Fiesta de Comienzo de Curso. [TODOS]

Reglas del Post:

1 de Septiembre.
El verano del 2022 llega a su fin, y con él culminan también las vacaciones de los estudiantes de la Escuela de Magia y Hechicería Hogwarts, quienes retornan en el Expreso, dejando la Estación de King's Cross a las 11 de la mañana en punto, del día primero de septiembre. Los alumnos llegan a la estación de Hogsmeade dónde los de segundo a séptimo año montan los carruajes hasta el castillo y los de primero cruzan el lago en los botes con el Guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts guiándolos.
Los mayores se reúnen en sus respectivas mesas en el Gran Comedor, donde tanto profesores como funcionarios los esperan. Mientras, los novatos se forman en fila por orden de apellido. Son éstos, lo más pequeños, los que desbordan nerviosismos y sudan como si de aquel día dependiera el resto de su vida, y de hecho así es, pues el Sombrero Seccionador los espera ansioso para dictarles su futuro.
Neville Longbottom se pone de pie y llama uno a uno a los alumnos para que éstos puedan ser juzgados según sus actos, familias o ideologías.

Así cada alumno de primero busca su asiento en su respectiva mesa, bajo los estandartes de su propia casa, aquella que los verá crecer durante siete años. Una vez culminada la selección, el Sombrero Seleccionador canta su canción como cada año, y por último, el profesor Longbottom le sede la palabra a la Directora McGonagall quien da la bienvenida a los estudiantes como cada año, incluyendo los avisos de comienzo de curso y la presentación de los profesores a los alumnos de primer año.

Las puertas del comedor se abren de par en par dando paso a la elegancia y el andar delicado de las señoritas de Beauxbatons. Entre suspiros hacen reverencias a los demás alumnos que observan ensimismados la elegante entrada. Aves mágicas entran con ellas revoloteando por los aires y dando un toque más armonioso al desfile mientras se desvanecen en las narices de los alumnos. El baile de las Veelas deja encantado a los chicos que comienzan a aplaudir eufóricos dicha entrada, mientras las señoritas toman asiento en la nueva mesa a la izquierda de las demás. Minerva alza sus brazos y el mentón de forma delicada haciendo callar a todo el colegio con aquel acto para proseguir con la presentación de quienes tomarán haciendo al lado derecho del Gran Comedor en la mesa que los espera.

El crujir del piso al contacto de los bastones de los alumnos de Durmstrang sacan chispas, en un desfile coordinado y rígido. Con total maestría los jóvenes avanzan, imponentes, altivos y orgullosos, sin basilar, sin la más mínima muestra de debilidad. Una carrera por el pasillo comienza acompañada de volteretas y maniobras dignas de un gimnasta olímpico. Y por último los escupe fuego crean aquel Fénix que pareciera que fuera incendiar todo el Gran Comedor, el cual se desvanece volando por sobre las cabezas de los alumnos. Así la gran entrada culmina y los alumnos toman asiento en sus respectivas mesas sonriendo a las chicas con coquetería y sin pudor alguno.
Así un nuevo año comienza y el Gran Banquete está servido, con suntuosas cantidades de comidas y toda clase de bebidas y brebajes. El primer día, el día que muchos esperan, ya ha dado comienzo, pero hoy no habrá clases, solo una tarde de distracción, diversión y de sociabilidad para conocer tanto a los alumnos de primer año como a los invitados de honor; La Academia Beauxbatons y el Instituto Durmstrang.

{Zia Watson. También menciono a "Honey" (personaje imaginario, mi hermana) Cassie y James}

Nada había cambiado con Cassie, seguía con esa actitud despectiva con quienes no eran de su agrado y no pude evitar dibujar una sonrisa amplia ante aquellos recuerdos que regresaron a mi cuando la escuché hablar - ¿Aburrida? Seré de esta casa pero sabes que sé divertirme, mujer - maliciosa quizá pero era la verdad, nadie se imaginaba lo letal que podía llegar a ser y como decía mi padre: "Una linda cara siempre esconde los más oscuros secretos" y después de mi participación en la destrucción del colegio francés, debía tener cuidado. No pude decirle nada más a Cassie ya que un chico llamado "James" irrumpió ahí mismo con unos comentarios un tanto motivadores al desorden, cosa que no me parecía nada mal pero iba llegando y problemas era lo último en mi lista de las 100 cosas que no quería hacer. Nuestras miradas se cruzaron unos instantes, por unos momentos sentí el impulso de saludarlo pero algo me detuvo, quizá el ver a mis "antiguas" compañeras me había distraído y no le presté más atención.

