'Cause none of it was ever worth the risk, but you, are, the only exception ♪ - Scorpius -

Recuerdo del primer mensaje :

Acababa de terminar la cena en el Gran Comedor, bueno, terminar para ellos. Sí, hablaba en plural. Molls no había terminado su plato - aunque en realidad lo había dejado de lado pues ya no tenía hambre - cuando se encontró con Scorpius del otro lado de la mesa de los Slytherin que la estaba observando. La pequeña pelirroja no dudó en sonreírle, disimuladamente claro está por todo ese rollo que el rubio tenía de mantener una amistad extraña en la clandestinidad. Ella era demasiado ingenua y benigna como para enfurecerse u ofenderse por esto, aunque cada tanto se quejaba por esto, pero no es que Malfoy le prestara mucha atención.

Notó algo en sus ojos cuando cruzaron miradas, como si le urgiera algo. Comprendió un gesto crucial en su rostro, y con un ligero encogimiento de hombros y un asentimiento breve terminó su jugo de calabaza y, tras saludar a Emily y Allison, quienes estaban junto a ella en aquel momento, se despidió. Era temprano para irse, pero quería saber qué le sucedía a su serpiente amiga. Se alejó de los bancos, alisándose la falda del uniforme y los botones de la camisa. No era muy ordenada, pero cuando salía o entraba al Salón Comedor tenía esa manía, desde hacía años ya. Miró sobre su hombro, cerciorándose de que Scorpius la seguía o no, pero no pudo asegurarlo. Se detuvo tras las puertas del salón, aunque lo mejor para el rubio sería que se alejaran un poco más, quizás en las mazmorras debido a la escasez de gente a esa hora. Suspiró, ¿cuándo dejarían esa estupidez de "amigos en secretos"?

Eso comenaba a fastidiarlo, no sabía que reacción tendría frente a su amada porque nunca había amado y como se decía, nadie se daba cuenta hasta vivirlo, solo intentaba hacerlo creíble, le sacó la lengua niño mientras se ponía de pie. Ok, lo había criado como un pequeño principe pero eso no era verdadero. ¿Que podía hacer con eso?

- Esto se esta poniendo complicado.. - murmuró cruzandose de brazos frente a ella, no estaba enamorado ni nunca había sentido nada por alguna chica, tenía el corazón vedado, sus amigos eran los únicos que entraban allí y su madre, claro está. Las chicas estaban para divertirse y pasarla bien. - Entonces tengo que ser menos demostrativo? - preguntó alzando una ceja con disgusto.

- Y si mejor hacemos que discutimos y te beso o algo así? - ojetó poniendo su mano en su barbilla y mirandola, no se le ocurrían más ideas.

Se recargó en la pared con las manos tras la cintura, tomadas una de la otra. Molly contuvo más risas porque no quería hacer enojar a Scorp, no podía burlarse de él porque, cuando practicaran su parte, tampoco la pelirroja querría que él se riera de ella por sus desastres - aunque probablemente ocurrirían.

Aceptaba cambiar de rutina si le molestaba, después de todo eso sólo era una practica. Asintió con una sonrisa pequeña en los labios, sabiendo que lo que venía a continuación le sería difícil; de todas formas, no podía dar tantas vueltas. Cerró los párpados por un segundo y los volvió a abrir, observándolo con la chispa diferente en los ojos.

- Genial... ¿y ella? - preguntó, con las cejas en alto y los brazos cruzados. Molly observa detrás de la cabeza del rubio, como si alguien se estuviese alejando. Su mirada era creíble, su postura también, y para acoplar todo había un cierto tono hilarante en su voz, como nervioso.

El rubio pensaba que eso podría salir mejor que una demostración de amor renacentista de la época de sus biscabuelos. Sonrió de lado esperando una respuesta de su parte pero solo recibió una igual en cambio. Esa pelirroja tramaba algo de seguro.

Scorpius miró hacia atras sin entender a que se refería ¿Ella? Ahaaaaaaaaaaaam! Ya iba teniendo una idea, frunció el ceño y se volvió hacia ella. - Ella? Ella es solo una amiga, no lo entiendes? Que es lo que tengo que hacer para que me entiendas? - preguntó con cierto todo molesto, como si ella le estuviera preguntando algo demasiado fácil de comprender. - Adhara y yo solo somos amigos, yo solo tengo ojos para ti.. - se tapó la boca sofocando una carcajada. No debía decir eso, o no al menos que quisiera que todo el comedor se enterara. Sería ideal así.

