaría que sólo estoy hablando por hablar, tampoco quería hacerlo durante la comida... Supuse que el momento indicado se presentaría solo, pero tenía que ser esa misma noche. –¿Por qué no pones música?– le pregunté –De las pocas cosas que me gustan de los muggles es su música, principalmente lo oldie– dije rodando los ojos. Esperaba que pusiera algo de los Beatles.
Llegamos hasta donde estaba su auto e inmediatamente me fui a una de las puertas traseras para meter la caja y no llevarla sobre mis piernas. Cerré sin azotar la puerta y abrí la del copiloto que se encontraba del lado izquierdo del auto, me metí dentro y cerré, viendo como Henry se acercaba a la parte del piloto. Entró y cerró su puerta, se puso la correa molesta y antes de que me riñera por no hacerlo lo mismo, me puse también el cinturón de seguridad, de verdad que los muggles se tomaban muchas molestias para viajar. Encendió su auto y yo sólo me dedicaba a ver a través de las ventanillas. –En el supermercado– le dije viéndolo –Pero te bajas tú– le dije tocándolo en la pierna con un dedo de forma rápida.
Después de unos momentos llegamos y aparcó en el estacionamiento del lugar. Se bajó y yo lo seguí con la mirada hasta que desapareció. Suspiré de manera profunda, inclinando mi cuerpo hacia su asiento, inspirando con mi nariz muy cerca del respaldo, sintiendo el aroma de Henry apenas. Regresé a mi posición normal y hecho eso solté un grito de molestia. No podía seguir ocultando lo que sentía por él, no me importaba que la gente supiera acerca de mi homosexualidad. Si todo este tiempo no me le había declaro a Henry mis sentimientos por él, era por que lo tenía todo el tiempo para mi en el trabajo, y eso no quería decir que no se lo diría algún día. Pero ahora que se iba a Hogwarts todo era diferente. ¿Qué tal si encontraba a alguien allí? La carne es débil y no me iba a arriesgar, se lo tendría que decir esta misma noche. Sí, ya lo había decidido, lo haría fuera o no correspondido por él.
Regresé la vista hacia el frente y vi que regresaba con un par de botellas en su mano. Al parecer no solamente sería noche de cena, sino también de unos cuantos tragos. –Tardaste muy poco– le dije sonriendo de manera nerviosa. Quizás podría usar los efectos del alcohol para declararme, pero no estaba muy seguro de hacerlo puesto que Henry podría terminar ebrio y no recordar o tomárselo a broma, o quizás yo terminara ebrio y pensaría que sólo estoy hablando por hablar, tampoco quería hacerlo durante la comida... Supuse que el momento indicado se presentaría solo, pero tenía que ser esa misma noche. –¿Por qué no pones música?– le pregunté –De las pocas cosas que me gustan de los muggles es su música, principalmente lo oldie– dije rodando los ojos. Esperaba que pusiera algo de los Beatles.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Apenas su mano rozó mi pierna nuevamente sentí esa dichosa descarga eléctrica que no hacía más que ponerme en evidencia, sonreí para disimular sin embargo mi mirada en ningún momento se posó en él simulando tener que concentrarme en la pista aunque la verdad era que luego de su caricia ni siquiera podía mirar los semáforos de completa concentración, lo que antes me había parecido un carro demasiado grande para mí solo, ahora me sentía como si me estuviera ahogando por lo pequeño que era - ¿Cuándo has ido tú a hacer las compras? - bromeé sabiendo que a él no le gustaba mezclarse con la gente muggle y cada vez que lo mandaba a comprar, aunque fuera al almacén de la esquina, no iba si yo no lo acompañaba, debía reconocer que lo tenía demasiado mimado, pero ya nada se le podía hacer, era todo un hombre como para tratar de cambiar su opinión acerca de los muggles a estas alturas de su vida.
Llegamos al estacionamiento del supermercado y aparqué el coche lo más cerca de la entrada posible - No te vayas a ir sin mí - le sonreí mirándolo fijamente mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad y salía del vehículo - ¡Oh verdad! Se me olvidaba que ni siquiera sabes echarlo a andar - me burlé de él antes de cerrar la puerta e irme riendo hacia el local, Max podía tranzar que yo fuera un aficionado al mundo muggle, de hecho aceptaba que viviera como uno, pero de todos los años de amistad no había podido lograr que quisiera aprender a hacer cosas como un humano normal, estaba seguro de que mientras yo iba a comprar se estaba preguntando porque no sólo llegaba a casa y transformaba un vaso de agua en vino, ron o whisky. Un suspiro escapó de mis labios al pensar en lo diferente que sería mi vida si hiciera uso de mi varita en todo momento, de seguro ya me hubiese matado por aburrimiento extremo.
Entré en el local y me dirigí hacia el sector de licores de inmediato, recordé que en casa me quedaban aún seis botellas de coca - cola, pues compraba una java de 18 litros por mes y como vivía solo era poco lo que consumía, así que saqué una botella de un buen vino tinto y una botella de whisky, era mi despedida por lo que suponía que no dejaría a Max marchar sin tomarnos unas buenas copas antes, suspiré nuevamente mientras me dirigía a una de las cajas para cancelar, era sólo cuestión de horas y ya no lo volvería a ver hasta el próximo viernes dejándolo a merced de todas las secretarias y nuevas aurores que habían ingresado en el departamento este año, quienes no paraban de mirar a Max como si fuera un pedazo de carne en oferta >.< El saludo de la cajera me sacó de mis pensamientos y me dispuse a sacar la billetera del bolsillo interno de mi abrigo - Buenas tardes - le sonreí amigable percatándome de que escribía algo en la boleta - ¿Tengo que firmar algo? - pregunté inocente sin comprender aún todas las cosas muggles en cuanto a tarjetas y dinero plástico, sin embargo cuando la señorita se sonrojó pasándome la boleta la leí de inmediato comprendiendo por qué había comenzado a escribir, arqueé una ceja sonriendole con cortesía para que no se sintiera mal para luego darle el vuelto como propina a la empaquetadora, tomar las bolsas y salir lo más pronto posible de allí, era la tercera vez que me pasaba en esa semana, al parecer al esforzarme tanto por ocultarle mi homosexualidad a Maximiliano, estaba logrando ocultársela al mundo entero. Guardé la boleta en la bolsa negando con la cabeza entre risas, tenía la atención de tres hermosas mujeres, pero la única persona de la que quería atención me ignoraba en ese ámbito por completo.
Llegué al vehículo y abrí la puerta de inmediato para acomodarme en el interior mientras le pasaba la bolsa a Max pues no quería que se movieran mucho en la parte trasera - Afortunadamente había poca gente - le sonreí poniéndome el cinturón nuevamente para echar a andar el motor y dirigirnos directamente a casa - Si tan sólo te dieras un tiempo para conocerlos te darías cuenta que no sólo su música es buena - comenté en un leve sonido para no molestarlo mientras conectaba el Ipod al puerto usb de la radio del vehículo y buscaba la música que le gustaba a él. - ¿Te parece bien? - le sonreí mientras la música de "It's Only Love" de The Beatles se escuchaba en el vehículo... Sabía que estaba jugando con fuego al poner esa canción, pero no me había podido resistir, era la que más encajaba con mis sentimientos hacia él porque a pesar de que jamás me arrepentiría de amarlo no podía negar que ese amor había sido el único y más difícil que había tenido que soportar.
Mis labios lentamente comenzaron a tararear la canción - But it's so hard loving you - mis ojos lentamente se desviaron hacia él justo cuando mi voz sonó junto a la canción, no podía evitar cantar de vez en cuando y estando con Max siempre había sido yo mismo así que no había necesidad de mantener mi boca cerrada, el único problema era ocultar que lo que realmente estaba haciendo era cantarle esa linea en especial a él.
Llegamos al estacionamiento del supermercado y aparqué el coche lo más cerca de la entrada posible - No te vayas a ir sin mí - le sonreí mirándolo fijamente mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad y salía del vehículo - ¡Oh verdad! Se me olvidaba que ni siquiera sabes echarlo a andar - me burlé de él antes de cerrar la puerta e irme riendo hacia el local, Max podía tranzar que yo fuera un aficionado al mundo muggle, de hecho aceptaba que viviera como uno, pero de todos los años de amistad no había podido lograr que quisiera aprender a hacer cosas como un humano normal, estaba seguro de que mientras yo iba a comprar se estaba preguntando porque no sólo llegaba a casa y transformaba un vaso de agua en vino, ron o whisky. Un suspiro escapó de mis labios al pensar en lo diferente que sería mi vida si hiciera uso de mi varita en todo momento, de seguro ya me hubiese matado por aburrimiento extremo.
Entré en el local y me dirigí hacia el sector de licores de inmediato, recordé que en casa me quedaban aún seis botellas de coca - cola, pues compraba una java de 18 litros por mes y como vivía solo era poco lo que consumía, así que saqué una botella de un buen vino tinto y una botella de whisky, era mi despedida por lo que suponía que no dejaría a Max marchar sin tomarnos unas buenas copas antes, suspiré nuevamente mientras me dirigía a una de las cajas para cancelar, era sólo cuestión de horas y ya no lo volvería a ver hasta el próximo viernes dejándolo a merced de todas las secretarias y nuevas aurores que habían ingresado en el departamento este año, quienes no paraban de mirar a Max como si fuera un pedazo de carne en oferta >.< El saludo de la cajera me sacó de mis pensamientos y me dispuse a sacar la billetera del bolsillo interno de mi abrigo - Buenas tardes - le sonreí amigable percatándome de que escribía algo en la boleta - ¿Tengo que firmar algo? - pregunté inocente sin comprender aún todas las cosas muggles en cuanto a tarjetas y dinero plástico, sin embargo cuando la señorita se sonrojó pasándome la boleta la leí de inmediato comprendiendo por qué había comenzado a escribir, arqueé una ceja sonriendole con cortesía para que no se sintiera mal para luego darle el vuelto como propina a la empaquetadora, tomar las bolsas y salir lo más pronto posible de allí, era la tercera vez que me pasaba en esa semana, al parecer al esforzarme tanto por ocultarle mi homosexualidad a Maximiliano, estaba logrando ocultársela al mundo entero. Guardé la boleta en la bolsa negando con la cabeza entre risas, tenía la atención de tres hermosas mujeres, pero la única persona de la que quería atención me ignoraba en ese ámbito por completo.