Sin despedirme y dejándolo en el aire como un encuentro próximo y seguro con Cassie, me volteé hacia las mesas de Ravenclaw con mis nuevos compañeros y por supuesto mi hermana, quien parecía ocupada con un grupito de chicas y no quise interrumpir. Una de mis compañeras llamó mi atención cuando hablo, una chica rubia y de ojos claros que se veía bastante agradable. La miré unos segundos y al parecer pude atraer su mirada, sonreí - ¡Hola! - alcé mi mano derecha moviendola de lado a lado - Melanie Mounier, un placer - me presenté alzando la voz un poco, algo estaba pasando detrás mio pero no quise tomarle importancia porque la voz de mi mejor amiga resonaba un tanto molesta, igual que la del chico gryffindoriano que se acercó hacía unos instantes - creo que habrá problemas - sonreí levemente encogiéndome de hombros cuando escuché aquel "depulso" que a pesar de escucharse estruendosamente, impactó al chico león a mi lado - ¡Oh shit! - apenas logré quitarme de donde "James" fue a parar, a un lado mio y tirando más de un plato con alimentos. Miré a Cassie conteniendo una risa por aquella impulsividad, parándome junto a mi hermana quien sólo me abrazó por los hombros - Deberás acostumbrarte, Annie, las peleas entre los leones y serpientes son muy comunes - arqueé una ceja negando con la cabeza y la abracé nuevamente - ya deberás mostrarme todo el lugar, Honey, todos y cada uno de sus secretos - reí con cinismo ante mis palabras y fue ahí cuando la directora se puso de pie aplacando el problema.

Todo se calmó de inmediato, el inconveniente se arregló con unas cuantas palabras y no sé dijo más, cada uno regresó a su respectivo lugar. Tomé asiento junto a la chica a la que le había hablado hace unos segundos. James pasó por un lado mio y nuevamente las miradas se intercambiaron, era apuesto.

Los Leones y las Serpientes ya sacaban chispas en el primer día de clases. ¿Cómo era posible que pudiera contener sus broncas solo un día?. Negué con la cabeza, observado la mesa de Slytherin y a los chicos causantes del revuelo del otro lado de salón. Por acá, la mesa de Hufflepuff siempre estaba radiante. Siempre había risas y simpatía, además junto a nosotros estaba Gryffindor, y ambas casas siempre se habían llevado de maravilla. Volví a mi puesto y me acomodé en el asiento cuando todo se había calmado hincándole el diente al trozo de pollo que había en mi plato.

Le sonreí a Emily que aún observaba las otras mesas algo preocupada. - Tranquila, Emy, solo fue una discusión sin mayor sentido - dije tratando de calmarla - ¿Cierto, Cami?- le pregunté a la rubia que se sentaba con nosotros. Era mejor amiga de Emy y estaba seguro que ella me apoyaría para que la pobre no se sintiera tan acongojada.

Alcé la vista por sobre nuestra mesa para posarla en la otra mesa que estaba próxima también; la de Durmstrang. Lo chicos eran guapos, debía reconocerlo, pero me preguntaba si tendrían el talento que los alumnos de Hogwarts tenían. - ¿Qué opinan de los chicos nuevos? - pregunté dando otro mordisco a mi trozo de pollo. - No me gustaría estar en sus zapatos - añadí dando un sorbo a mi jugo de calabaza. Según tenía entendido los habian trasladado por un ataque a su colegio. Un ataque de los que se hacian llamar "magos tenebrosos". Lo curiosos es que esos magos estaban en contra de los sangre impura, sangre como la mía que era descendiente de muggles. Eso quería decir que si atacaban el colegio a mi sería a uno de los primeros que buscarían.

[Alusión al problema de Cassandra y James, Interacción con los Slytherins de la mesa]

El regreso al castillo... viaje largo y especialmente el de este año era tedioso y largo como cuando eres pequeño y esperas con ansias tu cumpleaños por una semana, bueno, este viaje era mucho peor, mil veces peor porque además de que viajaría todo el día, éste año, a la directora McGonagall se le había ocurrido que sería una brillante idea que MI mejor amigo, Scorpius fuera prefecto de Slytherin, seguro lo hacía para tratar de poner un poco de orden un nuestra vida, pero estaba muy equivocada, entre más poder tuvieramos, más serían nuestras furtivas salidas a mitad de la noche sin que nadie nos molestara ni perdiéramos puntos para nuestra honorable casa.

Como había predicho, el viaje fué lo peor de todo lo que se hubiese podido esperar, mientras nos adentrabamos a Hogsmeade los cristales comenzaron a empañarse y ya había dibujado tantas cosas sobre el baho que estaba muerto de aburrimiento, muchas veces escuché gente pasar por fuera de mi cubículo pero lo había cerrado con llave para que nadie me molestara, Scorpius no se pasaría y yo no tenía intención de que nadie, en especial mi torpe hermano mayor me molestara. Me logré dormir una parte del camino y me desperté cuando estabamos en la estación, me puse el uniforme sin fijare en lo pulcro que lucía y bajo la túnica verde esmeralda salí del expreso de Hogwarts con la mirada en alto, la varita en mano y el corazón nuevamente en la magia que apartir de ese momento podía volver a usar, odiaba las restricciones de edad, pero estaba a un paso de la mayoría de edad, ese había sido el último verano sin magia de mi vida.

Esperé en la estación, todos los nuevos, los jóvenes, los extranjeros se amotinaban contra los carruajes que nos llevarían al castillo y yo solo esperé, me gustaba viajar sin plebeyos, así que cuando el último carruaje me esperó, subí y me llevó al colegio.

