Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
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Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
El chico se había alejado paulatinamente de los lugares más frecuentados en el exterior para finalmente decantarse por auto-marginarse en la cabaña del guardabosques, sabiendo que éste no se encontraba en aquel lugar. Era un avieja cabaña, torcida, inclinada como la torre de Pisa, con una chimenea de la que en aquellos momentos no salía la espesa humareda tan cotidiana. El chico, de espaldas al colegio, con toda una tarde "libre" -puesto que no iría a clase de estudios muggles aquel día- se decidió por sentarse en los escalones que daban pie a la puerta de madera corroída por el paso del tiempo. Se sentó arrodillado y dejó sus brazos descansar sobre sus rodillas mientras miraba de un lado a otro antes de dedicarse a mantener su mirada quieta en un punto intermedio.
El paisaje que se le ofrecía delante no eran más que una serie de árboles, inicios del bosque prohibido, junto a una pila no tan bien ordenada de madera. El aburrimiento podía consigo, Nickie estaba recluido con su prometida, Anette no parecía dar señales de vida y con Kirby mantenía una pequeña y fría distancia tras lo ocurrido en el baño de prefectos. En aquellos momentos se encontraba aislado y sin gana alguna de realizar cualquier tipo de acción. Carraspeó pensativo mientras se apoyaba de forma incómoda en los peldaños y comenzó a ensoñar sobre su futuro, sobre lo que le depararía; quizás un buen hogar, un simple apartamento céntrico, no muy lejos de Diagón, un trabajo en alguna de las tiendas del lugar... parecía encandilarle aquel pensamiento. La libertad le había llegado con los diecisiete años de edad, sin duda ahora se basaba solo en él, no más complicaciones, no más presión externa... la buena vida.
Una pequeña sonrisa, más interior que cualquiera de sus manifestaciones anteriores surgió de su pensamiento pero rápidamente tornó en una mueca, su libertad había sido instaurada tras el homicidio escondido de sus "padres" muggles, aquellos malditos despreciables. Todavía podía recordar con cierta claridad el aspecto demacrado que tomaron sus cuerpos rápidamente, la mirada que poco a poco se hundía por completo, dejando paso a una sequedad inhumana; oh, sí, en aquellos momentos recordaba que se le había erizado el vello corporal por completo ante la imagen de aquellos dos imbéciles sufriendo como lo habían hecho sufrir a él.
La sonrisa desapareció y dejó paso de nuevo a aquella seriedad tan normal en el chico. Sacó su varita y empezó a realizar hechizos alternos, quemando, mojando, enroscando o arrancando la hierba que rodeaba la cabaña según le apetecía a su subconsciente.
El paisaje que se le ofrecía delante no eran más que una serie de árboles, inicios del bosque prohibido, junto a una pila no tan bien ordenada de madera. El aburrimiento podía consigo, Nickie estaba recluido con su prometida, Anette no parecía dar señales de vida y con Kirby mantenía una pequeña y fría distancia tras lo ocurrido en el baño de prefectos. En aquellos momentos se encontraba aislado y sin gana alguna de realizar cualquier tipo de acción. Carraspeó pensativo mientras se apoyaba de forma incómoda en los peldaños y comenzó a ensoñar sobre su futuro, sobre lo que le depararía; quizás un buen hogar, un simple apartamento céntrico, no muy lejos de Diagón, un trabajo en alguna de las tiendas del lugar... parecía encandilarle aquel pensamiento. La libertad le había llegado con los diecisiete años de edad, sin duda ahora se basaba solo en él, no más complicaciones, no más presión externa... la buena vida.
Una pequeña sonrisa, más interior que cualquiera de sus manifestaciones anteriores surgió de su pensamiento pero rápidamente tornó en una mueca, su libertad había sido instaurada tras el homicidio escondido de sus "padres" muggles, aquellos malditos despreciables. Todavía podía recordar con cierta claridad el aspecto demacrado que tomaron sus cuerpos rápidamente, la mirada que poco a poco se hundía por completo, dejando paso a una sequedad inhumana; oh, sí, en aquellos momentos recordaba que se le había erizado el vello corporal por completo ante la imagen de aquellos dos imbéciles sufriendo como lo habían hecho sufrir a él.
La sonrisa desapareció y dejó paso de nuevo a aquella seriedad tan normal en el chico. Sacó su varita y empezó a realizar hechizos alternos, quemando, mojando, enroscando o arrancando la hierba que rodeaba la cabaña según le apetecía a su subconsciente.
Última edición por Samuel Nordenström el Dom Mayo 15, 2011 10:21 pm, editado 1 vez
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Fecha de inscripción : 30/04/2011
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Encantamientos. Eso es todo sobre lo que la gente hablaba en la sala común esa tarde. La última clase de los alumnos de sexto había sido algo parecido a una maldición. Con tan solo un par de días de diferencia, les habían impuesto un examen de temario entero. Eso equivaldría a ver un montón de ratas de biblioteca cargados de libros sobre el temario en cualquier rincón del castillo durante las horas de los dos siguientes días, quejándose y maldiciendo por el escaso tiempo que teníamos por estudiar. Mientras me paseaba con tranquilidad por el primer piso, escuché como un par de chicos de Hufflepuff, un par de tejones de los más idiotas, comentaban que se saltarían la próxima clase (Transfiguración) por poder pasarla estudiando. Ineptos.
Yo no necesitaba ningún tipo de excusa para saltarme una hora de clases. Simplemente lo hacía y punto, ya que no dejaría que nadie, repito, nadie me diera ordenes de ningún tipo. Lo dejaremos en que no me apetecía asistir y punto. Y por lo que al examen respeta... aún quedaba otro día por delante, mejor disfrutar del momento.
Por los pasillos del castillo no encontré ni una serpiente que mereciera mi mínima intención. Lo único que logró acapararla fue una pequeña pelea entre sabandijas de Ravenclaw sobre la custodia de un sapo baboso que terminó por saltar de los brazos de uno y meterse en la cartera de una chica de Gryffindor que pasaba por allí. El alboroto llamó la atención de los prefectos y en menos de treinta segundos, ese pasadizo de la primera planta estaba a rebosar de estudiantes, interesados en la tontería.
Ande a contra corriente hasta llegar al hall del castillo, de donde salí hacia los terrenos, con dirección a ningún sitio en concreto.
Observé a mi alrededor y resoplé indignada. ¿Dónde se había metido la gente? ¿Había una escapada y no me había percatado de ello? Porque de ser así, mataría a Nick en cuanto lo viera...
Mis pasos siguieron mientras mi mente estaba en otro sitio. De fondo pasó una pareja de Durmstrang, tapados con ese uniforme marrón peludo que parecía ser tan calentito para invierno. Su aspecto del norte me hicieron recordar a Sammy, el cual parecía algo distenciado de mi desde ese jueves pasado. Era obvio que no le había sentado bien contarme aquello, y aún ahora se me escapaba una sonrisilla al recordarlo.
Antes de que me diera cuenta, terminé donde hacían la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, a la cual ya no asistía por ser una complementaria inútil. Y entonces me percaté de una figura que estaba sentada justo en la puerta de la casita del guardabosques, la cual estaba totalmente desértica por la ausencia del amo.
En mis labios se dibujo una sonrisa un tanto extraña que, obviamente, no avecindaba nada bueno, y mis pasos, lentos pero sin pausa, se acercaron a dicha figura. Nordenström.
Mientras se acercaba, observó como el chico sacaba su varita y apuntaba a la hierba de su alrededor, formulando distintos hechizos contra estas. Quemando, mojando, enroscando o ya directamente, arrancando.
- ¿Aburrido? - pregunté ladeando la cabeza con algo de diversión mientras observaba el continuo juego y movimientos con su varita.
Sin siquiera pedir permiso, terminé de acercarme a él para dejarme caer a su lado, sentándome de forma que nuestros codos se tocaran. Y mi cabeza se volvió hacia él, observándo antentamente. Con curiosidad.
- Espero que no te moleste... - comentario tonto. Ya me había sentado. - ¿El chico rebelde que va al baño de los prefectos los jueves por la noche, ahora también se salta las clases? No me estás dando muy buen ejemplo que digamos - comenté mientras acariciaba la falda para alisar algunos plieges.
Yo no necesitaba ningún tipo de excusa para saltarme una hora de clases. Simplemente lo hacía y punto, ya que no dejaría que nadie, repito, nadie me diera ordenes de ningún tipo. Lo dejaremos en que no me apetecía asistir y punto. Y por lo que al examen respeta... aún quedaba otro día por delante, mejor disfrutar del momento.
Por los pasillos del castillo no encontré ni una serpiente que mereciera mi mínima intención. Lo único que logró acapararla fue una pequeña pelea entre sabandijas de Ravenclaw sobre la custodia de un sapo baboso que terminó por saltar de los brazos de uno y meterse en la cartera de una chica de Gryffindor que pasaba por allí. El alboroto llamó la atención de los prefectos y en menos de treinta segundos, ese pasadizo de la primera planta estaba a rebosar de estudiantes, interesados en la tontería.
Ande a contra corriente hasta llegar al hall del castillo, de donde salí hacia los terrenos, con dirección a ningún sitio en concreto.
Observé a mi alrededor y resoplé indignada. ¿Dónde se había metido la gente? ¿Había una escapada y no me había percatado de ello? Porque de ser así, mataría a Nick en cuanto lo viera...
Mis pasos siguieron mientras mi mente estaba en otro sitio. De fondo pasó una pareja de Durmstrang, tapados con ese uniforme marrón peludo que parecía ser tan calentito para invierno. Su aspecto del norte me hicieron recordar a Sammy, el cual parecía algo distenciado de mi desde ese jueves pasado. Era obvio que no le había sentado bien contarme aquello, y aún ahora se me escapaba una sonrisilla al recordarlo.
Antes de que me diera cuenta, terminé donde hacían la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, a la cual ya no asistía por ser una complementaria inútil. Y entonces me percaté de una figura que estaba sentada justo en la puerta de la casita del guardabosques, la cual estaba totalmente desértica por la ausencia del amo.
En mis labios se dibujo una sonrisa un tanto extraña que, obviamente, no avecindaba nada bueno, y mis pasos, lentos pero sin pausa, se acercaron a dicha figura. Nordenström.
Mientras se acercaba, observó como el chico sacaba su varita y apuntaba a la hierba de su alrededor, formulando distintos hechizos contra estas. Quemando, mojando, enroscando o ya directamente, arrancando.
- ¿Aburrido? - pregunté ladeando la cabeza con algo de diversión mientras observaba el continuo juego y movimientos con su varita.
Sin siquiera pedir permiso, terminé de acercarme a él para dejarme caer a su lado, sentándome de forma que nuestros codos se tocaran. Y mi cabeza se volvió hacia él, observándo antentamente. Con curiosidad.
- Espero que no te moleste... - comentario tonto. Ya me había sentado. - ¿El chico rebelde que va al baño de los prefectos los jueves por la noche, ahora también se salta las clases? No me estás dando muy buen ejemplo que digamos - comenté mientras acariciaba la falda para alisar algunos plieges.
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Allí estaba, torturando a su manera la hierba de aquel lugar, si bien no ensimismado pues su pensamiento yacía lejos de aquel lugar, muy lejos, en Noruega, Oslo. Recordaba aquel paseo en las montañas que mostraba el espectacular fiordo que dividía la ciudad y se extendía hasta llegar finalmente a desembocar en un mar que primordialmente era hielo pero que poco a poco iba dando paso al líquido elemento. Aquel paseo que evocaba en todos los co-habitantes de la ciudad una sensación de malestar, tan bien plasmada por el muggle Eduard Münch en El Grito. Sí, allí mismo podía verse a él, vagar sin punto fijo, esperando encontrar alguna señal que le confirmara que el verano se acababa y que el Otoño se hacía presente, una bajada de temperaturas drástica, que volvía al castillo de Hogwarts, dejando de ser un maldito mendigo.
Pero sus pensamientos se vieron truncados por una voz que resonó en su cabeza con fuerza y que le hizo girar ésta hacia el foco con cierta molestia. La respuesta parecía más que evidente por el hecho de que se encontraba allí -pues su rostro no ofrecía la mayor mezcla de sentimiento alguno, de momento. No respondió pero sintió rápidamente cómo ella también se sentaba en aquellos pequeños escalones, siendo la estrechez tal que los codos de ambos se rozaban. Y ahora se disculpaba por tomar asiento sin su permiso... el noruego simplemente levantó la mano en un gesto que lo único que pedía era que no dijera tonterías.
La pregunta de ella, entre divertida y molesta, hizo que el chico alzara la voz por primera vez en toda aquella pequeña charla sin sentido alguno. -¿Realmente buscas buen ejemplo?- cuestionó susceptible, antes de saludarla educadamente.
-Buenas tardes Kirby.- simple, no necesitaba más. -¿Qué tal?- la respuesta poco le importaba pues por su mente empezaron a surcar imágenes de aquel jueves noche en el que el ego lo había cegado, o quizás había sido la confidencia para con Müller la que hizo de aquel momento una bomba contrarreloj; fuere lo que fuere, en aquellos momentos se le hacía ciertamente incómodo hablar con ella; le jodía saber que sabía sobre su pasado y su dudable pureza de sangre. Además todavía podía sentir el sabor de los labios de ella, reminiscencias del pasado que se negaban a abandonar su mente. Se ordenó apartar la vista de ella pero rápidamente el ego actuó e hizo que sus ojos tomaran una posición relajada mientras seguía observándola, haciendo que poco a poco cierta tentación se despertara.
"El sexo por compasión no es sexo, Nordenström, es lo más patético que puede existir en esta vida" se advirtió mentalmente, sabiendo que si su amiga tenía intención alguna de intentar encandilarlo mediante mimos, sabiendo lo débil que en realidad es, no cedería.
Pero sus pensamientos se vieron truncados por una voz que resonó en su cabeza con fuerza y que le hizo girar ésta hacia el foco con cierta molestia. La respuesta parecía más que evidente por el hecho de que se encontraba allí -pues su rostro no ofrecía la mayor mezcla de sentimiento alguno, de momento. No respondió pero sintió rápidamente cómo ella también se sentaba en aquellos pequeños escalones, siendo la estrechez tal que los codos de ambos se rozaban. Y ahora se disculpaba por tomar asiento sin su permiso... el noruego simplemente levantó la mano en un gesto que lo único que pedía era que no dijera tonterías.
La pregunta de ella, entre divertida y molesta, hizo que el chico alzara la voz por primera vez en toda aquella pequeña charla sin sentido alguno. -¿Realmente buscas buen ejemplo?- cuestionó susceptible, antes de saludarla educadamente.
-Buenas tardes Kirby.- simple, no necesitaba más. -¿Qué tal?- la respuesta poco le importaba pues por su mente empezaron a surcar imágenes de aquel jueves noche en el que el ego lo había cegado, o quizás había sido la confidencia para con Müller la que hizo de aquel momento una bomba contrarreloj; fuere lo que fuere, en aquellos momentos se le hacía ciertamente incómodo hablar con ella; le jodía saber que sabía sobre su pasado y su dudable pureza de sangre. Además todavía podía sentir el sabor de los labios de ella, reminiscencias del pasado que se negaban a abandonar su mente. Se ordenó apartar la vista de ella pero rápidamente el ego actuó e hizo que sus ojos tomaran una posición relajada mientras seguía observándola, haciendo que poco a poco cierta tentación se despertara.
"El sexo por compasión no es sexo, Nordenström, es lo más patético que puede existir en esta vida" se advirtió mentalmente, sabiendo que si su amiga tenía intención alguna de intentar encandilarlo mediante mimos, sabiendo lo débil que en realidad es, no cedería.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Fecha de inscripción : 30/04/2011
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
A pesar de que Samuel mantenía su característico y ligeramente rudo silencio, terminó por alzar la voz ante mi pregunta, la cual finalicé con un comentario algo tonto. Era la primera vez que oía su voz tan de cerca en esos últimos días. Al parecer había querido guardar las distancias desde ese jueves pasado. Seguramente intentando volver a levantar esas murallas que diferenciaban lo aparente y explicable de todo aquello que no tiene ni la mínima intención de mostrar ante nadie. Y aún sentía curiosidad por esos detalles, pero no quería alargar más aún la distancia o, ya directamente, perder parte de la amistad originada hacía casi seis años. Mejor esperar a que la cosa se calmara un poco...
- Realmente no - comenté ante su respuesta susceptible, antes de que me saludara de forma apropiada. Dicho saludo se lo devolví con un leve cabeceo y con una sonrisilla que se dejaba entre ver en mis labios de forma casi fugaz.
Tan solo aparté los ojos de él escasos minutos, mientras pensaba o vacilaba ante su pregunta.
- Bien, supongo. No encontraba a nadie interesante. Ya empezaba a pensar que os habíais ido a cualquier sitio sin avisarme - comenté arqueando una ceja mientras volvía mis ojos hacia él.
Y seguía mirándome, de forma relajada. No pude evitar desviar la mirada hacia sus labios por escasos segundos, recordando el jueves. La única vez que los había podido probar de verdad. Y no me importaba volver a probarlos de nuevo, de hecho, lo quería. Pero solo por el único hecho de ser como era, no tenía intención de rebajarme al nivel de una zorra cualquiera. Si las cosas no se ponen difíciles en cierto modo, no había diversión, eso estaba claro por mi parte.
Aparté la mirada de él y la bajé a la hierba maltratada por Samuel que nos rodeaba.
- ¿Qué tal estás tu? - pregunté por mera cortesía, antes de volverme de nuevo hacia él, arqueando una ceja, inquisitiva - Hace algunos días que pareces más ajeno a todo cuanto a mi. No me digas que te molestó tanto lo que ocurrió en el baño de prefectos... - comenté sin dejar de mirarle ni un instante. Sin perderle de vista. Escrutando cada centímetro de la parte de su rostro que dejaba ver. La voz que había utilizado en el comentario era algo neutro, sin segundas intenciones de nada. Siendo, simplemente, lo que parecía ser.
- Realmente no - comenté ante su respuesta susceptible, antes de que me saludara de forma apropiada. Dicho saludo se lo devolví con un leve cabeceo y con una sonrisilla que se dejaba entre ver en mis labios de forma casi fugaz.
