En apuros ·Damian·

Era por la noche, supuestamente no debería de estar aquí, a pesar de no ser una alumna, seguía siendo demasiado pelegriso acercarse al sauce boxeador, aunque la verdad es que hacía poco caso a las advertencias de los demás, al igual que cuando era más joven. Aunque las consecuencias ahora eran mucho mayores, puesto que antes solo me ganaba un castigo por rondar donde no debía, pero ahora podrían de echarme de mi puesto de trabajo en Hogwarts, lo que suponía volver a separarme de mi pequeña, algo que no podía permitir por nada del mundo. Sin embargo, era de vital importancia que fuera al allí, necesitaba unas plantas curativas que solo florecían por la noche y junto al sauce, sabía que me exponía a un gran riesgo, pero necesitaba esa planta como fuera.
Cuando llegué sonreí de lado recordando mis tiempos mozos en los cuales solía corretear por alrededor de aquel árbol, sorteando las ramas que querían alcanzarme y golpearme, a causa de aquello me había metido en más de un lío y había terminado varias veces en la enfermería, era por eso por lo que me causaba cierta gracia recordarlo, ahora era yo la enfermera y más de uno había llegado a la enfermería por aquellas causas, el sauce boxeador les había dado una pequeña paliza.
Cuando llegué al lugar en el que se encontraba el sauce, me acerqué sigilosamente hasta él, parecía estar dormido, pues sus ramas no estaban alerta. Sonreí de lado al ver la flor justo a los pies del enorme tronco y caminé sin hacer el menor ruido hasta allí. Debía de ser sigilosa a más no poder, puesto que no me convenía que el sauce se despertara, ya que si lo hacía estaría metida en un buen lío. conseguí alcanzar la flor y con un leve moviemiento de mi varita corté su tallo y me la guarde.
Ahora solo me quedaba repetir el mismo proceso pero hacia atrás, debía de recorrer el mismo camino de anteriormente sin hacer ni un solo ruido. Estaba a punto de conseguirlo cuando sin darme cuenta pisé una oja seca, haciendo así que el árbol despertara. Ni si quiera me dio tiempo a correr cuando una de las ramas golpeó mi mano haciendo que mi varita cayera al suelo, acto seguido noté como otra de las ramas me golpeaba en las piernas haciéndome caer al suelo... Estaba completamente perdida...

Otra noche más fuera del castillo. A este ritmo pasaba más tiempo fuera del castillo que dentro, pero por las noches no podía dormir aunque tampoco lo necesitaba mucho, con 4 o 5 horas al día tenía suficiente, prefería salir y despejarme un rato, no sé era como salir fuera y ganarme el cielo. Me encendí un cigarro escondido a las afueras de los jardines, miré el cielo y estaba un poco nublado, habían nubes que tapaban la luna de vez en cuando, a veces aquellas noches me recordaban a las noches de luna llena en mi primer curso, donde gritábamos cerca del Sauce Boxeador “Que se salve quien pueda!” pensando que allí dentro habría un hombre lobo. Que estúpidos llegábamos a ser por dios.

Me quedé un rato allí escuchando la música que reproducían mis cascos, hasta que me fije que alguien se dirigía al Sauce Boxeador, forcé la vista y me fije “¿Leth?” ¿Qué demonios hacía acercándose a ese maldito árbol? Yo crecí por aquí con el rollo de cuidado con ese árbol con malas pulgas. La vi meterse debajo del árbol, eché a correr lo más rápido que podía, saltando piedras, y bajando rampas como cuando escapas de un matón. Levanté la vista para verla y la vi atrapada en el Sauce Boxeador, lo había despertado… - INMOBULUS!

El árbol se detuvo y vi la cara de terror de Daileth, eche a reír y me acerqué a ella para levantarla del suelo – Querida, ¿nunca te han dicho que este árbol tenía malas pulgas? Tus encantos aquí no funcionan.

