Bañado en Chocolate {Kirby Müller}

- Te lo dije Kirie, éste camino nos lleva a HoneyDukes - le dije a Kirby mientras nos adentrábamos al sótano de HoneyDukes. Hacía unos días, mientras caminaba por el pasillo que une las escaleras del Hall de entrada con el séptimo piso, tropecé con la estatua de la vieja bruja jorobada y noté que ésta se movía de su centro. Cuando la corrí completamente vi que detrás de ella había una puerta, la seguí y me llevó al lugar más maravilloso de toda la tierra; el sótano de HoneyDukes, donde había un enorme caldero lleno de chocolate y muchos caramelos. Ahí era donde los creaban y almacenaban para venderlos.

Sin pensarlo dos veces me devolví al castillo en busca de Kirby, sabía cuando le gustaban los dulces, sobre todo el chocolate del HoneyDukes, por lo que no dudé ni dos segundos en ir a por ella. Obviamente no me creyó y pensó que le estaba jugando una broma, pero cuando corrimos la estatua comenzó a creerme un poco, y ahora que ya estábamos en el sótano no tenía justificativo para decir que mentía. - ¿Quien tu primo preferido? - pregunté divertido alzando ambas cejas rítmicamente. - ¿Me merezco un premio por éste hallazgo, no? - añadí poniendo carita de gatito con botas de Shreck. ¡Claro que me lo merecía! Un cariñito, o un besito más que fuera.

Llevaba en la común de Slytherin un buen rato tras la última clase de la tarde y mis niveles de aburrimiento llegaban al punto máximo mientras hojeaba el temario del siguiente examen de Herbología. Odiaba Herbología y odiaba al profesor Longbottom. Aún ahora seguía sin entender porque Herbología seguía siendo una asignatura obligada y no como Historia de la Magia, que era simplemente obtativa en los últimos años en Hogwarts.
Pero mi aburrimiento cesó cuando Nick, mi primo lejano, cruzó la entrada algo exaltado y se dirigió hacia mi, sin rodeos, diciéndome que había un túnel que conectaba el castillo con el almacén de HoneyDukes. Obviamente no me lo creí y mi primera respuesta fue mostrar una expresión que, por lo menos, mostraba cierto grado de desprecio e irritación hacia él. Pero a pesar de eso Nick seguía asegurándome que era verdad y que si no me lo creía que dejara que me llevara hasta ahí. Y claro, una hipotética excursión a HoneyDukes siempre será algo más provechoso que estarse aburrida en la común intentando hacer el esfuerzo de estudiar las plantas comunes europeas y sus propiedades mágicas.
Ambos salimos de la común y le seguí hasta el Hall de la escuela, donde movió la estatua de la vieja bruja jorobada y de detrás de esta, apareció una puerta con un aparente túnel subterráneo. Empezaba a creérmelo pero... ¿Porqué tendría que haber un túnel en el castillo que llevara a la tienda de dulces de Hogsmeade?
Le seguí por el oscuro túnel mientras le agarraba de la túnica para no perderle en la oscuridad, hasta que dicho pasadizo desembocó en lo que parecía ser el sótano del local de dulces.

Mi boca se desencajó por completo. ¿Quién me iba a decir que diría la verdad? Si de verdad existía el paraíso, sería algo como eso.
Mis ojos se movieron ajetreados por toda la estancia, viendo un enorme caldero lleno de chocolate y montones de caramelos empaquetados, listos para su venta para el fin de semana que se acercaba.
Me volví hacia Nick al oír su voz y sonreí de oreja a oreja.

- ¡Qué genial eres! - exclamé casi chillando mientras le daba un abrazo corto pero fuerte. Me eché hacia atrás ladeando la cabeza y asintiendo - Claro - respondí.
Me acerqué a él y le deposité un beso casi en la comisura de los labios. No fue nada del otro mundo, claro.

Me volví de nuevo al caldero lleno de chocolate y apoyé ambas manos en mi cintura.

- ¿Cómo demonios encontraste el pasadizo? - le pregunté mientras fruncía ligeramente el ceño, asombrada aún por el hallazgo.