Tan solo aparté los ojos de él escasos minutos, mientras pensaba o vacilaba ante su pregunta.
- Bien, supongo. No encontraba a nadie interesante. Ya empezaba a pensar que os habíais ido a cualquier sitio sin avisarme - comenté arqueando una ceja mientras volvía mis ojos hacia él.
Y seguía mirándome, de forma relajada. No pude evitar desviar la mirada hacia sus labios por escasos segundos, recordando el jueves. La única vez que los había podido probar de verdad. Y no me importaba volver a probarlos de nuevo, de hecho, lo quería. Pero solo por el único hecho de ser como era, no tenía intención de rebajarme al nivel de una zorra cualquiera. Si las cosas no se ponen difíciles en cierto modo, no había diversión, eso estaba claro por mi parte.
Aparté la mirada de él y la bajé a la hierba maltratada por Samuel que nos rodeaba.
- ¿Qué tal estás tu? - pregunté por mera cortesía, antes de volverme de nuevo hacia él, arqueando una ceja, inquisitiva - Hace algunos días que pareces más ajeno a todo cuanto a mi. No me digas que te molestó tanto lo que ocurrió en el baño de prefectos... - comenté sin dejar de mirarle ni un instante. Sin perderle de vista. Escrutando cada centímetro de la parte de su rostro que dejaba ver. La voz que había utilizado en el comentario era algo neutro, sin segundas intenciones de nada. Siendo, simplemente, lo que parecía ser.
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Eso pensaba también él, el escandinavo no podía dejar de pensar que todos los demás habían terminado abandonándolo, marchando a cualquier otro lugar para divertirse sin avisar al noruego -y ahora también a Kirby- pero podía saber a ciencia cierta que Nickie nunca lo traicionaría ni lo dejaría de lado, no de momento. Su mirada se mantenía clavada en la de ella, como una especie de reto personal, ¿cuantos minutos o segundos aguantaría sosteniéndole la mirada? ¿Cuanto tiempo para que esta se desviara lejos o acabara cayendo unos centímetros abajo, donde se encontraban aquellos labios que probó el jueves con cierta amargura.
La pregunta de ella, tan educada, estuvo a punto de encontrar respuesta cuando rápidamente concretó, si bien con segundas intenciones, el hecho de que había estado más ausente durante estos días; sí, le había molestado sobremanera lo acaecido en el baño de los prefectos.
-Mira, hay una simple cosa que debes saber sobre mí; cuanto menos sepas de mi pasado mejor.- sí, sonaba a un comentario de aquellos que dejaban a las adolescentes hiperventilando en series y mierdas por el estilo; pero él lo decía completamente en serio, sin querer parecer un romántico empedernido que intentaba protegerla. No; su fundamento era uno muy distinto, muchísimo más egoísta.
-Los secretos comienzan a ser secretos cuando lo saben dos o más personas. Antes mi vida anterior prácticamente era inexistente, nadie la conoce todavía, pero ha pasado de ser un nada a ser un secreto.- recalcó con fuerza aquella última palabra. Y los secretos tienen una peligrosa tendencia a derivar en conocimiento público y general. Para alguien como Samuel los secretos eran algo peligroso, muy peligroso.
-Además estoy seguro al 99% de que te interesaría conocer más sobre dicha vida.- conocía a su amiga y creía saber que le interesaba saber de su vida anterior más aún que cualquiera de sus otros amigos. Pero el meter más el dedo en la herida sólo llevaría consigo algo; el desvelar el homicidio múltiple que había acometido con dos muggles. Y si ese nada pasaba a ser un secreto entonces se podía dar por muerto... o podía empezar a dejar de llamarse Samuel, apellidarse Nordenström y desaparecer del mapa antes de que el ministerio tomara cartas en el asunto.
-Pero me encuentro bien.- admitió, girando bruscamente el tema de conversación. -Y disculpa si estuve algo ausente, pero son diversas cosas que convergen en un "todo" importante.- no iba a negar que el hecho de que su ego podía con él; innumerables veces.
La pregunta de ella, tan educada, estuvo a punto de encontrar respuesta cuando rápidamente concretó, si bien con segundas intenciones, el hecho de que había estado más ausente durante estos días; sí, le había molestado sobremanera lo acaecido en el baño de los prefectos.
-Mira, hay una simple cosa que debes saber sobre mí; cuanto menos sepas de mi pasado mejor.- sí, sonaba a un comentario de aquellos que dejaban a las adolescentes hiperventilando en series y mierdas por el estilo; pero él lo decía completamente en serio, sin querer parecer un romántico empedernido que intentaba protegerla. No; su fundamento era uno muy distinto, muchísimo más egoísta.
-Los secretos comienzan a ser secretos cuando lo saben dos o más personas. Antes mi vida anterior prácticamente era inexistente, nadie la conoce todavía, pero ha pasado de ser un nada a ser un secreto.- recalcó con fuerza aquella última palabra. Y los secretos tienen una peligrosa tendencia a derivar en conocimiento público y general. Para alguien como Samuel los secretos eran algo peligroso, muy peligroso.
-Además estoy seguro al 99% de que te interesaría conocer más sobre dicha vida.- conocía a su amiga y creía saber que le interesaba saber de su vida anterior más aún que cualquiera de sus otros amigos. Pero el meter más el dedo en la herida sólo llevaría consigo algo; el desvelar el homicidio múltiple que había acometido con dos muggles. Y si ese nada pasaba a ser un secreto entonces se podía dar por muerto... o podía empezar a dejar de llamarse Samuel, apellidarse Nordenström y desaparecer del mapa antes de que el ministerio tomara cartas en el asunto.
-Pero me encuentro bien.- admitió, girando bruscamente el tema de conversación. -Y disculpa si estuve algo ausente, pero son diversas cosas que convergen en un "todo" importante.- no iba a negar que el hecho de que su ego podía con él; innumerables veces.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Fecha de inscripción : 30/04/2011
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Los ojos de Samuel, tan rígidos como siempre estaban clavados en mi. Parecía que no fuera a apartarlos, pero que su subconsciente le decía que lo hiciera. ¿Intentaba aguantarme la mirada a toda costa para mostrarme que todo estaba bien? ¿Qué no cambió nada por haberme dicho que había un 50% de probabilidades de que él fuera impuro?
Impuro. Por Merlín... Quería creer que no, a pesar que desde ese jueves, desde que escuché sus palabras, me había estado cuestionando de forma interior, batallando contra mi misma, sobre su pureza. Alguien como él no podía ser impuro, claro que no. Claro que no...
No pude evitar soltar una carcajada algo agridulce a su comentario. Sonaba tan... a tópico literario para adolescentes con las hormonas revolucionadas. A frase para ligar. A un intento frustrado para intentar hacerme pensar que no quería saber más de aquello que ocultaban sus grisáceos ojos. No me daría por vencida, y sabía a ciencia cierta que él lo sabía. No tiro la toalla tan temprano. De hecho, nunca tiro la toalla. Fuera cual fuera el camino que tomaba esa frase de "bad boy" para él, no resultaría en mi. Tarde o temprano averiguaría todo lo demás, solo era cuestión de tiempo.
Aún seguía con los ojos clavados en él, siguiendo ese juego de aguantar las miradas. Amenazando en silencio que no iba a ser yo la perdedora de aquello, mientras que él decía algo sobre los secretos. Eso era un secreto, claro. Un secreto que estaba supuestamente a salvo conmigo. Que siguiera siendo un secreto no dependía de mi, si no de él. De la presencia de nuestra amistad como compañeros. No acostumbraba a importarme ese tipo de cosas, solo miro para mi misma. Pero a todos aquellos que tengo más cerca les tengo un cuidado proporcional al que tengo con mi persona, o por lo menos esa era la teoría de mis principios, pues nunca antes le había ofrecido eso a nadie.
Sabía lo que ese secreto significaba para él. De hecho, que todo el mundo se enterara de la cuestión sobre la pureza de su sangre sería algo que también me mancharía a mi, como amiga suya. Apariencias y esas cosas. No acostumbraba a tener un trato más allá de la indiferencia con los mestizos, pero en esos momentos del día en los que el aburrimiento toca fondo en lo más profundo de mi cabeza, es inevitable ganarse algún hostil con ellos. Sobre todo cuando los uso como sujeto de burlas y bulling directo. Es divertido. Un buen hobbie.
- Ya te dije que tu secreto está a salvo conmigo, Sam. - comenté algo neutral - Pero también sabes como soy yo. - no sonaba a advertencia a pesar de ser una, totalmente camuflada por la indiferencia fingida del momento.
Mecánicamente arqueé una ceja a su siguiente comentario. Touché. Era obvio que esos seis años habían servido de algo. Sonreí y asentí.
- Está claro que me dejaste con la duda en la cabeza y las preguntas en los labios, pero tu no tienes intención de detallar. ¿Verdad? - pregunté algo juguetona, enarcando ambos ojos y ladeando ligeramente la cabeza.
Estaba claro que él no lo haría. Era tan... tan él. Tan cerrado, tan misterioso, tan tópico de "bad boy". A pesar de que lo suyo no era para alardear delante de las jovencillas ingenuas que poblaban el castillo (Aunque, seguro, el truquillo también le funcionaba), si no que era real. Su forma de ser originaba a su pasado. Ese pasado que seguía siendo todo un misterio a mis ojos. Me creaba curiosidad, y esa estúpida curiosidad me ocupaba un vacío que quería llenar. No estaría tranquila hasta saber.
Giró bruscamente el tema aclarándome que estaba bien, disculpándose por su actuación desde el jueves mientras mostraba su ego totalmente recuperado. Sonreí arrogante por ello e hice unos cortos movimientos con la mano derecha con un claro significado de "no importa, déjalo estar".
A pesar del poco espacio que había en esas viejas y pequeñas escaleras de la casa del guardabosques, volteé ligeramente hacia él, haciendo que dejaran de tocarse nuestros codos para dejar que se tocaran las rodillas. Mis ojos, aún escrutando los suyos sin descanso, parecían llamar su nombre a gritos.
- ¿Y que tiene el señor rebelde pensado hacer en la tarde "libre"? - inquirí mientras adjuntaba unas comillas al aire con dos dedos de ambas manos. Dispuesta en todo momento a darle una alternativa al aburrimiento.
Impuro. Por Merlín... Quería creer que no, a pesar que desde ese jueves, desde que escuché sus palabras, me había estado cuestionando de forma interior, batallando contra mi misma, sobre su pureza. Alguien como él no podía ser impuro, claro que no. Claro que no...
No pude evitar soltar una carcajada algo agridulce a su comentario. Sonaba tan... a tópico literario para adolescentes con las hormonas revolucionadas. A frase para ligar. A un intento frustrado para intentar hacerme pensar que no quería saber más de aquello que ocultaban sus grisáceos ojos. No me daría por vencida, y sabía a ciencia cierta que él lo sabía. No tiro la toalla tan temprano. De hecho, nunca tiro la toalla. Fuera cual fuera el camino que tomaba esa frase de "bad boy" para él, no resultaría en mi. Tarde o temprano averiguaría todo lo demás, solo era cuestión de tiempo.
Aún seguía con los ojos clavados en él, siguiendo ese juego de aguantar las miradas. Amenazando en silencio que no iba a ser yo la perdedora de aquello, mientras que él decía algo sobre los secretos. Eso era un secreto, claro. Un secreto que estaba supuestamente a salvo conmigo. Que siguiera siendo un secreto no dependía de mi, si no de él. De la presencia de nuestra amistad como compañeros. No acostumbraba a importarme ese tipo de cosas, solo miro para mi misma. Pero a todos aquellos que tengo más cerca les tengo un cuidado proporcional al que tengo con mi persona, o por lo menos esa era la teoría de mis principios, pues nunca antes le había ofrecido eso a nadie.
Sabía lo que ese secreto significaba para él. De hecho, que todo el mundo se enterara de la cuestión sobre la pureza de su sangre sería algo que también me mancharía a mi, como amiga suya. Apariencias y esas cosas. No acostumbraba a tener un trato más allá de la indiferencia con los mestizos, pero en esos momentos del día en los que el aburrimiento toca fondo en lo más profundo de mi cabeza, es inevitable ganarse algún hostil con ellos. Sobre todo cuando los uso como sujeto de burlas y bulling directo. Es divertido. Un buen hobbie.
- Ya te dije que tu secreto está a salvo conmigo, Sam. - comenté algo neutral - Pero también sabes como soy yo. - no sonaba a advertencia a pesar de ser una, totalmente camuflada por la indiferencia fingida del momento.
Mecánicamente arqueé una ceja a su siguiente comentario. Touché. Era obvio que esos seis años habían servido de algo. Sonreí y asentí.
- Está claro que me dejaste con la duda en la cabeza y las preguntas en los labios, pero tu no tienes intención de detallar. ¿Verdad? - pregunté algo juguetona, enarcando ambos ojos y ladeando ligeramente la cabeza.
Estaba claro que él no lo haría. Era tan... tan él. Tan cerrado, tan misterioso, tan tópico de "bad boy". A pesar de que lo suyo no era para alardear delante de las jovencillas ingenuas que poblaban el castillo (Aunque, seguro, el truquillo también le funcionaba), si no que era real. Su forma de ser originaba a su pasado. Ese pasado que seguía siendo todo un misterio a mis ojos. Me creaba curiosidad, y esa estúpida curiosidad me ocupaba un vacío que quería llenar. No estaría tranquila hasta saber.
Giró bruscamente el tema aclarándome que estaba bien, disculpándose por su actuación desde el jueves mientras mostraba su ego totalmente recuperado. Sonreí arrogante por ello e hice unos cortos movimientos con la mano derecha con un claro significado de "no importa, déjalo estar".
A pesar del poco espacio que había en esas viejas y pequeñas escaleras de la casa del guardabosques, volteé ligeramente hacia él, haciendo que dejaran de tocarse nuestros codos para dejar que se tocaran las rodillas. Mis ojos, aún escrutando los suyos sin descanso, parecían llamar su nombre a gritos.
- ¿Y que tiene el señor rebelde pensado hacer en la tarde "libre"? - inquirí mientras adjuntaba unas comillas al aire con dos dedos de ambas manos. Dispuesta en todo momento a darle una alternativa al aburrimiento.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Se rió de su comentario, previsible, el chico no hizo más que encogerse de hombros, poco le importaba si no se lo tomaba enserio; no, joder, claro que le importaba, no quería que todo aquello se le fuera de las manos. -En serio.- dijo simplemente, manteniendo la mirada firme en ella, por mucho que de vez en cuando se desviara unos momentos para clavarse en los pocos paseantes que se alejaban hacia el castillo en tanto que una nube grisácea se hacía poco a poco omnipresente en el lugar. Algo molesto por la reacción de Kirby -ambos chocaban, era una evidencia- dejó de darle tanta importancia, creyendo de buena gana que su amiga no se pasaría contando aquel maldito secreto; más le valía que se lo llevase a la tumba.
Finalmente tendió a relajarse por completo tras que ella afirmara que su secreto estaba a salvo con la Slytherin, por mucho que luego le advirtiera su forma de ser. Y sí, la había cagado, la había cagado soberanamente bien aquel jueves en el baño de los prefectos por dos cosas diferentes: La primera, le había comentado el secreto a Kirby, cuestionando de por sí su pureza y la segunda, había rechazado la proposición de su amiga, habiéndose refugiado de nuevo en aquel ego del que era tan partícipe.
Claro que era evidente que le había dejado con ganas de saber más sobre su oscuro pasado, pasando uno o dos años junto a Kirby uno creía saber que satisfacía con eficacia su curiosidad. Negó con lentitud, esbozando una tranquila sonrisa, algo más relajado junto a Kirby.
-No Müller, no puedo dar matices y no intentes buscar respuesta porque no la hallarás en otro lugar o persona que no sea yo.- afirmó envalentonándose, todavía no sabía sobre que su secreto tenía un par de fugas y que su enemigo estaba a punto de tomar represalias contra los hechos acaecidos en noruega aquel verano.
El silencio reinó de nuevo entre ambos y un leve movimiento hizo que ahora el tacto entre ambos se encontrara en las rodillas. La mirada metálica del chico quedaba incrustada en la de ella, con una mezcla interior de enfado, atracción pero, más ahora que nunca, frustración. Entonces la Slytherin preguntó al noruego sobre sus planes de tarde y este se encogió de hombros.
-Ninguno a la vista.- afirmó con tranquilidad. Si no salía nada bueno estaba seguro de que iría al bosque a hacer algo de footing extremo o alguna cosa por el estilo; liberar tensiones, eso era lo que necesitaba en aquellos momentos. -¿Y la curiosa?- preguntó por sus planes, señalando con su cabeza a ella, interesado y con cierto toque divertido que se hizo presente en una sonrisa un tanto arrogante. Quizás ella podría hacer de su tarde algo más divertido, estaría por descubrirlo.
Finalmente tendió a relajarse por completo tras que ella afirmara que su secreto estaba a salvo con la Slytherin, por mucho que luego le advirtiera su forma de ser. Y sí, la había cagado, la había cagado soberanamente bien aquel jueves en el baño de los prefectos por dos cosas diferentes: La primera, le había comentado el secreto a Kirby, cuestionando de por sí su pureza y la segunda, había rechazado la proposición de su amiga, habiéndose refugiado de nuevo en aquel ego del que era tan partícipe.
Claro que era evidente que le había dejado con ganas de saber más sobre su oscuro pasado, pasando uno o dos años junto a Kirby uno creía saber que satisfacía con eficacia su curiosidad. Negó con lentitud, esbozando una tranquila sonrisa, algo más relajado junto a Kirby.
-No Müller, no puedo dar matices y no intentes buscar respuesta porque no la hallarás en otro lugar o persona que no sea yo.- afirmó envalentonándose, todavía no sabía sobre que su secreto tenía un par de fugas y que su enemigo estaba a punto de tomar represalias contra los hechos acaecidos en noruega aquel verano.
El silencio reinó de nuevo entre ambos y un leve movimiento hizo que ahora el tacto entre ambos se encontrara en las rodillas. La mirada metálica del chico quedaba incrustada en la de ella, con una mezcla interior de enfado, atracción pero, más ahora que nunca, frustración. Entonces la Slytherin preguntó al noruego sobre sus planes de tarde y este se encogió de hombros.