Cerré los ojos fuertemente al ver como una rama se aproximaba a mí a extrema velocidad. Me estaba preparando para el golpe, sabía que no iba a salir muy bien parada de allí, si es que lograba salir. Apreté más fuerte mis ojos contando los segundos que quedaban para recibir tremendo golpe. 3,2,1... 1... 1... 1...
Abrí lentamente los ojos bastante sorprendidad de no haber notada ningún impacto contra mi cuerpo. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Por qué se había parado el sauce?
De repente escuché una voz y sonreí de lado al reconocerla al instante, comprendiendo lo que había pasado, una vez más Damian me había sacado de uno de mis apuros. Le dediqué una leve sonrisa cuando me ayudó a levantarme del suelo y después le di un suave golpe en el hombro al recordar su risa antes de levantarme ·No tiene gracia· Le dije haciéndome la enfadad. Después no pude evitar rodar los ojos con diversión al escuchar lo que me decía ·Sí, ya me habían comentado algo sobre este maldito árbol· Murmuré dedicándole una mala mirada al sauce. Después puse nuevamente morritos como si estuviera enfadada ·Pues vaya... ¿entonces para qué sirven mis encantos?· Pregunté bromeando para después mirar a Damian con semblante serio ·¿No se supone que tendrías que estar durmiendo en tu habitación?· Le pregunté con seriedad

Daileth era enfermiza, el colmo es que era enfermera, ya podría curarme mis males… pufff era superior a mis fuerzas! cierto era que nuestra relación de amistad venía de lejos, sabía cosas de ella que no sabía nadie… pero tenerla por aquí no era nada bueno, me atraía mucho, demasiado llegaría a decir. Joder! Era verle poner esos morritos y un escalofrío recorría mi cuerpo, vale que tuviera control pero no era de piedra. En aquel momento estaba listo para morir dulcemente a sus manos, para que me tuviera que revivir con un boca a boca o cualquier cosa mejor que esa. Pero pensando fríamente no quería fastidiar aquella relación de amistad que teníamos, a veces me arriesgaría pero, pero no debía. Me centré y si, tenía razón debería de estar durmiendo, en el castillo, en la casa de Gryffindor y en la cama como un niño bueno.

- Se supone que debería de estar en la cama, pero se supone que me conoces lo suficiente como para saber que los horarios de este colegio no son los míos, no es mi estilo de vida este. - Sonreí con picardía – ¿Y tu que haces por aquí? ¿Esperando que viniera a salvarte? ¿O es que querías que yo saliera herido para cuidarme?

Sonreí de lado al escuchar lo que me contestó Damian y asentí levemente con la cabeza mirándole ·Sé que los horarios de este colegio no están hechos para ti, ni si quiera sé por qué me empeño en hacer que los cumplas· Le dije encogiéndome de hombros al mismo tiempo que negaba con la cabeza. La verdad es que podía pasarme el día detrás de él para que hiciera un poco de caso a las normas del colegio, pero eso no servía de nada, Damian era un rebelde sin remedio y quizás era eso lo que tanto me gustaba de él, aparte de que siempre estaba ahí cuando le necesitaba.
Rodé los ojos con diversión al escuchar lo siguiente que dijo mi amigo y sonreí de lado al mismo tiempo que asentía con la cabeza ·Claro, sabía que hoy ibas a pasar por aquí y me he dicho: Daileth vayamos al sauce boxeador que allí estará tu héroe Damian para salvarte· Le dije mirándole, para después soltar una carcajada. ·No, en realidad vine a por esta flor· Contesté seria enseñándole la flor que había cortado instantes antes de que me atacara el sauce

¿Venir hasta aquí por una flor? Hasta donde llegaba la pasión de algunas personas por su profesión. No reconocía aquel tipo de flor, no era muy bueno en herbología, no me apasionaba esa asignatura, pocas asignaturas me apasionaban era la verdad.

–¿ Y que flor es esa? – Dije cogiéndola de su mano, y observándola - ¿Para que sirve? Porque para arriesgar tu trasero por esta flor, tiene que ser algo importante ¿no Leth? Si no te patearé yo por el Sauce Boxeador… Espera no se su nombre, pero es una flor curativa ¿no? – Leth asintió. Me vino a la cabeza Ainara, su hija, no la había visto por el castillo, menuda historia la de Leth venir a trabajar la castillo, seguro que para estar más cerca de su hija, bueno su hermana a ojos del resto de personas.

