Can we pretend that airplanes in the night sky are like shooting stars?

Viernes 26 de septiembre, medianoche. Baños femeninos.

Se alegraba - realmente - y de una manera indescriptible, de haber ido a ver sus primos a San Mungo. Mucha pena le daba el hecho de que Albus no pudiese volverse con todos ellos, pero si aún no le habían dado el alta por algo era, y debería cumplir las reglas porque con su salud no se podía bromear. Molly había vuelto con su primo y su novia, Everleigh parecía simpática, aunque comprendía que con tantos parientes Potter - Weasley debía haberse sentido algo inhibida, tenía intenciones de charlar con ella bajo una privacidad más femenina, más amistosa. Tras la llegada, no había quedado mucho tiempo para pavonearse por ahí porque ya era la hora de la cena.

Volvió a su habitación con Allison Scott, una amiga suya con quien compartía alcoba, en verdad estaba cansada por dar tantas vueltas y por tanta ansiedad y agite ese día, pero una vez que tocó la cama, todo ese cansancio se esfumó. Dormitó, quizás, una hora como mucho, pero tras esos largos minutos tuvo la necesidad de ponerse de pie e irse de su cuarto porque se sentía sofocada. Apenas si se colocó su túnica sobre su pijama de verano - que jamás, jamás dejaría de usar aunque hicieran veinte grados bajo cero - por el frío que recorría el castillo por la noche.

Intentó permanecer en la Sala Común, pero si bien era espaciosa también le resultaba carcelera. Mejor iba a pedir algo a las cocinas e iba a los baños a mojarse un poco el rostro, aunque claro, ella sólo quería caminar. Molly se encontró a sí misma caminando por los pasillos oscuros de Hogwarts cubriéndose con su túnica, debía haber llevado más abrigo. En realidad no era buena idea que ella saliera a esas horas, porque eso significaba que si no hacía silencio la castigaban, y la palabra silencio jamás coordinaba con ella.

-reservado.-

Scorpius había finjido tener que irse antes del hospital por algunos asuntos de importancia pero no había dado muchos detalles, lo cierto es que al ver ingresar a dos medimagos a la sala le había dado terror y había huido como una rata. Aquella noche tenía la ronda y no había visto a sus compañeros prefectos por ningun sitio. En el segundo piso había encontrado a varias niñas de Huffleuff riendose y leyendo una revista, les quitó puntos, les quitó la dichosa revista y las mando a su sala común. Amaba mandar y los pequeños rostros de las niñas asustadas le causaban una gracia increíble.

Con la revista en su mano siguió con su ronda en solitario, si los demás eran unos vagos a él no le importaba, haría su trabajo como era debido. Pasó por el despacho de MacGonagall, lo correcto sería dejar aquella revista allí confiscada, pero la curiosidad pudo con él y comenzó a leer alumbrandose con un lumus de su varita. Corazón de bruja, la revista más idiota que se había inventado, siempre hablaba de recetas paraa brujas coquetas y chusmerios del colegio. Al pasar a la tercera página una imágen lo dejó duro en medio del pasillo. ¿Que hacia su foto en medio de esa revista? Era un fotomontaje barato, pero bien se podía apreciar su rostro y el de las dos señoritas a los lados. Adharaa y Molly. - Mierda.. - masculló frunciendo el ceño. guardandose esa cosa dentro de la túnica, hablaban de él sin su permiso, les haría un hueco a los editores de esa chorrada. El rubio siguió caminando y entró en los baños para inspeccionar que no hubiera ningun insomne merodeando.

Se arrepintió de ir a las cocinas, en primer lugar había comido lo suficiente en la cena - como toda Weasley - como para sentir si quiera un deje de hambre, y en segundo lugar, las salas donde los elfos trabajaban tan arduamente quedaban demasiado cerca de su Sala Común, y lo que Molls quería para despejarse y ver si el sueño le venía como por arte de magia, era caminar. Pasear y pasear a escondidas hasta que Morfeo la llamara o algún prefecto la encontrara. Entró al baño femenino, empujando las silenciosas y enormes puertas de madera labradas y, filtrándose en una pequeña abertura, estuvo minutos allí mirándose frente al espejo o haciendo expresiones tontas.

