You are losing your memory now {8} {privado}

Descontrol. Eso fue lo primero que se vino a mi cabeza al ver lo que salía en esa revista. Mi corazón se aceleró de golpe, y agradecí mentalmente que no había ninguna prueba de lo que salía escrito ahí. Ninguna. De hecho... ¿Cómo se habían enterado?. Imágenes de aquella noche se cruzaron por mi mente. La voz de James a mi espalda. La luz amarilla de Sortilegios Wasley. El aroma a pimienta que venía de los polvos pica pica. La calidez de los labios de James sobre los míos y las caricias de sus manos en mi espalda desnuda. Aquel hecho que pudiendo haber producido tantos cambios nos dejó igual, sin variación alguna. Y de seguro ello se debía a que el tema nunca había sido tocado prácticamente. El silencio lo había revestido de un extraño misticismo.
Pero ahora, con la revista en mis manos, el pánico se apoderó de mí. Desaparecí durante la tarde para no enfrentar preguntas. Me quedé quieta, esperando que los minutos pasaran, observando las lechuzas que iban y venían. Cada vez que alguien entraba hacía como que escribía una carta en mi cuaderno de técnicas de Quidditch. Con mi cabello cubría mi rostro y me mostraba tan concentrada que sabía que nadie osaría a interrumpirme.
El sol se comenzó a ocultar en el horizonte y yo sabía que a esa hora Gryffindor terminaba su práctica de Quidditch. Bajé de la torre y corrí a la cancha, mirando de lejos cómo los primeros jugadores se alejaban hacia el castilo. James se solía quedar de último. Eso yo ya lo sabía, porque era en esos minutos en los que se hayaba indefenso que le había hecho las mejores bromas. Me quedé bajo las gradas, observando como Frank y Fred se alejaban, y cuando ya estuvieron uno cuantos metros por fuera del estadio corrí hacia los vestidores y me detuve fuera de la puerta del de hombres. Sólo se oía el correr del agua de una ducha.
Con la revista en mano y la mochila en mi espalda entré al lugar. Dejé la mochila sobre una banca y tomé mi varita. El vapor de agua hacía ver todo borroso, pero yo ya había identificado la ducha en la cual estaba James. No dudaba de que era él, porque veía su ropa sobre una banca y su mochila abierta y desordenada a un lado.
Pensé en sorprenderlo y entrar a la ducha. Pero si alguien veía eso podría ser aún más mal interpretado. Así que me limité a tomar asiento en una banca y esperarlo con las piernas cruzadas. Mi mentón el alto, y mis dedos justo en las hojas de la revista que hablaban de nosotros.
Por primera vez agradecía que Albus hubiese salido mal herido. Al menos no estaba ahí para ser parte del terrible escándalo.

Jueves Primero de Octubre, al atardecer.

Ya faltaba muy poco para que se llevara a cabo el primer partido del año, y éste sería nada ni nada menos que el de Gryffindor v/s Slytherin. Las últimas practicas eran las más intensas, Roxie terminaba más cansada de lo normal y eso que siempre había tenido mayor estabilidad física que yo, y para qué hablar de la pequeña Lilylú, la pobre se esforzaba tanto que terminaba casi todos los entrenamientos tendida sobre el césped jadeando como un perrito deshidratado. Pero sin duda la que más se esforzaba era ella, la rubia de la cabellera brillosa y despampanante. Su perfil en más de una ocasión me había dejado observándola con cara de bobo y en más de una ocasión la Bludger me había dado por estar pendiente de sus sutiles movimientos con la escoba y el bate en mano. Por suerte en éste último entrenamiento logré salir invicto.
- Cada día estás más lerda, Ev - me burlé mientras nos dirigiamos a las duchas. La cara de pocos amigos que puso me hizo rodar los ojos y lanzarle un beso por los aires de una extremo del equipo al otro. Todos se adelantaron y me acerqué a Ev por detrás rodeando su cintura para comenzar a mordisquear su oreja divertido. - No me mires así, que me derrito, rawr - Ev giró sobre su eje y atrapó mis labios con los suyos pegando sus pechos a mi cuerpo. El sudor tan leve de su cuerpo, mezclado con su aroma le daban aquel toque excitante a su efluvio natural, por suerte parecía no tener el ph tan fuerte como el de Roxie. - veámonos en la torre de Astronomía ésta noche - le dije separándome de ella y sonriendole ampliamente antes de dejar que se escapara de mis brazos y le diera una nalgada, lo que la obligó a dar un brinco mientras se alejaba con aquella mirada coqueta que cada día me atrapaba más y más. Nuestra relación iba mejor de lo que esperaba y debía reconocer que en un principio no me imaginé que duraríamos tanto. Más de dos semanas juntos y pareciera que hubiéramos comenzado a salir ayer.
Cuando entré a la ducha ya todos estaban saliendo de éstas y más de un toallazo mojado en la espalda recibí por parte de esos tres infelices que tenía por amigos. Abrí mi mochila con rapidez con al esperanza de ducharme rápidamente y retirarme de las duchas con los demás, pero éstos ni siquiera me esperaron y se despidieron de forma burlona dejándome ahí solo. - Malditos, idiotas, malos amigos y envidiosos - refunfuñaba para mi mismo mientras sacaba mi toalla y las hawaianas del bolso que había dejado en una de las tantas bancas. Me puse las hawaianas y me adentré en la ducha colgando la toalla en el marco de la puerta para luego dar el agua. El chorro de agua tibia impactó de lleno contra mi cuerpo, y la sensación fue casi tan agradable como los besos de Ev sobre mi torso desnudo, pensar en ello logró que mi cuerpo reaccionara, específicamente mi entrepierna, la cual tomó un tamaño que no era muy convencional en una ducha, o al menos no cuando estabas solo. Una vez enjuagué bien mi cabello y mi cuerpo corté el agua y tomé la toalla que había dejado en la puerta para comenzar a secar mis cabellos. Salí de la ducha mientras tarareaba una canción a ojos cerrados revolviendo mis cabellos con la toalla para que dejaran de gotear y para no verme muy ordenado. Si había algo que detestaba era que mi cabello quedara todo pegoteado hacia abajo y no tuviera vida. Cuando abrí mis ojos noté que junto a la banca donde se encontraba mi ropa estaba nada más ni nada menos que Cassandra Nott.
- Si querías volver a verme desnudo solo tenias que pedirlo, no es necesario que me espíes, Cassie - bromeé divertido mientras me aproximaba hasta ella sin pudor alguno. Después de todo ella ya había visto mis atributos el verano pasado y por otro lado no me avergonzaba en lo absoluto que se deleitase con mi cuerpo. ¿Para qué ser mezquinos con la belleza natural?. Sonreí, quizás de forma burlona, aunque a decir verdad estaba feliz de verla, pues la había extrañado en todo un mes completo esquivándome. Desde que se puso de novia con mi hermano había dejado de ser la Cassandra de siempre y se había convertido en lo que ella más odiaba; una chica aburrida y esclava de otro hombre.

La ducha se apagó y esperé ver a James Potter emerger de tras la cortina. Su voz tarareando alguna melodía llegó de forma clara a mis oídos. Eso me robó una leve sonrisa, ya que cantaba tan mal que asustaría al mismísimo Voldemort con su voz. La cortina se corrió y mi risa se apagó de golpe. James salía entre el vapor del agua con sólo una toalla cubriendo su cabeza. Mi mirada viajó desde sus piernas, por todo su cuerpo, hasta llegar a su rostro. En el camino iba enarcando una ceja, y aunque me sonrojé, no me inmuté ante su desnudez. No era nada que no hubiese visto antes. James no abría los ojos aún, mas yo seguía fijada en su cabello que de a poco se desordenaba con el movimiento de sus manos. Finalmente, cuando sus ojos me miraron, yo no cambié mi expresión seria, aunque por dentro la escena me parecía de lo más divertida. Definitivamente James Potter era de aquellos chicos que me hacía reír con su sola existencia.

