Third Generation Hogwarts
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Encuentro casual [Sophie]

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Mensaje por Stefan V. Dunst Mar Mayo 03, 2011 12:54 pm

Cuarta semana de septiembre, miércoles, casi media noche.

Mi cuerpo daba vueltas y vueltas desordenando todas las tapas que me cubrían mientras que mi mente volvía a revivir el accidente que había vivido hace poco menos de tres meses atrás, las llamas comenzaron a acercarse a mí nuevamente mientras intentaba correr con Caroline en brazos y los gritos de Danae se escuchaban en el ambiete - Resiste, Caro - mi voz sonó como un murmullo en la habitación al mismo tiempo que en mi mente el segundo auto estallaba - ¡Cris! - grité sin abrir los ojos buscando a Danae y a mi mejor amigo por todos lados, sin embargo sólo gritos de mujer fueron percibidos por mis oídos - No... no... ¡CRIS! - esta vez un grito desgarrador salió de mi garganta y mis ojos no querían abrirse ¡Maldita sea! Revivir ese día nuevamente era demasiado doloroso. El peso de Caroline aumentó en mis brazos logrando que mi lesión se empeorara por segundos, pero no podía dejarla ahí, a ninguna de las dos - ¡Danae corre! Corre... corre - murmullos volvían a salir de mi boca, aunque no se podía decir que había molestado a mi nuevo compañero de cuarto, pues el chaval se había despertado con mis gritos anteriores y, como todos cuando estaban a mi alrededor a esas horas, exceptuando a Caroline, no sabían que mierda hacer.

Mis pasos se hacían cada vez más lentos debido al cansancio hasta que una cabaña apareció, Danae corrió para golpear su puerta mientras yo rezaba para que nos pudieran ayudar, la impotencia de no poder usar la magia me estaba matando dándome cuenta de lo dependiente que era de ella - ¡QUE MIERDA! - un chorro de gua fría llegó a mi rostro en el momento justo en el que la puerta de la cabaña se estaba abriendo - ¿Pero qué...? - me senté de un solo movimiento en la cama para quedar frente al chico que era mi compañero de cuarto desde que estábamos en Hogwarts,hace sólo unas semanas - Lo siento, tío, es que no sabía que hacer estabas gritando como loco - sus palabras provocaron que mi enfado disminuyera un poco, pero sólo un poco - De verdad lo siento, yo... - mi cabeza estaba comenzando a estallar - está bien - murmuré tajante interrumpiéndolo llevando mis dedos índice y medio a mi sien para masajearla, me levanté de la cama sin detener el movimiento mientras miraba el reloj que tenía en mi velador, las once y media ¡perfecto! otro noche más en vela...

Me dirigí a mi baúl y saqué el primer pantalón y polerón que encontré, me desvestí poniéndome la ropa que había sacado sin importarme que mi compañero estuviera aún despierto, ni siquiera con Cristián me había vestido en otra parte que no fuera el baño de la habitación, pero ahora lo que menos estaba haciendo era pensar, lo único que quería era salir de la habitación, estar solo y llorar tranquilo - si le dices a alguien, te mato - fueron las únicas palabras que pronuncié sin mirarlo al terminar de abrocharme los tenis mientras agarraba la bufanda y salía de la habitación, esperaba que le quedara claro que no podía contar lo de los gritos y mucho menos que estaba saliendo en horario prohibido, era un hombre que prefería las palabras ante de los golpes, pero cuando me buscaban me encontraban con varita en mano.

Mis pies caminaron por si solos, pero no caminé mucho pues el lugar perfecto del castillo estaba justo a un paso de mi sala común: el lago. Mis pies se movieron un poco más para alejarme algo del barco con el fin de no ser descubierto y a los pocos segundos pude notar un leve movimiento, pero a esa distancia no podía estar del todo seguro. Me acerqué a paso calmado, no tenía ninguna prisa ni en llegar a donde estaba la persona, ni el volver a mi habitación, la verdad es que ni siquiera sabía dónde quería estar. Mis pensamientos comenzaron a ocupar todos mis sentidos y antes de que me diera cuenta estaba parado justo detrás de una chica que acariciaba el agua con parte de su mano, mi ceño se frunció al notar que al parecer no era el único con insomnio - Veo que no soy el único que no puede dormir - comenté con vos segura sacando a la chica de sus pensamientos logrando que se volteara.
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Mensaje por Sophie de Valois Mar Mayo 03, 2011 3:10 pm

Eran las once de la noche y yo aún seguía oculta en la sección prohibida de la biblioteca. Sin duda venir y pasar horas leyendo libros aquí era una de las cosas que más disfrutaba hacer desde que había llegado a este colegio. Beauxbatons era increíble, o lo había sido antes de ser destruido, pero no había contado con una biblioteca tan espectacular como esta, y me refería específicamente a la sección prohibida. Simplemente era mucha la información que había en mi cabeza sobre hechizos, pociones y muchas otras cosas oscuras que llevaba aprendiendo desde mi llegada a este lugar. Era cosa de todas las tardes, después de la cena, que venía y sin que me notaran sacaba uno o dos libros y luego iba a cualquier lugar discreto donde poder leer tranquilamente.

Esta tarde había quedado de reunirme con Jean, teníamos unas cuantas cosas de las cuales hablar, problemas que solucionar, pero cuando fui a buscarlo a su mesa, uno de sus compañeros me dijo que se había ido ¿dónde? No tenía ni la menor idea y finalmente luego de unos minutos buscándolo, por inercia llegué a la biblioteca. La mayoría del tiempo era así, caminaba por inercia, con mi mente lejos de este lugar, dejándome llevar por mi cuerpo, que sabía casi de memoria donde debía estar a cada momento. Luego de un par de horas leyendo y al comprobar en mi reloj que eran las once me puse en pie, ya seguiría mañana o quizá pasado, ahora lo mejor era ir a descansar, así que silenciosamente dejé los libros donde debían ir y ocultándome en las sombras, comencé mi camino de vuelta a mi sala común, pendiente de no encontrarme con nadie que pudiera llevarme a detención por deambular en horas prohibidas.

Al llegar a mi habitación, vi a mis compañeras aún despierta, hablando de trivialidades y queriendo que me uniera a ellas, como si yo tuviera tiempo o deseo de hablar tonteras. Como siempre hacía cuando no quería que me molestaran, las miré sin interés, dejándoles claro lo aburridas que me parecían y notando la incomodidad que les había causado mi desplante, así que solo agarre mi camison negro que usaba para dormir y fui a cambiarme al baño para luego entrar a mi cama y tratar, inútilmente, de dormir. Quince minutos pasaron y no había logrado cerrar ojo gracias al ruido que metían las chicas, así que mientras odiaba el hecho de no haber quedado en la misma habitación que mis amigas, me paré y pesqué la capa negra que había comprado en mi último viaje a Londres. Mirando de reojo a mis compañeras que me miraban y sabían que lo mejor era no decirme nada por el bien de ellas, me envolví en mi capa y a paso rápido salí de la sala común. Normalmente me habría puesto algo más de ropa pero ahora solo quería alejarme pronto de ese lugar, después de todo ¿Quién iba a andar a estas horas fuera de sus habitaciones? Por suerte mi capa me cubría completamente, de pies a cabeza, solo dejando a la vista parte de mi rostro.

Caminé sin rumbo fijo pero luego decidí salir al lago, al menos ahí corría menos riesgo de que me viera algún prefecto o un profesor. A paso lento salí del castillo, resguardándome del frio con mi capa y llevando mi mente a recuerdos del año anterior, viendo las caras de los miles de estudiantes muertos bajo la masacre por parte de los neo mortifagos. No sonreí, no me gustaba la muerte incluso cuando se trataba de personas tan insignificantes. Yo prefería la lucha y que ganara el mejor y el perdedor simplemente se hiciera a un lado aunque…a quien engañaba, estaba segura de que si un día necesitaba acabar con alguien para lograr mis fines, no dudaría en hacerlo. Aún no llegaba la persona a mi vida que lograra detenerme, parar con mis propósitos y hacer de mi una mejor persona, como lo era mi mellizo. Esperaba que siguiera siendo así, odiaría a la persona que lograra atraparme…atrapar mi frio y negro corazón.

Seguía inmersa en mis pensamientos cuando de pronto un ruido me hizo reaccionar y mirar al frente. Era el lago que formaba suaves ondas y con ellas ligeros ruidos que se mesclaban con el silbar del viento. Suspire, sacándome los zapatos y tocando con mis desnudos pies el frio de las piedras, caminando hasta el agua y mojándome un poco, poniéndome en cuclillas y con una de mis manos sacando la capucha que cubría mi cabello. Olvidándome un poco de todo, comencé a rozar con la yema de mis dedos el agua, sonriendo por lo calmado que estaba todo y lo bien que se sentía aquello. Pero de pronto una voz me hizo volver a este mundo, y enderezando mi cuerpo nuevamente me voltee y quedé de frente a él, o al menos lo poco que lograba distinguir, el lugar estaba oscuro, no había luna que brindara un poco de luz. Mi expresión…no, la verdad es que seguramente no había expresión alguna en mi rostro, ni siquiera de sorpresa – No eres el único – murmuré tan bajo que no estuve segura de si me había escuchado o no – pero seguramente las razones que te trajeron hasta aquí son completamente diferentes a las mías – agregué, tratando de ocultar mi acento. Alcé una ceja y volví a voltearme mirando el lago y esperando que el chico…no, la silueta sin rostro, ya que ni siquiera lograba distinguirlo, se largara y me dejara sola en la oscuridad de esa tranquila noche.


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Mensaje por Stefan V. Dunst Mar Mayo 03, 2011 4:01 pm

Apenas mi voz se escuchó en el silencioso lugar mostrando mi marcado acento ruso la chica se volteó provocando que su cuerpo quedara frente al mío, me era imposible distinguir su rostro con claridad debido a la oscuridad que nos invadía ante la ausencia de la hermosa luna y para qué hablar de su cuerpo, pues sus curvas se ocultaban de mis ojos por una larga y ancha capa negra provocando que no pudiera tener una visión de su físico como me hubiese gustado, sin embargo - a pesar de no ver nada de nada - pude sentir como un leve escalofrío recorrió mi cuerpo cuando su susurro apenas audible llegó a mis oídos, al principio pensé que me había imaginado el acento que escapó de sus cuerdas vocales, pero a penas sus siguientes palabras se escucharon no cupo duda alguna, era mínimo, lo admitía, no obstante el idioma francés era algo que los Durmstrang podíamos detectar a kilómetro de distancia, especialmente por el hecho de que las mujeres en nuestras escuela no abundaban tanto como queríamos y lo más cercano a nuestro pequeño y solitario mundo eran las chicas francesitas lo que las volvía en algo así como una pequeña "debilidad".

Al principio una sonrisa se estaba asomando en mi rostro para tratar de buscar conversación, sin embargo la hostilidad - poco notoria - con la que se dirigió a mí sumado a que se volteara dejando en claro que ella había llegado primero al lugar por lo que debería ser yo quien me fuera - en vez de compartir la hermosa vista - provocó que mis cejas se alzaran y una expresión de disgusto apareciera en mi rostro - puede que sí, puede que no... ¿siempre dejas a las personas conversando con tu espalda? - pregunté saliéndome del tema curioso y directo como siempre, no me gustaban las caras falsas, hipocresía u otra palabra que expresara aquello que no es, así que trataba de ser lo más explicito posible cuando me dirigía a una mujer, podía no ser transparente con mis emociones, pero pocas veces adornaba mis oraciones a menos que lo que tuviera que decir fuera demasiado importante y no me gustaba como sonaba con simples palabras.

Sin poder evitarlo saqué mi varita del bolsillo de mi polerón y apunté a la nada sin pronunciar palabra con el fin de que una luz saliera de la punta de ésta, sin embargo lo que creé fue una pequeña ráfaga de viento provocando que la capa se le elevara dejado a mi vista sus largas y bien formadas piernas seguidas de un camisón que parecía de color plomo con algo rojo o algo así, mentiría si dijera que pude ver su anatomía o el camisón a la perfección porque la oscuridad no estaba a mi favor, pero también mentiría si decía que ese par de piernas no me provocaron absolutamente nada, ¡¿cómo era posible que no sintiera frío si apenas llevaba ropa?! - woow... lo siento - me disculpé después de un momento obligando a mis ojos dejar de mirar hacia sus piernas que ahora ya estaban cubiertas por la capucha otra vez - Lumus - murmuré para esta vez cerciorarme de que efectivamente la luz saliera de mi varita y no otra cosa.

