Time well spent together ♪ - Scop.

Ya era hora, debía ser por lo menos un poco valiente. Aquel lunes la madrugada había sido densa, el frío era ensordecedor, las clases habían sido las más aburridas en toda su vida. Ese fin de semana habían ocurrido una serie de situaciones que le habían dejado algo en claro. Debía arreglar las cosas con Scorpius y dejar de evitarlo, y no podía permitir, tampoco, que él la evitar a ella. Eso no los llevaban a ningún lado, desde que había comenzado el mes de octubre estaban así, sin dar pasos hacia adelante pero retrocediendo varios. Quería cerrar una etapa de su vida y comenzar una nueva, y sabía que Scorpius encajaba perfectamente en las dos. Slytherin había compartido la clase de esa mañana con Hufflepuff, y habían terminado a eso de las 10:30 a.m. Molly como siempre había sido un desastre, pero aún más en esta ocasión porque no paraba de pensar qué le diría al rubio, si él cruzaría miradas con ella, cómo debería saludarlo si se diera la oportunidad. Ni se miraban hacía dos semanas por lo menos, y eso le estaba partiendo el corazón a la pequeña pelirroja.

Estaba decidida a solucionar todo, quería a Scorpius como amigo nuevamente y para ello debía dar el primer paso. Salió siendo una de las primeras en abandonar el aula, y se quedó de pie junto a la fría pared de las mazmorras con su morral cruzado sobre el pecho y su espalda recargada junto a una lámpara de aceite. Odiaba ese lugar de Hogwarts, y es que era tan... frío y oscuro. A Molls le gustaban los lugares al exterior, al aire libre. Suspiró, aún no sabía que diría pero su impulsividad era más fuerte que su intelecto. Soltaría lo que viniese, intentaría lo mejor. Vio salir esa cabellera rubia que bien conocía por la puerta y cruzó miradas con él, estaban a sólo un par de pasos. Venía con gente, no pudo ver quién era y no le interesaba. Lo que le faltaba era que Adhara estuviese allí y la mirara mal o algo por el estilo, aunque lo dudaba después de la conversación del día anterior. Caminó esos pasos aún mirándolo, no esperaba que le quitara la mirada. - Scorp, ¿podemos hablar? - le preguntó en tono pasivo y más bien bajo, pero que se escuchó en el bullicio que los alumnos hacían al salir y entrar al aula. Le sonrió apenas de lado, con una pseudo nostalgia.

Sabía - o tenía entendido por Cassie por lo menos - que Scorpius había estado muy ausente y casi preocupado esas semanas; Molly no se lo atribuía todo a ella porque le parecía estúpido, pero se imaginaba que tenía por lo menos un granito de arena en eso. Y aún así, él no se hallaba ni la mitad de destrozado de lo que ella había estado hasta terminada la primer semana del mes. Molly había estado aturdida, sin nada de inspiración, completamente despreocupada en los estudios y centrada en una sola cosa. Dormir cuanto pudiese. Sólo tras esa conversación con Allie había salido un poco adelante, se había descargado todo lo que había necesitado. Y tenía en claro que sucedería lo que sucedería, a excepción de algo llamado Scorpius Malfoy. Y es que siemplemente no podía dejar las cosas así, le dolía mucho alejarse de su rubio de esa forma.

Amplió apenas su sonrisa cuando él asintió y giró el rostro hacia los costados, allí habían muchos alumnos que seguían charlando sobre tonterías y no le gustaba la idea de aclarar todo frente a ellos. Molls estiró el cuello observando más allá de la espalda de Scorpius y, tras pensar en tomarle la mano para guiarlo pero arrepentiéndose y ni siquiera llevarlo a cabo luego, la pelirroja le susurró un bajo "acompáñame" con una mirada bastante suplicante pero injustificada y echó a andar entre los alumnos. La joven entró en el aula vacía - era increíble que la mazmorras tuviese tantas salas aisladas - y le dejó la puerta abierta a su espalda para que él entrara pocos pasos atrás. Se recargó en un escritorio y colocó sus manos a los lados, frunciendo apenas el ceño mientras aparentaba mirar el suelo con sumo detalle, pero en realidad sólo pensaba qué decirle.