- He visto mejores, Jamie- le respondí con expresión de burla y tomando una toalla qu había a mi lado. Con ella en una mano, y la revista en la otra, me acerqué a su cuerpo y la posé sobre su abdomen, tapando su intimidad. Tampoco era la idea que alguien nos encontrara en dicha situación y diera constancia del rumor. En otras circunstancias no me habría importado, pero las cosas habían cambiado un poco en el último tiempo. Mis ojos se toparon desafiantes en los suyos, demostrando que su actitud socarrona no me intimidaba. Una de mis manos viajó a su rostro y con actitud coqueta acaricié su mentón, bajando por su cuello y posando la palma de mi mano en su pecho desnudo y húmedo. Su piel estaba tibia por la ducha recién tomada-. Toma esto, lèelo- demandé apoyando la revista en su pecho con mi otra mano y alejándome de él, pero dando vueltas en círculos a su alrededor. En aquel lugar me daba calor, y para intentar evadirlo desaflojé un poco el nudo de mi corbata y desbroché los primeros tres botones de la blusa encontrándome en la espalda de James. Mis pasos lentos y seguros llegaron a su lado. Mi mano se posó en su hombro y me incliné hacia él, intentando ver sobre su cuerpo.

Hace tiempo que no compartía con él. Después de aquel castigo casi no le había hablado, y en mi fuero interno debía rconocer que lo extrañaba. De cierta medida siempre me había sentido completa con James a mi lado. Era aquel a quien le podía lanzar todo el veneno del mundo seguido de una sonrisa sincera para después reír. Comprendía sus movimientos, porque yo actuaba igual. No era necesario que me justificara, ya que nos entendíamos en el mudismo de nuestros actos. Éramos las caras de la misma moneda, lo sabía, lo había visto en las cartas hace muchos años atrás.

Con mi rostro cerca del suyo y su piel firme bajo mi tacto las ecenas del verano volvían a mí. Aquel acto que habíamos callado hasta el final, y que ahora una revista nos quería arrebatar. El recuerdo de una noche que me demostraba que, sin importar qué pasara, James siempre sería James. De cierta medida siempre sería MI James, sin posesión, sólo porque ese era el destino. Un cariño desinteresado que no reconocería ni aún bajo tortura Egipcia.

Así, cerca de él, y sintiendo su respiración fuerte y clara, mis labios alcanzaron su oído-. Está claro que esto lo negaremos, ¿no?- le pregunté en un tono pacífico-. A ninguno de los dos nos conviene que esto se sepa. Así que espero que nos ayudes y calles...- saqué mi mano de su hombro y la dirigí a su rostro. Quería que me mirara a los ojos, lo cual logré corriendo su rostro con mi dedo-. ¿Lo callarás?- le pregunté con un tono de seguridad en mis palabras. Todo dependía de la respuesta de James. Prefería conseguir su silencio por las buenas... que de malas las cosas nunca salían del todo bien.

- ¿Mejores que éste? - pregunté meneando mi entrepierna de forma divertida hasta que Cassie la cubrió con una toalla. - Huy, que aburrida, tu noviasgo te ha vuelto muy aburrida - comenté sin apartar mi sonrisa patán del rostro. Era algo inevitable pues me resultaba cómico ver como había caído en los "encantos" de mi hermanito y se había vuelto toda una niña buena. ¿Y yo era el que cambiaría con su relación? Patrañas. - Veamos... - dije tirando la toalla con la que revoloteaba mis cabellos sobre la banca y sosteniendo la toalla que Cassie había puesto en mi entrepierna para que no cayera, mientas con mi mano libre sostuve la revista. Acomodé la toalla para que se sostuviera, entrelazándola a mis caderas y comencé a leer.

La revista Corazón de Bruja había implementado sus ediciones en Hogwarts, la cual era redactada por los mismos alumnos, e incluso se decía que había profesores involucrados, aún así los escritores eran totalmente anónimos e incógnitos, quizás por su propia seguridad. - No sabía que leías ésta clase de revistas - dije en un tono notoriamente burlón. Sabía que Corazón de Bruja era un libro de mujeres, pero no creí que Cassie fuera esa clase de mujeres. No negaré que yo me divertía mucho leyendo sus ediciones cada año, sobre todo cuando se inventaban tantas cosas de mi. Era divertido ver como trataban de arruinar mi imagen. ¿Qué más iban a arruinar? Además, el hecho de tener una imagen tan "arruinada" era lo que me daba ése encanto especial entre todas las mujeres. Sin exagerar, hacía varios años que venía saliendo en portada y como el más atractivo de Hogwarts por varias encuestan, y éste año, ni con los rudotes de Durmstrang fui la excepción, aunque por lo visto hubo un triple empate. Los demás no vale la pena nombrarlos, solo perdedores. Me centré en las hojas que Cassandra me entregaba. Había hecho un apartado exclusivo para los hermanos Potter, nice. Al dar vuelta la pagina vi por qué Cassie se escuchaba tan sumisa. Nos habían delatado. De una otra manera habían descubierto que estuvimos juntos en verano, o quizás solo lo inventaron, quien sabe.

- ¿Por ésto tanto alboroto? - pregunté encogiéndome de hombros y sosteniendo la revista con la punta de mis dedos con total desprecio. La dejé caer sobre la banca y mi mirada fue atraída por la de Cassie, quien se encontraba recargada a mi espalda. - ¿Con quien crees que hablas, Cassandra? - pregunté apartando mi rostro con brusquedad y separándome de ella, dando un par de pasos hacia adelante. Volteé nuevamente para que no pensara que estaba huyendo de su mirada, simplemente no quería sentirla tan cerca, me ponía algo nervioso. - No diré nada si es lo que te preocupa - le dije mirándola directamente a los ojos y cruzándome de brazos frente a ella. Una clara muestra de la distancia que estaba poniendo entre ambos. - No soy un bocón como mi hermano - añadí arqueando una ceja. - pero te advierto que si me veo en aprietos no mentiré - solté finalmente. Si aquel comentario en la revista me traía problemas en mi relación con Ev no le mentiría. Aunque ella no leía esa clase de revistas.

Noté la expresión de desesperación de Cassandra. Ella me conocía, y sabía que yo no era un mentiroso. Yo no hablaría del tema al respecto, más que con los que en verdad me interesaban. Y si Albus me lo preguntaba personalmente yo no le mentiría, pues no tenía nada que ocultar. - Oh, vamos, Cassie, no me mires así - dije meneando mi cabeza y haciendo un mohín algo confuso con mi rostro. - Sabes que nadie cree en las patrañas de esa revista - comenté rascando mi cabeza. A decir verdad el tema me tenía sin cuidado. Ev sabía que yo había estado con una sola chica antes de ella, y a ella jamás le importó, porque me amaba, y no le importaba mi pasado, mucho menos cuando sabía que podía contar conmigo y que jamás le mentiría. Ahí estaba la diferencia entre nuestra relación y de la mi hermano con Cassandra; ambos eran unos mentirosos.

- ¿Tanto te importa lo que piense, Snivellus? ¿Tan enamorada estás? - le pregunté observándola seriamente. Ya no cabía una sola sonrisa cuando de Albus y Cassie se trataba. Aún no me cabía en la cabeza como es que Cassandra estaba con él. ¿Qué es lo que había visto en él como para aceptar ser su novia? ¿Por qué siempre me mostró una faceta que nunca existió? ¿Dónde estaba la Cassandra que juró solemnemente que jamás sería presa de las relaciones sentimentales? ¿Dónde quedó la Cassandra que no era capaz de amar? ¡¿Qué demonios tenía Severus que yo no tenía?! ¿Qué podría entregarle él que yo no pudiera? ¿Por qué él y no yo? ¡Por qué!. Quise gritárselo, quise exclamarselo, escupirselo en la cara, toda y cada una de mis preguntas, pero ya no tenía caso. Aquella Cassandra que yo creí perfecta no existía. O si... si existía y estaba en frente mio. Pero la Cassie que estaba frente a mi, definitivamente no era la Cassandra de la cual casi me enamoro. Preferí callar, pues no quería seguir decepcionandome de ella.