Mis ojos lentamente subieron hacia su rostro - que ya estaba mirando hacia mí después de que prácticamente me sintiera con el derecho de retarla por haberme dado la espalda de forma tan indiferente - y mis sentidos dejaron de funcionar, ¿a qué se debía? ¡NO TENÍA NI PUTA IDEA! No entendía que le estaba pasando a mi cuerpo, posiblemente no fuera más que deseo carnal, pero por alguna extraña razón sabía que ese rostro ya no dejaría mi mente por un buen tiempo, y con lo bueno que era para soñar despierto podría jurar que la gran mayoría, ahora, sería gracias a ella - Ahora si - pronuncié como si nada me estuviera pasando encogiéndome de hombros - Stefan, un placer - comenté como si nada a penas mirándola para luego observar el lago por detrás de su hombro, si ella era tan desubicada para darme la espalda yo no tendría la ubicación de saludarla como era debido en mi precioso país.
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Mensaje por Sophie de Valois Mar Mayo 03, 2011 5:25 pm

Esperé algún sonido que me indicara que ya comenzaba a irse, pero al no escuchar nada fruncí el ceño, no muy segura de querer darme vuelta para comprobar que seguía justo detrás de mí y antes de girarme comprobé que, efectivamente, no se había movido de su sitio al escuchar su voz, a la que extrañamente no le había prestado atención antes. Su acento definitivamente no era de aquí, su hablar, tan atrayente para mi pesar, parecía ser ruso, o al menos eso pensé, y para mi completa desgracia, me encontré con deseos de escucharlo hablar de nuevo “¿Pero qué rayos?” pensé para mis adentros, frunciendo aún más el ceño. Pero no solo eso me había llamado la atención, sino también su pregunta. Normalmente no conocía chicos que no se fueran por las ramas y preguntaran directamente lo que querían saber, como acaba de hacer él. No era la primera vez que le daba la espalda a alguien como muestra de mi poco interés en hablarles, y siempre se iban enojados o heridos o simplemente desconcertados con mi poca simpatía, jamás hacían preguntas, por temor a ser rechazados de lleno por mí. Todos siempre se alejaban y nunca nadie se quedaba a comprobar porque yo era tan cortante.

Comenzaba a girarme para decirle que le daba la espalda a quienes no me interesaba conocer o simplemente como muestra de que invadían mi espacio y que mejor se largaran, pero en cuanto me giré, pude ver que acaba de sacar su varita, cosa que para una chica que siempre andaba alerta a algún ataque o algo así, no fue buena señal. Iba a sacar la mía de mi túnica y recordé que mi capa no tenía bolsillos y “oh maldición, ¿Qué tan estúpida puedes ser?” me dije a mi misma justo en el momento en que la varita del desconocido lanzaba una pequeña ráfaga de viento que lo único que hizo fue levantar mi capa y dejar mis piernas al descubierto, provocando que el frío se colara por mi piel y me provocara un escalofrío que subió por mis pies hasta llegar a mi cintura. Rápidamente volví a cubrirme, levantando la mirada y viendo como él ya no miraba mi cara, si no de mis caderas hacia abajo, provocando un extraño calor en mis mejillas al sentir su mirada sobre mí. Agradecí que no hubiera luz y así la oscuridad ocultara ese repentino sonrojo que no entendía a que se debía. Conté cinco segundos y me calmé para no soltar un insulto o algo y entonces volvió a usar su varita, pero esta vez creando un poco de luz, y ahora viendo en todo su esplendor al chico parado frente a mí.

En cuanto sus ojos se cruzaron con los míos, algo extraño me ocurrió. De pronto ya no estaba furiosa por lo que acaba de ocurrir, ya no tenía deseos de que se largara. ¡Como el maldito infierno! Ahora una parte de mi deseaba no haber sido descortés con él en un comienzo, haberlo simplemente saludado y dejar que la conversación se diera, pero la otra parte de mi, esa que todos conocían y que era un poco más fuerte que mi lado “débil” quería retomar ese enfado con el que iba a reclamarle por su incompetencia al usar su varita para fines tan bajos como los de ver las piernas de una chica. Si antes no había tenido expresión alguna en mi rostro, ahora seguramente mostraba un ligero enfado, seriedad y sobre todo rabia, mucha rabia. Malditamente esa rabia no se debía a el pequeño accidente de hace unos minutos, mi rabia era más que nada por lo que estaba provocándome aquel desconocido. No era propio de mi el de pronto debatirme entre una cosa u otra y mucho menos cuando se trataba de deseos por un lado y furia por el otro. “¡¡Demonios!!” pensé, volviendo a mi mirada indiferente pero luego mandando al demonio la “calma” que demostraba.

-¿Y tú siempre levantas las faldas de las chicas que te ignoran, por “accidente”? – pregunté, recalcando esa palabra con ironía y alzando una ceja, cruzándome de brazos y sin quitarle la mirada de los ojos, sin pestañear siquiera. Pensé en eso de ignorar, seguramente un chico con tremendo aspecto no solía ser ignorado por todas, pero yo no era todas y una cara bonita estaba muy lejos de impresionarme…bueno, algo en él llamaba mi atención y no era solo su cara bonita, pero el día que yo reconociera eso sería cuando…no, ese día simplemente jamás llegaría. Escuché su nombre y por alguna razón se me hizo conocido, pero algo muy típico en mi era que yo jamás recordaba nombres, muy rara vez lo hacía, así que si alguien me había hablado de él, no estaba en mis recuerdos precisamente – Sophie – dije, omitiendo mi apellido y no diciendo que el gusto era mío, aunque muy en el fondo y sin que yo me diera cuenta, era un placer para mí – Y no, no es costumbre en mi dar la espalda a todo el mundo, solo a aquellos que poco me interesa conocer – no dudé en decírselo, respondiendo a su pregunta, aunque eso hubiera sido en un principio solamente.
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Mensaje por Stefan V. Dunst Miér Mayo 04, 2011 10:35 am

Gracias a la luz que desprendía de mi varita pude notar la expresión de enfado que se colocó en su rostro seguramente debido a mi falta de sutileza al levantar su capucha, la verdad era que - a pesar de que mi primera intención no había sido esa - no me sentía arrepentido por mi acto, de hecho estaba seguro que si hubiese sido una persona más a mena para conversar lo más probable era que hubiese soltado una sonrisa sugerente para bromear sexualmente un rato, sin embargo y muy a mi pesar la chica que tenía frente a mis ojos era todo menos una persona grata para jugar por muy corto que fuera el juego. Mis ojos, gracias a luz, no se conformaron con sólo apreciar su rostro, sino que ahora se posaron por todo su cuerpo, era totalmente inútil poder apreciar sus curvas con esa enorme y fea capucha, pero el recuerdo de sus piernas desnudas no se quería alejar de mi mente provocando que hasta la más fría palabra que saliera de su boca no fuera suficiente para dar media vuelta y alejarme del lugar demostrándole indiferencia a la sexy chica.

La forma con la que me hizo su pregunta provocó que una sonrisa traviesa saliera de mi rostro, a decir verdad casi nunca las cosas que hacía era por accidente, pero debía reconocer que esta vez si lo había sido - ¿Serviría de algo si te dijera que realmente fue un accidente? - pregunté encogiéndome de hombros sin dejar de mirarla para luego sentarme en el suelo que estaba cubierto - en algunas partes - por un fino césped que en verano mostraba todo su esplendor - estoy seguro que no - susurré mirando hacia el suelo buscando finas piedrecitas para comenzar a jugar con ellas con mis finos y largos dedos, me importaba un comino lo que ella pensara - En todo caso debo confesarte que, a pesar de que fue un "ACCIDENTE", ahora que sé que posees buenas piernas lo volvería a hacer adrede sólo para volver a contemplarlas - una sonrisa salió de mi rostro y mi labio superior mordió el inferior para poner mayor énfasis a mis palabras mientras que me dedicaba a lanzar la primera piedra hacia el lago provocando que diera varios revotes antes de hundirse sin mirarla en ningún momento, al parecer la indiferencia momentánea o - en mi caso - completamente fingida sería la base de nuestra relación en el futuro.

Un ligero sonido entre risa y desconcierto salió de mi boca ante sus palabras tan directas como las mías, era genial saber que al menos no era una de esas tantas personas falsas que tardabas años en conocerlas para luego enterarte que todo lo que conociste era completamente mentira - Ouch - murmuré llevando mi mano libre de piedrecitas hacia mi pecho - acabas de dañar mi ego - mentí fingiendo un puchero, era tan seguro de mí mismo que casi nada podía hacerme dudar de lo que era y, por sobre todo, de quién era. - Pues Sophie lamento decirte que no te dejaré tranquila por un buen rato, al menos hasta que me de sueño ¿te parece esta utilización mutua? Ambos estamos con insomnio y es evidente que yo te agrado tanto como tu me agradas a mi... osea la nada misma, así que no veo el problema a seguir discutiendo sobre tus largas piernas mientras me da un poco de sueño y pueda volver al barco - una nueva sonrisa apareció en mis labios mientras tiraba la última piedrecita al agua para luego apoyar ambas manos en el suelo a una distancia medianamente lejos de donde estaba mi trasero provocando que recargara mi torso hacia atrás dejando que todo el peso de mi cuerpo se fuera a mis manos para luego subir mi mirada hasta sus ojos por primera vez desde que había empezado a hablar, por mí no hubiese despegado mis gris mirada de la miel de ella, pero lo que menos quería en esos momentos era que notara lo mucho que realmente me excitaba tenerla cerca, entre más bromeara al respecto menos pensaría que iba en serio o al menos eso esperaba.
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Mensaje por Sophie de Valois Miér Mayo 04, 2011 1:13 pm

Accidente, si claro” pensé, rodando los ojos mientras él se sentaba y comenzaba a buscar piedrecitas. Solo esperaba que ahora no me tirara a mi una por “accidente” o eso ya no sería para nada de mi agrado. Le concedí un punto por notar que de nada serviría decirlo, pero enseguida la pequeña y disimulada sonrisa que se había formado en mi rostro se desvaneció. Esto era nuevo para mí, siempre me habían dicho que era bonita, hermosa y solo cosas así, pero jamás ningún chico me había dicho que tenía buenas piernas y es que siempre conocía chicos tímidos o que conmigo se comportaban así, por lo que decían halagos demasiado comunes. Este chico era muy extraño, o es que simplemente no estaba acostumbrada a conocer chicos así de directos, que aparte me estuvieran ignorando, porque eso es lo que él hacía ahora luego de mostrarme una seductora sonrisa – Ok…no sé si sentirme alagada o enfadada – alcé una ceja esperando a que me mirara pero nada, seguía con su vista fija en el agua y en las piedras que lanzaba, al no tener respuesta rodé los ojos y luego lo miré ceñuda – de todas formas, la próxima vez que te pille mirando mis piernas…olvídalo – dije suspirando, seguramente las amenazas con este chico no servían de nada.

Me giré a mirar nuevamente el lago, mientras menos atención le prestara a Stefan, mucho mejor, quizá así se fuera y con él también esa extraña sensación que me producía. ¡Pero por Merlín! Este chico simplemente abría la boca soltaba alguna especie de broma, ironía y no sé que más, si no fuera por el hecho de que el acento con el que me hablaba era exquisito, ya lo hubiera mandado al demonio o simplemente me hubiera largado. Nuevamente rodé los ojos cuando fingió tener el ego herido por mi culpa, como si fuera a creerme aquello, y tampoco es que él pretendiera hacerse el herido de verdad. Comenzaba a saber qué clase de chico era este que hacia un par de minutos no dejaba de molestarme. Stefan era de los que no les importara que dijeran los demás, al menos no lo que dijera una desconocida para él y eso era bastante digno de rescatar, pero no lo suficiente como para llamar mi atención. Aunque pensándolo bien, había comenzado a ganarse mi atención en el momento en que me mostró que no era igual a todos los demás.