- ¿Como está Ainara, Leth? ¿Va todo bien verdad? No la he visto por el castillo todavía, pero le echaré un ojo. - Pensar en la vida de Leth me provocaba coraje, como esta chica había cerrado heridas y había sido una madraza como es, viniendo a trabajar al castillo para estar más cerca de su hija, ojalá todas las madres fueran como ella. Sin más, era una de las mejores personas que había conocido nunca, con todo lo sucedido y después de todo el tiempo que me dediqué a mi mismo, seguimos estando igual que siempre, la valoraba mucho y quería conservarla por siempre.

Escuché la pregunta de Damian y antes de que pudiera contestarle escuché todo lo que me decía. Solté une leve risilla al escuchar el comentario de que me patearía y rodé los ojos de forma divertida para después mirarle con una ceja alzada ·¿Tú y cuántos más?· Le pregunté en tono divertido. Sabía que esa era una forma de hablar de Damian, pues él nunca me haría daño, me lo había demostrado con el paso del tiempo, desde que nos conocimos nos hicimos grandes amigos y él siempre cuidaba de mí, al igual que yo de él, fue tan grande nuestra amistad que le llegué a confiar mi mayor secreto, el de mi hija Ainara. Nunca me había fallado y la verdad es que Damian sabía guardar un secreto. Negué con la cabeza al escuchar como decía que era un flor curativa y sonreí de lado ·No es exactamente una flor curativa· Murmuré mirándole ·Es una flor que mezclada con agua, su aroma, te infringe valor y fuerza, justo lo que yo necesito· Le expliqué sin apartar mi mirada de él, lo cierto es que a veces se me hacía imposible hacerlo.
Escuché como el moreno me preguntaba por mi hija y una sonrisa dulce se dibujo en mis labios ·Tranquilo, Ainara está bien, dentro de poco vendrá a Hogwarts. La verdad es que no sé por qué no está ya aquí· Comenté encogiéndome de hombros. Luego sin pensármelo dos veces le di un abrazo al escuchar que él la echaría un ojo ·Gracias por estar siempre pendiente de todo· Le dije sonriendo aún abrazada a él

Este año parecía que todos íbamos a llegar tarde a Hogswarts, mira por donde no era el único! Parecía que este iba a ser un buen curso, había conocido gente nueva y tenía bastantes mas conocidos por aquí de los que pensaba, sobre todo saber que Leth estaba por aquí me animaba a seguir el curso.

Sonreí al escuchar que Ainara estaba bien, y que no había ningún problema, pero me sonrojé cuando Leth me abrazó, por dios ¿nadie entendía que para mí era muy difícil aguantar mis instintos masculinos? Posiblemente como muchas me habían dicho, estaba enfermo, pero tampoco era un problema grave, o por lo menos eso creía yo. Me costaba bastante mostrar cariño hacía las personas, podía quererles más que a nada en este mundo, pero me costaba mucho expresar esos sentimientos. Sonreí al sentir el calor que desprendía su cuerpo, era algo que siempre me había gustado de los abrazos, sobre todo de mi hermana, ese calor que parece que te de los buenos días cada mañana, además mi hermana era algo habitual en ella, venir y abrazarme por las mañanas, como un buenos días Damian.

- Porfavor Leth, que no soy de piedra! – Le dije riendo- Porque eres tú, si no, no respondo de mis actos!

Seguí abrazada a él con mi cabeza alzada para poder mirarle y después me separé al escuchar lo que me decía. Sonreí de lado y rodé los ojos con diversión al mismo tiempo que negaba con la cabeza y retrocedía unos cuantos pasos ·¿Aquí le parece una distancia correcta señor no soy de piedra?· Le pregunté divertida alzando un poco la voz, haciendo como si estuviera bastante lejos de él, aunque en realidad simplemente me había alejado un par de pasos.
Alcé una ceja al escuchar lo último que dijo y sonreí de lado mirándole a los ojos, la verdad es que me encantaban aquellos ojos que tenía ·¿Ah sí? ¿Y cuáles son esos actos de los que no respondes?· Le pregunté con el mismo tono divertido de anteriormente. Manteniendo la distancia que había adoptado anteriormente. La verdad es que me encantaba estar con Damian, los malos momentos se olvidaban, siempre conseguía sacarme la mejor de las sonrisas y siempre conseguía que hiciera alguna tontería, pero no me importaba, no me sentía ridícula, porque él era el único que me veía. Había mucha complicidad entre nosotros, y eso me gustaba, me gustaba porque sentía que él era el único con el que hacía cierto tipo de cosas y eso le hacía especial

