Beside you… I follow you… (Vika y libre)
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Beside you… I follow you… (Vika y libre)
“Hacer un estudio de mercado entre los alumnos” era el pretexto. La elección del día… aparentemente casual. Pierre Maréchal acomodó su corbata roja ajustándola para que completara del todo la apariencia muggle que había tomado sólo por esa mañana. En su portafolios, ampliado con un hechizo, llevaba su túnica blanca, tan impecable como siempre. Se miró al espejo mientras se disponía a salir de casa para dirigirse a Hogsmeade. Le dedicó una última sonrisa a su tía Ksenia e incluso depositó un beso lleno de bien fingido cariño en su mejilla. Ni el más atento de los observadores hubiera notado la distante frialdad que en realidad experimentaba el joven al dedicarle filiales palabras de despedida a la bruja. Tampoco habrían podido descubrir en su rostro algo que no fuera la máscara apacible de inocente indiferencia y una agradable pero breve sonrisa con las que con tanta perfección solía disfrazarse. Era simplemente un mago joven, apuesto eso sí, llamando la atención de algunas señoritas que paseaban por el Callejon Diagon. De vez en cuando su sonrisa se ampliaba al toparse con un conocido para en seguida volver a su expresión impertérrita de antes. Si él se percató del efecto causado entre las jóvenes brujas, se guardó muy bien de exteriorizarlo.
Luego de caminar un par de calles, llegó por fin al Caldero Chorreante. Sin detenerse a charlar con nadie, cruzó el bar dirigiéndose a la salida. Sentía anticipación pero como siempre, lo hacía todo con pausa y premeditación. Avanzó con confianza por las calles del Londres muggle. Lo conocía a la perfección, y por tanto sabía que a sólo un par de metros, había un callejón solitario y abandonado perfecto para desaparecerse sin que nadie lo notara. Se tomó su tiempo. Luego de cerciorarse que no había nadie alrededor, extrajo su túnica, que seguía tan irreprochable como cuando la había guardado, y se la colocó por encima del traje. Para él era una vergüenza tener que usar prendas muggles, pero más astuto que nada, conocía la importancia que el correcto conocimiento de ello podía aportarle en su beneficio. Un par de minutos después se encontraba en la carretera que venía de Hogwarts en dirección a Hogsmeade. Aún era temprano, pero eso no importaba demasiado. En algún momento los alumnos comenzarían a llegar… estúpidos, ignorantes y bulliciosos como siempre. Alborotarían por cualquier novedad y por unas horas tal vez incluso olvidarían que existía un gran peligro pendiendo como una guillotina sobre sus insignificantes cuellos de traidores a la sangre y sangre sucia. Lo patético de esa imagen provocó que Pierre sintiera deseos de reír, pero se contuvo. En lugar de eso se dedicó a buscar un lugar indicado para esperarla a ella, su verdadero motivo para asistir a ese lugar y justo ese día.
Finalmente se recargó en un árbol. Desde ahí dominaba con la vista la carretera en toda su extensión. Podía, con toda la anticipación del mundo, verla venir y prepararse. Aunque eso estaba de sobra, puesto que estaba en uno de sus mejores momentos. El rostro fresco y alegre, la encantadora sonrisa y la enigmática y fascinadora mirada. Un perfecto caballero… al menos en apariencia. Porque debajo de todo ese disfraz, se ocultaba un Pierre capaz de ser cruel y despiadado. Y ella lo sabía… por eso Pierre había procurado estar lo más presentable posible, como en los viejos tiempos, cuando todavía era un mago aparentemente inofensivo. Debía convencerla a toda costa de que él seguía siendo Pierre, su primo… su hermano. El hombre que más le convenía y el único en el que tenía derecho a pensar. Levantó la vista al notar unas siluetas acercándose. Era un grupo de chicas de Gryffindor que cuchichearon y se lo comieron con los ojos al pasar a su lado. Pierre las pasó por alto y continuó esperando hasta que la vio a ella. Vika. La única persona en Hogwarts que valía la pena. El elemento sorpresa era un factor importante, así que ocultándose, la dejó avanzar un par de pasos antes de acercársele por la espalda. Se inclinó sobre el hombro de la rubia, algo que su estatura le permitía sin problema, y susurró con suavidad a su oído, agitando con su aliento un mechón de su cabello. Vika… le permitió que girara sobre sus talones, apareciendo entonces ante ella con toda la fuerza y fascinación que era capaz de irradiar cuando así se lo proponía, y que sobre ella siempre conseguía maravillosos resultados. La más cordial y dulce de las sonrisas asomó al rostro de Pierre Sorpresa… primita… no se molestó en prestarle atención a los acompañantes de su prima. ¿Qué importancia podían tener cuando frente a él estaba todo cuanto ambicionaba? Sin esperar respuesta tomó con delicadeza el brazo de Vika y lo entrelazó con el suyo en un ademán que muchos calificarían de protector y hasta caballeroso, pero que en realidad era simplemente un gesto de posesión. Vika le pertenecía y no permitiría que nadie más se le acercara.