Llegué al vehículo y abrí la puerta de inmediato para acomodarme en el interior mientras le pasaba la bolsa a Max pues no quería que se movieran mucho en la parte trasera - Afortunadamente había poca gente - le sonreí poniéndome el cinturón nuevamente para echar a andar el motor y dirigirnos directamente a casa - Si tan sólo te dieras un tiempo para conocerlos te darías cuenta que no sólo su música es buena - comenté en un leve sonido para no molestarlo mientras conectaba el Ipod al puerto usb de la radio del vehículo y buscaba la música que le gustaba a él. - ¿Te parece bien? - le sonreí mientras la música de "It's Only Love" de The Beatles se escuchaba en el vehículo... Sabía que estaba jugando con fuego al poner esa canción, pero no me había podido resistir, era la que más encajaba con mis sentimientos hacia él porque a pesar de que jamás me arrepentiría de amarlo no podía negar que ese amor había sido el único y más difícil que había tenido que soportar.
Mis labios lentamente comenzaron a tararear la canción - But it's so hard loving you - mis ojos lentamente se desviaron hacia él justo cuando mi voz sonó junto a la canción, no podía evitar cantar de vez en cuando y estando con Max siempre había sido yo mismo así que no había necesidad de mantener mi boca cerrada, el único problema era ocultar que lo que realmente estaba haciendo era cantarle esa linea en especial a él.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Estuve a punto de responder acerca de los muggles pero mejor me contuve, ya que no quería iniciar discusión alguna que terminara por marcharme sin ni siquiera llegar a su casa. ¿Qué pensaba de los muggles? Me parecían realmente aburridos y complicados. El ejemplo más claro era el del auto, necesitaban gastar demasiado dinero para poder comprarse alguno, además de todos los cuidados que se le tienen que dar. Los magos en caso contrario podíamos aparecernos, usar escobas, trasladores y hasta animales para viajar. Lo único que hice ante su comentario fue sonreír divertido y rodar los ojos.
Encendió la radio y buscó rápidamente la estación que era dedicada a música del cuarteto de Liverpool. La canción de She Loves you terminaba e inmediatamente empezó It’s Only Love, me gusta esa canción y al parecer se había colocado la canción perfecta, pues decía mucho de mi hacia Henry. Siguió manejando y el cantó una frase, mi corazón latió muy deprisa y cuando ya terminaba lo miré con una sonrisa –Yes it’s so hard loving you, loving you– terminé desviando mi mirada de su perfil tan bello.
Llegamos a donde estaba su casa y aparcó su auto en el garaje. Me quité el cinturón de seguridad y abrí mi puerta, sujetando las bolsas con las botellas dentro. Él salió también y sacó la caja que estaba en el asiento trasero, cerró la puerta y con el control remoto le puso la alarma esa que tanto me molestaba cuando lo tocaba. Caminamos a una puerta y la abrió, yo le seguí detrás y llegamos a su cocina. Toda su casa olía a él, otro motivo por el cual disfrutaba estar es ese lugar. Coloqué las bolsas en una mesa y él la caja en otro lugar. Su casa era extraordinaria, tuvo que pedirle a una experta para que la decorara, pues tenía cierto problema con las compras, él lo quería todo.
Su cocina era amplia, grande y cómoda. Me senté en un banquillo y recargué mis codos en la barra, viendo como él se preparaba para empezar a cocinar. Cuando estuve ya sentado empecé a quitarme la chaqueta de cuero y me paré para colocarla en un perchero, desabotoné las mangas de la camisa y las arremangué hasta la altura de mis codos. Regresé al banco y seguí mirando a Henry moverse por toda la cocina, desviando mi mirada de él cuando sus ojos se cruzaban con los míos.
Recargué mi barbilla en mi mano izquierda y con mi mano derecha alcancé una manzana que estaba cerca de ahí. Su piel era roja y brillante, parecía jugosa, la llevé a mi nariz y después la mordí, me gustaba mucho el sonido de morder una manzana. Cuando Henry se volteó a la estufa no pude evitar recorrerlo todo, desde su nuca, bajando por su espalda y detenerme en su trasero. Mordí la manzana sin despegar mi mirada de donde estaba, pero tuve que hacerlo cuando se volteó, ¿cuánto tiempo más podría aguantar?
Encendió la radio y buscó rápidamente la estación que era dedicada a música del cuarteto de Liverpool. La canción de She Loves you terminaba e inmediatamente empezó It’s Only Love, me gusta esa canción y al parecer se había colocado la canción perfecta, pues decía mucho de mi hacia Henry. Siguió manejando y el cantó una frase, mi corazón latió muy deprisa y cuando ya terminaba lo miré con una sonrisa –Yes it’s so hard loving you, loving you– terminé desviando mi mirada de su perfil tan bello.
Llegamos a donde estaba su casa y aparcó su auto en el garaje. Me quité el cinturón de seguridad y abrí mi puerta, sujetando las bolsas con las botellas dentro. Él salió también y sacó la caja que estaba en el asiento trasero, cerró la puerta y con el control remoto le puso la alarma esa que tanto me molestaba cuando lo tocaba. Caminamos a una puerta y la abrió, yo le seguí detrás y llegamos a su cocina. Toda su casa olía a él, otro motivo por el cual disfrutaba estar es ese lugar. Coloqué las bolsas en una mesa y él la caja en otro lugar. Su casa era extraordinaria, tuvo que pedirle a una experta para que la decorara, pues tenía cierto problema con las compras, él lo quería todo.
Su cocina era amplia, grande y cómoda. Me senté en un banquillo y recargué mis codos en la barra, viendo como él se preparaba para empezar a cocinar. Cuando estuve ya sentado empecé a quitarme la chaqueta de cuero y me paré para colocarla en un perchero, desabotoné las mangas de la camisa y las arremangué hasta la altura de mis codos. Regresé al banco y seguí mirando a Henry moverse por toda la cocina, desviando mi mirada de él cuando sus ojos se cruzaban con los míos.
- Spoiler:
Recargué mi barbilla en mi mano izquierda y con mi mano derecha alcancé una manzana que estaba cerca de ahí. Su piel era roja y brillante, parecía jugosa, la llevé a mi nariz y después la mordí, me gustaba mucho el sonido de morder una manzana. Cuando Henry se volteó a la estufa no pude evitar recorrerlo todo, desde su nuca, bajando por su espalda y detenerme en su trasero. Mordí la manzana sin despegar mi mirada de donde estaba, pero tuve que hacerlo cuando se volteó, ¿cuánto tiempo más podría aguantar?
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Llegamos a mi casa en cuestión de minutos mientras que en mi mente aún resonaba el sonido de su voz cantando una de las tantas canciones que expresaban como me sentía, apreté otro de los botones que tenía en el llavero de mi auto para que las rejas de mi casa se abriera y así poder ingresar, si bien vivía en el mundo muggle teniendo una casa como la mía era demasiado riesgoso no tenerla protegida por lo que me había instruido en medios de seguridad, de esa forma nadie podía entrar sin apretar dicho botoncito y, vale decir, que el botón sólo se activaba con mi huella digital *w* la tecnología era realmente fascinante, aunque no podía mentir y decir que sólo estaba protegida mugglemente, había invertido mucho en esa casa como para permitir que algo le pasara.
En el momento en el que me giré su imagen comiendo manzana llegó como un viento caluroso hacia mi cuerpo observando como masticaba con cuidado ¡Oh Dios mío, estaba para comérselo! ¿Sería mucho pedir que me cambiara por la manzana? Sentí como un ligero calor recorría todo mi cuerpo al sólo imaginar como sería sentir su boca recorriendo toda mi piel trazando diversos caminos con su lengua mientras que sus manos acariciaban mi... ¡YA BASTA, HENRY! - ¿y qué dices? - pregunté sin levantarme para poder enfriarme un poco sin dejar de mirarlo, no quería que supiera que algo no andaba bien... o mejor dicho que algo andaba demasiado bien.
- Spoiler:
En el momento en el que me giré su imagen comiendo manzana llegó como un viento caluroso hacia mi cuerpo observando como masticaba con cuidado ¡Oh Dios mío, estaba para comérselo! ¿Sería mucho pedir que me cambiara por la manzana? Sentí como un ligero calor recorría todo mi cuerpo al sólo imaginar como sería sentir su boca recorriendo toda mi piel trazando diversos caminos con su lengua mientras que sus manos acariciaban mi... ¡YA BASTA, HENRY! - ¿y qué dices? - pregunté sin levantarme para poder enfriarme un poco sin dejar de mirarlo, no quería que supiera que algo no andaba bien... o mejor dicho que algo andaba demasiado bien.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
Auror - Mensajes : 361
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Terminé toda la manzana, incluso el corazón y las semillas, me gustaba comerme todo el fruto hasta dejar el palito. –Creo que prefiero el vino– dije poniendo el tallo de la manzana en la barra y poniéndome de pie –La cerveza me va a llenar– le dije yendo hacia la mesa donde había dejado las bolsas con las botellas. Llegué y solamente saqué la botella de vino, la sostuve en mi mano derecha viendo el etiquetado, al parecer había dado en el clavo para poder acompañar la pasta. La etiqueta decía que se trataba de un vino rosado, nada mal para una pasta, aunque también había estado la posibilidad de que hubiera sido un vino blanco algo dulce. –¿Sabes?, creo que podríamos sacer una de tus botellas de Champagne– dejé el vino en la mesa y me fui hacia donde estaban sus botellas. Vi las etiquetas de todas y al azar elegí una Dom Perignon Rose de 98.
Regresé a la barra y dejé la botella sobre su superficie. Caminé para rodear la barra y buscar el quita corcho. Cuando lo encontré lo dejé en la barra y luego me fui al otro extremo de la cocina para sacar dos copas. Abrí las puertas y estiré mi mano derecha hacia arriba, tratando de alcanzar las copas que estaban hasta el fondo del lugar. Apenas mis dedos hubieron tocado el cristal de una de ellas, sentí como Henry se ponía detrás de mi, sintiendo su pecho tocando mi espalda y respirando su aroma que me había llegado por la cercanía. Lo miré con cierto desconcierto y vi que su mano iba al mismo lugar donde estaban las copas y sacaba un traste que seguramente le serviría para la preparación de la lasagna.