Llegué cuando todo el mundo ya estaba en sus mesas, el barullo colectivo era presente y se respiraba un nuevo ciclo escolar. Miré hacia la mesa de mi casa y "Oh por Merlín, ¿qué demonios hace ese pelmazo con MIS amigos?" en serio no podía entender porque James siempre se metía donde no lo llamaban, era insoportable, lo mejor de Hogwarts, inclusive mejor que poder usar magia a diestra y siniestra, era que James estaba lejos de mí, era lo que más feliz me hacía y no lograba entender porque demonios él insistía en tenerme cerca! Me antuve a la distancia, detrás de una columna y un estandarte de Ravenclaw, a la espera de que mi idiota hermano se fuera de ahí pero fué cuando Cassandra se levantó y comenzó la pelea, no pude evitar reirme de eso y me aferré al estandarte, casi lo derribo, así que lo solté de inmediato.

El profesor Longbottom se acercó y puso orden, James se retiró y negué con la cabeza "Par de tarados" dije para mis adentros y me acerqué a la mesa de Slytherin donde estaban mis amigos. Me colgué por la espalda de Scorpius y con el puño cerrado lo despeiné hundiendo mis nudillos en su cráneo. - ¿Qué tal tu viaje "ñoño" - me burlé de él, desde que recibió su carta de prefecto no dejé de burlarme de su nuevo puesto y de la manera en la que su padre estaba orgulloso de eso. - ¿Se han olvidado del alma de la fiesta este día y eso es un pecado difícil de perdonar, mucho más díficil de olvidar, señoritas - me refería a las chicas de i mesa saludándolas a una por una con la vista pasando de Genne hasta Cass. A ésta última le guiñé un ojo cómplice por su "sútil" comportamiento. - Disculpa a mi hermano, es deasiado cavernícola para su propio beneficio - negué con la cabeza,- ya buscareos una forma en que pida disculpas - guiñé de nuevo el ojo pero esta vez a Scorpius. Tomé asiento en la mesa a un lado de mi mejor amigo.

Había sido un verano tranquilo dentro de todo. Haciendo lo de siempre y acompañada de Philli, lo que hacía de mis días algo nuevo a cada momento. Nos habíamos divertido en el parque acuático que habían instalado cerca de nuestro barrio. Hacíamos carrera de nado y, por lo mismo, ambos estábamos más bronceados que de costumbre. Eso le daba a mis ojos mayor profundidad, y a mi cabello unos halos dorados que parecían rayos de sol.

Mis ojos estaban perdidos en la escena de la pelea. Con un gesto de impresión como si lo que viera fuera algo nuevo, aunque no lo era, ya que era bastante común esas peleas en el comedor. Yo no conocía a ninguno de los dos chicos más allá de los nombres. Pero de todas formas no me podía imaginar qué los había llevado a pelear de esa forma.

Philli dijo palabras para calmarme, las cuales fueron acompañadas por palabras de Cami, y seguidas de una cálida sonrisa de mi amiga. Yo le sonreí y tomé un vaso de zumo de naranja, a la vez que Philli preguntaba sobre los chicos de Durmstrang. Yo alcé mi mirada hacia la mesa donde ellos estaban sentados y los miré con calma. Cami daba su opinión al respecto, y yo asentía porque sabía a qué se refería. Muchos de nuestros compañeros se conocían de antes de que entraramos al colegio, y a veces me sentía sacada de contexto al estar entre ellos-. Se ven grandes- fue mi primer comentario basándome en la musculatura de los nuevos alumnos-. Pero tienen expresiones simpáticas. De seguro son buenas personas- agregué sonriendo y mirando a Phill, cuya pregunta y último comentario me había extrañado un poco-. ¿Por qué preguntas eso, Philli?- le interrogué yo ahora, con mis ojos fijos en él mientras volvía mi mirada hacia Cami. Quizás a ella también le había parecido extraño. O tal vez sólo era yo que no había comprendido su pregunta.

{Rose Weasley, Allie Moore y el conflicto}

-Mira Billie, si no puedes aceptar que te llame Billie no vamos a llegar a buen puerto, me da igual si te llamas Thomas, para mí siempre serás Billie, porque te conocí como Billie.- le informó ya con seriedad, el tipo no le dejaba hablar y sólo repetía que se llamaba Thomas, que no Billie. Pues para Ben el nombre Billie sonaba cien veces mejor que Thomas. Se dedicó a comer, dispuesto a hablar con sus compañeros de al lado cuando una voz se disculpó por haber llegado tarde. Se giró hacia su hombro y vio sobre este, delicadamente posada, la cabeza de su mejor Rose. La abrazó en un acto de cierto cariño antes de que ella se recompusiera y le preguntara por las vacaciones de verano.

- Todo tranquilo, chafardeando el mundo muggle, no sabes lo inocentes que pueden llegar a ser.- evidenció con cierta diversión, recordando la de tonterías que había podido inventar estando en el Londres Muggle. -También he estado investigando nuevas propiedades de las hierbas propiamente muggles, un estudio muy interesante y revelador.- se llevó una mano a la barbilla, recordando el desastre que realizó en su casa.