Me encantaba Leth, como me buscaba las cosquillas, yo era cabrón pero ella también aunque no me lo quisiera reconocer nunca. Dos pasos de distancia nos separaban, ¿suficientes? Le gustaba jugar conmigo, mira que me conocía bien, pero bueno íbamos a jugar un rato a ver quien llegaba más lejos esta vez.

- Yadhira ¿esta distancia tú la ves suficiente? ¿Tú crees que no puedo cogerte? – La cogí por la cintura y la acerqué hasta quedarse casi pegada a mí, una distancia justa para que pasara un poco de aire entre nosotros. – Esta tampoco es una distancia prudente, esta es la que provoca actos de esos que no respondo, como cogerte en brazos y llevarte a una de esas camillas de la enfermería… -Le sonreía con picardía, me encantaba aquella faceta mía, pero Leth era más dura que todo aquello. La acerqué un poco más, que las ropas se rozaran, que no pudiera pasar el aire y que si había suerte se notaran las pulsaciones- Y no, no iba a estar en ese momento enfermo, en todo caso bajaría las persianas no sea nos amaneciera en la camilla de la enfermería, porque la que estaría enferma serías tu y yo tendría que cuidarte.

Alcé una ceja al escuchar sus primeras preguntas y me encogí de hombros. Antes de que pudiera articular palabra noté como Damian me cogía por la cintura y me acercaba a él, quedando ambos muy pegados el uno del otro. Me mordí el labio inferior con nerviosismo y le miré a los ojos, la verdad es que aquella sensación de nerviosismo y confusión solo él lograba crearla en mí. Normalmente era yo la que ejercía el papel que estaba ejerciendo él con los hombres, pero con él era completamente distinto, no sabía que me pasaba, era demasiado irresistible para mí, pero a la vez era mi amigo, y había ciertas cosas que se respetaban, o al menos se intentaba. Escuché lo que me decía y alcé una ceja mirándole a los ojos, perdiéndome en ellos ·No creo que pudieras llegar conmigo en brazos de aquí hasta allí· Le dije en tono divertido, intentando concentrarme en otra cosa que no fueran sus palabras, pues si no hacía aquello terminaría cometiendo una locura de la que quizás luego me arrepentiría... o no. Sonreí de lado al escuchar lo último que dijo y seguí mirándole a los ojos ·¿Ah si? ¿Y cómo cuidarías de mí?· Le pregunté pasando mis brazos por detrás de su cuello. Mierda! ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba pasando? Me estaba dejando llevar y no sabía si eso era bueno....

Joder, eso de pasar los brazos por detrás de mi cuello era un símbolo reivindicativo. ¿A dónde íbamos a parar? Habíamos llegado alguna vez a este punto pero siempre parábamos, uno o el otro, pero siempre parábamos, quizás es que ninguno quería cruzar esa frontera que nos uniera mucho, o que nos separara para siempre. Que un día llegáramos a darnos los buenos días con un café, o que no nos volviéramos a saludar nunca, yo no sabía lo que esperaba Leth, solo que esperaba de mí que fuera el de siempre, y como siempre nunca quería fallarle, pero una parte de mí quería llegar más lejos y esa parte podía ser buena o mala, ahí estaba mi temor.

