Fiesta de Halloween [TODOS]

Las puertas del Gran Comedor se abrieron de par en par, dejando escapar de su interior a una bandada de murciélagos que se amontaban y alborotaban hacia el exterior. Ya todo estaba listo, desde el techo de salón, embrujado para el deleite de los jóvenes, con hechizos que dejaban ver las estrellas del firmamento nublarse por rayos, relámpagos y tinieblas, dando la sensación de plena libertad y tétrica tempestad al verle, como si de una fiesta al aire libre se tratase, pero con el calor de un comedor techado, de donde colgaban cientos de calabazas adornando el lugar, hasta las seis mesas repletas de un exquisito banquete, donde lo que más abundaba eran los pasteles de calabazas.

Por un lado Beauxbatons, Slytherin, Ravenclaw y sus disfraces dejaban ver la belleza, mezclada con la astucia e inteligencia de sus alumnos ya reunidos en sus respectivas mesas, y separadas por el pasillo principal, Hufflepuff, Gryffindor y Durmstrang, imponían la valentía, la bondad y la gracia que los alumnos de dichas mesas representaban en cada una de sus vestimentas. Obviamente, cruzando el pasillo principal se encontraban tanto profesores como funcionarios del castillo. Desde el anciano y demacrado celador, disfrazado de rey, pasando por el enigmático bibliotecario, hasta llegar al centro, rodeada de los respetados profesores, donde la directora del Colegio de Magia y Hechicería Hogwarts; Minerva McGonagall se ponía de pie para anuncia el comienzo de la velada. ¿Su disfraz? Ninguno, solo su túnica negra e infaltable sombrero puntiagudo. Con sutileza levantó su varita hasta posar la punta de ésta en su garganta, para así amplificar las ondas sonoras que pronto provendrían de su cuerdas vocales. Carraspeó con fuerza, llamando la atención de todos y alzó una ceja esperando a que todos guardaran silencio.

- Éste otoño, ha sido el más frío que recuerdo desde hace décadas. Pero no todo en el mundo mágico es tragedia y maldad, hoy estamos aquí para celebrar, para reír, para charlar, para disfrutar, para bailar... Sé que ya la mayoría ha venido acompañado, y el que no, a venido buscando suerte, sé que se han esmerado en buscar disfraces originales e ingeniosos, y los que no, no los culpo, pues yo no encontré nada que me quedara bien. Sé que han venido a alejarse de todos los problemas y yo no permitiré que nadie arruine ésta noche, y de hacerlo será sobre mi cadáver.- La voz de la Directora McGonagall poco a poco se fue elevando. Su clase, su elegancia y su edad representaban todo lo que años de vida y experiencia le habían dado. Su poder inigualado por ningún mago tranquilizaba claramente a sus alumnos, incluso a los más rebeldes y engreídos que creían tener el mundo a sus pies si así lo querían. Que equivocados estaban, en la vida real, con la vida en juego, las cosas eran muy distintas, y ella que tuvo la oportunidad de luchar con los más grandes magos de la historia, lo sabía muy bien. - Solo resta pedir que disfruten la noche, la música y el ambiente, además de desearles ¡UN FELIZ HALLOWEEN!-. Los truenos, rayos y relámpagos se dejaron ver en la escena, aturdiendo la mirada de todos los presentes y estremeciendo los oídos de quienes escuchaban atentamente las palabras de la directora, quien retiró la varita de su garganta para volver a tomar asiento. Una nueva fiesta daba comienzo, y los alumnos se ponían de pie para buscar a sus respectivas parejas, mientras tanto las mesas y sillas desaparecían del lugar por arte de magia para dar espacio a la pista de baile.

[Sala común, Mesa de Gryffindor, Lily, Fred, Nigel ¬¬, Ever <3 y gente al rededor.]

