Out the rules (Christopher F.)

Tras lo ocurrido en aquella fiesta, los prefectos habían escuchado una especie de sermón por dejar que se llevase a cabo y no haberlo visto venir. Nos habían dicho que había que reforzar la vigilancia y no permitir que ningún alumno pasease a altas horas de la noche por el castillo. Entendía la preocupación de los profesores, sobre todo de McGonagall y su enfado con nosotros para que extremásemos la vigilancia. Realmente no nos habríamos imaginado que algo así pudiese llegar a ocurrir. Parecía que tiempos oscuros se aproximaban, como la última vez, según había dicho mi padre. Me había pedido que respetase las normas y que tuviese mucho cuidado. Era impensable que algo así pudiese ocurrir en Hogwarts, pero tras la caída de Beauxbatons y Dumstrang, parecía que ya no había nada seguro.

Esta noche me había tocado hacer guardia. Había deseado encontrarme con Jean por los pasillos, ya que creía que a él también le tocaba, para no aburrirme tanto, aunque no lo había visto en toda la noche.

Se acercaba ya la hora de ir a la cama, llevaba ya algunas horas merodeando por el castillo sin encontrar nada, así que daría un último paseo, empezando por la planta de abajo, hasta la 7ª para ir hasta mi sala común, y subir a mi habitación para dormir. Parecía un zombie, caminaba como si no hubiese dormido en días del cansancio que tenía, y no paraba de bostezar.

Al llegar a las mazmorras del castillo, noté el cambio de clima que era bastante apreciable. Un escalofrió recorrió mi espalda al tiempo que un olor a humedad perforaba mis fosas nasales. Odiaba estar en esa zona del castillo. Además, ese olor parecía haberse incrementado con la pequeña tormenta que parecía haberse desatado fuera. Cogí mi varita y conjuré el hechizo lumos para poder ver por donde caminaba. No esperaba encontrarme con nadie, no creía que nadie lo suficientemente estúpido como para hacerlo después del endurecimiento de los castigos. Iba a dar media vuelta, para subir nuevamente hasta la planta baja. Cuando escuché un ruido proveniente de unos de los pasillos. Aceleré el paso hacia allí, parecía el pasillo que iba hacia la cocina. Cuando estuve en la entrada levanté la varita y vi al fondo una figura conocida.

- Cassandra Nott

Me limité a decir. Suspiré, cansado. No era la primera vez que me la encontraba en mis rondas nocturnas, y algo me decía que no sería la última. Caminé hacia ella, ahora con el paso tranquilo y observándola.

- Deberíamos de intentar vernos en otras ocasiones más.... agradables

Me detuve a escasos metros suyos. Entre el cansancio, y la seriedad de que la hubiera cazado, en mi rostro se mostraba un semblante serio que no solía tener muchas veces. Había llegado el momento de imponerle el castigo, que protestase, y discutiésemos. Me crucé de brazos y la miré fijamente a los ojos.

- ¿Ya sabes lo que toca, no? Aunque quizás esta vez el castigo sea un poco más estricto. 15 puntos menos para Slytherin... y mañana tendré que hablar con el jefe de tu casa para sabes cuanto durará tu castigo. ¿Algo que decir a tu favor?

Realmente, no había nada que pudiese decirme que la librase del castigo, pero podía intentarlo.

Según me iba acercando a ella, pude observar que en la mano sostenía su varita. Padecía que la había asustado, aunque cuando me acerqué bajó los brazos y los mantuvo en paralelo con su cuerpo. Noté su mirada clavada en mi, escuchando mis palabras. Me parecía un poco extraño que aún no hubiese protestado ni dicho nada. O hubiese intentado persuadirme para que le levantase los castigos, pero esta vez me intentaría mantener firme. Aún así, ella siempre conseguía que me ablandase.

Se acercó a mi, agarrando mi corbata y colocándola nuevamente. Y ahí empezaban mis nervios. Tragué saliva con algo de dificultad mientras seguía con mi corbata, mientras a duras penas escuchaba lo que me decía. Sacudí un poco mi cabeza para intentar serenarme un poco. Agarré su mano con delicadeza aunque con decisión, y se la bajé para que soltase mi corbata.