-Y tú Rose...- estaba a punto de formularle la pregunta cuando un Potter salió despedido de la mesa Slytherin, cayendo junto a la zona donde se encontraban sentados. El golpe hizo que varios platos tambalearan y cayeran al suelo, realizando un gran estruendo. El lugar se sumió en el casi completo silencio, ya no caían más platos, pero Ben se apresuró a tirar el del chico que tenía al lado, simplemente por su afán de destruir cosas; infantil. Minerva no tardó en gritar a James y a una tal Cassandra que parecía ser la artífice de aquel golpe. El chico se volvió a Rose para finalmente preguntarle;

-¿Qué tal tus vacaciones de verano?- curioso por demás. Su mirada giró hacia el fondo de la mesa y pudo ver a Allie algo distraída, fuera de cualquier conversación. Le silbó con fuerza, hecho que había aprendido en el mundo muggle y cuando captó su atención le invitó a hablar con Rose y él. No sabía si conocía a su amiga Weasley pero estaba seguro de que ambas se llevarían perfectamente bien.

[James, Scorpius y Albus]

Mi hechizo fue detenido por un protego de James, pero de toda maneras lo impactó lo suficiente para hacerlo caer hacia la mesa de los Ravenclaw. Una sonrisa de suficiencia se dibujó en mis labios y alcé mi mentón de manera orgullosa, con mi varita lista por si deseaba atacar. Pero para mi sorpresa James guardó su varita y se puso de pie, olvidando el ruido de platos al caerse y de copas quebrándose en el suelo. Caminó hacia mí y se detuvo tan cerca mío que su aliento impactó en mi rostro. Mis ojos, aún encrispados con la situación, lo miraron de manera desafiante... hasta que dijo aquellas últimas palabras. Sentí una cachetada invisible y apreté mis labios con fuerza, tensándolos-. Tú no sabes nada, Potter- respondí a sus palabras dispuesta a pegarle una cachetada por decirme que era igual a todas las serpientes de la casa. Elevé mi mano para ello, pero los pasos de McGonagall interrumpieron mi acción. Mi mano quedó en el aire y bajó rápidamente hacia el costado de mi cuerpo al escuchar mi nombre.

Me alejé un paso de James y miré a la Directora sin gesto alguno de culpabilidad. Estaba enojada y sentida, y no me gustaba sentirme así. Sin embargo dibujé una sonrisa falsa en mis labios y arreglé mi cabellera hacia atrás cuando anunció el castigo. Genial, primer día de clases y tendría que madrugar. Además lo primero en ver al día siguiente sería la cara de James. Definitivamente en día siguiente sería un mal día.

Me giré cuando McGonagall terminó de hablar sin volver a mirar a James. Scorpius no se había ni parado y tomó mi mano cuando me acerqué a la mesa-. Merezco un gracias de tu parte, ¿no Scor?- le pregunto a mi primo con ironía, . Albus había hecho aparición en ese momento y saludaba a mi primo de forma amistosa, mientras yo seguía de pie con la mano de Scorpius tomada de la mía. Tenía rabia y quería golpear algo, pero no sabía qué. Emané un largo suspiro para calmarme y observé a Albus, quien me guiñaba un ojo-. Es un idiota- le dije refiriéndome a su hermano. Solté la mano de Scor y la pasé sobre su cabellera rubia, despeinándola un poco, a la vez que iba y me sentaba descaradamente entre él y Albus, dejando en el olvido mi otro asiento. Apoyé el peso de mi cuerpo en el brazo de Scor, pero elevé mi mano hacia el mentón de Albus, acariciando con mi dedo su mejilla-. ¿Y tú por qué te demoraste tanto en llegar?- le pregunto con una sonrisa picarona-. Te echábamos de menos, ¿verdad chicos?- le pregunto a los comensales de la mesa, bajando mi dedo por su cuello y pasando por su hombro hasta dejar de tocarlo del todo.

Rose escuchó a su amigo Ben mientras se llevaba el tenedor con un par de pequeños trozos de patata a la boca. Al parecer, él había pasado el verano en el mundo muggle, observandoles e investigando. Rose asintió con la cabeza mientras sonreía al ver que Ben se ponía una mano en la barbilla. Seguro que habría hecho alguna de las suyas. Es demasiado típico.

- Espero que nadie haya sufrido ningún daño - comentó divertida mientras agarraba el baso y tomaba un trago de ese líquido plateado.

Benjamin empezó a formular una pregunta, pero se vio irrumpida cuando el cuerpo de un Gryffindor fue despedido por los aires y se aproximaba hacia la mesa de Raven.
Rose abrió los ojos como platos y frunció el ceño al ver como impactaba en la mesa. Era James.

- ¡James! ¿¡Estás bien!? - preguntó mientras dejaba los cubiertos totalmente preocupada.

Sus ojos se fueron a la mesa de Slytherin donde lo había visualizado antes y vio a la prima de Scorpoous, Cassandra, guardándose la varita en la túnica.
Algunos platos cayeron al suelo, pero en cuestión de segundos, el gran comedor se sumió en un total silencio. Un silencio que se vio roto por la severa voz de la directora del castillo, Minerva McGonagall. Esta rebajó puntos a ambas casas (Gryffindor y Slytherin) y tras poner paz en el comedor, todo pareció volver a la normalidad.
Luego de eso, volvió a escuchar la voz de Ben y se giró hacia él.

