Cassandra Nott
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Cassandra Nott
Datos Básicos:
Nombre completo: Cassandra
Apodos: Cassie
Edad: 4 de Abril. 16 años
Habilidad o Tipo de Mago: Vidente
Tipo de sangre: Sangre pura
Orientación sexual: Heterosexual
Nacionalidad: Inglesa
Ocupación/Club: Club de Eminencias y Club de aparición. Cazadora del Equipo de Quidditch.
Casa: Slytherin
Datos Descriptivos:
Descripción fisica:
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Descripción fisica:
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Cassandra tiene uno de esos rostros que podrían fácilmente confundir. Es de forma ovalada, nariz respingada y labios rosas. Su cabello rubio cae en ligeras ondas hasta su media espalda, y sus cejas claras enarcan unos ojos azulados que son ovalados y expresivos, los cuales podrían hacer pensar que es una chica tierna e inocente.
Su cuerpo es de contextura delgada, cuello esbelto y piernas largas, cuvilíneo pero sin exagerar. Su piel es clara, por lo que se sonroja a menudo, pero no por timidez, sino por ogullo y pasión. Su voz es melodiosa y sus manos son delgadas y femeninas, las cuales se preocupa de cuidar. Probablemente el tener sus manos perfectas sea su gran signo de coquetería.
Su estilo de vestir tiende al más rockero. Le gustan los leggins ajustados o jeans pitillos. Camisetas sin estampados y de un solo color, sobre las cuales se pone chaquetas de cuero. En invierno abusa de las botas o botines, y en verano de las sandalias de cuero. Es muy extraño verla con vestido, aunque sí puede ser que para salir se ponga faldas cortas y ajustadas. Cuando quiere impresionar maquilla sus labios rojo vivo, pero en general no usa más que un gloss para protegerlos del frío.
A los quince años se hizo un tatuaje en el antebrazo justo en la muñeca, el cual no es más grande que 1x1 cms, casi pareciendo casualidad. Es la runa Ur, con la cual se siente identificada en cuanto llama a la libertad.
- Spoiler:
Descripción psicológica:
Cassandra, deja eso ahí
¿Por qué, Nanny?
Porque si rayas las paredes te van a regañar
Ah… que lo hagan.
¡Pero, Cassandra, las paredes!
¿Por qué, Nanny?
Porque si rayas las paredes te van a regañar
Ah… que lo hagan.
¡Pero, Cassandra, las paredes!
Un huracán rubio sin control alguno, oh sí, eso es Cassandra Nott.
Rebelde, esa sería la primera palabra para definirla. Ella es rebelde por naturaleza y por convicción. Decidió que sería rebelde cuando descubrió que le gustaba rayar las paredes y desordenar los sillones, y aquello sólo aumentó con el pasar de los años. Su deseo de libertad es tal que desea romper todos los límites y desdibujar fuera de ellos para encontrar su propia realidad. No quiere ser lo que otros quieren de ella, ni menos lo que debería ser. Y aunque aún no está del todo segura quién es, sabe que el único camino para averiguarlo es ser libre de toda atadura. Por ello la rebeldía es parte de su esencia, ya que no se ligará a ninguna forma de pensar que le impongan, sino a lo que ella concluya. No quiere ser dominada por nadie, y ello incluye a sus padres, a los profesores e incluso a sus pares que se quieran pasar de listos. Cassandra no dejará que jueguen con ella, aunque ella sí jugará con otros. Y lo hará solamente porque su rebeldía va de la mano con ser traviesa. Quizás esa es la hermana pequeña de su propósito, pero al menos así se divierte llevando la contraria. Y a Cassandra le encanta divertirse, aún más cuando eso hace enojar a aquellos que deseen controlar su vida.
No sabe pedir favores ni disculpas. Para ellas las cosas son de un modo, y si así fueron, así serán. Si tiene algún problema confiará en sí misma para evitar el obstáculo y salir invicta; y si en el proceso daña a alguien no se disculpará, sólo lo dejará pasar y hablará con la persona como si nada hubiese pasado. Si quieres seguir siendo su amigo es mejor que tomes eso como la más grande de las disculpas, porque no obtendrás más de ella. Cassandra no es de las que agacha el moño. Y eso se debe a que su orgullo no le permite reconocer que se ha equivocado, aún cuando el error es evidente de donde se mire. Prefiere hacerse la ciega y buscar un modo no humillante de remediarlo, es decir, intentará hacerlo mejor la próxima vez o, quizás, te compense con una caja de chocolates que compró “porque sabe que te gustan tanto”. Pero sí, sólo por eso, no porque se arrepienta de cómo actuó y porque desee tu perdón.
Rebelde, esa sería la primera palabra para definirla. Ella es rebelde por naturaleza y por convicción. Decidió que sería rebelde cuando descubrió que le gustaba rayar las paredes y desordenar los sillones, y aquello sólo aumentó con el pasar de los años. Su deseo de libertad es tal que desea romper todos los límites y desdibujar fuera de ellos para encontrar su propia realidad. No quiere ser lo que otros quieren de ella, ni menos lo que debería ser. Y aunque aún no está del todo segura quién es, sabe que el único camino para averiguarlo es ser libre de toda atadura. Por ello la rebeldía es parte de su esencia, ya que no se ligará a ninguna forma de pensar que le impongan, sino a lo que ella concluya. No quiere ser dominada por nadie, y ello incluye a sus padres, a los profesores e incluso a sus pares que se quieran pasar de listos. Cassandra no dejará que jueguen con ella, aunque ella sí jugará con otros. Y lo hará solamente porque su rebeldía va de la mano con ser traviesa. Quizás esa es la hermana pequeña de su propósito, pero al menos así se divierte llevando la contraria. Y a Cassandra le encanta divertirse, aún más cuando eso hace enojar a aquellos que deseen controlar su vida.
No sabe pedir favores ni disculpas. Para ellas las cosas son de un modo, y si así fueron, así serán. Si tiene algún problema confiará en sí misma para evitar el obstáculo y salir invicta; y si en el proceso daña a alguien no se disculpará, sólo lo dejará pasar y hablará con la persona como si nada hubiese pasado. Si quieres seguir siendo su amigo es mejor que tomes eso como la más grande de las disculpas, porque no obtendrás más de ella. Cassandra no es de las que agacha el moño. Y eso se debe a que su orgullo no le permite reconocer que se ha equivocado, aún cuando el error es evidente de donde se mire. Prefiere hacerse la ciega y buscar un modo no humillante de remediarlo, es decir, intentará hacerlo mejor la próxima vez o, quizás, te compense con una caja de chocolates que compró “porque sabe que te gustan tanto”. Pero sí, sólo por eso, no porque se arrepienta de cómo actuó y porque desee tu perdón.
Señorita Nott, ¿hizo la tarea?