-¿Capa...? Lista. ¿Antifaz...? Listo. ¿Pañoleta...? Lista. ¿Sombrero...? Listo - una a una J.S iba recolectando las partes de su disfraz. Entrelazó su capa alzándola por su espalda, acomodó su antifaz procurando no cortar los elásticos y amarró su pañoleta cubriendo el casco de su cabeza. Se incorporó y sonrió frente al espejo de la habitación de los alumnos de septimo y acomodó su sombrero. - Listo, serás el alma de la fiesta como siempre, James - se dijo a si mismo mirandose al espejo y contemplando su mejor sonrisa. Acomodó su sombrero y desenfundó su estoque de plastico. - ¡Puesh que vamosh por esash tiash, joderrr! - musitó imitando el acento español de el zorro alzando su estique de juguete. Sus compañeros de cuarto estaban más preocupados de prepararse para la noche que de sus payasadas por lo que se sintió algo descolocado al ver que todos pasaban de él y no era el centro de atención como siempre.

Algo malhumorado salió de la sala común y desendió hasta el Gran Comedor. Allí buscó haciento esperando a que todos llegaran. Una vez todos estuvieron ahí se dispuso a cortar un trozo de pastel para su pequeña hermana, quien iba acompañada a la fiesta de ésa noche por el profanador de Holstein . - Será mejor que comas, pecas, o te luego te dará hambre cuando comience el baile - señaló el mayor de los Potter, sobreprotector como siempre. Sonrió a su hermana con total inocencia y luego malmiró a su acompañante reprimiendo el puñetazo que quería darle en ése momento, signo de los claros celos que afloraban al ver a su pequeña haciendo pareja con otro hombre y encima mayor que ella.

Volvió a su asiento y escuchó las palabras de la directora con atención. Debía reconocer que los rayos y relampamgos que iluminaban el gran comedor de vez en cuando daban un ambiente bastante tetrico, pero a la vez divertido, al lugar. Una vez se puso de pie la mesa con comida desapareció y lamentó no haber comido más pastel de calabaza antes que se esfumaran. - Fredo, ya sabes lo que tienes que hacer - le sonrió a su primó y entrelazó su brazo a su cuello, divertido y molestoso como siempre. - Melanie está loquito por ti, solo tienes que darle un empujonsito - le confesó entre susurros. Lo más probable es que Fred se lo tomara como una broma, pero James sabía a la perfección los sentimientos ocultos de la Ravenclaw hacia su amigo. Se separó de Fred y alzó sus brazos de par en par. - ¡Puesh que yo quiero a mi gitana, tío, joderrrrrrrrrrr! - exclamó de forma alocada, nuevamente tratando de imitar el asento catalán que caracterizaba a la legenda de El Zorro. Y como era de esperarse, entre la multitud apareció ella... Solo logró disernir su rostro entre la multitud, pero con ello bastó para reconocer a su Everleigh.

- ¡Achis! - un estruendoso estornudo salió de la nariz de Nube, roja como un tomate, mientras esperaban las palabras de McGonagall. Los fluidos nasales llegaron justo hasta los platos de Allie y Melanie, quienes estaban en frente de él. - Ben, ¿tienes pañuelo? - preguntó restregando su colorada nariz con molestia y pereza a su amigo que se encontraba a su lado. La noche anterior se había resfriado al quedarse a dormido sobre sus sabanas. Estaba demasiado cansado como para meterse bajo las tapas luego de pasar todo el día contando nubes con su amiga Camille como siempre solían hacerlo. Las palabras de McGonagall se hicieron presentes y con ellos el comienzo de la fiesta.

-Permiso, permiso, permiso... - Nube iba apartando una a una a las personas que se interponían entre él y su pareja de fiesta. La mayoría eran Slytherin que lo observaban con desdén mientras procuraba no tropezar con los demás. Se aproximó hasta la mesa de Beauxbatons y registró con la mirada a la inmensa hilera de hermosas mujeres que pertenecían a aquella casa. - ¿Camille, Cami, Camilú? - preguntó mientras de paso tropezaba con una que otra chica en su camino. Acomodó su disfraz de nube con forma de gato, el cual parecía quedarle algo grande, pero aquel disfraz no lo cambiaría por nada. ¿Qué mejor que una nube? ¡Y con forma de gato!.