-Ninguno a la vista.- afirmó con tranquilidad. Si no salía nada bueno estaba seguro de que iría al bosque a hacer algo de footing extremo o alguna cosa por el estilo; liberar tensiones, eso era lo que necesitaba en aquellos momentos. -¿Y la curiosa?- preguntó por sus planes, señalando con su cabeza a ella, interesado y con cierto toque divertido que se hizo presente en una sonrisa un tanto arrogante. Quizás ella podría hacer de su tarde algo más divertido, estaría por descubrirlo.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Fecha de inscripción : 30/04/2011
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
El cielo, el cual llevaba toda la mañana con ese azul que parecía imperturbable, empezaba a cubrirse de nubarrones grisáceos que parecían proceder del norte. En lo más lejano, por lo que de forma muy leve, se veían como pequeños parpadeos avisando que dichas nubes amenazaban con tormenta y no harían ningún tipo de miramiento a la hora de dejar caer agua. La gente que se veía dispersa por los alrededores, preparándose para la próxima clase a la cual parecía que ni yo ni Samuel íbamos a asistir, empezaban a entrar hacia el castillo, dejando totalmente desolada la zona exterior. La tormenta aún se veía lejana. Seguramente dispondríamos de un cuarto de hora o veinte minutos más antes no se nos echara a llover encima.
Samuel parecía más tranquilo e incluso relajado después de haberle prometido, "prometido", que su secreto estaría a salvo conmigo. Y esa sonrisa apaciguadora que esbozó después me hizo entender en sobre manera que era absolutamente consciente de que la curiosidad perduraría en mi hasta ser totalmente saciada con su historia. A pesar de eso, de sus labios salieron una obvia negación rotunda sobre la idea de buscar información en cualquier otro. Nick no sabía nada. Anette supuestamente tampoco. Y Jake... Si Jake supiera algo ya me lo habría dicho, o eso suponía después de haber estado saliendo con él durante un tiempo y haberme percatado de esa obvia rivalidad aparentemente absurda entre Samuel y él.
Parecía que no, no tenía planes para la tarde. ¿Saltarse las clases sin ningún plan? Eso me olía a algo parecido a Estudios Muggles, y no le iba a culpar por ello.
Fingí pensar en algo mientras me preguntó lo mismo, haciendo una mueca con los labios mientras apartaba la mirada de él hacia los nubarrones que se formaban en lo más lejano. Dicha mueca se convirtió en una sonrisa algo traviesa mientras devolvía la atención hacia él, escasos segundos después. Y finalmente terminé por arquear una ceja antes de responder.
- Nada, en un principio. Pero cuando te he encontrado por aquí, totalmente solo y maltratando estos hierbajos, me dije: ¡eh! ¿Porqué no le violo? - expliqué entre divertida y picarona mientras dejaba asomar una risilla entre dientes. Aparté mis ojos de los suyos para darle un repaso visual demasiado descarado por ser educado, y terminé por volver a encontrar su contacto visual - Pero dudo que fuera violación, así que perdí el interés - terminé por añadir en broma con una sonrisilla arrogante en los labios, justo antes de oír un trueno en la lejanía junto con la campana de la torre del reloj que indicaba el inicio de la primera clase, a la cual no tenía intención de asistir.
Samuel parecía más tranquilo e incluso relajado después de haberle prometido, "prometido", que su secreto estaría a salvo conmigo. Y esa sonrisa apaciguadora que esbozó después me hizo entender en sobre manera que era absolutamente consciente de que la curiosidad perduraría en mi hasta ser totalmente saciada con su historia. A pesar de eso, de sus labios salieron una obvia negación rotunda sobre la idea de buscar información en cualquier otro. Nick no sabía nada. Anette supuestamente tampoco. Y Jake... Si Jake supiera algo ya me lo habría dicho, o eso suponía después de haber estado saliendo con él durante un tiempo y haberme percatado de esa obvia rivalidad aparentemente absurda entre Samuel y él.
Parecía que no, no tenía planes para la tarde. ¿Saltarse las clases sin ningún plan? Eso me olía a algo parecido a Estudios Muggles, y no le iba a culpar por ello.
Fingí pensar en algo mientras me preguntó lo mismo, haciendo una mueca con los labios mientras apartaba la mirada de él hacia los nubarrones que se formaban en lo más lejano. Dicha mueca se convirtió en una sonrisa algo traviesa mientras devolvía la atención hacia él, escasos segundos después. Y finalmente terminé por arquear una ceja antes de responder.
- Nada, en un principio. Pero cuando te he encontrado por aquí, totalmente solo y maltratando estos hierbajos, me dije: ¡eh! ¿Porqué no le violo? - expliqué entre divertida y picarona mientras dejaba asomar una risilla entre dientes. Aparté mis ojos de los suyos para darle un repaso visual demasiado descarado por ser educado, y terminé por volver a encontrar su contacto visual - Pero dudo que fuera violación, así que perdí el interés - terminé por añadir en broma con una sonrisilla arrogante en los labios, justo antes de oír un trueno en la lejanía junto con la campana de la torre del reloj que indicaba el inicio de la primera clase, a la cual no tenía intención de asistir.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
No pretendía hacer absolutamente nada, pero nada siempre era mejor que asistir a la mierda de clases de Estudios Muggles; demasiado aburrido si uno ya estaba adecuado a vivir con una familia muggle y conocía por lo tanto con certeza cualquier tipo de elemento muggle. Desde un primer momento aceptó que no iría a esas malditas clases, sólo se presentaba a los exámenes y sus notas eran magníficas si bien admitía delante de todos los demás que había suspendido de nuevo. Era mejor parecer imbécil que ir gritando a los cuatro vientos "hey, soy hijo adoptivo de muggles, ¡vivo en mugglelandia!". Sin duda prefería mantenerse en el anonimato como lo había estado haciendo durante todo aquel tiempo.
Las palabras de Kirby lo hicieron más egocéntrico aún, en una sonrisa que rezumaba diversión y arrogancia. Intentó apartar de su cabeza lo sucedido en el baño de prefectos y se dejó llevar por todo aquello, a saber cómo terminaría. El análisis visual tan descarado que realizó Müller de su cuerpo hizo que el chico se decidiera también por dejar llevar su vista, sonrisa semi-ausente en los labios. -Pues no me negaría a una violación.- afirmó. No, aquel día no, por mucho que sabía que sus oportunidades tras lo del baño eran algo completamente inexistente. -Demasiado rápido perdiste el interés.- comentó finalmente escéptico, alzando una ceja.
Trueno, campanas, clase, relámpago; todo aquello sucedió en milésimas de segundo, una tormenta se acercaba y no estaban del todo resguardados. Su mirada quedó de nuevo fijada en ella y le advirtió.
-Si pensabas asistir a la siguiente clase creo que ya perdiste la oportunidad.- estaba seguro de que el plan de su amiga había sido tal como el suyo, pero siempre se le podía recriminar lo de "buena niña". -Y parece que va a empezar a llover.- afirmó después, levantándose de las escaleras clavando su mirada en el frente grisáceo que ya se estaba haciendo con gran parte del terreno de Hogwarts. El chico se giró a ella y esbozó de nuevo una sonrisa arrogante mientras su mirada iba subiendo, pasando por Kirby, hasta dar con la puerta de la choza del guardabosques.
Subió un par de escalones, dejándola atrás y con un simple alohomora no verbal abrió la puerta. Un pequeño empujón y esta dejó entrever el interior del lugar; en gran parte sucio y descuidado, parecía ser que el guardabosques había salido de paseo durante unos cuantos días. Entró sin siquiera invitarle a ella; si quisiera pasar ya lo haría por su cuenta. Se acercó a la mesa del lugar, con un mantel de motivos florales, una mueca de disgusto apareció en su rostro mientras llevaba sus manos a aquella tela, palpándola.
No era lo que se podía decir muy acogedor en el idioma Slytherin pero era un lugar del que salvaguardarse de la pequeña tormenta que allegaba y donde sabía, nadie -que no quisiera él- lo molestaría. Se giró hacia la puerta, su vista en busca de ella, apoyándose contra la mesa de madera carcomida.
Las palabras de Kirby lo hicieron más egocéntrico aún, en una sonrisa que rezumaba diversión y arrogancia. Intentó apartar de su cabeza lo sucedido en el baño de prefectos y se dejó llevar por todo aquello, a saber cómo terminaría. El análisis visual tan descarado que realizó Müller de su cuerpo hizo que el chico se decidiera también por dejar llevar su vista, sonrisa semi-ausente en los labios. -Pues no me negaría a una violación.- afirmó. No, aquel día no, por mucho que sabía que sus oportunidades tras lo del baño eran algo completamente inexistente. -Demasiado rápido perdiste el interés.- comentó finalmente escéptico, alzando una ceja.
Trueno, campanas, clase, relámpago; todo aquello sucedió en milésimas de segundo, una tormenta se acercaba y no estaban del todo resguardados. Su mirada quedó de nuevo fijada en ella y le advirtió.
-Si pensabas asistir a la siguiente clase creo que ya perdiste la oportunidad.- estaba seguro de que el plan de su amiga había sido tal como el suyo, pero siempre se le podía recriminar lo de "buena niña". -Y parece que va a empezar a llover.- afirmó después, levantándose de las escaleras clavando su mirada en el frente grisáceo que ya se estaba haciendo con gran parte del terreno de Hogwarts. El chico se giró a ella y esbozó de nuevo una sonrisa arrogante mientras su mirada iba subiendo, pasando por Kirby, hasta dar con la puerta de la choza del guardabosques.
Subió un par de escalones, dejándola atrás y con un simple alohomora no verbal abrió la puerta. Un pequeño empujón y esta dejó entrever el interior del lugar; en gran parte sucio y descuidado, parecía ser que el guardabosques había salido de paseo durante unos cuantos días. Entró sin siquiera invitarle a ella; si quisiera pasar ya lo haría por su cuenta. Se acercó a la mesa del lugar, con un mantel de motivos florales, una mueca de disgusto apareció en su rostro mientras llevaba sus manos a aquella tela, palpándola.
No era lo que se podía decir muy acogedor en el idioma Slytherin pero era un lugar del que salvaguardarse de la pequeña tormenta que allegaba y donde sabía, nadie -que no quisiera él- lo molestaría. Se giró hacia la puerta, su vista en busca de ella, apoyándose contra la mesa de madera carcomida.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Fijé mi vista a la torre del reloj, mientras la campana seguía avisando la hora a esos despistados que correteaban por el castillo en busca del material para la siguiente clase, y entonces volví a escuchar la voz de Sam, que me avisaba de la oportunidad que acababa de perder cuando las campanas dejaron de sonar.
- No tenía intención de ir, la verdad - comenté mientras él se levantaba de las escaleras anunciando lluvia inminente, lo que hizo que mis ojos fueran hacia los nubarrones, más próximos ahora y finalmente se posaran en él.
Le seguí con la mirada cuando se volteó hacia mi y se dispuso a entrar silenciosamente a la choza del guardabosques, temporalmente desocupada por cierto viaje del amo. Oí los pasos de Sam, resonando en el suelo crujiente de madera de la cabaña. Volteé mi cabeza, aún sentada, y eché un vistazo rápido en el interior. Vieja y mugrienta. Por Merlín, solo los impuros y la gentuza vivía de esa forma. Aunque, no sabía porque me extrañaba, el guardabosques era un medio gigante con el pelo oscuro y encrespado amigo de los Potter. ¿Barry? ¿Harry? No... ¿Hagrid? Bah, qué más daba. Carecía de importancia como para que supiera su nombre.
Finalmente terminé levantándome de las escalerillas y me quedé en el marco de madera de la puerta cuando se oyó otro estruendo procedente de los grisáceos nubarrones que se aproximaban. Sam estaba palpando esa hortera tela con motivos florales que servía como mantel para la mesa. Por lo menos, a simple vista, parecía limpio de manchas. Pero solo con pensar en la cantidad de polvo del lugar, me picaba todo. Era demasiado tiquis-miquis con eso, pero qué remedio, la lluvia ya estaba diez minutos más cerca y prefería quedar aislada en esa chabola antes que irme corriendo, mojarme bajo la lluvia y aburrirme en el castillo.
Sam se volvió hacia mi, apoyándose en la mesa con el mantel floral mientras que yo cerraba la puerta detrás de mi justo en el momento que empezaba a llover. De forma fuerte e incesante. Parecía que las nubes estaban más cerca de lo previsto.
Se oía un extraño tintineo de las gotas de lluvia sobre el tejado de la chabola, lo que hizo que levantara la cabeza unos instantes antes de devolver mi miranda hacia mi compañero.
Di unos cuantos pasos hacia el frente y arqueé una ceja, pensativa.
Quisiera o no, desde ese jueves no podía quitarme la duda de su sangre. Y la idea de que no fuera puro me repulsaba en sobremanera. Pero eso no cambiaba ni en el más pequeño detalle esa atracción física que sentía por él; por sus fríos ojos, sus suaves labios o sus prominentes músculos. Pero no solo su forma física influía en eso. También su forma de ser que, a pesar de todo, a pesar de "jugar" y de no pretender ser otra estúpida zorra del montón, me atraía. Al fin y al cabo, las hormonas revolucionadas las tiene cualquiera en esa edad, ¿no? Y suma a eso el jueves anterior, cuando me besó. Si no fuera por tal y como soy, por ese orgullo que tenemos todos, no le hubiera dejado ir de ninguna de las maneras. El juego, con él, era más difícil que con Nick.
Ai Nick, Nick... ¿Qué dirían de nosotros?
Un par de pasos más hacia él.
- ¿Sabes? Tengo otra curiosidad por lo que el jueves anterior respeta - espeté así, de golpe - Algo que no tiene que ver sobre tu vida y me prometiste que sabría - comenté picarona. Provocativa. Esperando a que él mismo se acordara.
Y sonreí maliciosa, elevando un poco más la cara para arquear una ceja y mirar "por encima del hombro", divertida y expectante.
- No tenía intención de ir, la verdad - comenté mientras él se levantaba de las escaleras anunciando lluvia inminente, lo que hizo que mis ojos fueran hacia los nubarrones, más próximos ahora y finalmente se posaran en él.
Le seguí con la mirada cuando se volteó hacia mi y se dispuso a entrar silenciosamente a la choza del guardabosques, temporalmente desocupada por cierto viaje del amo. Oí los pasos de Sam, resonando en el suelo crujiente de madera de la cabaña. Volteé mi cabeza, aún sentada, y eché un vistazo rápido en el interior. Vieja y mugrienta. Por Merlín, solo los impuros y la gentuza vivía de esa forma. Aunque, no sabía porque me extrañaba, el guardabosques era un medio gigante con el pelo oscuro y encrespado amigo de los Potter. ¿Barry? ¿Harry? No... ¿Hagrid? Bah, qué más daba. Carecía de importancia como para que supiera su nombre.
Finalmente terminé levantándome de las escalerillas y me quedé en el marco de madera de la puerta cuando se oyó otro estruendo procedente de los grisáceos nubarrones que se aproximaban. Sam estaba palpando esa hortera tela con motivos florales que servía como mantel para la mesa. Por lo menos, a simple vista, parecía limpio de manchas. Pero solo con pensar en la cantidad de polvo del lugar, me picaba todo. Era demasiado tiquis-miquis con eso, pero qué remedio, la lluvia ya estaba diez minutos más cerca y prefería quedar aislada en esa chabola antes que irme corriendo, mojarme bajo la lluvia y aburrirme en el castillo.
Sam se volvió hacia mi, apoyándose en la mesa con el mantel floral mientras que yo cerraba la puerta detrás de mi justo en el momento que empezaba a llover. De forma fuerte e incesante. Parecía que las nubes estaban más cerca de lo previsto.
Se oía un extraño tintineo de las gotas de lluvia sobre el tejado de la chabola, lo que hizo que levantara la cabeza unos instantes antes de devolver mi miranda hacia mi compañero.
Di unos cuantos pasos hacia el frente y arqueé una ceja, pensativa.
Quisiera o no, desde ese jueves no podía quitarme la duda de su sangre. Y la idea de que no fuera puro me repulsaba en sobremanera. Pero eso no cambiaba ni en el más pequeño detalle esa atracción física que sentía por él; por sus fríos ojos, sus suaves labios o sus prominentes músculos. Pero no solo su forma física influía en eso. También su forma de ser que, a pesar de todo, a pesar de "jugar" y de no pretender ser otra estúpida zorra del montón, me atraía. Al fin y al cabo, las hormonas revolucionadas las tiene cualquiera en esa edad, ¿no? Y suma a eso el jueves anterior, cuando me besó. Si no fuera por tal y como soy, por ese orgullo que tenemos todos, no le hubiera dejado ir de ninguna de las maneras. El juego, con él, era más difícil que con Nick.
Ai Nick, Nick... ¿Qué dirían de nosotros?
Un par de pasos más hacia él.
- ¿Sabes? Tengo otra curiosidad por lo que el jueves anterior respeta - espeté así, de golpe - Algo que no tiene que ver sobre tu vida y me prometiste que sabría - comenté picarona. Provocativa. Esperando a que él mismo se acordara.
Y sonreí maliciosa, elevando un poco más la cara para arquear una ceja y mirar "por encima del hombro", divertida y expectante.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Ya estaban dentro y todo aquello se concretó con el seco sonido que la puerta dejó tras de sí cuando Kirby la cerró. Segundos después la lluvia golpeaba incesantemente el cristal, con una mezcla de viento arremolinado que producía un sonido endulzante para el noruego; sonido que le recordaba a su querido Oslo, el sonido norteño que avecina una tormenta o ventisca, un momento de tranquilidad antes de que el cielo se inunde de pequeñas partículas que se extinguen contra lo terrenal. Había probado demasiado el tacto de la nieve contra su cuerpo, las noches a la intemperie no le habían sido sencillas y muchas veces había tenido que lidiar con aguaceros y nevadas.