- Boy I hear you in my dreams, I feel yours whispers across the sea - canturreó mientras juntaba sus manos y hacia un hueco con ellas, abriendo las canillas de agua fría para mojarse el rostro. Era bastante irónico que se mojara la cara con agua fría si buscaba tener sueño, porque eso era lo que las personas normales hacían para despertarse. Ella, de todas formas, jamás haría las cosas como todo el mundo. Tomó una toalla sin atinar a ver el color de la misma, y se secó el rostro, suspirando mientras cerraba los ojos sobre la suave y cómoda tela.

- I keep you you with me in my heart, you make it easier when life get's hard - murmuró, separando sus labios de la tela para poder cantar mejor. Esa canción era una de las más increíbles que había escuchado, en especial el dueto que ella había escuchado. Pensó en esa tarde, debería estar tan cansada con todo lo que había vivido. No evitó recordar a Scorpius quejándose con ella por la mañana, y se había olvidado de preguntarle qué le pasaba en San Mungo, aunque quizás fuese mejor así. Podría preguntárselo al día siguiente, si recordaba.

Cada frase de la canción era hermosa, pero tenía la manía de cantar - por lo menos los duetos mixtos - solamente la parte de la mujer. Es que su tono de voz se modificaba apenas dependiendo la canción que cantara, sólo sus propias invenciones cargaban con su realidad. Así que, como lo que seguía era un hombre, Molls se quedó callada apenas tarareando la melodía, hasta que llegara el estribillo en que se escuchaban una voz sobre la otra, y acompañadas a la vez. Pero fue imposible, porque otra voz que cantaba, mucho más grave que la suya y que claramente provenía de un hombre la había interrumpido; mierda, prefectos.

Bajó la toalla de su rostro para ver qué alumno le quitaría puntos, pero en su lugar sus párpados fueron cubiertos por dos manos grandes. Frunció el ceño, ¿qué demonios? La pelirroja recapacitó la familiar voz en su mente, y es que a esas horas y con el eco que las enormes y solitarias salas del castillo producían se le había hecho difícil identificarlo en un inicio. - ¿Scorpius? - preguntó, aún de espaldas a él, llevando sus manos a las de él para quitarlas de su rostro.

Giró sobre sus talones, alzando levemente el mentón para verlo mejor. O él era muy alto, o ella muy pequeña. Bah, en realidad no era tanta la diferencia y Molly estaba acostumbrada a tener amigos más altos que ella, era algo cotidiano ya podría decirse. - Lo siento, no podía dormir y quería caminar un poco - pidió disculpas, bajando el rostro después. Sabía que no era excusa, pero su idea no era cumplir las reglas - no esa noche, al menos - y no evitaría decir la verdad.

No sabía porquese hacía el gracioso con ella, o la trataba bien auqnue estuviese incumpliendo las normas, lo que si sabía es que Molly, con ese camisón estaba más lindo que nunca. Sonrió y cuando ella le tomó las manos soltó su rostro, dejando que ella voltease. No era demasiado alto, Albus era un poco más alto que él y eso era mucho. El rubio escuchó su escusa y soltó una carcajada, esa socarrona carcajada que derretía a quien lo mirara. - No tienes que darme excusas a mi, podemos finjir igual que me ayudas con la ronda, eres mi novia al fin y al cabo.. - esa determinación a la que había llegado era tonta, la había dicho sin pensar, pero era astuto y sabía que con eso comenzaría a sacarle los colores a su amiga, y se veía hermosa sonrojada y con el camisón antes mencionado.

