Volar {Erick Bohan}

La tarde del sábado transcurría mucho más rápido de lo que el esperado día había tardado en llegar. Había pasado la mañana terminando los deberes de Defensa contra las Artes Oscuras, para una vez que mandaban algo teórico en esa asignatura, no iba a dejarlo sin hacer. Después había estado comiendo, disfrutando de la excelente concina de unos Elfos Domésticos a los que cada día tenía más aprecio, benditas fueran sus habilidades culinarias, no había probado mejores postres en mis dieciséis años de vida. Para cuando había querido darme cuenta, ya pasaban las cuatro de la tarde, y la mitad de mi amado sábado se había esfumado.

Dado que había amanecido un día relativamente poco nublado, que no es poco a estas alturas del año en Gran Bretaña, me decidí a sacar la escoba e ir a volar un rato por el Campo de Quiditch. Algo que me encantaba de Hogwarts era la tradición que tenían para con este deporte mágico. En Beauxbatons pocas eran las valientes que se atrevían a subir sus delicados cuerpecitos en una escoba, mientras que aquí, los equipos tenían varios reservas en cada puesto.

Crucé los terrenos del castillo, por los que ya comenzaba a moverme sin miedo a perderme, a paso rápido. Vestía con ropa muggle, como solía hacer los findes de semana, pero no era mi elegante ropa habitual. Como iba a jugar volar, unos tacones no eran el calzado más adecuado, así que me había puesto unas botas de cuero marrón, que llegaban algo por encima del tobillo, y se ataban fuertemente con unos finos cordones. Unos simples vaqueros claros, algo desgastados, y una camiseta de manga corta negra, bajo una sudadera clara, eran o único que vestía.
Al llegar al campo, apollé un segundo mi Saeta de Fuego (que a pesar de ser un modelo bastante antiguo, era de los mejores que se habían hecho nunca) en las gradas y me recogí el pelo en una alta coleta, para que no me molestara. Dí una fuerte patada al suelo y todo quedó atras.

Como cada vez que volaba, dejando atrás el suelo también dejaba atrás mis preocupaciones, mis penas y mi pasado. En el aire solo estaba yo, la velocidad y la revitalizadora frescura del cielo. No sé cuanto tiempo pasé así, sobrevolando el campo de Quidditch sin seguir un recorrido establecido, simplemente disfrutando de esa refrescante sensación. Cuando sentí que ya era hora de volver a la realidad, comencé a descender lentamente, hasta posarme justo en el borde a las gradas. De un agil salto, caí en el pasillo que había entre una fila de asientos y la anterior, y me dejé caer en uno de los asientos de madera. Seroplé y dejé la escoba en el suelo, mientras sentía mi agitada respiración. El ejercicio físico al que, desgraciadamente, ya no estaba tan acostumbrada me hizo sudar, y me quité el jersey a causa del calor, a pesar de poder cogerme un catarro.

Me percaté de que había un chico sentado en la fila de sillas que tenía detrás, y me pregunté si le habría molestado mi teatral entrada. Como no era mi estilo disculparme, decidí entablar conversación con el, como si tal cosa.

-¡Eh!-exclamé, para llamar su atención.-¿Disfrutando del espectáculo?-pregunté, sin referirme a mi vuelo, si no en general a la gente que había entrenando en el campo.

Sonreí cuando me respondió, aunque su tono sono algo frió. Alcé una ceja cuando mencionó lo del futbol y deduje que el chico debía tener ascendencia muggle. Aquello, en cierto sentido, suponía un alivio, pues no tendría que preocuparme de que se tratara de uno de esos proyectos de Neo Mortífago con delirios de grandeza e intentara matarme a la primera de cambio.

-¿Futbol, eh?-repetí.-Nunca me ha terminado de gustar ese deporte... Es muy sucio.-añadí, y procedí a explicarme.-Supongo que a bajo nivel está bien, pero parece que para ser profesional tienes que convertirte en un tramposo.-comenté, refiriéndome a lo teatreros que podían llegara a se los jugadores de futbol con respecto a las faltas y las lesiones.

Sonreí de nuevo, cuando se refirió a mi Saeta. Me giré momentaneamente para mirarla con cariño, apollada a mis pies, antes que a mi esa escoba perteneció a mi difunto hermano.

-Me halagas.-dije.-Y sí, soy de las novatas.-añadí, respondiendo a mi pregunta.

