Nubes de Colores -Camille-

Sábado 22 de Octubre.

Sobre el césped del jardín, rodeado por el marrón suelo repleto de hojas secas, yacían dos bultos con la mirada fija en el firmamento. Ahí, su ojo se abrió lo más que pudo a medida que su labio era capturado por sus dientes ocultando una sonrisa triunfadora. - ¡Ahí estaaaaaá! - gritó el Ravenclaw sobresaltando a todos los jóvenes al rededor de ellos dos, señalando con su propio dedo el cielo. - ¿Lo viste, Camichú? Es una nube con forma supercalifragilisticaespiralidosa! - rió y le sonrió a su amiga sintiéndose el ganador del juego que él mismo había inventado. La misión era encontrar en el cielo, por suerte despejado, una nube con forma supercalifragilisticaespiralidosa. ¿Qué forma era ésa? Anda tu a saber, pero tanto Camille como Nubeno estuvieron buscando la dichosa nube por horas. Como era fin de semana no tenían nada mejor que hacer.

Aquel fin de semana libre, en que la directora McGonagall se apiadó de los alumnos para que buscaran un disfraz para la fiesta de Halloween que se celebraría dentro de muy poco, Nube había decidido quedarse en Hogwarts y ver su disfraz en Hogsmeade pues no tenía intención de volver al mundo muggle con su madre y aburrirse como ostra. En vez de eso prefirió quedarse y pasar tiempo con su amiga Camille a quien había conocido el primer mes del año escolar y con quien había hecho migas rápidamente. - Es tu turno de escoger qué jugamos ahora, Camichú - sonrió dándose la vuelta y apoyando sus codos sobre las hojas secas del césped. Infantil como él solo.

- Piush... puff, poaff... - señalaba Nube mientras con su dedo indice presionaba el cesped repetidas veces. ¿La razón?; bloquear el camino a las hormigas que pasaban por debajo de él. Así se entretuvo mientras Camille pensaba en algún nuevo modo de pasar el rato. A pesar de estar a mediados de otoño el frío Londinense no se había hecho tan presente como en los últimos años. Éste invierno parecía algo más cálido. Camille alzó la voz y Nube torció bruscamente su cuello buscando con sus ojos a ella. Asintió con una sonrisa ilusionada mientras esperaba la sentencia de lo que sería un nuevo juego. No tuvo tiempo ni de reaccionar cuando vio a la chica ponerse de pie de un brinco y salir corriendo como alma en pena que huye del diablo. Nube se aferró al cesped arrancando el pasto de sus raices y se puso de pie para comenzar a correr detrás de ella y tratar de darle alcance. Con sus chocolates nadie se metía. - ¡Te atraparé aunque sea lo último que haga! - gritó dando saltos, literalmente, a cada paso que daba, estirando sus piernas hasta más no poder mientras sus brazos se balanceaban por sobre su cabeza y agitaban al compás de su cuello.
(Algo así ----> )
Si había algo que no se le daba muy bien al joven Ravenclaw era precisamente los deportes. No es que fuera muy esbelto y atlético que digamos, por lo que ni pensar en entrar al equipo de Quidditch, aunque se sabía las reglas del juego y apoyaba a su amigo Ben en todos los partidos con pompones en mano. Cuando ya el peso de las piernas se le hizo insostenible se dejó caer de cara contra el césped nuevamente. - Me rindo - señaló con el rostro hundido en el pasto. Su cuerpo se mantuvo inerte por un buen rato, quizás esperando a que Camille se aproximara hasta él, quizás denigrado por la inminente derrota. Se incorporó afirmando su torso sobre sus codos y sonriendole a la Beauxbatons meneando su cabeza de un lado a otro. - Tienes mis chocolates, pero tendrás te acompañarte a la fiesta de Halloween, no tengo pareja, no se me dan bien ésas cosas y no puedes dejarme solo - frunció el labio y sus dedos indices comenzaron a juntarse alternadamente en perfecta sincronía, cabisbajo y hasta algo avergonzado. ¿Por qué algo así le avergonzaba? Se podría decir que era primera vez que sentía algo así, pero no le tomó la importancia que merecia, pues despues de todo es Nubeno Miyamoto el chico que de relaciones amorosas está completamente aislado.
(se quedó algo así: )