No, profesor
¡¿Cómo que no la hizo?!
No me dio tiempo el profesor, tenía otras cosas que hacer. ¿Sabía que El Puddlemere perdió el sábado contra las Avispas?
Atrevida en sus respuestas y deslenguada. Sin embargo todo lo que se escapa de su lengua con tanto descaro antes fue pensado y analizado. Cassandra es astuta, y no actúa así porque sí. Lo hace buscando una reacción para demostrar que a ella no le importa nada más que su libertad. Eso hace que su relación con la autoridad sea un tanto difícil, por suerte cuando la situación se vuelve complicada apela a su carisma e intenta agradar con una sonrisilla y aclarando “era una broma profesor”… aunque ello lo utiliza sólo cuando se ha pasado irremediablemente de la raya.
Su carácter es algo explosivo porque todo lo que siente lo hace de forma apasionada. Es por lo mismo que sus sueños premonitorios no la dejan dormir y la desvelan en mitad de la noche. Se ve su pasión reflejada en el Quidditch y en lo concentrada que se torna cuando está presenciando un partido. No es controlada a ojos extraños, sino impulsiva. Pero claro, eso ha sido gracias a años de entrenamiento donde ha preferido que se le vea así. ¿Al fin y al cabo es Slytherin, no?. Por lo que no es que no piense las cosas, sino que actúa como si no lo hiciera. Y claro, a ello se suma que al sentir tantas cosas y de forma tan extremas sea inevitable que su temperamento salga a relucir.
Goza de las risas y de la victoria. Es ambiciosa, y por ello siempre hará todo lo que esté a su alcance para ganar. Es tanto así que en un par de ocasiones que ha tenido el presentimiento certero de que su equipo de Quidditch va a perder, se hace la enferma y busca la forma de que unos cuantos de su casa y de la contraria también les venga un repentino ataque de vómito. De tal forma el partido se ve suspendido y hay una nueva oportunidad para vencer. Pero no ha repetido aquella estrategia a lo largo de los años, ya que su fama como profetiza ha ido en aumento y ese actuar se vería sospechoso. Sin embargo, igual hará todo para torcer el destino y ganar, entrenando más horas de las permitidas y obligando a sus compañeros de equipo a hacer lo mismo. Para Cassandra no existe la palabra derrota en su vocabulario, a lo más está la de “problemas técnicos”.
Su carácter es algo explosivo porque todo lo que siente lo hace de forma apasionada. Es por lo mismo que sus sueños premonitorios no la dejan dormir y la desvelan en mitad de la noche. Se ve su pasión reflejada en el Quidditch y en lo concentrada que se torna cuando está presenciando un partido. No es controlada a ojos extraños, sino impulsiva. Pero claro, eso ha sido gracias a años de entrenamiento donde ha preferido que se le vea así. ¿Al fin y al cabo es Slytherin, no?. Por lo que no es que no piense las cosas, sino que actúa como si no lo hiciera. Y claro, a ello se suma que al sentir tantas cosas y de forma tan extremas sea inevitable que su temperamento salga a relucir.
Goza de las risas y de la victoria. Es ambiciosa, y por ello siempre hará todo lo que esté a su alcance para ganar. Es tanto así que en un par de ocasiones que ha tenido el presentimiento certero de que su equipo de Quidditch va a perder, se hace la enferma y busca la forma de que unos cuantos de su casa y de la contraria también les venga un repentino ataque de vómito. De tal forma el partido se ve suspendido y hay una nueva oportunidad para vencer. Pero no ha repetido aquella estrategia a lo largo de los años, ya que su fama como profetiza ha ido en aumento y ese actuar se vería sospechoso. Sin embargo, igual hará todo para torcer el destino y ganar, entrenando más horas de las permitidas y obligando a sus compañeros de equipo a hacer lo mismo. Para Cassandra no existe la palabra derrota en su vocabulario, a lo más está la de “problemas técnicos”.
Cassie… ¿ese no es en chico que te ganó la apuesta?. ¿Por qué está verde?
Ooopsss….
¿Cassandra?
Se lo merecía. Nadie intenta vencer a Cassandra Nott.
De primeras Cassandra parece ser una persona que sólo se preocupa de sí misma, pero no es así. Es leal a sus pensamientos, así como es leal por ayudar a aquellos que quiere. Lo que sucede es que no quiere a muchas personas, por eso no se ve mucho aquella cualidad de ella. Su principal objeto de custodia es su hermano menor, y de ahí vendría aquellos que tienen el honor de ser sus verdaderos amigos. Mientras le sean leal a ella y, de vez en cuando, la apoyen en sus travesuras y rebeldías, Cassandra será tan buena amiga como lo es toda chica en la pubertad. Luchará por sus amigos y se vengará de aquellos que los dañen. Como siembre expresará su cariño con abrazos algo impulsivos y molestando a un enemigo en común, para que así su amigo vea que ella siempre está de su lado. Quizás no dirá “te quiero” ni menos “eres muy importante para mí”, pero si no eres capaz de ver tras los gestos de afecto de Cassandra que te estima, entonces no te mereces ser denominado su amigo. Pues ella sólo espera que la quieran como es y que no le pidan que cambie. Desde muy pequeña decidió que no cambiaría por nada ni por nadie, y tú no serás la excepción.
En cuanto al amor, Cassandra cree que amar es una forma de atarse a alguien, y por ello decidió que sólo amaría su libertad. Hasta el momento la tarea no se le ha hecho difícil, pues sólo se toma en serio el Quidditch y, de vez en cuando, sus sueños premonitorios. Aunque hay una verdad que se esconde tras esa muralla de rebeldía, y es el miedo a querer a alguien y terminar dañada. Cassandra no se crió en un círculo de amor precisamente, y a eso se debe que no goce de una gran inteligencia emocional. Para ella el cariño se divide en el que le tiene a su familia, de ahí a sus amigos y en final a sí misma, siendo este último el más fuerte. Porque sí, dentro de todo Cassandra sufre de narcisismo. ¿Pero quién no sufriría de narcisismo siendo ella?, esa es una pregunta que Cassandra nunca deja de hacerse.
En cuanto al amor, Cassandra cree que amar es una forma de atarse a alguien, y por ello decidió que sólo amaría su libertad. Hasta el momento la tarea no se le ha hecho difícil, pues sólo se toma en serio el Quidditch y, de vez en cuando, sus sueños premonitorios. Aunque hay una verdad que se esconde tras esa muralla de rebeldía, y es el miedo a querer a alguien y terminar dañada. Cassandra no se crió en un círculo de amor precisamente, y a eso se debe que no goce de una gran inteligencia emocional. Para ella el cariño se divide en el que le tiene a su familia, de ahí a sus amigos y en final a sí misma, siendo este último el más fuerte. Porque sí, dentro de todo Cassandra sufre de narcisismo. ¿Pero quién no sufriría de narcisismo siendo ella?, esa es una pregunta que Cassandra nunca deja de hacerse.
