Entre pergaminos y plumas (Erick)
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Entre pergaminos y plumas (Erick)
Me senté apoyando mis codos sobre la mesa del escritorio y centré mi vista en el pergamino en blanco que tenía ante mí. Había llegado el momento que tanto detestaba. La hora de contestar una carta de mis padres, o mejor dicho de mi madre. Porque sabía de sobras que era ella la que la había escrito. Porque no podía ser de otra manera. Mi padre no perdía su maravilloso tiempo en algo así, ni siquiera si la receptora era su propia hija. Suspiré y mojé mi pluma en tinta negra mientras pensaba cómo comenzar la carta. Nunca sabía como hacerlo, de hecho no me gustaba contestar a mis padres porque eso significaba que mi cabeza volara a nuestra casa y recordara todo lo que allí se encontraba, esa situación que tanto odiaba. Y recordara también que no era la hija perfecta que ellos querían y deseaban, ni de lejos y aunque hubo un tiempo que me esforcé en serlo, ya no era así.
Comencé a escribir, sin detenerme demasiado en detalles o cualquier otra cosa pues ni a ellos les interesaba realmente lo que me ocurría ni a mi me apetecía relatarles mi vida entera. Sólo lo justo y necesario para satisfacerlos, para que ellos mismos pensaran que seguían en contacto con su hija, aunque por supuesto ese contacto era simplemente por apariencia porque dudaba mucho que realmente se preocuparan más allá de que dejara en mal lugar el apellido familiar. Una estupidez ¿no os parece? Sí, realmente era toda una estupidez. Así que simplemente era una formalidad con la que me veía obligada a cumplir una vez al mes más o menos. Aunque por supuesto intentaba retrasar la hora de responder todo lo que podía.
Dejé de escribir y miré la carta. Estaba llena de palabras vacías que poco o nada contaba, simplemente hablaban de las clases y poco más. Ningún detalle de alguna de mis aventuras o algo así. Nada, simplemente relataban la parte aburrida, por llamarla de alguna forma. Tampoco hablaba del club del duelo, puesto que sabía de sobra que para mi madre era una actividad muy poco aconsejable para toda una señorita como yo era. Suspiré. Nada, la carta no decía nada y sin embargo estaba segura de que a mi madre le encantaría leerla, conformándose con la escasa información y presumiendo de los maravillosos detalles que su hija relataba en sus cartas, como si fueramos las mejores amigas, aquellas que se cuentan todo cuando no era así en absoluto.
La envolví con cuidado y me dirigí a la lechucería. Mi paso era lento, pausado, como si quisiera retrasar ese momento todo lo posible. Sabía que allí me estaría esperando la lechuza familiar. Un magnífico ejemplar de plumar de un brillante color marrón y ojos entre dorados y verdes. No era mi lechuza claro está, pero esa era más bonita, más rápida, más flamante...mejor definitivamente. O al menos esa era su opinión. Suspiré y até a su pata la carta mientras le indicaba que la tenía que llevar a casa, algo que por descontado sabía. Crucé mis brazos y ladeé la cabeza mientras veía como se alejaba hacia el horizonte. No tardaría demasiado tiempo en llegar y supongo que mi madre le daría una golosina como premio, para acto seguido leerla. Me pregunté si mi padre la leería y me imaginé que sería mi madre quien le contara como me iban las cosas. Suspiré y sacudí la cabeza.
Comencé a escribir, sin detenerme demasiado en detalles o cualquier otra cosa pues ni a ellos les interesaba realmente lo que me ocurría ni a mi me apetecía relatarles mi vida entera. Sólo lo justo y necesario para satisfacerlos, para que ellos mismos pensaran que seguían en contacto con su hija, aunque por supuesto ese contacto era simplemente por apariencia porque dudaba mucho que realmente se preocuparan más allá de que dejara en mal lugar el apellido familiar. Una estupidez ¿no os parece? Sí, realmente era toda una estupidez. Así que simplemente era una formalidad con la que me veía obligada a cumplir una vez al mes más o menos. Aunque por supuesto intentaba retrasar la hora de responder todo lo que podía.