Ante mi cercanía James se alejó. Siempre era lo mismo. Rehuía de mí como si le incomodase que me acercase tanto. Más de alguna vez me había dado cuenta que yo era la única chica del colegio de la que James escapaba, y que en la única ocasión que no escapó terminamos enredados en Sortilegios Weasley. Quizás nuestra relación siempre fue una trampa. Tal como lo era en ese momento la publicación de la revista que había caído al suelo una vez James la soltó entre sus dedos. Su reacción fue como me la esperaba: totalmente despreocupada. James era uno de esos seres bondadosos que tenía escondido el egoismo bajo su ego. En la primera capa podría creer que todo lo hacía por amor al resto; pero no. Como todo ser con una mínima de inteligencia sabía que lo mejor era siempre buscar el beneficio propio. ¿Y quién era yo para culparlo?. En mi caso habría actuado igual.
Nuestras miradas se encontraron y su lenguaje corporal me hablaba de que estaba a la defensiva. Yo me quedé en mi sitio, escuchando cómo hablaría si era necesario hacerlo. Apreté mis puños pero no hablé de inmediato. Su pregunta golpeó mi rostro y bajé el rostro hacia el suelo, contando hasta diez en mi mente a la vez que una sutil sonrisa se dibujaba en mis labios. Lentamente dicha sonrisa se transformó en una débil risa, y finalmente se convirtió en una estruendosa carcajada que sonó aún más fuerte cuando elevé mi rostro y mis ojos azules miraron a James Potter a los ojos. La risa hizo que tuviese que envolver con uno de mis brazos mi estómago. Buscando respirar hondamente para detenerla. ¡No lo podía creer!.
Pudiendo controlar mi impulso de risa caminé hacia él. Mi mano tomó su brazo donde ya no habían gotas de agua, evaporadas por el calor de su piel. Una sonrisa sincera enmarcaba mis labios y mi otra mano apretó su mejilla en un movimiento familiar y juguetón. Cosa que solía hacer con mi primo o con mi hermano cuando los mosqueaba-. ¿Y qué te hace creer que esto es por Albus, James?- le pregunté viendo en James una confusión que se asemejaba a la que yo veían en mis ojos cuando me observaba al espejo. ¿Acaso todo aquello era por Albus? ¿O lo era por mí?. Incluso podía ser que fuera... que fuera por James sin que él se diera cuenta-. Sabes, siempre creí que yo significaba algo para ti. Como un ser individual, fuera de lo que era mi círculo social- quizás lo que le decía no tenía lógica con lo que le había ido a decir en un inicio, pero era algo en lo que había meditado durante tanto tiempo que necesitaba decírselo. Nunca había sido buena para ocultar mis emociones. Solía ser demasiado sincera. Aún más cuando se trataba de cosas que no había caso de seguir ocultándolas-. Pero veo que no, porque a la primera que tienes para usar mi círculo en mi contra, lo haces-. ¿Decepción? En mis ojos se había posado un gesto de duda gigante. Mi voz era calma, y sin percatarme me había ido acercando a él hasta estar inclinada hacia su rostro. Hablaba en un susurro calmo-. Si quiero que callemos esto es porque... - un suspiro se escapó de mis labios y luego sonreí, sonreí con mis ojos y mi rostro completo- ... no me gustaría que las cosas cambiaran entre nosotros- admití sin ningún gesto de nerviosismo. A la gran conclusión que había llegado en el verano, y el porqué de mi ausencia durante todo ese tiempo, era que no quería perder lo que James significaba para mí. Él era mi otro yo, quien me daba una visión externa de mí misma, quien me hacía reír, quién se había transformado en mi compañero invisible ante la lucha por la libertad.
James Potter era mi aliado contra el mundo, a nuestro modo, único e inexplicable.
Enarqué una ceja y pestañeé repetidas veces de forma coqueta-. No seas celoso, Jamie. Bien sabes tú que no soy de las que cambio mis principios. Nadie me hará cambiar... soy una rebelde- concluí guiñándole un ojo y lanzándole un beso desde la distancia, aún estando muy cerca de su rostro.
Esperaba que callara, no sólo por Albus, cosa que no iba a admitir. Sino porque que él hablara podía significar tener que tomar una decisión. Una decisión que no pretendía tomar nunca. Porque una rebelde no tiene que tomar decisiones más allá que quebrar aquellas que otros intenten tomar por ella. Esa es la verdadera rebeldía.
La lucha contra el mundo.

No cambiaría mi opinión. Muchos creían que yo era un egoísta que solo me preocupaba por mi mismo, pero a bases de mentiras no se sustenta ninguna buena relación, ni de amistad, ni mucho menos amorosa. Muchas veces ser tan sincero me había traído muchos problemas, incluso más de los que me hubiera ocasionado el haber mentido, pero mi conciencia siempre había estado tranquila, y eso me había ayudado a superar aquellos malos ratos, y a la larga la verdad siempre era lo mejor, así me habían criado y así lo había aprendido y corroborado a lo largo de mi corta vida. ¿Creían que lo hacía solo por mi bien, por conveniencia, o para salir del paso? No, lo hacía porque era lo correcto. Así como las reglas están para romperse, la vida tenía solo una regla, y esa era ser una persona transparente, una persona que vive la vida sin la necesidad de destruir la de otros, una persona que busca su libertad sin esclavizar a los demás. Ahí estaba mi libertad, aquella que se basaba en el amor, no como la libertad que buscaba Cassandra que la encadenaba a las mentiras y las apariencias, eso no era libertad, y lo peor de todo es que ni siquiera se daba cuenta.

Al escucharla reir como una tonta la sangre hirbió por mis venas, quise arracancarle la cabeza en ése mismo momento, pero ¿para qué? No valía la pena. Sentí su mano rodear mi brazo y mi mirada se dirigió hacia ella. Sus dedos me habían atrapado como si yo le hubiera dado el permiso para hacerlo. ¿Es que no se notaba en mi rostro que estaba molesto? Aveces Cassie abusaba de su suerte. Aún así su gesto al presionar mis mejillas me fui divertido, aunque traté de ocultar la sonrisa. Estúpida... ¿Por qué tenía que quererla tanto?.
Si no era por Severus, ¿entonces por qué tanto alboroto? Era solo una simple revista. ¿O es que se avergonzaba de mi y haberme dado una de las mejores noches de mi vida? Si supiera cuanto significaba para mi ni siquiera pensaría lo que me estaba diciendo en ése momento. Aparté su mano de mi brazo sin mirarla. - No juegues conmigo, Cassandra, por favor, no juegues conmigo... - murmuré tratando de tragar saliva. Lo logré pero a decir verdad me costó un poco. Carraspeé. - No entiendo qué tiene que ver una cosa con la otra. ¿Por qué has venido? ¿Para decirme que no hable? Bien, ya obtuviste tu respuesta y sabes que no cambiaré de opinión - señalé aún a una distancias prudente de ella. Merlín, ésa maldita distancia ya comenzaba a desesperarme. Había pasado prácticamente un mes sin hablar con ella, sin molestarla, sin ser molestado, la extrañaba, extrañaba su risa, sus gestos, su mirada, su aroma. Si ella se diera cuenta de cuanto deseaba abrazarla en ése momento, acorralarla contra los casilleros y besarla hasta quedarme sin aliento no estaría en ése lugar. De seguro si sabía lo que me hacía sentir huiría, correría, y no volvería hablarme. ¿Sería esa la mejor opción? A decir verdad mi relación con Ev iba tan bien que sería una alivio sentirla lejos, pero... ¿Qué quedaría después si mi relación con Ev no resultaba? ¿A quien recurriría como cuando terminé con Sarah? Ya no tendría a Cassie a mi lado, y eso no lo soportaría.