Scorpius dejó un beso en su mejilla. Debía decirle todo lo que había pasado en casa, Molly sería su confidente y ahora que la había involucrado en eso mucho más - Papá casi se muere cuando le dije que estaba prometido con una Weasley.. dijo que si hacía eso me encerraría en casa y tendría que dejar el coegio y otras chorradas más.. - sus ojos brillaban, como la plata más pura, estaba contento, infinitamente. - El plan está saliendo a la perfección, mamá quiere conocerte - le dijo tomandola en brazos y dando vueltas con ella. - Que canción estabas cantando Molly? - preguntó luego de que la emosión disminuyera y la soltase despacio.

De acuerdo, ¿era su impresión o había recibido demasiada información junta? Molly sonrió con aquella carcajada agradable del rubio, y desde entonces no borró su sonrisa porque, o sus comentarios le eran divertidos, o porque simplemente decía algo con una felicidad que contagiaba. Así era ella, no evitaba deprimirse si alguno de sus cercanos lo hacía, y tampoco dudaba en estallar de felicidad si sus allegados pasaban por lo mismo. eres mi novia al fin y al cabo... sí, era cierto, pero el hecho de hablar de ello como si fuese tan real incluso cuando estaban solos la incomodaba un poco, la avergonzaba. Pasó por alto el rojizo color que sus mejillas pintaban, prestando atención en lo otro que él contaba.

Cerró los párpados aumentando un poco su sonrisa tierna cuando Scorpius besó su mejilla. Al separarse, Molls tomó su túnica y se la cerró un poco más sobre el pecho, para que no se viera el camisón que llevaba. Era una cría, lo sabía, pero todos los años su tía Fleur le regalaba esos vestiditos tontos para dormir, que aún así, amaba. La adrenalina que cruzaba la mirada del rubio era intensa, la pelirroja se preguntaba hasta qué punto querría fastidiar a su padre. Ahora, ella ya sabía el por qué de toda la actuación y seguía apoyándolo en el asunto, sólo esperaba no armar un real escándalo.

- Bueno pues, ¡me alegro! - El plan suyo estaba saliendo a la perfección - Pero, Scorp, ¿no crees que podría irse por las ramas todo el asunto? - Molls no quería que sacaran a su amigo Slytherin de Hogwarts, y Draco Malfoy era un hombre empedernido cuando se lo proponía. Mordió levemente su labio inferior, conocer a Astoria Malfoy sería un reto más, uno difícil. Aún había alumnos en el castillo que no se tragaban que ellos estuviesen juntos, pero ya comenzarían a creerlo. Sus actos estaban cada vez mejor, mismo James le había advertido que quería hablar con ella, y estaba segura de que era sobre ese asunto. Se desternilló en risas mientras él la giraba, sin dar crédito a la alegría que recorría la sangre de su colega. Tomó aire al detenerse, llevándose una mano al pecho mientras lo miraba cómplice. Ladeó el cuello a su pregunta, mierda, la había escuchado. - Se... se llama Lucky - contestó, sonriendo timidamente.

Estaba alegre si, hasta no se quejó de que su compañera se tapase aquel hermoso camisón de satén, seguramente ese no se lo habían comprado los Weasley, porque tenían gustos bastante pasados de moda. El rubio sonrió una vez más, nada negativo de lo que su amiga le decía podía con su entusiasmo repentino.

- No hará nada, hemos tenido una conversación y todo saldrá bien.. - eso creía, lo habían hablado antes del desmayo, los medimagos y toda esa fiebre acumulada, pero lo habían hablado. -- Mi madre no es como mi padre, le encantará conocerte y papá arderá de rabia cuando le caigas bien, es perfecto Molly.. - sin querer éste había tomado la mano de su pelirroja entre sus manos - Me gusta la canción y tu lo haces increíble.. - no sabía de donde sacaba tanta amabilidad y sinceridad hacia ella, pero lo hacía y hasta lo hacía verse tierno.

Scorpius escuchó un ruido de botas en los pasillos, los prefectos de Gryffindor seguramente se acercaban, compartían esa zona. Miró a Molly con nerviosismo. En realidad no debería ponerse así porque a él no lo regañarían. Optó por seguir con su plan y la abrazó suavemente acorralandola contra uno de los lavados.