¿Cassie, vas a castigo otra vez?
No
¿Cómo no?.
Voy a divertirme. Le pagué a alguien para que tomara el castigo por mí.
Sus maneras de expresarse demuestran su histrionismo nato, y no es extraño que se muestre coqueta. Aunque es fácil confundir su simple risa natural con un signo de coquetería. A pesar de su infancia difícil y del resentimiento que siente hacia sus padres, Cassandra se muestra feliz frente al resto, ya que su corazón se siente libre de esos antiguos dolores cuando no está junto a sus padres. E incluso cuando debe ir a la Mansión por vacaciones se siente agradada en su antigua habitación, admirando los pocos recuerdos de su infancia, ya que ni a cosas le gusta atarse.
Probablemente nunca la veas llorar, sino enojarse, gritar y lanzar cosas volando con una fuerza que te impactaría. Menos aún la verás rendirse ante un obstáculo.
Sus prejuicios van más acompañados por la personalidad de las personas que por otros asuntos. En el fondo de su ser la idea de la pureza de la sangre se le hace lógica, pero por contradecir a sus padres no lo admitirá. En cambios sí actuará de manera descortés cuando alguien le parezca empollón, cobarde, aburrido, mojigato, idiota y una serie de otras caractrísticas que no analizará dos veces para burlarse de ti o simplemente regalarte un bofetón de su indiferencia. Mas si desea algo de ti te sonreirá y te hará reír con cualquier ocurrencia, dando a relucir toda su simpatía, y haciéndote sentir como si te conociera de toda la vida.
Cassandra, al fin y al cabo, es un remolino de viento sin dirección alguna. Porque ni ella sabe a dónde quiere ir... sólo escapa de un destino que la amarre.
Historia del personaje:
Cassandra Nott
“Hermana de los hombres”
“Hermana de los hombres”
Chapter I: Entre la vida y la muerte
“Nacer es solamente comenzar a morir.”
~ Théophile Gautier~
~ Théophile Gautier~
Si Cassandra pudiese recordar cómo era su vida antes de nacer sabría que era bastante más agradable de lo que es en la actualidad. Estaba protegida de todo lo malo por el útero de su madre, y no había barrera natural más fuerte que ella para evitar los peligros que el mundo exterior traía. Pero no todo sería así por siempre.
Cuando su gestación alcanzaba las casi 30 semanas de embarazo, Cassandra, quien aún no ostentaba ese nombre, comenzó a tener síntomas de lo que se denomina una bradicardia fetal, que acompañado de la placenta previa que sufrió su madre, la obligaron a adelantar el momento del parto. Daphne Nott había ido ese día a un nuevo chequeo médico, y sin saber cómo terminó quedándose en el Hospital, lista para tener a su primogénita. El primer descendiente de la familia Nott.
Fue así que Cassandra conoció la luz del sol un día 4 de Abril del 2005. Pesó sólo 1 kg y 300 gramos y midió unos 41 centímetros. Sus pulmones, al no estar completamente desarrollados, la obligaron a mantenerse los primeros veinte días de vida alejada de su familia y encerrada en una caja de vidrio donde un respirador mágico le permitía sobrevivir. Se instaló así durante ese tiempo en el salón de recién nacidos del Hospital San Mungo, acompañada de enfermeras que velaban por su bienestar. Esos veinte días que Cassandra estuvo sola se debatió su vida en esa caja de cristal. Por momentos su debilidad más su desnutrición llevaron a pensar que moriría de un segundo a otro, pero para el asombro de los medimagos y de las enfermeras del lugar, Cassandra luchó por vivir, aún sin saber que su vida no sería un cuento de hadas.
Puede ser que el hecho de no haber sido abrazada por su madre los primeros veinte días de vida formaran en Cassandra una antipatía nata hacia su progenitora, o quizás eso se dio con el tiempo. Pero la verdad es que cuando por fin pudo ser estrechada por alguien fue su padre el primero en tomarla en brazos para llevarla hacia su mamá, y en el preciso momento que su padre la depósito en otros brazos la sala donde la familia estaba reunida retumbó a causa de un agudo llanto que venía de la pequeña niña que ahora sólo pesaba dos kilos y que por fin podía respirar con normalidad. ¿Sería eso un anticipo del carácter de la bebita?.
Sí.
Cuando su gestación alcanzaba las casi 30 semanas de embarazo, Cassandra, quien aún no ostentaba ese nombre, comenzó a tener síntomas de lo que se denomina una bradicardia fetal, que acompañado de la placenta previa que sufrió su madre, la obligaron a adelantar el momento del parto. Daphne Nott había ido ese día a un nuevo chequeo médico, y sin saber cómo terminó quedándose en el Hospital, lista para tener a su primogénita. El primer descendiente de la familia Nott.
Fue así que Cassandra conoció la luz del sol un día 4 de Abril del 2005. Pesó sólo 1 kg y 300 gramos y midió unos 41 centímetros. Sus pulmones, al no estar completamente desarrollados, la obligaron a mantenerse los primeros veinte días de vida alejada de su familia y encerrada en una caja de vidrio donde un respirador mágico le permitía sobrevivir. Se instaló así durante ese tiempo en el salón de recién nacidos del Hospital San Mungo, acompañada de enfermeras que velaban por su bienestar. Esos veinte días que Cassandra estuvo sola se debatió su vida en esa caja de cristal. Por momentos su debilidad más su desnutrición llevaron a pensar que moriría de un segundo a otro, pero para el asombro de los medimagos y de las enfermeras del lugar, Cassandra luchó por vivir, aún sin saber que su vida no sería un cuento de hadas.
Puede ser que el hecho de no haber sido abrazada por su madre los primeros veinte días de vida formaran en Cassandra una antipatía nata hacia su progenitora, o quizás eso se dio con el tiempo. Pero la verdad es que cuando por fin pudo ser estrechada por alguien fue su padre el primero en tomarla en brazos para llevarla hacia su mamá, y en el preciso momento que su padre la depósito en otros brazos la sala donde la familia estaba reunida retumbó a causa de un agudo llanto que venía de la pequeña niña que ahora sólo pesaba dos kilos y que por fin podía respirar con normalidad. ¿Sería eso un anticipo del carácter de la bebita?.
Sí.
Chapter II: Una infancia… ¿feliz?
“Enseña a los jóvenes cómo pensar, no lo que han de pensar”
~Séneca~
~Séneca~
La Mansión Nott es antigua, tal como el nombre de sus dueños. Tiene salas cerradas que esconden secretos y gárgolas de piedra que cuidan que ningún extraño merodee por los alrededores. Cassandra amó esa casa desde el preciso momento que llegó en brazos de su padre a ese lugar. Sus ojos azules admiraron la estancia y abrió la pequeña boquita rosada al admirar la lámpara de lágrimas que estaba en el centro del vestíbulo principal. Ese era el efecto que la Mansión producía en sus visitantes: sentirse pequeños ante tanta grandeza.