- Sí, exactamente, 15 puntos y un castigo. La duración probable del mismo será de un mes

Me fijé que había guardado la varita en su túnica y que tenía la nariz un poco enrojecida. Seguramente yo también la tuviese con el frío que hacía aquí abajo. Normalmente prefería el frío al calor, pero no me gustaban los extremos. Cass comenzó a acariciar mi mejilla, y en ese momento podría haber jurado que me mis mejillas se habían teñido con un discreto tono rojizo. Tragué saliva nuevamente, e intenté concentrarme para que mis nervios no me jugasen una mala pasada.

Tras la oportunidad que le había brindado, parecía que ella iba a aprovecharla. Por supuesto, es algo con lo que ya había contado. Esbocé una sonrisa, porque esta situación se me hacía graciosa. No sabía como, pero siempre acabábamos así. fijé mi mirada en ella, escuchando cada una de sus palabras con atención mientras mi sonrisa se aumentaba. ¿Pesadillas? Esta vez la excusa de Cass había estado poco currada. Estaba manteniendo bastante bien los nervios a ralla, hasta que se acercó a mi oído y me habló de esa forma. Sentí como si me hiciese cosquillas en el cuello y me dieron ganas de levantar mi hombro para tapar un poco la zona, pero aguanté porque sino habría quedado de forma un tanto patética. Mi respiración era lenta, para intentar que mi ritmo cardíaco se relajase y no fuera tan rápido. Cuando se apartó de mi, carraspeé ligeramente intentando recuperar nuevamente la compostura.

- ¿Y pretendías ir a la cocina.. a comer un poco?

Arqueé las cejas, intentando disimular mis nervios con una cara de sorpresa. Desde luego, jamás había escuchado que comer ayudase a no tener pesadillas.

- Creo que la comida no es un buen remedio para eso, pero bueno...

Me quedé unos segundos en silencio reflexionando sus palabras. Me mordí el labio sin darme cuenta de ello. Era como una especie de tic que me salía cuando estaba nervioso. Recordé el día que había ido con Adhara a las cocinas. Ambas chicas eran amigas, o eso creía, y ambas hacían que estuviese bastante nervioso en su presencia. Suspiré notoriamente y la miré a los ojos

- De acuerdo... tu ganas, no tendrás castigo. Pero se le restarán igualmente 15 puntos a la casa de Slytherin. Y te dejo esta advertencia. No es ninguna amenaza, sabes que no me gusta hacerlo, ten cuidado porque si no te encontrases conmigo quizás acabarías tus días en la sala de castigos.

La miré fijamente a los ojos, retomando quizás un poco mi faceta seria. Sabía que ella reconocería, aunque no fuese en alto, que mis palabras eran ciertas. Giré mi cabeza para ver la puerta hacia la cocina abierta, y volví a mirar a Cass, esta vez más sonriente.

- ahora, vamos a comer un poco... llevo toda la noche de pie, creo que me merezco un tentempié.

Cassandra parecía conforme con la decisión que había tomado. Yo suspiré tranquilamente, dándome cuenta de que me había vuelto a manipular, consiguiendo casi lo que había querido, ya que los puntos los descontaría. Ella me dio un beso en la mejilla, pero esta vez no acudió a mi mi sonrojamiento, hacia demasiado frio y tenía la piel un poco pálida.

- Si... y aunque después tenga pesadillas, al menos tendré el estómago lleno

Me imaginé la comilona que me podría dar y no pude evitar que se me esbozase otra sonrisa. En cuanto a las pesadillas... había tenido alguna a causa de aquel ataque en Hogwarts. Los gritos, el caos, el dolor... esperaba que no se volviese a repetir, y aún seguía pensando como podrían haber entrado, y como sabían donde encontrarnos. Entramos en la cocina y aparecieron al instante dos elfos domésticos. Después de que Cass pidiese, uno de ellos me miró

- ¿Lo de siempre señor Felton?

Miré a Cassandra divertido, y me rasqué la nuca. El elfo acababa de descubrir que mi asistencia a las cocinas era bastante habitual. Volví mi mirada hacia el elfo y asentí con una clara felicidad.

- Si, gracias Kire. Y no me llames señor, o Felton, o Christopher, o Chris... pero elimina lo del señor. Gracias.