- La verdad es que han sido interesantes. Pasamos parte del tiempo en el mundo muggle, pero fuimos a visitar algunos valles que no figuran en la mayoría de mapas mágicos. En esos habitan criaturas muy extrañas que no conocía de nada. ¡Seguro que te encantaría si lo vieras! Mi padre quería volver a ir, le preguntaré si puedes venir la próxima vez - comentó risueña antes de encararse de nuevo al plato.

[Scorpius, Cassandra y los Slys de la mesa]

Solté una leve risita cuando Scorpius me golpeó a manera de saludo, nuestro amor siempre tan apache (?) - Ya "Amorcito" te he dicho que esas muestras de cariño reservatelas para la noche - comenté despreocupado a modo de broma como siempre hacía. Me tuve que encoger de hombros cuando Cass comentó que James era un idiota, esa aseveración era de dominio colectivo, todos sabíamos que mi hermano era un estúpido que se metía siempre donde no lo llamaban y que su grado de estupidéz le hacía pensar que metiéndose en la mesa de los Slytherins lo convertía en un valiente, pero la verdad era que lo convertía en un pelmazo de tamaño descomunal. - Eso ya es bien sabido...- comenté restándole importancia y tomé un tenedor para comenzar a comer, Cassandra se sentó entre Scorpius y yo en una manera muy sugestiva, todos sabíamos que Cass siempre quería molestar a su primo con el asunto de los novios y eso me causaba mucha risa.

Y bueno apesar de que sabía que me utilizaba como juguete para molestar a Scorpius, no podía evitar que sus sutiles coqueteos rebasaran la línea de la cordura que cabía en mí. -Tú no reclames que me abandonaste a mi suerte en el tren- dije cortante mientras sus dedos bajaban por mi cuello. Sonreí con cierto grado de patanería mientras le daba un beso en la mejilla, rozando uno de los bordes de su labio superior "inocentemente" - Ya no sufras, que estoy aquí, sé que Scorpius no es tan divertido cuando está solo - me incliné un poco en la mesa y apoyé los codos para ver a mi amigo que estaba a un lado de su prima. - Nada personal amigo, pero eso de la prefectura no te va- negué un poco con la cabeza y volví a mi posición normal con al espalda recta, miré hacia la mesa de Ravenclaw de reojo y vi que estaba ahí Allie con sus compañeros de casa, sonreí tontamente porque ella no me veía y luego volví la vista a mi plato.

[Scorpus y Albus Potter... y una referencia a James]

Hice un coqueto mohín con mi boca cuando Albus alardeó de que lo habíamos dejado solo en el tren. La verdad era que no había sido así, sólo se nos había perdido entre tanto enredo con los alumnos nuevos. Pero no lo saqué de su error, ya que se inclinó hacia mí y besó mi mejilla - un poco más cerca de los labios- de forma sugerente. Yo respondí a su acto con una sonrisa picarona, la cual fue en aumento al escuchar las palabras que Albus le dirigía a mi primo. Siempre lo molestaba, y este año no sería la excepción. Habían pocas cosas más divertidas que sacar a Scorpius de quicio, porque se enojaba y se ponía así, posesivo. Sólo en esos momentos Scorpius parecía niño otra vez. Porque por lo demás tenía un comportamiento bastante adulto. O al menos eso era lo que demostraba en primera instancia.

El brazo de Scorpius rodeó mi cintura y me atrajo hacia sí, provocando que mi cabeza descansara en su pecho. Cualquiera que nos viera pensaría que éramos una pareja en vez de primos, lo que siempre me había causado mucha risa. Era por eso que me gustaba confundir a los chismosos con esos gestos; había cada comentario rondando el castillo que lo mejor era jugar con ellos-. Ahora Scorpy es taaaan aburrido- dije refiriéndome a la conversación de los chicos y rodando mis ojos. Mis manos viajaron hacia el brazo de Scor y lo acaricié suavemente mirando los verdes ojos de Albus-. Es más, Albus, te mostraré lo aburrido que se ha vuelto-. una sonrisa traviesa se dibujó en mis labios y me deshice del agarre de mi primo. Me incorporé del todo en la mesa y sacudí mi melena rubia antes de ponerme de pie. Caminé tras mi primo y me agaché hacia él, rondando con mis brazos su cuello y susurrándole en el oído, pero hablando lo suficientemente fuerte para que Albus pudiera escuchar-. ¿Vamos a portarnos mal a alguna parte?-. Elevé mi mirada hacia Albus al terminar la frase, y esta vez caminé un paso hacia él, pasando mis manos por su cabello azabache y acariciando su nuca con mis dedos-. Tengo alcohol en mi baúl- expliqué soltando los cabellos de Albus y estando una vez más tras sus espaldas. Entonces la sonrisa coqueta de mis labios mutó y llevé una de mis manos hacia mi boca, con gesto de absoluta sorpresa-. Oh, cierto que Scor se debe encargar de los pequeñines- dije en un tono lastimero y emanando un suspiro final de forma teatral-. Ves, Albus, ahora Scor es niñero- agregué negando con mi cabeza y alejándome de ellos, riéndome notoriamente y caminado con un notorio vaivén de caderas fuera del Gran Comedor.