Cassandra, sin ser aún consciente de ello, sintió que aquel lugar le pertenecía. Sus primeros pasos los dio en la sala de estar, desde los brazos de su niñera hacia el sillón. Tropezó con cada alfombra que cubría el suelo, y rayó más de una vez las paredes de los pasillos con lápiz labial que robaba del tocador de su mamá. Siempre cuando hacía esas cosas era su niñera la que corría y la socorría u ocultaba la muestra de su maldad. La pequeña Cassie era mucho más traviesa de lo que cualquiera pensaría al verla ataviada de vestidos vaporosos y cintas de cabello que combinaban con su traje. Y eso sólo era el inicio a una vida repleta de rebeldías.
Lo que nadie sabía aún era que la primogénita de los Nott había nacido con un don especial, el cual se dio a conocer por primera vez cuando las primeras palabras reveladoras de Cassandra salieron de su garganta. Era una mañana fría en la que Cassie estaba más regañona que de costumbre. Frente a ella estaba su plato de papilla de manzana, el cual tomó con sus manitas y lanzó lejos, haciendo un mohín. En ese preciso momento Daphne hizo entrada a la habitación de la pequeña, viendo el desastre y luego echándole una mirada de reproche tanto a la niñera como a su hija. “¿Cassandra, qué haces?” le preguntó a pesar de que la niñita aún no formulaba más de unas pocas palabras debido a su corta edad. Pero como si la entendiera, Cassandra elevó la vista y miró a su madre con el gesto arrugado, denotando así su enojo. “Hemano” fue lo único que dijo devolviendo el mohín a su boca y terminando aquello en un agudo grito acompañado de un llanto que anunciaba la rabieta de Cassandra Nott.
Al día siguiente Daphne tuvo su primera náusea matutina.
Cassandra aún era pequeña cuando Theodore Jr. llegó a la casa, pero cuando lo vio caminar por primera vez se dio cuenta que ahí tendría a su víctima perfecta. Su hermano era quien ayudaría a que la familia Nott siguiera en pie, y por ello tenía un lugar mucho más importante que ella en los planes familiares. De eso se dio cuenta cuando iniciaron los regaños en la mesa: Cómo comer, qué decir, cómo decirlo, con quien juntarse y con quién no hacerlo, no hablar de esto, no gritar, no jugar, no desastres, y una larga lista de órdenes que a la pequeña Cassandra no le gustaba para nada recibir. Comenzando por las largas charlas sobre la pureza de sangre. No es que Cassandra comprendiera del todo bien a qué se referían con ello, pero le era fácil reconocer el hincapié que hacían sus padres en que había que mantener la pureza de sangre para ser superiores. Y aunque a ella eso le parecía con cierta lógica, comenzaba a sentir el dulce gusto de la rebeldía en ir contra la corriente de sus padres. En dejar de lado su idea sobre la pureza de sangre. Sin embargo, pese a ser la que constantemente llevaba la contra, no era ella la que solía recibía las palabras duras de su padre ni las miradas de su madre, sino Theo, a quien se le recordaba que pronto sería el “Heredero Nott”, y que por ello debía aprender a comportarse. Todo ello no significó que Cassandra no fuese tratada de forma estricta, a su mirada, con respecto a su forma de comportarse en sociedad. Querían de ella no sólo la hija que debía ser, sino aún más que eso. Tanto esperaban de Cassandra que no se fijaban en lo que ella quería ser. No le permitieron siquiera pintar como a ella le gustaba, y aún menos incursionar en el canto, sin importarles que gozara de una hermosa voz. Y ni hablar de aquellos dones adivinatorios que había mostrado a lo largo de los años. La adivinación era un arte inexacto y, por ello, inútil, así que de ninguna manera Cassandra podía estar revelando que tenía sueños extraños que le mostraban acontecimientos del futuro, como aquella vez que soñó que el abuelo Nott sufría de un gran dolor, y al día siguiente fue víctima de un ataque al corazón que, por suerte, no lo llevó a la muerte. Los señores Nott sólo vieron en ella lo que debían ver, cosa que hizo mella en el corazón de la pequeña.
La relación con sus padres se fue haciendo distante mientras los años iban en aumento. De pequeña muchas veces espiaba a sus padres a escondida por la cerradura de la puerta, sobretodo en las noches cuando se despertaba a causa de un sueño extraño que la mantenía intranquila. Contemplaba a su madre, siempre perfecta, cepillando su brillante cabello rubio, a la vez que su padre se acercaba a ella y la tomaba bruscamente de la mano y la estrellaba contra la pared, ante lo cual su madre emitía un grito. A su corta edad no comprendía qué pasaba, porque luego escuchaba gritos como si su madre estuviese siendo torturada. Su mente de niña imaginaba que sus padres eran violentos incluso entre ellos, y eso no hizo más que se apoderara un resentimiento hacia ambos en su corazón. En su madre por querer hacer de ella su copia y no darse a respetar; y en su padre por intentar dominarlo todo, sin importar que alguien terminara dañado.
Fue un poco antes de entrar a Hogwarts que su primera inclinación con respecto a su hermano cambió. Los gritos de su padre se oían como eco a lo largo de las paredes, y eso llamó la curiosidad de Cassandra, quien en ese momento bajaba a buscar algo para comer. En puntillas fue acercándose a la oficina paterna donde los gritos subían de tono junto a unos chillidos maternales. ¿Qué pasaba ahí? Sin dudarlo inclinó su cuerpo de casi once años a la puerta, y para su sorpresa escuchó un sollozo casi mudo que daba la nota final a ese encuentro familiar. “¡Para de llorar!” escuchó a su padre decir, y tras ello un golpe retumbó dejando la escena en un completo silencio. Después de ello Cassandra no tuvo que investigar mucho para saber qué había pasado. Theo apareció a la hora de cenar cojeando, y con ello Cassandra comprendió rápidamente lo acontecido. Así fue que a pesar de que siempre había intentado hacer de la vida de su hermano un recuerdo miserable, supo que tener sobre sí todo el peso de ser el “heredero” debía ser algo difícil de sopesar, por lo que se olvidó de su primera conclusión y prefirió autonombrarse la que cuidaría a su hermano pequeño de los maquiavélicos planes paternos. Esa era su primera alianza contra todo lo que querían de ella, porque en sí germinaba la semilla del “quiero ser yo… no ser quien quieran que yo sea”.