- Oh cielos, debería sentirme agradecida ¿no? De poder disfrutar de tu compañía – dije fingiendo una emoción y llevando mis manos hasta mis mejillas y mostrando mi falsa sonrisa que realmente mostraba lo falsa que era, esa era la idea – bendita sea mi suerte – suspire sonriendo y luego volví a rodar los ojos cruzándome de brazos y alzando una ceja – ¿no piensas irte verdad? Aunque te diga lo bien que estaba antes de que aparecieras – no despegué mi mirada de la suya – no, no te irás – suspiré con resignación y luego una pequeña risa maliciosa se posaba en mi rostro – ¿realmente crees que hablar de mis piernas es interesante? – sin quitar la mirada de la suya me acerqué y arrodille junto a él, dejando ver entre la abertura de mi capa un poco de mi pierna. Lentamente me acerqué a su oído – ¿a caso crees que mis piernas son el mejor atributo que poseo? – susurré ahora con mi marcado acento francés, tan cerca de él que seguramente lograba sentir mi frio aliento rozando su piel. Volví a sonreír, ahora poniéndome de pie y caminando sensualmente hasta donde estaba parada antes, logrando tocar el agua con mis pies y mirando el agua – deberías irte Stefan, no creo que estar conmigo te ayude a sentir sueño – mi actuar lo había hecho como juego, para ver que tanto pensaba tratarme con la indiferencia con la cual yo lo había tratado antes, pero aquella cercanía me había gustado más de lo que reconocía y eso me enfada – a lo más que puedes optar es solo a tener pesadillas conmigo – solté una pequeña risa, sabía que no le agradaba a todo el mundo, y realmente no me importaba, prefería no tener personas cerca, que luego solo me hicieran débil. Sabía también que no estaba en los sueños de nadie, a menos que fuera un mal sueño – y eso solo te provocará más insomnio del que ya tienes – volví a inclinarme, rozando el agua con la palma de mi mano y forman dibujos con las ondas, suponiendo que cuando me girará, volvería a estar sola, como siempre había estado y como pretendía seguir haciendo.
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Mensaje por Stefan V. Dunst Miér Mayo 04, 2011 3:28 pm

Su disyuntiva realmente me provocó algo de risa, era genial verla desconcertada por mi forma de actuar, por un momento pensé en responderle que era todo un elogio lo que salía de mi boca, pero finalmente decidí que no valía la pena, era mejor que ella misma se hiciera una idea de lo que me provocaba o de lo que quería decir con mis palabras, así el juego se alargaba un poco más mientras que la incertidumbre que poseía la mente de la muchacha cubriría todo rastro de mi verdadera intención, estaba seguro que dijera lo que dijera Sophie jamás me creería que estaba más que dispuesto a tomarla entre mis brazos, sacarle esa maldita capucha y hacerla mía sobre este mismo húmedo suelo para darle un poco de calor a la naturaleza ¡y eso que era virgen! Ya me imaginaba todas las cosas que se me ocurrirían si es que tuviera un poco más de experiencia en el área sexual, la verdad es que era bastante extraño para mí sentir un deseo tan intenso como el que me estaba provocando la francesita de piernas largas. - Oh ¿tímida? No pensé que lo fueras - las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas al ver como dejaba una frase incompleta - En todo caso no tienes de qué preocuparte, no las volveré a ver... a menos que tú quieras que las vea - una sonrisa de satisfacción se posó en mi rostro mientras me detenía a observar la expresión de su rostro, aunque no fue por mucho tiempo porque ella no tardó en darse media vuelta para volver a contemplar el lago, okey, me había pasado con el comentario, un poquito, tal vez, pero no lo había podido evitar, saber que poseía una lengua rápida provocaba que quisiera sacarla de quicio... amaba cuando las mujeres se salían de sus casillas, eso las volvía irremediablemente sexy.

En el momento en el que se giró para observar el lago me dediqué a recorrer su espalda por completo - ahora un poco mejor gracias a luz - deteniéndome en su trasero, mis ojos se agrandaron un poco al ver lo bien formado que se veía, estuve a punto de soltar un silbido, pero el hecho en sí era tan vulgar que preferí reservármelo, si se podía apreciar esa curva por sobre la capa no quería ni imaginar como sería verlo con patalones apretados o sin nada que lo cubriera ¡Ya para Stefan! ¿Qué mierda te pasa? Moví mi cabeza rápidamente en señal de negación para lograr que las imágenes de una Sophie desnuda salieran de mi inocente e ingenua cabecita, aún no entendía qué era lo que poseía la muchacha, pero desde ya se estaba volviendo en un dolor de cabeza al tener que pelear con mi subconsciente todo el tiempo por miedo a que mis instintos hicieran algo de lo que mi sentido común se arrepintieran después.

- jajajá - sin poder evitarlo solté una ligera carcajada ante sus palabras mezcladas con esa expresión falsa que más que falsa parecía la ingenuidad en un rostro, ¿es que nadie le había dicho que su rostro era demasiado tierno para semejante ironía? - No te queda bien el sarcasmo... tienes un rostro demasiado tierno - mis ojos se clavaron en los de ella sin un ápice de timidez o vergüenza por el piropo, no sabía cómo reaccionaría ante él o si es que me creería, a decir verdad no estaba seguro de ninguna de sus reacciones, era una chica demasiado impredecible para mi gusto, sin embargo no me importaba, no me quedaría con las ganas de expresar mis pensamientos sólo por temor a recibir una cachetada o unas palabras dignas de una serpiente. Una nueva sonrisa apareció en mi rostro ante su afirmación de que no me iría, negué con la cabeza con satisfacción, si ella no quería mi compañía era libre de irse yo no la detendría, pero era mejor que no esperara que fuera yo el que diera el primer paso en alejarse, porque se moriría esperando.

Mi sonrisa lentamente se fue achicando hasta desaparecer para luego dar paso a mi ceño fruncido al sentir su cuerpo demasiado cerca del mío, mucho más de lo que pensé que estaría. Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar su voz tan cerca de mi oído y para qué decir lo que me provocó ese acento francés tan bien marcado sumado al hecho de que la maldita capa se abrió un poco por el movimiento que realizó Sophie dejando que mis ojos pudieran deleitarse nuevamente con un pedazo de su pierna, tragué saliva lo más disimulado que pude y a penas ella se alejó de mí dejé de fruncir el ceño y puse una expresión normal, todo era normal, o al menos ese pensé hasta que fui consciente del hecho de que mi leal compañero se estaba despertando ¡Mierda! Lo que me faltaba... - Puede que yo no lo crea, pero creo que mi pequeño amigo está más que de acuerdo con una afirmación hacia tu pregunta - murmuré sin ocultar lo que me había provocado mientras que mis ojos estaban clavados en mi entre pierna observando como la tela de mi pantalón deportivo se subía unos centímetros, no estaba erecto, pero claramente no estaba dormido.

Escuché sus palabras a medias, pues estaba demasiado preocupado en hacer que mis hormonas volvieran a la normalidad y el estúpido cabrón volviera a dormirse, cerrando un poco mis ojos para lograr mayor concentración, estaba seguro que si los abría y apreciaba su rostro, trasero o piernas nuevamente lo único que lograría sería despertarlo hasta el punto de que ni un diazepam me pudiera ayudar a hacerlo dormir. - ¿Pesadillas tú? ¡Que va! ¿Con ese rostro tan tierno que no puede hacer ni una mueca de sarcasmo? - solté un soplido, si ella supiera que el hecho de verla a ella en mis sueños sería como dormir en los brazos de morfeo comparado con las pesadillas que llevaba teniendo desde hacía ya casi un año. - No creo que sean sueños sanos precisamente, pero tampoco te prometo pesadillas - sonreí sin abrir mis ojos mientras sentía como el grandulón volvía a su posición normal, durmiendo plácidamente como debía ser.

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Mensaje por Sophie de Valois Miér Mayo 04, 2011 4:44 pm

Jugueteaba con mi mano en el agua y mientras esperaba que él se fuera, reflexioné ante sus palabras. ¿Es que a caso este chico no tenia filtros a la hora de hablar? Jamás había conocido a un chico que me dijera directamente como estaba reaccionando su pequeño amiguito…bueno, pequeño no, eso yo no lo sabía, aunque sería interesante descubrirlo “Oh por dios!!” pensé al darme cuenta en las cosas que tenía puesta la mente, en vez de estarlo mandando al demonio por decirme esas cosas. Extrañamente me vi riendo muy disimuladamente y esperando que el pequeño viento que corría disolviera el leve sonido de mi risa. Muy a mi pesar, me gustó la idea de saber lo que mi acercamiento le había provocado, y eso en parte me confirmaba que no me estaba tratando al principio con total indiferencia. Seguramente simulaba, para tratarme de la misma forma en que yo lo había tratado. ¿Quería jugar? Pues eso haríamos.

O eso pensé hasta que, por segunda vez escuche que me decía tierna. La primera vez la dejé pasar, solo porque estaba consciente de que yo misma había simulado una mirada algo inocente, pero no quería volver a escuchar de sus labios llamándome así. No era tierna, jamás lo fui y jamás lo sería – No deberías dejarte llevar por las apariencias Stefan, una cara tierna podría convertirse en la peor de tus pesadillas – volví a pararme y a mirarlo, recién notando que tenía los ojos cerrados – o poniéndonos en tu caso, el mayor de tus placeres – sonreí de lado, pensando en lo que había dicho anteriormente sobre su amiguito – Pero solo dejemos algo en claro, no soy ni tengo la cara de niña tierna – dije soltando un cansado y algo frustrado suspiro, apretando los puños y deseando que abriera los ojos y me viera, no que siguiera como si estuviera dormido o que se yo. A mi me gustaba ignorar a otros, pero cuando hablaba, prefería que me miraran y no que actuaran como si yo no estaba. Cielos, comenzaba a enfadarme por una simple palabra. “Stefan maldito, estás logrando sacarme de mis casillas, eso no es bueno”.

No era bueno, nada bueno, al menos para mí, que solía perder el control y cometer algún que otro error, por eso odiaba a las personas que lograban fastidiarme. Pero a este chico no lo estaba odiando, por alguna extraña e inexplicable razón, me causaba algo de gracia discutir o llevarle en la contraria. Si, definitivamente yo era un caso especial, con todo ese vaivén de emociones ¿Cómo podía un segundo querer golpearlo y al otro probar sus labios? Maldito chico que me provocaba tremenda confusión.

¿Era tierna? Le mostraría que tan “tierna” podía llegar a ser. Aprovechando que estaba con los ojos cerrados y también aprovechando que yo podía llegar a hacer el menor ruido al caminar, volví a acortar la distancia entre nosotros y me incliné a un costado de sus piernas, conteniendo la respiración para que no notara mi cercanía, y cuando mis labios estuvieron lo suficientemente cerca de los suyos como para besarlo, volví a hablar – No quieras jugar conmigo Stefan – murmuré, llevando mi mano a su mentón y tomándolo suavemente por ahí, evitando así que desviara la mirada para otro lado – No quieras hacerme creer que soy algo que no es – no era tierna y a pesar de que estaba segura de quien yo era, tenía un fuerte y repentino deseo de demostrárselo. Acerqué aún mas mis labios a los de él y cuando estaba a punto de tocar los suyos, desvié mi trayectoria, ahora rosando su mejilla con la mía y acercándome a su oído y bajando hasta su cuello la mano con la que había afirmado su mentón – una chica tierna no provoca lo que ahora mismo te estoy provocando a ti – él podía negarlo todo lo que quisiera, aunque dudaba que lo hiciera, él mismo me había dicho antes cómo reaccionaba su amiguito. Le gustaba esto tanto como, para mi desgracia o placer, me estaba agradando a mí. “Detente ya Sophie, no tienes nada que demostrarle” pero no era mi cabeza la que tenía control de mi, era mi cuerpo, que moría de ganas de provocarle a Stefan la mayor de las excitaciones con solo palabras y simple roce de mi mejilla y mano.