Tragué duro y bajé las dos copas al fin, regresé al banco de la barra donde había estado sentado desde un principio. Tomé el quita corcho y empecé a forcejear un poco con la botella, pero al final el corcho cedió ante mi fuerza. Acerqué la botella hacia las copas y sin que la botella tocara el cristal empecé a llenarlas hasta la mitad. Dejé la botella y acerqué una copa hacia Henry que estaba del otro lado de la barra. Tomé la mía y vi el líquido rosado y después a los labios de Henry que también eran rosados, recordé entonces esa cercanía de hace unos momentos, podía jurar también que sentí como el bulto de su entrepierna tocaba mi trasero y pensando en eso llevé la copa de flauta a mis labios y apenas el líquido tocó mis labios la alejé.
Viendo a Henry saqué mi varita y dirigí la punta hacia la botella, sin decir palabra alguna empecé a enfriar la botella y de paso mi copa y la suya. Si se daba cuenta me tendría que dar la razón, pues un líquido tan de buen nivel como este no debía ser bebido a temperatura ambiente. Guardé mi varita de nuevo y tomé la copa entre mis dedos largos, la alcé y la llevé a mis boca de nuevo y abriendo mis labios dejé que ese color rosa cobrizo se colara dentro. Tragué y sentí como las burbujas se iban a mi cabeza, sintiendo en mi nariz el sabor de las fresas y en el interior de mi boca el sabor a vainilla.
Aún con un ligero sabor de la bebida, lamí mis labios y miré a Henry. Miré su boca y se me hizo irresistible en esos momentos. Levantarme y tomar su rostro entre mis manos, juntar nuestros labios en un beso y sentir nuestras lenguas húmedas y resbalosas era en lo que pensaba en es momento. Dejarme hacer por él lo que quisiera o hacerlo mío, no me importaba mucho. Tenía calor y lo sentí en mi entrepierna, pero dejé pasar esos impulsos dando un nuevo trago a mi copa.
Regresé a la barra y dejé la botella sobre su superficie. Caminé para rodear la barra y buscar el quita corcho. Cuando lo encontré lo dejé en la barra y luego me fui al otro extremo de la cocina para sacar dos copas. Abrí las puertas y estiré mi mano derecha hacia arriba, tratando de alcanzar las copas que estaban hasta el fondo del lugar. Apenas mis dedos hubieron tocado el cristal de una de ellas, sentí como Henry se ponía detrás de mi, sintiendo su pecho tocando mi espalda y respirando su aroma que me había llegado por la cercanía. Lo miré con cierto desconcierto y vi que su mano iba al mismo lugar donde estaban las copas y sacaba un traste que seguramente le serviría para la preparación de la lasagna.
Tragué duro y bajé las dos copas al fin, regresé al banco de la barra donde había estado sentado desde un principio. Tomé el quita corcho y empecé a forcejear un poco con la botella, pero al final el corcho cedió ante mi fuerza. Acerqué la botella hacia las copas y sin que la botella tocara el cristal empecé a llenarlas hasta la mitad. Dejé la botella y acerqué una copa hacia Henry que estaba del otro lado de la barra. Tomé la mía y vi el líquido rosado y después a los labios de Henry que también eran rosados, recordé entonces esa cercanía de hace unos momentos, podía jurar también que sentí como el bulto de su entrepierna tocaba mi trasero y pensando en eso llevé la copa de flauta a mis labios y apenas el líquido tocó mis labios la alejé.
Viendo a Henry saqué mi varita y dirigí la punta hacia la botella, sin decir palabra alguna empecé a enfriar la botella y de paso mi copa y la suya. Si se daba cuenta me tendría que dar la razón, pues un líquido tan de buen nivel como este no debía ser bebido a temperatura ambiente. Guardé mi varita de nuevo y tomé la copa entre mis dedos largos, la alcé y la llevé a mis boca de nuevo y abriendo mis labios dejé que ese color rosa cobrizo se colara dentro. Tragué y sentí como las burbujas se iban a mi cabeza, sintiendo en mi nariz el sabor de las fresas y en el interior de mi boca el sabor a vainilla.
Aún con un ligero sabor de la bebida, lamí mis labios y miré a Henry. Miré su boca y se me hizo irresistible en esos momentos. Levantarme y tomar su rostro entre mis manos, juntar nuestros labios en un beso y sentir nuestras lenguas húmedas y resbalosas era en lo que pensaba en es momento. Dejarme hacer por él lo que quisiera o hacerlo mío, no me importaba mucho. Tenía calor y lo sentí en mi entrepierna, pero dejé pasar esos impulsos dando un nuevo trago a mi copa.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
La idea del champagne me pareció realmente excelente por lo que asentí brevemente con la cabeza dándole a entender que era libre de hacer lo que quisiera, tanto en mi casa como con su dueño, lástima que esa última parte no la tomaría con tanta gracia como con la primera. Suspiré y observando como preparaba todo para servir el champagne supe de inmediato que mi pregunta sobre la salsa no sería contestada, sin embargo me levanté tomando dos embazadas, prepararla de forma casera tomaría mucho tiempo y, para ser sincero, lo único que quería era que la parte de la cena pasara rápido para así poder sentarme en el sillón a su lado observándolo con la excusa de que estaba escuchando lo que me decía cuando en realidad sólo quería ver sus labios moviéndose imaginando lo que sería sentirlos sobre mi cuerpo.
Mientras él buscaba las copas, cuyo lugar se sabía de memoria, dejé las cosas que había sacado en la barra mirando todo otra vez para saber lo que me faltaba. chasqué los dedos en el momento justo en el que la sartén venía a mi mente, me giré y la imagen de la espalda de Maxi extremadamente varonil llegó a mi ojos. Recorrí su cuerpo de pies a cabeza sin contenerme ni por un segundo mientras que mis pies avanzaban en su dirección, me paré a la nada misma de él sintiendo como mi pecho rozaba su espalda, conteniendo las ganas de tomar sus brazos darlo vuelta y besarlo con tal pasión que hasta los muertos se excitarían. Un leve suspiro estuvo a punto de escapar de mis labios, no obstante lo contuve ya que sin darme cuenta mi entrepierna rozó su trasero provocando que todos los colores se me subieran al rostro, alcé mi mano para tomar la sartén y me dirigí a la barra lo más rápido que pude, moriría de vergüenza si hacía algún comentario por, mínimo que fuera, al respecto.
Mis ojos se concentraron en la cebolla mientras la picaba de forma finita para no observar cómo rellenaba las copas, lo que menos quería era tener un contacto visual en esos momentos hasta que no me enfriara, aunque siendo honesto, no creía que eso fuera a pasar hasta que no se fuera dándome la posibilidad de soñar despierto como todas las tardes cuando nos despedíamos. Piqué la cebolla hasta la mitad y la eché en la sartén para luego tomar mi copa y beber un sorbo de Champagne antes de comenzar a rallar la zanahoria en la misma tabla - Por nuestro último día de trabajo juntos - sonreí chocando su copa con la mía para luego beber un gran sorbo y dejar la copa casi vacía sobre la barra, me hubiese gustado acompañar el brindis con una lágrima en vez de con una sonrisa, pero ¿qué podía hacer? - Te apuesto que en menos de un mes seremos tres cenando en mi casa - seguí conversando desquitándome con la zanahoria al visualizarlo con una mujer - las nuevas aurores no te quitan el ojo de encima, de hecho creo que me odian al notar que tu sólo sales si yo salgo contigo - terminé de rayar la zanahoria y me dirigí al refrigerador para sacar la carne que había dejado descongelando desde la mañana sabiendo que hoy era nuestra tarde de cena. - Estoy seguro que harán una fiesta ahora que ya no soy parte del departamento - bromeé levantando y bajando mis cejas rápidamente cuando llegué nuevamente frente a él a ver si picaba y me confesaba si es que ya le había echado el ojo a una, ¿sería una buena opción irme desilusionado completamente a mi nuevo trabajo? No me desenamoraría de la noche a la mañana, pero al menos podría hacerme la idea de una vez y por todas que jamás lo tendría.
Mientras él buscaba las copas, cuyo lugar se sabía de memoria, dejé las cosas que había sacado en la barra mirando todo otra vez para saber lo que me faltaba. chasqué los dedos en el momento justo en el que la sartén venía a mi mente, me giré y la imagen de la espalda de Maxi extremadamente varonil llegó a mi ojos. Recorrí su cuerpo de pies a cabeza sin contenerme ni por un segundo mientras que mis pies avanzaban en su dirección, me paré a la nada misma de él sintiendo como mi pecho rozaba su espalda, conteniendo las ganas de tomar sus brazos darlo vuelta y besarlo con tal pasión que hasta los muertos se excitarían. Un leve suspiro estuvo a punto de escapar de mis labios, no obstante lo contuve ya que sin darme cuenta mi entrepierna rozó su trasero provocando que todos los colores se me subieran al rostro, alcé mi mano para tomar la sartén y me dirigí a la barra lo más rápido que pude, moriría de vergüenza si hacía algún comentario por, mínimo que fuera, al respecto.
