Third Generation Hogwarts
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¡Traigo chocolate pero no sé si te lo merezcas!

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Mensaje por Everleigh Bauer Vie Abr 08, 2011 12:55 pm

- H e n r y -

Segunda semana de clases, martes por la noche.


Estaba completamente recuperada de la clase de Duelo del día anterior pero aún no hablaba con Henry, incluso lo había estado evitando desde entonces porque todavía no podía creer lo que él le había hecho. Everleigh exageraba al considerar eso como una cuasi-traición pero ¿cómo se le había ocurrido ponerla a ella junto con Potter en la clase? Había sido una jugada baja, Henry le había dedicado una sonrisa conciliadora pero así y todo ella había tenido que soportar toda la clase con Potter y si bien las cosas no habían estado mal ella no quería tener que volver a hacerle algo así. Everleigh había pasado lo que le quedaba del lunes y el martes entero sin cruzarse con su adorado moreno y a pesar de que ella quería que él escarmentara por lo que le había hecho no podía mantenerse apartada de él tanto como quisiera, Everleigh resultaba una blandita de lo peor y esas pocas horas completamente lejos de él la tenían algo tristona. Durante la última clase del martes se la había pasado pensando que podía hacer para acercarse a Henry, la rubia se había mal acostumbrado a tenerlo siempre que quisiera desde que él era uno de sus profesores (y el mejor, en su subjetividad). Entre todas las explicaciones de pociones la respuesta había llegado a ella haciendo que sonriera como una tonta y que abandonara el aula hechando chispas.

La hermosa muchacha se había ido a donde el pasillo con el tapiz de pera para poder colarse donde las cocinas. Los elfos se habían puesto a chillar en cuanto la habían visto entrar y ya todos estaban sobre ella queriendo servirla. El encanto de Everleigh le había bastado para ganárselos a todos en tercer año cuando ella había encontrado el lugar. Everleigh no tardó en servirse unos cuantos bollos dulces y un gran termo de chocolate caliente. Los pequeños elfos comenzaron a correr de aquí allá por la cocina tropezando con cacharros y entre ellos mismos. Sino fuera porque ella los adoraba se hubiera estallado de la risa que daban esos pequeños y adorables seres. Everleigh se sentó en una mesada mientras esperaba a los elfos y se comía algún que otro bollo. Había agarrado de muchos sabores diferentes porque ella y su segundo mejor amigo tenían un apetito nocturno bastante importante. La idea habái sido bastante básica y consistía en pasarse la noche con Henry en su habitación tomando chocolate y comiendo bollos dulces luego de regañarlo por su jugarreta. Everleigh dejó la cocina luego de haber repartido besos entre sus pequeños amigos y se encaminó hacia la habitación de Henry cuidándose de que nadie la viera entrar en ese ala.

-Señor St. Jones..- dijo ella en un tono más chillón para que él no pudiera reconocerla y le abriera más rápido. Igualmente ella lo apuró llamando a la puerta con los nudillos de la mano izquierda. En la derecha tenía sujetado y haciendo malabares las dos tazas, el termo de chocolate caliente y la bolsa de bollos. Iba a ser una noche bastante larga para ellos dos, Everleigh la iba a hacer larga porque siempre que estaban juntos era lo mismo, la rubia no se quedaba dormida hasta muy entrada la noche luego de un montón de charla de amigos- Señor Henry Joooones..- insistió aporreándole la puerta como si se la fuera a hechar abajo en breve. Everleigh podría haberle abierto la puerta con un simple encantamiento pero no quería quebrar así la privacidad de Henry ¿O sí? No, mejor no.
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Mensaje por Henry St. Jones Lun Abr 11, 2011 12:28 pm

Dejó la sala de profesores a las nueve menos cuarto de la noche algo cansado al repasar los expedientes de los muchachos que serían sus alumnos el día siguiente, el nuevo profesor había pasado su primera clase sin mayores inconvenientes, algo que agradecía, pero eso no significaba que se podía confiar con las demás, mañana iniciaba con el segundo grupo y algo le decía que los muchachos serían algo más complicados que los del grupo que había tenido el día anterior. Una nueva sonrisa apareció en su rostro al recordar la cara que le había puesto Ever al escuchar su nombre unido al joven Potter, sabía que ese pequeño capricho le traería problemas con la rubia, pero no lo había podido evitar, la experiencia le decía que uno nunca estaba cien por ciento seguro de quien era tu amigo y quien no, por lo que nunca sabías con quién te tocaría enfrentarte el día de mañana, así que hacerla pelear con el amor de su vida era buen comienzo para que le demostrara su concentración en el duelo, además, debía admitir, Henry no había podido aguantarse a las ganas de saber cómo reaccionaría la pequeña ante su osadía, esas miradas implorándole que hiciera un cambio habían sido verdaderamente graciosas.

Aun con la sonrisa en el rostro el moreno cerró la puerta de la sala de profesores, pues era el único que quedaba allí, y se encaminó hacia sus aposentos, tras la insistencia de la directiva había accedido quedarse a vivir en el castillo, pero con la condición de que los viernes después de su clase quedara libre para pasar el fin de semana en casa, no podía darse el lujo de no ver a Maximiliano durante toda la semana como para también tener que dejar de verlos los fin de semana por culpa de su nuevo trabajo, el día en el que lo hiciera elegir él tenía absolutamente claro que prefería estar desempleado viviendo con una mensualidad de sus padres que dejar de ver a Maxi por completo. Llegó a su habitación a las nueves con cinco minutos en punto, se dirigió a la ducha para alejar el cansancio que lo asechaba. Apagó el chorro de agua a eso de las nueve y media y en cuanto se enrolló la toalla a la altura de su cadera, por debajo de su ombligo, cubriendo sus partes íntimas un chillón “Señor Henry Joooones” llegó a sus oídos seguido de un fuerte golpe a su puerta.

El auror frunció su ceño y sujetándose la toalla se dirigió rápidamente a la puerta abriéndola un poco esperando encontrarse una elfa doméstica, pero en cuanto vio a la pequeña rubia su ceño se relajo y con una sonrisa la dejo pasar en su habitación – ¿ya se te pasó el enojo - comentó mirando con ojos brillantes los bollos que traía la muchacha, si había una forma de caer bien a Henry era por el estómago, de eso no cabía duda alguna - deja todo sobre la mesa de noche al lado de la cama, me pongo la pijama y vengo - tomó las dos prendas de su pijama y volvió a meterse en el baño con el fin de vestirse rápidamente para luego salir a pies descalzos vestido y secándose el cabello con una toalla más pequeña que la anterior - ¿Y bien? ¿Esto significa que estoy perdonado? - la sonrisa que le dedicó usualmente hacia que las chicas se derritieran por él, pero sabía que Ever lo tomaría en el sentido ingenuo de la situación. Se sentó a los pies de la cama cruzándose de piernas como un verdadero hippie a espera de que su amiga, y ahora alumna, le sirviera su tazón de chocolate, al parecer esta noche sería una noche de chicas.
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Mensaje por Everleigh Bauer Mar Abr 12, 2011 12:31 pm

¿Por qué tardaba tanto en abrirle? Al paso que iban ella iba a tumbarle la puerta de un toquido si seguía así. Henry abrió antes de que le imprimiera más fuerza a sus golpes, estando solamente vestido por una toalla en la cintura. No había que ser muy observadora para notar que Henry era un hombre hermoso y que despertaba los instintos más bajos de cualquier mujer, menos de Everleigh. Ella sabía que por más que ella tuviera el corazón disponible él no podría corresponderle. La rubia se hizo la tonta cuando él le preguntó si estaba perdonado ya y simplemente caminó hasta dejar todo en la mesita de luz de su mejor amigo. Everleigh se hechó en la cama de Henry y se puso a hojear el libro que allí descansaba, todavía no le había contado del diario que había encontrado el otro día con Zeeran en la casa de los gritos. Quizá Henry pudiera abrirle ese maldito diario. Everleigh alzó la mirada cuando su moreno se sentó en la cama con las piernas cruzadas y ella se sentó para jalarlo por el cuello hasta tumbarlo sobre ella para que la llenara de su tibieza.