Los elfos se giraron y comenzaron a cocinar. Yo me acerqué a Cassandra y me senté junto a ella, al lado de la mesa. Apoyé mis brazos sobre está y la miré.

- Si.. bueno, resulta que ya conozco a algunos elfos y no hace falta que les diga lo que quiero. No es más que huevos revueltos, beicon, algunas tostadas con mermelada... Y si, mi comida favorita del día es el desayuno. Intento repetirla muchas veces al día.

Me reí. Eso podría haber sonado un poco extraño, pero cuando me sirviesen todo, podría haberlo observado ella misma. Me acomodé en la silla mientras estiraba mis brazos y mi espalda, tras lo que me puse una mano ante la boca para bostezar. Escuché su pregunta, atento, y después me quedé unos segundos en silencio, pensando mi respuesta.

- Pues... verás. Todo ocurrió cuando iba a comenzar quinto. La profesora Mcgonagall me envió una carta diciéndome que deseaba que fuese Prefecto. Yo no le dije nada a mis padres, y tampoco sabía que responderle. Así que un día se apareció allí, y me lo preguntó directamente porque no sabía si me había llegado la lechuza ya que no le había respondido. ella me expuso los motivos por los que quería que lo fuese y acepté. No sé, no es algo que le ofrezcan a todo el mundo, y me gustó que hubiese pensado en mi. no me gusta decepcionar a las personas.

Me encogí de hombros. Todo lo que le había dicho había sido cierto, no tenía porque mentirle en eso y además, había que añadir que yo no lo hacía. Odiaba las mentiras. Sino quería responder a una pregunta, no lo hacía y punto, aunque pudiese sonar algo borde o desagradable. Aunque la gente pensaba que eso era ser desagradable, como prefiriendo una mentira.

- Además, mi padre, mi madre y mis hermanos fueron prefectos al menos un año, parece que es como herencia familiar

Bromeé. Realmente se habían puesto muy contentos cuando se lo dije. si, siguiendo las tradiciones. La miré atentamente alzando una ceja.

- Tu jamás te planteaste ser prefecta, ¿no?

Era más una broma que otra cosa. Sabía que jamás podría llegar a serlo por el historial tan grande que tenía. Me reí, aunque brevemente, ya que mi olfato comenzó a oler la comida casi hecha, y mi cerebro no pudo parar de pensar en eso. Me relamí los labios solo con pensar en comer ahora.

Bajé la mirada y junté los dedos índices, con cara de pena, cuando se rió de mi desayuno.

- Jo... también como fruta... Pero necesito muchos hidratos de carbono a lo largo del día. Además, todos los días también hago ejercicio, y sino como bien estaría hambriento

Me di unos golpecitos en la boca del estómago sonriendo. Si, ciertamente necesitaba mucha comida para estar activo, pero además había que añadir que yo era una especie de saco sin fondo. Si ahora le parecía que comía mucho, no me había visto en exámenes. Me fijé en que parecía que tenía frío, me levanté un segundo para pedirle alguna bebida caliente a uno de los elfos, y me acerqué a ella por detrás. Me saqué una túnica más gorda que llevaba sobre los hombros y se la puse sobre los suyos, para que se tapase. Me volví a sentar en mi silla y escuché lo que decía acerca de lo de ser prefecta. Esbocé una sonrisa.

- Parece que ya tienes tu futuro bien organizado. Eso es bueno. Yo me decanto por acabar siendo auror. Sería un sueño hecho realidad. Si.. también coincido en eso con mi familia, pero en realidad ellos no quieren que lo sea. Son demasiado sobreprotectores conmigo como para permitirme serlo, pero.. no pueden opinar por mi, ¿no?

Desde que tuve plena conciencia de la magia, la situación en el mundo, la existencia de magos oscuros... Siempre había querido serlo, jamás había pensado en hacer otra cosa. Comenzamos a comer, yo con una cara que mostraba una felicidad absoluta, mientras escuchaba sus preguntas. Casi me atraganto con la última, y tuve que darme golpes en el pecho para poder respirar bien. La miré fijamente.

- Nunca me has gustado. Mi corazón pertenece a Addy, ella ya lo sabe.. sólo que me rechaza

Le eché la lengua. Realmente no podía negar que era muy guapa, pero su personalidad tan coqueta me intimidaba demasiado como para que pusiese llegar a pasar algo más.