[Interracción con Scorpius, Cassandra, mención a Allie Moore y finalmente con James.]

Día de Halloween por la noche, todo el castillo se escuchaba emocionado, hasta podía sentir la energía de los alumnos exitados por la fiesta que estaba tocando la puerta. Hacía unas semanas que Scorpius y yo estabamos planeando como iríamos disfrazados, yo más que él quería que nuestros atuendos fueran una bomba porque seguro que mi idiota hermano haría algo descabellado como siempre hacía y no quería quedar opacado por n-ésima vez por el resplandor inato cofcofrobado-y-exageradocofcof del mayor de los Potter.

Se me había ocurrido que fueramos bañados en ron gritando "yo-ho" por todo el gran comedor, dando mandobles con un par de espadas y brincando por las mesas, tal vez Scorp no haría eso último pero después de casi una semana de tratar de convencerlo dijo al final que si! Dí un par de brincos por su cama y luego por la mía desenvainando mi espada de aire y clavándosela en el pecho con una pose heróica digna de uno de esos hijos de los dioses del olimpo. - Ya verás que todas esas damiselas caerán sobre nosotros... - lo pensé un poco mejor y me retracté - Quiero decir, sobre tí porque por supuesto yo voy acompañado - le guiñé el ojo y pensé en lo linda que se vería Cassandra disfrazada también de pirata, ella había sido la primera en gritar de emoción con mi idea de piratas y así era como iríamos, la única interrogante en todo esto era en donde se había metido Adhara todos estos días, esperaba que se encontrara bien.

Me metí en la ducha y luego de un largo baño de burbujas azules y listones de agua verdes que olían a menta salí con una toalla en la cintura a la habitación en donde estaba Scorpius poniéndose el sombrero al revés, pasé por detrás de él y se lo acomodé como era correcto y en menos de cinco minutos ya estaba vestido yo también como un pirata a la uzansa inglesa. - En marcha bellaco, debemos de abordar un navío - salimos de la habitación y en la sala común esperamos a Cassandra quien luego de una muy corta espera apareció con un vestido de bucanera que la hacía lucir muy hermosa. Los últimos días yo había tenido un problema con ella pero por supuesto, como todo problema de pareja, ella no lo sabía. Araziel y Annette se había tomado la molestia de mostrarme ciertas cosas sobre mi novia y mi "querido" hermanito, que me habían dejado algo inseguro, como siempre que alguien se atrevía a compararme con el idiota de mi hermano y estaba seguro de que Scorpius sospechaba algo porque era el que mejor me conocía apesar de que me empeñara en ocultar que algo estaba mal. Mis hombros estaban algo agachados y no me dí cuenta de eso hasta que Cass estuvo delante de mí a tan solo unos cuantos pasos y me enderecé. - Luces más como una princesa que como una parita, pero así está mejor, de esa manera tal vez pueda robarte de la torre del castillo- le guiñé un ojo y le ofrecí mi brazo para que desfilaramos los tres hacia el gran comedor.

Minutos después...

El gran comedor estaba decorado y manipulado para la fiesta que se celebraría esa noche y cuando ví a todas aquellas personas disfrazadas, bailando y disfrutando de la fiesta fué cuando recordé que esa noche se celebraría la coronación de rey y reina del baile, estaba seguro que por encima de mí habría alguien que siempre se devoraba todos mis triunfos y esperaba que eso no le molestara a Cass porque el que yo no llegara a ser rey, le impediría a ella ser reina, pero no iba a mencionarlo en aquel momento.