- Tu sabes que no debería estar aquí porque has ido muy lejos, ¿verdad, St. Jones?- le dijo ella dejándole una mordida pequeña en la mejilla para luego besar allí mismo su piel. Le encantaba pasar tiempo con Henry así, ambos dos solos, sin Maximilliano que pusiera triste a Henry y sin el idiota de Potter que la hiciera enojar. Solos ellos dos. Una sonrisa amorosa se hizo en los labios de Everleigh mientras se soltaba y salía de debajo de Henry para ir a donde el escritorio, ella tenía una camiseta de su mejor amigo que siempre usaba de camisón- La próxima vez no te la haré tan fácil..- le aseguró ella quitándose la camiseta con él a sus espaldas. Everleigh no tenía problema en mostrar su cuerpo ante Henry. La rubia se quitó la falda y el sostén dándole la espalda aún para ponerse su pijama.- Te toca servir esta vez a ti..- le dijo perezosamente yendo de nuevo a la cama para unirse a donde él.

Everleigh se recostó de nuevo en donde la gran cama de Henry y aguardó mientras él servía ambas tazas de chocolate caliente, ella por su parte se dedicó a tomar unos cuantos bollos y los puso para que ambos pudieran servirse de allí mientras hablaban tan amena y cómodamente como siempre. El verlos a ambos de pijama en una cama comiendo bollos con chocolate era una postal tan típica como verlos entrenando DCAO o estudiando, Henry y Everleigh estaban demasiado pegados la mayoría de los días, ella buscaba hacerle olvidar el hecho de que tenía a Maximilliano cerca por mucho tiempo. Si bien Everleigh lo hechaba en falta los fines de semana siempre tenía alguna cosa que hacer, incluso algunos de ellos los había pasado con Henry en su apartamento ayudándolo con el trabajo y aprendiendo de forma temprana el oficio que tanto amaba, el del Auror. La rubia tomó un trozo de un bollo de canela y se lo acercó a los labios a Henry de manera dulce, para que él mordiera de su mano, eran horriblemente melosos juntos.
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Mensaje por Henry St. Jones Mar Abr 12, 2011 2:11 pm

Apenas el profesor se sentó en la cama las manos de su mejor amiga no tardaron en tomar su cuello logrando acercarlo a ella a tal punto que ambos cuerpos se juntaron en una posición poco decorosa para la relación asimétrica que tenían como profesor - alumna, sin embargo para ninguno de los dos eso era incómodo, su confianza era tanta que aunque sus bocas se juntaran en un beso apasionado sus corazones no se desbordarían pues no había ese tipo de sentimiento entre ellos, sin hacer absolutamente nada Henry dejó que su cuerpo se acomodara a la perfección sobre el de Ever mientras una sonrisa se asomaba en su rostro ante las palabras de la rubia - Vamos, admite que fue entretenido - comentó soltando un ligero quejido ante la mordida que le había proporcionado la pequeña - Oh pequeña vampiresa algún día me pagaras cada mordida que me has dado - le sonrío tentándose a comenzar ahora con la venganza, pero su amiga fue más rápida y escapó de su abrazo antes de que pudiera hacer algún movimiento.

Apenas la rubia se fue de su lado volvió a sentarse en la cama, pero esta vez en la parte de la cabecera con la mirada fija en la espalda de la gryffindor observando como la ropa que cubría su hermoso cuerpo caía con lentitud al suelo, de haber sido un hombre heterosexual, Henry no habría dudado en ir hasta ella para comenzar a besar su cuello y parte de su espalda mientras que sus manos exploraban con delicia sus senos para luego voltearla y unir sus bocas en un apasionado beso, pero como él era un orgulloso homosexual se quedó sentado en la cama sin siquiera inmutarse por la forma en la que su amiga se desnudaba mientras que llenaba los vasos con chocolate caliente y picoteaba uno que otro bollo esperando a que la muchacha llegara.

Cuando ya estuvo nuevamente en la cama le entregó su taza con delicadeza para luego ser víctima de la ternura que ambos se profesaban aceptando el delicioso bollo que le estaba dando Ever en la boca - mmm - con los ojos cerrados un sonido de satisfacción salió de su boca para luego lamer parte de los dedos de la pequeña que habían quedado con un poco de ese delicioso polvo que le roseaban a los bollitos - Esto es una delicia, te juro que si fuera hetero me caso contigo - abrió lentamente sus ojos para encontrarse con la mirada transparente de la rubia - James debería darse con una piedra en el pecho por ti, lo sabes ¿verdad? - sin hacer más comenarios al respecto tomó otro bollito para llevarlo a la boca de lindura que tenía en frente - Diga "A" - bromeó para darle la comida en la boca, y pensar que si no hubiese sido Gay ahora serían otras cosas las que estarían saboreando, pero así era la vida, Dios siempre le entregaba pan al que no tenía dientes.
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Mensaje por Everleigh Bauer Miér Abr 13, 2011 1:34 am

No eran amigos de toda la vida, con suerte había pasado un año desde que estaban "juntos" pero la química entre ellos había sido inmediata. Luego de la primer charla que hubieran tenido para que él quedase a cargo de su prematura preparación para Auror la relación de alumna - profesor había quedado relegada porque entre ellos no podía haber tal cosa. Everleigh se había sentido instantáneamente cómoda con Henry y viceversa, ellos dos eran tal para cual salvando un pequeño detalle. Él era gay. Así y todo las palabras de Henry sobre que deberían casarse le sacaron una sonrisa divertida de los labios, eso era toda una verdad. Ellos dos deberían estar juntos porque ambos sabían que nadie los conocería ni los amaría tanto como el otro. Y así y todo James Potter estaba aferrado a su corazón como si supiera que podían llegar a intentar sacarlo de ese sitio tan cómodo. Everleigh alzó una ceja cuando Henry se lo mencionó pero lo ignoró al sentir la sengua del castaño paseando por sus dedos suavemente para quitarle el polvo azucarado que le quedaba del bollo. Esa sola lamida debería tenerla húmeda en sus bragas, debería. Henry hizo lo mismo con ella, dándole de comer en la boca.

Everleigh aprovechó para mordisquearle suavemente la yema de los dedos mientras disfrutaba de su piel el sabor del polvillo dulce del bollo de canela que compartían. Calquiera que los viera se empalagaría ante lo que ellos hacian, eran dos melosos de lo peor y lo disfrutaban. Everleigh se movió hasta quedar sentada en el regazo de Henry para comer desde allí. Había recostado su cabeza en el hueco del cuello de Henry y estaba lo más cómoda allí sentada entre sus brazos mordisqueando ocasionalmente algún bollo que él le ofrecía. Tenía una de sus manos apoyada en el antebrazo de Henry y estaba muy cómoda teniéndolo para ella sola un rato más. Everleigh era algo posesa cuando se descuidaba pero no era nada enfermo porque Henry se dejaba acaparar muy fácil, y ella con él. La rubia quería preguntarle que podía hacer, quería que él le aconsejara porque no quería seguir con esa horrible situación de estar enamorada de Potter y no poder hacer ni decir nada. Iba a terminar perdiéndolo y quizá eso fuera lo mejor para ambos dos. Everleigh dejó un beso perezoso en donde la mandibula de Henry y luego de un suspiro tomó la taza de chocolate para ofrecerle a que tomara un sorbo.