- ¿Y tu? Por ahí hay rumores... no sé si son ciertos o no, pero se rumorea que tu corazón ya tiene dueño

La miré con cara de curiosidad y una sonrisilla de diversión. Sabía que Cass y Addy eran muy buenas amigas, pero conociéndolas a las dos, podía ver que eran muy diferentes.

- ¿Estás más tranquila? Es que cuando te encontré te vi un poco agitada, si alguna vez te pasa otra vez o algo, avisame para que hable con la enfermera haber si puede conseguir algo. Sino, siempre puedo decirle a mi madre que vaya un momento a San Mungo a ver si le pueden dar algo

Sus palabras podrían haber causado que me pusiera otra vez nervioso, aunque esta vez con el tono empleado y sus gesticulaciones, se notaba que hablaba en broma. Eso me alivió y por ello, acabé sonriendo siguiendo su ejemplo. No sabía si continuar el juego como ella, ya que probablemente sus contestaciones fuesen poniéndome cada vez un poco más nervioso.

- Claro Cassandra, aunque mis sentimientos por Addy son más profundos, lo tuyo lo veo como un romance más utópico.

Me reí. Estaba claro que ambas jóvenes eran muy guapas, quizás las más guapas del colegio, y ambas eran buenas amigas. Por mi parte, creía conocer bien a Adhara. Quizás no fuésemos mejores amigos, pero desde luego no era una compañera más de clase. Le tenía mucho cariño y sabía que si necesitaba algo, podría contar con ella. Con respecto a Cass, si bien nuestra relación no era tan profunda como con Addy, no era porque no la tuviese en buena estima, sino quizás por haber tenido menos trato con ella. La verdad es que ambas chicas no me parecían el prototipo que tenía en mente sobre Slytherin, pero ambas me caían muy bien.

Mientras ella hablaba sobre Albus y ella, aproveché para coger una tostada del plato y empezar a comerla mientras la miraba con atención, escuchando sus palabras. Cuando tragué lo que tenía en la boca, me dispuse a responderle.

- Ya.. algo de eso vi en la fiesta, antes de...

Me quedé unos segundos en silencio, no me gustaba hablar de ese pequeño incidente, cuando los mortífagos nos atacaron. PArecía como si la boca se me hubiese quedado seca y me costase hablar. Intenté tragar saliva para proseguir.

- Bueno, eso... vi como Scorpius golpeaba a Albus después de que.. bueno, eso, os besarais. Ahí creo que empezaron todos los rumores.

Me encogí de hombros. Si, ciertamente, en el colegio casi no se hablaba de otra cosa. Y es que siempre que había algún gran cotilleo tardaba en olvidarse. Realmente, tenía razón en lo que decía, no entendía la reacción de Scorpius. al fin y al cabo, ella era libre de estar con quien quisiera, y debería ser feliz de que fuese con su mejor amigo. Al fin y al cabo, se conocían bien.

- Realmente, comprendo que Scorpius se molestase... pero no que se comportase así. Pero.. no soy quien para juzgar las acciones de otro, no soy juez ni verdugo... sólo espero que se solucione cuanto antes, da rabia que se rompa así una buena relación de amistad por una tontería.

Al fin y al cabo, eso era lo que era. Si se hablasen las cosas, muchas veces este tipo de situaciones podrían evitarse. Seguí comiendo la tostada mientras me explicaba lo que le había ocurrido.

- Pues si te vuelve a ocurrir, avísame... creo que podrías llegara tener problemas si te encuentra algún otro prefecto. Haría el esfuerzo de acompañarte a las cocinas o a la enfermería si hiciese falta para que te dieran algo

Le guiñé un ojo. Que se dificulte el sueño, sabía que a veces podía ser bastante agobiante. Yo con todo lo que dormía, todos los días estaba cansado, no me gustaría ponerme en su piel. Estaba cogiendo otra tostada, cuando se me cayó un poco de mermelada sobre la túnica. Bajé mi mirada para limpiarme, y cuando acabé levanté mi vista para mirar a Cassandra, y acabé riéndome mientras me rascaba la nuca, un poco avergonzado.