Me dejé caer sobre la banca y mis codos se posaron sobre mis piernas. Mi cabeza calló entre el hueco que dejaban ambas piernas y mi mirada se centró en el suelo húmedo. Me sentía agotado, ya no quería más guerra. - No lo entiendo, Cassie. ¿Por qué tanto alboroto entonces? ¿Por qué nuestra relación debería cambiar? - pregunté aún cabizbajo. ¿De verdad todo eso lo hacía por mi? No, eso era una mentira, Cassandra siempre había sido una mentirosa, y al igual que siempre solo me estaba utilizando, tal como ocurrió esa noche, yo solo fui una escapatoria de su realidad, nada más, no hubo amor, ni por su parte ni por la mía, solo sexo. - Si no cambias tus principios... ¿Entonces por qué es todo ésto? Si no es por Snivellus... ¿Entonces por qué? No lo entiendo, y no te creo cuando me dices una excusa tanto tonta como la que me acabas de dar. ¿Por qué cambiaría nuestra relación? ¿Tan avergonzada te sientes de haber pasado una noche contigo? ¿Tan poco significó para ti como para negarlo? - alcé mi mirada con ésta última pregunta. Me sentía débil, frágil, como si en cualquier momento rompería en llanto. Por suerte mi lado Gryffindor, orgulloso, no me lo permitió, por suerte no le di a Cassandra un motivo más para manipularme a su antojo, por suerte...

Rechazo. Sentia su rechazo como una bofetada en mi rostro. A cada segundo James se alejaba de mi y yo no podia hacer nada para contenerlo. Ni mis palabras divertidas, ni mis juegos, menos mis coqueterias estaban funcionando. Aparto mi mano de su brazo con fuerza, y yo lo mire con un leve gesto de confusion. ¿Por que hacia eso?. ¿Por que me queria apartar tanto de el?. No comprendia su forma de actuar, porque aunque nunca habiamos sido de esos amigos cariñosos que se andan abrazando como babosas, tampoco eramos dos desconocidos que no soportaban la cercania uno del otro. Mas de una vez habiamos terminado acostados en el suelo del aula de castigos. James con su cabeza en mi regazo limpiando los trofeos, y yo mirandolo con burla mientras acariciaba de vez en cuando sus cabellos, escuchando las disparatadas ideas para la broma que seria la cuspide del año. ¿Que habia pasado con esos momentos?. ¿Se habian esfumado del todo luego de lo sucedido en el verano?. ¿Acaso no podia ver que estabamos cambiando...?.

Su negativa a mi peticion era absoluta, lo sabia. Yo tambien baje mis ojos y escuche como se sentaba en la banca. Sus palabras llegaron a mis oidos y aprete mis manos en un puño, recordando esa noche y lo que me habia llevado a ello. Tenia ganas de pescar una muralla y lanzar mi cabeza contra ella, una y otra vez, siendo consciente con eso de mi error. De mi falencia al haber actuado de forma tan impulsiva. De la debilidad que me habia dominado en ese momento y me habia llevado a hacer algo que en mi cordura normal no habria hecho. Por eso no creia en los besos que se olvidan, ni en las caricias que no significaban nada. Para mi esas cosas siempre tenian significado, y era por eso que siempre las habia evitado. Siempre... hasta esa noche.

Alce mis ojos y me encontre con los suyos. Sabia lo que habia tras las palabras de James, porque a el nunca habia podido mentirle, aunque lo habia intentado en algunas ocasiones. Me conocia, sin darse del todo cuenta, ya que conociendose a si mismo me podia conocer a mi. Mis ojos clavados en los suyos se abrieron en coformidad mi boca lo hacia tambien, y aprete aun mas mis puños sabiendo que no me quedaba otra que decir la verdad. Al menos toda la que se podia decir.

- ¿Quieres la verdad, James?- le pregunte reprimiendo las ganas de gritarle mientras mis mejillas se sonrojaban. No desviaba mi mirada de la suya, buscando en ella al James de siempre. A ese James que en parte era mio, pero que nunca lo seria del todo-. La verdad es que esa noche significo. Significo tantas cosas que no se por donde empezar...- mi voz, para nada calmada, comenzaba a elevar su volumen. Sentia coraje y un dejo de rabia, porque me dolia el que James no me pudiera comprender. Me daba rabia que el no pudiera ver a traves de mi, a pesar de que no tenia como hacerlo-. ¿Quieres saber por que durante el mes que siguio no te busque? Porque me avergonzaba, porque habia caido ante la debilidad, porque habia llorado entre tus brazos cuando nunca antes habia llorado asi...- las palabras salian rapido de mi boca, cada vez mas fuerte, retumbando en el vestidor. El vapor del agua seguia manteniendo el ambiente calido, y la piel de James parecia brillante desde la distancia que manteniamos-. Y eso porque eres tu. James, tu siempre haz sido aquel chico con el que no me siento juzgada. Aquel que no intenta ver en mi mas de lo que ya ha visto. Que salio de los prejuicios de "Slytherin, alta alcurnia y narcisista" para acercarse y darme un espacio en su vida- me acerque a el, con mis mejillas arreboladas y el impulso que me daba el decir tantas cosas que siempre habia pensado y que nunca habia dicho. Hablaba sin analizar, solo soltando todas esas frases que habia sentido con tantas ansias que no podia sino dejarlas ir entre mis labios-. Porque yo siento, siento mucho, siento mucho mas que las demas personas. Siento tanto que me ostiga. ¡Me ostiga sentir!- le grite de pie, mirandolo, a un metro de sus piernas y a un metro de querer golpearlo por llevarme a decir todo eso-. Y por ti siento algo que no sentire nunca por nadie. Porque eres tu. Siempre seras tu... ¡tu eres mi otra cara, Potter!. ¡Lo he visto tantas veces en mis sueños que ya no lo puedo negar...!- tome una bocanada de aire profunda y eleve mi mano, señalandolo con mi dedo y sintiendo como mis ojos se aguaban. No era tristeza, sino orgullo puro que me llevaba a evitar aquellas lagrimas como si me tratara de una bomba que iba a explotar. Mi corazon saltaba en mi pecho, y ya no tenia ganas de actuar. No tenia ni la menor energia para seguir ocultando aquello que las cartas me habian restregado en el rostro-. ¡Tu eres a quien....!- grite abriendo mi boca con furia y sintiendo como estaba mareada de pronto. Aun tenia tantas cosas que decirle, pero el mareo me hizo presa y cai. Cai con la mirada en blanco.

Mis rodillas llegaron al suelo en un sonido sordo. Mis ojos estaban velados, y mi mente no se encontraba del todo ahi. La imagen de una guerra se posaba frente a mi. Sentia gritos, inumerables gritos y llantos. El olor a sangre inundaba todo ¡TODO!, y yo estaba de rodillas contra el suelo, sin poder pararme de la tierra que cubria los caminos de Hogsmeade. James, de pie frente a mi, tenia una sonrisa vacia en su rostro. Mis ojos bañados en lagrimas me impedian verlo del todo bien. El viento ondeaba su tunica, y yo estiraba mis manos - tal como James en el baño podia verlo - hacia el-. ¡Noooo, James, no te vayas! ¡No vayas!- le grite tomando con mi puño el barro del suelo y esperando que no se fuera. Sentia que algo me impedia moverme, algo como un abrazo o una herida en mi vientre. Habia algo ahi que me tenia inmovilizada y me impedia mover para seguirlo. Alce mis ojos repletos de lagrimas y lleve la mano que habia estado en el suelo hacia mi estomago, recogiendome en esa posicion contra mi misma. El James que ahi estaba me daba una ultima mirada que decia muchas cosas que no podia controlar. Y en mi interior sentia una terrible desesperanza que me anunciaba que algo terrible iba a suceder. Que los hechizos que volaban por mi cabeza solo eran el principio de ese ataque a los alumnos que caian. Y que James Potter nunca iba a regresar a mi desde donde iba. Su ser se giro y comenzo a caminar, alejandose y dejandome en el suelo. El dolor en mi vientre era mas potente, lo que me obligo a cerrar los ojos y centrarme del todo contra mi brazo que lo rodeaba. Las lagrimas no me permitian ver nada mas, y lo unico que alcance a murmurar contra su distancia fue un - ...no, no me abandones...- antes de que el dolor fuera tan apremiante que me hiciera caer.

Negro. Inconsciencia absoluta. James pudo ver como gritaba y mi cuerpo se movia en el baño sin que ahi hubiese batalla alguna. Cai del todo en el suelo como si me hubiese desmayado. Mi cabello cubria mi rostro, y mi respiracion era agitada. Mis mejillas se habian tornado palidas... y, de a poco, volvia a cobrar consciencia de que estaba viva. Pero no recordaba nada.

¿Por que estaba acostado sobre el frio piso de ceramica?