Cassandra, sin ser aún consciente de ello, sintió que aquel lugar le pertenecía. Sus primeros pasos los dio en la sala de estar, desde los brazos de su niñera hacia el sillón. Tropezó con cada alfombra que cubría el suelo, y rayó más de una vez las paredes de los pasillos con lápiz labial que robaba del tocador de su mamá. Siempre cuando hacía esas cosas era su niñera la que corría y la socorría u ocultaba la muestra de su maldad. La pequeña Cassie era mucho más traviesa de lo que cualquiera pensaría al verla ataviada de vestidos vaporosos y cintas de cabello que combinaban con su traje. Y eso sólo era el inicio a una vida repleta de rebeldías.
Lo que nadie sabía aún era que la primogénita de los Nott había nacido con un don especial, el cual se dio a conocer por primera vez cuando las primeras palabras reveladoras de Cassandra salieron de su garganta. Era una mañana fría en la que Cassie estaba más regañona que de costumbre. Frente a ella estaba su plato de papilla de manzana, el cual tomó con sus manitas y lanzó lejos, haciendo un mohín. En ese preciso momento Daphne hizo entrada a la habitación de la pequeña, viendo el desastre y luego echándole una mirada de reproche tanto a la niñera como a su hija. “¿Cassandra, qué haces?” le preguntó a pesar de que la niñita aún no formulaba más de unas pocas palabras debido a su corta edad. Pero como si la entendiera, Cassandra elevó la vista y miró a su madre con el gesto arrugado, denotando así su enojo. “Hemano” fue lo único que dijo devolviendo el mohín a su boca y terminando aquello en un agudo grito acompañado de un llanto que anunciaba la rabieta de Cassandra Nott.
Al día siguiente Daphne tuvo su primera náusea matutina.
Cassandra aún era pequeña cuando Theodore Jr. llegó a la casa, pero cuando lo vio caminar por primera vez se dio cuenta que ahí tendría a su víctima perfecta. Su hermano era quien ayudaría a que la familia Nott siguiera en pie, y por ello tenía un lugar mucho más importante que ella en los planes familiares. De eso se dio cuenta cuando iniciaron los regaños en la mesa: Cómo comer, qué decir, cómo decirlo, con quien juntarse y con quién no hacerlo, no hablar de esto, no gritar, no jugar, no desastres, y una larga lista de órdenes que a la pequeña Cassandra no le gustaba para nada recibir. Comenzando por las largas charlas sobre la pureza de sangre. No es que Cassandra comprendiera del todo bien a qué se referían con ello, pero le era fácil reconocer el hincapié que hacían sus padres en que había que mantener la pureza de sangre para ser superiores. Y aunque a ella eso le parecía con cierta lógica, comenzaba a sentir el dulce gusto de la rebeldía en ir contra la corriente de sus padres. En dejar de lado su idea sobre la pureza de sangre. Sin embargo, pese a ser la que constantemente llevaba la contra, no era ella la que solía recibía las palabras duras de su padre ni las miradas de su madre, sino Theo, a quien se le recordaba que pronto sería el “Heredero Nott”, y que por ello debía aprender a comportarse. Todo ello no significó que Cassandra no fuese tratada de forma estricta, a su mirada, con respecto a su forma de comportarse en sociedad. Querían de ella no sólo la hija que debía ser, sino aún más que eso. Tanto esperaban de Cassandra que no se fijaban en lo que ella quería ser. No le permitieron siquiera pintar como a ella le gustaba, y aún menos incursionar en el canto, sin importarles que gozara de una hermosa voz. Y ni hablar de aquellos dones adivinatorios que había mostrado a lo largo de los años. La adivinación era un arte inexacto y, por ello, inútil, así que de ninguna manera Cassandra podía estar revelando que tenía sueños extraños que le mostraban acontecimientos del futuro, como aquella vez que soñó que el abuelo Nott sufría de un gran dolor, y al día siguiente fue víctima de un ataque al corazón que, por suerte, no lo llevó a la muerte. Los señores Nott sólo vieron en ella lo que debían ver, cosa que hizo mella en el corazón de la pequeña.
La relación con sus padres se fue haciendo distante mientras los años iban en aumento. De pequeña muchas veces espiaba a sus padres a escondida por la cerradura de la puerta, sobretodo en las noches cuando se despertaba a causa de un sueño extraño que la mantenía intranquila. Contemplaba a su madre, siempre perfecta, cepillando su brillante cabello rubio, a la vez que su padre se acercaba a ella y la tomaba bruscamente de la mano y la estrellaba contra la pared, ante lo cual su madre emitía un grito. A su corta edad no comprendía qué pasaba, porque luego escuchaba gritos como si su madre estuviese siendo torturada. Su mente de niña imaginaba que sus padres eran violentos incluso entre ellos, y eso no hizo más que se apoderara un resentimiento hacia ambos en su corazón. En su madre por querer hacer de ella su copia y no darse a respetar; y en su padre por intentar dominarlo todo, sin importar que alguien terminara dañado.
Fue un poco antes de entrar a Hogwarts que su primera inclinación con respecto a su hermano cambió. Los gritos de su padre se oían como eco a lo largo de las paredes, y eso llamó la curiosidad de Cassandra, quien en ese momento bajaba a buscar algo para comer. En puntillas fue acercándose a la oficina paterna donde los gritos subían de tono junto a unos chillidos maternales. ¿Qué pasaba ahí? Sin dudarlo inclinó su cuerpo de casi once años a la puerta, y para su sorpresa escuchó un sollozo casi mudo que daba la nota final a ese encuentro familiar. “¡Para de llorar!” escuchó a su padre decir, y tras ello un golpe retumbó dejando la escena en un completo silencio. Después de ello Cassandra no tuvo que investigar mucho para saber qué había pasado. Theo apareció a la hora de cenar cojeando, y con ello Cassandra comprendió rápidamente lo acontecido. Así fue que a pesar de que siempre había intentado hacer de la vida de su hermano un recuerdo miserable, supo que tener sobre sí todo el peso de ser el “heredero” debía ser algo difícil de sopesar, por lo que se olvidó de su primera conclusión y prefirió autonombrarse la que cuidaría a su hermano pequeño de los maquiavélicos planes paternos. Esa era su primera alianza contra todo lo que querían de ella, porque en sí germinaba la semilla del “quiero ser yo… no ser quien quieran que yo sea”.
Chapter III: La Rebeldía ataca
“El verdadero espíritu de rebeldía es aquel que busca la felicidad en esta vida."
~Nazim Hikmet~
~Nazim Hikmet~
El expreso a Hogwart le pareció que silbaba el canto de libertad antes de marchar. No se preocupó de mirar por la ventana antes de partir, ya que sabía que sus padres ya no estarían ahí. Si es que la habían ido a dejar era porque el andén 9 ¾ podía ser un excelente lugar para hacer encuentros diplomáticos, y Cassandra ya era consciente de ello.