La cara que puso Kirby ante el hallazgo lo decía todo. Sonreí complacido, pero mi sonrisa se desvaneció levemente al sentir su abrazo y sus senos impreganarse contra mi pecho. Tragué saliva y fingí una sonrisa cuando ella apartó un poco su rostro. No quería que notara lo que provocó en mi su abrazo. "Merlín, Nicholas, es tu prima" me dije a mi mismo, pero mis pensamientos se vieron interrumpidos por su beso, el cual rosó la comisura de mis labios. ¡Me quería morir! ¿Es que acaso quería matarme de un infarto? ¿O es que aún no notaba la atracción que sentía por ella?.

Suspiré con fuerza al ver como Kirby se alejaba de mi y traté de enfocarme en el local. Me dirigí hasta uno de los estantes y saqué una de las cajas que contenía bolsas llenas de caramelos. Abrí una y escuché la pregunta de Kirby. ¿Cómo encontré el pasadizo? No creo que fuera buena idea contarle que había salido corriendo luego que me sorprendieran en el baño de niñas y al correr tropecé con la estatua, la cual se corrió unos centímetros, así que hice lo que mejor sabía hacer; mentir. - Estaba conversando con un amigo y me apoyé en la estatua. Se corrió y fue como me di cuenta que algo andaba mal, nunca pensé que dirigiría a un lugar como éste - me encogí de hombros luego de mi historia inventada y comencé a caminar por el lugar.

Lancé un caramelo al aire y lo atrapé con mi boca al devolverse, lo mastiqué sintiendo la textura del dulce fundirse lentamente en mi boca. Toda una delicia, sin embargo no era la delicia que llamaba mi atención en ese momento, y por muy increíble que pueda parecer, tampoco era Kirby, sino el caldero con chocolate liquido. Era ENORME y estaba repleto de chocolate. ¿Qué mejor que eso?. - Kirie... ¿Alguna vez te has bañado en chocolate? - pregunté arqueando una ceja divertido y sonriendo a mi prima mientras comenzaba a desatar el nudo de mi corbata. Oh, si, era mi sueño bañarme en chocolate, y gracias a mi varita y un buen Acua Eructo podría quitarme los restos luego. De seguro no comería en ése lugar durante semanas, pero valdría la pena.

Noté la tensión tras el beso que le deposité rozando la comisura de sus labios, y eso fue algo que me divirtió de sobre manera, pero que dejé pasar de forma aparente. A pesar de que, de algún modo, ambas familias estuvieran unidas, no era algo que llegara a rozar los familiares de sangre, por lo que, esa "atracción" que sentía algunas veces por Nick, no era algo que llegara a atormentarme ni en la manera mas sutil.
Él respondió esa pregunta que le había formulado tras pensarselo unos segundos. Conocía a Nick y a su forma de ser, era obvio que algo en esa respuesta no estaba bien, pero tampoco era un asunto que me incumbiera. Me limite a asentir y a observar con una sonrisa de oreja a oreja el hallazgo.
Nick fue hacia las estanterías donde había las cajas que más tarde estarían en el mostrados y cogió unos caramelos. Hice lo mismo que él, pero yo me dirigí al enorme caldero lleno de chocolate caliente. Pasé un dedo por él y lo chupé, saboreando ese característico gusto dulce que solo los chocolates de HoneyDukes tenía. Me encantaba.

No pude evitar fruncir el ceño mientras escuchaba la pregunta de Nick y me volteaba hacia él. ¿Bañarnos ahí? Entre cerré un poco mis ojos y tras pensarlo unos segundos sonreí abiertamente. Nick ya se estaba desabrochando la corbata sin esperar una respuesta.

- hm... Dicen que es bueno para la piel... - dije casi en susurro antes de responder - ¿Porqué no? - respondí divertida. Sería un buen rato.

Me aparté del horno de chocolate y arrojé la túnica de Slytherin sobre un montón de cajas de todo tipo de caramelos salados y agrios mientras me recogía el cabello en una coleta y me quitaba los zapatos.

- Pero no mires, pervertido - comenté entre risas mientras abría los botones de la camiseta de espaldas al chico.