Dejé de escribir y miré la carta. Estaba llena de palabras vacías que poco o nada contaba, simplemente hablaban de las clases y poco más. Ningún detalle de alguna de mis aventuras o algo así. Nada, simplemente relataban la parte aburrida, por llamarla de alguna forma. Tampoco hablaba del club del duelo, puesto que sabía de sobra que para mi madre era una actividad muy poco aconsejable para toda una señorita como yo era. Suspiré. Nada, la carta no decía nada y sin embargo estaba segura de que a mi madre le encantaría leerla, conformándose con la escasa información y presumiendo de los maravillosos detalles que su hija relataba en sus cartas, como si fueramos las mejores amigas, aquellas que se cuentan todo cuando no era así en absoluto.
La envolví con cuidado y me dirigí a la lechucería. Mi paso era lento, pausado, como si quisiera retrasar ese momento todo lo posible. Sabía que allí me estaría esperando la lechuza familiar. Un magnífico ejemplar de plumar de un brillante color marrón y ojos entre dorados y verdes. No era mi lechuza claro está, pero esa era más bonita, más rápida, más flamante...mejor definitivamente. O al menos esa era su opinión. Suspiré y até a su pata la carta mientras le indicaba que la tenía que llevar a casa, algo que por descontado sabía. Crucé mis brazos y ladeé la cabeza mientras veía como se alejaba hacia el horizonte. No tardaría demasiado tiempo en llegar y supongo que mi madre le daría una golosina como premio, para acto seguido leerla. Me pregunté si mi padre la leería y me imaginé que sería mi madre quien le contara como me iban las cosas. Suspiré y sacudí la cabeza.
Geneviève GautierSLYTHERIN - Mensajes : 154
Puntos de Canje : 74995
Fecha de inscripción : 22/03/2011
Re: Entre pergaminos y plumas (Erick)
había terminado de escribir la carta para mis abuelos temprano, quera contarles sobre mi nuevo yo, quería contarles que había logrado manejarme en el mundo mágico como cuando estaba con ellos en el viñedo, no me costaba mucho relacionarme con los muggles, pero en el mundo mágico recién ahora había podido soltarme algo mas.
También quería contarles sobre Allie, la verdad es que no sabia si me estaba enamorando, dudaba de eso ya que mis hormonas estaban a flor de piel y muchas chicas en el colegio había comenzado a interesarme, es que era tan difícil hacer una elección?, de lo que si estaba seguro es que Allie se había ganado un gran lugar en mi persona y que seria muy difícil que alguien pudiera hacerle competencia, pero bueno la verdad era que comenzaba a desconocerme con muchos aspectos de mi que comenzaban a parecer y sin pedir permiso.
Desde la sala común de Gryffindor no me tomo mucho llegar a la lechucearía, luego de tantos años seguía sorprendiéndome la cantidad enorme de lechuzas que había en ese sector, claro estaban todas las de los alumnos, pero la verdad es que no dejaba de sorprenderme, camine hasta el sector de las lechuzas de mi casa, ahí estaba la lechuza que mi padre me había regalado, era la primera ves que iba a ese lugar luego de su muerte, no pude evitar sentir algo de nostalgia y comencé a acariciarla, le di un gusano que traía, para ella esta lo devoro como si fuera de goma en unos segundos, le ise unos mimos mientras le explicaba que la carta era para mis abuelos que debería llevarla al viñedo y que también debía de tratarlos bien, ya que ellos no sabían como enviarla de vuelta. Antes de que esta partiera le dije unas ultimas palabras- no te entregas buscando ratas- le dije casi como la regañara- ven a mi cuarto en la noche yo te alimentare- dicho eso esta partió, fue entonces cuando fije mi vista en una chica rubia con uniforme y el logo de Slytherin en su tunica.