- Yo... no podía permitir que las cosas quedaran así, Scorp... - murmuró, comenzando con lo que probablemente sería un discurso muy torpe y pobre - Quiero y necesito que seas mi amigo, no puedo estar distanciada de mi porque sabes cuánto te aprecio. - Quizás ya estaba diciéndole con eso que los sentimientos no eran mutuos, pero no era su intención ser brusca, estaba siendo, de hecho, lo más dulce que podía bajo una incomodidad como esa. Buscó su mirada platina con sus ojos verdes culpables, opacos.

No le gustaban muchas cosas en esa situación, y en su mente se enumeraron casi por sí solas, con más claridad de la normal debido al silencio que había en la sala. La oscuridad que tenía ese aula, apenas iluminada por unos candelabros; los ojos de Scorpius tan opacos e inexpresivos, casi alejados de ese grisáceo suyo para convertirse en negros; las nulas palabras que no salían de los labios del rubio, y que hacían que la situación fuese más incómoda de lo que era posible. Lo peor de todo era que no sabía qué más decir, de qué forma explicarse, y si había algo que la charlatana de Molly Weasley odiaba con toda su alma, era el profundo y sereno silencio. No estaba hecho para él ni jamás lo estaría.

Lo que menos quería era hacerlo sentir como él se estaba sintiendo, creyendo que él no tenía oportunidades, que lo rechazaba. Bueno, sí, lo estaba haciendo, era verdad... pero porque ella era así, era quizás demasiado infantil y pura para sus dieciséis años de edad. La frialdad en la expresión de Scorpius la estaba torturando, le dolía montones. Al parecer él seguía sin darse cuenta que la pelirroja también sufría con toda esa situación de mierda, y no es que se comparara con las sensaciones que él debía estar sintiendo que deberían de ser realmente horribles, aunque eso no quitaba que podría por lo menos intentar comprenderla.

Bajó la mirada cuando la voz de él sonó, debería haberle sonado ruda, demasiado brusca, pero le llegó en un tono mucho más suave del que Scorpius la había dicho, pero aún así con menos expresividad aún. Comenzó a jugar con sus pulgares, sólo unos segundos breves, mientras un nudo se le hacía en la garganta e intentaba disolverlo para decir algo más, lo que fuera. Quería abrazarlo, darle millones de besos como en algún otro momento podría haber hecho, pero no. Debía mantener esa estúpida distancia que le dolía en lo más profundo. Quizás era muy pequeña aún, miles de muchachas habrían querido estar en su lugar y ella lo cedía. Era una idiota. En momentos como esos se daba cuenta cuánto le hubiese gustado poder decirle que sí al rubio, poder sentir exactamente lo mismo que él, pero carecía de ese sentimiento. - Quizás... - cerró los párpados con fuerza por un segundo y levantó la vista, buscándolo con sus ojos verde musgo fundido - no puedo creer que diré esto. - Susurró para luego suspirar pesadamente. - Si te duele... o quizás te es incómodo, yo... bueno. - Vueltas y vueltas, lo único que quería era lo joderle la vida a su amigo - Me alejaré definitivamente de ti y así lo quieres. - Y bajó la mirada de nuevo, escuchando su propia voz flaquear notoriamente en esas últimas palabras.

Desapasionada, esa era la palabra. Esa era la palabra que definían a la perfección su mirada. Todo lo que salía de aquellos labios nunca creyó escucharlo alguna vez. Primero osaba rechazarlo, luego le decia que podían seguir siendo amigos como si nada hubiese pasado y ahora le proponía que si el quería se alejaría y no, quería gritarlo, no quería que ella se alejase y el si claro salió de sus labios tan furtivamente que no tuvo tiempo de frenarlo, estaba aceptando. Podía con eso, su orgullo podía contra ese sentimiento que crecía dentro suyo y su dignidad estaba en juego.