Dejé que mis ojos buscaran y disfrutaran de los disfraces de mis compañeros pero no pude evitar abrir la boca tan pronunciadamente que seguro Scorpius o Cassandra se darían cuenta pero era IMPOSIBLE no quedar boquiabierto cuando alguien veía el disfráz de Allie Moore, estaba con tan poca tela! Por Merlín a esa niña le iba a dar algo, un resfrío si bien le íba. Retiré la mirada inmediatamente y mis ojos se toparon con una capa negra que se desplegaba en brutales movimientos y un muy MUY fingido acento español se filtraba por mis oídos. Era James.
Solté un exagerado bufido y compartí una mirada de complicidad con Scorpius, entrecerré los ojos y me enderecé un poco más soltando mi brazo de Cassandra. - Si me disculpa un momento, iré a buscar un par de bebidas, no tardo - por supuesto que no iba a buscar bebidas y Scorpius ya lo sabía.

Dentro de mi tapado de pirata llevaba una pequeña bombita fétida que estaba lista para una pequeña bromita. Me deslicé hacia mi hermano que se encontraba con más personas, como toda una celebridad. - On Guard Zorro! - le dije por detrás mientras mi espada se deslizaba por su espalda hasta si cabeza y le retiraba el sombrero quedando colgado del filo de mi acero. Mi sonrisa era amplia y gracil. -- Hola hermanito! - tomé el sombrero con la mano y se lo extendí a él. La duda me carcomía, tenía que hablar con James y si no le hacía una simple pregunta me iba a escocer el alma. Le apunté con la espada al pecho sin un gesto muy amenazador en realidad. - Necesito escoltarlo unos momentos al área de comida, necesito que me dé el visto bueno de un bocadillo, claro si las damiselas que lo acompañan no oponen negativa - subí un poco el filo de la espada hasta casi su cuello y le hice un gesto con la cabeza para que se alejara de los demás. Ví que estaba Lily por ahí, ya la saludaría pero esto tenía que ser ya o ya, me iba a dar gastritis o un infato en el peor de los casos si no hablaba con James.

Hacía mucho tiempo que las cosas pasaban sin llamar mi atención tal vez era la ausencia de Scorp, apenas y nos habíamos topado en estos días tal vez tenía más que ver con el no saber nada de Z, maldita sea eso me pasaba por pasar tres horas diarias volando en el campo de quidditch y no prestando atención a más nada, el quidditch era lo más importante para mí, ¡AH CLARO! y jorobar la existencia de los seres alrededor de mí, pero eso lo hacía tan natural que ni siquiera solía distraerme.

La noche cayó con aquella facilidad y tras la desaparición de la pirata que tenía por amiga, decidí empezar a arreglarme sin mayor alegría, coloqué sobre mi cabeza una peluca rubia, por que toda bitch que se respete sabe que las rubias son las más de todas, acomodé en caida mi cabellera de tienda, mientras colocaba sobre mí el resto de mi traje, había sido buena idea después de todo, comprar un traje de último momento, la señora de la tienda se había empeñado en decir que mis piernas de jugadora de quidditch tenía que sobresalir de mi traje, y que más daba igual estaba un tanto acostumbrada a hacer un uso debido de mi cuerpo, y Halloween no sería la excepción.

Después de arreglar mi traje empecé a bajar cuidadosamente, aunque la faldita que llevaba puesta no se quería quedar en su lugar moviendose más de lo que debía, haciendo que técnicamente mi ropa interior se viera, por eso había tenido que comprar algo acorde a aquel uniforme. Di un paso dentro de la fiesta mirando a varios sujetos conocidos entre risitas por aquel desorden de personajes ficticios y reales, puse una mano en la vicera de la gorrita, mientras llevaba mi mano a la cintura donde cargaba una arma a lo muggle.