Pero este extraño juego me estaba gustando demasiado y no podía permitirlo, así que con toda mi fuerza de voluntad alejé mi rostro del suyo unos centímetros, luego mi mano y retrocedí, sin quitarle la mirada de los ojos y tratando de que mi respiración no comenzara a agitarse, como estaba amenazando con hacer. ¿Qué estaba ocurriendo conmigo? No era nada propio de mi hacer estas cosas, yo no actuaba así jamás, nunca dejaba a mi cuerpo dominar mi mente, nunca me acercaba a nadie de la manera en que lo había hecho, ni siquiera por un juego. Stefan sin dudas se convertiría en mi mayor dolor de cabeza si seguía así y él solo me había dicho unas cuantas cosas que no estaba acostumbrada a escuchar, no quería ni pensar en lo que pasaría si él tratara de seducirme o algo parecido. “Por favor que se vaya, que se vaya” pensaba yo mientras me paraba y seguía sin quitarle la mirada, porque no quería o simplemente no podía.
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Mensaje por Stefan V. Dunst Jue Mayo 05, 2011 1:20 am

Una sonrisa se curvó en mis labios - sin abrir mis ojos - mientras escuchaba sus palabras, al parecer a la pequeña no le gustaba que el dijeran tierna ¡Vaya mujer! ¿Quién diría que encontraría una mujer a la que le gustaba todo menos la ternura y cursilería? Bien sabía que las mayoría de las mujeres de mi casa eran chicas rudas o poco cariñosas, pero toda mujer necesitaba un poco de sentimentalismo en su vida, o bueno, todas menos Sophie. Comencé a mover mi cuello en pequeños círculos para relajarlo un poco sin dejar que mis oídos se perdieran un mísero detalle de lo que decía, al principio pensé que nos llevaríamos demasiado mal al punto de que se ganaría mi verdadera ignorancia, pero ahora no estaba tan seguro, de hecho no pensaba divertirme tanto esa noche como lo estaba haciendo, debía reconocer que no había contado con que mi miembro fuera parte de la conversación, ya que - si lo pensaba bien - desde que había estado en la sala de trofeos con Lua que no tenía una erección, aunque esa vez fue tan pequeña que sería mejor no contarla, la castaña, luego de su confesión, había logrado que todo rastro de excitación se borrara de mis ojos para dar paso a una ternura infinita que aún me tenía algo pensativo, así que eso nos dejaba que hacía ya buen tiempo que no tenía una motivación de mi amigo tan sugerente como lo estaba teniendo ahora gracias al simple acento y sensualidad que desprendía del cuerpo de Sophie de manera totalmente innata, la pequeña - no podía negar - realizaba parte de esos movimientos adrede, pero estaba seguro que aunque no los hiciera tendría el mismo efecto en mí, era ella, su esencia, lo que me estaba volviendo loco.

El silencio por unos segundos que dejó provocó que me tentara a abrir mis ojos para ver qué estaba haciendo, pero no lo hice, no, quería que se desesperara un poco más, estaba seguro que - al igual que yo - no estaba acostumbrada a que los hombres la ignoraran, con ese cuerpo de diosa y esa cara de ángel podría jurar que tenía al hombre que quisiera bajo sus pies y yo no me pondría en evidencia como uno más de su lista, al menos no en público y - claramente - no en frente de ella, esto ahora era una guerra de egos y no me podía dar el lujo de perder, no era un mal perdedor, pero eso no significaba que no diera todo de mí para ganar.

Al cabo de unos segundos que parecieron interminables la muchacha volvió a hablar y esta vez el sonido de su voz sonó cerca de mi oído, no tan cerca como me hubiese gustado, pero no tan lejos como para que mis sentidos siguieran relajados. Agudicé mi nariz y una pequeña fragancia - que había alcanzado a percibir la vez anterior que su cuello estuvo cerca de mis fosas nasales - llegó a mí haciéndome saber que la muchacha evidentemente estaba a mi lado, de inmediato pude sentir como los bellos de mi brazo comenzaban a erizarse y mi piel se ponía de gallina mientras que un leve escalofrío comenzaba a recorrer mi cuerpo, fruncí mi ceño ante aquella reacción, mentiría si dijera que la había sentido antes o al menos no con esta intensidad. Abrí mis ojos lentamente ante su advertencia para encontrarme frente a frente con su rostro en una posición bastante indecorosa para una mujer, pero completamente sexy para mis hormonas, quise tragar saliva de inmediato, pero me contuve, en vez de eso le dediqué una sugerente sonrisa y permití que sus manos se fueran a mi mentón, si creía que iba a desviar la mirada estaba muy equivocada, ese había sido un desafío directo y yo no era tan estúpido como para dejarlo pasar demostrándole que podía ser un chico tímido y - además - con poca experiencia, si me lo ponía a pensar sólo dos personas en este mundo conocían mi condición de inexperto y podría jurar que correría sangre si es que se atrevían a decirlo a alguien más.

Apenas la tuve cerca las ganas de tomarla por la cintura, recostarla en el frío suelo y posar mi cuerpo sobre el de ella para acortar la maldita distancia que separaban nuestros labios, no paraba de crecer logrando que mi cuerpo nuevamente comenzara a calentarse, a pesar del viento fresco que corría lo único que quería era sacarme el polerón para ver si se quitaba la desesperación y ahogo que estaba sintiendo en mi pecho. Mi respiración comenzó a agitarse y - en el momento en el que me decidí a separar mis manos del suelo para tomar su cuerpo - observé con melancolía como el cuerpo de Sophie se alejaba de mí tan inmune como si se hubiese acercado a un pedazo de roca mientras que yo nuevamente tendría que lidiar con un amigo despierto y mucho más despierto que hace unos minutos, ¿es que ahora las mujeres no tenían compasión de un pobre y virginal hombre como yo? - No deberías comenzar un juego si no estás dispuesta a continuarlo, Sophie - la reprendí nombrándola por primera vez con un brillo de deseo en mi mirada, podía ocultar las expresiones de mi rostro, pero para mi desgracia mis ojos siempre habían sido demasiado transparentes para mi gusto - según mi perspectiva el hecho de que te alejaras sólo provocó que mi pensamiento acerca de tu ternura se convirtiera en una afirmación totalmente fundamentada - me encogí de hombros fingiendo total ignorancia ante la situación mientras que comenzaba a recostar mi cuerpo en el pasto cruzando mis brazos por detrás de mi cabeza para que me sirviera como una pequeña almohada dejando mi - ahora - evidente erección ante sus ojos sin pudor alguno, la verdad era que moría por pararme de ahí, acercarme a ella y sacarle esa condenada capucha para poder apreciar su cuerpo en su totalidad dejando que mi miembro se divirtiera como nunca, ahora que lo pensaba nunca había visto a una mujer desnuda o con poca ropa, sin contar cuando iba a la playa, por supuesto, pero eso tenía otra connotación, así que no contaba. - Y, sólo a modo de aclaración, mi erección no la provoca tu cuerpo, sino que tu condenada voz con ese acento tuyo - me sinceré a medias agrandando los ojos con desesperación como si estuviera intentado idear un plan para que su condenado tono de voz dejara de afectarme - de hecho, si soy honesto, esa capa tan ancha y poco femenina no me deja mucho que apreciar, así que... - me encogí de hombros tratando de no soltar una carcajada, estaba siendo medianamente mentiroso, lo odiaba, pero quería sacarla de quicio, unas cuantas palabras más y sería toda una fiera apasionada, estaba seguro.
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Mensaje por Sophie de Valois Vie Mayo 06, 2011 8:20 am

Grandioso, me había alejado de él para poder contener este irrefrenable deseo de besarlo y lo único que había conseguido era que me siguiera tachando de chica tierna. No había caso, Stefan lograría sacarme de mis casillas más rápido de lo que pensaba – no hay ningún juego aquí Stefan – le quité importancia – solo…ha! Olvídalo – era obvio que tratara lo que tratara de hacer, siempre estaría diciéndome aquello de tierna solo para fastidiarme ¿en qué momento había perdido el control de mi serenidad y le había dejado ver lo mucho que me enojaba que me trataran como a una niña buena? Tonta yo y el débil autocontrol del que era dueña esta noche. Aun para frente a él miré hacia el barco de Durms - ¿no tienes sueño ya? ¿no tienes deseos de volver a tu barco? Seguramente ahí se está mucho mejor que aquí – que raro era estar dividida en dos. Mi lado orgulloso, mi ego y todas esas cosas que siempre me ayudaban a verlos a todos como inferiores y a ignorarlos, me estaba obligando a correrlo y que me dejara tranquila, pero por otro lado, y el mayor por cierto, me obligaba a seguir con ese juego que tarde o temprano podía acabar en algo de lo que luego los dos nos arrepintiéramos. No lo permitiría, escondería ese deseo loco por poseerlo, que había nacido en el momento en que me mostró que mi forma de ser no lo intimidaba, como ocurría en otras ocasiones con la mayoría de las personas que no me conocían.

¡Demonios, que descaro!” pensé luego de que se recostara en el pasto y captara así su erección. ¿es que no tenía pudor alguno? ¡¡Cuando se había visto a un hombre mostrando descaradamente a su amiguito despierto ante una desconocida!! Que chico más atrevido…y malditamente sexy. Cielos, no podía evitar reír, por dentro obviamente, al ver la personalidad que él poseía, sin dudas no tenía pelos en la lengua al decir las cosas, ni al mostrarlas como era en este caso, algo digno de admirar, ya muy pocas personas eran capaces de hablar y hacer cosas sin esconder una mentira. Odiaba a la gente sínica a pesar de que yo lo era cuando me convenía y podía sacar provecho de eso

Volví a girarme y le di la espalda, cerrando mis manos en puños cuando dijo que era lo que realmente le estaba provocando – ¿mi voz y mi acento? Supongo entonces que te pones así con cada francesa que encuentras – rodé los ojos y una extraña molestia llegó a mí, de solo pensar en ello…cerré los ojos, aguantando el deseo de golpearlo. ¿Qué era eso?¿Celos? ¡Por Merlín! Qué demonios estaba pasando conmigo. Esperaba…más bien rogaba, que esos sentimientos los estuviera sintiendo mi mellizo y traspasándomelos a mí, y no fueran cosa mía, porque entonces estaría realmente fastidiada, y muy en el fondo, asustada – no sé ni por qué me sorprendo, muy típico de todos los hombres – bajé la mirada hasta el agua, el cual tocaba con el roce de mis pies y extrañamente no me provocaba el frio que aguas tan congeladas como esas deberían.

-Esa es la idea Stefan – murmuré tan bajo mientras movía mis pies, formando ondas en el agua – cubrirme tanto y ahorrarme el tener que lidiar con ojos que solo me vean como si fuera un pedazo de carne – suspiré como lamentándome y luego solté una ligera risa – no hay mucho que apreciar, y aun así…- dije volteándome y mirándolo ahí recostado, con esa sonrisa suya que seguramente sacaba suspiros en algunas mujeres, pero que a mi lograba enfadarme a tal punto que quería golpearlo…antes de agarrarlo y mostrarle que tan bien besaba. Me acerqué a él pero ahora no para sacarle el aliento como lo había hecho anteriormente, si no para sentarme junto a él, tomando la misma postura que tenía él antes, con mis manos a cada lado de mi trasero, inclinándome un poco hacia atrás y mirando al cielo y flexionando mis piernas. Al hacer eso, la abertura de la capa se abrió y dejó mis dos largas y estilizadas piernas a la vista y como mi mirada estaba dirigida al cielo y no a él, no pude ver si lo había notado o no, pero aún así comencé con el juego que había dejado minutos antes. Ya habría tiempo de arrepentimientos, ahora quería ver que tanto podía resistir aquel chico.

