Una cita pendiente [PRIVADO]

Habían pasado varios días, alguna que otra semana, desde el encuentro con Jerome y cada vez me sentía más y más estúpida. Me había imaginado cosas que al parecer no eran, me había dado otra impresión. Una que por supuesto sólo habían sido imaginaciones mías, impresiones claramente erróneas. Y eso había empeorado mi humor considerablemente. Me sentía como una estúpida y es que el chico me había parecido algo que claramente no era. Sacudí la cabeza. No quería hablar con nadie sobre ese tema.a Pensaba dejar pasar el tema y olvidarme. Estaba claro que no había ningún chico especial en el faz de la tierra. No iba a hablar de esto con nadie. Jamás volvería a mencionar eso. Y si me lo volvía a cruzar...simplemente lo ignoraría. Tal y como él había hecho. Ni una mirada, ni una palabra...nada.

Estaba en mi cuarto cuando una lechuza tocó la puerta de la ventana del dormitorio. La abrí y suspiré. No me gustaba recibir carta de mis padres, pero...o habían cambiado la lechuza o esa no era. Alcé una ceja y tomé el pergamino que llevaba enrollado en la pata. Lo leí con detenimiento. ¿Ahora hacían publicidad vía lechuza? Arrugué el papel y me acosté en la cama, con las piernas flexionadas y medio oculta bajo la colcha. Así me quedé dormida. Las horas pasaron y poco a poco me fui despertando. Ya era fin de semana. Sábado concretamente. Me levanté y mis pies dieron sin querer con el pergamino que yo había arrugado la noche anterior. Volví a leerlo y me dije a mí misma que por qué no iba. Sería bueno airearme un poco. Sólo un poco aunque fuera. Podía ir, ver de que se trataba la sorpresa e irme al cabo de un rato. Total, no tenía nada que perder. Absolutamente nada. Fui al baúl y cogí un jersey y unos pantalones vaqueros. Lo que más me gustaba del fin de semana es que no tenía que vestir con el uniforme del colegio. Dejé mi cabello suelto, ligeramente ondulado y fui hacia el comedor. Comí un poco, estuve hablando con algunas amigas y poco más hasta que decidí ir ya hacia ese sitio. No sabía muy bien qué iba a ocurrir, pero por algo me había llegado la lechuza ¿no?. Llegué a la hora indicada a la estación de tren, con las manos en mi bolsillo. Miré a mi alrededor y alcé una ceja. ¿Y dónde estaba la sorpresa?

Estaba a punto de irme, arrepintiéndome de haber venido porque la verdad es que no sabía qué hacía ahí cuando la gente comenzó a bailar. Alcé una ceja al ver que todo ese montón de gente moviéndose de un lado a otro, al son de una música que...¿salía de la estación? Miré a mi alrededor. Vale, esto era raro. Demasiado raro como para ser normal. ¿Esa era la sorpresa? ¿Qué demonios era lo que ocurría? Hice mi cabello a un lado y coloqué mis manos en mis bolsillos, mientras los miraba. Entonces dos de ellos desplegaron una pancarta y pude leer en ella mi nombre. ¿Qué? Miré a ambos lados intentando encontrar una explicación y no fue hasta que alguien me tocó el hombro cuando descubrí quién era el artífice de todo. Me giré y miré a los ojos a Jerome. Una sensación agridulce me invadió y estuve a punto de irme, dejándolo allí, pero él comenzó a hablar.

Me crucé de brazos y clavé mis ojos en los de él mientras le escuchaba hablar. Suspiré ante sus palabras y ladeé la cabeza mientras miraba a mi alrededor y acariciaba mis brazos porque tenía algo de frío. Intenté hacer caso omiso de toda la gente que allí había, no me solía costar mucho ya que es algo que he hecho prácticamente toda mi vida. Respiré lentamente cuando acabó de hablar. Ahogué una sonrisa en mis labios y tomé su mano para irnos más allá, donde no hubiera tanta gente y donde pudiéramos hablar más tranquilos. -¿Vamos a la cafetería de la estación?-le pregunté mientras me encaminaba hasta allí. Me acerqué a él, dejando que el calor de su cuerpo me traspasara. Cuando nos alejamos un poco me detuve y lo miré a los ojos. -No hacía falta que hicieras todo esto-le dije con una ligera sonrisa.