No sabría decir de donde saqué las fuerzas en ése momento para mantener mi mirada firme sobre Cassandra. Pero ahí estaba yo, sintiendo nuevamente sus ojos sobre los míos como hacia semanas no los sentía, pues llevaba semanas evitándolos, quizás meses. Mi mente estaba a punto de colapsar, por lo menos hasta que pude reconocer el brillo extraviado de sus ojos. ¡Esa era la mirada que yo tanto estaba buscando! La mirada que había perdido de vista, la mirada en que sus ojos brillaban mientras me hablaba. Escuché cada una de sus palabras. ¿De verdad tendría la valentía para hablarme con la verdad? Lo dudaba, pero aún así tenía fé en sus palabras, en sus ojos... Quizás ahí siempre ha estado mi error, en creer que Cassandra, solo por parecerme distinta a las demás serpientes tendría el valor o el coraje que éstas no tenían. Aún así no la culpaba, no la juzgaba, nunca lo había hecho y no empezaría a hacerlo ahora, pero al menos necesitaba saber si había cometido un error al depositar mi confianza en ella, y por Merlín rezaba que no fuera así pues ella era mi mayor confidente en todo el colegio. Con ella podía abrirme, tal como lo hacía con Lilylú.

Las palabras de Cassandra se colaron tan profundo en mi corazón que por más que mi mente las negó, mi corazón las obviaba de sobremanera, como si estuviera consciente de que todo lo que ella me estaba diciendo fuera verdad. El motivo del por qué actuó de ésa manera, lo que sintió, todo tenía un significado, y yo le creía, pues no podía estar tan equivocado con ella. ¿Pero cual era ése signficado?. Alcé el mentón esperando su respuesta pero Cassandra cayó al suelo, aferrándose al piso y comenzó a gritar... Al ver su reacción me puse de pie por inercia, jamás en mi vida la había visto actuar así. Vamos... ¿no era para tanto, o si?. Pero de la nada comenzó a gritar incoherencias. ¿Irme? ¿Abandonarla?. - No me iré a ningún lado, Cassie, por favor, tranqulizate - musité a brazos abiertos tratanto de calmarla. Jamás la dejaría sola, y por mucho que lo negara ambos lo sabíamos, ambos sabíamos que en el fondo estábamos predestinados para estar juntos, como amigos, como pareja, como cómplices, como fuera, ella siempre había sido y sería mi alma gemela.

Me incliné a su lado al verla caer y la aferré con fuerza contra mi pecho. - ¿Cassie, estás bien? - pregunté acariciando su rostro y apartando los cabellos que nublaban su vista. Noté su mirada perdida posarse en la mía, extrañada, extraviada. - ¿Qué te ha pasado? - pregunté aunque en el fondo sabía bien lo que había pasado. Al parecer si era cierto, al parecer ella si era vidente, al parecer las cosas se pondrían bien feas. - Estabas a punto de decirme algo importante y luego comenzaste a decir incoherencias, clamabas porque no me fuera, por que no te abandonara - aclaré para luego depositar un beso en sus ojos, en ambos, de forma cálida y sobreprotectora. - Todo estará bien, Cassie, te lo prometo - añadí mirándola fijamente a los ojos. ¿Sabes hacia cuanto tiempo no me sentía tan cercano a Cassie? Desde ése maldito verano, desde hacía más de tres meses que no la abraza de ésa forma, y en ésa posición me di cuenta de lo mucho que la extrañaba.

La luz blanca del camerino comenzaba de a poco a hacerse parte de mi consciencia. Por mi nariz sentía el aroma a jabón que emanaba del cálido cuerpo que me acunaba contra sí mismo. No recordaba nada. El porqué me dolía mi vientre como si me hubiesen golpeado ahí con un fierro. El porqué de las lágrimas que bañaban mis mejillas. Y aún menos el porqué de aquel extraño alivio al sentir a James Potter abrazándome como si nunca más se fuera a ir. De forma instantánea sus besos sobre mis ojos me robaron una leve sonrisa.
Alcé mis párpados y me encontré con los ojos de James. Su mirada distaba del típico jugueteo en ella, y parecía preocupado. Mi mano buscó la suya y la acarició, en un acto reflejo que era parte del mareo que invadía mi cabeza. Sabía que había tenido alguna visión, pues sólo ello podía explicar la actual situación en la que James y yo nos encontrábamos. La calidez de su cuerpo, su presencia en sí, calmaba las ansias que había sentido hace unos momentos. Era como que mi alma, sabiendo que James estaba junto a ella, se volvía a sentir completa. Juntos podíamos vencer cualquier adversidad, incluso la más terrible de todas.
Abrí mis labios con lentitud. Tenía una sed terrible que sofocaba mi garganta. Mi cuerpo, aún débil como si hubiese sido víctima de un cruciatus, se mantenía aferrado al de James. Y aquella analogía me recordó a aquella tarde de verano donde le entregué mi cuerpo a él. Porque James me llamaba a mostrarle una más de mis facetas. Aquella oculta que dejaba ver la debilidad-. Nada está bien, James- musité tras sus palabras tomando aire y notando como el rostro de James se hacía más real, perdiendo aquella capa fantasmagórica que lo cubría cuando de a poco cobraba consciencia sobre lo que había sucedido-. Estamos luchando contra algo demasiado grande. Algo más grande que nosotros mismos- dije sin saber del todo de dónde salían esas palabras.
Apoyé una de mis manos en el piso frío y me incorporé manteniéndome hincada sobre la cerámica del camarín. Mi cabello despeinado me daba una cierta imagen de locura. Y mi piel estaba más pálida que de costumbre-. James, habrá otro ataque- señalé con absoluta seguridad, notando que flashes de imágenes se posaban en mi cabeza dándome a conocer de a pedazos lo que había visto-. En Hogsmeade- advertí-. Y la única forma de que los dos salgamos con vida....- mi mirada se mantuvo en la de James, sin pestañear siquiera mientras hablaba. Mi corazón se aceleró en mi pecho y mis mejillas adquirieron de golpe un tono encendido-... es que no nos separemos en ningún momento- finalicé en el tono más serio que había tenido nunca en mi vida.

James atrapó las manos de la rubia entre las suyas, sintiendo el frío de éstas. Las presionó con fuerza y depositó sus labios en el torso de las mismas mientras sus ojos la observaban, escuchando las últimas incoherencias que salían de sus labios, aunque quizás de incoherentes tenían muy poco. La seriedad de sus palabras le preocuparon, más de lo que demostró, pero trató de controlar su estado animico, de no demostrar la preocupación y trató de bajarle el perfil a la situación con una enternesedora sonrisa.

Aparté los cabellos de Cassie con mis dedos, y de pasada aproveché de ordenarlos un poco. En ningún momento aparté mi sonrisa del rostro, tranquilizadora, enternecida, sincera. - Tranquila, mujer... no me separaré en ningún momento de ti, lo prometo - mi voz se alzó susurrante y poco a poco fue tomando mayor seguridad. - Si lo que dices es cierto... y no pongo en duda ello, deberíamos advertir a los miembros de la orden en la reunión que está muy próxima. La fiesta de Halloween se acerca y nos darán varios dias libre para escoger disfraces, en esos dias organizaremos la reunión - expliqué atrayendola nuevamente hasta mi, rodeandola con posesión con mi brazos, y deposité un beso en su frente. Quería traspasarle algo de seguridad, no todo estaba perdido, pues su habilidad nos sería de mucha ayuda para prevenir males mayores.

Ahí estaban ambos, solos en aquel humedo lugar. Si alguien les viera pensaría lo peor. Él incado en el suelo y ella acurrucada en sus brazos, como antes lo hacian, como en los buenos tiempos, como en aquella noche... James sentía su corazón latir, quizás con más fuerza que de costumbre, y aunque tratara de evitarlo era inevitable recordar aquella noche con Cassandra. Separó sus labios de su frente, pues necesitaba de ver sus ojos, su rostro, su angel. La seriedad en el rostro de James ésta vez no era producto de la preocupación, sino que era producto de los miles de pensamientos que pasaban por su cabeza. ¿En qué momento había uido de su amiga de aquella manera permitiendo que la bonita amistad se trizara? ¿En qué momento habia dejado de ser un Gryffindor de tomo y lomo y había caido en la cobardía?. Ya estaba cansado de seguir huyendo, solo quería recuperar a su amiga secreta, quería volver a compartir con ella, a ocultarse, quería volver a aquella complicidad que solo ella le entregaba.
Cerró sus ojos, cortando el contacto visual y su nariz acarició lentamente la de ella. - Confia en mi... - susurró consiguiendo que sus labios rosaran los de Cassandra, quien aún permanecia aferrada entre sus brazos, con claros indicios de no querer soltarla.