- No me gusta estar enamorada H, no me gusta verlo coquetear con cuanta falda se le cruce y que siempre tenga alguna mujer en su lista..- murmuró enfurruñada como la chiquilla que todavía era. Era la primera vez que volvían a hablar de asuntos del corazón luego de muchos días en los habían estado hablando de la futura mudanza de Everleigh para cuando fin de curso. Henry le había ofrecido que se mudase con él y ella hubiera aceptado sino fuera porque sabía que eso le traería problemas con el estupido de Maximilliano que se pensaba que ella estaba pretendiéndolo o algo así- Quiero decir, soy bruja de familia muggle, no debería ser una bruja, así me habría ahorrado el conocerlo y sentir así..- la rubia se acomodó más contra el pecho de Henry tomando a sorbos de la misma taza que él, siempre hacían lo mismo; servían dos tazas, pero tomaban de una. Era costumbre, se daban de comer y tomar en la mano, incluso en el gran salón muchas veces Everleigh había levantado su tenedor con un bocado y se lo había enseñado para que Henry le sonriera y abriera la boca como si de verdad lo comiera. Esos dos y sus juegos melosos matarían a alguien de un coma por azúcar.
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Mensaje por Henry St. Jones Miér Abr 13, 2011 1:28 pm

El joven profesor dejó que la pequeña se acomodara en su regazo sin siquiera inmutarse porque sus piernas estuvieran desnudas sobre la de él, una sonrisa apareció en sus labios al percatarse al fin de que la camiseta que cubría el pequeño cuerpo de la rubia era de la misma que le había regalado en el verano y que siempre usaba en sus visitas nocturnas. El beso que le otorgó Ever le produjo un poco de cosquillas y sin dudar tomó un sorbo de chocolate caliente del vaso que le ofrecía la pequeña como si fuera de lo más normal del mundo sabiendo que el otro vaso servido se enfriaría sin que nadie lo tomara en cuenta, la unión que se profesaban era tan extrema que hasta en la alimentación compartían los artefactos, la verdad era que el moreno nunca pensó que pudiera llegar a crearse un lazo tan fuerte entre ellos, pero el tiempo le había demostrado que nada en este mundo era imposible, ni siquiera que una persona con la edad de él pudiera tener una amistad así con una niña y era plenamente consciente de los demás podían ver hasta a un hombre depravado en él si es que supieran como se trataban en privado.

Las palabras de la Gryffindor no tardaron en llegar y una mueca apareció en el rostro de Henry ante su comentario - Le predicas a la iglesia, Ev - comentó ladeando su boca hacia un costado entendiéndola más que nadie en el mundo - Si yo pudiera sacarme este amor por Max sería el hombre más... - su boca dejó de hablar mientras sentía como su ceño se fruncía, había estado tentado a decir la palabra "Feliz", pero sabía que sería una mentira, a pesar de todo lo malo que le traía a diario amar a su mejor amigo, no podía negar que era lo mejor que le había pasado en el mundo - infeliz del planeta - sus ojos buscaron los de su amiga para ver si comprendía lo que le estaba diciendo - Puede que ellos ni siquiera se den cuenta de lo profundo de nuestros sentimientos, pero aunque sea como amigo no imagino mi vida si no es al lado de Max... ¿no te pasa lo mismo? - le preguntó realmente curioso, él estaba tan cagado sentimentalmente como la pequeña blondy y por más que trataran de ayudarse siempre llegaban a las mismas conclusiones.

Se quedó pensativo por un momento hasta que su compañera de sueño volvió a hablar - ¿¡CÓMO te atreves a decir semejante estupidez!? - sin preámbulos una de sus palmas golpeó suavemente la pierna desnuda de la pequeña - si no fueras bruja jamás te hubiese conocido... ¿o es que también me quieres borrar de tu vida? - su boca hizo un ligero puchero como si estuviera bromeando, pero sus ojos mostraban verdadera tristeza, para él ya no existía un mañana sin su pequeña Ever, la necesitaba tanto como el aire que respiraba y aunque le tentara cambiar algunos errores del pasado jamás lo haría si sabía que con eso cambiaría su futuro provocando que jamás se conocieran.
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Mensaje por Everleigh Bauer Miér Abr 13, 2011 2:05 pm

Las balsámicas palabras de Henry oscilaron en su mente, haciendo que Everleigh se imaginara por un momento su vida sin Potter. Su vida lejos de Hogwarts y de toda esa gente que había conocido. Su vida hubiera sido aburrida, seguramente no tendría ese tipo de citas nocturnas con Henry, porque tampoco lo hubiera conocido a él. Se vió a si misma dejando sus cosas en un casillero y teniendo una cantidad abrumadora de dramas y cotilleos amorosos como su hermana Holly. Everleigh hubiera sido una rata de biblioteca cualquiera, un cero a la izquierda. El enojo de Henry hizo que él le diera una palmada en una de sus piernas, ella no quería tener a Potter, a ese estúpido de Potter, fuera de su vida porque ¡maldición, lo amaba! El puchero que le hizo Henry la hizo sentir terriblemente mal y eso no era nada fácil porque Everleigh era la mujer muy dura, pero así y todo ella dejó la taza en la mesilla de luz y abrazó el cuello de Henry, escondiéndose allí con los ojos llenos de lágrimas.

- No amor, a tí jamás me arrepentiré de haberte conocido..- murmuró aferrándose con necesidad a su amigo, como si de un segundo a otro Henry se fuera a hacer bruma que se escapara entre sus dedos. Everleigh no iba a dejarlo irse nunca de su lado, necesitaba tenerlo allí, saber que él estaba para cada uno de los momentos de su vida como ella lo estaba para él. Era extraño sentir los ojos así de líquidos, hacia mucho tiempo que Everleigh no lloraba y que ahora él le causara todo eso no tenía razón de ser. El abrazo de Everleigh era estrecho sobre el cuerpo de Henry, ella quería que él la perdonase por ser tan lengua suelta. Una cosa era sacar a Potter y otra decir que lo cambiaría todo cuando él era todo, cuando desde que lo conocía Henry, su hermano del alma, lo era todo- Lo siento Henry, te amo y no quiero que me faltes nunca, no sé que haría sino estuvieras a mi lado, tu eres la familia que he elegido para mi..- murmuró desde donde estaba con las mejillas sonrrojadas. Le daba más verguenza estar soltando unas pocas lágrimas que el ser tan sincera con sus sentimientos.

La rubia alzó la mirada suavemente par enfrentar la de Henry, ella le acarició la mejilla con dedos de seda, recorriendo despacio el contorno de su boca y bajando hacia donde su mandíbula. Si bien su corazón ya tenía dueño ella no podía dejar de amarlo como lo hacia. Eran sensaciones completamente diferentes pero al final del día tenía al misma sensación hacia ambos; no quería perderlos. Y si bien a Potter vivía ignorándolo en públic unas cuantas veces había desamado a otros alumnos que pretendían emboscarlo. Amaba a James Potter y por más que dijera que lo mejor para los dos era perderlo no podía soportar más el no gritarle lo que sentía por él desde el instante en que se habían cruzado por primera vez cuando él era un mocoso pendenciero y travieso. No es que hubiera cambiado mucho pero tampoco sus sentimientos lo habían hecho. Everleigh apoyó sus labios en la comisura de los de Henry, como solía hacer, y besó allí con dulzura, dejando que unas pocas lágrimas alcanzaran la piel de su amigo y se abrazó de nuevo a él, tan pequeña.
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Mensaje por Henry St. Jones Jue Abr 14, 2011 3:32 am

El puchero que hizo no tuvo el efecto que había esperado, bajo ningún punto se le había podido ocurrir que su pequeña terminaría aferrada a su cuello conteniendo las lágrimas, lo que menos quería era que Ever estuviera triste, ya tenía suficiente con amar a un chico que no la tomaba en cuenta como para también tener que lidiar con un amigo insensible que la hiciera llorar por todo. Dejó la taza de chocolate al lado de las demás cosas en la mesita de luz y abrazó su frágil cuerpo acariciando su espalda y besando su frente como sus cabellos como si se tratara de su propia hija - No amor mío, era sólo una broma - trató de hacer que la pequeña no se sintiera tan culpable, muy pocas veces Henry se arrepentía de las cosas que hacía o decía, pero claramente esta era una de ellas, si hubiese sabido las consecuencias de sus palabras se hubiese cerrado la boca con un candado - Ey, lo sé, lo sé, pequeña - susurró cuando su mejor amiga trataba nuevamente de disculparse y una punzada de dolor atravesó su pecho al ver como las lágrimas corrían por sus mejillas. Con delicadeza llevo ambas manos a su rostro sujetándolo con fuerza para luego secar aquellas lágrimas con sus pulgares dedicándole una dulce sonrisa, que no sólo se reflejó en su rostro, sino que también en sus ojos, saber que la rubia lo amaba tanto como él a ella hacía que su pecho se inflara de satisfacción - Yo prefiero la muerte antes de no tenerte a mi lado, Ev, nunca lo olvides - clavó su mirada en ella tratando de traspasarle todo lo que estaba sintiendo en esos momentos.

