Una conversación con Myrtle (Adhara)

Ahora recordaba porque nunca nadie entraba ahí. Ahora que tenía sus ojos clavados en los míos a través del espejo y su voz aguda taladrando mis oídos, ahora era cuando recordaba por qué nunca entraba en ese lugar. Y es que Mirtle, aunque debía decir que me parecía simpática era realmente pesada, aunque dudo que ella misma se diera cuenta de eso. Abrí el grifo y mojé mi cara y mi cuello mientras por mi cabeza se paseaba la idea de cómo sería yo si estuviera muerta desde hace décadas y no abandonara estos baños casi para nada.

Suspiré y continué lavándome la cara mientras escuchaba como hablaba y hablaba sobre algo que la verdad no llegaba a comprender, quizás porque hablaba muy rápido o porque tenía la cabeza en otras cosas. Me giré y la miré directamente a los ojos. Ella se colocó bien sus gafas y me dedicó una sonrisa para después jugar con una de sus coletas. Yo le devolví la sonrisa y me acomodé en el mármol del baño. Sentándome y moviendo mis piernas al tiempo que colocaba mis manos sobre mis rodillas. Ella continuó hablando. Y ahora sí que podía entenderla mejor, tal vez porque parecía haber cogido aire. ¿Los fantasmas cogen aire?

Bueno, no lo sé pero ya me entendeis. Comenzó a hablarme del baile de Halloween, de su último baile de esa fiesta, de que nosequien, pues no comprendí el nombre, le había dicho que el baile no era hasta dentro de unas semanas y que no hacía falta que se pusiera ya la careta de su disfraz. Ladeé la cabeza y me compadecí de la muchacha, pues era todo un comentario estúpido, uno de esos dos comentarios que yo habría respondido sin dudar en lugar de ir al baño a llorar, como solía hacer siempre según me dijo más tarde. Como si nada volvió a sonreír y me preguntó si yo iba a ir y de que iba a ir disfrazada. Alcé una deja-Pues... no lo sé todavía-le contesté a lo que ella puso mala cara y dijo que todos los chicos de ahora hacíamos lo mismo, dejábamos todo para última hora. Sonreí, pues me recordó a mi abuela al decir eso y me encogí de hombros.

Yo seguía encima del mármol mientras la muchacha fantasma hablaba y hablaba sobre sus batallitas, sobre todo lo que había vivido como humana y como fantasma. Suspiré. Estaba comenzando a cansarme. Es cierto que mi paciencia era bastante grande, pero como todo, tenía un límite y la chica comenzaba a sobrepasarlo. Coloqué bien mi cabello mientras miraba a mi alrededor, clavando mis ojos en cada detalle que había en ese lugar y recordando todas las historias que me habían contado de ese lugar.

Tantas historias que comenzaba a pensar que no eran reales y que se trataban de simples leyendas que habían pasado de boca en boca o de historias que la gente se había dedicado a exagerar por simple y pura diversión. Y eso era lo que estaba buscando yo. Diversión. No tenía nada que hacer, o al menos nada interesante y me estaba dedicando a matar el tiempo de cualquier forma. Por esa razón estaba ahí, en el baño ese. No porque la compañía de la fantasmita fuera la mejor, la verdad es que comenzaba a pensar que no era ni siquiera buena y que nadie absolutamente nadie se atrevería a decir lo contrario, simplemente porque había sido el baño que estaba más cerca y un buen sitio para despejarse un poco, aunque la verdad creo que la próxima vez andaré un poco más, así no tendría que aguantar a la chica fantasma, ni a ella ni a sus historietas contadas con esa estridente voz que tenía.

¿Es que nunca se aburría de hablar y hablar? Parecía que no supiera hacer otra cosa. Y vale que era un fantasma, pero no sé.. podría montar una fiesta con el resto de fantasmas o...buscarse un amigo. Aunque dudo que encontrara a alguien tan pesado como ella. Suspiré y cambié un poco de posición mostrándole una fría sonrisa mientras seguía observando a mi alrededor, meciendo mi cabello mientras esperaba que el tiempo pasara. ¿Por qué siempre pasaba tan lento? ¿Eran imaginaciones mías? Cogí algo de aire. Podía marcharme, irme de esa lugar y hacer cualquier otra cosa y estaba pensando seriamente en hacerlo, aunque cortara sus palabras sin ni siquiera despedirme con un simple adios. Bajarme de ese lugar y marcharme sin terciar palabra.