Nubeno respiró aliviado al oír a Camichu aceptar ser su pareja de baile. A decir verdad a quien él quería invitar era a las orejas de Melanie, pero por más demente que pareciera estar hasta para él sería poco ortodoxo invitar a las orejas de Melanie, además su dueña se podría sentir por no haberla invitado a ella y solo haberlo hecho a sus orejas.

El Ravenclaw paró ambas orejas y se incorporó en posición de alerta cual perro al escuchar rugir el estomago de la chica. ¿Por qué se produciría aquello? Era consciente que era un claro signo del hambre, pero ¿como hacían sus intestinos para demandar comida de ésa forma? Era una de las preguntas que jamás lograría comprender. - ¿Qué si tengo una barra? - preguntó incrédulo y metió una mano en la diminuta cartera de su túnica. De ella, con la punta de sus dedos sacó una barra de chocolate de una linea, pero que a medida que la iba sacando se iba expandiendo y parecía no terminar nunca de salir de su bolsillo. Mediría al menos unos 30 cm de largo y seguía saliendo. Se detuvo cuando vio que la punta del chocolate chocó contra la nariz de Camille. - Ups, lo siento - murmuró y optó por romper el chocolate, introduciendo el resto nuevamente en su bolsillo. Era como esos clásicos pañuelos que los magos muggles tiran y tiran y parecen no tener fin, pero ésto era magia real, no un simple truco, he ahí la diferencia.

- ¿Crees que con eso nos alcance? - preguntó arrugando su frente y sentándose a lo indio junto a Camille, la carrera lo había dejado igual de agotado y hambriento. - Luego te entrego el resto, es tuyo, pues lo ganaste en la apuesta - añadió con una sonrisa mientras comenzaba a partir de a pedasitos el chocolate. ¿Y si se disfrazaba de chocolate de para la fiesta? ¿O de una nube? ¿O de gato? Sabía que a Camille le gustaban los gatos. ¡¿Y si se disfrazaba de gato, como chocolate, el gato de Camille pero con una textura que pareciera una nube?! Miles de ideas rondaron en su cabeza hasta que optó por preguntarle a ella de qué se iba a vestir y ver si combinaban disfraz. - ¿De qué irás disfrazada, Camichú? - preguntó con la boca llena del chocolate ya derretido.

Comía su chocolate mientras la oía, y sus pequeños ojitos chinitos brillaron cuando le dijo que podía quedarse con la mitad del chocolate. Se dejó caer sobre el césped y miro el cielo. Las nubes se veían cada vez más nítidas y espesas. Escuchó la pregunta de su amiga y sin pensarlo dos veces respondió.

- De nube. - se quedó mirando el cielo, recorriendolo en todo su esplendor con la mirada y prosiguió. - Iré disfrazado de una nube, pero con forma de gato, como chocolate - aseguró. De seguro si alguien lo escuchara no le encontraría sentido al disfraz. ¿Una nube con forma de gato como chocolate?, pero Camille, su amiga, de seguro lo comprendía mejor que nadie.

Sonrió a su amiga y se incorporó nuevamente. - Si quieres puedo prestarte algodón y te haces uno tu igual. Seriamos unas nubes con formas. - sugirió al ver que su amiga no se decidía por su disfraz, aunque seguramente la madre de Camille ya se habría adelantado y le habría comprado el disfraz sin siquiera preguntarle.

Nube se puso de pie y limpió sus pantalones. - ¿Vamos? Las nubes ya se están desapareciendo con el atardecer y comienza a hacer frio... - dijo ésto último y se quedó pensativo. - ¿Por qué sentiremos frio? - se preguntó. Una de las clásicas preguntas sin respuesta que se hacían a diario con su amiga.