Aún con la sonrisa en sus labios el profesor sintió como la muchacha acercaba sus labios peligrosamente a la comisura de los de él y sin hacer nada al respecto esperó su beso en ese lugar tan cerca de su boca sintiendo como esa agua salada llegaba a esta parte de su anatomía perdiéndose entre sus dientes, por un momento estuvo tentado a devolverle el beso como siempre hacía, pues sabía que la pequeña no se lo tomaría de mala forma, pero antes de que pudiera juntar sus labios con los de la blondy ella se apartó y se aferró nuevamente a él provocando que una pequeña risa escapara de sus cuerdas vocales - Ey, tranquila, no me gusta verte llorar y lo sabes - cerró sus ojos aferrándose fuertemente a su amiga moviendo su cuerpo de un lado para otro como jugando para que una sonrisa escapara de su rostro y se olvidara del mal rato que la había hecho pasar.

Lentamente el abrazo fue terminando y antes de que sus cuerpos se alejaran por completo un bajo instinto se apoderó del moreno al ver el cuello de la pequeña, de la nada sintió como sus sentidos se agudizaban permitiéndole escuchar los latidos de su corazón, incluso sintió como la sangre fluía por sus venas debajo de sus manos. Con rapidez y sin delicadeza alguna la empujo apartándola de él tirándola al otro extremo de la cama mientras que sentía como una punzada atravesaba su pecho - Aaahh - gritó cayendo al suelo en posición fetal sin poder entender qué estaba pasando, estaba seguro de que la luna llena no era hoy, sino ya hubiese comenzado su transformación y era verdad de que esos bochornos le ocurrían cuando la luna se acercaba, pero debido a su preocupación por su nuevo puesto de trabajo se le había olvidado por completo comprobar qué día de este mes tendría la transformación, él nunca era tan irresponsable por lo que no podía dejar de estar sorprendido ante esa enorme falta - un calendario... Everleigh busca en el cajón... unas pastillas... son calmantes - intentaba hablar apenas sintiendo como las punzadas aumentaban debido a la resistencia que estaba ofreciendo su organismo - y un calendario... Ever, por favor - esos calmantes eran vitales para él desde una semana antes de la transformación, era verdad que era lobo sólo una vez al mes, pero tenía que vivir con sus efectos todos los malditos días del año, y ahora su amiga lo había visto en una posición que, hubiese deseado, jamás descubriera en él. - Aaaah - su cuerpo volvió a contraerse esta ves al sentir un dolor en sus articulaciones, ¿Qué mierda estaba pasando?
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Mensaje por Everleigh Bauer Jue Abr 14, 2011 12:16 pm

Ambos dos amigos terminaron enrroscados en un ferreo abrazo en plena cama, Henry sostenía a una llorosa Everleigh entre sus brazos mientras intentaba confortarla luego de que ella se sintiera terriblemente mal por lo que había dich a bocajarro. La manera de Henry de tratarla era demasiado suave, demasiado especial. Everleigh se dejó mimar y consentir un poco por el castaño, yaciendo entre sus brazos, sujetado a él como si de verdad estuviera a punto de desvanacerse. Henry acaricó despacio cada una de sus lágrimas hasta que estas dejaron de salir y ella volvió a donde debía estar, acomodada en su cuerpo. Su amigo se rió sin pudor alguno, haciendo que ella vibrase suavemente junto a él. Cada vez que henry se reía se hacía de día para Everleigh, no podía ser de otra forma. La rubia se acunó allí, mordisqueándolo con ligereza a modo de pequeño castigo, ella siempre lo estaba mordiendo. O al menos siempre que nadie los miraba. Ambos dos tenían una amistad tan normal como extraña. Relativamente recuperada ella enfrentó su mirada con el mismo brillo juvenil y vivo de siempre, ahora podían seguír.

- Ya déjame, señora..- le dijo sacándole la lengua de manera infantil y divertida- yo no estaba llorando..- continuó ella haciendo un gesto gracioso con sus facciones. Henry los meció a ambos, parecían dos idiotas así, haciendo aquello. Everleigh forcejeó apenas, ella no quería salir de su abrazo pero siempre podía molestarlo un ratito. Henry todavía tenía el cabello húemdo del baño y unas pocas gotitas salpicaron las mejillas de la rubia haciéndola sonreír. Y todo fue risas y arco iris hasta que Henry la empujó en la cama cayendo él contra el duro piso gimoteando como si le estuvieran arrancando las extremidades. Everleigh palideció al verlo así per no llegó a acercarse porque él le estaba pidiendo un calendario y unas pastillas, unos calmantes- Amor, mi amor por favor ¿qué pasa?- preguntó ella mientras se dirigía a donde la mesilla de luz y revolvía a mano temblorosa los frasquitos y demás cosas que allí tenía Henry ¿por qué tenía tantas porquerías guardadas?

Sus manos fueron y vinieron por todos lados a un ritmo que ella no registraba solamente quería encontrar un calendario y ese maldito frasco. Le alcanzó el calendario y fue a por las pastillas con los ojos inundados de lágrimas. Everleigh lloraba pero no perdía tiempo de búsqueda. Por fin las encontró y junto con una taza de chocolate ahora tibio ella se lo tendió al tumbado Henry. Everleigh hizo que él recostara la cabeza sobre su regazo y le despejó la frente de su cabello para que pudiera beber con mayor comodidad. Merlín querido ¿qué le pasaba a su Henry? ¿Estaba enfermo? La rubia hipó entre sollozos ayudando a la temblorosa mano de Henry a que llevara la taza a sus labios correctamente. No podía dejar de pensar en la gravedad del asunto y que si a Henry le pasaba algo grave ella se moría con él. No, no podía estar pasaándole nada tan malo, el destino no podía estar jugándole así de chueco. Everleigh besó la frente de Henry sosteniéndolo con toda la dulzura que tenía en su alma.

- Por favor amor, resiste, Henry me enojaré mucho si te pasa algo..- le dijo en pequeños intervalos debido al llanto que tenía en la garganta atorado de tanto intentar ser fuerte para ambos pero mierda que costaba viendo a quien era el gran amor de su vida así; tumbado y tembloroso sufriendo una horrible tortura que ella no podía detener. Que el infierno se la llevase a ella si eso detenía la tortura de Henry, por él ella lo daría todo. Nada se dejaría.
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Mensaje por Henry St. Jones Jue Abr 14, 2011 12:57 pm

El cuerpo de Henry seguía moviéndose en el suelo producto del dolor que estaba sintiendo, sus ojos se encontraban cerrados como si de esa forma todo lo que estaba sintiendo se pudiera mitigar aunque sea una parte mínima, aunque era prácticamente imposible, hacía meses que los dolores no le venían tan fuertes y por más que trataba de encontrar una explicación ninguna acudía a su mente, podía ser tantas cosas que encontrar la verdadera era buscar una aguja en un pajar. Sintiendo como sudor frío comenzaba a recorrer su frente trataba de escuchar a su mejor amiga que le hablaba entre sollozos provocando que se sintiera pero de lo que ya lo hacía, lo que menos quería el moreno era que su pequeña lo viera así y mucho menos que lágrimas volvieran a invadir sus mejillas, no le gustaba ser producto de sufrimiento para la gente y mucho menos para alguien que era tan importante para él.