Su pensamiento se extinguió cuando uno muchísimo más ferviente y latente se hizo presente con el paso de su mirada de nuevo a Kirby. Su amiga, aquella amiga que tan difícil siempre se lo había puesto, ardía en deseos de disfrutar con ella, lo necesitaba por mucho que su ego lo cegara; por mucho que ya lo hubiera cagado hacía unas noches atrás en el baño. La compasión no le sentaba nada bien, no era algo que reclamar ni mucho más algo que pidiera.
Pudo constatar que a ella también le interesaba conocer el final que tendrían en un encontronazo como el que parecía, se estaba llevando a cabo en aquellos momentos. La pregunta de ella fue directa, con cierta picardía que hizo que el noruego se llevara ambos brazos cruzados, apoyándose con la cadera contra la mesa aquella; aquel día parecía ser que sería el definitivo, quién sabía.
-¿Cómo es que toda tu vida has estado esquivando mis tentativas y ahora estás tan interesada por ello, Müller?- preguntó escéptico, no comprendía el por qué de esa rendición si no se basaba en el hecho de que ahora Samuel daba pena... ¿tan ciego lo tenía la arrogancia?¿O aquellas suposiciones eran reales? No se quería aventurar, pero seguía -por mucho que lo negara- algo apartado de ella.
Hizo algo de impulso y se acercó hacia la rubia con cierto interés, acortando distancias hasta que oficialmente estaban a escasos centímetros. Él algo más alto que ella, observándola con una sonrisa llena de picardía mientras realmente en su interior moría por volver a besar aquellos labios de forma muchísimo más intensa. -Tengo que decir que el ego puede llegar a cegarme, no soy perfecto, pero desde aquella noche llevo deseando retomar tus labios.- se sinceró, aquello le era si bien realmente difícil, también confortador; ya lo había dicho, sólo podía esperar ahora una respuesta similar por parte de ella. Si no, definitivamente la había cagado.
Su pensamiento se extinguió cuando uno muchísimo más ferviente y latente se hizo presente con el paso de su mirada de nuevo a Kirby. Su amiga, aquella amiga que tan difícil siempre se lo había puesto, ardía en deseos de disfrutar con ella, lo necesitaba por mucho que su ego lo cegara; por mucho que ya lo hubiera cagado hacía unas noches atrás en el baño. La compasión no le sentaba nada bien, no era algo que reclamar ni mucho más algo que pidiera.
Pudo constatar que a ella también le interesaba conocer el final que tendrían en un encontronazo como el que parecía, se estaba llevando a cabo en aquellos momentos. La pregunta de ella fue directa, con cierta picardía que hizo que el noruego se llevara ambos brazos cruzados, apoyándose con la cadera contra la mesa aquella; aquel día parecía ser que sería el definitivo, quién sabía.
-¿Cómo es que toda tu vida has estado esquivando mis tentativas y ahora estás tan interesada por ello, Müller?- preguntó escéptico, no comprendía el por qué de esa rendición si no se basaba en el hecho de que ahora Samuel daba pena... ¿tan ciego lo tenía la arrogancia?¿O aquellas suposiciones eran reales? No se quería aventurar, pero seguía -por mucho que lo negara- algo apartado de ella.
Hizo algo de impulso y se acercó hacia la rubia con cierto interés, acortando distancias hasta que oficialmente estaban a escasos centímetros. Él algo más alto que ella, observándola con una sonrisa llena de picardía mientras realmente en su interior moría por volver a besar aquellos labios de forma muchísimo más intensa. -Tengo que decir que el ego puede llegar a cegarme, no soy perfecto, pero desde aquella noche llevo deseando retomar tus labios.- se sinceró, aquello le era si bien realmente difícil, también confortador; ya lo había dicho, sólo podía esperar ahora una respuesta similar por parte de ella. Si no, definitivamente la había cagado.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Él contraatacó con una pregunta que no tardó apenas unos segundos en formular, y dicha pregunta hizo que entrecerrara ambos ojos, agachando la cabeza a una posición normal. Él se había apoyado totalmente en la mesa de madera concomida y parecía algo escéptico ante aquello. Estaba claro que le había marcado el hecho de que aprovechara el jueves para ceder un poco, y así hacerle creer que todo era por pena. Compasión.
- Heh - sonreí y también crucé los brazos - ¿Porqué tu has estado intentándolo siempre y ahora que cedo no pretendes nada? - respondí a su pregunta con otra pregunta de obvia respuesta. Yo misma me había ganado aquello, era algo tonto preguntar.
Simplemente me quedé inmóvil observando como, con un impulso, se apartaba de esa mesa con el mantel florido y se acercaba hacia mi. Recortando el espacio que nos separaba sin miedo aparente al rechazo. Como si supiera que no iría a apartarme y que me quedaría ahí. Finalmente, tan solo nos separaban esos tristes y escasos centímetros que tanta desesperación me habían causado la primera vez en los baños y que ahora no tardarían en hacer el mismo efecto. Sus ojos se habían vuelto a clavar en mi, y viceversa. Era imposible apartarlos. Era como si los hubiera capturado en cierta forma. O encantado. O... o yo qué sé. ¿Y sabes qué? Tampoco me importaba saberlo.
Empezaba a perderme en ellos cuando su voz me arrastró de nuevo a la realidad. ¿Se sinceraba? Fruncí el ceño con una sonrisa un tanto agridulce. Se me hacía extraño que su voz sonase tan sincera contando que la primera y última vez que lo hizo no iba en ese sentido, tema totalmente ajeno, pero le daba la razón en este. Le creía porque lo que yo quería era lo mismo.
Lo único que sabía en esos instantes era que había una sola cosa que nos diferenciaba; y es que quizá a él podría cegarlo el ego por lo del jueves por la noche, pero a mi no. Había resultado divertido, pero no podía esperar más. Quería el sabor y la textura de sus labios. Quería acaparar la atención de sus ojos por un buen rato más. Quería recorrer cada centímetro de su cuerpo con mis manos.
Suprimí algunos centímetros más dejándolo en milímetros y haciendo algo de puntillas, apoyé mis manos en sus hombros con suavidad. Sin perder el contacto visual. Sin dejar de oír las gotas que golpeaban el cristal de la ventana y la madera del tejado.
- Bésame entonces - susurré con una corta y leve sonrisa de lado mientras notaba la calidez de su respiración chocar contra mis labios.
- Heh - sonreí y también crucé los brazos - ¿Porqué tu has estado intentándolo siempre y ahora que cedo no pretendes nada? - respondí a su pregunta con otra pregunta de obvia respuesta. Yo misma me había ganado aquello, era algo tonto preguntar.
Simplemente me quedé inmóvil observando como, con un impulso, se apartaba de esa mesa con el mantel florido y se acercaba hacia mi. Recortando el espacio que nos separaba sin miedo aparente al rechazo. Como si supiera que no iría a apartarme y que me quedaría ahí. Finalmente, tan solo nos separaban esos tristes y escasos centímetros que tanta desesperación me habían causado la primera vez en los baños y que ahora no tardarían en hacer el mismo efecto. Sus ojos se habían vuelto a clavar en mi, y viceversa. Era imposible apartarlos. Era como si los hubiera capturado en cierta forma. O encantado. O... o yo qué sé. ¿Y sabes qué? Tampoco me importaba saberlo.
Empezaba a perderme en ellos cuando su voz me arrastró de nuevo a la realidad. ¿Se sinceraba? Fruncí el ceño con una sonrisa un tanto agridulce. Se me hacía extraño que su voz sonase tan sincera contando que la primera y última vez que lo hizo no iba en ese sentido, tema totalmente ajeno, pero le daba la razón en este. Le creía porque lo que yo quería era lo mismo.
Lo único que sabía en esos instantes era que había una sola cosa que nos diferenciaba; y es que quizá a él podría cegarlo el ego por lo del jueves por la noche, pero a mi no. Había resultado divertido, pero no podía esperar más. Quería el sabor y la textura de sus labios. Quería acaparar la atención de sus ojos por un buen rato más. Quería recorrer cada centímetro de su cuerpo con mis manos.
Suprimí algunos centímetros más dejándolo en milímetros y haciendo algo de puntillas, apoyé mis manos en sus hombros con suavidad. Sin perder el contacto visual. Sin dejar de oír las gotas que golpeaban el cristal de la ventana y la madera del tejado.
- Bésame entonces - susurré con una corta y leve sonrisa de lado mientras notaba la calidez de su respiración chocar contra mis labios.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
La pregunta de ella supuso un duro golpe para el chico, pero lo dejó pasar. Se centró más aún en el sonido del agua golpeando el lugar, su mirada inquebrantable, paralizada, centrada por completo en ella. No respondió nada, simplemente se quedó allí, delante suya, a escasos centímetros, dándole algo de espacio por si realmente no deseaba aquello. El cederle la oportunidad de poder negarse a disfrutar junto con él le suponía un gran esfuerzo por el mero hecho de que cuanto más cercano estaba a ella, más perdido se encontraba en aquel momento. Simplemente era un objetivo, un objetivo con el que llevaba soñando años enteros. El sincerarse con ella por un momento le pareció una locura, dado el hecho de que la expresión de Kirby se había basado en un gesto un tanto agridulce. Joder, aquello lo desconcertaba; ¿Sí o no?
El silencio, acompasado del goteo continuo, se le hizo eterno durante unos instantes en los que deseó devorarla, deseó lanzarse desesperadamente a ella y hacerla suya durante lo que durara aquel espacio de tiempo. De no ser por aquella barrera que suponía el que fuera su amiga -que, evidentemente, conllevaba cierto respeto- ya habría acortado distancias en busca de lo que en aquellos momentos le estaba erizando la piel. El contacto, si bien no prohibido, exclusivo que había sentido durante una milésima de segundo en el baño de prefectos, presa del ego, le era necesario. Si lo estaba consiguiendo nadie le quitaría la sonrisa de felicidad del rostro -por muy utópica que pareciera en un tipo como Samuel- durante por lo menos una semana entera. Era un gran logro para el chico, pero ahora todo se resumía en segundos, en tortuosos segundos de respeto en los que esperaba ella también aceptara el divertirse con él.
En un movimiento tranquilo -a cámara lenta para el chico- sintió las manos de ella apoyarse en sus hombros y los centímetros convertirse en escasos milímetros; la presión le era insoportable. Su mirada se desvió un par de segundos hacia los labios de Kirby pero rápidamente se dirigieron de nuevo a ella en tanto que escuchaba su orden. Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Samuel, tenía vía libre para ello y esta vez no era por pena o compasión. Sus fuertes brazos lentamente se posaron en las caderas de ella y acortó el breve espacio que los separaba, fundiéndose en un nuevo beso que tanto había ansiado.
Sí, sí que lo había ansiado. ¡Recordaba! Podía recordar aquella textura tan enviciante que ahora tenía el placer de probar de nuevo. Cerró ambos ojos deleitándose del gusto y tacto que ofrecían sus labios contra los de ella, en una muestra de momento tranquila pero intensa, negándose el abandonarlos tan rápido. Acortó la poca distancia entre sus cuerpos, sintiéndose apegado a ella, todavía reticente a abandonar aquel vicio. No sólo el tacto entre sus labios, el hecho de haber acortado distancias con su cuerpo le suponía una especie de liberación, sus manos, todavía aferradas a sus caderas, se mantuvieron allí mientras el chico la besaba con total dedicación.
Realizó una pequeña pausa, abriendo ambos ojos y observándola. Dos segundos interminables antes de retomar aquellos labios, dos segundos en los cuales pudo salvarse de una muerte por ahogo.
El silencio, acompasado del goteo continuo, se le hizo eterno durante unos instantes en los que deseó devorarla, deseó lanzarse desesperadamente a ella y hacerla suya durante lo que durara aquel espacio de tiempo. De no ser por aquella barrera que suponía el que fuera su amiga -que, evidentemente, conllevaba cierto respeto- ya habría acortado distancias en busca de lo que en aquellos momentos le estaba erizando la piel. El contacto, si bien no prohibido, exclusivo que había sentido durante una milésima de segundo en el baño de prefectos, presa del ego, le era necesario. Si lo estaba consiguiendo nadie le quitaría la sonrisa de felicidad del rostro -por muy utópica que pareciera en un tipo como Samuel- durante por lo menos una semana entera. Era un gran logro para el chico, pero ahora todo se resumía en segundos, en tortuosos segundos de respeto en los que esperaba ella también aceptara el divertirse con él.
En un movimiento tranquilo -a cámara lenta para el chico- sintió las manos de ella apoyarse en sus hombros y los centímetros convertirse en escasos milímetros; la presión le era insoportable. Su mirada se desvió un par de segundos hacia los labios de Kirby pero rápidamente se dirigieron de nuevo a ella en tanto que escuchaba su orden. Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Samuel, tenía vía libre para ello y esta vez no era por pena o compasión. Sus fuertes brazos lentamente se posaron en las caderas de ella y acortó el breve espacio que los separaba, fundiéndose en un nuevo beso que tanto había ansiado.
Sí, sí que lo había ansiado. ¡Recordaba! Podía recordar aquella textura tan enviciante que ahora tenía el placer de probar de nuevo. Cerró ambos ojos deleitándose del gusto y tacto que ofrecían sus labios contra los de ella, en una muestra de momento tranquila pero intensa, negándose el abandonarlos tan rápido. Acortó la poca distancia entre sus cuerpos, sintiéndose apegado a ella, todavía reticente a abandonar aquel vicio. No sólo el tacto entre sus labios, el hecho de haber acortado distancias con su cuerpo le suponía una especie de liberación, sus manos, todavía aferradas a sus caderas, se mantuvieron allí mientras el chico la besaba con total dedicación.
Realizó una pequeña pausa, abriendo ambos ojos y observándola. Dos segundos interminables antes de retomar aquellos labios, dos segundos en los cuales pudo salvarse de una muerte por ahogo.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Mis ojos consiguieron deshacerse de las cadenas que implicaban seguir aguantando los suyos para así poder moverse hacia sus labios, los cuales proyectaron una sonrisa al escuchar mis susurro. Estaba claro que ambos esperábamos eso. Ya estaba.
Sus brazos rodearon mi cadera, lentamente y con suavidad, para ayudar en ese nuevo corte de espacio en el que, ya de forma definitiva, no había nada más que nos separara. Nuestros labios volvían a rozarse gradualmente al juntarnos, hasta que terminaron por fundirse en un largo, y obviamente apasionado, beso, el cual hubiera dado cualquier cosa para que no terminara nunca.
Ya había sido "duro", en cierta forma, haber dejado eso a medias el jueves anterior, como para que también terminara igual esta vez. No, no iba a ser así. No le iba a retraer nada que él no quisiera oír. Esa tarde íbamos a pasarlo bien de otra forma, una forma que, a pesar de haberla rechazado innumerables veces por mi parte, llegaba a desear tanto como él.
Cuando cerré mis ojos, mis manos, que seguían posadas sobre sus hombros, se dirigieron hacia su pálido cuello hasta llegar a su cabello, acariciándolo con la yema de los dedos de forma casi inconsciente. Disfrutaba de ese beso. Por Merlín que si. No olvidé la textura de sus labios desde ese jueves, pero al volverlos a probar, fue como re descubrirlos de nuevo. Como si esa noche del jueves nunca hubiera existido. O él nunca me hubiera dado un beso con anterioridad al día de hoy.
Hizo algo de fuerza con sus brazos, consiguiendo que ambos cuerpos quedaran apegados al otro, como si ya no pudieran separarse.
No quería que terminara, y eso me lo repetía interiormente mientras luchaba por no quedarme prendada de esos labios, o más estúpidamente de él. ¡Por Merlín! ¿En qué estaba pensando?
Mis manos bajaron de nuevo a su cuello, y de allí a sus mejillas. Rozándolas con cuidado, de tal forma que quizá él podría sentir leves cosquillas por ello. Se separó de mi, no demasiado, pero desde mi punto de vista fue algo abismal. Una distancia relativa al deseo durante unos cortos segundos. Dos quizá. Antes de volver a besarnos.
Abrí algo más la boca, dando paso a la lengua, dejando que esta jugueteara con la de él hasta que perdiéramos la fuerza para moverla, hasta que nos cansásemos de ello o hasta que uno de los dos muriera asfixiado por no poder respirar lo suficiente.
Aparté mis labios de los suyos con una sonrisa divertida, no antes de mordisquear su labio inferior con suavidad, y me semi colgué de su cuello, besándole en la comisura de los labios y el cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja izquierda, el cual sufrió el mismo destino que su labio inferior, pero esta vez, más lento y pausado. Sin prisas, mientras las gotas de agua aumentaban su tamaño al picar con más fuerza contra el polvoriento cristal de la ventana.
Tras el estruendo que causó un trueno que se acababa de oír, dejé caer esos centímetros entre nosotros de nuevo, deslizando mis dedos hacia el cuello de su camisa hasta la corbata verde y plateada del uniforme.
Tras echar un vistazo rápido al rostro de Samuel, con una sonrisa provocativa que no avecindaba "nada bueno", devolví mi atención a la corbata, la cual aflojé y deshice rápidamente de su cuello, dejándola caer en el suelo. De nuevo, mis manos estaban en el cuello de la camisa. Click, un botón. Click, dos botones. El ansia del juego, la de besar. Me mordí el labio inferior mientras seguía aguardando las distancias de la forma más digna que podía. Desabrochando lentamente su camisa. Haciendo de lo que podían ser diez segundos, toda una eternidad. Con cada botón que saltaba, más porción de su pálida, dura y suave piel se mostraba.
Sus brazos rodearon mi cadera, lentamente y con suavidad, para ayudar en ese nuevo corte de espacio en el que, ya de forma definitiva, no había nada más que nos separara. Nuestros labios volvían a rozarse gradualmente al juntarnos, hasta que terminaron por fundirse en un largo, y obviamente apasionado, beso, el cual hubiera dado cualquier cosa para que no terminara nunca.
Ya había sido "duro", en cierta forma, haber dejado eso a medias el jueves anterior, como para que también terminara igual esta vez. No, no iba a ser así. No le iba a retraer nada que él no quisiera oír. Esa tarde íbamos a pasarlo bien de otra forma, una forma que, a pesar de haberla rechazado innumerables veces por mi parte, llegaba a desear tanto como él.
