Tirado en un prado libre

Un día libre de su práctica en Hogwart merecía un descanso en el pueblo de Hogsmeade. Tenía que comprar pergamino y algunos ingredientes, todos necesarios para su tesis en venenos que estaba elaborando con total dedicación.
Caminaba por las calles ataviada en una túnica roja oscura. Sus manos iban cubiertas por guantes de cuero. Y su rostro estaba semi escondido por la capucha que ocultaba su negro cabello. Auxanne Defray le gustaba pasar desapercibida en ciertas ocasiones, aún más cuando hacía cosas vulgares, como era en este caso acarrear en sus manos las bolsas con ingredientes para sus nuevas elaboraciones.
Pensando en los pasos a seguir de su tesis no estaba concentrada en nada más, por lo cual no fue extraño que tropezara con una piedra del prado que ahora cruzaba, provocando con ello que las bolsas y su contenido cayera de sus manos hacia el suelo.
- Maldición- murmuró con los labios apretados, flexionando sus rodillas y agachándose hacia el suelo, evitando manchar su túnica y procurando recoger los elementos como escama de serpiente, polvo de hada, y otros frascos con líquidos extraños necesarios para su estudio. No podía creer su torpeza que le llevara a aquello.

Auxanne recogía los extraños elementos que se habían caído de sus manos en el momento que una voz la interrumpió. Con una lentitud abismante alzó su cabeza y dejó al descubierto sus ojos, observando fríamente al portador de aquellas palabras que parecían ser amables y con un ligero tono de sorna.

- Casi la primera, pero su cuerpo no tiene forma de caldero- respondió con un claro acento francés, sonriendo levemente a pesar de que aún le quedaban un par de frascos sobre el césped. Sus manos enguantadas tomaron los últimos dos frascos y volvió su contenido hacia la bolsa. Ahora sólo le faltaba tomar las escamas de serpiente que estaban prendadas en la camisa del desconocido-. Creo que eso es mío- dijo irguiéndose del todo y apuntando con sus dedos las escamas que brillaban a la luz de los débiles rayos de sol.

Con una elegancia sutil en cada uno de sus movimientos, Auxanne se dispuso a sacar las escamas prendadas en le ropaje de aquel hombre y llevarlas al frasco que pertenecían. No era bueno perder ninguna de esas escamas, pues además de caras eran difíciles de conseguir. Esa no era una especie de serpiente muy común-. ¿Le importaría voltearse?- preguntó Auxanne alzando sus ojos hacia los del desconocido. Deseaba tomar las escamas que estaban en el costado de su torso.