Las manos de James tomaban las mías y yo me dejaba aferrar a ellas. Después de mis visiones me solía sentir totalmente desorientada, como si los minutos perdieran de forma total su coherencia, y mis pensamientos no fueran más que ráfagas de imágenes, indomables y extraviadas.
Los dedos de James fueron a parar a mi cabello, y mientras los ordenaba yo no dejaba de observar su rostro y de oír sus palabras. Asentía levemente, intentando volcar mi cerebro en lo que él iba diciendo. Pero mi cabeza aún estaba ausente, sintiendo el rebote de los gritos de mi visión y admirando la espalda del James de mis imágenes alejarse entre la multitud, provocando con dicha separación el primer final de nuestra historia.
¿Final?. Sí, aquello me sabía a final. Las lágrimas sólo indicaban finales, y el dolor lo aumentaba en su drama. Cerré los ojos justo en el momento que James me atrajo a sí mismo entre sus brazos. Su aroma se coló por mi nariz y lo aspiré hasta poder memorizarlo como nunca antes había memorizado nada más. Los ojos de James seguían fijos en los mios, y por ello los busqué, sintiéndome presa aún de aquel miedo que me invadió al verlo desaparecer entre las maldiciones y el olor a sangre. Todo eso parecía tan real que el corazón se me apretaba en el pecho. ¿Acaso llegaría el momento en que James debería desaparecer de mi vida?. ¿Sería posible que la complicidad que siempre habíamos tenido llegara a su fin?. ¿Así se maracaría el punto final de nuestra historia?.
James cerró sus ojos, y de forma inmediata yo seguí su gesto. La oscuridad de mis párpados y el calor del aliento de James sobre mi rostro me hacían caer una vez más en mis visiones. Siempre que las tenía confundía durante algunos minutos la realidad con la fantasía. Pero en este momento era también mi razón la que se aferraba a deconocer una posible realidad de James caminando lejos. Porque una aguja en mi corazón me señalaba que lo estaba perdiendo... y yo sabía exactamente el porqué de esa pérdida.
Sus palabras provocaron que mis manos se sujetaran a sus brazos. Contuve el aliento, y sentí sus labios rozar los mios. La noche que habíamos pasado juntos en el verano volvió a mis recuerdos eclipsando todo lo demás. La seguridad única que había sentido al estar entre los brazos de James, como si él me pudiera proteger de las atrocidades de mi padre y de mí misma, de mi propia debilidad al dejarme caer por aquel suceso, volvía a mí mezclada con el miedo de perderlo.
-Lo hago... - murmuré en un tono tan tenue que sólo James, que estaba tan cerca mío, lo podría haber oído. Apreté mis ojos y me incliné un poco más hacia James, dejando mi nariz pegada a la suya. A pesar del calor de sus brazos mi cuerpo temblaba ligeramente, como si yo estuviera casi desnuda en la cerámica, y no él-. A veces siento... que sólo te tengo a ti...- comenté sin siquiera haberlo pensado, pero la verdad de esas palabras se elevó por los aires y entró una vez más a mis oídos. ¿Por qué decía todo aquello sin filtrarlo antes? Y la respuesta a aquella interrogante era la más simple de todas: La Guerra tenía dos posibles caminos, y uno de esos podía llevar a la separación y a la derrota. James Potter saldría irremediablemente de mi vida si yo no hacía algo. Y quizàs las palabras no sería suficientes para mantenerlo a mi lado.

Aferrados, cual pareja de enamorados, se encontraban James y Cassandra en el suelo del Camarín. La respiración entrecortada de Potter develaba aún clara preocupación, no obstante aquella respiración se detuvo al compás que de su interior se elevaba un suspiro que quedó extendido en el aire consiguiente a las palabras de Cassie. En el fondo él lo sabía, en el fondo ambos sabían que solo se tenían el uno al otro, más que mal ella era su única y verdadera amiga.

James estaba rodeado solo de su familia y era a ellos a quienes consideraba sus amigos, por otra parte Albus tenía amigos verdaderos, de esos que no consigues solo con nacer, de aquellos que darían todo por ti sin la necesidad de tener tu propia sangre. He ahí donde la envidia de James hacía su hermano recaía. Si había algo que podía envidiar de los Slytherin era el compañerismo.

El silencio se extendió por el ambiente, pero éste no fue un silencio incomodo como en la mayoría de las ocasiones. Aún por mi cabeza rondaba la interrogante de por qué Cassandra había hecho lo que hizo el verano recién pasado, pues su explicación había quedado en el aire, sin finalizar, y provocando más interrogantes en mi jodida cabeza. Aún así no quise hablar, no aún. En aquel momento solo quería disfrutar de sus caricias, del roce de su piel con la mía, del tacto suave de su piel bajo la tersa contextura de la yema de mis dedos. ¿Cómo no recordar su cuerpo desnudo entrelazarse con el mio? ¿Cómo mantenerse inmune a los encantos de una de las chicas que más me cuesta definir a pesar de conocerla tanto?.

Sostuve el silencio, solo quería decir una cosa y no me atrevía. ¿Por qué ese afán de ocultar mis sentimientos a Cassandra? No lo entendía, y ni siquiera podía pensarlo con claridad en ése momento, quizás simplemente porque no tenía una excusa valida. - Te extraño... - dije al fin, cortando el silencio que se había apoderado del lugar. "No fue tan dificil, ¿o si James?", me pregunté sin siquiera ser consciente de como mis manos rodeaban su cuello y elevaban su rostro hasta mis ojos, los cuales observaron cada detalle, desde el sonrojo común de sus mejillas, hasta el grosor de sus labios, tan apetecibles como en aquella ocasión. La atraje, con lentitud, pero sin titubeos. Solo deseaba una cosa más, y me sentiría libre, completamente libre de mis unicos miedos.

Como si fuera un Slow Motion, los labios de James atraparon los de Cassandra. Aquellos labios que anhelaba volver a besar desde aquél bendito verano. Si, los estaba besando y con ello recuperaba aquella libertad que había perdido al entregar su cuerpo a alguien que no le amaba, pero que en cierta forma siempre sería su mujer ideal. Quiso cortarlo en el instante, no quiso abusar de ella, mucho menos siendo consciente de que tenía una relación con Everleight, pero nada podía con la pasión que en ése momento se apoderó de él, pues en contraste con lo que debía hacer no pensaba soltarla, al contrario, una de sus manos se aferró en su nuca y su lengua penetró la boca de una somnolienta Cassandra que aún parecía no recuperarse del todo de su estado. Pero James no pensaba en eso, James solo quería saborear sus labios, aunque fuera una última vez.

Era tan gratificante sentirse abrazada por los brazos de James que mi cuerpo se negaba a salir de ellos. En mi cabeza las escenas del presente con la visión vivida se entremezclaban, confundiéndome y no permitiéndome comprender qué era lo que realmente sucedía además de que James estaba a mi lado, y su aroma se colaba por mi nariz.

Abrí mis ojos bajo la luz artificial del camerino. Aún algo mareada busqué la mirada de James, encontrándome con sus ojos color chocolate. Me vi reflejada en ellos y esbocé una leve sonrisa. Era como si el James de mi visiones se hubiese detenido cuando había decidido alejarse de mí. Su espalda ya no se hacía más pequeña mientras caminaba hacia la guerra, y por el contrario, sus pasos dieron la media vuelta y se detuvieron frente a mi rostro lloroso. Sus manos frías tomaron mi nuca y me acercaron a él. Las imágenes del presente se volvían a entremezclar en el momento que el aliento de James golpeó mis labios justo antes de apoderarse de ellos. ¿James no se iba a ir?. ¿James se quedaría conmigo en aquella guerra?