Me quedé, literalmente, boquiabierto al ver como Kirie saboreaba el chocolate con su dedo. Mordí mi labio inferior de solo pensar en que podría ser otra cosa lo que se colara en su boca, y no precisamente algo comestible, pero rápidamente aparté esos incestuosos pensamientos de mi cabeza. Aveces era inevitable no verla como una prima, y olvidaba completamente que nuestras sangres no se conectaban de ninguna forma.

Sonreí al escuchar su comentario, Kirie siempre había sabido como divertirse y ésta vez al parecer tampoco decepcionaría. Dejé caer mi corbata al suelo y posé la puta de uno de mis zapatos en el talón del otro para retirarlo. El zapato cedió con facilidad y luego con mis dedos del pie alterné el trabajo para quitarme el otro zapatos. Éste último costó un poco más pero luego de alzar mi pierna salió disparado a baja altura hasta impactar con una esquina del sótano. Alcé mi vista mientras me quitaba la túnica y rodé los ojos con falsa molestia cuando me trató de pervertido. - ¿Que no mire qué? - pregunté haciéndome el tonto - Será como si estuviéramos en la playa - me justifiqué. ¿A quien quería engañar? Era lo que había estado esperando.

Observé detalladamente como me daba la espalda para comenzar a desabrochar su blusa. Dejé caer mi túnica y me aproximé hasta ella por la espalda. - ¿Te ayudo? - pregunté sin esperar respuesta, como siempre, y descubrí sus hombros con mis propias manos. La blusa calló y aparté con mi mano sus cabellos para depositar un beso en su hombro descubierto de forma cálida y suave. Apegué mi entrepierna a su trasero mientras recorría con besos su hombro hasta su cuello. Aparté mis labios levemente y la hice girar, rodeándola por la cintura con un brazo. Tiré el cuello de mi camisa y le sonreí con complicidad.

- Tienes los honores - dije sin apartar mi sonrisa coqueta y seductora, para que apreciara que podía quitar mi camisa ella misma. Su brasier cubría lo justo y necesario y fue inevitable sentir mis ojos desviarse hasta el escote de éste. ¡Merlín, que hermosos y perfectos senos! ¿Por qué a mi? ¿Qué dirían nuestros padres si nos vieran en esa posición? Aún así la tensión y tentación que sentía por Kirie superaba todo raciocinio, toda coherencia. Siempre había habido esa confianza entre nosotros. No sé como es que no habíamos terminado encamados el uno con el otro, aunque debía reconocer que el hecho de solo jugar era lo que siempre me había tenido atrapado a Kirby. Quizás si nos hubiéramos acostado ya hubiera perdido el encanto, por suerte ella sabía jugar, al igual que yo.

Podía notar los ojos de Nick clavados en mi. Era de imaginar, tan típico en él... Cuando escuché esa pregunta tan sutil, la cual ambos sabíamos que no necesitaba respuesta, la sonrisa de mis labios se acentuó de una forma un tanto coqueta con ligeros ápices de diversión. Sus besos me pusieron la piel de gallina y un corto y rápido escalofrío recorrió mi espalda, subiendo por la columna vertebral.
Me hizo voltear, a lo que cedí sin oponer ningún tipo de resistencia, y mis ojos grisáceos se clavaron en los suyos. Mi sonría se encontraba aún, medio desvanecida en mis labios mientras posaba con delicadeza y suavidad mis finos dedos sobre el cuello de su camisa. Le guié un ojo con picardía ante sus palabras. Su voz sonaba incluso ligeramente aterciopelada en mis oídos. ¿Estaba bien aquello? Ni lo sabía y ni me importaba. Quizá jugaba el hecho de que no fuéramos realmente familia de sangre, pero, de haberlo sido, no hubiera supuesto ningún tipo de diferencia. Por lo menos en mi. ¿Porqué negar lo inevitable? Tenía lo suyo, me atraía.

Desabroché los primeros botones de su camisa mientras subía mis ojos de nuevo hacia él, lo que me sacó una sonrisilla algo divertida al ver que me estaba mirando el escote. Hice caso omiso y volví a mirar su camisa. Tres botones menos. Los acentuados músculos de su torso iban apareciendo poco a poco bajo esa capa de tejidos blancos y suaves. No pude evitar morder mi labio inferior ante tal espectáculo.
Cuando todos los botones estuvieron desabrochados, y con algo de su ayuda, le quité la camisa y la tiré encima de unas cajas, no muy lejanas de donde se encontraba el caldero que contenía ese exquisito chocolate de Honeydukes.