Apenas Ever le dejo el calendario a su lado intento abrir los ojos para poder distinguir cuando caería luna llena pero le era imposible - Aaahh - un nuevo grito salió de su boca al mismo tiempo que de su espalda salía otro sonido como de huesos rompiéndose, eso ya era demasiado, algo le decía que lo que estaba ocurriendo no era producto de la luna, de la fragancia de Ever o de algo que hubiese comido provocándole un problema en su rigurosa digestión, eso evidentemente era producto de un hechizo, alguien debería estar intentado poner en evidencia a uno de los suyos y le estaba afectando a todos los que se encontraba a una cierta distancia a la redonda.

Afortunadamente la rubia no tardó demasiado en encontrar las pastillas y a penas llegó a su lado trato de dejar de convulsionar para poder tomarse el calmante, pero le era imposible hacerlo por sí mismo, dejó que su mejor amiga le tomara su rostro en su regazo y le diera su remedio en la boca sintiendo como la pastilla viajaba por su garganta hasta acomodarse en su estómago. Las convulsiones fueron disminuyendo poco a poco hasta el punto en el que su cuerpo se irguió por completo dejando la posición fetal atrás y su espalda volvía a la normalidad sonando nuevamente cuando sus huesos se recuperaron, un suspiro salió de su boca mientras abría sus ojos lentamente topándose con los llorosos de Ever provocando que la culpa lo invadiera por completo.

Rápidamente sintiendo como todo ya volvía a la normalidad se sentó en el suelo y tomó el calendario para descartar de inmediato la posibilidad de que la luna se acercara y se percató que aún quedaban por lo menos diez días hasta que la luna iluminara el cielo, por lo que si bien podía tener ya efectos en su cuerpo, no eran tan profundos como los que había padecido esa tarde - Princesa... - susurró parándose de inmediato sin poder soportar su mirada. Sin decir ninguna palabra más caminó rápidamente hacia el baño encerrándose por un momento pensando en la forma en la que enfrentaría lo que acaba de pasar frente a su mejor amiga, abrió la llave del agua del lava manos y se mojó la cara para quitar todo rastro de transpiración de su frente y mejillas pasando a refrescar también su cuello dejando que un nuevo suspiro saliebra de su boca.

Se miró por unos momentos en el espejo y una vez se encontró preparado para enfrentar a la rubia que de seguro tenía mil preguntas que hacerle salió del baño y se dirigió a la cama nuevamente sin acercarse mucho, el pánico lo había invadido por completo hace un momento atrás cuando por un instante no pudo controlar sus instintos y por poco muerde el cuello de la pequeña queriendo probar su piel a toda cosa - Lo siento pequeña... sé que tienes mil preguntas que hacer, pero antes quiero que sepas que si no te lo dije antes no es porque no confíe en ti... sino porque es un tema demasiado doloroso para mi - suspiró sentándose nuevamente esperando a que su compañera lo asaltara con preguntas, la verdad era que ahora se estaba dando cuenta lo peligroso que era que tuviera verdaderos amigos, ¿qué hubiese pasado si no hubiese reaccionado a tiempo y en vez de apartarla de su lado la hubiese mordido como todo su cuerpo le había implorado que hiciera? Si le llegaba a hacer algo a uno de sus seres queridos jamás se lo perdonaría.
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Mensaje por Everleigh Bauer Vie Abr 15, 2011 12:32 pm

La situación no tenía ni pies ni cabeza, Everleigh y Henry estaban tan acaramelados cmo de costumbre cuando él la arrojó con dureza hacia un lado y comenzó a convulsionar y gimotear de dolor luego de haberse arrojado al suelo. La rubia no había dudado en asistirlo con lo que él le había pedido. Luego de que Henry tomase el calmante sus quejidos y movimientos bruscos cesaron lentamente dejándolo a él tendido sobre su regazo con la frente perlada en sudor ¿qué había sido todo eso? ¿qué es lo que su Henry tenía? Sin decir nada sobre lo acontecido el castaño se puso de pie y la dejó a ellaarrodillada en el suelo de la habitación como si Henry todavía estuviera allí acurrucado buscando un consuelo para su repentino dolor. Everleigh había quedado shockeada con lo acontecido. Estaba allí de rodillas dejando que las lágrimas cayeran silenciosas por sus mejillas incluso luego de varios minutos de haberse quedado sola. Estaba muy asustada y sus manos no dejaban de temblar en su regazo. Henry todavía estaba en donde el baño de su habitación, donde se había retirado luego de que ella presenciase aquello. Everleigh no reaccionaba, simplemente estaba de rodillas llorando con la mirada fija en dnde había estado el sufriente cuerpo de Henry. Algo se había quebrado dentro de ella volviéndose añicos. Everleigh quería hacer algo por su amigo, más no fuera algo tan básico como el ir a tocar la puerta del baño para ver si él estaba bien, pero no conseguía salir de esa prisión de estupor en la que había caído por lo sucedido.

Henry salió del baño unos cuantos minutos luego con la cara y las manos húmedos, evidentemente se había refrescado y enfrentado el cruel reflejo de si mismo -y de todo eso que no quería ver- en el espejo. Everleigh no se movió ni un ápice de donde estaba, ni siquiera cuando él le habló y la llamó tácitamente a su lado. El estaba sentado en la cama con la mirada clavada en ella y ella, por su parte, con la acuosa mirada perdida en donde aún lo pdía ver retorcerse de dolor. Ni siquiera pestañeaba porque no soportaría el verlo así de nuevo. No. ¿Qué era eso que él no había podido contarle? No tenía la menor idea pero era obvio que si se lo contaba ahora era porque esa extraña reacción suya lo había puesto en evidencia al escapársele porque de lo contrario él hubiera continuado ocultándole ese secret suyo. Las saladas lágrimas de Everleigh marcaban surcos profundos en su rostro, como las lágrimas en el rostro de los guepardos. En ese momento ella ya no era una niña, en esos pocos minutos de solitario silencio ella había madurado de una bofetada. Por más que ahora Henry estuviera estable ella sabía que algo también había en él al haberse revelado ante ella de esa manera. Por Merlín que no volviera a sucederle. Que los magos y los dioses se apiadaran de ese maravilloso hombre.

La desesperanza había anudado a Everleigh en el sitio que estaba y no era capaz de moverse para llegar a la cama dnde Henry estaba esperando porque ella se uniera a él y lo apuñalara a preguntas. Pero no fue así, no tenía la fuerza cmo para ponerse en pie e ir a su unión. Ella solo quería ir a su encuentro y tumbarlo en un abrazo, prometerle que todo estaría bien y sobretodo; poder cumplírselo. La conmoción tenía a Everleigh prisionera allí en ese suelo. ¿Qué es lo que iba a decirle? ¿Estaría él padeciend alguna enfermedad? De un momento a otro ella no pudo más y comenzó a sollozar con más fuerza, como si su alma hubiera resurgido solamente para quejarse de la pena que la invadía en ese mismo momento y que era tan putamente injusta que ya n osabía como expresarle.
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Mensaje por Henry St. Jones Vie Abr 15, 2011 1:50 pm

Apenas se sentó en la cama su mirada se posó en la pared color crema perdido en sus pensamientos que iban desde cómo poder confesarle su más sagrado secreto hasta el hecho de que tendría que entender si es que Ever ya no quisiera seguir a su lado depués de la confesión y es que era totalmente compresible, ¿quién querría tener un amigo licántropo que podría perder los estribos en cualquier momento haciendo un daño físico sin darse cuenta cuando se podía tener a un amigo sano con el cuál podías salir a parrandear hasta en luna llena? Un suspiro fuerte salió de sus labios cuando terminó de hablar despegando sus ojos de la pared para volver a posarse en la pequeña e indefensa muchacha que aún seguía sentada en el suelo sin comprender nada sollozando como maría magdalena. El sollozo de Ever aumentó de volumen dejando en claro que lo más probable era que volviera a llorar provocando que el ceño de Henry se frunciera de culpabilidad nuevamente y en dos zancadas estuviera nuevamente junto a la pequeña abrazándola con fuerza sin querer soltarla mientras sentía como las lágrimas ahora formaban parte de sus mejillas.