Escuché su deducción, y elevé una ceja. No estaba mal, se notaba que era un chico observador, y rápido de mente, pues de ninguna otra forma podía haber atado tantos cabos tán rapido, ordenando los excasos datos que tenía sobre mi para poder deducir aquello.

-No, no te equivocas.-dije.-Soy de Beauxbatons. ¿Acaso no se me nota el acento?-añadí, bromeando.

Le miré un segundo a los ojos, repasando la información que tenía yo sobre las casas de Hogwarts. Porque sí, tenía que ser a la fuerza de Hogwarts, Beauxbatons quedaba descartada por razone obvias, y ningún alumno de Durmstrang podría haberse acostumbrado tan rápido a Hogwarts como para saber toda aquella información. Recordé que Slytherin era la casa de los sangre pura por excelencia, así que la descarté automáticamente. Me quedaban tres: la de los trabajadores, la de los valientes y la de los listos. Reflexión completada con éxito, la casa de los lisos. Ahora la parte dificil, ¿cual era esa?

-Tu eres de Ravenclawn.-afirmé, en vez de preguntar, tras pasar unos segundos en silencio, tratando de recordar el nombre.

La sonrisa se congeló en mi rostro ante su respuesta. ¿Había fallado? ¿Cómo podía ser posible? Fruncí levemente el ceño, decepcionada conmigo misma, y escuché su respuesta.

-Dado que no conozco a tu padre,-comenté, como si no fuera una obviedad.-no veo porqué debería haberlo supuesto.-comenté, con una sonrisa.

Enarqué una ceja ante su siguiente afirmación, desconocía ese aspecto de la casa Gryffindor.

-¿Acaso es un requisito para estar en Gryffindor el tener sangre muggle? ¿Como lo es para Syltherin ser Sangre Pura?-pregunté.-¿Es por eso que existe esa rivalidad entre las dos casas?-añadí.

A pesar de no lleva más que unos meses en el castillo, la tensión que existía entre los alumnos de Slyhterin y los alimbos de Gryffindor era tan patente que hasta los extranjeros nos habíamos dado cuenta.

-Encantada.-dije, cuando se presentó.-Yo me llamo Freya.-dije.-Freya Georgina Baudelaire.-añadí, recitando mi nombre completo de forma mecánica.

Volví a observar al chico, no sin cierta curiosidad. Había notado el tono frío de sus palabras, sonaba como ausente, como si no le interesase entablar conversación con nadie, mas aun así estaba manteniendo una combersación bastante fluida y amable conmigo. Eso me hacía sentirme alagada. Por otra parte, era un chico mono, se notaba que era deportista, y al margen de eso no me venía mal ir conociendo gente en mi nuevo hogar.

El tono de superioridad que utilizó en un primer momento hizoq ue me crispara. Anteriormente sí que había hecho una afirmación errónea completamente segura de mis palabras, y había hecho bien en corregirme. Pero ahora solo había hecho unas preguntas, a raíz de sus afirmaciones, no hacía falta que me hablara con ese tono resabido.
Me apollé en el muro de madera que separaba las gradas del vacío, y crucé los brazos sobre el pecho. Mantuve un gesto serio, con el ceño levemente fruncido, en una expresión indiferente, a pesar de que prestaba atención a todas y cada una de sus palabras. Asentí cuando mencionó a Tom Riddle y Severus Snape, aquellos dos nombre sí que me sonaban. Me sonaban de oidas, poca cosa, pues ni pertenecía a una estirpe de magos que me hubiera hablado de ellos, ni era Británica.

Sonreí levemente cuando dijo que no quería que pensase que era un sabelotodo. Estuve tentada ha soltarle un "tarde", pero me mordí la lengua, pues parecía que se estaba disculpando por lo seco que había sido antes.

-Lo tendré en cuenta.-respondí, ante su sugerencia de informarme en la biblioteca.-Pero a lo que iba antes,-comencé.-entonces yo tenía razón. Sí que existe cierta rivalidad entre Gryffindor y Slytherin.-afirmé.-Aunque sea ideológica, por lo que he podido ver hasta ahora, la mayoría de los que apollan a los Neo Mortífagos son Slytherin, mientras que la mayoría de los que le plantan cara son Gryffindor.-comenté.-No es así por norma, pero sucede.-dije.-Supongo que se debe al tipo de gente que vuestro Sombrero Seleccionador envia a esas casas.