Mis ojos se concentraron en la cebolla mientras la picaba de forma finita para no observar cómo rellenaba las copas, lo que menos quería era tener un contacto visual en esos momentos hasta que no me enfriara, aunque siendo honesto, no creía que eso fuera a pasar hasta que no se fuera dándome la posibilidad de soñar despierto como todas las tardes cuando nos despedíamos. Piqué la cebolla hasta la mitad y la eché en la sartén para luego tomar mi copa y beber un sorbo de Champagne antes de comenzar a rallar la zanahoria en la misma tabla - Por nuestro último día de trabajo juntos - sonreí chocando su copa con la mía para luego beber un gran sorbo y dejar la copa casi vacía sobre la barra, me hubiese gustado acompañar el brindis con una lágrima en vez de con una sonrisa, pero ¿qué podía hacer? - Te apuesto que en menos de un mes seremos tres cenando en mi casa - seguí conversando desquitándome con la zanahoria al visualizarlo con una mujer - las nuevas aurores no te quitan el ojo de encima, de hecho creo que me odian al notar que tu sólo sales si yo salgo contigo - terminé de rayar la zanahoria y me dirigí al refrigerador para sacar la carne que había dejado descongelando desde la mañana sabiendo que hoy era nuestra tarde de cena. - Estoy seguro que harán una fiesta ahora que ya no soy parte del departamento - bromeé levantando y bajando mis cejas rápidamente cuando llegué nuevamente frente a él a ver si picaba y me confesaba si es que ya le había echado el ojo a una, ¿sería una buena opción irme desilusionado completamente a mi nuevo trabajo? No me desenamoraría de la noche a la mañana, pero al menos podría hacerme la idea de una vez y por todas que jamás lo tendría.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
Auror - Mensajes : 361
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Fecha de inscripción : 24/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Seguí bebiendo mientras miraba como picaba todo lo que se necesitaba. Sus manos se movían con gran habilidad y mis ojos eran hipnotizados por ellas. Vi como le daba un trago a su copa, como sus labios quedaban mojados después de haber bebido. Sus palabras me sacaron de mi viaje y levanté rápidamente mi copa sin saber muy bien a qué se debía el brindis. El choque de las dos copas hizo que estas vibraran, haciendo que el sonido se quedara en mi oídos por unos momentos.
–¿Tres?– pregunté un poco confundido, sin tener la más mínima idea de a qué se refería con eso. Por unos momentos pensé que había encontrado a alguien o que su propósito era encontrar a alguien en Hogwarts, pero dejé de preocuparme cuando siguió hablando, a lo cual lo único que pude hacer fue reír de forma tonta. –No lo creo– le dije encogiéndome de hombros y pensando que entre los dos no habría un tercero, sino que simplemente seríamos el y yo, o eso creía. –Es que todas ellas no me entienden ni saben como soy en realidad– dije mirando a Henry a los ojos –Sólo tú lo sabes– dije sonriéndole.
Terminé mi copa y la dejé sobre la mesa, viendo mis huellas sobre su superficie. La tomé de nuevo y la froté con mi manga, no me gustaba mucho ver los objetos de cristal empañados o manchados. La observé nuevamente y satisfecho de haber cumplido ese pequeño capricho de verla reluciente la dejé nuevamente sobre la barra. Miré a Henry como se iba hasta el refrigerador y sacaba carne. Regresó a donde estaba y abrí la boca para contestarle, pero no supe qué decirle.
–La verdad es..–. Callé y desvié la mirada hacia mi copa vacía. Sin Henry todos los días me sentiría como ese objeto de cristal, vacío. –Que tengo demasiada hambre– le dije llevándome mis manos hacia mi estómago. Se lo diría esa noche después de cenar. Le sonreí y me estiré para alcanzar la botella. Tomé su copa que ya estaba casi vacía e incliné la botella para volver a llenarla, pero mis nervios me estaban traicionando, pues mis manos temblaban ligeramente, haciendo que la botella golpeara varias veces la orilla de la copa de flauta, haciendo que tintineara. Llené la mía y puse la botella en la barra. –Henry yo te…– tragué duro –¿Puedo ayudarte en algo?–
–¿Tres?– pregunté un poco confundido, sin tener la más mínima idea de a qué se refería con eso. Por unos momentos pensé que había encontrado a alguien o que su propósito era encontrar a alguien en Hogwarts, pero dejé de preocuparme cuando siguió hablando, a lo cual lo único que pude hacer fue reír de forma tonta. –No lo creo– le dije encogiéndome de hombros y pensando que entre los dos no habría un tercero, sino que simplemente seríamos el y yo, o eso creía. –Es que todas ellas no me entienden ni saben como soy en realidad– dije mirando a Henry a los ojos –Sólo tú lo sabes– dije sonriéndole.
Terminé mi copa y la dejé sobre la mesa, viendo mis huellas sobre su superficie. La tomé de nuevo y la froté con mi manga, no me gustaba mucho ver los objetos de cristal empañados o manchados. La observé nuevamente y satisfecho de haber cumplido ese pequeño capricho de verla reluciente la dejé nuevamente sobre la barra. Miré a Henry como se iba hasta el refrigerador y sacaba carne. Regresó a donde estaba y abrí la boca para contestarle, pero no supe qué decirle.
–La verdad es..–. Callé y desvié la mirada hacia mi copa vacía. Sin Henry todos los días me sentiría como ese objeto de cristal, vacío. –Que tengo demasiada hambre– le dije llevándome mis manos hacia mi estómago. Se lo diría esa noche después de cenar. Le sonreí y me estiré para alcanzar la botella. Tomé su copa que ya estaba casi vacía e incliné la botella para volver a llenarla, pero mis nervios me estaban traicionando, pues mis manos temblaban ligeramente, haciendo que la botella golpeara varias veces la orilla de la copa de flauta, haciendo que tintineara. Llené la mía y puse la botella en la barra. –Henry yo te…– tragué duro –¿Puedo ayudarte en algo?–
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Su sonrisa, su vos, sus mañas, todo en él era conocido para mí, de hecho estaba tan acostumbrado a cada una de sus cosas que estaba seguro que estaría contando los días, horas, minutos e incluso segundos de cada día hasta que llegara el viernes y pudiera estar junto a él de nuevo, la sonrisa que me dedicó mientras me halagaba por saber todo de él provocó que todo en mi interior se revolviera y un escalofrío recorriera todo mi cuerpo como una corriente eléctrica, ¿en qué momento me había vuelto un hombre tan masoquista? Aún no podía entender cómo fue que me había enamorado de Maximiliano aún sabiendo que era heterosexual, eso por no decir que el hecho de que fuera mi mejor amigo también complicaba las cosas, ¿qué pasaría cuando se enterara de mis sentimientos? No sólo se me destrozaría el corazón al escuchar de su boca que estaba loco si alguna vez había pensando que el me correspondería, sino que también perdería a mi mejor amigo... estaba metido en un lío demasiado grande y ya no era un adolescente para andar construyendo castillos en el aire, tendría que tomar una decisión con respecto a mis sentimientos por él y debía ser pronto.
Comencé a picar la carne en la tabla blanca de picar mientras escuchaba sus quejas - Lo siento, te prometo que en menos de media hora estaremos comiendo - le sonreí sin mirarlo pues había aumentado la velocidad del cuchillo al saber que moría de hambre, lo que menos quería es que decidiera irse a comer a otra parte sólo porque era lento. Una vez terminé de picar prendí la cocina a gas y dejé la sartén que ya tenía todo para el frito sobre la llama, abrí el cajón y saqué la cuchara de palo para revolver un poco mientras la sal se deslizaba por mi dedos hacia la comida. Antes de taparlo le eché un poco de agua al frito para que no se quemara y me dispuse a sacar la budinera poniéndome nuevamente en la barra para prepararla para la lasagna justo en el momento en el que Maxi volvió a hablar - ¿Sí? - pregunté levantando la vista perdiéndome en sus ojos - no, claro que no - le sonreí llenando mi copa para luego dirigirme hacia su lado de la barra con ésta en mi mano.
Llegué a su lado y me puse detrás de el asiento en el que él se encontraba, tragué un poco de champagne y alargué mi brazo por al lado de su cabeza para dejar mi copa encima de la barra - lo que tienes que hacer es relajarte, siento que estás demasiado tenso - le susurré para luego dejar que mis manos se posaran en sus hombros comenzando a masajearlos suavemente sin dejar de observar el frito de reojo, no quería que se me quemara, aunque no creía que pasara pues lo había dejado a fuego lento.
Comencé a picar la carne en la tabla blanca de picar mientras escuchaba sus quejas - Lo siento, te prometo que en menos de media hora estaremos comiendo - le sonreí sin mirarlo pues había aumentado la velocidad del cuchillo al saber que moría de hambre, lo que menos quería es que decidiera irse a comer a otra parte sólo porque era lento. Una vez terminé de picar prendí la cocina a gas y dejé la sartén que ya tenía todo para el frito sobre la llama, abrí el cajón y saqué la cuchara de palo para revolver un poco mientras la sal se deslizaba por mi dedos hacia la comida. Antes de taparlo le eché un poco de agua al frito para que no se quemara y me dispuse a sacar la budinera poniéndome nuevamente en la barra para prepararla para la lasagna justo en el momento en el que Maxi volvió a hablar - ¿Sí? - pregunté levantando la vista perdiéndome en sus ojos - no, claro que no - le sonreí llenando mi copa para luego dirigirme hacia su lado de la barra con ésta en mi mano.
Llegué a su lado y me puse detrás de el asiento en el que él se encontraba, tragué un poco de champagne y alargué mi brazo por al lado de su cabeza para dejar mi copa encima de la barra - lo que tienes que hacer es relajarte, siento que estás demasiado tenso - le susurré para luego dejar que mis manos se posaran en sus hombros comenzando a masajearlos suavemente sin dejar de observar el frito de reojo, no quería que se me quemara, aunque no creía que pasara pues lo había dejado a fuego lento.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Tenía que admitir que me encontraba demasiado nervioso como para seguir hablando, incluso me daba un poco de pánico el moverme pues seguramente estaría temblando. Sentía la boca seca y la necesidad de beber de mi copa se hacían grandes, pero estaba seguro que mi sed de los labios de Henry era mucho más intensa. Mirar como se movía con gracia por la cocina hacía que me tentara a poseerlo, a levantarme del banco e ir por él.
Lo vi acercarse a mi y tragué duro. Estiré mi mano rápidamente hacia mi bebida, viendo como esta se movía ligeramente por culpa de mi mano que mostraba que estaba nervioso, emocionado, con la adrenalina a mil por mi sistema sanguíneo. –Sí claro– le dije sonriendo de lado ante su comentario de tener que relajarme. Después de la cena me sentiría quizás un poco más tranquilo, luego de haber bebido un par de copas más seguramente me desinhibiría por completo. Pero lo que siguió no lo esperé, pues él como si nada puso sus manos sobre mis hombros.