-Esta todo en orden jovencitos- Dije llevando a cabalidad mi personaje con una sonrisita de lado, mientras me acercaba a los piratas presentes. Tratando de identificar de paso a todos los que estaban detrás de los disfraces, después de todo este era nuestro día personal y la gente se esmeraba en llevar un buen traje

Nunca había sido de esas chicas que le gustara mucho el ritual de arreglarse para ir a una fiesta; pero el caso de Halloween siempre había sido la excepción. Mi madre me había ayudado con el disfraz, a pesar de que ella deseaba de que me disfrazara de algo más femenino. Por lo cual llegamos a un acuerdo, y aunque no había nada que me gustara más que llevar la contraria, me había decidido por hacerle caso y aceptar el disfraz que me había enviado, aunque le había quitado el exceso de listones que traía.
Me miré al espejo una vez estuve lista para bajar, y sonreí a mi imagen con un guiño que demostraba lo cómoda que me sentía con ese personaje que interpretaría esa noche. ¿Qué mejor que ser una rebelde con una espada y un sombrero?. De seguro en una vida pasada había sido Pirata.
Albus y mi primo me esperaban en la Sala Común. Addy aún no llegaba de su práctica de Quidditch, así que la esperaríamos en la fiesta.
- Quizás soy una princesa rebelde que decidió ser pirata- respondí a Albus con una sonrisa, y acepté su brazo elevando de forma arrogante mi mentón. Los tres subimos hacia el Gran Comedor.

(...)

No me pasó desapercibida la mirada de Albus sobre esa mosca muerta. Arrugué un poco el ceño, y acomodé mi cabello hacia atrás. ¡Y después tenía el descaro de hacerse la niña buena! De seguro buscaba un revolcón para esa noche.
- Échale malicia- le respondí a Albus en el momento que decía que iba a buscar unos tragos. Mis ojos entonces comenzaron a vagar por lo que sucedía en el salón, y se encontraron con la imagen de los dos hermanitos Potter. Sonreí levemente y miré a mi primo, quien de seguro ya baboseaba por alguna chica disfrazada de hada o algo así-. Cuidado con atorarte en tu propia saliva, primito- le dije con un guiño divertido en mi ojo, y me alejé de él para mezclarme con la gente, saludando a todas aquellas personas que conocía, y riéndome de algunos disfraces que parecían de lo más originales.
La música sonaba fuerte en el ambiente, y sin darme cuenta me ponía a bailar mientras avanzaba entre la multitud. De pronto vi a Addy que estaba a mi lado, junto a Scor, y le silbé a mi amiga por lo guapa que se veía-. Quien diría que tú interpretarías a la ley, Addy- comenté riéndome estruendosamente, y tomando la mano de mi amiga para ir a bailar a la pista.
¿Por qué Albus se demoraba tanto con esa bebida?

Estaba con senado sobre mi cama, con las piernas encogidas hacia dentro. Delante de mi tenía un gran espejo que había conseguido en la Sala de los Menesteres ese mismo día. Justo enfrente de mi, había un libro que había sacado también de la biblioteca, su título era “Sin fin de hechizos para la estética moderna”. Hasta donde sabía y por lo que me había dicho el bibliotecario, allí iba a encontrar la magia que necesitaba para hacer crecer mi cabello un poco, ya que lo necesitaba para que se viera mejor el disfraz, el cual estaba en un caja que mi madre me había enviado dos días antes. No una atuendo del todo malo, pero si extraño. Según en la nota, era un traje típico antiguo que los magos guerreros de la península escandinava usaban.

Tenía mi varita lista y me temblaba un poco la mano, si me pasaba mi cabello crecería hasta el suelo, así que había decidido hacerlo en privado, sin ninguno de los otros chico en el cuarto que me distrajera. Dije las palabras mágicas y golpeé de forma ligera mi cabeza dos veces, sin despegar la punta de ella. Sentí un cosquilleo en la cabeza y me di cuenta de que funcionaba, pues los mechones rojos empezaban a taparme la vista. Cuando creí que era más que suficiente separa la varita de mi cabello. Lo hice hacia atrás y me miré en el espejo, sonriéndole a mi reflejo por los resultados. No había salido mal y podía usar el disfraz tranquilo, y no el de Rapunsel que según James, me había conseguido por si salía mal.