Luego de caminar un par de calles, llegó por fin al Caldero Chorreante. Sin detenerse a charlar con nadie, cruzó el bar dirigiéndose a la salida. Sentía anticipación pero como siempre, lo hacía todo con pausa y premeditación. Avanzó con confianza por las calles del Londres muggle. Lo conocía a la perfección, y por tanto sabía que a sólo un par de metros, había un callejón solitario y abandonado perfecto para desaparecerse sin que nadie lo notara. Se tomó su tiempo. Luego de cerciorarse que no había nadie alrededor, extrajo su túnica, que seguía tan irreprochable como cuando la había guardado, y se la colocó por encima del traje. Para él era una vergüenza tener que usar prendas muggles, pero más astuto que nada, conocía la importancia que el correcto conocimiento de ello podía aportarle en su beneficio. Un par de minutos después se encontraba en la carretera que venía de Hogwarts en dirección a Hogsmeade. Aún era temprano, pero eso no importaba demasiado. En algún momento los alumnos comenzarían a llegar… estúpidos, ignorantes y bulliciosos como siempre. Alborotarían por cualquier novedad y por unas horas tal vez incluso olvidarían que existía un gran peligro pendiendo como una guillotina sobre sus insignificantes cuellos de traidores a la sangre y sangre sucia. Lo patético de esa imagen provocó que Pierre sintiera deseos de reír, pero se contuvo. En lugar de eso se dedicó a buscar un lugar indicado para esperarla a ella, su verdadero motivo para asistir a ese lugar y justo ese día.
Finalmente se recargó en un árbol. Desde ahí dominaba con la vista la carretera en toda su extensión. Podía, con toda la anticipación del mundo, verla venir y prepararse. Aunque eso estaba de sobra, puesto que estaba en uno de sus mejores momentos. El rostro fresco y alegre, la encantadora sonrisa y la enigmática y fascinadora mirada. Un perfecto caballero… al menos en apariencia. Porque debajo de todo ese disfraz, se ocultaba un Pierre capaz de ser cruel y despiadado. Y ella lo sabía… por eso Pierre había procurado estar lo más presentable posible, como en los viejos tiempos, cuando todavía era un mago aparentemente inofensivo. Debía convencerla a toda costa de que él seguía siendo Pierre, su primo… su hermano. El hombre que más le convenía y el único en el que tenía derecho a pensar. Levantó la vista al notar unas siluetas acercándose. Era un grupo de chicas de Gryffindor que cuchichearon y se lo comieron con los ojos al pasar a su lado. Pierre las pasó por alto y continuó esperando hasta que la vio a ella. Vika. La única persona en Hogwarts que valía la pena. El elemento sorpresa era un factor importante, así que ocultándose, la dejó avanzar un par de pasos antes de acercársele por la espalda. Se inclinó sobre el hombro de la rubia, algo que su estatura le permitía sin problema, y susurró con suavidad a su oído, agitando con su aliento un mechón de su cabello. Vika… le permitió que girara sobre sus talones, apareciendo entonces ante ella con toda la fuerza y fascinación que era capaz de irradiar cuando así se lo proponía, y que sobre ella siempre conseguía maravillosos resultados. La más cordial y dulce de las sonrisas asomó al rostro de Pierre Sorpresa… primita… no se molestó en prestarle atención a los acompañantes de su prima. ¿Qué importancia podían tener cuando frente a él estaba todo cuanto ambicionaba? Sin esperar respuesta tomó con delicadeza el brazo de Vika y lo entrelazó con el suyo en un ademán que muchos calificarían de protector y hasta caballeroso, pero que en realidad era simplemente un gesto de posesión. Vika le pertenecía y no permitiría que nadie más se le acercara.
Pierre Maréchal- Mensajes : 6
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