Cerré mis ojos ante aquel beso. Podía oír los ruidos de los hechizos que sobrevolaban nuestra cabeza como si fuera una experiencia real. Con urgencia llevé mis brazos al cuello de James, bebiendo de ese beso como si fuera la única cura contra la desgracia que se acercaba. Mi respiración se agitó, y mis mejillas se sonrojaron más que antes. De a poco volvía a tener control de mi cuerpo, acercándolo al de James y olvidando por un segundo que alumnos de las distintas casas caían como pájaros heridos por una flecha en las calles de Hogsmeade.

Entonces todo comenzó a cobrar claridad...

Los ruidos ensordecedores de gritos y hechizo se detuvieron, y sólo un silencio oscuro acompañado de nuestras agitadas respiraciones se hizo parte. Mis labios que estaban rozando los de James sintieron el sabor de su piel de forma completamente viva; y en ese instante unos ojos esmeralda se dibujaron en mis visiones haciéndome sentir un apretón en mi pecho.

"Albus" pensé recobrando algo de mí misma. Abrí mis ojos de golpe y alejé mis labios de los de James, manteniendo aún la cercanía. De pronto me di cuenta lo que estaba haciendo, sintiéndome tan cómoda e incómoda a la vez con la situación. Con una destreza asombrosa me puse de pie, observando a James en el suelo a medio vestir y admirando sus manos que tan bien se habían sentido alrededor de mi cuerpo. Negué con la cabeza tras aquel pensamiento y abrí mi boca para decir algo, para comentar que eso estaba mal, que yo estaba con Albus y que no podía hacerle eso. Pero ninguna palabra salió de mis labios, pues no estaba del todo segura si era eso lo que quería decir. ¿Y si eso significaba perder a James para siempre?. ¿Si ahora era el momento de tomar una decisión?. Un miedo profundo se instaló en mi cuerpo y me mantuve quieta sin decir palabra alguna, con las palmas abiertas y mi cabello despeinado a mi alrededor. Entré en histeria sin siquiera poder manejarlo, y antes de gritar o armar un escándalo, me di media vuelta y salí corriendo de los camerines sin volver mi mirada atrás. Ahora era yo la que corría. Era yo la que dejaba a James sólo en el suelo. Era yo la que no sabía qué hacer al respecto...

...porque con James no tenía libertad de escoger, en cambio a Albus había escogido hacerlo parte de mi vida. Y la falta de libertad me daba más miedo que cualquier otra cosa. Más miedo aún que reconocer que James estaba grabado en mí por y para siempre.

Correspondido. Los labios de James, una vez más, habían sido correspondidos. ¿Sería coincidencia que Cassandra no hubiera rechazado su beso por segunda vez?. Una pequeña luz de esperanza se aferró con fuerza a una parte de su corazón, que en ése momento latía con más fuerza que nunca. El tacto delicado de Cassandra logró que su piel se erizara completamente y en su vientre el nerviosismo se hiciera latente, en lo que la gente suele llamar; mariposas revoloteando.

Pero como todo en ésta vida; nada dura para siempre. Cassie se separó de James. De forma brusca y rápida los brazos de Potter quedaron desamparados, aferrándose al suelo que tenía a su alrededor. Alzó la mirada, algo confusa, boquiabierto, agitado por su misma respiración entre cortada y la posó en Cassandra, quien parecía querer decir algo, pero en un ahogado silencio optó por correr, correr como la primera vez.

Huía... Otra vez huía, como si nada hubiera pasado, como si nunca la hubiera besado. ¿Qué es lo que hacía mal ésta vez?. ¿Por qué es que en aquellas ocaciones tenía que sacar su lado Slytherin y uir de forma cobarde ante cualquier obstaculo?. ¡Pero ésta no se quedaría así! No podía quedar así...

Me puse de pie de un brinco y tomé la playera que había dejado sobre la banca. Me puse bien las sandalias y corrí tras Cassandra quien ya cruzaba el campo de Quidditch rumbo a la salida. No dejaría que ésta vez se fuera sin decirme nada, si yo me tragaba mi cobardía ella también debía de aprender a hacerlo. - ¡Cassie! - Grité. Pero ella siguió su carrera sin detenerse. - ¡Cassandra Nott! - exclamé ésta vez dandole alcancé y jalandola para que me viera y no siguiera corriendo. - ¡¿Lo harás de nuevo?! ¿Huiras como una común y corriente Serpiente arrastrándote sin siquiera mirar atrás?- pregunté al borde de la locura. Si, estaba loco, estaba... desesperado por saber qué mierda pasaba por su cabeza. - ¿Te irás sin siquiera decirme nada? Merlin... No puedes seguir huyendo siempre, Cassandra - mi mirada y el toco de mi voz se fue tranquilizando notoriamente. No quería hacerle daño o lastimarla. Solo quería que una vez en su vida fuera sincera conmigo. No estaba seguro de si yo lo estaba siendo conmigo mismo, pero si estaba seguro de algo; Mi relación con Everleight se acabaría antes de lo que esperaba.

El aire frío golpeó mi rostro y me ayudó a despertar. En mi cabeza los acontecimientos volvían a tomar claridad, dejando de mezclar la visión experimentada con los verdaderos sucesos que siguieron a ello en el camerino. Mis mejillas, aún sonrosadas, iban de a poco adquiriendo su color normal. Y yo no podía dejar de pensar en aquel beso de James. No podía dejar de pensar que no tenía idea qué estaba haciendo.

La voz de James, clara como la lluvia para mis oídos, evocó mi nombre desde mi espalda. Pero yo seguía corriendo por el Campo de Quidditch sin intención alguna de detenerme. ¿Para qué? ¿Qué le podía decir?. Yo no estaba del todo segura qué pasaba, y estaba segura que él tampoco entendía nada. Además no quería hablar. No quería aclarar nada. Porque cada vez que intentaba aclarar en mi mente qué significaba James para mí... la conclusión a la que llegaba no me gustaba. Nunca me había gustado del todo.

Sin embargo, James me dio alcance. Seguido de mi nombre completo su brazo tomó el mío, obligándome a detenerme y a encontrarme con su mirada. Parecía loco, y yo sabía demasiado bien a qué se debía esa locura. A la total incomprensión. Seguí su mirada posada en mí recibiendo sus palabras iracundas. Pero no bajé mis ojos ni mostré debilidad, sintiendo como mi corazón latía con fuerza como si se quisiera escapar de mi pecho.
- ¿Qué quieres que te diga, James?- le pregunté gritando un poco, como si él estuviera lejos y no me pudiera oír-. ¡¿Qué mierda quieres que te diga?!- le espeté, acercándome un poco más a él y sintiendo como nuestros cuerpos casi se podían rozar. Con mi mano apresé su playera en un puño a la altura de su pecho, y mis nudillos se pusieron blancos por la fuerza ejercida en ello-. Tú sabes tan bien cómo yo qué sucede. No puedes no saberlo. No puedes ser tan ciego- le señalé, mirando sus ojos con una mezcla de rabia e impotencia. Era como si mi inconsciente le echara la culpa a él de lo que sucedía-. ¿Pero qué podemos hacer al respecto, James?- le pregunté suavizando el tono de voz con lentitud y tragando una gran bocanada de aire. La rabia se me había subido a la cabeza, y me sentía algo mareada otra vez, como si se me estuvieran menguando las fuerzas.

Entonces un rayo interrumpió nuestra conversación y las nubes oscuras explotaron en una incipiente lluvia. Levanté mi rostro hacia ellas y dejé que el agua mojara mi nariz mientras cerraba los ojos. Mi mano, aún contra el pecho de James, se abrió liberando su playera y posándose simplemente sobre su pecho. Nuestra ropa comenzaba a humedecerse, y los rayos seguían explotando en el cielo sobre nuestras cabezas. Con una sonrisa en mis labios abrí mis ojos y bajé mi rostro para ver a James. Suspiré con fuerza y llevé hacia atrás un mechón de mi cabello que me molestaba-. ¿Quieres dejarme huir, James?- le pregunté a bocajarro admirando cómo se iluminaba su cabeza bajo la luz de los rayos. Quizás esa era la solución a todo. Escapar. Porque sólo desapareciendo podría ser libre del todo.