Habíamos llegado justo a tiempo. El gorro que traía en la cabeza cubría mis ojos, pero estaba encantado para poder ver a través de la tela. Según la nota de, mi sacrosanta madre, era para que a la hora de cazar, el reflejo de las bestias o los enemigos no se dieran cuenta de la presencia del guerrero. –Vaya chorrada– le dije a James cuando me dijo lo de Melanie. Seguramente estaba bromeando, pero a pesar de eso no pude evitar sonrojarme; era una suerte que tuviera el gorro cubriéndome, pues mis ojos buscaban como loco a McKing para ver de qué se había disfrazado. –Anda tarado, ve con ella– le dije empujándolo para que empezara a caminar –Yo estaré dando una vuelta por ahí–.

Caminé buscando entre la multitud, no sabía si la gente me reconocería. Muchos se me quedaban viendo, quizás pensando en que caminaba sin ver nada, pero no era así. Mi mirada buscaba a Melanie entre la chusma pero no daba con ella. Terminé justo frente a la mesa donde estaban las bebidas, metía mi dedo en cada una de ellas para saber si tenían un poco de alcohol, y ninguna de ella lo tenía claro. –Supongo que nadie se dará cuenta– murmuré para mí, sacando de entre un bolsillo una botella de licor que se llamaba Rompe Vikingos. Quizás era lo suficientemente fuerte para hacer caer a esos hombres machos y fuertes. Sin pensarlo dos veces lo vertí sobre un recipiente de ponche, el cual se llenaba por si solo.

[Interacción con Everleigh y Albus. Se nombra a Fred, Mel, Caleb, kate, Allie y su pareja.]

Una lastima. Fred se hubiera visto mucho mejor disfrazado de Rapunsel como le había sugerido en la sala común, pero debo reconocer que el hechizo le salió bastante bien, quizás algún día intentaría que me crecieran pelos en el pecho con aquella formula y así parecer un autentico Leon. No es que sea lampiño pero... ok, si, lo soy.

Negué con la cabeza apartando mis pensamientos y centré éstos mismos en uno no tan agradable: No veía por ninguna parte a Ev... El problema era que ni siquiera sabía como iba vestida, pues hasta el ultimo minuto no quiso revelarme su disfraz. En realidad el problema era que cada vez sentía que se alejaba más de mi y que la comunicación se perdía, ni siquiera la veía en las clases a la que iba, a pesar de que siempre estábamos en el mismo metro cuadrado no cruzábamos palabras, no parecíamos pareja. Si me dejaba plantado en plena fiesta de Halloween no se lo perdonaría, pues estaba cansado de que todos me preguntaran por mi novia y yo tuviera que responder; "No sé donde está", "no la he visto", "no sé", "¡NO SÉ!".

Mis manos bajaron y mi capa dejó de flamear cayendo sobre mis hombros. Mi sonrisa, aquella impenetrable sonrisa, poco a poco fue desapareciendo. Miré a mi alrededor y vi a todos encontrandose con sus parejas; Fred con Melanie junto a los bocadillos, Allie con un chico de Ravenclaw, hasta el tarado de Caleb estaba con Katherine en lo que parecía ser un intento de baile... Todos excepto yo estaban con su pareja. Justo en el momento en que pensaba salir de ése lugar unas manos rodearon mi cuerpo, con suavidad y tacto, y su mentón se posó en mi hombro. Aquel aroma, aquella sutileza al tocarme; solo podía ser ella. Volteé y una amplia sonrisa se volvió a dibujar en mi hombro. Ev se veía sencillamente hermosa y sexy con aquel disfraz. Debo reconocer que mi mirada luego de encontrarse con la suya fue a parar directamente a su estoque, el cual se pronuncia con el corset que llevaba puesto. Mis manos se elevaron hasta rodear su rostro y con delicadeza atraje sus labios hasta los mios, los cuales se entreabrieron para rodear y presionar con posesión sus finos y bien definidos labios. Un suspiro y un nuevo movimiento atrapando ahora su labio superior, mordiendolo, suave y de forma delicada. - Te vez hermosa - reconocí, rosando la punta de mi nariz con la suya.

