Casting de Septimus S. Prince

Sueños, morfeo lo tiene bien abrazado y no quiere soltarlo. Él no es perezoso pero cuando sabe que es la hora intenta escaquearse de su horario un poco más, sabiendo que el tiempo le puede sobrar y que tampoco le resulta imprescindible hacer aquello que piensa hacer hoy por la madrugada. Siente su largo y oscuro cabello acariciarle el rostro en una sensación quizás placentera, pero que a aquellas horas no hace más que enfadarlo y, aún peor, despertarlo de su ensoñación. Inspira, espira, y se gira sobre su cama, extendiéndose lo más posible mientras intenta retomar su sueño. Carraspea buscando su voz antes de emitir un claro sonido de enfado, desde lo más profundo de su garganta, haciendo que algunos de sus compañeros le recriminen el ruido con un "cierra la boca, estúpido mestizo". Sí, como sea, ya está acostumbrado a esas muestras de cariño, no puede encontrar conciliación con todo aquello.

Sus oídos registraban un fuerte y melodioso sonido. Un goteo incesante, el de un grifo mal cerrado, aquel que derrocha sin más dilación el líquido elemento. Pero allí abajo los grifos siempre están cerrados, más no las goteras que inundan ciertos pasillos de las mazmorras del castillo. Sus ojos se abren hacia una oscuridad aparente, llena de sombras, un mundo que todavía no puede reconocer. Se recuesta en su cama, acercando sus manos a la mesa de noche, dejándose llevar por el sentido del tacto, en busca del interruptor supremo que haga luz en aquel lugar. Maldición, se olvidaba de nuevo, es mago, no necesita de luz artificial. Su mano derecha, rápidamente, busca el cajón del que saca su fiel varita, agitándola levemente para que una luz blanquecina le sirva de guía en aquella madrugada. Otros gemidos por parte de sus quejicas compañeros, imbéciles.

Cabello desordenado, ojeras y mueca de disgusto en los labios, el chico se dirige al baño masculino todavía con una mera camiseta interior y boxers. Su mirada se topa con el espejo, reflejando a un chico algo enclenque, de mirada turbada y pose un tanto encorvada. Ahí está, la viva imagen de su tío, buenas habilidades en pociones y en DCAO, estudioso... incluso ha heredado la posición de mestizo. Y aún así está vestido de ese verde esmeralda que tanto distingue a los puros de sangre. Entre ellos se siente un mero impostor. Abre el grifo y de este emana un chorro de agua fría, con sus manos en cuña recoge un poco de esta y se la lanza a la cara, intentando despertarse. ¿Por qué demonios quiere acabar con sus horas de sueño si es que todavía quedan dos o incluso tres horas antes de que den inicio las clases? Quiere ir a la biblioteca, no sin antes hacer una pequeña incursión en los invernaderos, tomando prestado una serie de plantas, como de costumbre. Él sabe procurarse todo lo que necesita, no hace falta que su hermana, la hufflepuff, le saque las castañas del fuego.

Tras aquello marcha a la ducha y tras relajarse bajo las aguas, termina por enfundarse en uno de los uniformes, bien planchado y arreglado. Su pelo enmarañado, sin siquiera dedicarse a peinarlo -pero sí dandole cierto movimiento con su mano izquierda- está listo para un día más y así es como el chico sale de sus aposentos y se dirige a comenzar su rutina. Solo, sin compañía, se trata de una persona que parece destinada al abandono, a ser un parias, por las demás casas dada su condición de Slytherin y por sus propios compañeros por ser mestizo. Es una mezcla conflictiva, lo sabe y no le gusta, pero siempre tiene a su hermana y su grupo selecto de compañeros de casa, aquellos que aún sabiendo de su condición no lo dejan tan de lado.