Mientras pasaba frente a la mesa de los Gryffindor mi mirada se detuvo un segundo sobre James Potter. En mis labios se borró la sonrisa con la que me había despedido de mi mesa, y mis ojos se volvieron fríos. Alcé el mentón de manera orgullosa y apresuré el paso. Aún quería hacer otra cosa antes irme a dormir.

{Cassandra Nott, Caleb White / Se nombra a Fred, Frank, Lily y Roxie}

Nada que decir... La profesora McGonagall se interpuso entre Cassandra y yo quitándonos los primeros puntos del año. Genial, primer día y ya nuestros contadores bajaban. Si no fuera por los arrebatos menopausicos de Cassie la comida no hubiera pasado de unas cuantas diferencias de opiniones, pero no, ella tenía que demostrar que era más bruta que el resto. ¿Cual era ese afán de querer aparentar algo que no es?. Negué con la cabeza y asentí al castigo que nos habían dado. Salí de ese lugar, cargado de miradas venenosas, y otras no tanto, sin decir una sola palabra ni mirar a nadie. No tenía nada más que decir de momento. Rodeé la mesa de Slytherin y crucé el pasillo principal. Escuché un par de palabras de aliento de mis compañeros por haber dejado en sus lugar a las serpientes y otras cuantas burlas por haber sido tumbado por otra chica. En otras circunstancias me hubiera hecho gracias y hubiera respondido con algún comentario engreído, pero el ataque me había dolido, y no de forma física precisamente. Me sentía notoriamente decepcionado y encima, lo primer que veo al llegar a mi puesto es a Caleb coqueteando con MI hermanita adorada. - Ni lo pienses, White - musité sentándome entre ambos. No escuché lo que Lily, Fred, Frank, Roxie, White, ni los demás compañeros de mesas me decían, solo me quedé observando mi plato con las sobras de comida. Para mi la fiesta había terminado.

Me puse de pie luego de divagar en mis pensamientos y cogí un trozo de pan para el camino. - Me voy a dormir, mañana tengo que levantarme temprano para cumplir mi castigo - anuncié a mis amigos y salí del Gran Comedor. Cuando iba caminando por el pasillo que conducía a salida vi a Cassandra Nott dejando el comedor. Miré a todos lados y cuando estuve seguro de que nadie me estaba mirando salí, corriendo, literalmente, para darle alcance. Salí y bajé las escaleras que conducían a las mazmorras. Ella aún estaba ahí camino a la pocilga que tienen por sala común. Le di alcancé y sostuve su brazo con fuerza y brusquedad. - Ésto no se ha acabado aquí, Cassie - le inquirí atraiéndola con fuerza por el brazo. - Mañana hablaremos - añadí atraiéndola aún más. Quería gritarle, quería inquirirle por qué había actuado de forma tan arrastrada, tan Slytherin... Si había alguien que no cuadraba en su casa, esa era Cassandra Nott, pero ésta vez había demostrado lo bajo que podía llegar a caer. ¿Cómo es que alguien que hacia menos de un mes pierde su virginidad contigo podía cambiar del día a la mañana de esa forma? ¿Qué es lo que le habían hecho a MI Cassandra? La única que hasta el momento lograba hacer creer que no todos en Slytherin estaban perdido. Ahora no sabía qué pensar. Simplemente estaba decepcionado, y más aún al ver aquella mirada fría que me devolvía. ¿Dónde estaba el calor de su mirada? ¿Qué pudo haberla impactado tanto esas malditas vacaciones como para que se transformara en la chica que tenía en frente?. No quise pedir respuestas a mis preguntas, pues obviamente no las obtendría de su boca en un momento como ese, sería mejor esperar a mañana.

Mi respiración se había agitado levemente y aproximé mi rostro con la intención de besarla. Quería comprobar por mis labios, si la Cassie con la que había estado hace menos de un mes seguía siendo la misma o ya no podría confiar en ella, pero hacerlo sería solo una locura, y por una vez en mi vida quería pensar fríamente y no actuar de forma impulsiva, si ella quería ser alguien que no era, yo también podría serlo. Me separé de ella soltando su brazo con brusquedad y volví a subir las escaleras, corriendo, literalmente, de nuevo. Entre antes me alejara de ella, mejor.

{Sola. || Mención a Alice, Frank & Neville Longbottom, James S. Potter, Hannah Abbott y Minerva McGonagall.}

Aquella mañana todo había sido caos en su casa, principalmente porque a su madre le entraba la típica depresión anterior a la partida de los tres. Ya la noche antes, se la veía decaída mientras todos cenaban por última vez antes del curso que les esperaba y es que no era para menos. No sólo se marchaban sus tres hijos sino que también su marido, al ser profesor en la escuela, abandonaba el hogar, que para ella era absolutamente sagrado. Como siempre, los únicos que lograban entenderla eran Frank y Alice, ya que conseguían que se sintiese mejor con sus ánimos. Mary-Ann simplemente pensaba que era que se encontraba mal o que tenía un mal día, pero tantos años seguidos y sólo el mismo día…como que ya comenzaba a sospechar. Había estofado, siempre había estofado el último día, era como una tradición. Pero de tan callado que había estado todo…eso sí que no era como otros años. Desde toda la revolución que estaba ocurriendo en el Mundo Mágico, las cosas en casa no eran las mismas ni por asomo y eso que a ellos no les afectaba muy directamente. Así que decidió preocuparse más en todo lo que le faltaba por hacer antes de partir. Se quedó dormida y por fin llegó el día.