-Aunque también esta capa sirve para otras cosas – tragué exageradamente aire, provocando así que mi pecho se elevara mientras llevaba una de mis manos hasta mi rostro y con la yema de mi dedo índice comencé a rozar lentamente un camino desde mi nariz, mis labios, bajando por mi cuello y luego entre mis pechos, lentamente – como querer arrancármela y ver que hay debajo, por ejemplo – volví a llevar mi mirada hasta el cielo y luego levantando ligeramente una de mis piernas – ¿no crees que sería interesante averiguar si el resto de mi cuerpo está igual de desnudo que mis piernas? O casi tan desnudos que morirías por arrancarme la poca ropa que me cubre – volví a bajar mi pierna y dejarla ligeramente flexionada, como estaba antes – saber que bajo este manto negro... – dije ahora siguiendo con mi mirada el camino que ahora formaban mis dedos, que subían desde mi rodilla hasta mi cintura – hay un cuerpo que mueres por probar y hacer completamente tuyo – murmuré con mi acento bien marcado y finalmente suspirando, pensando en cómo reaccionaría yo si él se atreviera a hacer lo que yo acababa de decir. La verdad, es que ya no estaba segura de nada, pero aún así no podía parar con este juego.
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Mensaje por Stefan V. Dunst Vie Mayo 06, 2011 1:10 pm

Wow, realmente le molestaba que la trataran de tierna, esa mujer si que era única en su especie, contuve una carcajada a duras penas mientras escuchaba cómo dejaba nuevamente una frase inconclusa al entender que dijera lo que dijera no podría hacer nada para cambiar mi pensamiento, era realmente agradable saber que - a pesar de ser impredecible - podía leerla como un libro semi abierto en algunos aspectos. Seguí tumbado sin limitarme a mirarla cuando sus siguiente comentario llegó a mis oídos ¿así que la muchacha ya quería que me marchara? Lástima que eso era lo último que quería hacer en esos momentos - ¿Por qué? ¿Me quieres acompañar? - Solté antes de que lo pudiera evitar - Eres de Beauxbatons así que, en el remoto caso de que despertemos a alguien, puedo apostar que tendrás un trato especial en el barco, no prometo mucho, pero te aseguro que no te sacaran a patadas - mis ojos se cerraron demostrando lo relajado que estaba en esa posición, ansiaba mirarla, quería saber qué expresión había puesto al escuchar mis palabras, pero ya había entrado en el papel del indiferente y en él seguiría hasta que nuestra relación cambiara, lo que sería... nunca.

- jajajá - no pude contener la carcajada ante su fantástica conclusión sobre las francesas y mi pene, efectivamente ellas tenían un sitio privilegiado en la reacción que tenía esa parte de mi anatomía cuando hablaban, pero debo ser honestos y confesarles que Sophie era especial, yo no soy un hombre fácil d excitar o al menos no en tan poco tiempo, sin embargo esa mujer provocaba que no pusiera pensar en nada más que en ella, en su voz, su cabello, sus ojos, su cuerpo ¡Y eso que estaba cubierta por una capucha horrible! - Ay - suspiré - no pensé que me reiría tanto esta noche - tuve que confesar mientras me levantaba y volvía a recuperar mi posición inicial sentándome en el suelo - pero tienes ALGO de razón - tomé la varita que estaba a mi lado aún con su punta iluminada para poder tener entretención para mis manos, el hecho de tocar guitarra me había vuelto algo hiperactivo con las manos así que necesitaba tener algo ente las manos con lo qué poder poder jugar. Una mueca de decepción se curvó en mis labios al ver que ella nuevamente me había dado la espalda, bajé mi vista y alcé mis cejas acentuando dicha mueca, pero no hice ningún comentario al respecto, mal que mal yo me había recostado provocando que prácticamente se quedara hablando con mi pene, así que no podía juzgarla por dejarme hablando con su espalda.

Solté un ligero suspiro al ver que mi erección aún no se bajaba mientras ella volvía a hablarme, mis ojos se posaron en sus descalzos pies que tocaba el agua sin sentir frío alguno provocando que me tentara a hacerle compañía para efectuar el mismo acto, sin embargo el hecho de que me comparara con el resto de los hombres me detuvo, claramente eso dejaba en evidencia que esa era la primera vez que hablábamos, odiaba que me compraran con demás personas, fueran quienes fueran, para bien o para mal, no me gustaban las comparaciones las encontraba denigrante para algunas de las partes. Abrí mi boca para expresar mi molestia pero, nuevamente, ella fue más rápida que yo haciendo más comentario igual de mordaces que el resto provocando que una nueva sonrisa apareciera en mi rostro olvidando el percance anterior - Pedazo de carne, ¿eh? - comenté mirando su espalda que - estaba seguro - era lo único que podría observar de ella por un buen rato - No era mi intención que te sintieras así - la sinceridad nuevamente se notaba en mis palabras mientras que volvía a dejar mi varita a un lado de mi cuerpo para recostarme dejando mis manos como almohada de mi cabeza, entre estar relajado en esa posición y conversar con la espalda de Sophie, prefería recostarme, era cierto que la estaba viendo de un modo sexual, pero el respeto hacia las mujeres provocaba que me sintiera mal conmigo mismo al hacerla sentir de esa forma, todo eso era culpa de mi madre que me había inculcado valores que no se alejaban de mi ser por más que intentara no ejercerlos.

En el silencio de la noche pude sentir como ella se acercaba hacia donde me encontraba, las ganas de mirarla mientras caminaba me estaban volviendo loco, pero - en vez de eso - mis ojos siguieron pegados al cielo como si nada estuviera pasando y no fue hasta que se sentó a mi lado cuando mi mirada se desvió hacia ella, pero no a cualquier parte de su anatomía, sino que a la abertura que dejaba la capucha como consecuencia de sus piernas flectadas provocando que mis ojos volvieran a deleitarse con sus piernas y mi boca nuevamente quisiera soltar un silbido que volví a contener, lamentablemente - por más que tratara - lo que no podía contener era que mi miembro se despertara cada vez más ante sus espontáneos movimientos. Rápidamente mis ojos se posaron en su rostro cuando volvió a hablar temiendo de que me descubriera mirando con descaro sus piernas, sin embargo - con alivio - pude comprobar que sus ojos seguían posados en lo alto del cielo. Mi rostro estaba serio y mis oídos escuchaban atentos sus palabras mientras mi mente procesaba la información, todo estaba perfecto hasta que su mano comenzó a descender desde su nariz, pasando por su boca, siguiendo por su cuello hasta llegar a su pecho, tragué saliva - esta vez - sin disimular mi la excitación en mi rostro, la muchacha me estaba provocando a tal punto que ya no podía hacerme el indiferente por completo.

Sus comentarios sumado a sus actos hicieron que el deseo naciera en mí - ahora - de forma imparable - No es necesario que te arranque esa capucha para saber que quiero poseerte, Sophie - murmuré con voz ronca dejándole ver lo mucho que me había excitado, ahora mi miembro estaba completamente despierto, no erecto al máximo, pero iba en camino - quiero poseerte desde el momento en el que me aclaraste que no tenías ninguna intención en conocerme - lentamente me incorporé en el suelo quedando sentado un poco más alto que ella - eres sexy, aún con la capucha puesta, directa, lo cual me encanta, francesa, lo que te convierte en una debilidad - mientras decía cada una de esas palabras mi torso comenzaba a acercarse al de ella provocando que mi rostro también comenzara a acercarse al suyo - el único problema - susurré junto a su boca tentado a besarla con tantas ganas que apenas podía contenerme - es que como eres tierna estoy seguro que no aceptarías un ligero revolcón de una noche - mi voz - que antes se había hecho notar en susurros graves y cautivadores - ahora volvió a su tono normal mientras me alejaba de ella como si realmente no me importara o afectara nada de lo que estaba pasado - y encarcelarme en una relación tan joven no está en mis planes de vida - solté un suspiro mientras volvía a recostarme quitando mi mirada de su bendito cuerpo para volver a posarla en el cielo como si fuera un experto en tener sexo sólo por diversión.
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Mensaje por Sophie de Valois Vie Mayo 06, 2011 3:01 pm

No lograba explicarme el porqué de ese deseo por demostrarle cosas, no supe en qué momento desee excitarlo y ver que yo si lo provocaba, por más tierna dijera él que yo era. No era normal en mí el querer cosas como esta. A nadie engañaré, yo era virgen, nunca nadie me había poseído, nunca ningún hombre había pasado más allá de besos, abrazos y caricias. Por alguna razón siempre terminaban viéndome como lo que yo más odiaba, un pedazo de carne, era por eso que siempre evitaba cosas como estas, evitaba el sentirme atraída hacia alguien, prefería guardarme mis deseos a dejarme llevar por ellos. Prefería no entregarle mi cuerpo a nadie. Pero aquí estaba ahora, comprobando que este chico que me ignoraba de manera tan descarada, en realidad si me deseaba, y que su forma de tratarme solo era una máscara y seguramente lo estaba haciendo para provocarme, y malditamente lo estaba logrando.

No tuve más que girar mi mirada un poco y ver su entrepierna y comprobar que todo lo que yo había estaba dando resultado, aunque él no estaba precisamente empeñándose en negarlo. Me reconocía abiertamente que me deseaba. “Quiero poseerte desde el momento en el que me aclaraste que no tenías ninguna intención en conocerme” fueron las palabras que me hicieron ver que no era tan igual a todos, como yo creía. Los hombres a veces desistían cuando uno no les daba las cosas tan fácilmente, y eso era algo que yo odiaba. Bien, parece que Stefan quería lo que no podía poseer. ¿Qué hubiera pasado si desde un principio le hubiera mostrado mi interés? Seguramente hubiera pensando que era una fácil y yo podía ser de todo…bueno, no de todo, pero el punto es que yo nunca fui, no era y jamás seria una chica fácil. No confiaba en la mayoría de los hombres y eso mismo me hacia querer alejarme de ellos y no dejarme llevar por mis deseos.

Volvió a su postura anterior, sentándose y quedando demasiado cerca de mi cuerpo, mientras hablaba comenzaba a acercarse más a mi “eres sexy, aún con la capucha puesta, directa, lo cual me encanta, francesa, lo que te convierte en una debilidad” su rostro estaba acortando cada vez más la distancia, y yo no me alejaba. Mandaba las ordenes a mi cuerpo de alejarse, pero este simplemente no reaccionaba, como esperando el momento en que ya no habría más distancia que nos separara. Mis ojos ya no lo miraban fijamente, si no que ahora le prestaban mayor atención a sus labios, esperando desesperadamente probarlos de una maldita vez, pero nuevamente volví a mirarlo fijo y reaccionando un poco cuando menciono la palabra “problema”, casi rozando sus labios con los míos, sintiendo el calor que la excitación que le habían provocado mis palabras anteriores, emanando de su cuerpo y abrigando el mío también. “Bésame de una maldita vez” pensé “bésame antes de que mi mente domine mis instintos, mis deseos y quiera mantenerte alejado de mi” eran las palabras que mencionaba en mi cabeza justo antes de comenzara a alejarse de mí y me decía nuevamente que era tierna y eso le impedía tener un “revolcón” conmigo de una sola noche.

Quise golpearlo en ese momento por privarme de probar sus labios, por alejarse justo antes de alcanzarlo. Quise maldecirlo por creer que era tierna y no querría una noche, una sola con él. Insultarlo también por creer que este pequeño juego significaba que quería tener una relación con él. Era un juego, nada más que eso ¿Por qué iba a pensar que una noche entre los dos, luego me haría desear una relación con él? Eso era atarse demasiado, crear una debilidad que luego podrían usar en nuestra contra, en mi contra. ¿Una relación? Eso solo significaba muchas cosas malas para mí. Atarse a alguien de tal manera solo te hacia una persona débil. Lo miré nuevamente, mientras él estaba recostado como había estado antes, y entonces supe que no me importaba hacer todo contra lo cual luchaba día a día (mantener a los hombres lejos de mi), no me importaba que ese chico, al cual apenas estaba conociendo, me hiciera suya aunque solo fuera una noche. Lo deseaba con tanta intensidad que seguramente más adelante lo odiaría por hacerme perder el control así de fácil, lo odiaría porque seguramente sería el causante de mis desvelos y lo odiaría por no darse cuenta de ello, ya que si algún día lograba gustarme de esa forma que yo tanto evitaba, jamás se lo diría.

