Oh my love, my love.

Era mejor para su suerte que se mantuviera lejos del sauce boxeador. James ya le había dicho como calmarlo, a esas alturas muchos alumnos sabían como hacerlo porque era algo que se transmitía con facilidad; pero aún así, con sus consejos y todo, a Molly siempre le salía un tanto mal eso de levitar algo hacia el nudo central del tronco y lograr que así las ramas del enorme árbol se detuviera, siempre sucedía algo que la imposibilitaba. Así que estaba sentada delante de un arbusto de por allí, con un manta en el suelo de color ocre, que había comprado en Hogsmeade para que sus prendas dejaran de adquirir el color verdoso del césped y, sobre sus piernas cruzadas como indio, su amada guitarra.

- Oh my love, my love, I'd like to tell you something, that this love my love is the greatest of all - comenzó a cantar en tono bajo, acompañando con su guitarra serenamente. No había podido escribir nada nuevo desde la conversación con Scorpius, al contrario, parecía que toda su inspiración se iba por la borda. Ella trataba de no pensar en ello - en realidad no lo hacía, era su inconsciente el que se encargaba de torturarla - y de vivir sus días con espontaneidad, pero a cada día se le estaba haciendo más difícil. Ni siquiera había hablado con Allie al respecto, y sabía que sería una de las pocas que la comprendería del todo y la aconsejaría. Simulaba que aquella charla en los baños no había sucedido, aunque ya todo el colegio sabía que esa pareja extraña y de poca duración había terminado, sí. Scorpius no había podido seguir con aquello, por motivos que Molly no podía aceptar aún, y allí estaba, sintiéndose tremendamente culpable cada vez que lo recordaba, cada vez que alguien le pedía una explicación. - You are the only one and the first one i've really loved - siguió, ni siquiera sabía por qué esa canción venía a su mente ahora. Sus dedos se movían sobre las cuerdas, y ella era feliz, sintiendo el ligero frío del otoño que equilibraba los rayos directos del sol.

Tocar la guitarra era todo lo contrario a su cable a tierra, como algunos decían. Ella vivía para alejarse del mundo de la realidad, con pensamientos sobre cualquier cosa, al escribir canciones, es decir, desde los trece años que se consideraba canta-autora, todos esos años de cariño hacia la música, la melodía, los instrumentos y la voz no desaparecerían nunca. Amaba sentarse, colocar ese instrumento suyo tan preciado sobre sus piernas y comenzar a tocar, fuese lo que fuese; dedos sobre los casilleros, dedos rasgando las cuerdas, o dedos sosteniendo una púa, siempre era algo que la despejaba de la realidad, que después de todo era lo que buscaba eternamente. Por algo había ido a Hufflepuff y no a Gryffindor: era cobarde y temerosa, temía de la realidad que debía afrontar día y a día y por eso se ocultaba en la música, en las melodías, en los amigos y en la familia. Eran su escape perfecto, y quizás por eso tenía tanto afecto y cariño hacia ellos.

- Oh my love my love, I can sense you are sensitive. So I'll tell you love, if you are willing to know - la canción le era más llevadera mientras cantaba, recordaba haber estado muy emocionada sobre esa canción el verano anterior a comenzar su quinto año, la cantaba mucho encerrada en el ático de su casa. Pero como con todas las canciones que eran una adicción en cierta etapa de su vida, terminaban siendo pasajeras y alguna otra la reemplazaba, hasta que la misma volvía a la mente, y era entonces cuando el ciclo se repetía, como en ese preciso momento. - So my love, my love, give it all if it's really love, and we'll both feel the love - Estaba salteándose algunas partes de la canción porque no la recordaba del todo bien, no la letra, porque las notas sí se las sabía a la perfección. En verdad era muy extraño que olvidara los acordes de una melodía completa una vez descubierta y practicada por lo menos unas tres veces; después de eso quedaban fijas en su mente.

Aún tocando, la pelirroja levantó el rostro dejando escapar de sus labios la canción, observando lo que la rodeaba. Observó con ojos perplejos como un muchacho hacía todos esos saltos y giros extravagantes y ágiles junto al sauce boxeador, cómo se enfrentaba a él sin ninguna clase de temor; debía ser Gryffindor, estaba claro. El moreno estaba de espaldas a ella, por lo que no podía verle la cara, pero esos movimientos le resultaban familiares, después de todo no cualquier salta así todos los días. Sintió pánico, ¿y si le sucedía algo? Molly quiso avisarle al supuesto desconocido que tuviese cuidado, que se alejara de allí y no fuese tan temerario, pero la voz no le salía de los labios, ya había dejado de cantar pero sus dedos seguían moviéndose sobre las cuerdas logrando que la melodía siguiese sonando, quizás más alta que antes por la presión que ejercían sus manos sobre la guitarra, una que se debía a la sorpresa, al miedo, y la ansiedad de lo que pudiese llegar a suceder con ese joven.

La agilidad fue tal en un momento que sus dedos se detuvieron y se alzaron un momento para adelante, como si quisiera detenerlo a esa distancia de unos prudentes metros. Los golpes lo azotaron segundos después de que él la mirara, y así había podido identificar su rostro, era Erick, un muchacho de Gryffindor conocido de Allie si no se equivocaba, ella se llevaba bastante bien con él, pero jamás habían entablado una conversación muy profunda y mucho menos muy larga. Se llevó la mano a los labios, habiendo ya dejado la guitarra a un lado para ponerse de pie, pero no sabía qué podría hacer y ni siquiera encontraba su varita. Un grito la sacó de su lugar, uno que iba dirigido hacia ella. Se encogió en su lugar, sintiéndose culpable de lo sucedido hasta el momento. Ella también ignoró la rama gruesa que se aproximaba a él y cómo lo había golpeado. Se puso de pie y encontró su varita sobresaliendo de la manta apenas por un poco, la tomó y se dirigió hacia el sauce, pero Erick ya había tocado el nudo del árbol y se había salvado. Aún así corrió hacia ese lugar, con la varita en la mano. Se colocó a un lado de él y clavó su propia varita en el nudo para que él no tuviese que permanecer con la mano allí.

- Lo siento, no sabía que te molestaría - murmuró en un tono apenado, inclinándose hacia él y ofreciéndole la mano para ayudarlo a incoporarse. Cualquier persona insultaría o trataría mucho peor que como Erick la había tratado, sólo por la furia y para devolverle el comentario, pero Molly no era así y era muy poco probable que lo fuera, ella tendía a ser la excepción en muchísimos aspectos. Sonrió levemente de lado y reafirmó su oferta de la mano, ladeando apenas el cuello con las piernas en cuclillas junto a él.