- Molly, estoy hablando en serio.. - siguió con su actuación, tomandola por la cintura y acercando su rostro al suyo.

No, ella debía creerse a sí misma que no le creía. Aunque en realidad no era difícil porque, Scorpius seguía actuando pésimo. Se rió en silencio dentro de su cabeza, notando lo malvada - bueno, ese era su nivel de maldad personal - que podía llegar a ser con el rubio aunque fuese en ideales y no se lo dijera. Se estaba burlando de él en su cabeza y el otro lo ignoraba por completo. Su ceja se perfiló aún más, mostraba indiferencia, y bronca.

- ¿Amigos? Sí, claro... - Rodó los ojos hacia la izquierda, sus labios formaban una fina línea inmutable, realmente se notaba la indignación en su rostro, la inseguridad de qué hubiese alguien más. Se preguntó a sí misma de dónde sacaba la inspiración, pero no logró responderse porque las respuestas le eran confusas.

Scorpius sofocó una risa tras su comentario de tener sólo ojos para ella, pero recobró la compostura y, después de tomarla por la cintura, acercó su rostro al suyo. La pelirroja lo observó, directamente a los ojos, como si intentara escarbar en los mismos. Llevó sus manos al pecho de él, su rostro era serio pero mostraba descompromiso total. - Haz que te crea - le ordenó en tono suave, recomendándole que siguiera intentando. De esa forma no sólo practicaban los besos, también la tensión del ambiente llevaba a comprender más de la actuación.

Quizás si fuese un as en el arte de la conquista y todo lo que él decía, pero si tenía que ser sincera Molls no caía ante ninguna de las frases que él le decía, aunque fuesen en broma y claramente intermediando una relación de amistad. Claramente era ella la deforme que se diferenciaba a todas las muchachas de Hogwarts, hasta podría jurar que sus primas suspiraban por el rubio en ciertas ocasiones.

Tuvo que reírse ante su gesto coqueto angelical, porque no quedaba otra. Molly no dejó de observarlo en ningún momento desde que la tomó por la cintura hasta que, aferrándola desde la nuca, la aproximó a él para que comenzara la sesión de besos. Mierda, ahí ya todo comenzaba a ser complicado. Se mantuvo los dos o tres primeros segundos con los labios uno contra otro, sin separarlos ni mucho menos.

Él tendría que inspirarse un poco más, y ella debía acceder bastante, así que hizo un esfuerzo. La pelirroja llevó sus manos al cuello de su camisa, enredado y jugando allí con sus dedos mientras entreabría los labios levemente y daban lugar a que él la guiara. Molly correspondió con una torpeza muy tierna, ladeando el cuello levemente para que ambos se acoplaran un poco mejor. Sentía el frío muro tras su espalda, y las manos de Scorpius que rodeaban su cintura abrigándola un poco más. Nada, no se sentía nada más que lo físico. Sí, claro, el rubio era un buen besador pero, se preguntaba cuánta química se vería desde afuera cuando ni ella conseguía verla en modo apreciable.

Sentía que él tenía intención de mejorar en el asunto, de ayudarla a ella para que toda esa situación fuese creíble. Pero no, no lo lograba. Ella no era señorita lujuria, más bien todo lo contrario. Entreabrió apenas los ojos cuando sintió su suspiro en sus labios y sus manos acariciando levemente su espalda, para luego oír su comentario. Se sonrió de forma pequeña, apenas perceptible. No era su culpa si no estaba lo suficientemente inspirada como para hacerlo bien, necesitaba una buena preparación, un buen ambiente; no lo juzgaba a él por todo eso, Scorpius brindaba lo que cualquiera necesitaría y quizás más, o eso era lo que todos decían.

Negó con la cabeza, segura de lo que decía. ¿Qué se suponía que debía sentir? Aquello era como besar a Ben o a Caleb, un amigo más y ya. Lo observó divertida mientras él se cruzaba de brazos y, como desesperado, se ponía a caminar por la habitación de brazos cruzados, desesperado. Molls se recargó en sus hombros cuando él la tomó por la cintura y la sentó en el escritorio.

Scorpius no comprendía. Ya sabía ella que era una actuación, sentía vergüenza pero la misma no le impedía mucho. Intentaba dejarse llevar, no podía hacer mucho si simplemente no besaba bien o no era una experta en el asunto. La pelirroja sintió enrojecer ante esa posición mucho más íntima, una de sus manos fue donde su pecho a descansar, y la otra permaneció aferrada a la de él, apoyada en una pierna suya. - Lo intento, lo intento. Pero me conozco, sucederá cuando menos te los esperes - bromeó, jugando con las manos actualmente entrelazadas.