Mis manos bajaron rapidamente a mis costados y una se quedó sosteniendo su mano izquierda. La elevé e hice una reverencia. - Me conzede ézta pieza, hermoza gitana? - pregunté con mi ya trabajado idioma españolao. Ya lo estaba dominando. Pero como era de esperarse nada es tan perfecto y menos en la vida de James Sirius Potter. Mi hermano, el pequeño rebelde descarriado llamó mi atención quitandome el sombrero y haciéndome quedar como un ridículo frente a Ev. - Severus, devuélvemelo - me quejé dejando de lado mi acento español que tan sexy me hacía ver cambiándolo por un tono más neutral y serio. No lo había visto, pero su disfraz no estaba nada mal. - ¿Eres un mosquetero, no? - pregunté burlón mientras me devolvía el sombrero. Sonreí, no porque me hubiera burlado de su disfraz que claramente era de pirata, sino porque verlo ahí me hizo recordar la última conversación que tuvimos en los baños de San Mungo. Si, es un lugar extraño para tener una conversación, pero aquella fue la conversación más agradable de mi vida. Volví a sentir la confianza que de pequeño sentía en él, cuando solía subirlo a mis hombros para que alcanzara las galletas que mamá guardaba sobre la nevera y luego las compartíamos con Lily que en ése entonces a penas gateaba por la alfombra de la mansión. Por eso mismo es que no desconfié cuando me pidió escoltarme hasta la zona de la comida. - Espérame, vuelvo en seguida - le dije a Ev dándole un beso en la frente para salir detrás de Albus.

Al llegar a la mesa de los aperitivos desenfundé mi estoque y lo piqué con la punta en su espalda. - Desenfundad vueztra ezpada, joder! - dije para luego tratar de darle con el estoque de forma vertical en la cabeza. Debía sacar su espada si no quería ser golpeado y seguirme el juego, aunque de todos modos si no lo hacía había medido la fuerza para que el estoque se detuviera sin rosarle ni los cabellos. - ¿De qué querías hablarme, Albus? - pregunté deslizándome por el rededor de la mesa y sacando un trozo de pastel de calabaza. No solía llamarlo por su nombre a menos que estuviera notoriamente molesto o notoriamente cómodo con él. Al llegar a ambos extremos lo llamaba por su nombre, y claramente ésta era por una buena causa. Sonreí, no pude evitarlo, estaba feliz de que las cosas se estuvieran arreglando con mi hermano y encima sea él el que viniera a buscarme para charlar. Fuera una mala o buena noticia, antes no se dignaba a preguntarme directamente, y eso para mi era un enorme progreso. Le di un mordisco a mi pastel de calabaza, mientras con la otra mano sostenía mi estoque.

[Interactuando con Mel / Mención de McGonagall y James]

Las botella iba por la mitad y mi ojos miraban a todos lados para cuidar de que la vieja McGonagall no me descubriera. Regresé la vista al recipiente y empecé a agitar la mano para que el alcohol saliera a más velocidad, pero lo único que conseguía era que se hicieran burbujas en la superficie del ponche, reventándose y dejando un rastro plateado. Un poco más y sólo tendría que arrojar la botella lejos para que no hubiera evidencias de lo que había pasado, quizás pensarían en James o en mí, pero sin testigos no podía hacerme nada. Punto para mí– dije lamiendo mis labios, probando la malicia de la broma sobre ellos.

Una voz me reprendía y me asusté, haciendo que la botella casi se me fuera dentro del ponche, peor por suerte mis dedos había sido más rápidos y se aferraron a ella. Al principio pensé en la directora pero era imposible que llegara como si nada y dijera que me había atrapado con las manos en la masa. McGonagall era más del estilo de preguntar que estaba haciendo, regañarme, quitarme puntos y mandarme a la habitación por una conducta según ella inaceptable. Pensé en el tono de voz pero no pude acordarme de quién podría ser. Estaba seguro que era chica pues había sonado como una chica. –El ponche ya está listo– dije arrojando la botella, tomando un vaso y sirviendo hasta el tope. Me di vuelta para ofrecerle el vaso a quien haya sido.