Sin ruido alguno, perdiéndose en aquel momento, dejó que sus ojos se desahogaran liberando toda esa agua salada que había mantenido por tanto tiempo en silencio para no pensar en su problema abrazando más y más fuerte a su reciente mejor amiga, cerró sus ojos con fuerza y frunció su ceño aún más de lo que estaba temiendo perderla por completo, pero en este punto se encontraba en una disyuntiva extrema, una parte de él quería que Ever se alejara, quería que ya no formara parte de su vida y así asegurarse completamente de que jamás sería herida por él, el simple hecho de pensar que en una luna llena ella pudiera rondar por el bosque prohibido, donde él se transformaba, debido a su espíritu aventurero, le provocaba una punzada de dolor enorme, pero por otro lado el simple hecho de imaginarse una vida sin ella, una noche sin su chocolate caliente, una clase sin su mirada tierna que le prometía un encuentro nocturno especial provocaba que su corazón se partiera en mil pedazos a causa del dolor.

Cuando su última lágrima calló sobre el cabello de Ever el muchacho carraspeó sentándose a atrás de ella pasando sus piernas por ambas caderas de la muchacha quedando ella aprisionada entre su cuerpo, la abrazo fuertemente juntando su pecho con la espalda de Ever y se dispuso a hablar, necesitaban conversar - Ever, amada mía... perdóname - se disculpó sintiendo que era lo correcto, tenía que pedirle perdón por tantas cosas - Perdóname por ser un desastre, perdóname por omitirte algo tan importante de mi vida, perdóname por hacer que te encariñaras de mí sin ser cien por ciento sincero contigo, perdóname por no tener las bolas para enfrentar mi problemas... haré lo que seas con tal que me des tu perdón - seguía disculpándose esta vez entre sollozos mientras sus lágrimas aumentaban y aumentaban provocando que prácticamente sus mejillas se inundaran con ellas - tenía miedo... tengo miedo, soy un maldito cobarde, no me gusta ser así, Ev, no lo elegí... lo prometo... yo no quería... no quería - su llanto no paraba y lo único que quería era aferrarse a ella para siempre, tenía las palabras en la punta de su lengua, pero no podía soltarlas, simplemente no querían salir.
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Mensaje por Everleigh Bauer Dom Abr 17, 2011 7:12 am

Ante los sollozos desgarrados de la rubia Henry no había tardado nada en acercarse a ella para unirla a si mismo con un abrazo de todo su cuerpo. Las piernas de Henry se habían enlazado en las caderas de Everleigh y sus largos brazos sostenían el pequeño torso femenino. Henry comenzó a llorar con ella, no con la misma intensidad pero Everleigh podía sentir la humedad de sus lágrimas cayendo sobre su cabello rubio Apolo. El tibio cuerpo de Henry armaba el suyo nuevamente con ese abrazo, recuperándola lentamente con su dulce amor, Everleigh abandonó su autismo momentáneo para dejarse caer suavemente sobre el pecho de Henry mientras él la abrazaba cada vez con más necesidad mientras hablaba y comenzaba a llorar nuevamente. Nada de lo que Henry pudiera decirle le haría dejar de quererlo, él era fundamental en su vida ahora y por más cabreo que ella pudiera agarrarse no dejaría de tener su corazón. Everleigh se enojó al oírlo ser tan duro consigo mismo, fue instantáneo como si echaran una cerilla en encendida a un charco de gasolina. Ella lo apartó apenas de donde su cuerpo para aferrarlo por si misma y que él pudiera apoyar el perfil de su rostro en su cuello para que llorase tranquilo allí, ella solamente se dedicó a acariciarle el cabello y la húmeda mejilla en silencio.

- No puedo perdonarte Henry...- le confesó con mucha suavidad, luego de tanto llorar le dolía la garganta y no quería forzar la voz. Más porque no era necesario entre ellos. La rubia sostuvo a Henry así durante unos minutos más antes de continuar- porque no tengo nada que perdonarte, tus motivos habrás tenido para no confiarme algo así y te los respeto...- concluyó volviendo al silencio anterior. Las cosas habían dejado de tener sentido y ella no llegaba a saber de que iba todo ahora, solamente quería que su mejor amigo ya no llorase, que pudieran estar ambos bien. Que ella pudiera hacerle un bien a Henry. Los dedos de Everleigh acariciaron el mentón de Henry suavemente durante algunos minutos, dejándolo a él que se desahogara en ella, siendo su soporte por primera vez en todo ese tiempo.- Te amo Henry y quiero que sepas que nunca dejaré de hacerlo…- murmuró ella antes de alzar despacio el mentón del castaño y besarlo justo en los labios. Que ese beso le demostrara lo sinceras que eran sus palabras. Los labios de Everleigh fueron suaves contra los de Henry, no era nada sexual sino un gesto lleno de amor.

La rubia tumbó lentamente el cuerpo de Henry en el piso. Jamás en la vida se habían besado y era algo nuevo para ella estar haciendo algo así con él. Ambos dos sabían que ese beso no era más que un gesto del amor que se tenían y que no irían más lejos que eso. Pero Everleigh había necesitado fervientemente besarlo al verlo así de devastado. El silencio lo había cubierto todo a excepción de los ruidos que hacían ambos labios al colisionar entre sí. Besos más cortos, más largos, más profundos. Los minutos se quemaron a fuego lento mientras ese par de amigos se besaba allí mismo donde antes habían llorado juntos. Los labios de Everleigh fueron los primeros en bajar hasta el mentón de Henry para acabar su camino en su cuello donde luego enterró el rostro para quedarse allí, abrazada al pecho de Henry con una pierna entre las suyas. Ya ninguno de los dos lloraba y si necesitaban hablar de lo que a él le pasaba ese era el momento idóneo. Ese baso había sido el bálsamo que ambos dos habían necesitado, había sido el arco iris que aparecía luego de la tormenta que los había arrasado. Everleigh dejó que sus dedos pasearan perezosamente por donde la mejilla de Henry, acariciándolo. Era casi media noche y era obvio que les quedaba todavía mucho más despiertos, el único detalle sería despertarlos al día siguiente para afrontar el día de clases. Un detalle.
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Mensaje por Henry St. Jones Lun Abr 18, 2011 2:03 pm

Los cuerpos de ambos amigos poco a poco comenzaron a acomodarse de tal forma que ya no quedaba incomodidad entre ellos, era increíble como ambos se complementaban a la perfección en todo sentido, tanto física, psicológica y sentimentalmente, definitivamente serían el uno para el otro en caso de que Henry no fuera gay, pues si tuviéramos que describir una alma gemela para el profesor claramente pensaríamos en Ever así como para ella estaríamos ante Henry. Dejó que la pequeña comenzara a acariciar su cuerpo con ternura y apenas escuchó sus palabras comenzó a sollozar pues no entendía como tanto amor hacia él cabía en el pecho de la pequeña en tan poco tiempo, él no se merecía el cariño de nadie, era un monstruo, un asesino, un mentiroso... a fin de cuentas un hombre que temía a su realidad por lo que cada día se aferraba a una mentira hasta que llegaba un punto, como aquel, en el que no se podía seguir mintiendo.