No quería ser negativa ni mucho menos, pero ya se sabía que Molls se preocupaba mucho por sus amigos y aquella no sería la excepción, sonrió apenas cuando él aseguró que su padre no haría nada al respecto, conformándose y creyéndole lo que decía, después de todo Draco Malfoy era su madre, no el de ella. Astoria le causaba mucha curiosidad, porque sobre Malfoy mayor existían muchos comentarios - que si bien no creía, lo describían en su totalidad - en cambio de su esposa no se sabía demasiado además de que era una mujer bellísima y elegante. Curiosidad hasta la médula, y eso era poco.

Bajó los ojos verdes donde el suelo nuevamente, siempre era agradable que halagaran su canto aunque ella no lo hacía para presumir o esperando que la elogiaran. Cantar, era arte, y el arte era su vida. - Gra... gracias Scorp... - murmuró sonriendo levemente, volviendo a levantar el rostro realmente agradecida. La pelirroja no comprendía por qué James se llevaba mal con el rubio, a todos les gustaba juzgar pero nadie se daba tiempo para conocer a las personas. Scorpius era un amigo increíble, en esos momentos se lo estaba demostrando; con ella era gentil y tierno. No dejaba de ser un Malfoy, claro, su arrogancia siempre estaba presente, pero ¿y qué? Como si ninguno tuviese por lo menos un deje de egocentrismo en cierto momento de su vida.

Un pensamiento pasó por su mente, ¿y si no le caía bien al señor Malfoy? Molly no era refinada, ni demasiado inteligente, no era astuta, elegante, ni nada de todo eso, era rebelde, bastante alocada, estaba en problemas. Iba a compartirle esa duda importante suya cuando una mirada extraña de Scorpius se hizo presente y tras eso la acorraló contra los lavabos provocando que su cintura chocara con el borde del mismo; frunció el ceño. Enfrascada en sus pensamientos, había pasado por alto los ruidos afuera. - Scorpius, ¿qué...? - preguntó interrumpiéndose, confundida.

Lo comprendía ahora, su oído se había agudizado. En cierto momento Scorpius había mirado en dirección a la puerta, y como si fuese un imán ella había hecho lo mismo. No sólo sus ojos verdes se habían concentrado en esa dirección, también sus oídos, por lo que logró escuchar esas pisadas que cada vez eran más fuertes allí afuera. Molly tragó saliva, no estaba al tanto de lo que era ser prefecto, y se preguntaba si, además de quitarle puntos a ella, podrían meterse con él de cierta forma. Ya, estaba segura de que se verían en un problema.

Pero al parecer el rubio no creía eso, como se lo había dicho antes se suponía que ellos eran pareja, y por los actos que llevaba a cabo, si pareciese lo suficientemente real no se meterían con él. Sintió la mano de Scorpius en su mentón y sus labios chocar los de ella como otras cuantas veces, pero había algo nuevo allí. Su pierna derecha había sido movida por él, y se encontraba apenas rodeando el perfil de él. Su sonrojo era intenso, demasiado quizás, pero no tenía lugar a refutar. Todo ese teatro le obsequiaba una adrenalina jamás sentida, ni siquiera con la peor de las travesuras.

Cuando supo que habían llegado, Molls corrió el rostro hacia un costado y se mordió los labios, escondiendo una sonrisa que los prefectos no podían ver en lo absoluto. A Weasley no le agradó la forma en la que habló a los prefectos, pero tenía que comprender que Scorpius no era muy amable con quienes no eran sus allegados, y el que actuase así y más en un momento como tal en el que parecían estar interrumpiéndolo, lo más lógico siendo él era que se molestara. El rubio tomó sus labios de forma intensa, más apasionada que antes, con el ceño apenas fruncido la pelirroja le correspondió como para acallar a los prefectos con esa última escena antes de que se fuesen. Tomó el cuello de su camisa como aquel otro día en las mazmorras y lo acercó a ella, aferrándolo así mientras su túnica se movía de lugar y las prendas de dormir volvían a verse. Un escalofrío la recorrió cuando las caricias de Scorpius en su pierna fueron más íntimas de lo que esperaba, y abrió un ojo apenas para ver si los prefectos seguían allí. No, no estaban. Molls tomó la mano con la que la acariciaba tan desinhibido y la separó con suavidad, mientras separaba sus labios. Su respiración era ciertamente agitada, y su boca se veía más roja que antes. Muchas rogarían estar en su lugar en un momento como ese, y ella... ella le daba un final.