Esta chica parecía no querer enviar la carta, o por lo menos eso me decía su rostro, había pasado mucho tiempo en esa lechucearía, esperando cartas de mi padre al no tener nada que hacer, era muy solitario y en mis seis años de esperas había visto muchas caras enviando cartas, la de ella no era de las mas alegres que había visto, entonces la melancolía me volvió a invadir, yo era muy feliz cuando le enviaba las cartas a mi padre, no se por que, no me pregunten la razón, solo se que mi cuerpo se lanzo en dirección a ella, quizás era que no me gustaba ver a una chica triste, sin importar a que casa perteneciera yo sabia de la rivalidad entre Slytherin y Gryffindor, pero la verdad no le daba mucha importancia a ello, al estar cerca de ella, pensé que debería de medir mis palabras que seguramente podía ofenderla con facilidad por entrometido- disculpa – le dije en un tono suave pero con mi acento italiano bien remarcado- si te quedas mucho tiempo mas el olor a excremento de lechuza podría matarte- dije bromeando sutilmente, la verdad es que yo ya me había acostumbrado, pero era un olor muy fuerte y nauseabundo, incluso solía divertirme viendo a los de primero salir corriendo por el olor insoportable para ellos – fuera de toda broma- continúe- si no quieres enviarla no lo hagas, pero si debes hacerlo- tuve una pausa por unos segundos- hazlo y se terminara pronto.
También quería contarles sobre Allie, la verdad es que no sabia si me estaba enamorando, dudaba de eso ya que mis hormonas estaban a flor de piel y muchas chicas en el colegio había comenzado a interesarme, es que era tan difícil hacer una elección?, de lo que si estaba seguro es que Allie se había ganado un gran lugar en mi persona y que seria muy difícil que alguien pudiera hacerle competencia, pero bueno la verdad era que comenzaba a desconocerme con muchos aspectos de mi que comenzaban a parecer y sin pedir permiso.
Desde la sala común de Gryffindor no me tomo mucho llegar a la lechucearía, luego de tantos años seguía sorprendiéndome la cantidad enorme de lechuzas que había en ese sector, claro estaban todas las de los alumnos, pero la verdad es que no dejaba de sorprenderme, camine hasta el sector de las lechuzas de mi casa, ahí estaba la lechuza que mi padre me había regalado, era la primera ves que iba a ese lugar luego de su muerte, no pude evitar sentir algo de nostalgia y comencé a acariciarla, le di un gusano que traía, para ella esta lo devoro como si fuera de goma en unos segundos, le ise unos mimos mientras le explicaba que la carta era para mis abuelos que debería llevarla al viñedo y que también debía de tratarlos bien, ya que ellos no sabían como enviarla de vuelta. Antes de que esta partiera le dije unas ultimas palabras- no te entregas buscando ratas- le dije casi como la regañara- ven a mi cuarto en la noche yo te alimentare- dicho eso esta partió, fue entonces cuando fije mi vista en una chica rubia con uniforme y el logo de Slytherin en su tunica.
Esta chica parecía no querer enviar la carta, o por lo menos eso me decía su rostro, había pasado mucho tiempo en esa lechucearía, esperando cartas de mi padre al no tener nada que hacer, era muy solitario y en mis seis años de esperas había visto muchas caras enviando cartas, la de ella no era de las mas alegres que había visto, entonces la melancolía me volvió a invadir, yo era muy feliz cuando le enviaba las cartas a mi padre, no se por que, no me pregunten la razón, solo se que mi cuerpo se lanzo en dirección a ella, quizás era que no me gustaba ver a una chica triste, sin importar a que casa perteneciera yo sabia de la rivalidad entre Slytherin y Gryffindor, pero la verdad no le daba mucha importancia a ello, al estar cerca de ella, pensé que debería de medir mis palabras que seguramente podía ofenderla con facilidad por entrometido- disculpa – le dije en un tono suave pero con mi acento italiano bien remarcado- si te quedas mucho tiempo mas el olor a excremento de lechuza podría matarte- dije bromeando sutilmente, la verdad es que yo ya me había acostumbrado, pero era un olor muy fuerte y nauseabundo, incluso solía divertirme viendo a los de primero salir corriendo por el olor insoportable para ellos – fuera de toda broma- continúe- si no quieres enviarla no lo hagas, pero si debes hacerlo- tuve una pausa por unos segundos- hazlo y se terminara pronto.