Lo único que consiguió con ese contacto fue que me pusiera aún más tenso, encogí los hombros bastante y mi respiración se agitó demasiado. No podía seguir con esto, tenía que hacerlo lo más pronto posible, si aguardaba más tiempo seguramente cenaría nervioso o el apetito se me iría. –Henry– dije en un suspiro bastante profundo. Llevé mis manos a las suyas y las aparte de mis hombros, luego puse ambas palmas sobre el borde de la mesa y me giré para quedar frente a él, poniendo mis piernas abiertas para que él cupiera entre ellas. Lo primero que vi fue la zona de su entrepierna, después subí la mirada y miré su cuello, su barbilla y finalmente sus labios.
Me levanté y nuestros pechos se tocaron, lo que hizo que él retrocediera un par de pasos. Seguía respirando de forma agitada, mi pecho subía y bajaba en intervalos de tres segundos. Levanté mis brazos y coloqué mis manos en sus hombros, lo apreté ligeramente y después, me lancé sin pensarlo ni decir nada a sus labios. Tenía mis ojos cerrados con fuerza, mis manos ahora estaban en su nuca y mi cuerpo estaba totalmente pegado al suyo. No sé cuanto tiempo pasó de ese beso, pero cuando me separé nuestros rostros quedaron cerca y lo único que pude hacer fue decirle casi apunto de llorar que lo amaba, que siempre lo había amado.
Lo vi acercarse a mi y tragué duro. Estiré mi mano rápidamente hacia mi bebida, viendo como esta se movía ligeramente por culpa de mi mano que mostraba que estaba nervioso, emocionado, con la adrenalina a mil por mi sistema sanguíneo. –Sí claro– le dije sonriendo de lado ante su comentario de tener que relajarme. Después de la cena me sentiría quizás un poco más tranquilo, luego de haber bebido un par de copas más seguramente me desinhibiría por completo. Pero lo que siguió no lo esperé, pues él como si nada puso sus manos sobre mis hombros.
Lo único que consiguió con ese contacto fue que me pusiera aún más tenso, encogí los hombros bastante y mi respiración se agitó demasiado. No podía seguir con esto, tenía que hacerlo lo más pronto posible, si aguardaba más tiempo seguramente cenaría nervioso o el apetito se me iría. –Henry– dije en un suspiro bastante profundo. Llevé mis manos a las suyas y las aparte de mis hombros, luego puse ambas palmas sobre el borde de la mesa y me giré para quedar frente a él, poniendo mis piernas abiertas para que él cupiera entre ellas. Lo primero que vi fue la zona de su entrepierna, después subí la mirada y miré su cuello, su barbilla y finalmente sus labios.
Me levanté y nuestros pechos se tocaron, lo que hizo que él retrocediera un par de pasos. Seguía respirando de forma agitada, mi pecho subía y bajaba en intervalos de tres segundos. Levanté mis brazos y coloqué mis manos en sus hombros, lo apreté ligeramente y después, me lancé sin pensarlo ni decir nada a sus labios. Tenía mis ojos cerrados con fuerza, mis manos ahora estaban en su nuca y mi cuerpo estaba totalmente pegado al suyo. No sé cuanto tiempo pasó de ese beso, pero cuando me separé nuestros rostros quedaron cerca y lo único que pude hacer fue decirle casi apunto de llorar que lo amaba, que siempre lo había amado.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Apenas mis manos se posaron en sus hombros mi nombre salió de sus labios en un profundo suspiro, algo no iba bien... nada bien, miles de cosas se pasaron por mi mente, desde que me reprendería por mi evidente descaro de querer masajear sus músculos hasta que me diría que había descubierto lo que sentía por él y ya no podía ser mi amigo porque no le gustaba relacionarse con "Maricones". Observé con un medio latente como su cuerpo se daba vueltas dejándome aprisionado entre sus piernas y cuando pensé que mi respiración ya no podía estar más agitada ni mi corazón latiendo más fuerte, se paró del asiento provocando que nuestros pechos se tocaran para luego poner sus manos sobre mis hombros. Un suspiro silencioso escapó de mis labios mientras observaba como sus manos se iban a mi nuca y su cabeza descendía haca mis labios... no, no podía ser... él me iba a besar, max me iba a...
Sus labios se juntaron con los míos provocando que mis ojos se cerraran al instante y el aire saliera fuerte por mi nariz sin poder evitarlo mientras un leve y casi inaudible jadeo se escapaba de mis labios en el instante en el que nuestros cuerpo se juntaban más de lo que ya estaban y mis labios se abrían lentamente para dar paso a una profundización del beso, sentí como mis mejillas se sonrojaban mientras que nuestras lenguas se juntaban en el interior de su boca o de la mía, la verdad no estaba tan seguro ya de nada estaba seguro, hace tan sólo unos minutos estaba prácticamente lloriqueando porque no lo vería hasta el próximo viernes y mi cobardía me impedía decirle como me sentía para ahora estar besándolo como tantas veces había soñado, sólo que la realidad le pegaba veinte mil patadas a mi sueño.
Poco a poco sentí como el beso llegaba a su fin y nuestras bocas se despedían una a la otra de mala gana pues ambas querían seguir en aquella danza sin parar jamás. Nuestras frentes quedaron pegadas provocando que nuestros rostros siguieran cerca, lentamente fui abriendo mis ojos temiendo de que lo que acababa de pasar fuera un simple sueño, pero no, era la realidad pues el amor de mi vida seguía allí, parado frente a mí mirándome como jamás pensé que lo haría, con aquel brillo que yo intentaba ocultar día y noche cuando lo tenía frente a mí. Sin saber qué hacer, decir, pensar, actuar, etc. me quedé ahí parado frente a él hasta que sus palabras de amor retumbaron en el ambiente dejando provocado que mis sentidos se fueran de vacaciones a la China dejándome más paralizado de lo que ya estaba.
Mis ojos se abrieron de par en par ante aquella confesión la cual apenas me podía creer - Yo te he amado por ocho largos años... - murmuré sintiendo como una solitaria lágrima rodaba por mi mejilla de felicidad infinita mientras que mi mirada se turnaban de sus ojos a sus labios hasta que por fin mis manos se fueron a su nuca posándose entre la curva de su cuello y su rostro y mi cuerpo avanzaba aprisionándolo contra la barra para volver a unir mis mis labios con los de él, pero esta vez en un beso apasionado. Capturé su boca con furia queriendo explorar con mi lengua por completo sin dejar ni un sólo espacio de esa maravillosa cavidad sin conocer, estaba seguro de que el frito se me quemaría en cinco minutos a mucho pedir, pero poco me importaba, estaba más que dispuesto a usar magia para esa cena si eso me dejaba más tiempo junto a él, no tenía ni puta idea en qué momento había pasado eso, ni siquiera podía entender cómo es que era homosexual, pero teníamos toda la noche para responder nuestras preguntas... ahora sólo quería disfrutar lo que por años, años... ¡AÑOS! había estado esperando.
Sus labios se juntaron con los míos provocando que mis ojos se cerraran al instante y el aire saliera fuerte por mi nariz sin poder evitarlo mientras un leve y casi inaudible jadeo se escapaba de mis labios en el instante en el que nuestros cuerpo se juntaban más de lo que ya estaban y mis labios se abrían lentamente para dar paso a una profundización del beso, sentí como mis mejillas se sonrojaban mientras que nuestras lenguas se juntaban en el interior de su boca o de la mía, la verdad no estaba tan seguro ya de nada estaba seguro, hace tan sólo unos minutos estaba prácticamente lloriqueando porque no lo vería hasta el próximo viernes y mi cobardía me impedía decirle como me sentía para ahora estar besándolo como tantas veces había soñado, sólo que la realidad le pegaba veinte mil patadas a mi sueño.
Poco a poco sentí como el beso llegaba a su fin y nuestras bocas se despedían una a la otra de mala gana pues ambas querían seguir en aquella danza sin parar jamás. Nuestras frentes quedaron pegadas provocando que nuestros rostros siguieran cerca, lentamente fui abriendo mis ojos temiendo de que lo que acababa de pasar fuera un simple sueño, pero no, era la realidad pues el amor de mi vida seguía allí, parado frente a mí mirándome como jamás pensé que lo haría, con aquel brillo que yo intentaba ocultar día y noche cuando lo tenía frente a mí. Sin saber qué hacer, decir, pensar, actuar, etc. me quedé ahí parado frente a él hasta que sus palabras de amor retumbaron en el ambiente dejando provocado que mis sentidos se fueran de vacaciones a la China dejándome más paralizado de lo que ya estaba.
Mis ojos se abrieron de par en par ante aquella confesión la cual apenas me podía creer - Yo te he amado por ocho largos años... - murmuré sintiendo como una solitaria lágrima rodaba por mi mejilla de felicidad infinita mientras que mi mirada se turnaban de sus ojos a sus labios hasta que por fin mis manos se fueron a su nuca posándose entre la curva de su cuello y su rostro y mi cuerpo avanzaba aprisionándolo contra la barra para volver a unir mis mis labios con los de él, pero esta vez en un beso apasionado. Capturé su boca con furia queriendo explorar con mi lengua por completo sin dejar ni un sólo espacio de esa maravillosa cavidad sin conocer, estaba seguro de que el frito se me quemaría en cinco minutos a mucho pedir, pero poco me importaba, estaba más que dispuesto a usar magia para esa cena si eso me dejaba más tiempo junto a él, no tenía ni puta idea en qué momento había pasado eso, ni siquiera podía entender cómo es que era homosexual, pero teníamos toda la noche para responder nuestras preguntas... ahora sólo quería disfrutar lo que por años, años... ¡AÑOS! había estado esperando.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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Fecha de inscripción : 24/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Después de haberle confesado lo que había estado callando por mucho tiempo sentí como si un gran peso se fuera de mis hombros. Me sentía ahora aliviado y lo único que me faltaba era que Henry me correspondiera, y sabía perfectamente que lo haría. Desde hace ya tiempo que me había percatado de que él tenía preferencias por los hombres y sabía también que sentía algo por mi, y lo pude comprobar cuando fue él quien me confeso que desde hace ocho años me estaba amando en secreto.
Su rostro estaba iluminado de una manera mágica y algo me decía que el mío también lo estaba, como si hubiéramos visto a un ángel bajar del más alto cielo, pero la verdad era que mi ángel lo había tenido cerca de mi, y ahora nos estábamos besando de nuevo, con tanta pasión que los besos más románticos de las novelas rosa debían estar sintiendo envidia de nuestros labios.