Scorpius se llevó una mano al cabello - Supongamos entonces que no nos conocemos, que no hemos compartido nada y solo significas para mi lo que cualquier idiota huflepuff, tu me ignoras, yo te ignoro, esta bien para mi desde este momento.. - habló con la serenidad habitual de él, sin trabarse ni pestañear - A si que, si me permites tengo mejores cosas que hacer que andar perdiendo el tiempo con una niñata torpe.. - el rubio sonrió por primera vez para ella, pero no fue una de aquellas sonrisas dignas de satisfacción, era pura, purísima hipocresia, ella lo había querido así.

Con aquel porte el Slytherin se paró frente a ella y rodó los ojos, nunca debería haberla conocido. Estaba herido y esa era la forma en que lo demostraba, si ella lo sentia ya no era su problema, ya no la conocía. La rodeó y caminó con sus libros hacia la puerta de la mazmorra, quizás tuviera suerte y encontrara alguna compañera para desquitarse y follar, porque él una vez lo había dicho, el amor no existía, esos eran cuentos de niños maricas, ese desliz en su vida no volvería a pasar, la olvidaría como fuera, aunque se tuviera que acostar con Svleteana Cardiggan, la más fea y loca almna del colegio.

La pelirroja no quería decir nada de todo ello, y era algo que se reflejaba claramente en su mirada apenada. No quería, que desde un principio él le hubiese dicho todo aquello en los baños femeninos, menos había querido esa gran distancia entre ellos, y ahora que estaba allí, con la única intención de solucionar todo sin que a Scorpius notara lo mucho que le costaba y cómo se estaba esforzando. La situación era mucho más compleja de lo que aparentaba. No es que Molly le había propuesto volver a lo de antes y él había aceptado gustoso, al contrario, se notaba en la mirada del rubio que estaba molesto, o triste, o lo que doxys fuese que tanto la estaba carcomiendo. Ella sólo quería que su amigo no estuviese mal, por eso había propuesto toda esa idea de no volverse a hablar, por lo menos por un tiempo largo, aunque no estaba de acuerdo en lo absoluto. Y él decía todas esas cosas, tan horribles, que sonaban como música tridente y horrorosa en sus oídos.

Estúpida Hufflepuff, niñata torpe. Esas palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre los hombros. ¿Cómo...? Encima, sonreía de esa forma que jamás había visto en él dirigiéndose hacia ella, realmente nunca le había demostrado esa parte suya de las que todos hablaban, y la pelirroja no comprendía el por qué. Muchos en Hogwarts hablaban mal de Scorpius, ella, en cambio, siempre perdía tiempo diciendo que el rubio era una excelente persona, y un gran amigo. ¿Estaba equivocándose de nuevo? ¿Había sido demasiado ingenua? No, no era posible. Ése no podía ser Scorpius, el que la miraba con superioridad como si fuese la nada misma, y la ignoraba, y se iba... La dejaba.

Molly tenía la mirada fija en algún punto perdido de la habitación desde que él había comenzado a hablar y fue así hasta que salió de su vista. Sintió un hueco en el pecho, una presión lastimera, y se dejó caer al suelo como una niña pequeña, dolida. - Scorpius... - susurró en el silencio y la soledad, siendo víctima de la sorpresa y la imposibilidad de responderle como era debido, de hacerlo entrar en razón. Ella no podía, jamás podría. Apretó sus puños y sus párpados, sintiendo la humedad de un par de lágrimas entre sus pestañas, que se perdieron y fueron a formar manchas más oscuras en la losa de la sala. Sus propios sollozos se escucharon en la sala, sonoros y angustiados, pero ella ya ni siquiera los notaba. No supo cuantos minutos estuvo llorando, pero para cuando entró en razón comprendió que Allie estaría preocupándose por ella, aún más con la personalidad de la morena. Se puso de pie y secó sus lágrimas con el dorso de su mano, siendo un pequeño cristal ya todo roto por un momento. Respiró profundo e intentó recomponerse, el toque de queda ya habría terminado y ella debía ser cuidadosa a la hora de ir a su Sala Común. Dejó las mazmorras con poco cuidado a decir verdad, con hipidos silenciosos originándole nudos en la garganta.