Cuando cerré mis ojos, mis manos, que seguían posadas sobre sus hombros, se dirigieron hacia su pálido cuello hasta llegar a su cabello, acariciándolo con la yema de los dedos de forma casi inconsciente. Disfrutaba de ese beso. Por Merlín que si. No olvidé la textura de sus labios desde ese jueves, pero al volverlos a probar, fue como re descubrirlos de nuevo. Como si esa noche del jueves nunca hubiera existido. O él nunca me hubiera dado un beso con anterioridad al día de hoy.
Hizo algo de fuerza con sus brazos, consiguiendo que ambos cuerpos quedaran apegados al otro, como si ya no pudieran separarse.
No quería que terminara, y eso me lo repetía interiormente mientras luchaba por no quedarme prendada de esos labios, o más estúpidamente de él. ¡Por Merlín! ¿En qué estaba pensando?
Mis manos bajaron de nuevo a su cuello, y de allí a sus mejillas. Rozándolas con cuidado, de tal forma que quizá él podría sentir leves cosquillas por ello. Se separó de mi, no demasiado, pero desde mi punto de vista fue algo abismal. Una distancia relativa al deseo durante unos cortos segundos. Dos quizá. Antes de volver a besarnos.
Abrí algo más la boca, dando paso a la lengua, dejando que esta jugueteara con la de él hasta que perdiéramos la fuerza para moverla, hasta que nos cansásemos de ello o hasta que uno de los dos muriera asfixiado por no poder respirar lo suficiente.
Aparté mis labios de los suyos con una sonrisa divertida, no antes de mordisquear su labio inferior con suavidad, y me semi colgué de su cuello, besándole en la comisura de los labios y el cuello hasta llegar al lóbulo de su oreja izquierda, el cual sufrió el mismo destino que su labio inferior, pero esta vez, más lento y pausado. Sin prisas, mientras las gotas de agua aumentaban su tamaño al picar con más fuerza contra el polvoriento cristal de la ventana.
Tras el estruendo que causó un trueno que se acababa de oír, dejé caer esos centímetros entre nosotros de nuevo, deslizando mis dedos hacia el cuello de su camisa hasta la corbata verde y plateada del uniforme.
Tras echar un vistazo rápido al rostro de Samuel, con una sonrisa provocativa que no avecindaba "nada bueno", devolví mi atención a la corbata, la cual aflojé y deshice rápidamente de su cuello, dejándola caer en el suelo. De nuevo, mis manos estaban en el cuello de la camisa. Click, un botón. Click, dos botones. El ansia del juego, la de besar. Me mordí el labio inferior mientras seguía aguardando las distancias de la forma más digna que podía. Desabrochando lentamente su camisa. Haciendo de lo que podían ser diez segundos, toda una eternidad. Con cada botón que saltaba, más porción de su pálida, dura y suave piel se mostraba.
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Aquel segundo beso fue muchísimo mas pasional que el anterior, su lengua salió en busca de la de Kirby, deleitándose durante cierto tiempo hasta que ella volvió a hacer distancia entre ambos. Por una parte se sentía completamente patético por el mero hecho de estar deseando con todos sus poros el contacto de nuevo. La mordida en el labio inferior lo excitó y las distancias se le hicieron más tortuosas y difíciles de aguantar. Müller recorrió con sus labios el cuello del noruego y sus dientes se aferraron a la oreja del chico, haciendo que este soltara un pequeño suspiro de placer, sus labios buscando todavía los labios de ella.
Sentía las manos de ella ir avanzando por su cabello hacia sus pómulos y cuello que ahora se habían deslizado apropiándose de la corbata marca de la casa Slytherin. Una fina presión se desenvolvió a lo largo de su cuello y sintió el tacto de la corbata librarse de su cuerpo. La sonrisa de ella no avecinaba nada más que deleite y diversión. Sus botones comenzaron a ser desabrochados, mostrando aquel cuerpo tan pálido y sufrido, tan bien formado por el paso de los años. Los botones de su uniforme eran como campanas que sonaban con la cercanía de sus labios y del momento. No pudo evitarlo y mientras ella desabrochaba los últimos botones se dedicó a besarle el cuello, arqueando levemente la espalda.
Cuando el trabajo estuvo ya realizado el chico se quitó la camisa, su torso pálido desnudo ante ella. Poco a poco acortó distancias, acorralándola a base de besos contra una pared en la que posicionó sus brazos mientras ahora la besaba de forma intermitente pero intensa. Estaba disfrutando demasiado de todo aquello, no podía negarlo, su objetivo estaba ya prácticamente realizado y ahora no tenía más que disfrutar de su amiga y deleitarla con su intensidad y fiereza tan propia del norte.
-Tu turno.- susurró en un éxtasis notable mientras llevaba sus manos a la camisa de ella, comenzando a desabrochar los botones, dando poco a poco con sus senos escondidos tras un sujetador. Habiendo desabrochado la camisa de su amiga la tomó en brazos, llevándola hacia la mesa donde la sentó y observó desde unos centímetros abajo. El pequeño viaje desde la pared a la mesa aquella había estado lleno de besos apasionados y a la llegada al destino el chico se mantuvo a parte un par de segundos. Mirada semiincrédula, enmarañado cabello, sus ojos alzados hacia ella con expresión extasiada. Se acercó acortando distancias y besó su cuello, bajando poco a poco hasta encontrarse con ambos pechos todavía cubiertos, dejando pequeños besos por la zona.
Sus manos se aferraron a la espalda de ella mientras seguía concentrado en sentir el tacto de sus labios contra su piel, irremediablemente aquello era un enfermo vicio.
Sentía las manos de ella ir avanzando por su cabello hacia sus pómulos y cuello que ahora se habían deslizado apropiándose de la corbata marca de la casa Slytherin. Una fina presión se desenvolvió a lo largo de su cuello y sintió el tacto de la corbata librarse de su cuerpo. La sonrisa de ella no avecinaba nada más que deleite y diversión. Sus botones comenzaron a ser desabrochados, mostrando aquel cuerpo tan pálido y sufrido, tan bien formado por el paso de los años. Los botones de su uniforme eran como campanas que sonaban con la cercanía de sus labios y del momento. No pudo evitarlo y mientras ella desabrochaba los últimos botones se dedicó a besarle el cuello, arqueando levemente la espalda.
Cuando el trabajo estuvo ya realizado el chico se quitó la camisa, su torso pálido desnudo ante ella. Poco a poco acortó distancias, acorralándola a base de besos contra una pared en la que posicionó sus brazos mientras ahora la besaba de forma intermitente pero intensa. Estaba disfrutando demasiado de todo aquello, no podía negarlo, su objetivo estaba ya prácticamente realizado y ahora no tenía más que disfrutar de su amiga y deleitarla con su intensidad y fiereza tan propia del norte.
-Tu turno.- susurró en un éxtasis notable mientras llevaba sus manos a la camisa de ella, comenzando a desabrochar los botones, dando poco a poco con sus senos escondidos tras un sujetador. Habiendo desabrochado la camisa de su amiga la tomó en brazos, llevándola hacia la mesa donde la sentó y observó desde unos centímetros abajo. El pequeño viaje desde la pared a la mesa aquella había estado lleno de besos apasionados y a la llegada al destino el chico se mantuvo a parte un par de segundos. Mirada semiincrédula, enmarañado cabello, sus ojos alzados hacia ella con expresión extasiada. Se acercó acortando distancias y besó su cuello, bajando poco a poco hasta encontrarse con ambos pechos todavía cubiertos, dejando pequeños besos por la zona.
Sus manos se aferraron a la espalda de ella mientras seguía concentrado en sentir el tacto de sus labios contra su piel, irremediablemente aquello era un enfermo vicio.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Mientras acababa de deshabrochar todos y cada uno de los botones de la camisa del uniforme para desnudar su pecho, sentí de nuevo sus labios en mi cuello. Dejándo pequeños y largos besos, sin orden aparente mientras abría por completo la camisa. Ahí estaba de nuevo el pecho desnudo y cálido de Samuel. Con algo de su ayuda nos deshicimos de la camisa, dejándola no mucho más lejos de donde había caído la corbata momenetos antes. Él fue acortando las distáncias de nuevo, acorralándome hacia la pared más cercána, la cual sentí fría a traves del tejido de mi camisa. Sus besos no cesaban, solo pasaban a ser de forma algo más intermitente, pero cada ves más y más intensos. Maldecía, cada vez, ese estúpido lápso de tiempo entre beso y beso, a pesar de que no llegaran a ser más de un par de milésimas de segundo. No quería deshacerme de sus labios, no quería dejar de sentirlos ni un instante.
Quizá fuera por el hecho de que llevábamos mucho tiempo con esa tensión sexual, deseándo aquello el uno del otro, pero sus labios me parecían distintos a los de cualquier otro. No por la forma en la que besaba, ni por la textura o la forma. Era un nada que a la vez era un todo. Y disfrutaba con ello. Mucho.
Mi respiración se había vuelto algo entrecortada por los besos y esa calidez que se había extendido por todo mi cuerpo como si se tratara de una enfermedad, mientras que pasaba las manos hacia su espalda, acariciándola con algo de fuerza, deseosa de más.
Sonreí con el susurro de Samuel mientras bajaba mis ojos hacia sus manos, las cuales buscaban mi camisa, donde empezaron a desabrochar los botones enérgicamente. Cuando terminó, sin necesidad de tomarse el tiempo que me tomé yo, se deshizo de la camisa y me tomó en brazos con fuerza y cierta agilidad para dejárme, entre besos apasionados y sin pausas de ningún tipo, sobre la mesa con el hortero mantel a flores.
Cuando me encontré sentada en esa mesa, él se tomó un par de segundos de pié, mirándome semiincredulo antes de volver a acortar las distáncias. Directamente a mi cuello, besándolo y bajando poco a poco hasta mis pechos, sintiendo como sus manos se aferraban a mi espalda.
Con la respiración entre cortada y entre cortos suspiros por el placer de sentir sus labios en mis pechos, terminé por reseguir su espalda hasta llegar a la cintura de sus pantalones. Arqueándome ligeramente hasta llegar a la hebilla. Intenté desabrocharla de forma algo penosa cuyo primer intento terminó frustrado.
Deslicé una de mis manos hacia su pecho, haciendo algo de fuerza para que se apartara un poco, obligándole a semiincorporarse, justo antes de volver a deslizarla hacia abajo, logrando finalmente deshabrochar la hebilla, el botón y la cremallera. Clavé de nuevo mis ojos en los suyos y volví a besarle, atrayéndole presionando en su nuca con el brazo que acababa de rodear su cuello de nuevo. Mi otra mano, resiguió con la yema de los dedos la trayectória que comprendía desde su cuello hasta su ombligo. De forma lenta y tranquilizante. Mis labios se desplazaron de nuevo hacia su cuello, mientras que la mano de su torso seguía bajándo con la intención de seguir siguiendo la línea de su cuerpo, saltando los obstáculos que, en ese caso, eran la ropa del uniforme. Así pues, dándole un beso que claramente dejaría una marca en su cuello, la mano se metió por debajo de sus pantalones y de sus boxers, llegando a su entrepierna, acariciándola con suavidad mientras sentía que la mía terminaría por derretirse.
Quizá fuera por el hecho de que llevábamos mucho tiempo con esa tensión sexual, deseándo aquello el uno del otro, pero sus labios me parecían distintos a los de cualquier otro. No por la forma en la que besaba, ni por la textura o la forma. Era un nada que a la vez era un todo. Y disfrutaba con ello. Mucho.
Mi respiración se había vuelto algo entrecortada por los besos y esa calidez que se había extendido por todo mi cuerpo como si se tratara de una enfermedad, mientras que pasaba las manos hacia su espalda, acariciándola con algo de fuerza, deseosa de más.
Sonreí con el susurro de Samuel mientras bajaba mis ojos hacia sus manos, las cuales buscaban mi camisa, donde empezaron a desabrochar los botones enérgicamente. Cuando terminó, sin necesidad de tomarse el tiempo que me tomé yo, se deshizo de la camisa y me tomó en brazos con fuerza y cierta agilidad para dejárme, entre besos apasionados y sin pausas de ningún tipo, sobre la mesa con el hortero mantel a flores.
Cuando me encontré sentada en esa mesa, él se tomó un par de segundos de pié, mirándome semiincredulo antes de volver a acortar las distáncias. Directamente a mi cuello, besándolo y bajando poco a poco hasta mis pechos, sintiendo como sus manos se aferraban a mi espalda.
Con la respiración entre cortada y entre cortos suspiros por el placer de sentir sus labios en mis pechos, terminé por reseguir su espalda hasta llegar a la cintura de sus pantalones. Arqueándome ligeramente hasta llegar a la hebilla. Intenté desabrocharla de forma algo penosa cuyo primer intento terminó frustrado.
Deslicé una de mis manos hacia su pecho, haciendo algo de fuerza para que se apartara un poco, obligándole a semiincorporarse, justo antes de volver a deslizarla hacia abajo, logrando finalmente deshabrochar la hebilla, el botón y la cremallera. Clavé de nuevo mis ojos en los suyos y volví a besarle, atrayéndole presionando en su nuca con el brazo que acababa de rodear su cuello de nuevo. Mi otra mano, resiguió con la yema de los dedos la trayectória que comprendía desde su cuello hasta su ombligo. De forma lenta y tranquilizante. Mis labios se desplazaron de nuevo hacia su cuello, mientras que la mano de su torso seguía bajándo con la intención de seguir siguiendo la línea de su cuerpo, saltando los obstáculos que, en ese caso, eran la ropa del uniforme. Así pues, dándole un beso que claramente dejaría una marca en su cuello, la mano se metió por debajo de sus pantalones y de sus boxers, llegando a su entrepierna, acariciándola con suavidad mientras sentía que la mía terminaría por derretirse.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Un intento frustrado, un intento frustrado lo llevó a separarse del dulce néctar que era todo ella en completo. Su mirada, extasiada, se dirigió hacia la maldita hebilla de sus pantalones que se resistía con crueldad a la necesidad imperante. Necesitado de sus labios, de sus caricias, de su piel y de su persona, llevó sus manos con rapidez a ésta pero mucho más tarde que Kirby pues ella finalmente consiguió no sólo desatar su cinturón, sino también botón y cremallera del pantalón en lo que pudo ser una eternidad para el chico. No podía reaccionar muy bien en aquellos momentos; estaba junto a ella, sus pensamientos e instinto debatidos en una pelea con ganador inminente y un pequeño problema allí abajo, cada vez más excitado.
Pero ella tomó las riendas y lo acercó a sus labios de nuevo, retomándolos el noruego con total dedicación, jugueteando y aferrándose a ellos, soltando alguna que otra bocanada de vez en cuando, reticente, mientras marchaba de nuevo en busca del contacto labial. Una mano de Kirby lo mantenía cercano a ella, aferrado por la nuca y la otra, endiablada, bajaba recorriendo su pecho, internándose en su pantalón y colándose en su ropa interior, pudiendo sentir el tacto de ella con su miembro prácticamente ya erecto. Soltó un gruñido de placer y se mantuvo todavía en aquella posición, sus manos recorriendo la espalda de ella. La suavidad y el tacto de su mano en la entrepierna de la chica por un momento lo llevó a enloquecer; era su turno, ya estaba cansado de meros juegos. Quería hacerla suya, hacerla suya en aquella misma mesa. Sus manos recorrieron su espalda y se aferraron al broche de su sujetador, intentando deshacerse de este lo más rápido posible. Tardó unos segundos, pero finalmente lo consiguió y se deshizo de ellos. Llevó una de sus manos al antebrazo de ella e hizo que dejara de acariciar su entrepierna que cada vez buscaba más.
La tomó de nuevo llevándola a la cama del lugar, una cama que si bien demasiado mullida, no parecía estar tan descuidada. La tumbó en aquel lugar y se arrodilló en el suelo, mirada en ella, mientras la descalzaba y se encargaba de quitarle una de las medias, otorgándole un beso en la planta del pie. Igual procedimiento hizo con la otra media, pero en vez de besar de nuevo sus pies llevó su mano dentro de la falda, tirando de su ropa interior y desnudándola si bien no del todo.
Se apoyó con ambos brazos encima de ella y uno de ellos lo llevó recorriendo tortuosamente su pierna derecha, adentrándose en su falda y acariciando levemente su sexo en una textura que le hizo sonreír con arrogancia antes de volver a otorgarle otro beso. Aquello estaba sucediendo de verdad y el chico disfrutaba sobremanera. Masajeó la zona con su dedo índice mientras seguía besándola de a poco, bajando de nuevos sus labios de forma lenta y delicada a lo largo de su cuerpo. ¿Quién decía ahora que los hombres no eran capaces de hacer dos cosas a la vez?
Su miembro pedía a gritos dejarse de juegos y preliminares y entrar de lleno en el asunto. Se deshizo con cierta dificultad del pantalón, pataleando con ambas piernas a la vez hasta que este no fue más que otra prenda más en el suelo. Sólo los separaban escasas prendas ya y el bulto en sus boxers era algo completamente evidenciable. Retomó sus labios de nuevo, todavía en una posición un tanto difícil para el acto en sí pero, de algún modo, divertida y excitante.
Pero ella tomó las riendas y lo acercó a sus labios de nuevo, retomándolos el noruego con total dedicación, jugueteando y aferrándose a ellos, soltando alguna que otra bocanada de vez en cuando, reticente, mientras marchaba de nuevo en busca del contacto labial. Una mano de Kirby lo mantenía cercano a ella, aferrado por la nuca y la otra, endiablada, bajaba recorriendo su pecho, internándose en su pantalón y colándose en su ropa interior, pudiendo sentir el tacto de ella con su miembro prácticamente ya erecto. Soltó un gruñido de placer y se mantuvo todavía en aquella posición, sus manos recorriendo la espalda de ella. La suavidad y el tacto de su mano en la entrepierna de la chica por un momento lo llevó a enloquecer; era su turno, ya estaba cansado de meros juegos. Quería hacerla suya, hacerla suya en aquella misma mesa. Sus manos recorrieron su espalda y se aferraron al broche de su sujetador, intentando deshacerse de este lo más rápido posible. Tardó unos segundos, pero finalmente lo consiguió y se deshizo de ellos. Llevó una de sus manos al antebrazo de ella e hizo que dejara de acariciar su entrepierna que cada vez buscaba más.