Suspiré y luego volví a llevar la mirada al cielo, rodeándonos de unos minutos de completo silencio, en los que yo me debatía entre irme de vuelta al castillo y mandar al demonio las ganas que tenía de probar todas y cada unas las partes de su cuerpo, especialmente sus labios, o quedarme y hacer como si poco me importara, hacer como si todo fuera como en un principio, en que no había tenido el mas mínimo interés en conocerlo. Opté por lo segundo, no le demostraría nada, volvería a aquella indiferencia, aunque no había nada de malo en hablarle con algo de ironía – Hay Stefan, realmente creerías que solo sería un "ligero" revolcón de una noche, créeme, sería todo menos ligero – dije alzando una ceja y ahora pescando una piedrita y lanzadola al agua – seguramente me buscarías deseando más, jajaja – solté una pequeña y ligera risa, pensando en que no solo él querría más, seguramente sería algo mutuo – o sería solo una noche, pero soñarías con eso todas y cada una de tus noches – luego negué por mi enorme ego – ok, estoy siendo muy egocéntrica ¿no? – giré la cabeza para mirarlo y sonreír de lado – aun así sabes que es verdad – volví a reír ligeramente, volviendo a mirar al cielo.

-Y solo para que lo sepas – susurré luego de otros minutos en silencio – no quiero ni lo uno, ni lo otro – ahora bajé la mirada, contemplando lo oscuro del lago – efectivamente, no me gustan los revolcones de una noche, pero no por “tierna” si no porque no soy como esas chicas que en lo único que piensan es en sexo – aunque debía admitir que no me hubiera importado perder eso tan valioso que aún conservaba, con Stefan. Sin dudas él era de esos hombres con los que incluso chicas tan reacias al amor y sentimientos parecidos a ese, como yo, querían al lado de una. No era de esos chicos que solo eran guapos, el atractivo de Stefan sin duda era su personalidad, que era lo que comenzaba, para mi completo horror, a llamar mi atención – Ni tampoco me interesan las relaciones a largo plazo. Los amores solo te hacen débil, y yo definitivamente no estoy buscando una debilidad. Aunque claro está, tú no podrías ser mi debilidad ni aunque lo quisiera – mentí un poco, era lo mejor. A parte, no le mostraría un interés que obviamente no sería mutuo, él mismo estaba diciendo que un revolcón de una noche si me daría, pero no más que eso.

Volví a suspirar, sin mirarlo y ahora agarrando una piedra pequeña, con la cual me puse a juguetear y deseando que el sueño viniera rápido a mí y usarlo como excusa para irme. Aunque estaba segura que yéndome no desaparecería aquel deseo, aquel maldito deseo que me condenaría a una lucha interna, debatiéndome entre decirle que me hiciera suya por una y miles de noches más, o mantenerlo lo más alejado que pudiera de mi, enterrando aquel deseo e ignorándolo, como hubiera hecho con cualquier hombre que se hubiera cruzado en mi camino.
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Mensaje por Stefan V. Dunst Mar Mayo 10, 2011 1:40 pm

Cerré mis ojos para poder disfrutar más del momento de relajación... okey, no, los cerré para que no se desviaran a Sophie y siguieran tentándose como lo habían hecho desde que había llegado al lago, mientras una sonrisa se formaba en mis labios para luego dar paso a una gran carcajada ante sus palabras, me causaba demasiada gracia lo alto que estaba el autoestima de la chica y por sobre todo lo cierto que eran sus palabras, las ironías de la vida siempre me habían sorprendido y encantado a la vez, era genial poder ser victima de las vueltas que ésta daba. Abrí mis ojos lentamente mientras dejaba escapar un gran suspiro de mis labios al momento en el que ella hacía su pregunta totalmente retórica, egocéntrica era poco comparado con lo que estaba haciendo, prácticamente se estaba vanagloriando de su experiencia sexual lo que provocó que - mentalmente - me retirara de la posibilidad de tener relaciones sexuales con ella alguna vez, obviamente quedaría como un completo inexperto a su lado y, a juzgar por su personalidad, le daría pase libre para que se burlada de mí de por vida - acabas de ganarte el premio a la mujer más egolatra que he conocido en mi vida - sonreí posando mi mirada en su rostro - me gusta.

No hice más comentarios al respecto, no quería quemarme con mis palabras, lo más probable era que realmente me quedara deseando más, pues era obvio que era toda una experta en la materia, pero no por eso tenía que hacerle saber que era cierto lo que estaba diciendo, no me gustaba incrementar el ego de los demás, me gustaba que los demás incrementaran el mío... aunque a estas alturas Sophie ya se estaba catalogando como única en su especie, nunca cantes había tenido una conversación tan abierta acerca de este tema con alguien que recién estaba conociendo, especialmente con ese tono de burlesco con el que lo estábamos haciendo, realmente era agradable discutir con la pequeña francesa.

Lentamente arqueé una ceja mientras comenzaba a despegar mi espalda del suelo para poder sentarme a su altura con el fin de observarla mejor, creo que lo que acaba de decir era la primera verdad totalmente honesta y si ningún ápice de sarcasmo que se había dicho en toda la noche, así que merecía mi atención. Era interesante saber que a la chica, con la que había estado hablando de sexo por más de diez minutos, realmente no le importaban los temas superficiales o físicos, creo que se había ganado algo de mi respeto y curiosidad... ¡OH, está bien! También parte de mi interés.

Escuché sus últimas palabras y guiado por algo que desconocía completamente mi mano se fue hasta su cabello, que bailaba al compás del viento, para poder retirarlo de su rostro y así poder apreciar su perfil de mejor manera, ¿a quién quería engañar? Lo quisiera o no, de forma consciente o no, le subiría el ego a esa mujer, porque a pesar de que no la conociera de absolutamente nada, me había provocando lo que no pensé que pudiera llegar a sentir hasta dentro de mucho tiempo más, y mucho menos después de haber tenido semejante pesadilla... encontrar a Sophie esa noche había sido un salvavidas que no estaba dispuesto a soltar, al menos no todavía - Eres más directa de lo que imaginé en un principio, Sophie - susurré muy cerca de su oreja, no porque quisiera tentarla, sino porque simplemente mi rostro estaba cerca del suyo - Yo tampoco quiero una debilidad. Te mentiría si te asegurara que tú no eres la mía, porque no te conozco lo suficiente como para asegurarlo -lentamente mi mano se posó en su pequeña barbilla provocando que girara su rostro para que mi mirada se perdiera en la de ella - pero sí te puedo asegurar que tuve que ocupar todo mi auto control para no besarte hace unos momentos y no me queda lo suficiente como para resistirme esta vez - murmuré mientras bajaba mi mirada hacia sus labios sintiendo como la boca se me secaba pidiendo a gritos que la juntara con la de ella... y así lo hice.

Capturé la boca de Sophie en un solo movimiento al mismo tiempo que mi mano se enredaba en sus cabellos tomando con seguridad la parte de atrás de su cabeza para poder acercarla más a mí sin darle opción a escapar, si quería después podía golpearme a gusto, pero no dejaría que me evadiera dejándome con la duda de de a qué sabían sus tentadores labios. Lentamente la obligué a abrir su boca con mi lengua para luego penetrar su húmeda cavidad con ella explorando cada rincón con más avidez de lo que había pensado que lo haría, mi respiración estaba comenzando a agitarse, el aire me comenzaba a falta, pero no me importaba... en lo único que podía pensar era en que no me quería despegar de sus labios aunque la mismísima directora apareciera en el lago en ese preciso momento.

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Mensaje por Sophie de Valois Lun Mayo 16, 2011 8:08 pm

Luego de todo lo que dije, seguí mirando hacia el lago y jugando con una pequeña piedrecita, mientras era completamente consciente de que ahora él estaba sentado, muy cerca de mí. Mi primera reacción fue tensarme cuando Stefan acercó su mano hasta mi cabello pero me relajé rápidamente cuando delicadamente lo retiró de mi rostro. Solo suspiré, ocultando la leve sonrisa que se formó en mi rostro y seguí mirando el agua y lo tranquilo que estaba todo. Se me hacía un poco extraño que pudiera estar tan calmada en compañía de alguien a quien apenas conocía, pero por alguna inexplicable razón, no me molestaba que él estuviera tan cerca ni tampoco estaba incomoda pensando que invadían mi espacio. Quizá en algún momento lo sentí, era normal ¿no? Siempre que alguien interrumpía mi calma y también mi espacio personal, me ponía algo, discretamente, inquieta y lo primero que hacía era demostrar mi descontento y lanzar miradas frías con la clara intensión de que quería que me dejaran sola. Lo había hecho con Stefan y él tan tercamente se había reusado en largarse. Quizá fue ese el detalle que me hizo sentir curiosa sobre él, quizá fue ahí donde comencé, inconscientemente, a sentir que no me molestaba su presencia.

Suspiré casi inaudiblemente cuando habló cerca de mi oído e inconscientemente cerré los ojos, disfrutando solo del timbre de su voz y del frio aliento que salía de su boca, que al haber tan poca distancia entre ambos, lograba sentir casi como si estuviera rosando mi rostro. Giré mi cara y lo miré, no sonriendo ni tampoco de una forma cortante, como había estado tratando de comportarme – Definitivamente lo soy. No me gusta irme con rodeos ni por las ramas o como sea que lo digan los demás. Eso no va conmigo – murmuré suavemente. Podía ver, ahora que lo miraba a la cara, lo cerca que estábamos, un movimiento en falso y no habría absolutamente ninguna distancia que separara sus labios de los míos – Y en eso no pareces ser muy diferente a mí. Desde el principio has sido muy directo, y eso definitivamente es algo que rescato en las personas que se acercan a mi – eso era cierto, ser directo mostraba un poco más de sinceridad en las personas, no se tardaban tanto en inventar alguna falsa excusa o cosas como esas. Aunque también podía significar ser una experta en la mentira, no titubear antes de decir una falsedad o que se yo. Si, bien, era algo desconfiada, pero no pude asociar la palabra mentira, con Stefan, ¿Por qué? No tenía ni la menor idea, no lo conocía lo suficiente como para darme una opinión como esa, sobre él, pero era lo primero que pensaba y prefería dejarlo así, al menos por esta noche.

Volví a girar mi rostro, clavando la mirada en el oscuro horizonte, pero no dejé de prestar atención a sus acciones y sus palabras. ¿Podría convertirme alguna vez en su debilidad? ¿Ser yo aquella persona que utilizaran para acabarlo o incluso yo misma aprovecharme de lo que podía provocar en él? No, no le veía mucho sentido a eso, simplemente no me imaginaba controlándolo a él a mi antojo, Stefan era diferente, eso mismo comenzaba a atraerme de él. La única forma en que él fuera mi debilidad y yo la suya, era que alguna vez llegáramos a gustarnos de una forma única, inexplicable, de una forma que no le hiciera caso a la razón. Si…solo entonces, porque si yo le hacía caso a mi lado racional, ni siquiera me acercaría a él, no lo dejaría jugar con mis sentidos que me gritaban desesperados pidiendo por un poco de él. Si le hiciera caso a la razón no permitiría siquiera esa cercanía. Si, la razón parecía haberse perdido en este punto de la noche – no estoy del todo segura si me molestaría o no que fueras tú, precisamente tú, mi debili…- me detuve de golpe al darme cuenta que no lo estaba pensando, que acaba de decirlo en voz alta y seguramente me había escuchado.

En ese momento, justo cuando él tomó mi barbilla y me hizo girar el rostro para mirarlo a los ojos, supe que esta noche no le haría caso a la razón ni a mi cabeza. Mi cuerpo lo podía a gritos, algo mucho más que mi cabeza, algo mucho más profundo dentro de mi pedía por él, por probar sus labios, y mientras él me hablaba del poco autocontrol que le quedaba en lo único que pensaba yo era que solo esta vez, quería perder mi propio control – no importa Stefan…no sé cómo ni porque, pero en este preciso momento, en lo último que tengo cabeza para pensar, es en el autocontrol…- no pude seguir hablando, porque justo entonces pasó lo que tanto había estado esperando, sus labios tocando los míos.