Erick Bohan- Mensajes : 194
Puntos de Canje : 74243
Fecha de inscripción : 13/04/2011
Re: Entre pergaminos y plumas (Erick)
Seguía con la mirada perdida en el horizonte mientras la lechuza familiar se alejaba más y más. Mi postura seguía siendo la misma. Mis brazos estaban sobre mi estómago, cruzados y mi cabeza ligeramente ladeada mientras pensaba en como andaría todo en casa. Intentaba no pensar demasiado en eso. Mas bien no quería pensar en eso. ¿Por qué? Simplemente porque era algo que me superaba, pero aún así, cuando me veía obligada a enfrentarme a mis particulares demonios no podía evitar pensar que todo era cierto, que aunque estaba lejos de lo que se supone que tengo que llamar casa, siempre por alguna que otra razón me volvía a sumergir en ese mar de falsas apariencias que era mi familia. Suspiré.
Por un lado estaba mi padre, tan recto, tan educado, tan serio... tan frío y por otro lado estaba mi madre. Una mujer amargada que luchaba por esbozar una sonrisa fría para engañar a cualquier persona que se pudiera por delante y aunque lograba hacerlo, aunque lograba parecer realmente feliz a mí no me engañaba. Sabía perfectamente que todo era un problema tras otro y que no había otra respuesta. Sí, nadie era feliz bajo el techo de los Gautier, aunque pudiéramos parecer la familia perfecta. Por eso me alegraba de estar en Hogwarts, porque me garantizaba un respiro. Y eso era algo que no cambiaría por nada del mundo. Un respiro y algo de distracción. Tanta que apenas pensaba en mi familia, bien porque no me permitía hacerlo, bien porque era una completa pérdida de tiempo.
Entonces una voz me sacó de mis pensamientos. Giré la cabeza y me encontré frente a un Gryffindor, a juzgar por su túnica. No me moví. Mi cuerpo siguió en la misma postura, sólo que ligeramente ladeado. Escuché sus palabras y asentí levemente. La verdad era que no quería enviar la carta, pero era algo que tenía que hacer y aunque no me gustara y quisiera retrasarlo todo lo posible había llegado el momento de hacerlo. ¿Qué tenía de malo? Supongo que el hecho de que iba dirigida a mis padres y nuestra relación no era buena precisamente. Aunque sabía que ellos estarían orgullosos de que su hija estuviera mezclada con hijas de las familias más influyentes, eso no les decepcionaría, pero por ejemplo otras cosas de mi vida en Hogwarts sí, cosas que no pensaba contarles ya que era algo entre la escuela, mis amigos y yo, por supuesto. Sabía que la fiesta pijama que nosotras habíamos organizado y su resultado tan divertido no sería visto con buenos ojos por ellos que me tacharían de alocada, insensata y me acusarían de desprestigiar el apellido familiar, ese al que tanto cariño le tienen.