- Te podría llevar y traer de vuelta, pero la vuelta prefiero olvidarla… - Le quité el pelo de la cara y la vi igual de bonita que siempre, y en un parpadeo mío vi a mis dos consciencias saludándome con la mano, esperando mi reacción a todo aquello, porque si fuera otra chica ya estaría en el salón, en la cama o en cualquier lugar con ella. No podía pensar mucho, en esos momentos lo que peor se me daba era pensar. – Pues esta noche acabaríamos comiéndonos el mundo, así te cuidaría, siempre por impulsos... - Le dije sonriendole con picardía. - Después depende de lo que quieras, puedo cuidarte está noche intensamente, o puedo cuidarte esta noche y la siguiente… y la siguiente. Y por las mañanas despertarte con un buenos días y un café.

Seguí con mis manos detrás de su cuello, no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien o mal, sabía que siempre terminábamos tonteando de un modo u otro, pero al final siempre parábamos, o él o yo siempre terminábamos poniendo una barrera de la cual no se podía pasar, pero hoy estábamos llegando más lejos. No sabía si esto era bueno o malo, no sabía si íbamos a ser capaces de pararlo después, no sabía cómo sería todo después de que algo pasara entre Damian y yo, solo sabía que me gustaba estar a su lado y que me atraía demasiado. Sabía que él era una buena persona, que nunca me haría daño, aunque también sabía que era algo mujeriego, la verdad no tenía ni idea de cómo serían las cosas después de que pasara algo entre él y yo. No sabía si aquello iba a romper nuestra amistad o si dejaría de ser amistad para pasar a otra cosa, pero ahora mismo no podía pensar con claridad, estaba demasiado cerca de él, y eso era algo que se me hacía difícil de resistir.
Sonreí de lado al escuchar el primer comentario de mi amigo y rodé los ojos con diversión, sin moverme ni un solo centímetro, sin dejar de rodear su cuello con mis brazos.
Escuché lo siguiente que dijo y me mordí el labio inferior mirándole a los ojos ·¿Sabes qué? Es una oferta muy tentadora· Le dije mirándole a los ojos ·No sé si voy a ser capaz de resistirme· Le susurré acercándome a su oído. Después volví a mirarle a los ojos, tenía unas ganas inmensas de besarle en aquellos momentos, pero no sabía si debía hacerlo. Una parte de mí me decía que lo hiciera, que ya se veía lo que pasaría después, y la otra me decía que no lo hiciera ni loca, que eso terminaría con nuestra amistad. Es por ello por lo que me quedé a medio camino dubitativa, rozando levemente sus labios con los míos, notando sus respiración en mi boca

Cada vez notaba a Leth más pegada a mi cuerpo, tanto que notaba sus pulsaciones, era imposible ya soportar aquello. Me invadía un calor por todo el cuerpo, como si me absorbiera por dentro, con la sensación de que podríamos estar haciéndolo mal, o quizás no, en aquel momento mis intuiciones las mandaba bien lejos. Cada vez tenía sus labios más cerca de los míos, si no se rozaban era por azar, pero aquella situación me transmitía algo que hacía tiempo que no sentía, no perdía los estribos, de momento, y pensándolo fríamente en otras ocasiones esperaba algo así pero nunca habíamos llegado tan lejos, hasta el punto en el que el tiempo pasaba muy despacio, muy muy despacio…

Era un conflicto complicado de resolver, era un querer y no poder, un cerrar las heridas pasadas y echarle morro, nunca mejor dicho vaya. Aunque en aquel momento, aquellas dudas solo me provocaban ganas de fumar y beber, de perder el tren y ver donde acababa todo aquello, y eso me encantaba. Me tragué su aroma, y me tragué mi consciencia acercándome hasta que nuestros labios se chocaron, cerré los ojos y a partir de ahí deje que pasará lo que tuviera que pasar.