La tomó de nuevo llevándola a la cama del lugar, una cama que si bien demasiado mullida, no parecía estar tan descuidada. La tumbó en aquel lugar y se arrodilló en el suelo, mirada en ella, mientras la descalzaba y se encargaba de quitarle una de las medias, otorgándole un beso en la planta del pie. Igual procedimiento hizo con la otra media, pero en vez de besar de nuevo sus pies llevó su mano dentro de la falda, tirando de su ropa interior y desnudándola si bien no del todo.
Se apoyó con ambos brazos encima de ella y uno de ellos lo llevó recorriendo tortuosamente su pierna derecha, adentrándose en su falda y acariciando levemente su sexo en una textura que le hizo sonreír con arrogancia antes de volver a otorgarle otro beso. Aquello estaba sucediendo de verdad y el chico disfrutaba sobremanera. Masajeó la zona con su dedo índice mientras seguía besándola de a poco, bajando de nuevos sus labios de forma lenta y delicada a lo largo de su cuerpo. ¿Quién decía ahora que los hombres no eran capaces de hacer dos cosas a la vez?
Su miembro pedía a gritos dejarse de juegos y preliminares y entrar de lleno en el asunto. Se deshizo con cierta dificultad del pantalón, pataleando con ambas piernas a la vez hasta que este no fue más que otra prenda más en el suelo. Sólo los separaban escasas prendas ya y el bulto en sus boxers era algo completamente evidenciable. Retomó sus labios de nuevo, todavía en una posición un tanto difícil para el acto en sí pero, de algún modo, divertida y excitante.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Noté con la mano, palpando con suavidad, el estado de su miembro prácticamente erecto, el cual hacía ya un bulto prominente en sus boxers y sus pantalones. Escuché ese gruñido de placer al seguir rozándola, sin llegar a masturbarle. Me excitaba más aún al escuchar su respiración y sus gruñidos de placer, y ya era hora de dejarse de tonterías. Parecía que el también opinaba lo mismo, pues sus manos, algo desesperadas, buscaron el broche de mi sujetador, intentando deshacerse de él también. Lo que le costó un par de segundos y después de aquello, su mano se puso en mi antebrazo prohibiendome las caricias a su miembro para volver a cogerme en brazos hasta la cama. La vieja cama del guarda bosques. No quería ni pensar lo que ya podía haber sucedido allí, pero por lo menos, visualmente al día de hoy, no parecía tan descuidada como el resto de la caja. Por lo menos las sábanas eran de una tonalidad marrón descolorido por el tiempo, en lugar de tener un estampado similar al de la mesa. El mal gusto estaba en todas partes.
Me tumbó en la cama y se arrodilló al suelo, mientras me descalzaba con rapidez y aguilidad, quitándome también las medias. Sin más represalias, metió la mano debajo de mi falda y tiró de mi ropa interior, sacándome las bragas para dejarme solo y únicamente con esa falda plisada gris del uniforme. Cuando volvió a apoyarse encima de mi, volví a enlazar mis brazos en su cuello, ansiosa de más. Una de sus manos se fue directamente a mi pierna derecha, recorriéndola con excitación justo antes de meterla bajo la falda. Le mordí el labio inferior de nuevo cuanto noté que sus dedos acariciando levemente mi entre pierna. Siguieron un par de gemidos algo ahogados por mi parte mientras bajaba mis manos a su espalda, donde no pude evitar arañarle de forma leve, pidiéndole más. Era ahora cuando no entendía como podía haber rechazado eso con él tantas veces y con tal descaro. Quizá por hacer 'distinto' el momento. Más pasional. Más deleitoso.
¿Cuantas veces había hecho él eso? Poco importaba.
Sentía como que ya no podía más. Quería sentir su miembro en mi. Esos preliminares eran como una dulce y encantadora tortura difícil de llevar. Samuel, Samuel, Samuel...
Entre besos, se deshizo del pantalón con cierta dificultad, que me pareció incluso cómica por las ansias de que consiguiera lo que se proponía. Cuando se quitó los pantalones, dejándolos en el suelo como todo lo demás, mis ojos lo resiguieron de nuevo descaradamente, quedándose en su entrepierna, donde se podía ver a su miembro, luchando para salir de los boxers, abultando de sobremanera.
Retomó mis labios de nuevo. Besos largos, cortos, juegos de lenguas y algún que otro mordisqueo tierno. Y a lo largo de todo aquello, mis manos volvían a estar en su cabeza, enmarañando algo más los cabellos del noruego. Pero no duraron más de diez segundos ahí, pues de un pequeño impulso más la ayuda de esa extraña postura, conseguí que Samuel cayera a mi lado, en la cama, donde terminé por incorporarme de rodillas para sacarle los malditos boxers. Dejé caer la falda gris al suelo, junto sus boxers, observando como por fin, el miembro erecto del noruego se levantaba sin obstáculos, libre, y con ganas de lo que se aproximaba.
Cambio de roles. Esta vez me puse encima de él, y tras una sonrisilla diabólicamente traviesa, le dí un último, largo y el más apasionado de los besos mientras que mi mano izquierda se iba a su miembro, masturbándole lentamente antes de sentarme encima.
Aparté mi rubia cabellera de un golpe hacia un lado, entre entrecortados gemidos y empecé a moverme rítmica, lenta y suavemente en un principio.
Me tumbó en la cama y se arrodilló al suelo, mientras me descalzaba con rapidez y aguilidad, quitándome también las medias. Sin más represalias, metió la mano debajo de mi falda y tiró de mi ropa interior, sacándome las bragas para dejarme solo y únicamente con esa falda plisada gris del uniforme. Cuando volvió a apoyarse encima de mi, volví a enlazar mis brazos en su cuello, ansiosa de más. Una de sus manos se fue directamente a mi pierna derecha, recorriéndola con excitación justo antes de meterla bajo la falda. Le mordí el labio inferior de nuevo cuanto noté que sus dedos acariciando levemente mi entre pierna. Siguieron un par de gemidos algo ahogados por mi parte mientras bajaba mis manos a su espalda, donde no pude evitar arañarle de forma leve, pidiéndole más. Era ahora cuando no entendía como podía haber rechazado eso con él tantas veces y con tal descaro. Quizá por hacer 'distinto' el momento. Más pasional. Más deleitoso.
¿Cuantas veces había hecho él eso? Poco importaba.
Sentía como que ya no podía más. Quería sentir su miembro en mi. Esos preliminares eran como una dulce y encantadora tortura difícil de llevar. Samuel, Samuel, Samuel...
Entre besos, se deshizo del pantalón con cierta dificultad, que me pareció incluso cómica por las ansias de que consiguiera lo que se proponía. Cuando se quitó los pantalones, dejándolos en el suelo como todo lo demás, mis ojos lo resiguieron de nuevo descaradamente, quedándose en su entrepierna, donde se podía ver a su miembro, luchando para salir de los boxers, abultando de sobremanera.
Retomó mis labios de nuevo. Besos largos, cortos, juegos de lenguas y algún que otro mordisqueo tierno. Y a lo largo de todo aquello, mis manos volvían a estar en su cabeza, enmarañando algo más los cabellos del noruego. Pero no duraron más de diez segundos ahí, pues de un pequeño impulso más la ayuda de esa extraña postura, conseguí que Samuel cayera a mi lado, en la cama, donde terminé por incorporarme de rodillas para sacarle los malditos boxers. Dejé caer la falda gris al suelo, junto sus boxers, observando como por fin, el miembro erecto del noruego se levantaba sin obstáculos, libre, y con ganas de lo que se aproximaba.
Cambio de roles. Esta vez me puse encima de él, y tras una sonrisilla diabólicamente traviesa, le dí un último, largo y el más apasionado de los besos mientras que mi mano izquierda se iba a su miembro, masturbándole lentamente antes de sentarme encima.
Aparté mi rubia cabellera de un golpe hacia un lado, entre entrecortados gemidos y empecé a moverme rítmica, lenta y suavemente en un principio.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Los gestos y caricias, si bien preciados, constituían un tentador y tortuoso obstáculo al momento que ambos estaban esperando. No darían mucho más de sí. En una serie de movimientos rápidos gracias al milagro de la gravedad el chico acabó tumbado en aquella cama y con cierta ayuda suya dejó que Kirby se deshiciera del boxer, quedando completamente desnudo ante ella, sin pavor alguno evidentemente. También se deshizo de la falda, ya no quedaba prenda alguna entre ambos cuerpos y el roce era inminente.
Se colocó encima de él y el chico no pudo evitar gruñir de nuevo, deseando poseerla en todos los sentidos posibles. Sus labios chocaron de nuevo en un incontrolable beso final que sentenciaba ya el disfrute absoluto, siendo aquella sonrisa traviesa de la rubia un vicio más a añadir al chico. El tacto de su mano izquierda en su miembro, masturbándolo lentamente, no hacía más que darle un tentempié de aquello que ansiaba enfermamente y que, tras un golpe de cabellera por parte de la rubia, fue realidad. Su miembro introducido en ella era guiado por su amiga que se movía de forma lenta y suave, haciendo que junto a los gemidos el chico se encontrara completamente extasiado. Un nuevo gruñido, la impotencia de no saber qué hacer con las manos, las posiciona en las caderas de ella y va recorriendo su cuerpo en un instinto casi animal, sin esforzarse en llegar a donde la postura le es imposible. Disfruta de aquello como un niño pequeño, culminando así el deseo que tanto le había corroído con el paso de los años en Hogwarts.
Cerró durante unos segundos ambos ojos y terminó abriéndolos, dejando su mirada vagar por el cuerpo de su amiga, en una necesidad absurda de estar más apegado a ella aún. Era evidente que para nada ella era primeriza en aquello; lo estaba haciendo disfrutar demasiado. Tampoco le era plato de buen gusto empezar a pensar con cuales de sus amigos se había acostado, incluso si es que lo había hecho durante su noviazgo con Jake; asco absoluto.
Se dedicó a deleitarse, con algún que otro gruñido de placer, gorgoteos varios que no hacían más que expresar lo mucho que estaba haciendo todo aquello en él. Los movimientos pasaron de ser tan lentos y tortuosamente lujuriosos a un ritmo muchísimo más rápido y marcado, sintiendo el movimiento de su sexo dentro del de ella. El goteo continuaba y algún que otro trueno se podía oír en la lejanía pero en aquel momento los dos protagonistas eran ellos y Samuel se encontraba ajeno a todo lo que le rodeaba, simplemente con su vista clavada en ella, disfrutando sobremanera. A aquel ritmo y excitación en cualquier momento culminaría, estaba seguro. Entreabrió los labios inspirando con fuerza por ellos, sintiendo la aspiración algo milesimal en comparación con lo acaecido en aquellos momentos.
Una necesidad importante se hizo consigo, necesitaba de sus labios, urgentemente necesitaba de sus labios; pero sería paciente.
Se colocó encima de él y el chico no pudo evitar gruñir de nuevo, deseando poseerla en todos los sentidos posibles. Sus labios chocaron de nuevo en un incontrolable beso final que sentenciaba ya el disfrute absoluto, siendo aquella sonrisa traviesa de la rubia un vicio más a añadir al chico. El tacto de su mano izquierda en su miembro, masturbándolo lentamente, no hacía más que darle un tentempié de aquello que ansiaba enfermamente y que, tras un golpe de cabellera por parte de la rubia, fue realidad. Su miembro introducido en ella era guiado por su amiga que se movía de forma lenta y suave, haciendo que junto a los gemidos el chico se encontrara completamente extasiado. Un nuevo gruñido, la impotencia de no saber qué hacer con las manos, las posiciona en las caderas de ella y va recorriendo su cuerpo en un instinto casi animal, sin esforzarse en llegar a donde la postura le es imposible. Disfruta de aquello como un niño pequeño, culminando así el deseo que tanto le había corroído con el paso de los años en Hogwarts.
Cerró durante unos segundos ambos ojos y terminó abriéndolos, dejando su mirada vagar por el cuerpo de su amiga, en una necesidad absurda de estar más apegado a ella aún. Era evidente que para nada ella era primeriza en aquello; lo estaba haciendo disfrutar demasiado. Tampoco le era plato de buen gusto empezar a pensar con cuales de sus amigos se había acostado, incluso si es que lo había hecho durante su noviazgo con Jake; asco absoluto.
Se dedicó a deleitarse, con algún que otro gruñido de placer, gorgoteos varios que no hacían más que expresar lo mucho que estaba haciendo todo aquello en él. Los movimientos pasaron de ser tan lentos y tortuosamente lujuriosos a un ritmo muchísimo más rápido y marcado, sintiendo el movimiento de su sexo dentro del de ella. El goteo continuaba y algún que otro trueno se podía oír en la lejanía pero en aquel momento los dos protagonistas eran ellos y Samuel se encontraba ajeno a todo lo que le rodeaba, simplemente con su vista clavada en ella, disfrutando sobremanera. A aquel ritmo y excitación en cualquier momento culminaría, estaba seguro. Entreabrió los labios inspirando con fuerza por ellos, sintiendo la aspiración algo milesimal en comparación con lo acaecido en aquellos momentos.
Una necesidad importante se hizo consigo, necesitaba de sus labios, urgentemente necesitaba de sus labios; pero sería paciente.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Fecha de inscripción : 30/04/2011
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Con esos movimientos incesantes se me estremecía todo el cuerpo. Mi mente se me nubló más que el propio cielo, y lo único que llegaba a oír era todo cuanto ocurría en esa vieja, pero acogedora al fin y al cabo, cama. Era mejor de lo que podía esperar. Realmente le había puesto unas bajas expectativas pero es...
Sentir su miembro en lo más profundo de mi entrepierna no era lo más placentero, si no la estimulación que me resultaban sus gemidos de placer. Todo en general era como un gran agujero negro desatando esas ansias de más y más que se había tragado hacía ya tiempo y que mantenía oprimido dentro de si.
Con los ojos cerrados y la cabeza mirando al techo, los movimientos subieron en cuanto a rapidez, de forma gradual, otorgando más y más placer. Fue cuando note sus manos en mis caderas, vacilando y sin saber hacia donde dirigirse, empezaron a contornear mi cuerpo hasta donde la naturaleza le dejaba llegar. Mis ojos volvieron hacia abajo, recorriendo, entrecerrados, su torso hasta llegar a su rostro, viendo como él cerraba los ojos por unos instantes. Disfrutando del placer que comportaba todo aquello.
Mi respiración era cada vez más difícil de controlar, al igual que los jadeos, los cuales se perdían con los del chico por el ruido de las gotas que seguían picando contra las ventanas de cristal.
Cada vez más rápido. No solo se trataba de mi, si no también de él. Haría que nunca en su vida lograra olvidar esa tarde.
Cuando noté sus ojos puestos en mi, sonreí levemente entre jadeos mientras apartaba por segunda vez mi alborotada melena, dejándola caer de nuevo sobre mi espalda, sintiendo como las puntas se movían por mi espalda causando una leve sensación de cosquillas. La excitación que llevaba ya podía conmigo, eso no era normal. Evidentemente. Y a pesar de estar en esa más que placentera posición, lo veía lejos, demasiado lejos.
Me curvé hacia adelante, dejando que, por tercera vez, mi cabello cayera por ambos costados, y con las manos palpé todo el torso de Samuel, hasta llegar a sus hombros. Sin dejar en ningún momento que su sexo saliera de mi entrepierna. Solo un leve parón. Solo un leve parón...
A pesar de que la cosa se había puesto un tanto más difícil, seguía moviéndome. Pero nuevamente, de forma lenta y tranquila, mientras mis pechos rozaban el torso de él y mis labios buscaban los suyos con éxito. Pero no le besé. Simplemente le mordí el labio inferior, bajando de nuevo hacia su cuello, dejando un rastro de besos por donde pasaban.
A simple vista, parece que la piel pálida represente cierta frialdad, en cualquiera de los sentidos. Pero la suya, a pesar de todo, estaba cálida, muy cálida. Y de golpe, sus brazos me parecieron incluso reconfortantes al tacto. Al abrazo. Estaba claro que no todo en él era piedra, había algo por ahí escondido en lo más profundo de su ser que no tenía nada que ver. Pero esa idea se me fue rápidamente de la cabeza al percatarme de ella.
Volví a separarme algo más, pero lo suficiente como para seguir inclinada con las manos apoyadas en él, moviéndome lentamente. Siguiendo fiel al primer ritmo marcado, sin prisas. Era demasiado placentero como para dejarlo ir tan rápido. Dejé la mente en blanco, huyendo de cualquier pensamiento que no viniera a cuento, y simplemente me dediqué a disfrutar de todo aquello. De él, de mi y de esa horrible cabaña con la mesa del mantel de flores.
Sentir su miembro en lo más profundo de mi entrepierna no era lo más placentero, si no la estimulación que me resultaban sus gemidos de placer. Todo en general era como un gran agujero negro desatando esas ansias de más y más que se había tragado hacía ya tiempo y que mantenía oprimido dentro de si.
Con los ojos cerrados y la cabeza mirando al techo, los movimientos subieron en cuanto a rapidez, de forma gradual, otorgando más y más placer. Fue cuando note sus manos en mis caderas, vacilando y sin saber hacia donde dirigirse, empezaron a contornear mi cuerpo hasta donde la naturaleza le dejaba llegar. Mis ojos volvieron hacia abajo, recorriendo, entrecerrados, su torso hasta llegar a su rostro, viendo como él cerraba los ojos por unos instantes. Disfrutando del placer que comportaba todo aquello.
Mi respiración era cada vez más difícil de controlar, al igual que los jadeos, los cuales se perdían con los del chico por el ruido de las gotas que seguían picando contra las ventanas de cristal.
Cada vez más rápido. No solo se trataba de mi, si no también de él. Haría que nunca en su vida lograra olvidar esa tarde.
Cuando noté sus ojos puestos en mi, sonreí levemente entre jadeos mientras apartaba por segunda vez mi alborotada melena, dejándola caer de nuevo sobre mi espalda, sintiendo como las puntas se movían por mi espalda causando una leve sensación de cosquillas. La excitación que llevaba ya podía conmigo, eso no era normal. Evidentemente. Y a pesar de estar en esa más que placentera posición, lo veía lejos, demasiado lejos.
