{Casting para Rose J. Weasley}

Gran Comedor de Hogwarts || Temprano en la mañana || 'Una cruda realidad'


Abrió los ojos con precaución, la luz de la ventana golpeaba en su cara como un hechizo abrumador. Su habitación estaba completamente vacía y lo agradecía de cierta forma. Le encantaba pensar desde que despertaba y hasta la hora en que se iba a acostar, su mente divagaba por lugares insólitos y nunca imaginados por personas de su edad. Para Rose era sumamente importante el razonar y meditar acerca de las cosas actuales, las pasadas y las futuras. Había un tema en específico que la estaba torturando y hacía sentir débil e incapaz de mejorar, todo Hogwarts hablaba de lo mismo y a decir verdad en casa estaba ocurriendo algo similar; las cartas que sus padres le enviaban eran la razón de su preocupación. Ataques injustificados, dolor, sufrimiento, ¡Injusticias!. Movió su cabeza con fuerza, quería dejar de pensar un día en lo que estaba aconteciendo en el mundo mágico. Era demasiado difícil concentrarse en otra cosa con todas esas voces retumbando en su mente, con todos los periódicos que se esparcían por Hogwarts, por... todo estaba focalizado a ese tema en particular. Se levantó e intentó hacer las cosas normales que hacía al despertar. Cuando estuvo con su uniforme puesto, bajó hasta la Sala Común de su casa: Ravenclaw. Un montón de alumnos se agolpaban en el 'Profeta' y discutían acaloradamente lo mismo. Un nuevo ataque. ¿Cuándo pararía? Intentó desconocer la situación y consultó a una chica de curso superior - ¿Qué ha pasado? - nuevamente el afán de pureza sanguínea hacía lo suyo y cobraba la vida de un nuevo hijo de muggles. Suspiró reteniendo la rabia que la invadía, odiaba que la vieran en sus facetas más ocultas. Se retiró de allí a paso rápido, no quería oír más.

Era obvio, todos hablaban de lo mismo en el Gran Comedor. Se unió a Albus y Scorpius en la mesa de Slytherin, seguramente ellos estaban hablando de Quidditch u otras tonterías similares. - Hola chicos. - apenas escuchó el saludo de su primo, también discutían los ataques sucedidos. - ¿Ustedes también? - preguntó enfadada, quitándole de las manos el diario a Albus. Las imágenes estaban siendo cada vez más fuerte y no entendía cómo a todos les provocaba cierto 'morbo' el mirarlas. - No entiendo cómo alguien es capaz de hacer algo como lo que describe el Profeta, es absolutamente irracional y... asqueroso. - jamás usaba la palabra 'asqueroso' pero sin lugar a dudas, era lo que mejor definía aquellas palabras y sucesos. Ni Albus, ni Scorpius objetaron algo, bastante extraño ya que su primo siempre intentaba agregar cosas referidas a los temas planteados. Elevó sus cejas y miró furtivamente a su primo, era quien más le preocupaba. Era imposible que él estuviera de acuerdo con aquellos acontecimientos ¿o no?. - ¿Albus? - ahora la voz de su primo le resonaba diferente y distante, en verdad, no lo reconocía. Había notado un real cambio en él los últimos meses, pero no le había tomado la debida importancia. - Albus, ha sido Durmstrang y Beauxbatons, dentro de nada será Hogwarts y... no creo que estés de acuerdo en que maten a algunos de tus amigos, ¿no es así? - su primo guardó silencio. Un silencio que le pareció más largo e incómodo que cualquier otro. Era un silencio que decía más que eso. Oh sí, su primo estaba actuando como un verdadero idiota, no se lo explicaba. Y por otro lado, Scorpius sólo observaba la escena, ellos estaban ocultándole algo y aunque no lo demostrara le dolía. Habían sido mejores amigos desde el comienzo y ahora, se sentía absolutamente decepcionada. Era claro, lo veía venir pero jamás con aquella intensidad.

- ¡Albus! tu abuela era hija de muggles. ¿Pensaste ya en eso? - debía hacer entrar en razón a su primo de la manera que fuese. - ¡Scorpius! dile, dile que tú no estás de acuerdo. - era la primera vez que le pedía algo al rubio, estaba entrando en la desesperación y debía tomar cartas en el asunto. Era obvio, Scorpius se mantendría al margen de todo, no para fastidiar sino que por no querer meterse en discusiones de primos. ¿Estaba sola? aún no lo sabía con certeza, quizás era sólo un mal sueño y Albus se retractaría de todo lo dicho. A decir verdad, él siempre había dado a entender sus ideales de pureza, pero Rose no lo había tomado en serio porque bueno, le gustaba gastarle bromas a la gente y ella no caería. Pero, ahora todo era más claro. Albus jamás había bromeado. - Mi madre es hija de muggles... ¿matarías a Hugo y a mi? - Scorpius se levantó y se fue. Su primo tenía los músculos de la cara rígidos, eso era suficiente para ella. - ¡Por eso eras mi amigo! ¿me estabas estudiando o algo? - ahora sí estaba indignada, se sentía utilizada y llena de un sentimiento que no había experimentado antes con tanta fuerza, decepción. Esto era lo último que podía pasar, uno de sus mejores amigos la prefería muerta sólo para conservar aquellos ideales estúpidos y nada inteligentes. - Albus... - se levantó de la mesa de Slytherin y se fue. Cualquier lugar sería mejor que estar allí con gente sin razonamiento, y poca cordura.

Corrió al bosque prohibido. Tenía un 'cierto lugar' escondido en la nada, allí podría llorar y sacar su rabia; jamás demostraba sus sentimientos en público, era extraño ver a la fuerte e inteligente Rose Weasley llorando o viéndose débil por cualquier motivo, esta no sería la excepción. ¿Se habría sentido así su madre en su época escolar? Era algo que se agolpaba en su pecho y no la dejaba respirar, jamás había hablado mucho de este tema con su progenitora, y es que nadie imaginaba que cosas tan terribles volvieran a suceder. ¡Basuras! eso eran las personas que pensaban que en eliminar a personas inocentes estaba su 'salvación'. Odiaba al mundo desde ahora, odiaba a quienes no tenían la capacidad de pensar adecuadamente y haría lo que fuera por hacer entender al resto que lo que estaba ocurriendo era algo absolutamente malo y salvaje. Enviaría una carta a sus padres pidiendo ayuda, seguramente ellos pensarían en un método para abrirle los ojos a los estudiantes de Hogwarts. Todo era cosa de tiempo, bastaba con que una persona estuviera de acuerdo con los hechos para que los demás empezarán a imitar esas costumbres. La imitación, era algo que la enfadaba de sobremanera y hacía lucir su peor faceta, ¿cómo era posible que todos quisieran ser iguales? otra de las tantas imperfecciones de los magos. Debía darle un freno ahora, hacerle entender al resto que la situación era estúpida y poco correcta, aún si eso significaba perder a sus dos mejores amigos. - ¡Al diablo con todo! - desde ahora, ella también daría a conocer sus ideales.