- Mm... no, creo que entre Addy y yo jamás podría pasar nada. Me llevo demasiado bien con ella como para eso. Siempre estamos con esas bromas. Claro que la quiero, pero como amiga.

Me mordí el labio. Quizás cuando nos empezamos a llevar podría haber pensado en algo más, pero a estas alturas, mi cariño se limitaba al ámbito de la amistad. Ella me preguntó si teníaa alguien en mi punto de mira. No pude evitar reirme y negar con mi cabeza.

- Realmente, estoy abierto a sugerencias. No suelo pensar en alguien así, si veo que la situación es favorable, y me gusta... me lanzo. sino.. yo no busco que suceda

Me encogí de hombros. Después me quedé como pensativo, y esbocé una sonrisa.

- Aunque.. ya que eres buena en adivinación, creo que te pediré que los uses en quidditch, para cuando apueste. Sólo para asegurar la victoria.

Asentí ante el comentario de Cass. No conocía mucho a su primo, así que tampoco podía hablar con total libertad sobre el tema, ella si lo hacía así que suponía que estaría en lo cierto. De todas formas, sería una tontería que siguiese enfadado por eso.

- Los hombres podemos llegar a ser muy tozudos si nos lo proponemos, y a veces es difícil hacernos cambiar de opinión. Espero que estés en lo cierto.

Intenté reprimir una risa. Era una obviedad lo que acababa de comentarle, pero era cierto. Parecía que ella había terminado de comer, y miré mi plato para cerciorarme que me quedaba poco. Parecía que tenía frío y no quería reternerla más. Parecía que mi idea le había agradado. Esbocé una gran sonrisa. Había pasado pro alto su tono, para no ponerme todavía más nervioso.

- No te discutiré que no disfruto de tu compañía, porque si que lo hago.

Addhara y ella eran casi las únicas chicas de Slytherin con las que mantenía una buena relación. En el caso de Addy, muy buena. Había sido toda una suerte haber coincidido en un aula de castigo con Addhara, sino creo que jamás hubiésemos hablado. Gryffindor y Slytherin parecían diseñados para odiarse eternamente. Era una estupidez, aunque si que era cierto que me fastidiaba más perder contra ellos en quidditch o en la copa de la casa, prefería que ganase cualquier otra casa antes.

Ella se levantó de su silla y mientras le hablaba sobre las chicas, se colocó detrás mi. Noté como su perfume embargaba mis pulmones y como se aceleraba un poco mi corazón cuando se acercaba tanto. Parecía que le había hecho gracia el comentario, y no tardó en despeinarme con la mano. En esos momentos estaba un poco absorto, ya que los nervios me controlaban. Comenzó a temblarme la pierna derecha, así que coloqué mi brazo sobre ella para intentar contenerla. Colocó su mano sobre mi hombro, y me apretó el moflete. Yo no pude evitar sonréir levemente cuando dijo todo aquello.

- Vaya... me tienes en mi alta estima. Yo aunque estuvieses soltera no haría falta que te buscase nada, ellos ya van directos a ti.

Esbocé una sonrisa. Siguiendo su ejemplo, me levanté de la silla y me dirigí a la puerta de la cocina junto a ella. Al salir, comenzamos a caminar por el pasillo hacia su sala común. Primero la acompañaría, y después ya iría a la mía. De todas formas, a estas horas no creía que hubiese alumnos correteando por ahí.

- ¿Sabes? Te voy a decir una cosa, y espero que no te moleste. A veces me pregunto que hacéis Addhara y tu en Slytherin. No es por desprestigiar vuestra casa, pero casi todos los Slytherins que conozco... en fin, no se parecen demasiado a vosotras.

Giré un poco mi cabeza para mirarla, y esbocé una sonrisa. Quizás pudiese sonar mal, pero lo decía con la mejor de mis intenciones. Desde luego, ellas no eran como las Slytherins a las que estaba acostumbrado a tratar. Cuando estábamos a una distancia prudencial de la entrada de su sala común, me detuve.

- Creo que yo me quedo aquí. No quiero escuchar la contraseña y que si pasa algo se me culpe a mi.

Me reí. Estaba bromeando, pero las contraseñas eran algo secreto de cada casa, no podía saberlas ningún alumno de otra para evitar problemas.

- Aprovecha para dormir, a ver si lo logras. Yo será lo que haga.