Y me daba igual si se molestaba o no. Total ¿qué iba a hacer? No salía nunca de esas cuatro paredes y se pasaba el tiempo quejándose y quejándose, así yo le daría un motivo más por el cual hacerlo, una historieta más que contar a cualquiera que se cruce en su camino. Y estaba a punto de hacerlo cuando una silueta entró corriendo en el baño. Me quedé observándola, alzando una ceja. Sabía perfectamente quien era. Sonreí al verla pero entonces me di cuenta de que algo pasaba.

-¿Estás bien Adhara?-le pregunté incorporándome y acercándome a ella, ignorando por completo lo que la fantasmita estaba diciendo sobre los modales de mi amiga-¿Qué ha pasado?-pregunté de nuevo. Vi que su túnica estaba manchada, algo que no podíamos permitir.-Quítatela mientras te repones-le dije mientras le ayudaba a hacer esa tarea. Sabía lo importante que era para mi amiga tener una imagen perfecta, lo sabía y lo comprendía porque para mí era igual, supongo que para todas las slytherin o todas las chicas en general.

Ya no podía escuchar la voz de Myrtle, tal vez no es que no pudiera escuhcarla porque estaba centrada en otras cosas, sino que se había callado, puede que asustada por las palabras de mi amiga o puede que cansada de que la ignorásemos. Lo cierto es que en ese momento me daba completamente igual. Tenía otras cosas que hacer y desde luego no iba a preocuparme por una fantasmita chillona, quejica y llorona.

Escuché el relato de mi amiga mientras dejaba su túnica sobre el mármol del baño. ¿Golpeado? ¿La habían golpeado? Eso no era posible, no se podía permitir. La miré a los ojos y alcé una ceja ante sus palabras. -¿Qué?-pregunté desconcertada. Normalmente me daría igual quien golpeara a quien, pues no solía interesarme por esas cosas a menos claro está que afectaran a mis amigos. Y concretamente a una de nuestro pequeño gran grupo.

Sonreí ligeramente al recordar nuestro particular grupo. Todas de la misma edad, todas del mismo curso y por supuesto todas de slytherin. Algunas ya nos conocíamos de pequeñas, otras nos conocimos en el vagon de tren nuestro primer año, pero todas, absolutamente todas nos habíamos hecho inseparables, hasta tal punto que muchas nos envidiaban y algunas más nos temían. ¿Por qué? Simplemente porque eramos nosotras. ¿Hace falta alguna otra explicación? No, por supuesto que no.

Ladeé la cabeza y mordí el labio inferior, sin saber muy bien qué hacer o qué decir. -Bueno, podríamos ir en busca de esa niña si quieres, o divulgar la noticia de que queremos verla, seguro que así se asusta y tendrá mucho más cuidado ¿no crees?-le pregunté mientras apoyaba mi espalda en el filo de la mesa en la cual estaban los grifos.

La verdad es que dudaba que a esa niña se le olvidara lo de ir con cuidado por los pasillos puesto que no me cabía duda que las palabras que mi amiga le hubiera dirigido la habrían asustado y mucho. Y es que tras ese rostro angelical y esa mirada dulce se escondía toda una víbora y no lo digo como algo malo, al revés. Yo misma me considero toda una víbora, una arpía y una diminuta y adorable serpiente, por supuesto.

Escuché sus palabras y sonreí ligeramente, desviando la mirada a la tunica. La verdad es que no sabía qué podía ser. No tenía ni idea. Me encogí de hombros y deposité mi mirada en la suya-No lo sé, pero verás como los elfos logran acabar con ella. En unas horas estará tan limpia que parecerá nueva.

Entonces escuché su pregunta. ¿Qué hacía aquí? Miré a mi alrededor y dejé que de mis labios se escapara un suspiro. No sabía qué hacía aquí, la verdad es que con la charla de Myrtle se me había olvidado, pero coincidía con ella. Ese lugar no era una fiesta precisamente. No sólo porque estaba casi completamente desierto, sino porque la escasa compañía que ofrecía la fantasma no era precisamente la mejor. Esbocé una débil sonrisa que se amplió cuando dijo que estaba esperando a un galan.