Se separó un poco de la muchacha para comenzar a explicarle entre lágrimas lo que le pasaba sin embargo antes de que pudiera hacer cualquier movimiento su amiga aproximó sus labios a los de él provocando que por primera vez sus labios se volvieran uno solo y no sólo eso, sino que además convirtió esa noche en la primera vez que el tímido profesor besaba a una chica en toda su vida. Algo sorprendido al principio correspondió al beso de su mejor amiga, pero al notar el amor fraternal que había en él no pudo menos que corresponder dejándose llevar por todo lo que sentía por la rubia sumado a todo lo que estaba sintiendo en esos momentos. Tomó su rostro suavemente apretando un poco su nuca provocando que el beso se profundizara más de lo que ya lo estaba, lentamente sus labios se abrieron mientras que sus ojos se cerraban con fuerza, apenas se podía creer que se estuvieran besando, eso provocaba que sólo una cosa no hicieran con el otro, pues ambos mostraban su cuerpo sin mayores pudores, se abrazaban, se daban la comida en la boca, se contaban todos su secretos y ahora, al parecer también los besos eran parte de la relación, aunque se podía entender que no había pasión, lujuria ni deseo carnal entre ellos, su amor era mucho más sublime que eso, nada terrenal podía corromperlo jamás.

El beso llegó a su fin debido a que Ever comenzó a besar su barbilla para luego decender a su cuello y quedarse allí anidada, los sollozos ya no se escuchaban, las lágrimas ya no existían, ahora sólo los latidos de ambos corazones irrumpían el silencio y fue allí cuando Henry supo que era hora de contar su verdad, no podía seguir ocultando lo que en una semana sería evidente - la verdad es que... soy licántropo, Ever... desde que tengo dieciséis años que soy un mosntruo - se abrazó nuevamente a la pequeña mientras que los recuerdos de esa noche volvían a su mente, los gritos de Maximiliano, los rugidos del hombre lobo, los vientos del bosque prohibido azotando con furia... todo lo estaba viviendo otra vez.
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Mensaje por Everleigh Bauer Lun Abr 25, 2011 3:10 am

Que ella no lo supiera no significaba que Henry no fuera muy bueno besando. Los dedos del castaño se enterraron en la nuca de Everleigh, presionándola ligeramente contra su rostro mientras los labios de ambos cedían y se abrían apenas más para saciar esa necesidad de cariño y consuelo que había dejado el inicio de la conversación. La rubia se encargó de mantener a Henry entre sus brazos, dejándole muy claro lo mucho que él significaba en su vida. Todo lo que él era para ella. Al final, cuando el beso llegó a su fin; ambos dos respiraban con un poco más de necesidad que la acostumbrada pero ambos latidos se estabilizaron pronto. Everleigh ya estaba acurrucada en el suelo contra el cuerpo de Henry, donde siempre quería estar. Henry juntó el coraje que le faltaba y abrió los labios para escupir la última verdad que ella podía esperarse; era un licántropo. Uno de los hijos malditos de la luna. Everleigh no pudo evitar aferrarse con más fuerza a su pecho y sostenerse allí apretando los labios para no comenzar a llorar de nuevo con un desconsuelo que jamás había sentido. Habiendo tanta gente de mierda que merecía ese destino y otros peores ¿por qué él? ¿Por qué su Henry?

- Yo quiero ir contigo cuando te conviertas y no podrás impedirlo, no voy a dejarte solo Thomas…- Ella utilizó su nombre primero, haciéndole saber cuan en serio le estaba hablando. Everleigh no iba a dejar a su mejor amigo solo, algo tenía que hacer por él. Henry era demasiado bueno como para que esa mierda le estuviera pasando a él. La rubia se sentó en el piso, mirándolo a él que estaba acostado un poco más abajo ahora. Ella jamás se había visto tan adulta ni tan seria como en ese momento- Me quedaré contigo los días que dure el dolor en tu cuerpo luego de la luna, déjame cuidarte, por favor Hen…- el tono de su voz adquirió esa nota suplicante y amorosa que siempre le ponía a él, a su amado amigo. Everleigh le tendió la mano a Henry para sentarlo con ella y abrazarlo con fuerza a su cuerpo, no era dañino, pues ella no tenía mucha fuerza para esas cosas sino que se las guardaba para los partidos- No quiero que te apartes de mí por esto Henry, quiero estar siempre contigo…- su voz era tenue y algo húmeda, Everleigh estaba haciendo un esfuerzo enorme por no llorar de nuevo, por no matarlos a ambos de angustia.

Muchas de las cosas que ella no había entendido en el año comenzaron a moverse lentamente en su mente hasta que hubieron cobrado total sentido. Todas esas cicatrices que ella sabía que él guardaba, los resfríos repentinos en pleno verano. Ese supuesto frío que lo hacia andar de camisetas largas cuando hacía tanto calor. La vergüenza inicial y su renuencia a contarle el por qué de esas cicatrices a ella y la cara de Maximiliano la vez que los escuchó hablando de un tema muy parecido. Todo estaba en su lugar ahora ¡qué tonta había sido! Everleigh cerró los ojos y retuvo el aire en sus pulmones durante un momento, intentando mantener la compostura tanto por él como por ella. La rubia decidió que iba a tener que hablar con Maximiliano le gustase o no, que iba a tener que llevarse un poco mejor con el bobo aquel si quería mantenerse cerca de Henry cuando la luna se acercase, y eso sería la semana siguiente según lo que había visto en el calendario que ella misma le había alcanzado unos minutos antes a Henry. La idea de tener que hacerse de la amiguita de ese tipo la hizo hacer un puchero de esos bien ensayados que tenía, esos que decían que estaba por salir con alguna queja tonta en cualquier momento y que Henry ya podía ver sobre sus labios alzándose. Que estuviera obligada a llevarse bien por Henry no significaba que siguiera haciéndole maldades cuando él no la veía ¿o sí? Igualmente era mejor que su Henry no se enterara de sus pequeñas guerras con Maximiliano.
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Mensaje por Henry St. Jones Mar Abr 26, 2011 3:19 pm

- No, no ¡NO! - Gritó el muchacho mientras se separaba del abrazo de su amiga al escuchar sus palabras, no podía concebir la idea de poder mirarla a la cara después de esa confesión mucho menos le permitiría ir con ella al bosque prohibido para ver su transformación, ¿es que Ever estaba loca? Sin poder creer lo que estaba escuchando se paró del suelo para alejarse de su mejor amiga lo más que podía, no quería que lo tocara, se sentía un asesino y no podía entender cómo es que ella quería ponerse en una linea de semejante riesgo - ¡Estas loca! Esto no es un juego, Everleigh, una vez al mes mato a gente inocente para satisfacer mi necesidad de sangre y tu quieres estar allí cuando pase, ¿es que quieres que te mate y luego no pueda vivir con el sentimiento de culpa? No puedo discernir quien es quien... no puedo ni siquiera con... - el profesor le dio la espalda a su amiga al recordar que Maximiliano había intentado una vez hacer lo que la pequeña se proponía y si no fuera por su destreza como auror jamás hubiese logrado salir con vida, de hecho aún Henry se odiaba por haber permitido que el amor de su vida cometiera ese riesgo, pero jamás volvería a dejar que otra persona se sometiera a semejante riesgo, nunca más.