Cuando mis ojos volvieron a él una vez más, dejé que mis manos recorrieran su pecho desnudo con suavidad, remarcando los contornos como si se tratara de una frágil figura de cristal. Terminé de acortar la distancia entre ambos, abrazándole con la misma suavidad mientras le mordía el lóbulo de la oreja izquierda de forma provocativa y puede que algo salvaje.

- Te toca - le comenté con voz juguetona mientras que al separarnos, con la mano derecha, señalaba la falda plisada oscura y le guiñaba un ojo.

Click, un botón, click, dos botones. ¿Por qué tenía que hacerlo de forma tan lenta? Me desesperaba, pero como había dicho anteriormente Kirie sabía jugar muy bien, sus armas de seducción siempre me habían dejado deseando más, ¿Cómo no sentir celos cuando un patán se le acercaba para cortejarla? Con esa sensualidad que desprendiera por cada poro de su piel no podía evitarlo, pero debía, me sentía en la obligación de cuidarla.

Los botones cedieron y retiró mi camisa mientras yo dejaba caer los brazos para facilitarle el trabajo. Las manos de Kirby recorrieron mi torso, y mi cuerpo se estremeció por completo, mis pectorales se agitaron ante aquel estremecimiento, mientras sentía las sutiles caricias de mi prima recorrer el contorno de mi pecho. Sonreí hasta que sentí su abrazo y mis ojos se pusieron blancos al sentir su pecho incrustarse en el mío. Cerré mis ojos y disfruté del momento, rodeando su cintura. Sus dientes se aferraron al lóbulo de mi oreja y me ví obligado a ladear mi rostro al sentir aquel cosquilleo, que lejos de causarme risa solo conseguía excitarme más de lo que ya estaba.

Kirby se separó y siguió el juego que yo había comenzado señalando su falda. Era mi turno de jugar. Posé mis manos en su cintura y mis ojos grises se incrustaron en los suyos, desendí recorriendo con mis caricias sus caderas y bajando hasta sus piernas pero sin desviar mi mirada de la suya hasta que estuve arrodillado a sus pies. Subí mis manos nuevamente hasta posarlas en el elástico que sostenía la falda y mi mirada se centró en ella. Desabotoné solo un par de botones de la falda y luego la deslicé lentamente, mientras mis ojos parecían querer desprenderla de forma rápida, ya no soportaban más la tortura, y los pobres fueron bendecidos cuando la falda se deslizó bajo la entrepierna de Kirby. Bendito sea Merlín y Salazar Slytherin por todas sus hermosas creaciones, bendita sea Kirby Müller. Su entrepierna, cubierta solo por su ropa interior fue el espectáculo perfecto e idóneo para que el bulto en mi entrepierna terminara cediendo sin poder contenerse a aumentar su volumen. Deposité un beso en su pierna derecha, donde ésta conectaba con su pelvis, y subí lentamente, depositando luego otro en su estomago. Mis manos recorrieron su cuerpo en una firme caricia mientras ascendía, recorriendo sus piernas, y luego posándose en sus glúteos, con mis dedos queriendo introducirse por debajo de su ropa interior, pero sin éxito, mis manos se alejaron de ésa zona posándose en su espalda baja. Mis labios que seguían ascendiendo por su cuerpo se abrieron para dar paso a mi lengua sobre su estomago hasta que llegaron a su brasier. Me incorporé completamente y sonreí con aquella mirada seductora que salia espontanea con mi excitación.

- Debía probar a qué sabe sin chocolate, para comparar sabores - expliqué divertido mientras posaba mis manos en la hebilla de mi cinturón con la intensión de retirar mis pantalones. Veríamos si Kirie tenía las agallas de detenerme y hacerlo ella misma, pero a decir verdad ya no soportaba la espera, si seguía así terminaría en San Mungo por un infarto.