Me curvé hacia adelante, dejando que, por tercera vez, mi cabello cayera por ambos costados, y con las manos palpé todo el torso de Samuel, hasta llegar a sus hombros. Sin dejar en ningún momento que su sexo saliera de mi entrepierna. Solo un leve parón. Solo un leve parón...
A pesar de que la cosa se había puesto un tanto más difícil, seguía moviéndome. Pero nuevamente, de forma lenta y tranquila, mientras mis pechos rozaban el torso de él y mis labios buscaban los suyos con éxito. Pero no le besé. Simplemente le mordí el labio inferior, bajando de nuevo hacia su cuello, dejando un rastro de besos por donde pasaban.
A simple vista, parece que la piel pálida represente cierta frialdad, en cualquiera de los sentidos. Pero la suya, a pesar de todo, estaba cálida, muy cálida. Y de golpe, sus brazos me parecieron incluso reconfortantes al tacto. Al abrazo. Estaba claro que no todo en él era piedra, había algo por ahí escondido en lo más profundo de su ser que no tenía nada que ver. Pero esa idea se me fue rápidamente de la cabeza al percatarme de ella.
Volví a separarme algo más, pero lo suficiente como para seguir inclinada con las manos apoyadas en él, moviéndome lentamente. Siguiendo fiel al primer ritmo marcado, sin prisas. Era demasiado placentero como para dejarlo ir tan rápido. Dejé la mente en blanco, huyendo de cualquier pensamiento que no viniera a cuento, y simplemente me dediqué a disfrutar de todo aquello. De él, de mi y de esa horrible cabaña con la mesa del mantel de flores.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Si desde un principio el chico ya había aceptado que el encontrarse quitando hierbajos en la entrada de la cabaña era algo más entretenido y productivo que marchar a Estudios Muggles aquello lo superaba por demasiado. Extasiado como pocas veces, completamente enloquecido y dejándose llevar por el momento, el nórdico todavía se mantuvo aferrado a las caderas de la rubia, boquiabierto y recorriendo con su mirada el escultural cuerpo de su amiga; había merecido la pena esperar todo aquello.
Pero todavía imperaba aquella necesidad de tenerla más apegada a él, no sólo por la unión momentánea de sus sexos, sino completamente apegada a su cuerpo, hacer de pequeños tactos un todo delirante, mayor aún del que estaban sintiendo en aquellos momentos. El ritmo lo estaba matando a base de sensaciones, aquello distaba mucho de lo que podía haber sentido anteriormente y no sabía si era por el hecho de que lo había deseado con todas sus ganas o porque Kirby en aquello tenía gran maestría.
El ritmo declinó poco a poco, haciéndose algo de nuevo lento y tortuoso mientras sentía las manos de ella recorrer su torso desnudo, finalmente posicionándose en los hombros del noruego. Los gruñidos en él eran algo poco sonoro pero tenían gran cadencia. Los labios de ella se aproximaron a los de él, ya podía volver a probar de nuevo el dulce néctar que producían. El beso no llegó, más sí un nuevo mordisco en el labio inferior que lo enloqueció más aún. Deseó en aquellos momentos controlar las manos de ella, acostarla, cambiar de nuevo los roles y comenzar a moverse de forma animal, instintiva. Pero el reguero de besos que su amiga fue dejando poco a poco a lo largo de su pecho lo calmaron como fiera, si bien seguían aumentando ese fuego interno. Aquellas pequeñas muestras junto al movimiento de ambos sexos se estaban convirtiendo en un todo, en una explosión de locura.
Sus manos se afianzaron en su pectoral y el chico pudo sentir los movimientos lentos y tranquilos, aquel primer ritmo que lo había enloquecido en su momento y que ahora estaba haciendo mismo efecto en el chico. Sus manos se mantuvieron en las caderas, dejándose llevar por el suntuoso movimiento mientras sentía con creces aquel momento. La comprendía, él tampoco quería que acabara todo aquello tan rápido, prefería darle tiempo, disfrutar de aquella victoria.
Su mirada quedó durante unos segundos clavada en el rostro de ella, podía ver las perfectas sensaciones que surgían, podía percatarse de cómo se abandonaba completamente al disfrute, podía verla tal como la había querido ver hacía ya varios años atrás. De alguna manera aquello lo alegró durante ciertos segundos, hasta abandonarse de nuevo al placer prácticamente animal que constituía para el chico aquella mujer.
Los movimientos si bien lentos eran intensos y el chico disfrutó como jamás lo había hecho, un nuevo nivel de satisfacción que pronto se vería reflejado en sus labios. Los sonidos que ambos producían, si bien no acompasados, constituían un revitalizante perfecto para el noruego que intentaba en mayor medida satisfacerla en aquella posición, apegando más aún su sexo a ella, haciendo pequeña presión. Su mirada denotaba lo salvaje e irracional que se encontraba en aquellos momentos; podría hacer cualquier cosa. Ella lo estaba matando con todo aquello, la locura no podía ser mayor.
Cerró ambos ojos con fuerza, en un gesto casi infantil, pero que rezumaba la fuerza y masculinidad que encerraba su cuerpo cuando alzó levemente el cuello, poniendo en tensión los músculos del cuerpo. Arqueando su espalda que quedaba pegada a las sábanas de aquella cama viéndose finalmente eyaculando en ella; conocía esa sensación, ese cosquilleo, ese momento culminante de auténtico placer que esperaba compartir con ella.
-Oh, joder.
Pero todavía imperaba aquella necesidad de tenerla más apegada a él, no sólo por la unión momentánea de sus sexos, sino completamente apegada a su cuerpo, hacer de pequeños tactos un todo delirante, mayor aún del que estaban sintiendo en aquellos momentos. El ritmo lo estaba matando a base de sensaciones, aquello distaba mucho de lo que podía haber sentido anteriormente y no sabía si era por el hecho de que lo había deseado con todas sus ganas o porque Kirby en aquello tenía gran maestría.
El ritmo declinó poco a poco, haciéndose algo de nuevo lento y tortuoso mientras sentía las manos de ella recorrer su torso desnudo, finalmente posicionándose en los hombros del noruego. Los gruñidos en él eran algo poco sonoro pero tenían gran cadencia. Los labios de ella se aproximaron a los de él, ya podía volver a probar de nuevo el dulce néctar que producían. El beso no llegó, más sí un nuevo mordisco en el labio inferior que lo enloqueció más aún. Deseó en aquellos momentos controlar las manos de ella, acostarla, cambiar de nuevo los roles y comenzar a moverse de forma animal, instintiva. Pero el reguero de besos que su amiga fue dejando poco a poco a lo largo de su pecho lo calmaron como fiera, si bien seguían aumentando ese fuego interno. Aquellas pequeñas muestras junto al movimiento de ambos sexos se estaban convirtiendo en un todo, en una explosión de locura.
Sus manos se afianzaron en su pectoral y el chico pudo sentir los movimientos lentos y tranquilos, aquel primer ritmo que lo había enloquecido en su momento y que ahora estaba haciendo mismo efecto en el chico. Sus manos se mantuvieron en las caderas, dejándose llevar por el suntuoso movimiento mientras sentía con creces aquel momento. La comprendía, él tampoco quería que acabara todo aquello tan rápido, prefería darle tiempo, disfrutar de aquella victoria.
Su mirada quedó durante unos segundos clavada en el rostro de ella, podía ver las perfectas sensaciones que surgían, podía percatarse de cómo se abandonaba completamente al disfrute, podía verla tal como la había querido ver hacía ya varios años atrás. De alguna manera aquello lo alegró durante ciertos segundos, hasta abandonarse de nuevo al placer prácticamente animal que constituía para el chico aquella mujer.
Los movimientos si bien lentos eran intensos y el chico disfrutó como jamás lo había hecho, un nuevo nivel de satisfacción que pronto se vería reflejado en sus labios. Los sonidos que ambos producían, si bien no acompasados, constituían un revitalizante perfecto para el noruego que intentaba en mayor medida satisfacerla en aquella posición, apegando más aún su sexo a ella, haciendo pequeña presión. Su mirada denotaba lo salvaje e irracional que se encontraba en aquellos momentos; podría hacer cualquier cosa. Ella lo estaba matando con todo aquello, la locura no podía ser mayor.
Cerró ambos ojos con fuerza, en un gesto casi infantil, pero que rezumaba la fuerza y masculinidad que encerraba su cuerpo cuando alzó levemente el cuello, poniendo en tensión los músculos del cuerpo. Arqueando su espalda que quedaba pegada a las sábanas de aquella cama viéndose finalmente eyaculando en ella; conocía esa sensación, ese cosquilleo, ese momento culminante de auténtico placer que esperaba compartir con ella.
-Oh, joder.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Las gotas aún picaban con fuerza contra la casa del guardabosques. Al parecer, la tormenta iba para largo, y lo que me confirmó dicho acto fue el estruendo de una cadena de truenos en la lejanía. Sonaban lejos, pero no tanto como para que pasaran totalmente desapercibidos. Maldito temporal de invierno, bienvenido un año más a Hogwarts.
Mis caderas aún seguían ese acompasado movimiento, sintiendo las penetraciones del miembro de noruego, y mis oídos se concentraron en los gemidos, dejando atrás cualquier sonido que no viniera del interior de esa casa. Cada vez estaba más excitada y eso indicaba estar a las puertas del éxtasis. Las sensaciones se volvían más fuertes cada vez, y mi respiración se había vuelto difícil de acompasar. Fue entonces cuando el noruego optó por arquearse ligeramente, apegando más aún su miembro en mi, haciendo que dicha presión me diese aún más placer. Y no se equivocó. Solté un gemido algo ahogado, arañando muy levemente su pectoral, y terminé por encontrar su mirada puesta en mi, denotando lo salvaje y excitado que se encontraba por todo aquello. Los míos no podían decir algo muy distinto, pues quizá le había tenido incluso más ganas yo a él que a la inversa. Sonaba raro, sí, pero era cierto. Eso lo aseguro.
Bajé la cabeza perdiendo la mirada en la nada, cerrando los ojos, cando todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se estremecieron, creando esa extraña y tan increíblemente placentera sensación. A demás, milésimas de segundo después quizá, el chico eyaculó en mi, lo noté, lo que logró soltarme algunos gemidos más, no tan ahogados como antes, pero tampoco con un nivel de audición demasiado alto.
Escuchar de nuevo su voz fue lo que hizo que levantara la cabeza y sonriera levemente en son de victoria, mientras me echaba hacia un lado todo el cabello. Inspiré con tranquilidad para calmar esos desbocados latidos con los que me propinaba el corazón y levanté las caderas para dejar libre su miembro.
- Y que lo digas. - comenté mientras me dejaba caer boca arriba a su lado. Extenuada. - Tengo que decir, señor Rebelde, que superaste mis expectativas - solté divertida en un vano intento de broma.
Cerré los ojos unos segundos, dejándome envolver por el sonido de la tormenta, que ahora envolvía aquel silencio. Todo aquello me había parecido muy extraño. Si bien fue placentero, quizá loco, una buena jugada. Pero que finalmente aquello hubiera ocurrido...
Abrí los ojos y volteé mi cabeza hacia él, observando su torso hasta que mis ojos se movieron hacia su rostro perfilado. ¿Qué ocurriría ahora? Habían sobrepasado la meta, aquella que se habían fijado años atrás. ¿Qué les quedaba ahora aparte de una buena amistad y una indudable tensión sexual? Porque era un hecho el caso que, seguramente en un futuro, eso terminaría por repetirse. Le había gustado demasiado. Siempre había dicho que cada hombre tenía una forma distinta para el sexo, a pesar de que los movimientos y las posturas acostumbraran a ser las mismas, y él no había sido la excepción. Pero quizá él se había vuelto de sus favoritos, entre los del tema aquel.
Todo en cuanto a él era frío, distante, de piedra. Incluso a pesar de que sus besos fueran dulces, tranquilos o apasionados y feroces, seguían presentando esas características frías del norte. Parecía que su mente siempre estaría cerrada para cualquiera.
Estúpido imbécil. Y a pesar de que me gustaría algo de calor por su parte, parecía que descubrir algo más sobre su pasado se había vuelto una misión casi imposible. Pero habría un detalle, por algún sitio habría un detalle. Un detalle que, al igual que los crímenes perfectos terminan siendo destapados por este, los secretos se podían derrumbar. Incluso esos secretos que guardaba él mismo en unión con su mente y su recuerdo. "Imposible" es algo que no figura en el diccionario Müller, y eso es algo que hay que tener en cuenta.
Sin siquiera preguntar, rodeé su cuello, poniéndome encima suyo con tranquilidad y le abracé. No necesitaba excusas, y aunque lo preguntase tampoco respondería, pues tan solo me apetecía. Apoyé mi frente en su cuello y dejé la mirada perdida en el sucio suelo de madera de la cabaña.
Mis caderas aún seguían ese acompasado movimiento, sintiendo las penetraciones del miembro de noruego, y mis oídos se concentraron en los gemidos, dejando atrás cualquier sonido que no viniera del interior de esa casa. Cada vez estaba más excitada y eso indicaba estar a las puertas del éxtasis. Las sensaciones se volvían más fuertes cada vez, y mi respiración se había vuelto difícil de acompasar. Fue entonces cuando el noruego optó por arquearse ligeramente, apegando más aún su miembro en mi, haciendo que dicha presión me diese aún más placer. Y no se equivocó. Solté un gemido algo ahogado, arañando muy levemente su pectoral, y terminé por encontrar su mirada puesta en mi, denotando lo salvaje y excitado que se encontraba por todo aquello. Los míos no podían decir algo muy distinto, pues quizá le había tenido incluso más ganas yo a él que a la inversa. Sonaba raro, sí, pero era cierto. Eso lo aseguro.
Bajé la cabeza perdiendo la mirada en la nada, cerrando los ojos, cando todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se estremecieron, creando esa extraña y tan increíblemente placentera sensación. A demás, milésimas de segundo después quizá, el chico eyaculó en mi, lo noté, lo que logró soltarme algunos gemidos más, no tan ahogados como antes, pero tampoco con un nivel de audición demasiado alto.
Escuchar de nuevo su voz fue lo que hizo que levantara la cabeza y sonriera levemente en son de victoria, mientras me echaba hacia un lado todo el cabello. Inspiré con tranquilidad para calmar esos desbocados latidos con los que me propinaba el corazón y levanté las caderas para dejar libre su miembro.
- Y que lo digas. - comenté mientras me dejaba caer boca arriba a su lado. Extenuada. - Tengo que decir, señor Rebelde, que superaste mis expectativas - solté divertida en un vano intento de broma.
Cerré los ojos unos segundos, dejándome envolver por el sonido de la tormenta, que ahora envolvía aquel silencio. Todo aquello me había parecido muy extraño. Si bien fue placentero, quizá loco, una buena jugada. Pero que finalmente aquello hubiera ocurrido...
Abrí los ojos y volteé mi cabeza hacia él, observando su torso hasta que mis ojos se movieron hacia su rostro perfilado. ¿Qué ocurriría ahora? Habían sobrepasado la meta, aquella que se habían fijado años atrás. ¿Qué les quedaba ahora aparte de una buena amistad y una indudable tensión sexual? Porque era un hecho el caso que, seguramente en un futuro, eso terminaría por repetirse. Le había gustado demasiado. Siempre había dicho que cada hombre tenía una forma distinta para el sexo, a pesar de que los movimientos y las posturas acostumbraran a ser las mismas, y él no había sido la excepción. Pero quizá él se había vuelto de sus favoritos, entre los del tema aquel.
Todo en cuanto a él era frío, distante, de piedra. Incluso a pesar de que sus besos fueran dulces, tranquilos o apasionados y feroces, seguían presentando esas características frías del norte. Parecía que su mente siempre estaría cerrada para cualquiera.
Estúpido imbécil. Y a pesar de que me gustaría algo de calor por su parte, parecía que descubrir algo más sobre su pasado se había vuelto una misión casi imposible. Pero habría un detalle, por algún sitio habría un detalle. Un detalle que, al igual que los crímenes perfectos terminan siendo destapados por este, los secretos se podían derrumbar. Incluso esos secretos que guardaba él mismo en unión con su mente y su recuerdo. "Imposible" es algo que no figura en el diccionario Müller, y eso es algo que hay que tener en cuenta.
Sin siquiera preguntar, rodeé su cuello, poniéndome encima suyo con tranquilidad y le abracé. No necesitaba excusas, y aunque lo preguntase tampoco respondería, pues tan solo me apetecía. Apoyé mi frente en su cuello y dejé la mirada perdida en el sucio suelo de madera de la cabaña.
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Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Aquello había sido la demencia hecha carne, el chico había acabado, si bien no había puesto demasiado por su parte, completamente cansado por el mero hecho de que aquello lo superaba con creces. No sólo había conseguido su objetivo, sino que también había sentido el placer como nunca anteriormente y aquello le corroía en el interior.
Estaba seguro de que ella había alcanzado el orgasmo por aquel estremecimiento que también se originó en el cuerpo de su amiga. Segundos después el chico irrefrenablemente eyaculó, sintiéndose completo y pronunciando aquel "Oh joder" tan delirante y animal, más en un gruñido que a voz. Las palabras del chico parecieron gustarle a Kirby quien lo observó en son de victoria, apartando su rubio cabello de nuevo a un lado y finalmente liberando aquella unión tan celestial que había hecho morir de placer al noruego.
Las palabras de ella le hicieron sonreír de lado, ahora girando su cabeza para continuar observándola allí, a su lado. El silencio se hizo en el lugar y de nuevo volvió a la realidad; un par de truenos y la incesante lluvia los habían acompañado en todo aquello y todavía se mostraban reacios a desaparecer. Su mirada quedó en ella, el silencio no era en absoluto incómodo; dejó divagar su mente y pensar cómo observaría a su amiga desde aquel momento. Había descubierto aquella faceta que tanto había ansiado durante los últimos dos o tres años y le encantaba. De nuevo se hizo la seriedad en su rostro mientras divagaba en su pensamiento, su mirada clavada en ella; ¿Querría saber sobre sus secretos? Por mucho que había sucedido aquello conocía perfectamente a Kirby Müller y sabía que podía resultar ser insaciable. No podía desvelarle su secreto, aún habiendo pasado por aquello, era algo que debía quedar bien escondido, oculto, si no quería ser juzgado y enviado a Azkaban. Ya tenía los diecisiete, era mayor de edad y se responsabilizaba de todos los asuntos acaecidos, no tenía escapatoria si alguien se enteraba de aquello.