Algo dentro de mi cabeza se activo, una especie de alarma que me ordenaba alejarme inmediatamente antes de que ese beso me consumiera los sentidos, pero sabía, muy en el fondo, que esa lucha la había perdido esta vez. Algo en mi pecho se reía por haber triunfado sobre mí y haber dejado que él me besara. Quizá más adelante me arrepentiría, quien sabe, pero en este momento de lo único que era consciente, era de sus labios, del sabor de sus besos y de lo mucho que, sin saberlo, los había extrañado. No entendí porque parecía estar afirmándome para evitar que me alejara ¿es que yo le había dado indicios de que no lo dejaría besarme? Probablemente era lo que cualquiera pensaría que yo haría, pero como ya había pensado antes, mi autocontrol y mi razonamiento se habían esfumado y ahora deseaba desesperadamente seguir probando sus labios, abriendo los míos, dando paso a su lengua, dejando que me explorara mientras yo hacía lo mismo con él, simplemente quería asegurarme que cada rincón de su boca sabia igual de bien. Llevé mis manos hasta sus mejillas, queriendo sentir la piel de su rostro contra mi piel, mostrándole igual que no pretendía alejarme, que quería seguir con ese intenso primer beso, que sus labios podían realmente llegar a ser parte de mi debilidad por él…pero entonces nuevamente esa alarma en mi cabeza volvió a reaccionar *¿Cómo es posible que pierda el control con un solo beso?* pensé mientras continuaba besándolo tan intensamente, como si en ello se me fuera la vida, como si ese fuera a ser la única vez que probaría sus labios y solo por eso debía disfrutarlo al máximo.

*No, no, esto no está bien* pensé y usando toda mi fuerza de voluntad para llevar mis manos hasta sus hombros y detener aquel beso tanto quería continuar. Pero a pesar de haber tenido la fuerza para dejar de besarlo, no tuve la fuerza para alejarme de él. Mis labios casi rosaban los suyos, mi respiración no lograba tener un ritmo normal, demasiado agitada después de ese momento No lo entiendo – susurré, mas para mí que para él, porque no lo entendía ¿Cómo podía ser tan difícil para mí alejarme y caminar lejos de él? No lo sabía, pero ahí estaba, casi tocando sus labios y muriendo por probarlos de nuevo. Lo miré a los ojos y fruncí levemente el ceño – te odio – volví a susurrar, levantando mi mano izquierda y rozando suavemente con la yema de mis dedos, sus labios – te odio por ser tan malditamente irresistible – ahora llevando mi mano a su mejilla – y me odio a mi por estar diciéndote esto, va completamente en contra de mi – dije aun sintiendo su aliento cerca del mío – pero… - con mucha dificultad desvié la cara, mirando ahora hacia el agua, sin saber qué hacer, esperando a ver qué hacia él.

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Mensaje por Stefan V. Dunst Mar Mayo 17, 2011 5:59 am

Mi mano lentamente dejó de apretar su nunca al darme cuenta de que la muchacha no tenía intención de golpearme o salir arrancando sino que, muy por el contrario, me respondía el beso con la misma intensidad con la que yo lo hacía. Sin pensar en consecuencias, autocontrol o el simple hecho de que apenas la conocía, dejé que una de mis manos comenzara a descender por su espalda recorriéndola por completo hasta acomodarse en su cintura mientras que la otra yacía en su mejilla cerciorándose de que el beso continuara tal cual como hasta ahora, no pasó mucho tiempo antes de que mi lengua se rozara con la de ella provocando que mi respiración se hiciera cada vez más agitada, mis hormonas se revolucionaran más de lo que ya lo estaban y mi deseo de rozar su piel me matara por dentro, definitivamente esto se me escaparía de las manos si es que no hacía algo al respecto, pero ¿a quién quería engañar? Quería hacer todo con Sophie menos detener el beso.

Suavemente sentí como sus manos se posaron en mi hombros provocando que el beso se detuviera lentamente dejando nuestras frentes pegadas una a la otra sin más sonido que nos rodeara que nuestra respiración algo agitada. Abrí mis ojos lentamente para poder observar su rostro, sus ojos, algo que me indicara el por qué se había detenido, aunque de una forma u otra, consciente o inconscientemente sentía que ya lo sabía. Respiré profundamente y solté un gran suspiro al escuchar su "Te odio" en un susurro apenas audible mientras sentía la yema de sus dedos sobre mis labios, de forma instantánea cerré mis ojos para poder disfrutar de su caricia mucho mejor mientras que a momento sacaba, a penas, la punta de mi lengua para poder acariciar un poco sus dedos o simplemente depositaba suave besos en ellos, tratando de hacer todo lo posible para que mi mente procesara sus palabras, las cuales entendí a la perfección, ¿cómo podría no entender lo que era mi mismo dilema?

Abrí mis ojos nuevamente para encontrarme con los de ella mientras que su mano pasaba de mis labios a mi mejilla. Yo seguía en la misma posición que antes, sólo que ahora con amabas de mis manos en su cintura, permitiéndole que pudiera mover su rostro a gusto. Solté aire sin poder contenerme al mismo tiempo en el que ella pronunciaba su dichoso "pero" para luego volver a mirar al lago sin apartarse un milímetro de mí, esto definitivamente se me estaba yendo de las manos, pero ya no en el sentido físico... sino que en el emocional, lo que era mucho más preocupante que la parte anterior, nunca me había enamorado, jamás en mi vida, de hecho ni siquiera pensaba en hacerlo alguna vez, por lo que, estaba seguro, no sabría cómo reaccionar si es que llegaba a pasar y, definitivamente, esperaba que no me pasara con la hermosa castaña.

- ¿Pero qué, Sophie? - susurré en un sonido apenas audible sin querer soltar su cintura observando su perfil en todo momento - Estamos en la misma posición, no te odio, pero sí me molesta que me hagas sentir cosas... que no debería sentir hacia una completa desconocida, pero ¿qué se supone que debo hacer? - a duras penas llevé una de mis manos a su mejilla para hacer que me mirara mientras que la otra seguía cautivada en su cintura - ¿Quieres que me vaya y pretenda que nada ha pasado? ¿Que no existes? - mis ojos penetraron los suyos con más intensidad de la que pensé que lo haría, sentía como si me quemaran, pero aún así no desvié la mirada - Pídemelo y lo haré, pretenderé que nada ha pasado, frente a los demás, frente a ti, si así lo deseas... pero no me pidas que me mienta a mi mismo, porque no lo haré - mis ojos se desviaron hacia su boca sin poder contenerse, la deseaba y estaba seguro de que eso ya no cambiaría - te deseo y, francamente, no creo que alguien pueda cambiar ese hecho - no sabía qué más decirle, ¿en qué momento la discusión se había vuelto en... esto? ¿En qué momento la hostilidad se había vuelto en deseo? Y por sobre todo, ¿en qué momento me había ablandado lo suficiente como para tratarla con la delicadeza que se merecía sólo alguien a quien conocía de antemano? ¡Ni siquiera sabía si toda su sangre era pura! ¡Demonios! Malditos fueran sus ojos y su voz que me habían dejado atrapado desde el principio...
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Mensaje por Sophie de Valois Mar Mayo 17, 2011 3:36 pm

¿Por qué se me estaba haciendo tan difícil evitar que nuevamente nos besáramos? ¿Por qué moría por volver a mirarlo de frente y dejar que atrapara mis labios con los suyos? Todo estaba siendo muy confuso para mi y había muchas preguntas en mi cabeza para las cuales no tenia respuesta, así que solo me dispuse a dejar mi mirada clavada en el lago. Mentiría si digo que me fue fácil, que no era consciente de su cuerpo junto al mío y que solo sería necesario girar mi rostro para nuevamente continuar lo que con tanta dificultad había detenido. Y Stefan no me lo hacía más fácil al susurrar cerca de mi oído. “¿Pero qué?” había sido su pregunta luego de mi última palabra. Sinceramente ni yo lo sabía. ¿Qué podía decirle? Estaba tan confundida que no sabía qué hacer, que decir, besarlo o no, seguir con lo que estábamos comenzando hace unos minutos atrás o detenerlo antes de que terminara por arrepentirme. ¿Qué pasaba si seguía besándolo y luego sus labios, él entere, se hacían un vicio para mí? Porque muy en el fondo y aunque me costara admitirlo, él si se convertiría en un vicio absoluto para mí. Yo sabía lo que pasaría, Stefan se convertiría en esa maldita debilidad que yo tanto estaba evitando tener y en este mundo en el que yo vivía, rodeada de mortifagos y magos tenebrosos, una debilidad era un arma que los mismos que se hacían llamar tus aliados, usaban contra ti. Todo lo bueno que uno tenía luego lo usaban para hacerte débil, para manipularte. Lo último que necesitaba en este momento era una persona que pudieran usar para controlarme. No dejaría que Stefan se convirtiera en mi fin, no podía permitirlo – Pero nada Stefan, simplemente no estoy para estos juegos – murmuré, esperando que no se notara la mentira en mis palabras. Mentira porque esto había dejado de ser un juego en el momento en que sus labios tocaron los míos, no, incluso antes, al darme cuenta que lo deseaba tan intensamente que no me importaba mandar todo al demonio por una noche. Cerré mi boca cuando él siguió hablando y solo suspiré, escuchando sus palabras.

¿Qué debía hacer? Sus palabras me comprobaron que quizá él estaba igual de confuso que yo. Cielos, y él estaba molesto porque yo le estaba haciendo sentir cosas que no debería ¿Qué quedaba para mí? Había llevado mi vida siempre en un absoluto control, jamás dejaba que pasara algo que yo no deseaba o me había controlado cuando había deseado algo, pero ahora él me estaba descolocando completamente, haciendo que perdiera el control, logrando que lo deseara con desenfreno – No te odio…solo tengo rabia Stefan, no puedo creer que esté actuando de una forma que va tan en contra de mi. Te culpo de ello – murmuré, soltando una muy ligera risa por culparlo en algo que ambos teníamos culpa - ¿Qué debes hacer? No puedo responderlo, justo ahora ni yo se que debo hacer – suspiré con algo de frustración.

En cuanto llevó una de sus manos hasta mi mejilla, atrayendo mi mirada, cerré los ojos, sintiendo el roce de su mano con mi piel, para luego abrir los ojos y clavarlos en los suyos justo cuando me preguntaba si quería que se fuera. *¡¡NO!!* gritó algo dentro de mí, pero la razón estaba ganando y aceptaba con una sonrisa aquella propuesta. Todo eso en mi interior ¿y mi exterior? Hubiese pagado por ver mi cara en ese momento, por saber que expresión tenía mi rostro, ¿estaría mostrando en mi cara, en mis ojos, que no quería que se fuera? ¿o en cambio estaba reflejado en mi mirada ese miedo a lo que podía llegar a sentir, mostrando finalmente que prefería que olvidáramos ese momento y hacer como si no nos conociéramos? Y aún faltaba que dijera que era lo que quería – Yo… - no terminé de hablar ¿Qué podía decirle, si ni yo misma estaba del todo segura? Casi por inercia volví a levantar mi mano y posarla en su mejilla, como había hecho momentos antes. Sería tan fácil decirle que si, que se fuera y que hiciera todo aquello que estaba diciendo, pero las palabras simplemente no salieron de mis labios.

Te deseo y, francamente, no creo que alguien pueda cambiar ese hecho” En cuanto dijo aquellas palabras clavé mis ojos en los suyos y estaba segura que en ese momento mi mirada era realmente intensa – Cuantas veces me dijeron que me deseaban y jamás me sentí así como me siento ahora – murmuré tan fugazmente, deseando no haberlo dicho en voz alta y evitar así, que él me escuchara. Acaricie su mejilla, siguiendo con mis ojos el camino que mi mano recorría hasta su cuello, para finalmente volver a mirar sus labios, acercándome a ellos y rosándolo suavemente con los míos. Tan suaves, tan perfectos que parecían hechos para que mis labios lo besaran – deseo…qué poca importancia le tomé a esa palabra todo este tiempo – susurré contra sus labios justo antes de dejar de rozarlo para besarlo nuevamente, abriéndome paso hacia el interior de su boca y volver a probar su exquisito sabor, sintiendo mi respiración agitarse como había ocurrido antes y deseando más de él, queriendo probar cada parte de su cuerpo con el solo roce de mis labios y manos, y entonces cuando el beso volvía a hacerse intenso, detuve de golpe el movimiento que mis labios hacían contra los suyos, sin separarme nuestras bocas, pero sin besarlo tampoco.