Nick parecía excitarse por momentos con el pequeño juego por turnos. Era divertido. Nada de ataduras, simple y sana diversión entre primos sin lazos de sangre.
Sonreí levemente cuando Nicholas posaba ambas manos en mi cintura, y sus ojos se incrustaban en los míos. Descendió sin quitarme el ojo hasta que, en el momento que quedó arrodillado, sus brazos volvieron a subir para posarlas sobre el elástico que sostenía la falda plisada del uniforme y apartó la vista de mis ojos para posarla en ella. Deseoso. Mis manos fueron directas a su cabello, acariciándole lenta y pausadamente, notando como, bajo mis dedos, su cabello era todo rebeldía.
Desbotonó un par de botones de la falda, suficientes como para conseguir deslizarla hacia abajo, dejando mis bragas y mis piernas totalmente al descubierto.
Me mordí el labio inferior al ver que los ojos de Nick decían "basta". No podían aguantar la excitación, y estaba claro que su entrepierna no tardaría en decir lo mismo. Después de que depositara un beso en mi pierna derecha, sus manos recorrieron las piernas, acariciándolas con suavidad, recorriéndolas como si fuera la primera vez. Quería quitarme la ropa interior, lo veía en sus ojos. Cuando sus manos se colocaron en mi espalda baja, levanté la cabeza hacia el techo del sótano, notando al cerrar los ojos, como la lengua de Nick recorría, ascendiendo en todo momento, a partir del estomago. Cuando llegó al sujetador, las manos que seguían posadas en su cabello se deslizaron hacia sus mejillas, consiguiendo encontrar de nuevo ese contacto visual tan extremadamente peligroso en momentos como ese. Su mirada, seductora y deseante, no parecía querer apartarse ningún momento de mi. Y el comentario que explicó a continuación me hizo soltar una leve carcajada, mezcla de diversión y provocación, junto a las palabras que salieron de mis labios en respuesta.

- Entonces... ¿porqué no lo haces? - arqueé una ceja, provocativa en todo momento. Me gustaba demasiado excitar a Nick de esa forma, a demás de que su cuerpo desnudo me excitaba más a mi. Siempre le había tenido ganas. Horribles ganas, pero era más divertido el hecho de la prohibición y de seguirla al pie de la letra. De dejar que eso solo fueran juegos de excitación en lugar de sexo rápido y fácil.

Mis manos bajaron a su hebilla cuando sus manos se pusieron sobre ella, y tras ladear ligeramente la cabeza con diversión, posé mis manos sobre las suyas, apartándolas de allí. Mis ojos volvieron a subir, interrogando. ¿Eso es lo que quieres? parecían preguntar. Claro que sí. Pero la espera era más divertida, más... eternamente entretenida.
Rompí de nuevo el espacio que nos separaba sin soltar la hebilla de sus pantalones ni un segundo. Mis labios quedaron a escasos milímetros de los suyos, justo antes de desviarlos hacia su oreja derecha, en el mismo momento que mis pechos rozaban con su torso.

- ¿Porqué no? - susurré lentamente - Sé que me tienes ganas, chico -

Me separé ligeramente de él y le miré a los ojos de forma penetrante justo antes de desviar mi mirada hacia sus pantalones, los cuales mostraban una ya clara excitación en la zona de su entre pierna. Sonreí y desabroché su hebilla justo antes de repetir el proceso con el botón y la cremallera de sus pantalones. Él no aguantaba, y eso me divertía. En otras circunstancias, más bien, si fuera otra chica, sus pantalones ya estarían fuera desde hacía varios minutos. Para él, esos juegos eran pura tortura. ¿Física o Psicológica?

Deslicé sus pantalones hacia abajo, lentamente y los dejé caer cuando estaban por su rodilla. Sus boxers marcaban su miembro de forma más que pronunciada y tras acariciarlo con la mano por encima de los boxers, posé ambas manos en su cintura. Mis ojos volvían a estar fijados en los suyos, incitándole de forma descarada.
Me aparté de él definitivamente y me dirigí al caldero de chocolate. El dedo índice de mi mano derecha rozó la superficie de chocolate y volví donde se encontraba él. El dedo, sucio de chocolate, pasó sobre su cuello depositando el chocolate sobre su piel. Pose ambas manos en cada uno de sus brazos y me incliné hacia adelante, subiento levemente en puntillas y besé donde el chocolate, justo antes de abrir más la boca para lamerlo.