Varias cosas ya no estaban bien. Molly no escuchaba sonidos de pisadas ni dejes de los mismos, por lo que los prefectos habrían de irse hacía largos segundos ya, y aún así ellos habían permanecido en esa posición, pareciendo beber el uno del otro. Cuando logró verlo, Scorpius estaba sonrojado, con una bruma en la mirada que no recordaba haber visto jamás. Esa expresión le hizo caer que esa respiración que había sonado extraña en sus oídos antes, había sido un apenas perceptible jadeo suyo. Se sintió la persona más conmovida del mundo cuando el puchereó como un niño pequeño, demás enternecida con esa actitud suya. ¿Qué le pasaba a él? Y peor, ¡¿qué le pasaba a ella?! Tragó saliva, notando algo que antes no estaba donde su entrepierna, en el momento en que él dejaba descansar el rostro sobre su hombro.

Molls alzó levemente el mentón, con la mirada perdida en el alto techo del baño de mujeres. Dirigió sus ojos verdes a él, confundida por ese final inconcluso de su oración. Mi... ¿mi qué? Buscó con ímpetu su mirada cuando él salió de su escondite y la miró, cuestionándole si podía hacerle una pregunta y llevándola a cabo antes de que ella aceptara o no. Porque así era Scorpius, no esperaba que le dieran permiso para nada, tenía una personalidad fuerte y digna de un Malfoy, tan suya y tan de nadie a la vez.

Los ojos de la pelirroja se abrieron como si le preguntara algo sobre su más profunda intimidad. Un conjunto de sentimientos encontrados la atacó y no supo definirlos en su mayor exactitud. Algo se rompía en ella, o se creaba, vaya uno a saber, algo giraba en su interior; las mejillas de Weasley volvieron a colorearse y no supo si era a causa de su pregunta o si era por aquella intensamente aplacable mirada suya. Carraspeó, mirando algún punto incógnito del suelo. - Yo... que... - Esa era una pregunta que debía hacerse a sí misma primero, pero no tenía suficiente tiempo como para pensar. - Creo que confundimos la realidad con los actos, Scorp... - murmuró, porque no por nada sentía el bello de su nuca erizado y sus mejillas se sonrojaban por cada halago. Algo no estaba bien, estaba claro.

Molly fue asimilando cada comentario que salía de los labios de él, hablándose mentalmente como no recordaba haberlo hecho antes. ¿Lo quería como a un amigo? Sí, no, enserio, ¡claro que sí! Los amigos eran sagrados y no se tocaban, jamás de los jamáses. Él la veía como una amiga, por supuesto. ¿Linda ella? ¿Qué le pasaba al rubio? Sintió avergonzarse, notando como él la había analizado, ni siquiera ella se veía tan así como Scorpius la denominaba. Quiso quejarse, él no era una mala influencia como nada, porque si bien Molls era pequeña, infantil a veces, no era estúpida. Era comprensiva y amistosa, pero sabía diferenciar lo bueno de lo malo. Y Malfoy, aunque dijeran lo que dijeran, no era alguien malo. Frunció el ceño notoriamente y entrecerró los ojos. Cierto era que James querría molerlo a patadas, pero con todo eso de su muerte estaba dramatizando incalculablemente, los ojos verdes de la pelirroja se deprimieron momentáneamente con sólo imaginarse esa situación.