No le fue difícil encontrar a muchos de sus amigos de infancia, hijos de los amigos de sus padres, que ya se hallaban en el vagón. Todos estaban muy emocionados, al parecer, por entrar al colegio, y también concordaban en una gran cosa: debían pertenecer a Slytherin. Tal como sus amigos, Cassandra pertenecía a una familia con una larga tradición de Slytherins en ella. Esa era la casa donde sus padres habían estudiado, y antes de ellos sus abuelos. Pertenecer a Slytherin significaba ser Nott, ya que sólo un verdadero Slytherin tenía la prestancia para llevar tal noble apellido. Bobadas como esas y otras más eran una constante en su vida, y era por ello que Cassandra esperaba que otro suceso fantástico rompiera con la antigua tradición e hicieran de ella una verdadera Nott… pero con otro color. Por lástima no había tenido ningún sueño premonitorio al respecto.
La ceremonia del sombrero estuvo repleta de expectativas para Cassandra. Podía sentir el palpitar de su propio corazón mientras oía uno a uno los apellidos que gritaban al aire. La letra “N” ya venía, y con ello una respuesta que decidiría su vida por siempre… o eso creía entonces. Ante la exclamación de su apellido Cassie se puso de pie. Caminó con la cabeza en alto desafiando con su mirada al viejo sombrero. Tomó asiento en el taburete y le lanzó una mirada a todas las mesas, dejando para último aquella a la que todos sus antecesores habían pertenecido.
No le fue difícil encontrar a muchos de sus amigos de infancia, hijos de los amigos de sus padres, que ya se hallaban en el vagón. Todos estaban muy emocionados, al parecer, por entrar al colegio, y también concordaban en una gran cosa: debían pertenecer a Slytherin. Tal como sus amigos, Cassandra pertenecía a una familia con una larga tradición de Slytherins en ella. Esa era la casa donde sus padres habían estudiado, y antes de ellos sus abuelos. Pertenecer a Slytherin significaba ser Nott, ya que sólo un verdadero Slytherin tenía la prestancia para llevar tal noble apellido. Bobadas como esas y otras más eran una constante en su vida, y era por ello que Cassandra esperaba que otro suceso fantástico rompiera con la antigua tradición e hicieran de ella una verdadera Nott… pero con otro color. Por lástima no había tenido ningún sueño premonitorio al respecto.
La ceremonia del sombrero estuvo repleta de expectativas para Cassandra. Podía sentir el palpitar de su propio corazón mientras oía uno a uno los apellidos que gritaban al aire. La letra “N” ya venía, y con ello una respuesta que decidiría su vida por siempre… o eso creía entonces. Ante la exclamación de su apellido Cassie se puso de pie. Caminó con la cabeza en alto desafiando con su mirada al viejo sombrero. Tomó asiento en el taburete y le lanzó una mirada a todas las mesas, dejando para último aquella a la que todos sus antecesores habían pertenecido.
Pero qué tenemos aquí… inteligente, astuta y rebelde. Diría que te pareces a alguien que ya había visto alguna vez.
Gryffindor, Gryffindor, por favor, envíame a Gryffindor
¿A Gryffindor?. ¿En serio que quieres ir a la casa de los valerosos y nobles de corazón?
Sí, Gryffindor. Quiero estar lejos de Slytherin. No quiero ser una copia de mis padres
¿Sólo por eso quieres ser Gryffindor?. Si es por eso podrías ser Ravenclaw también… o Hufflepuff
¿Huffie? No, que horror. Quiero estar en Gryffindor. Debo estar en Gryffindor.
Orgullosa, arrogante y llevada a tus ideas.
Sí, e inteligente y astuta, como ya lo dijiste, pero sobretodo debo ser una leona.
No, te equivocas, tú debes estar donde estarás. Tienes una misión que cumplir ahí.
¡SLYTHERIN!
Esa sola palabra hizo que los hombros de Cassandra decayeran. De seguro todos lo asociaron a un gran alivio por formar parte de la casa a la que estaba escrito que debía pertenecer, pero la verdad era que se debía a la impotencia de no hacerse con la suya. Porque ahora no eran sus padres quienes le decían qué hacer, sino un estúpido y viejo sombrero que la había obligado a pasar sus próximos siete años de vida rodeado de todo lo que su padres habían predispuesto para ella. Y no había nada que molestara más a Cassandra que hacer lo que sus padres le ordenaban. Porque… ¿quién le prestaría atención si todo en ella iba bien?.
Chapter IV: De la niñez a la adolescencia.
“Los deseos del joven muestran las virtudes futuras del hombre."
~Cicerón~
~Cicerón~
No era que a Cassandra le preocupara de sobremanera el aumento de puntos negros en su nariz ni el crecimiento de otras zonas que antes se mantenían pegadas a su piel, pero no podía hacerse la ciega ante tales cambios. Con la llegada de la pubertad el ánimo de Cassandra se fue haciendo aún más atrevido. En el colegio ya era famosa por incumplir las reglas, y no era extraño que la mandaran constantemente a detención. Cassandra podría haber sido la alumna ejemplar que sus padres deseaban, pero no lo era.
En un principio pensó en ser antisocial y simplemente pasar de sus compañeros como huelga personal por la decisión del sombrero, pero luego se dio cuenta que un gran rebelde también podía ser un líder innato, y ella estaba dispuesta a dirigir las nuevas mentes de Slytherin a favor de la libertad. Porque sabía que sus compañeros habían crecido bajo un régimen tan estricto como el de ella, y no estaba dispuesta a que todos quienes la rodearan sufrieran los mismos abusos que sufrió su hermano Theodore aún antes de cumplir la decena. Ellos eran jóvenes, fuertes y brillantes, y podían detener aquello. El problema era que la mayoría de sus compañeros no estaba dispuestos a escucharle, y muchos menos a hacerles caso. Oh sí, Cassandra podía oler el miedo en ellos.
Mientras la mayoría de sus compañeros gozaban con la clase de Defensa, Cassandra se enfocaba en Adivinación. No hacía los deberes, pero sí le pagaba a algunos nerds de Ravenclaw para que la realizaran por ella. Su mente estaba preocupada en qué nueva cosa hacer para que sus padres se molestaran y se dieran cuenta que no podían tener control sobre todo, y aún menos sobre ella. Además que los sueños proféticos que había tenido de pequeña iban en aumento con el pasar de los años, lo que no le daba un dormir tranquilo. Más de una vez le habían sido enviadas cartas a sus padres acerca de su inadecuado comportamiento, y cuando ello sucedía siempre recibía un castigo bastante drástico para su edad. ¿Pero acaso eso la iba a parar? No, nunca, porque Cassandra estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.