Necesitaba que la esperara, más allá de todo. Quizás Scorpius resolviera el asunto de la actuación y del real - fingido - amor mucho más rápido que ella con los besos, y si él quería que verdaderamente todo saliera a la perfección, ambos deberían estar equilibrados. Por suerte, no estaba tan errónea en lo que había dicho, Molls aprendería antes de lo que él comenzaba a creer, y hasta podría llevarse una sorpresa alguno de esos días. Poco sabía ella de su relación con Adhara, y la verdad era que no quería estar al tanto por el momento. La pelirroja jamás se había llevado bien con ella, pues era simplemente una cuestión de tacto. No había discutido con ella a lo pesado ni mucho menos, pero para Molly, quien se llevaba bien con todo el mundo, era casi imposible el que tuviese una enemiga. De hecho, Rubinsen no lo era, simplemente tenían un mal trato y ya.

Quedó tumbada en sus pensamientos mientras Scorpius pasaba de sus labios para ir a besar su cuello. Por un momento se sintió desubicada, quizás en la situación equivocada. Con Gab nada había sido así, un beso en el cuello le era lo más cercano a lo sexual que conocía, y su anterior relación no se había basado para nada en eso. Los primeros segundos permaneció quieta, helada en su lugar; probablemente no existiera una Molly perversa, probablemente sería siempre así de ingenua y santurrona.

Ladeó el cuello levemente, él abarcaba más espacio del que se delgado cuello permitía. Sus besos provocaban una sensación extraña, eran como cosquillas pero que no le provocaban risa a carcajadas; una comisura se había alzado levemente, pero la había obligado a bajar. Las palabras susurradas en su oído, cuando Scorpius había dejado atrás su cuello y la respiración cálida retumbaba junto a su oreja, le provocaron un escalofrío que recorrió toda su espalda, más intenso donde él tenía sus manos, dedicándose al arco de la misma. Apenas entreabrió los ojos a su pregunta, al parecer los había cerrado en algún momento de desconcentración. Su mirada verde brillante observó como los labios pálidos del rubio sonreían, y luego buscó sus ojos grises, nublados, amantes, intensos como la mentira misma. Dignos del teatro. Molly sonrió divertida, con un desahogo extraño. Rozó su boca con lentitud y paciencia admirable, mientras sus manos se tomaban del cuello de su camisa. Mierda, ¿qué le pasaba?

Era inevitable, aunque estuviese fingiendo, que un beso, una caricia, o un simple gesto de Molly no reflejara aunque fue algo de su esencia particular; aquel beso había sido más suyo que muchos otros, y le sorprendía. Debería haber sentido menos, debería haber demostrado menos. La pelirroja atrapó los labios de Scorpius con mucha lentitud en un inicio, aunque de por sí fue un beso prolongado y pausado, por más que debería haber sido diferente ante el contexto de la actuación. El rubio había hecho de ella ciertas cosas, había causado estremecimientos que deberían haberla envuelto en placer, provocar que se desinhibiera de modo único y lo atacara salvajemente. Pero no, allí estaba ella, besándolo con esa energía suya, con los párpados entrecerrados que dejaban ver dos esferas grandes e intensamente verdes en ese momento.

Consideró que el tiempo se había excedido ya, por lo que dejando atrás el cuello de su camisa, deslizó sus manos por su pecho y luego las alejó al mismo tiempo que dejaba de besarlo y lo miraba con ojos intrigados. Scorpius aparentó sostenerse del escritorio, hasta tenía mirada perdida. Carraspeó y opinó sobre lo sucedido, era lo que andaba necesitando. Sonrió con alegría, levemente. Estaba comenzando bien la práctica, entonces. Molls quiso decirle que también él había estado bien, que había creído esas últimas palabras salidas de sus labios, pero entonces el Slytherin cambió de tema. Asintió y correspondió a su beso en la mejilla, dejando una mano en su hombro como sostén. Lo saludó con la mano aunque dudó que lo viera porque estaba muy ofuscado en dirigirse a su ronda; Molls estuvo meditando un par de segundos lo sucedido allí, para luego bajarse del escritorio y, tras apagar las lámparas de fuego, salió de esa sala tratando de no perderse en el interior de las mazmorras.