Escuché sus palabras y esbocé una sonrisa. Mordí mi labio inferior y bajé algo la vista, pensativa. ¿De verdad había hecho todo eso por mí? ¿De verdad le importaba tanto? Apenas me conocía y yo casi no lo conocía a él, pero...podía ser que eso no importara mucho o... no sé. Sacudí la cabeza y entrelacé mis dedos entre los suyos, apoyando mi cabeza en su hombro y caminando así hasta la cafetería. No había podido olvidarme estas dos semanas, y había estado organizando una cita que fuera especial, sólo porque yo quería una sorpresa.
-¿Sabes?-susurré-No pensaba que te acordarías de mis palabras, de que quería una sorpresa-dije muy bajito mientras mi mano libre acariciaba ligeramente su brazo.

La música dejó de sonar y yo lo miré a los ojos, esbozando una sonrisa. Él extendió su mano y rozó mi mejilla, por lo que mi sonrisa se hizo algo más grande y cerré los ojos, disfrutando de esa pequeña caricia, para luego clavar mi mirada en la suya. Llegamos a la cafetería y retiró la silla para que yo me pudiera sentar-Eres todo un caballero-le dije mientras me acomodaba en el asiento.

Escuché lo que dijo y tomé la carta, haciendo como que la leía, tapando mi rostro con ella y dibujando una idea en mi cabeza. Respiré hondo y la hice a un lado, mirando a Jerome a los ojos-¿Lo que quiera?-pregunté divertida-¿Y si lo que quiero es un beso?-le pregunté mientras seguía sosteniendo su mirada.

Sentados en la cafetería, viendo como los demás pasaban, sin importarnos nada más que nosotros, o al menos esa era mi postura, lo que yo creía, esbocé una sonrisa al escuchar sus palabras. No pude evitar reírme cuando dijo que si se lo pedía al mesero, que si le pedía un beso a él, tendría que matarlo. Me acomodé en la silla y crucé mis piernas mientras mi mano libre jugaba con la mesa, dejando que mis dedos dieran pequeños golpes.

-Así que no podrás complazarme-susurré poniendo cara de afligida y mirando a mi alrededor-Y yo que tenía la esperanza de que así fuera...-comenté divertida mientras miraba a mi alrededor.
-Así que matarías al mesero si me da un beso, señor Knnox...¿puedo saber por qué?-le pregunté clavando mis ojos en los suyos.

-Tengo algo de frío ¿me invitas a un café?-le pregunté con una sonrisa mientras con un gesto llamaba al camarero.

No pude evitar sonreír al escuchar que se pondría celoso si alguien me besara. Me acomodé en la silla y mordí mi labio inferior mientras pensaba en cómo estaría yo si las cosas fueran al revés. Tragué saliva y deseché esa idea, apartándola de mi cabeza.

No podía ni quería darme cuenta de lo que eso significaba, o de lo que podía llegar a significar. Respiré lentamente y le dediqué una sonrisa mientras bebía algo de café. Dejé que el líquido se deslizara por mi garganta y me reconfortara. Entonces él se levantó y colocó su chaqueta sobre mis hombros.

Sonreí ligeramente y acaricié la manga de dicha chaqueta con suavidad, con cuidado, deslizando la yema de mis dedos por la tela, para después mirarlo y sonreír. Me levanté de la silla y di una vuelta sobre mí misma-¿Cómo me queda?-le pregunté entre risas para después volverme a sentar y escuchar sus palabras.-¿Tantas ganas tenías de verme?-le pregunté mientras acercaba mi silla a la suya-Pues ya estoy aquí-susurré-ya estamos los dos.