Sentía sus manos acariciándome en la parte de mi cabeza, de mi cuello y mi rostro. Mis manos ya no estaban en su nuca, ahora estaban aferradas en su cintura, moviéndose hasta su espalda y regresando a sus costados. Mi lengua hacía contacto con la de él, nuestras respiraciones se mezclaban haciendo una, inhalaba su aroma tan masculino y la retenía por largo rato en mis pulmones. De vez en cuando me separaba de sus labios para ver su rostro y asegurarme de que no se traba de un sueño o un espejismo.
Las palabras realmente sobraban y, las preguntas y respuestas se tendrían que hacer presentes tarde o temprano, pero por el momento lo único que quería era disfrutar de su esencia, de sus labios, de él. Me mordí mi labio inferior y después hundí mi rostro en su cuello, lamiendo su piel, su oreja izquierda. Mis manos trataban con desesperación desprender su camisa de los botones, empezando por los de hasta arriba. Por cada botón liberado yo desplazaba mi boca más hacia su hombro, más de su piel estaba expuesta.
Iba ya a la mitad y las ansias fueron más grandes que mi paciencia. Tomé su camisa y la abrí, rompiendo los botones los cuales cayeron y rebotaron, expandiéndose por todo el suelo. Su pecho quedó al descubierto, viendo sus abdominales bien marcados. Mis labios se fueron de inmediato a su pecho, lamiéndolo hasta llegar a su pezón derecho, donde me entretuve mordiéndolo ligeramente, mientras mis manos deslizaban su camisa por sus hombros, hasta que esta cayó al suelo. Acaricié su espalda que se sentía caliente, sus brazos y finalmente su trasero.
Su rostro estaba iluminado de una manera mágica y algo me decía que el mío también lo estaba, como si hubiéramos visto a un ángel bajar del más alto cielo, pero la verdad era que mi ángel lo había tenido cerca de mi, y ahora nos estábamos besando de nuevo, con tanta pasión que los besos más románticos de las novelas rosa debían estar sintiendo envidia de nuestros labios.
Sentía sus manos acariciándome en la parte de mi cabeza, de mi cuello y mi rostro. Mis manos ya no estaban en su nuca, ahora estaban aferradas en su cintura, moviéndose hasta su espalda y regresando a sus costados. Mi lengua hacía contacto con la de él, nuestras respiraciones se mezclaban haciendo una, inhalaba su aroma tan masculino y la retenía por largo rato en mis pulmones. De vez en cuando me separaba de sus labios para ver su rostro y asegurarme de que no se traba de un sueño o un espejismo.
Las palabras realmente sobraban y, las preguntas y respuestas se tendrían que hacer presentes tarde o temprano, pero por el momento lo único que quería era disfrutar de su esencia, de sus labios, de él. Me mordí mi labio inferior y después hundí mi rostro en su cuello, lamiendo su piel, su oreja izquierda. Mis manos trataban con desesperación desprender su camisa de los botones, empezando por los de hasta arriba. Por cada botón liberado yo desplazaba mi boca más hacia su hombro, más de su piel estaba expuesta.
Iba ya a la mitad y las ansias fueron más grandes que mi paciencia. Tomé su camisa y la abrí, rompiendo los botones los cuales cayeron y rebotaron, expandiéndose por todo el suelo. Su pecho quedó al descubierto, viendo sus abdominales bien marcados. Mis labios se fueron de inmediato a su pecho, lamiéndolo hasta llegar a su pezón derecho, donde me entretuve mordiéndolo ligeramente, mientras mis manos deslizaban su camisa por sus hombros, hasta que esta cayó al suelo. Acaricié su espalda que se sentía caliente, sus brazos y finalmente su trasero.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Fecha de inscripción : 25/03/2011
Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
No sé en que momento su boca comenzó a comer la mía antes que yo la de él, pero la verdad era que poco me importaba, el hecho de que estuviéramos así ya era suficiente para mi, ya ni siquiera las dudas que tenía anteriormente sobre su sexualidad estaban en mi mente, en lo único que podía pensar era en que quería ser suyo o que él fuera mío, la postura no me importaba, sólo quería sentir su piel desnuda junto a la mía como había soñado por tanto tiempo. Sus manos comenzaron a acariciar mi torso empezando a desabrochar mi camisa, que era la única prenda que cubría mi torso, pues me había sacado todo lo demás apenas habíamos llegado a la casa. Mientras sus manos desabrochaban mi camisa, mis ojos admiraban el acto con impaciencia y mi labio superior mordía al inferior mostrando un deseo carnal absorbente, quería sentir sus caricias sobre mi piel sin que ninguna prenda nos estorbara.
En el instante en el que los botones de mi camisa saltaron para todos lados, mordí mi labio con más fuerza cerrando mis ojos y echando mi cabeza hacia atrás dejado que mi mente y cuerpo se deleitara a gusto con la lengua experta de Maxi, en cuanto llegó a mi pezón y sus manos a mis glúteos no pude reprimir un gemido de placer, podía notar como mi miembro estaba creciendo con énfasis sintiéndose prisionero del apretado bóxer, ya la comida no me importaba, ahora tenía hambre, pero de otra cosa muy distinta. Sin delicadeza tomé su rostro entre mis manos separándolo de mi pezón par poder devorar su boca mientras que mis manos bajaban hacia su torso para desgarrar la camisa, no quería perder tiempo desabrochándola botón por botón y antes de que pudiera sacársela por completo escuché como el pitido de la estufa comenzaba a sonar anunciándome que la comida se estaba quemado, sin dejar de besarlo aparté una de mis manos de su torso para hacer un leve movimiento con mi muñeca provocando que la varita apareciera en mi mano y sin pronunciar palabra apagué la estufa, si nos daba hambre podría hacer aparecer unos cuantos picadillos en el dormitorio.
Mi lengua lentamente se alejó de sus labios pero no quiso entrar a mi boca, en vez de eso seductoramente mojó mis labios mientras abría lentamente los ojos parar mirar el rostro de Maxi, quería hacer el amor con él y lo quería hacer ya. Una sonrisa traviesa apareció en mi rostro mientas desviaba mi vista hacia la escalera para después volver a mirarlo sugerente, tomé la botella de Champagne, mi copa y comencé a caminar hacia la escalera que conducía a mi habitación, él aún estaba vestido, aunque con la camisa abierta, y yo sin nada que cubriera mi torso, eso no era justo - ¿vienes? - pregunté cuando llegué a la escalera mirándolo de reojo para luego comenzar a subir los peldaños que cada vez se me hacían más y más eternos.
En el instante en el que los botones de mi camisa saltaron para todos lados, mordí mi labio con más fuerza cerrando mis ojos y echando mi cabeza hacia atrás dejado que mi mente y cuerpo se deleitara a gusto con la lengua experta de Maxi, en cuanto llegó a mi pezón y sus manos a mis glúteos no pude reprimir un gemido de placer, podía notar como mi miembro estaba creciendo con énfasis sintiéndose prisionero del apretado bóxer, ya la comida no me importaba, ahora tenía hambre, pero de otra cosa muy distinta. Sin delicadeza tomé su rostro entre mis manos separándolo de mi pezón par poder devorar su boca mientras que mis manos bajaban hacia su torso para desgarrar la camisa, no quería perder tiempo desabrochándola botón por botón y antes de que pudiera sacársela por completo escuché como el pitido de la estufa comenzaba a sonar anunciándome que la comida se estaba quemado, sin dejar de besarlo aparté una de mis manos de su torso para hacer un leve movimiento con mi muñeca provocando que la varita apareciera en mi mano y sin pronunciar palabra apagué la estufa, si nos daba hambre podría hacer aparecer unos cuantos picadillos en el dormitorio.
Mi lengua lentamente se alejó de sus labios pero no quiso entrar a mi boca, en vez de eso seductoramente mojó mis labios mientras abría lentamente los ojos parar mirar el rostro de Maxi, quería hacer el amor con él y lo quería hacer ya. Una sonrisa traviesa apareció en mi rostro mientas desviaba mi vista hacia la escalera para después volver a mirarlo sugerente, tomé la botella de Champagne, mi copa y comencé a caminar hacia la escalera que conducía a mi habitación, él aún estaba vestido, aunque con la camisa abierta, y yo sin nada que cubriera mi torso, eso no era justo - ¿vienes? - pregunté cuando llegué a la escalera mirándolo de reojo para luego comenzar a subir los peldaños que cada vez se me hacían más y más eternos.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
Auror - Mensajes : 361
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Seguí con su pezón por un momento, sintiendo como pasaba de estar inerte a erecto. Mi lengua lo acariciaba por la punta, mis dientes lo mordían con suavidad y mis labios lo absorbían. Mis manos que acariciaban su espalda podían notar como ésta estaba limpia, no había ningún tipo de imperfección en ella, mis dedos se podían deslizar con facilidad en toda su superficie. Mientras mi rostro estaba a la altura de su pecho mi nariz tocaba su piel y olía su fragancia, su colonia masculina y que tanto me gustaba. Me gustaba como olía Henry, me encantaba que pasara junto a mi para así poder olerlo aunque sea por unos momentos, pero ahora lo podía oler el tiempo que quisiera, sin pudor, sin pena.
Sus manos se fueron a mi rostro y con algo de fuerza me separó de su pecho, llevando su boca a la mía, besándola con pasión y con algo de lujuria. Nuestras lenguas jugaban, tanto que podían quedar enredadas de cualquier momento a otro. Sus manos se fueron a mi camisa y el pedazo de tela que cubría mi torso no puso ningún tipo de resistencia, pues fue cediendo ante la fuerza de Henry, ante su desesperación de quitármela de encima. Tenía que admitir que me causaba un poco de gracia verlo actuar de esa forma, pero no dije nada, simplemente seguí con los ojos cerrados, mientras que mis labios besaban los suyos y mis manos se aferraban a su cintura.