Lo que siguió en la conversación bombeó en su cuerpo como algo más que adrenalina, porque ya no era sólo eso. Estaba diciendo tantas mentiras, con una intensidad tan sincera y cruel. Le había dicho que era hermosa, que no podía verla de nuevo como una amiga por todos esos besos - contradiciéndose a lo que había dicho antes -, le había dicho que tenía una conexión diferente con ella, y que la deseaba. ¡Por Merlín, nunca nadie le había dicho que la deseaba! Aunque más de uno le había dicho que era demasiado inocente; las personas no terminaban de conocerla, Molly no era tan inocente como aparentaba sólo que muy pocos lo sabían. No, claro que no, por más que dijera mil y un veces que no era inocente, seguiría siéndolo, por más que cada muerte de obispo hiciera un comentario pervertido e indigno de ella, seguiría siendo ingenua, por siempre.

Esto es diferente, y me asusta. No quería que él se sintiera así, no quería preocuparle la existencia. Molls lo vio llevarse la mano a la cabeza, confundido, y analizó la situación a través del pensamiento más lógico para explicar todo eso. Scorpius se había vuelto loco. Sus cejas se curvaron, casi como una caricatura y fue donde él a colgársele del cuello. La pelirroja acarició su cabello con una mano, y con la otra se mantuvo aferrada a su hombro contrario. - Estas desvariando totalmente, ven.. - musitó, separándose de él y tomándole la mano, su intención no era tratarlo como loco ni mucho menos, pero ni cabía posibilidad de que allí hubiese verdad alguna, simplemente, no podía. Pretendía arrastrarlo unos centímetros hasta los lavabos - se habían corrido entre tanto franeleo - y lavarle un poco el rostro, algo que lo trajera a la realidad.

No lo comprendía, realmente no lo hacía. ¿Poción de la verdad? ¿Su primo? Deducía que hablaba de Albus pero, ¿por qué su primo andaba haciendo esa poción? Y aún peor, ¿cómo había hecho Scorpius para confundirse de tal manera? Molly no caía en la situación porque le parecía realmente un disparate. Scorpius Malfoy jamás podría sentirse atraído - o lo que fuese - por ella, porque... ¡no podía y ya! La pelirroja acostumbraba a que cada muchacho que le agradara, la tomaba como una niña, como una amiga más; Gab había sido el único que no lo había hecho y... bueno... ahora el rubio.

¿Y si mentía? Quizás simplemente estaba confundido, sí. Eso debía ser. Además a todo eso debía sumarle el hecho de que Molls no sentía nada. Porque no, no sentía nada. El hecho que los colores se le subieran cuando él decía frases tiernas, o que carraspeara como una torpe cuando la abrazaba de más. Se soltó porque él fue separándose lentamente de su abrazo, y tras repetirle que realmente le gustaba - genial, le fascinaba hacer colorear a las personas - se excusó con su ronda y caminó hasta la puerta.

La imagen de su rostro todo rojo quedó congelada en la mente de la pelirroja, con esa habilidad de ser tan impulsiva Molly lo siguió y lo alcanzó unos pasos antes de llegar a las puertas del baño, tomó su mano y por la debilidad que él representaba en esos momentos hizo que girara hacia ella, casi haciendo que se cayera sobre ella. La pequeña se echó para atrás y colocó su mano libre sobre su pecho, intentando sostenerlo. Dirigió sus ojos verdes cálidos donde los fríos y grises de él, como un mar de plata. - Supongamos que te creo... aunque sigo pensando que desvarías, y supongamos que... sólo supongamos... a mi podría llegar en un universo muy paralelo y lejano a suceder algo parecido... ¿cómo sigue esto? - preguntó, cayendo tarde en la intensidad y en la gracia ingenua de sus palabras; Molls lo miraba inquisitiva, y es que había demasiado trabas en el asunto.