Hacer reír a Kirie era uno de los motivos de mi vida, así como haber logrado ser prefecto o tener una copa de quidditch en mis manos ganada junto a mis compañeros hacia unos años, o simplemente comer, beber agua y respirar. Necesitaba comprobar que aún era divertido para ella y que no se aburría con nuestros juegos pues si eso llegara a pasar me sentiría incompleto, y además significaría que ya no la tendría a mi lado no solo como la prima lejana con la que me divierto en mis ratos de ociosos, sino como una de mis mejores amigas en la cual siempre he podido depositar mi plena confianza.

Se divertía, reía, e incluso osaba provocarme con sus palabras y más aún con sus manos, las cuales apartaron las mías de la hebilla de mi pantalón, se posaron en éste y me observó con aquella mirada tan atrapante. Asentí y mordí mi labio. Podía ver en sus ojos lo que me preguntaba, como esperando a que yo le diera mi aprobación, aunque de seguro ella lo sabía de ante mano; lo más que deseaba en ése momento es que terminara el trabajo por mi, aunque eso significara caer en San Mungo por un ataque al cucharón. No obstante los juegos de Kirie no se detendrían ahí, no señor, ella jamás me la pondría tan fácil.

El cuerpo de Kirie se aproximó hasta el mío, y mi respiración pareció colapsar completamente cuando vi sus labios venir hacia mi. ¡Oh Merlín, va a besarme! pensé mientras cerraba mis ojos sintiendo en todo su esplendor sus pechos hundirse sobre mi torso desnudo. Mis ojos se abrieron nuevamente al ver que la espera por sus labios se hizo más larga de lo esperado, pero mis pupilas se agudizaron al escuchar sus palabras colapsar contra mi oído, insinuantes, juguetonas. No había que ser un experto en Legeremancia para saber eso, pero aún así me vi algo sorprendido de que se notara tanto mi atracción por ella. Llegué incluso hasta a sentir vergüenza, pero la forma y la circunstancia en que aclaró lo que sentía por ella lograron que mi vergüenza pasara a segundo planto y en mi mente se enfocara solo el hecho de que verme descubierto me traería buenos resultados.

Mis pantalones descendieron con una lentitud que me pareció eterna. ¿Por qué demonios Kirby tenía que hacerlo tan lento a sabiendas de lo que provocaba en mi?. Mordí mi labio al sentir como su mano acariciaba mi entrepierna antes de separarse de mi. Aquel miembro palpitante se erectó a tal punto que parecía querer escaparse de la tela que lo cubría. ¡Definitivo, ésta tarde no saldría sin tener sexo con ésa chica! como que me llamo Nicholas Alphonse Resnick!. Sonreí divertido mientras la veía jugar, arqueé una ceja hasta que su lengua capturó mi cuello para quitar el chocolate que ella misma había depositado en él. YA NO LO SOPORTABA MÁS!. En un arrebato de excitación la rodeé con mis brazos y atrapé sus glúteos, separandolos y volviéndolos a juntar, al tiempo que mis labios capturaban los suyos de manera pasional y osada. Cuando me vi ya estaba acorralándola junto al caldero y mi entrepierna se adhirió a la suya mientras mis manos acendian por su espalda en una caricia tan o más apasionada que mis besos. Mis dedos, escurridizos, se deshicieron del su brasier con total facilidad, pero éste no calló pues sus pechos estaban pegados a mi torso. Mi lengua irrumpió en su boca y el sabor a chocolate en su lengua, después de haberlo lamido de mi cuello, seguía intacto. Pude sentir el sabor a cacao en mi paladar mientras nuestros cuerpos se dejaban caer dentro del caldero. Nos arrastramos dentro, ella de espaldas y yo sobre ella, procurando no meter nuestra cabeza dentro del chocolate. - Está tibio - murmuré una vez nos vimos ambos adentro. Lo natural es que me refiriera al chocolate, pues en verdad estaba muy tibio, pero le dí a entender con un movimiento pelvico, sintiendo como mi miembro rosaba su entrepierna, que era ésa zona la que estaba tibia y no el chocolate.