Siendo francos, la habían tenido que despertar a gritos, ya que aún tenía metido en la sesera el horario vacacional. Entre bostezos y estiramientos matutinos, se acercó a la mesa donde había un poco de fruta, leche y galletas de hierba-luisa, que no es que le entusiasmasen, pero eran comestibles. Se llevó una a la boca a la par que vertía leche en su tazón y ojeaba un poco El Profeta que su padre se había dejado abierto, sin percatarse demasiado de que su hermana se sentaba justo en frente suyo, también con cara de sueño y su hermano llegaba poco después, robándole una de las galletas de entre los dedos y circulando después hacia el salón, donde descansaban ya todas sus maletas. A Alice y a ella todavía les faltaban unos cuantos pares de cosas pero llegarían para coger el andén o al menos eso esperaba. Ante el gesto de Frank, arrancó una uva del frutero y se la tiró a la cabeza, yéndose instantáneamente a hacer sus cosas antes de que se desarrollase una batalla campal en la cocina. Sonrió escueta mientras subía las escaleras de dos en dos, pensando aún en el artículo que acababa de leer sobre la bañera galopante.

Al cruzar el pasillo, escuchó a alguien sollozar, cosa que le extrañó por demás. Luego empezó a preguntarse si sería que su padre se había vuelto a dar con la esquina de la cómoda, pero a juzgar por su propia voz, tan entera, supo que la que estaba llorando era su madre. ¿Tan mal se encontraba? Hizo un mohín con los labios, eso la hacía preocuparse, pero no entendía nada. Y sabía que cuando su madre lloraba ella sólo hacía que alterarla más, así que fingió que no había escuchado nada y se dirigió hacia su habitación, donde aún quedaban algunas cosas por empaquetar. Cogió los pergaminos que había comprado días atrás y los libros de quinto, que habían sido primeramente de su hermano. Para qué comprar tres veces lo mismo si se iban a utilizar igual, había que saber ahorrar sabiamente. Aun así pesaban y no poco, por lo que tuvo que hacer acopio de todas sus fuerzas para lograr bajarlos y así ponerlos en el interior de su caldero, para hacer que llevarlos fuese más…llevadero, valga la redundancia. Su hermana ya había colocado también las cosas restantes y Frank estaba tirado en el sofá disfrutando de sus últimos instantes de libertad. Aprovechó para tirarse sobre él y hacer un poco el tonto, para matar el tiempo hasta que sus padres bajasen. Cinco minutos fue lo que tardaron.

Su madre ya parecía la de siempre, feliz y risueña, aunque mandona. Su padre también bajaba las últimas cosas y vestía sus galas, como no, listo para otro año más. Ella tenía que trabajar, así que no podía acompañarlos al tren; por lo que, para compensar, siempre los colmaba de besos y abrazos que de estar en público los hubiese ridiculizado. La que peor lo pasaba era la pobre Mary, que acababa de carmín hasta las cejas. Bufó contrariada mientras le decía a su madre que la quería, por obra y gracia de un codazo de Frank ya que solía olvidársele. Y nada más cerrar la puerta, emprendieron el camino hasta King Cross, donde coincidirían con demás alumnos. Seguramente estarían todos los amigos de su padre y sus respectivos hijos, cosa que daba lugar a saludos algo embarazosos algunas de las veces y eso que se habían visto repetidamente durante el verano. Prefirió no pensar en ello y dejó que Alice le tomase la mano hasta llegar a la estación, sabía que los comienzos de curso la ponían bastante nerviosa. ¿Ella? Ella como todos los días, era uno más al fin y al cabo.

Cuando llegaron a la estación, su padre los hizo esperar un momento porque iba a ir a buscar no se qué cosa, a lo que Mary no prestó mayor atención. Y hacía bien, pues a los dos minutos volvieron a ver a Neville caminar en dirección a ellos, pisando su túnica en una ocasión. Los bostezos de los tres hermanos eran casi a coro debido al madrugón, pero en verdad nada les hacía más ilusión que volver a aquel castillo. Tampoco se sentían controlados, porque su padre era bastante negado para hacer de espía para su madre, la verdad. Rió al imaginárselo y bajaron las escaleras todos juntos como quien no quiere la cosa, comentando banalidades para que no se hiciese tan larga la espera.