Un leve suspiro se escuchó salir de la boca del licántropo mientras se acercaba a la cama, el apetito se le había pasado, ya ni el chocolate podría pasar por la garganta de él al sentir nuevamente el nudo que la atrofiaba, no quería seguir llorando, pero le era imposible poder dejar tragar aquel nudo - No me lo perdonaría nunca si algo te llegara a pasar, Ever - susurró sentándose en la orilla de la cama para luego poner el codo sobre su piernas y hundir su cara entre sus manos entrelazando sus dedos entre sus cabellos sintiendo como las lágrimas volvían a caer - Ahora entiendes por qué estaba tan receloso de ser yo tu tutor en el verano ¿¡Con qué cara le enseño ética si yo mato a mi propia especie una vez al mes!? - la rabia que sentía hacia si mismo era evidente, ya nada podría convencer al profesor de lo contrario, él era un monstruo, un asesino, un ser abominable, no se merecía el consuelo o amistad de nadie y mucho menos su lástima.
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Mensaje por Everleigh Bauer Dom Mayo 01, 2011 6:01 am

No soportaba que le gritasen, no lo toleraba de nadi y desgraciadamente allí Henry no era una excepción tampoco. La cólera de la rubia encendió como la gasolina y se apagó tan rápido como inició cuando su mentor se apartó de ella porque no podía estar a su lado, porque estaba aterrado de lastimarla. Ese mismo enojo ardiente dio paso a un dolor que jamás había sentido, era una opresión en el centro del pecho, justo al lado del corazón ¿estaría allí su alma? era bastante posible. La rubia apretó los puños, ¡tenía tantas ganas de golpearlo! Everleigh era la mejor -y única- alumna especial de Henry, no había muchos alumnos de séptimo que tuvieran un mentor externo y ella lo tenía. Lo tenía a él ¿por qué mierda no confiaba en la destreza que él le había dado con sus entrenamientos? La rubia quería gritar de rabia y de frustración cada vez que él se alejaba y le daba la espalda como en ese mismo momento, no lo soportaba. No soportaría que Henry saliera de su vida. No pasaron dos segundos de que Henry comenzara a llorar que Everleigh ya estaba de rodillas delante de él ofreciéndole su cuello para que él se refugiara allí mientras ella abrazaba su cintura cálidamente, aferrándolo en sus brazos como no sostenía a nadie más.

- No podrás evitar que me mantenga cerca mientras estés fuera de tu piel, no podrás evitar que salga a buscarte con el primer rayo de sol en la madrugada y no voy a volver a repertírtelo, Thomas..- susurró despacio en su oido, dejando un beso muy suave en su sien mientras hablaba en un tono conspiratorio- Lo mío también es una decisión tomada, soy tu hermana pequeña y la familia jamás te da la espalda, déjame ser quien te cuide Henry..- insistió sintiendo como su cuello se iba humedeciendo a medida que él lloraba allí como si fuera un niño pequeño. Porque por más hombre serio de veintitrés años que él fuera podía llorar y se notaba que todo eso lo tenía guardado desde vaya a saber uno cuanto tiempo en su interior- No es Henry quien mata una vez al mes, no eres tú el lobo, tú eres más que él, siempre lo serás..- la rubia tenía una ciega confianza en el abatido castaño que quería transmitirle, que necesitaba desesperadamente que él entendiera. Con eso en mente Everleigh se quedó quieta en su lugar, dejando que él se descarga en ella en llanto, si eso era lo que él necesitaba para estar mejor se lo daría sin dudarlo.

No supo cuanto tiempo estuvieron así, él sentado en la cama y ella arrodillada delante de él. Lo que sí pudo registrar fue el dolor que comenzó en sus piernas por tan mala postura y que su cuello estaba muy tibio con las lágrimas de Henry. Everleigh ignoraba las quejas de su propio cuerpo hasta que se quedó dormida así como estaba y sus brazos soltaron la cintura de Henry para quedar tendidos a ambos lados de su cuerpo haciéndole saber a él que ella estaba paseando de la mano de Morfeo de una vez por todas. Lo más difícil sería despertarla en unas horas para que asistiera a clases, tenía pociones y no podía perderse la clase por más cansada que estuviera. Era pasada la medianoche y no había dormido prácticamente nada aún y no se arrepentía. Por Henry ella se quedarái despierta toda la noche, caminaría por brasa ardiente sin dudarlo. Jamás había sentido lo que sentía por él y no había cosa que ella no fuera a hacer por su hermoso y amado castaño.
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¡Traigo chocolate pero no sé si te lo merezcas!  Empty Re: ¡Traigo chocolate pero no sé si te lo merezcas!

Mensaje por Henry St. Jones Lun Mayo 02, 2011 1:10 pm

Sus lágrimas caían sin que él las pudiera evitar, Henry era un hombre demasiado sensible, más de lo que le gustaba admitir, y el hecho de que fuera gay provocaba que sus sentimientos en todo momento estuvieran flor de piel sin preocuparse de esconderlos, nunca había sido de los que se creían fuertes sólo para aparentar, su físico podía ser digno de un jugador de la lucha libre, pero por dentro era lo más parecido a una damisela en apuros de lo que podías imaginar. No pasó mucho tiempo antes de que Ever se acercara a él para abrazarse a su cintura, la demostración de cariño de Everleigh lo dejó con el corazón latiendo a toda prisa igual que siempre, a él le costaba aceptar que una persona lo pudiera amar tanto como ella, perfectamente podríamos comparar el cariño con el que le entregaba Lili, pero su mejor amiga desde que estaba en el colegio aún no sabía de su incapacidad o monstruosidad, como él le llamaba, así que no sabía como reaccionaría y no quería pensarlo aún.

Las palabras de Ever en su oído provocaron que soltara una risa entre el llanto sin despegarse de su cuello, no quería separarse de la muchacha, la amaba como a nadie en el mundo, pero él era un hombre demasiado preocupado por los demás, con un corazón de abuelita enorme y con la mente jamás fría o imparcial aunque supiera que debía tenerla, sin embargo si había algo que era característico de este muchacho era que tenía los pies bien puestos en la tierra, no importaba cuanto amara, deseara, odiara o indiferente fuera en una determinada situación, siempre actuaba de la manera que, para él, era la correcta y realista, así que sabía que aunque la muchacha le dijera que tenía la decisión tomada no permitiría que se le acercara, al menos no cuando se estaba convirtiendo, sabía que Ever tenía habilidades para poder evadirlo, pero si había una posibilidad, y la había, por remota que fuera de que podría hacerle daño, no lo permitiría. - Gracias, hermosa... gracias por no abandonarme - susurró entre lágrimas, realmente estaba agradecido de que su amiga siguiera ahí, abrazándolo - me parece bien que quieras cuidarme cuando los rayos del sol aparezcan - murmuró luego de haber hecho un ruido extraño con su nariz mientras notaba como las lágrimas dejaban de salir, no quería seguir discutiendo, así que no seguiría hablando sobre lo de si Ever estaría o no presente cuando la luna apareciera en lo alto - Tendrás que hacerlo junto a Maximiliano, mal que mal él lo ha hecho desde el principio - susurró con una sonrisa estúpidamente tierna en su rostro a pensar en el que ahora era su novio.

Los suspiros salían de sus labios cada prácticamente cinco segundos hasta que se dio cuenta de que su amiga ya no le estaba conversando, algo extraño en Ever - ¿Ever? - preguntó con el ceño fruncido para luego, muy despacio, soltarse del abrazo hasta darse cuenta de que su querida rubita estaba profundamente dormida. Con delicadeza salió de los brazos que lo mantenían semi prisionero para luego, si mayor esfuerzo, tomar a la pequeña y colocarla en su cama debajo de las tapas preocupándose de que quedara bien abrigada, las noches eran demasiado heladas.

Soltó un nuevo suspiro sin dejar de mirarla para luego dirigirse a la ventana que le mostraba la oscura noche sabiendo que para él ya sería imposible dormir. Sus ojos de inmediato se posaron en la luna, que aún no estaba llena,sin poder culparla ¿cómo se podría culpar a algo tan hermoso por un mal de esa magnitud? ¡Era imposible! Era increíble como las cosas más hermosa podían provocar tan desastrosas consecuencias.
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