Mi sonrisa se transformó en una más seductora cuando mordí su labio atrayendo hasta mi. Ya ambos estábamos dentro del caldero, ella sentada y yo hincado. El chocolate le llegaba hasta el cuello y a mi me cubría justo la entrepierna, por lo que al momento de morder su labio Kirby se vio obligada a hincarse también y sus senos, que ahora estaban cubiertos solo por el chocolate, fueron expuestos. Una de mis manos atrapó su senos derecho y lo acarició lentamente. Negué con la cabeza, con una clara muestra de deseo en mi mirada. - Ahora compararemos otros sabores - sonreí divertido, tomando una bocanada de aire, entre suspiros y gemidos, para aventurarme a lamer cada capa de chocolate que cubría dicho seno. Mi lengua arrasó con él y fue fácil reconocer su pezón, pues una vez el chocolate se disipó éste hizo aparición notoriamente erecto. Mi boca lo envolvió y mi lengúa acarició su contorno, ya no lamía el chocolate, sino a ella, su piel, su seno. Oh si, definitivamente ésto sabe mucho mucho.

El solo movimiento que hizo Nick de rodear mi cuerpo con sus brazos y agarrarme con fuerza los gluteos fue la señal culminante de que el preludio de aquello tenía que terminar. Su excitación empezaba a tomar las riendas de su cuerpo con fuerza, y estaba claro que su objetivo había saltado más allá de la muralla que denominaba lo que eran "simples juegos picantes" a algo más. Yo, por supuesto, no tenía intención de dejarlo a medias, aunque eso sería un resultado interesante. Como unas tablas en ajedrez que obligara, de algún modo, a ambos jugadores a un nuevo juego para decidir el ganador. Pero ahora mismo en mi consciencia no había lugar para ganadores o perdedores, solo había la excitación del momento aquel,. La de sentir el cuerpo de Nick tan apegado al mio. La de sentir, más bien, su miembro deseante de salir de debajo de sus boxers, pegado al mio.
Él se deshizo de mi sujetador con suma facilidad, pero el susodicho no cayó al suelo de piedra. Más bien se quedó entre ambos, pues la presión que excercitaban los bracos de Nick para atraparme en su torso no dejaba que cayeran. Tras eso, su boca se dirigió con precisión a la mía, y con tranquilidad fingida, dejé que su lengua irrumpiera en el territorio de la mía, dejándolas jugar al unisono en aquel beso demasiado apasionado. El sabor del chocolate que aún restaba en mis labios pasó casi al instante a la boca del chico, dejándole degustar el dulzor de aquella golosina en su paladar.
Entre aquel beso y el calor que desprendía todo el cuerpo de Nick, ni siquiera me di cuenta de que me arrastraba de alguna forma en dirección al caldero de chocolate. Sonreí para mi misma y para él en esas milésimas de segundo que mis labios se separaban de los suyos para hacerse de nuevo con el oxígeno necesario y entonces ambos caímos en aquella gran fuente de chocolate que tanto me gustaba. No estaba ardiendo, y tampoco estaba frío. Era una temperatura tibia que me recordaba a la del baño de los prefectos. Salvo que en el chocolate no había espuma con aromas exóticos. Mi melena rubia ya estaba, en gran parte, sumergida en aquel líquido marrón, y mis ojos no paraban de observar a Nick con diversión y solté una risa juguetona cuando él hizo el comentario de lo que estaba tibio. Arqueé una ceja, sensual, mientras la sonrisa de él se volvía asquerosamente seductora justo antes de morderme el labio para arrastrarme de nuevo hacia él. Sin oponer ningún tipo de resistencia, luché contra la densidad del cacao para acercarme más a él aún estando sentada en el caldero, lo que hizo que me levantara del fondo y emergiera hasta la cintura, dejando mis pechos desnudos recubiertos de una fina capa de chocolate.
Tras volver a besar a Nick, una de sus manos se posó sobre mi seno derecho y lo acarició lentamente, dejando ver la tonalidad pálida de mi piel bajo el marrón de aquel cacao. Cuando él negó con la cabeza, deseante, incapaz de seguir controlando aquello, arrastré una de mis manos fuera del chocolate y la posé sobre el cabello de Nick con suavidad, pero que terminó arrastrando su rostro hacia mi pecho con fiereza tras el comentario.
Noté su lengua rozar todo mi seno, llevándose con ella la fina capa de cacao que lo recubría con delicadeza. Sonreí, divertida y excitada ante aquello, y no pude evitar contener un par de gemidos cuando su boca rodeo mi pezón ya desnudo y erecto y lo acariciaba con la lengua.
Mi entrepierna se humedecía más y más en cada minuto que pasaba, deseante de ver su miembro y de que este la penetrara.
Entre gemidos, posé ambas manos en la base de la cabeza de Nick, obligándole a que me mirara. A que viera mis ojos más deseantes que nunca, diciendo, si no a voces, que esta vez tendría que haber un "siguiente", nada de "tablas".
Le besé con fiereza, apretando mis labios contra los suyos, sensual, pasional, como si aquello lograra contener de alguna forma lo que ambos deseaban. Más que cualquier beso o caricia.
Mis labios se movieron de sus labios a su mejilla, a su oreja, a su cuello y a su torso. Lamiéndolo, besándolo, mientras que mis manos recorrían, deseosas, su espalda y su torso. Palpándolo con firmeza y seguridad.
Aquello no estaba bien, pero a ella le importaba poco.