Lo mejor de todos los años era, sin duda, ver a los de primero cruzar la columna por primera vez, la emoción se leía en sus rostros. Emoción que no se había borrado del semblante de la pequeña de los Longbottom cada vez que lo hacía. Esa vez no fue distinta, claro, y después de sus dos hermanos fue ella, secundada por su padre. ¡Qué bien sonaba la locomotora después de tanto tiempo sin oírla! Saludó a unas cuantas compañeras del coro y se dispuso a escoger vagón, sin pararse a mirar con quien estaba hablando su familia. Sí, era así de despistada.
Encontró uno no muy lejano al centro del expreso, amplio como para albergar todos sus bártulos y también con apariencia cómoda, así que no dudó un momento en apropiarse de él. Aunque el viaje era largo, pronto deberían cambiarse para la ceremonia y no estaba dispuesta a ir dando botes por el tren. Se acomodó al lado de la ventana, observando a todas las familias despedirse e incluso algunos niños de cursos inferiores llorando. Frank iría, como todos los años, en el compartimento de James y Fred. Alice, quizás iría con todas sus amigas de sexto y ella…ella con quien tuviese que compartirlo. El año pasado le habían tocado unas cuántas Ravenclaw de su misma casa, a las que les debían salir los libros por las orejas de tan charlatanas que habían sido. Por suerte, ese año el trayecto lo pasó sola, dando cabezadas a veces y cuando tuvo que hacerlo, cambiándose de ropa para llegar a la ceremonia al menos sin dar el cante. Cuánto tiempo sin ponerse el uniforme.

El ruido cesó y eso indicaba que habían llegado a la estación. Emocionada, cogió todas sus cosas y salió al pasillo, donde se aglomeraba la gente para salir. Era educada, así que dejó pasar a la mayoría de los estudiantes, colándose después por un hueco libre para poder bajarse del expreso. Había tal cúmulo de estudiantes, que no pudo vislumbrar a alguien conocido. Suspiró, ya era de noche y hacía frío, se notaba bien con aquellos calcetines de algodón. Se montó en el primer carruaje en el que encontró un hueco libre, este año con unos Gryffindor que discutían sobre bromas y hechizos protectores. ¿No podían hablar de algo normal como…las acromántulas? Eran animales fascinantes, aunque les tenía pavor, todo había que decirlo. También sentía curiosidad por lo que su padre decía que tiraba del carruaje, unas criaturas llamadas Thestrals o algo por el estilo. Ella no podía verlas, pero también le había dicho que sería mejor no poder hacerlo, ya que sólo lo consigues cuando has visto la muerte de cerca. Y eso le hacía recordar al pobre lagarto que había matado sin querer cuando tenía cuatro años…sí, mejor no poder verlas.

Su padre la saludó desde lejos al llegar al Castillo, al que no había visto en todo el viaje. Había viajado con demás profesores, así que era algo sencillamente normal y como siempre, le tocaba acompañar a los de primer curso, que serían seleccionados en poco tiempo. Todos lo seguían y lo miraban con admiración, cosa que a ella la hubiese llenado de orgullo si se enterase mínimamente de las cosas, porque estaba tan cansada que sólo quería llegar a su cama de años anteriores y dormir plácidamente hasta el día siguiente. Pero sabía que tenía que ir al banquete de bienvenida, como era menester. Pujando por sus cosas, las dejó en su sala común antes de nada, para luego ir a ordenarlas y fue al Gran Comedor con todos los demás alumnos, salvo los de primero que aún necesitaban casa. Se sentó junto a un par de amigas del coro y esperó a que su padre terminase con las selecciones, riendo con los tropiezos de alguno de los pequeños por los nervios.

Después de ello, todos pensaron que podían iniciar el banquete, pero la profesora McGonagall tomó la iniciativa, cediéndole Neville la palabra y haciendo a todos los alumnos girarse hacia ella con asombro. Acababa de cerciorarse de que había dos mesas más ese año en el Gran Comedor, ¿Qué ocurría? Al oírla lo entendió todo, pues había leído esa noticia. Incluso su madre la había comentado con el corazón en un puño, sabiendo todos que no había derecho a hacer algo así. Al menos esperaba que no echasen demasiado de menos sus escuelas y que se encontrasen bien en Hogwarts. Primero vinieron las francesas, con sus movimientos algodonados, ganándose la gran mayoría del público masculino, cosa que a las chicas inglesas no les agradó un comino. Estaba segura que su hermano Frank debía estar en el séptimo cielo en aquel instante. Luego vinieron los de Durmstrang, haciéndola pegar un respingo en el asiento con el ruido de sus bastones. Unas presentaciones más que vistosas, la verdad.

Cuando todo aquello había terminado y los integrantes de dichas escuelas tomaron asiento, todo el banquete apareció ante los alumnos, dando por comenzado el convite de bienvenida. Mary tan sólo quería cenar algo ligero y salir de allí en cuanto pudiese para poder dormir al menos ocho horas. Lo necesitaba, vaya si lo necesitaba. Fue pasando la velada, consiguió apenas comer una manzana, no tenía hambre. Si su madre hubiese estado allí, la hubiese obligado. En esos momentos era en los que se alegraba de no tenerla encima. Ni tan siquiera prestaba atención a lo que hacían los demás. Logró ver a su hermana hablar con sus amigas, a Frank en la mesa de Gryffindor hablando con James cuando la profesora McGonagall se acercó sabe Merlín a qué. Se sintió preocupada por el mayor de los Potter, que se fue de la fiesta después de que ocurriese algo que no llegó a entender con una Slytherin, según pensaba una prima de alguien del que no recordaba en tal momento el nombre. Le preguntaría por ello mañana, porque a esas horas no podía pensar con claridad, ni mucho menos. Y lo mismo parecía de su pobre padre, que se estaba quedando dormido en su silla de profesor. Si es que nadie podía decir que no eran padre e hija.