De a poco la fémina de los Nott se alejaba de cualquier parecido que pudiese haber tenido con su madre, y del extraño afecto que siempre había inclinado hacia su padre. Sabía que eran su familia y que por ello debería quererlos… ¿pero acaso ellos no veían que nunca se habían preocupado realmente de ella?. Porque si creían que educarla bajo esos parámetros era amor… estaban muy equivocados.
Fue así que se escudó en lo único que podía hacer para mantener ese estado de adrenalina que la hacía sentir viva: el Quidditch. Decidió audicionar para el equipo, y finalmente quedó en él por su destreza asombrosa. Ahí encontró algo que disfrutaba sin molestar a sus padres a la vez. Y aunque era una actividad muy poco femenina para el gusto de su madre, estaba comenzando a sentir por aquel deporte la pasión que sólo había hallado antes en sus travesuras. Y al menos practicando aquello no se metía en tantos problemas y se iba a la cama cansada, por lo que podía dormir. Se obsesionó un tanto con el deporte, dibujando estrategias e inventándole melodías para que sus compañeros se la aprendieran. Aún sentía amor por el canto, y poder mezclar sus tres talentos en lo mismo era fantástico. Al menos eso la hacía sentir feliz. Además que tomó sus dones y se dedicó a usarlos en algo útil que le permitieran costearse los gastos que implicaban pagarle a otros para que hicieran tus tareas. Formó un grupo de apuestas de Quidditch, donde distintos alumnos se apuntaban con los resultados de Quidditch profesional. Cassandra solía adivinar un noventa por ciento de los partidos, y no lo llevaba al cien porque sino nadie querría apostar contra ella. Eso le dio cierta soltura monetaria independiente de sus padres, y le ayudó a controlar parte de su don, el cual a veces la superaba. ¿Quién no se sentiría superado de despertar gritando a las tres de la mañana?. Porque Cassie sentía que aquellos sueños se estaban multiplicando, y que siempre terminaban en un negro profundo, un negro donde nadie podría ver la luz.
Y así inicia el nuevo año escolar de Cassandra Nott, la chica rebelde que no quiere entender que lo que la familia estipula se debe obedecer. Ese año es fundamental para comenzar la preparación para los EXTASIS que decidirán el camino a seguir, y ella no está dispuesta a transformarse en la perfecta esposa de un Sangre Pura… oh no, Cassandra desea algo mucho más grande que ello. Cassandra anhela su libertad.
En un principio pensó en ser antisocial y simplemente pasar de sus compañeros como huelga personal por la decisión del sombrero, pero luego se dio cuenta que un gran rebelde también podía ser un líder innato, y ella estaba dispuesta a dirigir las nuevas mentes de Slytherin a favor de la libertad. Porque sabía que sus compañeros habían crecido bajo un régimen tan estricto como el de ella, y no estaba dispuesta a que todos quienes la rodearan sufrieran los mismos abusos que sufrió su hermano Theodore aún antes de cumplir la decena. Ellos eran jóvenes, fuertes y brillantes, y podían detener aquello. El problema era que la mayoría de sus compañeros no estaba dispuestos a escucharle, y muchos menos a hacerles caso. Oh sí, Cassandra podía oler el miedo en ellos.
Mientras la mayoría de sus compañeros gozaban con la clase de Defensa, Cassandra se enfocaba en Adivinación. No hacía los deberes, pero sí le pagaba a algunos nerds de Ravenclaw para que la realizaran por ella. Su mente estaba preocupada en qué nueva cosa hacer para que sus padres se molestaran y se dieran cuenta que no podían tener control sobre todo, y aún menos sobre ella. Además que los sueños proféticos que había tenido de pequeña iban en aumento con el pasar de los años, lo que no le daba un dormir tranquilo. Más de una vez le habían sido enviadas cartas a sus padres acerca de su inadecuado comportamiento, y cuando ello sucedía siempre recibía un castigo bastante drástico para su edad. ¿Pero acaso eso la iba a parar? No, nunca, porque Cassandra estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias.
De a poco la fémina de los Nott se alejaba de cualquier parecido que pudiese haber tenido con su madre, y del extraño afecto que siempre había inclinado hacia su padre. Sabía que eran su familia y que por ello debería quererlos… ¿pero acaso ellos no veían que nunca se habían preocupado realmente de ella?. Porque si creían que educarla bajo esos parámetros era amor… estaban muy equivocados.
Fue así que se escudó en lo único que podía hacer para mantener ese estado de adrenalina que la hacía sentir viva: el Quidditch. Decidió audicionar para el equipo, y finalmente quedó en él por su destreza asombrosa. Ahí encontró algo que disfrutaba sin molestar a sus padres a la vez. Y aunque era una actividad muy poco femenina para el gusto de su madre, estaba comenzando a sentir por aquel deporte la pasión que sólo había hallado antes en sus travesuras. Y al menos practicando aquello no se metía en tantos problemas y se iba a la cama cansada, por lo que podía dormir. Se obsesionó un tanto con el deporte, dibujando estrategias e inventándole melodías para que sus compañeros se la aprendieran. Aún sentía amor por el canto, y poder mezclar sus tres talentos en lo mismo era fantástico. Al menos eso la hacía sentir feliz. Además que tomó sus dones y se dedicó a usarlos en algo útil que le permitieran costearse los gastos que implicaban pagarle a otros para que hicieran tus tareas. Formó un grupo de apuestas de Quidditch, donde distintos alumnos se apuntaban con los resultados de Quidditch profesional. Cassandra solía adivinar un noventa por ciento de los partidos, y no lo llevaba al cien porque sino nadie querría apostar contra ella. Eso le dio cierta soltura monetaria independiente de sus padres, y le ayudó a controlar parte de su don, el cual a veces la superaba. ¿Quién no se sentiría superado de despertar gritando a las tres de la mañana?. Porque Cassie sentía que aquellos sueños se estaban multiplicando, y que siempre terminaban en un negro profundo, un negro donde nadie podría ver la luz.
Y así inicia el nuevo año escolar de Cassandra Nott, la chica rebelde que no quiere entender que lo que la familia estipula se debe obedecer. Ese año es fundamental para comenzar la preparación para los EXTASIS que decidirán el camino a seguir, y ella no está dispuesta a transformarse en la perfecta esposa de un Sangre Pura… oh no, Cassandra desea algo mucho más grande que ello. Cassandra anhela su libertad.
Familiares:
Theodore Nott (padre)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
42 años- Ex Slytherin
Jefe del Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes
Sangre Limpia
Cassandra tiene actualmente una relación distante con su padre. Probablemente él sea a la única persona que respeta, pero esto se debe a una extraña conexión que percibió con él desde pequeña y que con los años se ha ido deshaciendo. El porqué de aquel quiebre se debe más que nada a que Cassandra no soporta que controlen su vida, y lógicamente el primero en controlar sus pasos es su padre. Sin embargo admira que Theodore sea un hombre tan inteligente, y exitoso. Además se siente conforme de que él, al parecer, no se haya involucrado directamente con la antigua guerra, pues ello significa que nadie liga del todo a su familia con lo que pasó, dándole más libertad de movimiento. Pero así como lo admira, tambié le teme, ya que sabe que Theodore tiene la sangre suficientemente fría para dañar a quien se interponga en su camino... sin excepciones.