Suspiré y me encogí de hombros. -Bueno, quisiera o no quisiera mandarla ya está hecho-le dije mientras colocaba un mechón de cabello tras mi oreja. Al hablar del olor miré a mi alrededor. ¿Cómo quería que oliera? Estábamos en la lechucería. Cierto que no era el olor más exquisito del mundo, pero tampoco era para huir corriendo. No es que me acobardara por el simple hecho de que oliera más.-Algunos alumnos del castillo huelen así, sobre todo después de un entrenamiento y nadie les dice nada-dije poniendo cara de asco para después sonreír levemente-Y no te preocupes, no tardaré en irme. En cuanto alimente a mi querida lechuza. Me acerqué a la mía y no a la familiar que ya había echado a volar y le di una golosina-Por cierto soy Geneviève Gautier.
Por un lado estaba mi padre, tan recto, tan educado, tan serio... tan frío y por otro lado estaba mi madre. Una mujer amargada que luchaba por esbozar una sonrisa fría para engañar a cualquier persona que se pudiera por delante y aunque lograba hacerlo, aunque lograba parecer realmente feliz a mí no me engañaba. Sabía perfectamente que todo era un problema tras otro y que no había otra respuesta. Sí, nadie era feliz bajo el techo de los Gautier, aunque pudiéramos parecer la familia perfecta. Por eso me alegraba de estar en Hogwarts, porque me garantizaba un respiro. Y eso era algo que no cambiaría por nada del mundo. Un respiro y algo de distracción. Tanta que apenas pensaba en mi familia, bien porque no me permitía hacerlo, bien porque era una completa pérdida de tiempo.
Entonces una voz me sacó de mis pensamientos. Giré la cabeza y me encontré frente a un Gryffindor, a juzgar por su túnica. No me moví. Mi cuerpo siguió en la misma postura, sólo que ligeramente ladeado. Escuché sus palabras y asentí levemente. La verdad era que no quería enviar la carta, pero era algo que tenía que hacer y aunque no me gustara y quisiera retrasarlo todo lo posible había llegado el momento de hacerlo. ¿Qué tenía de malo? Supongo que el hecho de que iba dirigida a mis padres y nuestra relación no era buena precisamente. Aunque sabía que ellos estarían orgullosos de que su hija estuviera mezclada con hijas de las familias más influyentes, eso no les decepcionaría, pero por ejemplo otras cosas de mi vida en Hogwarts sí, cosas que no pensaba contarles ya que era algo entre la escuela, mis amigos y yo, por supuesto. Sabía que la fiesta pijama que nosotras habíamos organizado y su resultado tan divertido no sería visto con buenos ojos por ellos que me tacharían de alocada, insensata y me acusarían de desprestigiar el apellido familiar, ese al que tanto cariño le tienen.
Suspiré y me encogí de hombros. -Bueno, quisiera o no quisiera mandarla ya está hecho-le dije mientras colocaba un mechón de cabello tras mi oreja. Al hablar del olor miré a mi alrededor. ¿Cómo quería que oliera? Estábamos en la lechucería. Cierto que no era el olor más exquisito del mundo, pero tampoco era para huir corriendo. No es que me acobardara por el simple hecho de que oliera más.-Algunos alumnos del castillo huelen así, sobre todo después de un entrenamiento y nadie les dice nada-dije poniendo cara de asco para después sonreír levemente-Y no te preocupes, no tardaré en irme. En cuanto alimente a mi querida lechuza. Me acerqué a la mía y no a la familiar que ya había echado a volar y le di una golosina-Por cierto soy Geneviève Gautier.
Geneviève GautierSLYTHERIN - Mensajes : 154
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Fecha de inscripción : 22/03/2011
Re: Entre pergaminos y plumas (Erick)
Ella se presento de una forma agradable luego de que me diera cuenta de que había errado en mi deducción, pero parecía algo triste. Sonreí ante el comentario de los que olían mal y tenia mucha razón- tienes razón con eso de algunos alumnos, pero por suerte eso tiene una buena solución y es un buen baño- comente sonriendo- Erick Bohan- dije mientras me inclinaba en una simple pero elegante reverencia.
-Suelo venir a menudo aquí- comente ahora mirando al cielo- me trae buenos recuerdos este lugar.