Seguí rozando sus labios con los míos inconscientemente, o quizás muy consciente y lo que pasaba es que no me quería separar ni un solo centímetro. Me encantaba aquella sensación, me encantaba poder sentir la respiración de Damian, muchas veces había pensado en un momento como este con él, pensando también que era algo imposible, que éramos simplemente buenos amigos, quizás me había engañado a mí misma durante todo este tiempo, ya que sabía de sobra que la atracción que sentía ahora mismo por él no había surgido ahora, así de la nada, si no que era algo que venía mucho tiempo arrastrando conmigo.
Cerré los ojos, intentando concentrarme en qué era lo que debía o no debía hacer, seguía rozando sus labios, hasta que de repente el roce dejó de ser un simple roce y nuestros labios se juntaron por completo, sin poder evitarlo llevé una de mis manos hasta su mejilla y comencé a acariciarle al mismo tiempo que empezaba a besarle. No sabía si eso estaba mal, si estaba bien, no sabía qué pasaría después, simplemente me estaba dejando llevar, por primera vez en mi vida no estaba pensando en lo que pudieran decir los demás, en lo que pudiera pasar después, simplemente estaba pensando en mí y en el ahora, y ahora mismo lo que quería era a él, a Damian, a mi mejor amigo

En aquel momento ya no habían palabras, estábamos comiéndonos el mundo, sin pensar en las consecuencias de nuestros actos. Me había dado un descanso y había dejado de pensar sobre todo esto, solo notaba su mano acariciándome la mejilla, mi mano en su cintura acercándola hasta mi todo lo posible y sus labios carnosos junto a los míos. Ya era tarde para echarse atrás, ya era tarde.

Pero por entonces ya no me preocupaba nada, ni la hora que era, ni donde estaba, ni mi pasado, ni los problemas que podía acarrear este acto, simplemente quería estar allí con ella, que la vida siguiera bah. Quizás esto debería de haber sucedido mucho antes, pero hasta ahora no había llegado el momento, pero yo estaba en una nube y no había nada más…

Pero sí que me preocupaba el futuro, mi consciencia me decía que comenzara a destapar las opciones, que por entonces aun me quedaba cuerpo, aun no estaba medio borracho y poco sensato, quizás debería de haberle colgado la llamada a mi consciencia, pero en crisis todo sabe dulce y quería saber que quería Leth, aunque solo esperaba que no me dijera que todo aquello había sido un error, porque entonces sería yo el que necesitara un suero y nadie podría dármelo. Me separé unos centímetros de de Leth, aunque nuestros labios aun seguían rozándose, aun seguía notando sus pulsaciones y sus nervios.

- ¿Qu...Qué significa esto para ti Leth?

Seguí acariciando la mejilla de Damian mientras notaba como él me pegaba más a su cuerpo, si es que se podía. Continuamos besándonos de una forma lenta, pero a la vez intensa, dulce pero a la vez apasionada, supongo que esa era el resultado por haber estado tanto tiempo aguantando las ganas. Sabía que desde que había conocido a Damian, hace ya mucho tiempo, me había sentido totalmente atraída por él, pero el miedo al rechazo, a lo que pudiera pensar la gente y todas esas cosas, me habían hecho mantener siempre las distancias, pero ahora todo aquello me daba igual, no me importaba lo que pudiera pensar la gente, la cual me nos criticaría si se enterara de esto, pues él era un alumno y tenía 18 años y yo era la enfermera y tenía 24, además tenía una hija, aunque eso nadie lo sabía, solo Damian, por eso era tan especial para mí. Pero ahora no quería pensar en eso, ahora solo quería concentrarme en lo que estaba pasando, quería concentrarme en aquel esperado y maravilloso beso, la verdad es que Damian besaba como los ángeles, ya entendía por qué muchas chicas suspiraban por él, además, era increíblemente guapo.
No pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios al notar como Damian se separaba levemente de mí, aún quedando muy cerca sus labios de los míos. Apoyé mi frente contra la suya y escuché la que me dijo. Suspiré y le miré a los ojos ·Damian, te mentiría si te digo que no significa nada, que no llevo mucho tiempo deseando que llegase este momento, te mentiría si te dijera que eres un simple juego para mí· Le dije sin dejar de mirarle a los ojos ·Por eso no lo diré, no te mentiré ni intentaré mentirme a mí misma y solo desearé que esta noche no termine nunca, pues tengo miedo a saber que pasará después· Añadí volviendo a acariciar su mejilla, aún con mi frente apoyada en la suya y mis ojos clavados en aquellos ojos que tanto me gustaban ·¿Y para ti? ¿Que significa esto para ti?· Le devolví la pregunta con temor a su respuesta