Sin embargo un sabor amargo se coló en mi boca al esperar su respuesta. Porque no sabía si yo quería huir de James. Y eso, el saberme amarrada a su persona, era lo que más odiaba de James Potter.

Alzó su mentón, como si aquellas palabras le golpearan en la cara, más no apartó sus ojos de Cassandra. James la observaba, con la misma pasión y descontrol que ella lo hacía. Sus declaraciones parecían hacer vibrar sus corazón. Se dejó espetar, se dejó aferrar, más su mirada se mantuvo inapelable, fija en el rostro de la rubia. La lluvia comenzó a caer, el sol ya estaba cubierto por las montañas, y la noche caía junto a la lluvia.
Un relámpago iluminó todo el campo, y en él solo se podían ver dos jóvenes a la distancia, cerca, tan cerca que parecían una pareja de enamorados. Ella acomodó sus cabellos y musitó una pregunta, él la observaba atentamente, como si nada más existiera a su alrededor en ése momento. La dama no recibió respuesta alguna, al menos no de la forma convencional. El castaño la tomó por la cintura, con tal posesión que pareciera que la rubia fuera unicamente de él, aunque en realidad aquello estaba muy lejos de ser cierto. Su mano libre se posó en la nuca de la joven y como si de un delicado ángel se tratara la reclinó entre sus brazos. Los cabellos de Casandra cayeron por sus costados y los ojos de James se cerraron a la vez que su labios capturaban los húmedos labios de la rebelde Slytherin. El pecho del chico se infló mientras la dama se veía obligada a aferrarse al torso del castaño para no perder el equilibrio, pues entre los brazos de James jamás caería.

No hacía falta responder a su pregunta, jamás la dejaría huir, mucho menos si ése dejarla ir implicaría que corriera a los brazos de mi hermano. Ya no podía haber consideración por el enano, si seguía así perdería a Cassandra para siempre, y no estaba dispuesto a perderle por Snivellus. Él era mi hermano, y tarde o temprano me perdonaría. Los labios de Cassie eran tan húmedos como cálidos. Mi cuerpo entero parecía repeler el agua que caía sobre nosotros, a cantaros. Mi piel estaba caliente, podía sentirle, y es que solo ella lograba que mi cuerpo se templara de esa manera, solo ella lograba hacerme sentir... vivo. Incorporé lentamente su cuerpo, y mis ojos se mantuvieron cerrados en todo momento, incluso cuando ella estuvo ya erguida completamente. Junté mi frente con la suya y llevé ambas manos hasta sus mejillas. negué con la cabeza de forma lenta, presionándola contra ella, intentando que mi cerebro se metiera en el suyo y así poder traspasarle todos mis pensamientos y ella pudiera traspasármelos a mi. Si no fuera tan complicado de explicar todo sería mucho más fácil. Suspiré y volví a separarme, acariciando su rostro con mis dedos pulgares, volviendo a abrir mis ojos, los cuales se posaron en ella nuevamente. Tiré de su mano, con lentitud, no quería hablar, no quería arruinar ése momento. Mantuve su mano entre la mía, pero de forma tan delicada que si ella hubiera querido quitarla lo hubiera hecho con toda la libertad del mundo. Si se dejaba guiar, la llevaría de vuelta a los camarines y me olvidaría de que ésa misma noche, Everleight debía estar esperándome en la torre de astronomía. Si se oponía a seguirme, dejaría que se fuera, solo por ésta vez, y volvería a intentarlo al día siguiente, y al día siguiente, y al siguiente.

No sentía frío a pesar de la lluvia, porque el cuerpo de James estaba tan cerca del mío que era imposible que sintiera frío alguno. Mis ojos lo observaban, atento a sus siguientes palabras, a una respuesta que necesitaba. Pero de su boca no salió palabra alguna, y fueron sus manos las que hablaron por él, atrapándome e inclinándome para luego sentir como me besaba. Cosquillas se esparcieron por mi piel, y cerré los ojos sabiendo que jamás podría olvidar la sensación que dejaban los labios de James sobre los míos. Era como si se pertenecieran mutuamente. Algo que iba mucho más allá de mí o de él.

Mis manos se sujetaron de su camiseta, apretando la tela en mi puño sin permitir que me soltaran de él. Y así se mantuvieron incluso cuando volví a estar erguida, sintiendo los labios de James alejarse mientras su frente tocaba la mía. Sus caricias eran reconfortantes. Me daban una total seguridad de que él se mantendría ahí, a mi lado, con o sin guerra, sin importar qué sucediera. Porque en el fondo de mi ser sabía que no me podía permitir perderlo. Pues perder a James implicaba perder una parte de mí misma. Y uno no puede realmente vivir sólo con una parte de su alma.

Su mano tomó la mía y pude leer en él lo que me quería decir. Sus ojos esperaban mi respuesta, y con ello mi cabeza daba cien respuestas diferentes a lo que él me decía en silencio. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil?. ¿Por qué... por qué sentía tanto por dos personas a la vez?. Albus vino a mi memoria en ese momento y me vi obligada a cerrar los ojos. Inspiré profundamente... y tomé una decisión.

Mi mano entrelazada a la de James se elevó sin soltarlo. Mis ojos se abrieron para mirarlo, y una sonrisa mínima se dibujó en mis labios. Los rayos tronaban y la lluvia nos seguía mojando, colándose en nuestra piel al igual como James se había colado en mi ser desde que lo conociera hace seis años atrás. Y sin más besé sus nudillos helados y me quedé mirando sus ojos al hacerlo-. James...- susurré esperando que me escuchara con el ruido de la tormenta-. Nunca nos perdamos- dije besando luego una vez más su mano y soltándolo del todo.

Sonreí dejando mi última frase como una promesa, porque yo jamás perdería a James. Eso debía ser un hecho. Y luego de ello me volteé mirando el camino que llevaba al castillo. No estaba del todo segura si lo que estaba a punto de hacer era lo que dictaba mi corazón, pero tampoco sabía si quedarme implicaría destrozar mi corazón para siempre.

James cerró sus ojos y alzó su mentón, sintiendo como la lluvia impactaba sobre su rostro, recorriendo sus definidas facciones. Por unos instantes se sintió completamente desnudo, solo, quebrado. El Gryffindor había hecho a Cassandra elegir entre él y su hermano, así como él mismo se había hecho elegir a sí mismo entre su novia y la Slytherin. Él claramente la había escogido a ella, pues comprendía, como lo había hecho desde el primer día, que era ella la única que podía llenar completamente su corazón. Cassandra, en cambio, claramente había escogido a Albus.

Nott se alejaba a la distancia, y la lluvia cesaba lentamente. Las nubes se mantuvieron cubriendo todo rastro del firmamento. La noche caía, y en la torre de Astronomía lo estaría esperando la joven Bauer. Esa noche no llegaría a su cita, no estaba de ánimos, y poco le importaba a esas alturas perder su etiqueta de caballero. Un Gryffindor sin valor no puede surgir, pero un corazón roto no puede si quiera tener la esperanza de resurgir. Sería la hora de un cambio, de ver las cosas con más claridad, de madurar, de dejar de ser el siempre niño y pensar mejor las cosas antes de actuar, o de actuar sin miedo a equivocarse, pues si había un aspecto en la vida de James en que se veía completamente temeroso, era en tratar de pensar como un adulto. No quería pensar como uno, no quería cambiar y convertirse en su padre, pero siempre podrían haber otras opciones.

Aquella noche fue una de las más frías que hubiera pasado hasta entonces. En su mente retumbaban las últimas palabras de Cassandra, y se veía a si mismo asintiendo levemente, comprendiendo, pues no podía ser tan egoísta con ella, como ella lo había sido con él. Él la respetaba por sobre todas las cosas.

Libertad en brazos del equivocado, o esclavitud en brazos del indicado. Lo comprendía, claro que lo comprendía, y si estuviera en sus pantalones seguramente hubiera optado por la misma decisión. Quizás no estaban hechos el uno para el otro después de todo. Quizás era hora de comenzar a olvidar y perder sus memorias.