-No, querida. No sé qué sería peor si esperar un galán aquí o ocultaros que espero a un galán-reí-Seguramente me mataríais si no os contara algo así. ¿No te parece?-le pregunté riendo. Me volví a sentar en el mármol y la miré sonriendo-Me alegro de que estés mejor.

Sonreí cuando dijo que malvada estaba hecha. No sabía si era cierto o no, pero no pude evitar sonreír. Sí, todas éramos arpías con hermosas sonrisas que podían ser objeto de una deliciosa confusión de la que aprovecharse. Reí ligeramente y sacudí la cabeza. -Gracias-le dije entre risas tomándome su comentario como el mejor de los cumplidos. Y es que aunque digan que la confianza da asco, nosotras nos llamábamos de todo, eso sí siempre con el cariño que nos teníamos. Y procura no meterte con una de nosotras porque solo nosotras podemos hacerlo y responderemos, seas quien seas. Tenlo por seguro.

Reí de nuevo cuando dijo que jamás me perdonarían que les ocultara algo así. Asentí todavía con la sonrisa que ellas me sacaban. Sí, sabía que jamás me lo perdonarían porque, francamente aunque no nos importara lo que ocurriera con el resto del mundo, nosotras eramos especiales. Y ocultar una relación o algo por el estilo era una grave traición, por decirlo de alguna forma. Cierto era que yo no solía ir de escándalo en escándalo y que me divertía más jugando en las sombras, pero eso no significaba que les ocultara nada. Ellas conocían todos mis secretos y viceversa, claro está.

Alcé una ceja cuando dijo que había sitios peores y una sonrisa traviesa se dibujó en mi cara-¿Es que acaso has tenido una cita en un lugar peor, querida?-le pregunté mirándola a los ojos y alzando las cejas-¿Y no me lo has contado?-reí. Sus siguientes palabras hicieron que me quedara un momento pensativa. La verdad que salir, lo que se dice salir no había salido con nadie desde que Resnick y yo lo dejáramos, pero eso no significaba que hubiera estado sola. La miré y volví a sonreír.

-No querida. Ahora mismo no estoy con nadie. Bueno, no al menos en el sentido estricto de la palabra. Tengo varios amigos, por supuesto y alguno que otro... más especial, ya me entiendes, pero no salgo con nadie. ¿Y tú, querida? ¿Algún chico a la vista?-¿Cotilla? No, claro que no. No era una cotilla ¿qué te crees? Es simplemente cosa de una absoluta y maravillosa confianza que hace que podamos habalr de todo sin temer a nada.

Sonreí ligeramente cuando contestó a mi pregunta diciendo que si ella me contara...Aunque en algo le tenía que dar la razón. El sitio era sucio y húmedo, nada apetecible para pasar un rato con compañía masculina y a penas soportable para estar con tus amigas demasiado tiempo. Pero la verdad es que a pesar del lugar, me gustaba estar con ella, me lo pasaba bien simplemente hablando algo que no solía pasarme con demasiada gente, a excepción de mis queridas chicas y de alguna que otra persona más.

Reí ante lo que me dijo y sacudí la cabeza.-Oh, vaya lo siento...sí, será eso,que no te hago caso-dije poniendo los ojos en blanco para después acercarme y darle un abrazo. Me separé al escucharla hablar de nuevo y asentí. Sí, habia leído Corazón de Bruja y estaba al tanto de las novedades amorosas de la escuela, y de la suya también, aunque poco o nada me importara que se revolcara con medio colegio. Entre nosotras no nos juzgábamos de ninguna forma.Además...para juzgar podríamos empezar por nosotras mismas y nuestras pequeñas fiestas. Recordé la última y sonreí.

Volví a mirarla y alcé una ceja al ver que iba hacia la puerta y luego volvía. No entendía qué hacía hasta que comenzó a hablar. ¿Un chico de Dumstrang? Parecía que ellos iban pisando fuerte. No pude evitar sonreír al recordar a Jerome, pero pronto sacudí la cabeza y la miré.-¿Así que te encanta un chico de Durmstrang? ¿Y ha caído ya en tus redes, querida?-le pregunte divertida.

Escuché sus palabras y no pude evitar sonreír ante lo que me iba diciendo. La verdad es que las cosas eran muy complicadas cuando...cuando se mezclaban varios sentimientos y pensamientos confusos. No sabía si lo sabía por experiencia o por haberlo leído en alguna parte, tal vez porque yo misma estaba confusa en esos momentos. Miré a mi amiga a los ojos y no pude evitar sonreír, sin embargo no hablé hasta que no acabó todo el relato, puesto que quería tener todos los detalles antes de nada.