Lentamente separé nuestros labios, posando mi mejilla contra la de él mientras mi mano acariciaba suavemente su cuello. Cerré los ojos y me di mi tiempo para dejar grabado en mi recuerdo lo suave de su piel, su olor que me extasiaba y aquel beso que sin dudas, jamás olvidaría – te deseo, como no tienes idea, te deseo – susurré, aun con nuestras mejillas juntas, hablando tan cerca de su oído que me escucharía aunque hablara con el más bajo de los tonos – te deseo tanto que me da una rabia que jamás había sentido – detuve mis palabras para darme nuevamente unos segundos para sentir el calor tan acogedor que emanaba de su cuerpo, para embriagarme de su esencia – rabia por no ser capaz de soportarlo – suspiré, con un claro lamento salir de mi – no estoy acostumbrada a las emociones fuertes, emociones que en este preciso momento estas provocando en mi, Stefan – no entendía como había estado tan ciega a algo obvio, seguramente desde el principio me di cuenta de algo y solo quise hacerme la ciega. A pesar de no conocerlo como se debía, tenía muy claro que Stefan era todo a lo que yo tanto temía, solo alguien como él, completamente único, lograría lo que nadie mas había conseguido, enamorarme completa y absolutamente, convertirse en mi más grande debilidad ¿Cómo lo sabía? Era inexplicable, pero lo sabía. Así como también sabía que no podía permitirlo y antes de llegar a esos extremos, debía alejarlo de mi – esto es más de lo que puedo soportar – dije justo antes de comenzar a alejar mi rostro del suyo y mirarlo de frente – Vete Stefan…olvídate de esta noche, olvida que nos besamos y por sobre todas las cosas, olvídate que existo, porque eso precisamente es lo que yo voy a hacer – mentí descaradamente, esperando haber sido lo suficientemente convincente con lo último que dije ¿Olvidarlo yo? Ese beso, sus labios, su aroma, su piel, atormentarían mis sueños todas y cada una de mis noches – Vete…- dije finalmente, bajando la mirada y la mano que con tanta dificultad alejé de su cuello, esperando que al volver a levantar el rostro, él ya no estuviera. Era lo mejor, para los dos.
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Mensaje por Stefan V. Dunst Mar Mayo 17, 2011 4:18 pm

Mis ojos seguían clavados en los de ella esperando una respuesta, necesitaba que fuera sincera conmigo así como yo lo estaba siendo con ella, no me gustaban las mentira, por algo adoraba los juegos de palabras, adornar la frase para que el interlocutor se sintiera confuso, pero jamás lanzar una mentira directa y en este corto tiempo ella me había demostrado que era igual, por lo que ciegamente creí en cada una de las palabras que salieron de su boca, partiendo por el "Pero nada, Stefan". Solté un nuevo suspiro y desvié mi mirada para que no pudiera ver lo que me estaba provocando su rechazo, de seguro confusión, rabia, frustración y deseo estaba mezclado en mi mirada, por lo que era mejor que esos sentimientos solo fueran reservados para mi mente, no quería que notara que, a pesar del poco tiempo que llevábamos hablando ya me había vuelto vulnerable a ella.

Lentamente comencé a soltar su cadera para poder separarme un poco de ella sentándome correctamente con mis manos apoyadas en mis rodillas mientras mantenía mi expresión pensativa sin pronunciar palabra, ¿qué más podía decir que no hubiera dicho ya? No me gustaba ser repetitivo, era como tratar a la otra persona de tarada o estúpida al creer que no entendía todo a la primera. Sonreí levemente al escucharla culparme por como se estaba sintiendo, no porque me estuviera riendo de ella, sino porque me pasaba exactamente lo mismo, no iba en contra de mi forma de ser coquetear con las mujeres, pero si lo era hacerlo con alguien que a penas conocía y mucho más el sentir algo tan intenso por alguien que... Demonios ¡A penas habíamos cruzado palabra!

Sin poder evitarlo volví a mirarla directamente a los ojos cuando un "yo" salió de sus labios, su mano volvió a acariciar mi mejilla y de inmediato posé mi mano sobre la de ella, no quería que se apartara de mí, no quería que me dijera que me marchara, prefería comer sapos antes de irme de ese lugar sabiendo que no era lo que ambos queríamos, podía ser que su mirada me dijera una cosa, pero su cuerpo y ojos me decían otra cosa muy distinta ¿a quién debía creer? ¿ a cuál debía obedecer? ¡¿Por qué mierda las mujeres eran tan complicadas?! Lentamente separé mi mano de la ella mientras abría la boca para responder a su comentario, no me importaba cuantos hombres le hubieran dicho que la deseaban ¡Demonios! En este instante los mataría a todos solo por darse el lujo y cometer el atrevimiento de mirarla, sin embargo no pude reaccionar pues su mano descendió en una leve caricia hasta llegar a mi cuello para luego su rostro acercarse al mío permitiendo que nuestros labios se volvieran a rozar, pero en una suave caricia, nada comparado con el anterior, sin embargo apenas ella terminó de hablar capturó mi boca, ELLA CAPTURÓ mi boca intensificando el beso, el hecho de que ella hubiese tomado la iniciativa realmente me ponía contento.

Sin perder tiempo una de mis manos se fue a su mejilla mientras que la otra se acomodó en su cintura para poder intensificar más la unión de nuestras bocas, mi lengua no tardó en hacerse paso en su cavidad explorándola nuevamente demostrándole lo mucho que la había extrañado, mi respiración golpeaba su rostro con fuerza al volverse cada vez más y más agitada y mis sentidos se olvidaban de todo al rededor concentrándose sólo en ella y nadie o nada más. Poco a poco sentí como el beso llegaba a su fin y me hubiese gustado gritar en señal de protesta, no quería que acabara, no quería que el tiempo corriera, sólo me quería quedar junto a ella y cautivarla hasta que no le quedara otra que darse cuenta que ya no había vuelta atrás en esta situación, sin embargo no hice nada y dejé que se alejara de mí para luego fundirla en un fuerte abrazo, mis manos no tardaron en rodear toda su diminuta espalda mientras que su mano acariciaba mi cuello y nuestras mejillas hacían contacto. Sin poder evitarlo me acerqué un poco más a la curva de su cuello sin querer soltarla apretándola con más fuerza aún como si en cualquier momento su cuerpo se fuera a desvanecer en el aire mientras que escuchaba sus palabras.

Cerré mis ojos con fuerza mientras que mi nariz inhalaba su olor sintiéndome el hombre más frustrado del planeta, sus palabras me dejaban en claro que vendría un pero, estaba seguro que me pediría que me fuera, después de ese beso, después de darme esperanzas me estaba cortando las alas sin compasión alguna, ¿debería eso indicarme de que tenía que alejarme de ella? ¡Por supuesto que si! ¿Pero lo haría? Era obvio que no. Lentamente sentí como volvía a alejarse de mí para mirarme directamente a los ojos y pronunciar las palabras que tanto m temía y, peor aún, con una frialdad que no sabía si creer - Está bien - ¿Realmente estaba bien? ¡ABSOLUTAMENTE NO! Pero me había dañado el orgullo, mi ego... no me seguiría arrastrando, al menos no por esa noche, era obvio que no la podría olvidar, pero ¿qué opciones me quedaban? - Como quieras - me resigné.

Lentamente la liberé de mi abrazo y me levanté con un sólo movimiento para luego mirarla desde arriba - Adiós, Sophie - la miré por última vez par luego dar media vuelta y caminar hacia el barco, definitivamente ahora si que no podría dormir.
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Mensaje por Sophie de Valois Miér Mayo 25, 2011 5:50 pm

Esperé impaciente a que hablara mientras él seguía estrechándome en un abrazo porque el que mataría por poder recibir todos los días. Me sentía tan malditamente bien entre sus brazos que por dentro rogaba a que se resistiera a irse, imploraba porque no hiciera caso a las palabras que yo había dicho tan en contra de todo mí ser. Sabía que estaba actuando mal, sabía que si no quería que se alejara de mi, debía impedir que se fuera ¿pero cuando había hecho algo bien solo porque era bueno? Jamás, yo me movía según lo que me convenía y en estos momentos tener a este chico cerca definitivamente no era lo más conveniente, ni siquiera sabía quién era aparte de que se llamaba Stefan. Que difícil era luchar contra lo que realmente deseaba.

Finalmente dijo lo que no quería escuchar ¿Tan fácil había sido convencerlo? ¿Tan pronto mis palabras fueron suficientes para que él decidiera alejarse de mí? Seguramente había sido convincente y eso estaba bien ¿no? Estaba bien si lo veía por el lado que me convenía, pero si lo veía desde otra perspectiva, si lo veía como alguien quien acaba de correr a quien sabía necesitaría desesperadamente más adelante, estaba mal, absolutamente mal. “Como quieras” dijo, justo cuando yo volví a levantar la mirada. ¿Y lo que él quería? ¿Porque toda la noche me ignoró cuando yo quería que hiciera algo y hacía lo que él quería, y ahora me hacía caso así de fácil? ¡¡Maldito Stefan!! Maldito por hacerlo así de sencillo, maldito por no luchar aunque fuera un poco, por no intentar hacerme dudar aunque fuera unos segundos.

Que ilusa había sido. Muy en el fondo, había tenido la pequeña esperanza de que si él se negaba a alejarse, terminaría por rendirme y pedirle que se quedara a mi lado aunque solo fuera por esa noche. ¿Pero porque él iba a hacer eso? Era ridículo ¿no? Nos conocíamos muy poco, por no decir que prácticamente no nos conocíamos ¿Por qué iba a querer luchar aunque solo fuera un poquito por una desconocida y por solo una noche? Debería reírme de mi misma por haber creído que algo así podía ocurrir *Que estúpida Sophie* pensé para mis adentros.

*¡¡Te odio Stefan!!* pensé en el momento en que sentí como aflojaba su abrazo y comenzaba a pararse *demonios, maldito…* sabía que él no tenía la culpa, después de todo yo misma le había dicho que se fuera, que se alejara de mi y que se olvidara que existía, aún así sentía rabia, mucha rabia porque aceptara así de fácil – Adiós…Adiós Stefan – murmuré mirándolo a los ojos, de forma fría y seguramente sin ningún tipo de expresión en el rostro. Se me daba muy bien ocultar mis emociones.

Lo vi alejarse mientras algo dentro de mi me decía que no fuera tonta, que lo siguiera, que seguramente una sola noche en compañía de él no me harían ningún mal. Pero ya era tarde, yo jamás retrocedía, jamás me retractaba de lo que se supone que quería. Quizá esta noche hubiera hecho una excepción, pero con lo fácil que se le hizo a Stefan alejarse, no sería yo quien evitara que esta noche se acabara tan pronto. Suspiré al mismo tiempo que veía que se perdía en la noche, deseando con todas mis fuerzas tener el valor de pararme y correr para detenerlo, pero muy consciente de que a veces era una cobarde y que así me comportaría ahora mismo, como una maldita cobarde.

Me paré y nuevamente me acerqué a la orilla, volviendo a mojar mis pies y deseando poder olvidar esta noche y a Stefan también – te odio por haber aparecido frente a mi – suspiré, agarrando una piedra y lanzándola al agua – te odio por no ser como el resto de los chicos – sonreí débilmente, pensando que si fuera como cualquier otro, jamás hubiera prestado atención a su presencia, jamás hubiera deseado acercarme a él y jamás hubiera querido con tanta intensidad que me hiciera suya aunque solo fuera una noche – a quien engaño, me odio a mi por haber sido tan débil ante un desconocido – volví a reír sin alegría y comencé a caminar hacia el bosque, esperando encontrar un poco de adrenalina y olvidar por un buen rato a ese condenado Durmstrang que se le había ocurrido aparecer en mi maldita vida.

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Mensaje por Albus S. Potter Dom Mayo 29, 2011 2:09 pm

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