Abrí grande los ojos que no se veían cuando me di cuenta que se trataba de Melanie. Tartamudeé incoherencias, el vaso se regó sobre mi mano un poco pero no le di importancia. Mis ojos no dejaban de mirar los suyos, pero sabía que ella no veía los míos. Con mi mano libre subí un poco el gorro para que pudiera hacerlo. –Hola Me– le dije sonriendo de forma tonta y llevando el vaso a mis labios. Le di un trago y el sabor frutal invadió mi boca, para después sentir caliente en la garganta. –Yo... Sólo le puse algo de más sabor a la bebida– murmuré.

En teoría nadie se tenía que dar cuenta de que tenía el alcohol. El Rompe Vikingos tenía la característica que era inodoro, insípido e incoloro. Uno no se daba cuenta de que estaba tomando y cuando menos lo imaginaban ya estaban cayéndose de borrachos, sin poder explicarse como había pasado. –Te ves hermosa– le dije mirando su disfraz, deteniendo mis miradas por unos instantes en sus piernas que estaban bastante descubiertas. –Wow– dije sin saber si ella me había escuchado. Carraspeé un poco y me sonrojé. Me estaba comportando como un idiota.

James se portó como esperaba, un súbiro estremecimiento en mi corazón me hizo recordar cuando eramos hermanos y no extraños, él se retiró de las chicas disculpándose con su novia, a la que le dediqué una sonrisa muy a mi estilo un poco baja y luego caminé dirigiendo a mi hermano hacia la mesa de los bocadillos.

Me dí cuenta que las manos me estaban sudando porque me sentía nervioso, quería preguntarle algo a James, algo muy importante pero después de tantos años, no quería romper con la relación que parecía estarse formando entre nosotros. Nadie sobrevive al ataque de un lobo en el bosque prohibido y se queda inmune ante la cercanía de esa batalla. Definitivamente me gustaba la cercanía hermano-hermano que se había hecho entre nosotros y no pude evitar sonreir un poco cuando me llamó "Albus" como lo hacía cada mañana de Navidad cuando me daba un obsequio que no era ninguna broma, o como cuando éramos pequeños y hurtábamos los pasteles de la abuela Molly y luego salíamos corriendo a escondernos en los agujeros de los Gnomos que vivían en el jardín de la madriguera para comérnoslo a gusto y luego echarle la culpa a dichos gnomos.

Puse una mano contra la mesa tratande de discernir que sería mejor, si preguntarle directamente "Oye Sirius, dime la verdad, ¿Es cierto lo que dice Corazón de Bruja y tú te acostaste con mi novia?" o si solo debía de olvidar el asunto, pero es que sencillamente no podía.

Sentí que me picaba con su espada y usaba ese exótico acento que para nada le sentaba bien y desenvainé mi espada haciendo que el acero de ambas chocara y se escuchó un ruido seco en ese momento. Nos movimos como en un baile preparado y él se colocó del otro lado de la mesa mientras tomaba un pedazo de pastel y yo por mi parte tomaba un bocadillo que parecía tener chocolate adentro y le dí una mordida cuando él hizo lo mismo con el suyo. - Quiero preguntarte algo, algoque tiene que ver con Cassandra y quiero que me digas la verdad - dí un par de pasos acercándome hacia él y con un movimiento de mi muñeca hice que ambas espadas bajaran las puntas al suelo y terminé estando frente a mi hermano a una distancia prudente para que nadie más nos escuchara. - ¿Puedo confiar en que me dirás la verdad, James? - mi mirada hablaba por sí sola, se notaba que estaba preocupado por ese tema y si alguien le había mencionado a mi hermano lo de corazón de bruja seguramente que sabría lo que quería preguntarle, si Annette y Araziel no me hubieran dicho nada seguramente que seguiría ignorandolo todo.