Daphne Nott (madre)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
42 años- Ex Slytherin
Sangre Limpia
Cassandra nunca se llevó con su madre. Desde el primer momento que ella la tomó en brazos lloró, y desde entonces sólo permitió que ella la mimara cuando la amamantaba. Luego, la muralla se puso entre ambas. Cassandra tiene claro que lo que la aleja de su madre es que nunca va a poder ser lo que Daphne quería de ella. Cassandra no es femenina, ni diplomática, y menos aún la hija perfecta. Es desordenada, estridente y deslenguada, y eso ha hecho que hayan muchas diferencias entre ambas para tener una buena relación. Aunque Cassandra debe reconocer que no soporta ver a su madre triste. El verla enojada le divierte, pero el verla triste le molesta. Y si alguna vez la ve así usará su simpatía para subirle el ánimo. Después de todo Daphne no tiene la culpa de estar casada con un controlador.
Theodore Jr Nott (hermano)
15 años. Ravenclaw
Sangre Limpia
Thodore Jr es el consentido de Cassandra. Lo protegerá con sus propias uñas si es necesario y buscará la forma de que su padre lo deje en paz, aunque ello signifique un mayor castigo para ella.
Tiene sentimientos encontrados con el hecho de que su hermano haya entrado a una casa diferente y ella haya terminado en Slytherin. A veces cree que fue simple capricho del sombrero para molestarla, y cuando era más pequeña pensó en vengarse del pedazo de género por ello. Pero a la larga ha descubierto que su hermano esté en Ravenclaw hace más fácil su vida, ya que así tiene un contacto más directo con empollones que le puedan hacer los deberes. Y sí, en algunas ocasiones, hasta Theo la ayuda.
Abuelo Nott
Sangre Limpia
El abuelo es la persona más estricta que Cassandra haya conocido hasta el momento. Si puede, lo evita, porque aquel hombre es la explicación de que su padre sea como es. Le teme, le respeta, y además lo quiere lejos. Cuando está junto a él se siente incómoda, y hace todo para no llamar su atención. Es con la única persona que no saca a relucir su rebeldía a propósito, aunque más de alguna vez salió a relucir de manera tangencial. En esas ocasiones se ha llevado marcas que han durado meses. Y nadie contradice al abuelo Nott... ni aún así su padre.
¿Por qué será que Theodore Nott le teme tanto al abuelo?. A Cassie le encantaría saberlo, porque está muy segura que hay muchas cosas que nadie le ha dicho. Y muchas de ellas explican su dinámica familiar.
Otros datos:
Nivel Económico: Alto.... porque es Nott. ¿Hace falta preguntar más?
Gustos:
- El Quidditch.
- Cantar y dibujar (además esto último le sirve para planear jugadas de Quidditch)
- Volar cuando hace mucho frío y así sentir que el aire congela sus mejillas.
- Colecciona camisetas de Quidditch.
- Las margaritas (aunque no lo admite).
- Las travesuras.
- Dormir sin soñar.
- Ver a sus padres molestos.
- El chocolate caliente con un poco de canela.
- Poner la música muy fuerte mientras se levanta.
Odios:
- Las personas empollonas y aburridas
- La gente cínica
- Que la controlen
- El brócoli
- Los niños pequeños (se imagina teniendo un hijo y cortar así su libertad por siempre)
- Estudiar
- La Navidad (la tradición familiar la obliga a estar "compartiendo" con su familia todo el día).
Manías:
- Desordenar su cabellera con sus manos.
- Morder su labio inferior cuando planea algo malo.
- Observarse las manos siempre que está distraída.
Boggart:
Una cárcel.
Patronus:
Golondrina
Varita:
30 centímetros, madera de Aliso, nervio de corazón de dragón, flexible.
30 centímetros, madera de Aliso, nervio de corazón de dragón, flexible.
Curiosidades:
-Oesed: Verse como Capitán del Equipo Nacional de Quidditch ganando el Mundial
-Amortentia: Menta, canela y brisa marina.
-Escoba: Nimbus 3000. Nueva.
-Peor recuerdo: Un sueño nebuloso donde vio mucha sangre regada en el patio del un colegio. Y sintió, sin saber porqué, un dolor terrible en su pecho... un dolor tan atroz que se despertó gritando y sudando, sintiendo escalofríos. Al día siguiente fue el ataque a Durmstrang. Y ella supo que lo había predecido.
Siempre antes de dormir se mentaliza para no soñar, pero no lo logra.
Tiene guardado en su baúl pelos de su primera escoba regalada por su papá.
Siempre anda con una baraja de cartas del Tarot envueltas en un paño de terciopelo verde. No permite que nadie las toque sin si permiso. Y es muy buena para predecir con ellas.
Nunca ha dado un beso en su vida. Ello es porque así como se dice que los ojos son la ventana al alma, cree que los besos son la ventana al corazón... y ella no está dispuesta a dejar que su corazón sea abierto.
Última edición por Cassandra Nott el Sáb Jul 23, 2011 6:35 am, editado 7 veces
Cassandra NottSLYTHERIN - Mensajes : 703
Puntos de Canje : 74681
Fecha de inscripción : 19/03/2011
Localización : En un lugar que nunca adivinarás
Re: Cassandra Nott
Ficha Perfecta, salvo por unos detalles.
-En el capitulo cuatro, específicamente en el primer párrafo nombras a tu hermano como "Arthur" en vez de Theodore Jr. Edita eso, por favor.-Recuerda Registrar tu Patronus para poder cerrar la ficha.
Bienvenida al foro
James S. PotterGRYFFINDOR - Mensajes : 918
Puntos de Canje : 72768
Fecha de inscripción : 16/03/2011
Localización : En Sortilegios Weasley.
Re: Cassandra Nott
Listo, Jimmy.
Cuando se abra el registro lo registro
Cuando se abra el registro lo registro
Cassandra NottSLYTHERIN - Mensajes : 703
Puntos de Canje : 74681
Fecha de inscripción : 19/03/2011
Localización : En un lugar que nunca adivinarás
Re: Cassandra Nott
Que lindo Patronus, ni comparado a la dueña (?)
Ficha Cerrada.
Ficha Cerrada.
James S. PotterGRYFFINDOR - Mensajes : 918
Puntos de Canje : 72768
Fecha de inscripción : 16/03/2011
Localización : En Sortilegios Weasley.
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