Sus labios se separaron de los míos y abrí mis ojos para ver como su lengua lamía sus labios de una forma demasiado provocadora. Tomó la botella y su copa, caminó en dirección a las escaleras, y de detuvo cuando llegó al pie de ellas, preguntándome si quería subir con él. –No querrás provocarme pequeño Henry… Puede que te arrepientas– le dije levantándome del banquillo y caminando hacia donde él, que ya subía hacía el primer piso donde se encontraban las habitaciones. Subía de forma lenta y yo también, podía ver su espalda y de vez en cuando miraba hacia sus glúteos que no hacían más que subirme el libido.
Cuando llegamos al primer piso caminamos por un pasillo y llegamos a la entrada de su habitación, pero justo antes de que él entrara lo tomé de la cintura y lo giré para que quedara frente a mi. Me acerqué a su rostro y lo volví a besar con furia, quería devorarlo entero. Lo empujé hacia la pared, quedando con una distancia de cero entre nuestros cuerpos. Mi miembro estaba totalmente erecto, parecía que fuera a estallas debajo del bóxer brief que traía. Mientras lo besaba junté mi entrepierna con la de él y noté que al parecer estaba en las misma condiciones, mis labios no dejaban de besarlo y mis manos lo separaron de la pared, para entrar a su cuarto sin separarnos.
Una vez dentro le quité la botella de su mano y la llevé a mis labios, reteniendo el líquido espumoso en mi boca. No lo tragué, sino que lo mantuve para después acercarme a Henry y compartir la champagne en un beso, que bebiera de mi boca, así como yo me alimentaba de sus besos.
Sus manos se fueron a mi rostro y con algo de fuerza me separó de su pecho, llevando su boca a la mía, besándola con pasión y con algo de lujuria. Nuestras lenguas jugaban, tanto que podían quedar enredadas de cualquier momento a otro. Sus manos se fueron a mi camisa y el pedazo de tela que cubría mi torso no puso ningún tipo de resistencia, pues fue cediendo ante la fuerza de Henry, ante su desesperación de quitármela de encima. Tenía que admitir que me causaba un poco de gracia verlo actuar de esa forma, pero no dije nada, simplemente seguí con los ojos cerrados, mientras que mis labios besaban los suyos y mis manos se aferraban a su cintura.
Sus labios se separaron de los míos y abrí mis ojos para ver como su lengua lamía sus labios de una forma demasiado provocadora. Tomó la botella y su copa, caminó en dirección a las escaleras, y de detuvo cuando llegó al pie de ellas, preguntándome si quería subir con él. –No querrás provocarme pequeño Henry… Puede que te arrepientas– le dije levantándome del banquillo y caminando hacia donde él, que ya subía hacía el primer piso donde se encontraban las habitaciones. Subía de forma lenta y yo también, podía ver su espalda y de vez en cuando miraba hacia sus glúteos que no hacían más que subirme el libido.
Cuando llegamos al primer piso caminamos por un pasillo y llegamos a la entrada de su habitación, pero justo antes de que él entrara lo tomé de la cintura y lo giré para que quedara frente a mi. Me acerqué a su rostro y lo volví a besar con furia, quería devorarlo entero. Lo empujé hacia la pared, quedando con una distancia de cero entre nuestros cuerpos. Mi miembro estaba totalmente erecto, parecía que fuera a estallas debajo del bóxer brief que traía. Mientras lo besaba junté mi entrepierna con la de él y noté que al parecer estaba en las misma condiciones, mis labios no dejaban de besarlo y mis manos lo separaron de la pared, para entrar a su cuarto sin separarnos.
Una vez dentro le quité la botella de su mano y la llevé a mis labios, reteniendo el líquido espumoso en mi boca. No lo tragué, sino que lo mantuve para después acercarme a Henry y compartir la champagne en un beso, que bebiera de mi boca, así como yo me alimentaba de sus besos.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Las palabras de Maxi provocaron que un ligero escalofrío recorriera todo mi cuerpo, demonios si con sólo el sonido de su voz me provocaba aquella excitación no podía imaginar lo que me provocaría cuando su piel rozara la mía. Estuve tentando a girarme para demostrarle con mi mirada que esa noche podría haber lugar para todo, menos para el arrepentimiento, sin embargo me contuve y seguí subiendo las escaleras con una sonrisa estúpida en el rostro, sabiendo que una vez estuviéramos arriba - ¡AL FIN! - ya no habría vuelta atrás. Cuando llegué a la puerta de mi habitación pude sentir como sus manos se posaban en mis caderas provocando que me girara y quedara frente a él, no pasó ni siquiera un segundo antes de que su boca reclamara la mía con una hambre voraz. Mis brazos por forma instantánea se entrelazaron en su cuello provocando que mi copa rozara con la botella haciendo un leve sonido.
La furia con la que Maxi me reclamaba era abrumadora, sin resistirme dejé que me arrinconara contra una pared sintiendo como mi miembro crecía debajo de mi pantalón para luego volver a crecer cuando sentí como nuestras partes íntimas se rozaban, solté un ligero gemido sin poder evitarlo, mi deseo era evidente, necesitaba tenerlo cerca, sin ropa, sobre mí... lo que había anhelado desde pequeño ahora se había convertido en una profunda necesidad. Dejé que sus manos me guiaran al interior de la habitación sin separarme una milésima de centímetro de él, desde hoy ni en sueños volvería a estar lejos de su piel y solté un ligero gemido de protesta cuando sus labios se separaron de los míos, aunque reprimí mi queja de inmediato al ver lo que se proponía.
Mientras Max tomaba champagne de la botella dejé la copa en el muebles más cercano que encontré para poder tener mis manos libres y explorar su cuerpo por completo, sin embargo su idea provocó que mi excitación creciera provocando que ya no quisiera tocar su cuerpo con mis manos, sino que probarlo con mi lengua. Uní mi boca a la de él con una pasión que no pensé que tenía bebiendo parte de ese exquisito licor que parecía dejar ligeras burbujas en mi estómago, para luego de un sólo movimiento desprenderlo de su camisa que ya estaba abierta desde la cocina. La prenda calló al suelo dejando la primera evidencia de lo que íbamos a hacer en mi habitación mientras que mi miembro no hacía más que reclamar por verse tan encarcelado.
Sin dejar de besarlo le quité la botella de sus manos y comencé a conducirlo a mi enorme cama logrando que se tirara de espaldas de forma horizontal - paralelo a lar marquesas - y sin pudor alguno comencé a derramar parte del líquido desde su cuello hasta cubrir todo su torso, rápidamente dejé la botella encima de mi mesita de noche para luego posarme arriba de él comenzando a recorrer su cuerpo - desde su cuello - con mi hambrienta lengua, la pequeña traviesa descendía sin querer detenerse por ningún motivo trazando un recorrido sin patrón alguno, con lentitud se dirigió a su pezón izquierdo - en donde también quedaba rastro de la bebida alcoholica - para lamerlo, succionarlo, morderlo hasta que me cansé mientras que mis manos se entretenían en la parte baja de su torso descendiendo cada vez más hasta encontrarse con el broche de su pantalón el cual no me demoré en desabrochar.
Mi lengua siguió bajando provocando que también comenzara a descender con mi cuerpo mientras que mis manos se preocupaban de su cremallera para poder liberar en parte a su miembro que - al parecer - estaba igual de excitado que el mío.
La furia con la que Maxi me reclamaba era abrumadora, sin resistirme dejé que me arrinconara contra una pared sintiendo como mi miembro crecía debajo de mi pantalón para luego volver a crecer cuando sentí como nuestras partes íntimas se rozaban, solté un ligero gemido sin poder evitarlo, mi deseo era evidente, necesitaba tenerlo cerca, sin ropa, sobre mí... lo que había anhelado desde pequeño ahora se había convertido en una profunda necesidad. Dejé que sus manos me guiaran al interior de la habitación sin separarme una milésima de centímetro de él, desde hoy ni en sueños volvería a estar lejos de su piel y solté un ligero gemido de protesta cuando sus labios se separaron de los míos, aunque reprimí mi queja de inmediato al ver lo que se proponía.
Mientras Max tomaba champagne de la botella dejé la copa en el muebles más cercano que encontré para poder tener mis manos libres y explorar su cuerpo por completo, sin embargo su idea provocó que mi excitación creciera provocando que ya no quisiera tocar su cuerpo con mis manos, sino que probarlo con mi lengua. Uní mi boca a la de él con una pasión que no pensé que tenía bebiendo parte de ese exquisito licor que parecía dejar ligeras burbujas en mi estómago, para luego de un sólo movimiento desprenderlo de su camisa que ya estaba abierta desde la cocina. La prenda calló al suelo dejando la primera evidencia de lo que íbamos a hacer en mi habitación mientras que mi miembro no hacía más que reclamar por verse tan encarcelado.
Sin dejar de besarlo le quité la botella de sus manos y comencé a conducirlo a mi enorme cama logrando que se tirara de espaldas de forma horizontal - paralelo a lar marquesas - y sin pudor alguno comencé a derramar parte del líquido desde su cuello hasta cubrir todo su torso, rápidamente dejé la botella encima de mi mesita de noche para luego posarme arriba de él comenzando a recorrer su cuerpo - desde su cuello - con mi hambrienta lengua, la pequeña traviesa descendía sin querer detenerse por ningún motivo trazando un recorrido sin patrón alguno, con lentitud se dirigió a su pezón izquierdo - en donde también quedaba rastro de la bebida alcoholica - para lamerlo, succionarlo, morderlo hasta que me cansé mientras que mis manos se entretenían en la parte baja de su torso descendiendo cada vez más hasta encontrarse con el broche de su pantalón el cual no me demoré en desabrochar.
Mi lengua siguió bajando provocando que también comenzara a descender con mi cuerpo mientras que mis manos se preocupaban de su cremallera para poder liberar en parte a su miembro que - al parecer - estaba igual de excitado que el mío.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Mientras nuestras lenguas seguían debatiéndose en un duelo dentro de mi boca o en la de él, sus pasos me fueron guiando de forma ciega hasta su cama. Primero sentí el borde de ella en los muslos y con un ligero empujón me senté para después quedar totalmente acostado. Mi espalda que ya estaba desnuda sintieron las suaves ropas de cama, se sentían frescas… Todo lo contrario a mi cuerpo que estaba hirviendo debido a la pasión y la lujuria que sentía en esos momentos.