Mire a su lechuza era bella un ejemplar muy fuerte en aspecto y no dudaba de que fuera muy eficiente- tienes una lechuza muy bella- felicite a su mascota- bueno no te molesto mas creo que quieres estar a solas- dije humildemente, para luego irme a mi ricen y sentarme nuevamente para sumergirme en mis pensamientos.
No se me daba bien eso de ser consejero y al parecer ella no era mujer de muchas palabras, solo me limite a mirarle de reojo para que no se percatara, era muy bella y no se veía tan agresiva como las otras Sly aunque mejor no averiguar si podía ser tan terrible como los demás, había cosas que no quería descubrir, lo ultimo que quería era ganarme un enemigo mas en Hogwarts, quería terminar mi ultimo año de la mejor forma posible.
Si bien las cosas en mi vida personal, comenzaban a cambiar y me sentía algo mas alegre que al comenzar el año electivo, aun sentía esa sensación de vacío cuando de pensar en mi padre se trataba.
La lechucearía me hacia sentir conectado con mi padre, el era la única conexión que tenia con el mundo mágico fuera de Hogwarts y ahora ya no estaba, la costumbre de esperar sus cartas no se había terminado, solo que sus cartas ya no llegaban.
Me pare en un gran salto y corrí en la dirección que se había ido mi lechuza hacia ya un rato, tomando con mis manos la baranda que impedía que me cayera al vacío. No puede evitar exaltarme tanto, al recordar que algunas lechuzas eran interceptadas para tratar de recaudar información, si esa carta llegaba a manos equivocadas mis abuelos correrían riego de muerte y no podía soportar esa idea.
Pero ya era demasiado tarde la lechuza viajaba y la vida era un asar, no se podría saber nada hasta que mis abuelos se pusieran en contacto con migo para tranquilizarme, ya que no quería esperar ninguna mala noticia.
-Suelo venir a menudo aquí- comente ahora mirando al cielo- me trae buenos recuerdos este lugar.
Mire a su lechuza era bella un ejemplar muy fuerte en aspecto y no dudaba de que fuera muy eficiente- tienes una lechuza muy bella- felicite a su mascota- bueno no te molesto mas creo que quieres estar a solas- dije humildemente, para luego irme a mi ricen y sentarme nuevamente para sumergirme en mis pensamientos.
No se me daba bien eso de ser consejero y al parecer ella no era mujer de muchas palabras, solo me limite a mirarle de reojo para que no se percatara, era muy bella y no se veía tan agresiva como las otras Sly aunque mejor no averiguar si podía ser tan terrible como los demás, había cosas que no quería descubrir, lo ultimo que quería era ganarme un enemigo mas en Hogwarts, quería terminar mi ultimo año de la mejor forma posible.
Si bien las cosas en mi vida personal, comenzaban a cambiar y me sentía algo mas alegre que al comenzar el año electivo, aun sentía esa sensación de vacío cuando de pensar en mi padre se trataba.
La lechucearía me hacia sentir conectado con mi padre, el era la única conexión que tenia con el mundo mágico fuera de Hogwarts y ahora ya no estaba, la costumbre de esperar sus cartas no se había terminado, solo que sus cartas ya no llegaban.
Me pare en un gran salto y corrí en la dirección que se había ido mi lechuza hacia ya un rato, tomando con mis manos la baranda que impedía que me cayera al vacío. No puede evitar exaltarme tanto, al recordar que algunas lechuzas eran interceptadas para tratar de recaudar información, si esa carta llegaba a manos equivocadas mis abuelos correrían riego de muerte y no podía soportar esa idea.
Pero ya era demasiado tarde la lechuza viajaba y la vida era un asar, no se podría saber nada hasta que mis abuelos se pusieran en contacto con migo para tranquilizarme, ya que no quería esperar ninguna mala noticia.
Erick Bohan- Mensajes : 194
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Fecha de inscripción : 13/04/2011
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