Por lo que me dijo lo había conocido hacía dos años y se hicieron amigos. Sonreí al escuchar como nombraba Francia, sin poder evitar que algún que otro recuerdo viniera a mi cabeza. A pesar de que no era francesa me consideraba como tal puesto que había estado viviendo varios años allí, siendo ese mi país o al menos eso pensaba yo. Sacudí la cabeza y continué mirándola mientras no podía evitar sonreír.

-¿Alondra? ¿Y por qué ese nombre?-le pregunté alzando una ceja para después acomodar un poco mi cabello, hacerlo a un lado y ponerme un poco más cómoda, ya que me parecía que la conversación iba a durar bastante, ya que era importante. Era un tema que merecía hablarlo con calma y yo estaba dispuesta a hacerlo.

Sonreí cuando acabó de hablar y la miré a los ojos. -Querida en primer lugar, me alegro de que estés tan contenta de volver a verlo, pero será mejor que no grites o tendremos aquí a la mitad y media del colegio-reí-Y en segundo lugar...¿has pensado que puedes estar...?-no acabé la frase, no hacía falta.

Sonreí cuando dijo que lo sentía, que se había emocionado demasiado al decirlo. Coloqué mis manos sobre la pila, apoyándome en ella y mirando a mi amiga y me pregunté si yo misma me había sentido así en alguna ocasión. No lo sabía o puede que estuviera demasiado confundida. Sacudí la cabeza y suspiré, intentando centrarme en lo que estábamos hablando. Volví a mirarla a los ojos mientras ella hablaba.

Ella misma dijo que era imposible, que no podía estar... y yo mordí mi labio inferior. ¿Qué podía contestarle? No hacía mucho yo pensaba lo mismo y acabé saliendo con Resnick y ahora...ahora estaba hecha un lío. No podía dejar de pensar y ni siquiera conseguía aclararme. Chasqueé la lengua y coloqué bien mi cabello, por tener mis manos ocupadas en algo, en un vano intento de dejar de pensar.

-¿Enamorada? Querida, eso nunca se sabe. Yo opinaba lo mismo y...todo cambia y apenas nos damos cuenta. Puede que sí que lo estés ¿qué tendría de malo? O puede que sólo sea alguien muy especial para ti, sin nada más detrás...No lo sé-contesté sin estar demasiado segura de mis palabras.

¿Qué podía decirle yo? Tampoco sabía demasiado, no comprendía apenas nada de nada y ni siquiera podía sacar nada en claro de mi situación. Pero al menos intentaría ayudarla todo lo que me fuera posible. Al fin y al cabo somos amigas y sus problemas son los míos.

Escuché sus palabras y asentí levemente. Un lazo tan fuerte...En eso tenía que darle la razón. Era algo complicado, sea quien fuese la persona y sea quien fuese ella. Siempre pasaba lo mismo. Suspiré y sacudí la cabeza, mirándola a los ojos.-¿Pero te has planteado cambiar? Aunque no lo hagas...si esa idea a rondando por tu cabeza significa algo ¿no crees?-le pregunté mientras clavaba mis ojos en los suyos.

Su siguiente pregunta hizo que me quedara herlada. ¿Qué...qué le iba a contestar? Ni siquiera yo misma lograba aclararme con todo eso. Es más...no sabía qué decir. Suspiré y mordí mi labio inferior, mientras intentaba encontrassr alguna que otra palabra que me ayudase a explicarme, pero...¿cómo hacerlo si no sabía que era lo qu eme pasaba exactamente? Suspiré y sacudí de nuevo la cabeza.

Su toque de at4ención, mi nombre saliendo de sus labios hizo que me bajara de la nube que formaban mis pensamientos y suspirase. -No...bueno...yo...-vale, no sabía ni como empezar la frase.-Será mejor que comience desde el principio. No sé muy bien lo que me pasa, la verdad. Es algo...extraño. ¿Te acuerdas la clase a la que no fui? Bueno, pues...estuve conun chico, pero...no como piensas. No pasó nada...nada más que algún que otro beso, pero...me sentí extrañamente cómoda bajo esa situación, cómoda con él...algo que no me había pasado nunca con un desconocido casi por completo.