La botella que me la había quitado antes de que terminara acostado ahora estaba sobre mi, inclinándose de forma peligrosa, amenazando con derramar el rosado líquido sobre mi pecho. El impacto del champagne sobre mi piel hizo que me sacudiera en un ligero peor notorio escalofrío. Se sentía frío y podía sentir como las burbujas reventaban en cada centímetro de mi cuello, de mi pecho.
La lengua de Henry empezó a lamer sobre mi piel, recogiendo con ella cada gota de la bebida embriagante. Con cada movimiento de su lengua yo soltaba suspiros, mientras mis manos sujetaban su cabeza para guiarlo sobre mi cuerpo. Sus labios se encontraron con mi pezón izquierdo y cuando sus dientes empezaron a morderlo tuve que cerrar los puños, pues el placer que eso me provocaba era realmente intenso. Con mi mano derecha acariciaba mi otro pezón que estaba totalmente erecto y con la izquierda, mis dedos recorrían su espalda bañada en una fina capa de sudor.
Siguió bajando y sentí como sus manos ahora trataban de quitar el botón de mi pantalón. Mi miembro que estaba totalmente erecto y quería ser liberado de su prisión de tela. Pero justo antes de que pudiera lograrlo lo tomé de sus hombros y lo empujé para que se detuviera. No sería así de rápido, no sin que antes yo también jugara un rato con su cuerpo.
Me levanté para quedar sentado, con mi rostro demasiado cerca del de él, mis labios apenas rozaron los suyos pues me puse de pie. Lo giré y lo acerqué hacia mí, haciendo que mi pecho quedara totalmente pegado a su espalda. Nos giramos en un rápido movimiento y lo empujé para que quedara tumbado boca abajo sobre su cama. Me acerqué hacia él pero sin recargarme, aguantaba mi peso con mis brazos que estaban a cada lado de su cuerpo.
Bajé mi rostro y empecé a besar su cuello por la parte de atrás, lamía de vez en cuando saboreando su sudor. Me fui hasta sus hombros y seguí repartiendo besos, para después morderlo de forma suave. Al final mis brazos cedieron a mi peso y quedé completamente encima de él, sintiendo como mi entrepierna se amoldaba en su trasero.
Mis labios se fueron a sus orejas y metí la lengua en su oído derecho, dejando también que mi aliento que salía disparado lo acariciara. Empecé ha hacer movimiento de vaivén con mi cadera. –¿Me deseas?– le pregunté muy cerca de su oreja. –Yo te deseo lobito– le dije mordiéndole el lóbulo con algo de fuerza. No sería tan rudo con él, pues no tenía la más mínima idea si ya había tenido contacto sexual antes.
La botella que me la había quitado antes de que terminara acostado ahora estaba sobre mi, inclinándose de forma peligrosa, amenazando con derramar el rosado líquido sobre mi pecho. El impacto del champagne sobre mi piel hizo que me sacudiera en un ligero peor notorio escalofrío. Se sentía frío y podía sentir como las burbujas reventaban en cada centímetro de mi cuello, de mi pecho.
La lengua de Henry empezó a lamer sobre mi piel, recogiendo con ella cada gota de la bebida embriagante. Con cada movimiento de su lengua yo soltaba suspiros, mientras mis manos sujetaban su cabeza para guiarlo sobre mi cuerpo. Sus labios se encontraron con mi pezón izquierdo y cuando sus dientes empezaron a morderlo tuve que cerrar los puños, pues el placer que eso me provocaba era realmente intenso. Con mi mano derecha acariciaba mi otro pezón que estaba totalmente erecto y con la izquierda, mis dedos recorrían su espalda bañada en una fina capa de sudor.
Siguió bajando y sentí como sus manos ahora trataban de quitar el botón de mi pantalón. Mi miembro que estaba totalmente erecto y quería ser liberado de su prisión de tela. Pero justo antes de que pudiera lograrlo lo tomé de sus hombros y lo empujé para que se detuviera. No sería así de rápido, no sin que antes yo también jugara un rato con su cuerpo.
Me levanté para quedar sentado, con mi rostro demasiado cerca del de él, mis labios apenas rozaron los suyos pues me puse de pie. Lo giré y lo acerqué hacia mí, haciendo que mi pecho quedara totalmente pegado a su espalda. Nos giramos en un rápido movimiento y lo empujé para que quedara tumbado boca abajo sobre su cama. Me acerqué hacia él pero sin recargarme, aguantaba mi peso con mis brazos que estaban a cada lado de su cuerpo.
Bajé mi rostro y empecé a besar su cuello por la parte de atrás, lamía de vez en cuando saboreando su sudor. Me fui hasta sus hombros y seguí repartiendo besos, para después morderlo de forma suave. Al final mis brazos cedieron a mi peso y quedé completamente encima de él, sintiendo como mi entrepierna se amoldaba en su trasero.
Mis labios se fueron a sus orejas y metí la lengua en su oído derecho, dejando también que mi aliento que salía disparado lo acariciara. Empecé ha hacer movimiento de vaivén con mi cadera. –¿Me deseas?– le pregunté muy cerca de su oreja. –Yo te deseo lobito– le dije mordiéndole el lóbulo con algo de fuerza. No sería tan rudo con él, pues no tenía la más mínima idea si ya había tenido contacto sexual antes.
Maximiliano O. MarrisonAUROR - Mensajes : 25
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Re: Finalmente los caminos se separan... +18 [Maxi]
Mis manos desabrocharon el botón sin ningún tipo de problema, sin embargo cuando fui a bajarle los pantalones junto con los bóxers sus manos me detuvieron dejando una expresión de duda en mis ojos, por un momento pensé que Max no quería seguir y eso realmente me asusto, pues mis sentidos, mi cuerpo y mi mente querían hacerle sentir el mayor de los placeres de forma que todos los hombres con los que había estado antes pasaran completamente al olvido, sin embargo en el momento en el que me giro haciendo que nuestros cuerpos quedaran completamente unidos, con él detrás de mí, todo rastro de duda desapareció y - en vez de un reproche - un suspiro de placer salió de mi bocha al sentir su miembro tan cerca de mi trasero, las ventajas de que fuéramos más o menos del mismo porte.
Mordiéndome el labio inferior dejé que me tirara sobre mi cama, demonios amaba cuando se ponía tan posesivo, tan varonil, el simple hecho de verlo llevar las riendas me excitaba de sobremanera, definitivamente Maximiliano era mi hombre ideal en todos los aspectos hasta el momento. Solté un grave gemido en el momento en el que su miembro comenzó a moverse sobre mi trasero y su lengua jugaba con mi oreja, lo único malo de aquella posición es que yo no podía hacer mucho, pero no podía negar que por Dios sí que se disfrutaba – Te deseo… te quiero dentro de mí, Max – gemí para luego morder con fuerza mi labio inferior, no había cosa que me excitara más que el hecho de que me hablaran durante el acto sexual, lo encontraba tan sexy, esa forma ronca de seducir ¡Oh mierda! Ya no podía más de la excitación.
Con un movimiento único me giré quedando debajo de él pero esta vez frente a frente mientras que mis manos sin perder tiempo se fueron a su pantalón para esta vez si sacárselo, había captado la indirecta de ir lento, por Dios que sí, pero me importaba un comino ir lento, tendríamos miles de veces más, ahora quería que fuera rudo, que me poseyera sin importarle nada, que me amara como si fuera de su propiedad, no es que fuera un novato en el tema de las relaciones sexuales, muy pocas veces había sido penetrado, eso era verdad, pero eso no significaba que no sabía lo que se sentía, en la versatilidad estaba lo bueno ¿no?
Mis manos lo obligaron a pararse mientras que yo me sentaba en la cama para poder sacarle sus pantalones por completo mientras observaba como él se despojaba de sus zapatos con sus talones provocando que yo hiciera lo mismo y en el momento en el que no tuve más obstáculos que su bóxer acerqué mi cabeza hacia su entrepierna para poder pasar mi lengua por todo el largo de su miembro encima de la tela mientras que mis manos se acercaban a la prenda para comenzar a bajarla de apoco, quería acariciar su masculinidad por completo, con mis manos, mis labios y mi lengua… quería que gimiera mi nombre cuando llegara al orgasmo.
Mordiéndome el labio inferior dejé que me tirara sobre mi cama, demonios amaba cuando se ponía tan posesivo, tan varonil, el simple hecho de verlo llevar las riendas me excitaba de sobremanera, definitivamente Maximiliano era mi hombre ideal en todos los aspectos hasta el momento. Solté un grave gemido en el momento en el que su miembro comenzó a moverse sobre mi trasero y su lengua jugaba con mi oreja, lo único malo de aquella posición es que yo no podía hacer mucho, pero no podía negar que por Dios sí que se disfrutaba – Te deseo… te quiero dentro de mí, Max – gemí para luego morder con fuerza mi labio inferior, no había cosa que me excitara más que el hecho de que me hablaran durante el acto sexual, lo encontraba tan sexy, esa forma ronca de seducir ¡Oh mierda! Ya no podía más de la excitación.
Con un movimiento único me giré quedando debajo de él pero esta vez frente a frente mientras que mis manos sin perder tiempo se fueron a su pantalón para esta vez si sacárselo, había captado la indirecta de ir lento, por Dios que sí, pero me importaba un comino ir lento, tendríamos miles de veces más, ahora quería que fuera rudo, que me poseyera sin importarle nada, que me amara como si fuera de su propiedad, no es que fuera un novato en el tema de las relaciones sexuales, muy pocas veces había sido penetrado, eso era verdad, pero eso no significaba que no sabía lo que se sentía, en la versatilidad estaba lo bueno ¿no?
Mis manos lo obligaron a pararse mientras que yo me sentaba en la cama para poder sacarle sus pantalones por completo mientras observaba como él se despojaba de sus zapatos con sus talones provocando que yo hiciera lo mismo y en el momento en el que no tuve más obstáculos que su bóxer acerqué mi cabeza hacia su entrepierna para poder pasar mi lengua por todo el largo de su miembro encima de la tela mientras que mis manos se acercaban a la prenda para comenzar a bajarla de apoco, quería acariciar su masculinidad por completo, con mis manos, mis labios y mi lengua… quería que gimiera mi nombre cuando llegara al orgasmo.
Henry St. Jones- Profesor/a del Club de duelo
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