Las manos de Kirby se aferraron a mis cabellos. ¡A MIS PRECIADOS CABELLOS! ¿Y ustedes creen que me importó que los llenara de chocolate? En lo absoluto. Lo único en lo que pensaba en ése momento era en los gemidos que salían de los labios de Kirie. Mis dientes rosaron el contorno de sus pezones y se separaron tirando suavemente de ellos. Fui atraido por las manos de Kirie que se aferraba a mi nuca y pude ver en su mirada un deseo que nunca antes había visto en ella. Y de no haberlo visto el beso siguiente lo aclaraba completamente. Ésta vez su lengua fue la que irrumpió en mi boca, mis ojos se abrieron bastante debido al asombro pero ya con facilidad se relajaron y disfrutaron de el calor que Kirie emanaba de sus labios.

Mis manos recorrieron su cuerpo con posesión, dejando en claro que aquellos gluteos que acariciaba, aquella espalda, aquellos senos, estaban a mi completa disposición y haría lo que quisiera con ellos. Su labios se apartaron de los mios y recorrieron mis mejillas, llenandome besos que luego pasaron por mi lengua, estremeciendo mi espada, la cual se erizaba con cada una de sus firmes caricias. Sus besos ahora recorrieron mi torso, quitando el chocolate que había en el con sus labios y su lengua.

Mordí mi labio mientras la observaba tan deseosa. Debo reconocer que nunca había visto a Kirby de ésa manera... los juegos nunca habian llegado a tal punto, o quizás si, pero no con tanto deseo de por medio. Lentamente me puse de pie dentro del caldero y el chocolate me llegó poco más abajo de la entrepierna. Le sonreí a Kirby, quien me observaba coqueta desde su posición, hincada a mis pies. - ¿Quieres ver? - pregunté arqueando una ceja divertido mientras tiraba con el dedo del elastico que cubría mi miembro. No hizo falta que respondiera para que éste se asomara solito por encima de la ropa interior, dejando ver la cabeza de mi pene que palpitaba de deseo. Retiré mi boxer lentamente, bajandolo con ambos manos y cuando mi cuerpo estuvo reclinado besé los labios de Kirby, mientras quitaba el boxer completamente levantando mis pies. Deslicé un dedo de mi mano libre por su ropa interior inferior, justo donde cubría su zona erógena. Una vez retiré el boxer completamente me incorporé nuevamente con éste en mis manos y lo hice girar dejándolo caer a cualquier parte, pero éste se quedó en el borde del caldero.

Me pregunté interiormente si alguna vez Kirby me había visto desnudo completamente, y a decir verdad no pude recordar bien del todo si había ocurrido. - ¿Te gusta lo que ves, Kirie? - pregunté al fin. Clasico, es la pregunta que no puede faltar. Sonreí divertido desde aquella posición, miembras mi miembro palpitaba elevandose y volviendo a bajar levemente, ésta vez no de forma inconciente sino provocado por mi estimulo.