Fácil era enumerarlas. Como si las hubiese pensado antes cuantiosas veces, Weasley las llevó a su mente rápidamente. Weasley y Malfoy, ya, sus familias se odiaban; él era un mujeriego empedernido, un muchacho experimentado, ella con suerte sabía besar y ni siquiera, además de que necesitaba a alguien demasiado fiel a su lado; tenían personalidades completamente diferentes, saldrían lastimados más de una vez de seguro; explicárselo a todos, siendo sinceros, no mintiendo, quizás fuese más difícil; y la última dificultad pero quizás la más importante: ¿sentía por Scorpius eso que él decía sentir por ella? Molly no evitó hacer un puño la mano que descansaba sobre su pecho, mientras aferraba su mano en la otra, entrelazándola con la suya, sin poder desprenderse de su mirada. Aquello era diferente, única y satisfactoriamente diferente.

Sus amigos, sus otros amigos. Molly jamás podría reírse si algo como aquello le sucedía, aún menos porque era ella quien se veía en medio del asunto. A Scorpius debía frustarle que ella no le creyera - o que dijese que no lo hacía, porque la seguridad en las palabras del rubio habían logrado que fuese aceptando su verdad, aunque fuese imposible - pero no sabía realmente qué hacer. Se echó ligeramente hacia atrás cuando él sacó la varita, probablemente creyendo cualquier otra cosa. En esos momentos desearía ser una legeremántica experta y poder leer sus pensamientos para ver qué pasaba por su mente, quería ayudarlo, pero no sabía cómo.

Tragó saliva en silencio ante las conclusiones suyas, que no podía tenerla más como amiga, que de sentir algo por él podrían luchar contra lo que viniese, su seguridad en que no era así. La pelirroja se coloreó y se sintió incómoda, sabiendo que debía actuar de forma inteligente una vez en su vida pero que, de hacerlo, no sería ella. Si pensaba lo que haría, no sería Molly Weasley, tan caracterizada por su impulsividad. - Scorpius... - lo llamó mientras besaba su mano. - No quiero perderte - Se encontraba confundida, indecisa, todo le daba vueltas en la cabeza. Sus sentimientos, su familia, sus otros amigos, él y cada acción suya. Nada era seguro, a excepción de una cosa: la pelirroja no soportaría perder a alguien como Scorpius Malfoy.

Sintió aquel conjunto de sentimientos dentro suyo como un remolino intenso, indescriptible. Aquella habilidad - defecto, podría decirse en situaciones como aquellas - de sentir lo de los demás, de empatía absoluta, terminaría jodiéndola realmente algún día. Lo observó con ojos de niña pequeña, porque no notaba seguridad en las palabras que dejaba salir de sus labios. ¿Qué sería de Molly sin alguien como Scorpius? Sin aquellos secretos que se confiaban uno con otro, algunos con mayor relevancia que otros, con esas reuniones en clandestinidad que no parecían tener nada malo para ella, pero que la llenaban de adrenalina, con esos pensamientos que no juzgaban jamás, con las sonrisas cuasi cómplices pero ingenuas, con la lealtad que se tenían. Porque sí, si la pelirroja había hecho todo aquel embrollo de ser su prometida lo había hecho por lealtad, porque lo quería y sabía que necesitaba de ella; y todo había terminado así, tan inconcluso.

Esbozó un puchero en sus labios, ella no quería dormir. Weasley quería quedarse allí, abrazarlo y decirle que todo pasaría, que los problemas se irían. Pero en esa situación, ¿no era ella el problema? En todo caso, no quería irse de la vida del rubito. Él se separó de su mano, dejando una angustiada Molls plantada allí. Terminó llevando su mano a la mejilla de Scorpius, acariciando allí mientras su mentón marcaba aquellas líneas de un gesto triste, demasiado quizás. No, no lloraría, no sería tan tonta. Recargó su frente sobre su pecho por unos segundos, claramente distanciados aunque tuviesen ese leve contacto. Suspiró allí, con los ojos verdes fijos en el suelo. Se alejó, todo pareció ser muy corto y durar mucho. - Lo.. lo siento mi vida... - susurró, con ese cariño suyo tan particular, mientras lo rodeaba y salía corriendo de los baños, cubriéndose con la túnica.