Pero sus pensamientos se esfumaron cuando sintió los brazos de ella rodear su cuello, abrazándose a él encima suya. Sintió su frente en el cuello y el cabello que le acariciaba hasta llegar a la mandíbula. Su mirada se contrapuso a la de ella y se quedó observando la techumbre con tranquilidad.
Una tímida mano suya se alzó y finalmente se posó en el todavía desnudo cuerpo de su amiga. Si bien aquellos momentos pudieran resultar violentos a él poco le traían en cuenta. De nuevo, aún estando ambos en aquella posición, desnudos, podía sentir que la proximidad se alejaba expulsada por su ego. No se veía capaz siquiera de otorgarle un mero beso en la frente, sabía sería su perdición. Aún así la sensación le había encantado y sabía que no dudaría en repetirla de nuevo.
Su mano derecha, hasta aquel momento libre, se levantó levemente, arqueada y perezosa, llevándola al cabello de ella para acariciarlo con cierta ausencia.
Estaba seguro de que ella había alcanzado el orgasmo por aquel estremecimiento que también se originó en el cuerpo de su amiga. Segundos después el chico irrefrenablemente eyaculó, sintiéndose completo y pronunciando aquel "Oh joder" tan delirante y animal, más en un gruñido que a voz. Las palabras del chico parecieron gustarle a Kirby quien lo observó en son de victoria, apartando su rubio cabello de nuevo a un lado y finalmente liberando aquella unión tan celestial que había hecho morir de placer al noruego.
Las palabras de ella le hicieron sonreír de lado, ahora girando su cabeza para continuar observándola allí, a su lado. El silencio se hizo en el lugar y de nuevo volvió a la realidad; un par de truenos y la incesante lluvia los habían acompañado en todo aquello y todavía se mostraban reacios a desaparecer. Su mirada quedó en ella, el silencio no era en absoluto incómodo; dejó divagar su mente y pensar cómo observaría a su amiga desde aquel momento. Había descubierto aquella faceta que tanto había ansiado durante los últimos dos o tres años y le encantaba. De nuevo se hizo la seriedad en su rostro mientras divagaba en su pensamiento, su mirada clavada en ella; ¿Querría saber sobre sus secretos? Por mucho que había sucedido aquello conocía perfectamente a Kirby Müller y sabía que podía resultar ser insaciable. No podía desvelarle su secreto, aún habiendo pasado por aquello, era algo que debía quedar bien escondido, oculto, si no quería ser juzgado y enviado a Azkaban. Ya tenía los diecisiete, era mayor de edad y se responsabilizaba de todos los asuntos acaecidos, no tenía escapatoria si alguien se enteraba de aquello.
Pero sus pensamientos se esfumaron cuando sintió los brazos de ella rodear su cuello, abrazándose a él encima suya. Sintió su frente en el cuello y el cabello que le acariciaba hasta llegar a la mandíbula. Su mirada se contrapuso a la de ella y se quedó observando la techumbre con tranquilidad.
Una tímida mano suya se alzó y finalmente se posó en el todavía desnudo cuerpo de su amiga. Si bien aquellos momentos pudieran resultar violentos a él poco le traían en cuenta. De nuevo, aún estando ambos en aquella posición, desnudos, podía sentir que la proximidad se alejaba expulsada por su ego. No se veía capaz siquiera de otorgarle un mero beso en la frente, sabía sería su perdición. Aún así la sensación le había encantado y sabía que no dudaría en repetirla de nuevo.
Su mano derecha, hasta aquel momento libre, se levantó levemente, arqueada y perezosa, llevándola al cabello de ella para acariciarlo con cierta ausencia.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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Fecha de inscripción : 30/04/2011
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Cerré los ojos notando como la respiración, ya tranquila, que salía de mi nariz golpeaba el pálido cuello del noruego, rebotando para volver a topar con mi rostro. Todo en el interior de la mohosa cabaña se había tranquilizado, contradiciendo cualquier acontecimiento temporal del exterior. Ahora ya era algo inevitable escuchar la tormenta, la cual el centro de esta quedaba aún relativamente lejos, pues cada vez parecía llover con más fuerza. Mis pensamientos se evocaron al estúpido debate interior de si la cabaña cedería o no, dando seguido a unas escenas un tanto cómicas. Obviamente no. Pero si fuera una choza muggle...
El sentir la mano de Samuel acariciando mi melena de forma perezosa hizo que saliera de mis pensamientos y volviera a aquella realidad que nos evocaba, extrañada de que no me hubiera rechazado aquel abrazo, o no hubiera echado mano de alguno de sus comentarios. No era algo por lo que alegrarse, o que simplemente diera que mal pensar; sino que se podía contar con la excusa de "mejores amigos" y confianzas. A demás, ¿porqué rechazar un abrazo después de tener sexo? Sería algo un tanto surrealista.
Si me concentraba, podía sentir su pulso en el cuello, y quizá los latidos del corazón si no hubiera ese temporal de mierda en el exterior. Permanecí indiferente y callada durante un buen rato, abriendo los ojos y mirando más allá de su cuello. El mantel de flores, las sillas viejas de madera, estanterías con tarros para la comida de esas criaturas que tanto le gustaba cuidar al guardabosque, herramientas surrealistas para esas mismas criaturas...
Y cansada de analizar todo lo que veía más allá, perdí mi mirada entre los objetos de la choza, recordando el jueves anterior. "Mestizo". Aún me rondaba aquello por la cabeza. Quizá la suposición que implicaba esa palabra me había chocado más que el hecho de que Nordenström no es su apellido, o que sus padres biológicos desaparecieron totalmente del mapa, sin dejar constancia siquiera en el Ministerio de Magia. ¿Porqué querrían abandonarle? Por Merlín... Lo primero que se me pasaba por la cabeza era que podría ser hijo de muggles, y tras ver que su hijo había nacido... "extraño" lo hubieran abandonado.
Fruncí el ceño con cierto repelús, y levanté la cabeza sin dejar de abrazarle, buscando sus ojos, los cuales habían ido a perderse en el techo de la cabaña. Me quedé unos cortos instantes observándolo un tanto expectante y finalmente abrí los labios para hablar.
- Sam, ¿y si eres hijo de muggles? - comenté perspicaz mientras hacia una leve mueca de asco, casi inexistente - Después de lo que me dijiste el jueves, lo primero que me viene a la cabeza es que quizá tus padres biológicos fueran muggles, y al nacer "distinto" te abandonaron a tu suerte... - expliqué arqueando las cejas, sin terminar de creerme aquello - por eso no los encuentras por ningún sitio. - Cabezota como yo sola.
Me aparté de él, haciendo que su mano cayera de nuevo sobre la cama y me eché hacia atrás, observándole con seriedad. No quería creer eso, pero de la misma forma en que no sabíamos si era oficialmente mestizo, tampoco sabíamos si era oficialmente puro. Se me ponía la piel de gallina solo de pensarlo. "Nordenström" mestizo, o lo que era peor, hijo de muggles.
El sentir la mano de Samuel acariciando mi melena de forma perezosa hizo que saliera de mis pensamientos y volviera a aquella realidad que nos evocaba, extrañada de que no me hubiera rechazado aquel abrazo, o no hubiera echado mano de alguno de sus comentarios. No era algo por lo que alegrarse, o que simplemente diera que mal pensar; sino que se podía contar con la excusa de "mejores amigos" y confianzas. A demás, ¿porqué rechazar un abrazo después de tener sexo? Sería algo un tanto surrealista.
Si me concentraba, podía sentir su pulso en el cuello, y quizá los latidos del corazón si no hubiera ese temporal de mierda en el exterior. Permanecí indiferente y callada durante un buen rato, abriendo los ojos y mirando más allá de su cuello. El mantel de flores, las sillas viejas de madera, estanterías con tarros para la comida de esas criaturas que tanto le gustaba cuidar al guardabosque, herramientas surrealistas para esas mismas criaturas...
Y cansada de analizar todo lo que veía más allá, perdí mi mirada entre los objetos de la choza, recordando el jueves anterior. "Mestizo". Aún me rondaba aquello por la cabeza. Quizá la suposición que implicaba esa palabra me había chocado más que el hecho de que Nordenström no es su apellido, o que sus padres biológicos desaparecieron totalmente del mapa, sin dejar constancia siquiera en el Ministerio de Magia. ¿Porqué querrían abandonarle? Por Merlín... Lo primero que se me pasaba por la cabeza era que podría ser hijo de muggles, y tras ver que su hijo había nacido... "extraño" lo hubieran abandonado.
Fruncí el ceño con cierto repelús, y levanté la cabeza sin dejar de abrazarle, buscando sus ojos, los cuales habían ido a perderse en el techo de la cabaña. Me quedé unos cortos instantes observándolo un tanto expectante y finalmente abrí los labios para hablar.
- Sam, ¿y si eres hijo de muggles? - comenté perspicaz mientras hacia una leve mueca de asco, casi inexistente - Después de lo que me dijiste el jueves, lo primero que me viene a la cabeza es que quizá tus padres biológicos fueran muggles, y al nacer "distinto" te abandonaron a tu suerte... - expliqué arqueando las cejas, sin terminar de creerme aquello - por eso no los encuentras por ningún sitio. - Cabezota como yo sola.
Me aparté de él, haciendo que su mano cayera de nuevo sobre la cama y me eché hacia atrás, observándole con seriedad. No quería creer eso, pero de la misma forma en que no sabíamos si era oficialmente mestizo, tampoco sabíamos si era oficialmente puro. Se me ponía la piel de gallina solo de pensarlo. "Nordenström" mestizo, o lo que era peor, hijo de muggles.
Invitado- Invitado
Re: Gonna fuck up your ego {Kirby} [+18]
Se sentía bien de aquella manera, en quietud absoluta, dejando que la tormenta hiciera de las suyas fuera del lugar. Su mano la acariciaba con total ausencia, ciertamente pensativo y algo exhausto. Sentía la respiración de ella contra su cuello en una suave caricia que le recordaba que se mantenía acompañado. Lo había disfrutado, sin duda, y tenía su pequeño objetivo superado. Aquello de todas maneras no le cuadraba demasiado y así fue como, tras la calma, hizo la tormenta de las suyas entre las sábanas de aquella desvencijada cama del guardabosques.
Su mirada se clavó en ella con tranquilidad, sintiendo todavía aquel abrazo que no finalizaba y que de alguna manera lo mantenía optimista ante lo que pensaba ella. Sus cavilaciones se desvanecieron con la pregunta que le cuestionó. Su cara era todo un cuadro; no quería, no deseaba, no permitía que alguien cuestionara su pureza de sangre, por mucho que no supiera sobre su origen. Lo peor de todo, lo que más dañó al noruego fueron las conclusiones perfectas a las que llego la rubia. Si no había conseguido ningún tipo de información en el ministerio todo apuntaba a un hijo de muggles abandonado a su suerte por una serie de acciones que escapaban a lo normal. Sintió la ausencia de ella que se había soltado de él y echado a un lado; ahora mismo el noruego se sentía un paria, un asqueroso y repugnante insecto.
-Joder.- dijo levantándose de aquella cama dejando a Kirby atrás, tal como lo había hecho aquella noche en el baño de prefectos. Retomó sus boxers y se los puso con rapidez sin mediar palabra. -Joder, joder, joder.- sólo podía decir aquello y esta vez lo hacía con una rabia interna que carcomía a su persona. No quería afrontar la realidad, el desconocimiento de su estatus, la aceptación de que era un maldito mendigo en las calles de Oslo de nuevo. Se puso la camisa sin llegar a atar los botones y fue directo a buscar sus pantalones. Su mirada era seria, su gesto una mezcla de repugnancia y de enfado que pronto estallaría, no sabía como, pero estallaría. Su mandíbula denotaba cómo interiormente se estaba mordiendo con fuerza la lengua, no controlaba sus ataques de ira, nunca lo había hecho y nunca lo haría.
-No vayas por ese camino, Kirby.- devolvió su mirada a ella con seriedad. No quería que ella siguiera cuestionándose por la pureza de Nordenström, él era puro y punto, no había otra discusión, ¿Cómo si no había llegado a pertenecer a Slytherin? Tragó saliva con fuerza mientras se llevaba una mano a la cabeza, acariciando con los dedos pulgar e índice el puente de su nariz, intentando tranquilizarse.
-¿Ahora me lo preguntas?- cuestionó con fuerza. -¿Ahora te apartas de mí?- le parecía irónico, su mirada se había abierto en una expresión de enferma incredulidad. -¿No podías aclararlo antes de follar conmigo?- siguió con todo aquello, brusco. La estaba rebajando al nivel de todas aquellas chicas a las que ya se había tirado sin ningún tipo de inmediación, sin ningún tipo de esfuerzo. -Por lo que veo mientras dura lo divertido, una cuestión como la pureza de sangre te importa una mierda...- analizó, con la corbata en sus manos y los zapatos semi-puestos. -Espero que disfrutes de tus malditas conclusiones y ojalá te carcomas por dentro por haber compartido cama con un presunto hijo de muggles.- era lo menos brusco que se le ocurría en aquellos momentos. -Adiós.- finalmente, habiendo abierto la puerta dejando entrar un poco de viento y lluvia. Salió del lugar para dejarse mojar por la tempestad aquella, cerrando con la mayor fuerza posible aquella puerta de madera.
Su caminar era caótico, pasos que intentaban resonar con fuerza inútilmente en la hierba. La pagaría con alguien, no sabía con quién, pero debería tener cuidado aquella persona con la que se topara durante su camino hacia la sala de Slytherin. Cabello ya mojado por la lluvia, camisa atada pero completamente arrugada y empapada. Mira a ambos dados antes de cruzar el puente que da al castillo, abrochándose la corbata con quizás demasiada fuerza - pues el nudo se le hacía algo incómodo alrededor de su cuello. Quizás aquel día debía haber asistido a Estudios Muggles, quizás tardaría mucho más de lo que pensaba en volver a dirigirle la palabra a ella.
Su mirada se clavó en ella con tranquilidad, sintiendo todavía aquel abrazo que no finalizaba y que de alguna manera lo mantenía optimista ante lo que pensaba ella. Sus cavilaciones se desvanecieron con la pregunta que le cuestionó. Su cara era todo un cuadro; no quería, no deseaba, no permitía que alguien cuestionara su pureza de sangre, por mucho que no supiera sobre su origen. Lo peor de todo, lo que más dañó al noruego fueron las conclusiones perfectas a las que llego la rubia. Si no había conseguido ningún tipo de información en el ministerio todo apuntaba a un hijo de muggles abandonado a su suerte por una serie de acciones que escapaban a lo normal. Sintió la ausencia de ella que se había soltado de él y echado a un lado; ahora mismo el noruego se sentía un paria, un asqueroso y repugnante insecto.
-Joder.- dijo levantándose de aquella cama dejando a Kirby atrás, tal como lo había hecho aquella noche en el baño de prefectos. Retomó sus boxers y se los puso con rapidez sin mediar palabra. -Joder, joder, joder.- sólo podía decir aquello y esta vez lo hacía con una rabia interna que carcomía a su persona. No quería afrontar la realidad, el desconocimiento de su estatus, la aceptación de que era un maldito mendigo en las calles de Oslo de nuevo. Se puso la camisa sin llegar a atar los botones y fue directo a buscar sus pantalones. Su mirada era seria, su gesto una mezcla de repugnancia y de enfado que pronto estallaría, no sabía como, pero estallaría. Su mandíbula denotaba cómo interiormente se estaba mordiendo con fuerza la lengua, no controlaba sus ataques de ira, nunca lo había hecho y nunca lo haría.
-No vayas por ese camino, Kirby.- devolvió su mirada a ella con seriedad. No quería que ella siguiera cuestionándose por la pureza de Nordenström, él era puro y punto, no había otra discusión, ¿Cómo si no había llegado a pertenecer a Slytherin? Tragó saliva con fuerza mientras se llevaba una mano a la cabeza, acariciando con los dedos pulgar e índice el puente de su nariz, intentando tranquilizarse.
-¿Ahora me lo preguntas?- cuestionó con fuerza. -¿Ahora te apartas de mí?- le parecía irónico, su mirada se había abierto en una expresión de enferma incredulidad. -¿No podías aclararlo antes de follar conmigo?- siguió con todo aquello, brusco. La estaba rebajando al nivel de todas aquellas chicas a las que ya se había tirado sin ningún tipo de inmediación, sin ningún tipo de esfuerzo. -Por lo que veo mientras dura lo divertido, una cuestión como la pureza de sangre te importa una mierda...- analizó, con la corbata en sus manos y los zapatos semi-puestos. -Espero que disfrutes de tus malditas conclusiones y ojalá te carcomas por dentro por haber compartido cama con un presunto hijo de muggles.- era lo menos brusco que se le ocurría en aquellos momentos. -Adiós.- finalmente, habiendo abierto la puerta dejando entrar un poco de viento y lluvia. Salió del lugar para dejarse mojar por la tempestad aquella, cerrando con la mayor fuerza posible aquella puerta de madera.
Su caminar era caótico, pasos que intentaban resonar con fuerza inútilmente en la hierba. La pagaría con alguien, no sabía con quién, pero debería tener cuidado aquella persona con la que se topara durante su camino hacia la sala de Slytherin. Cabello ya mojado por la lluvia, camisa atada pero completamente arrugada y empapada. Mira a ambos dados antes de cruzar el puente que da al castillo, abrochándose la corbata con quizás demasiada fuerza - pues el nudo se le hacía algo incómodo alrededor de su cuello. Quizás aquel día debía haber asistido a Estudios Muggles, quizás tardaría mucho más de lo que pensaba en volver a dirigirle la palabra a ella.
Samuel NordenströmSLYTHERIN - Mensajes : 96
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