Caminando nada más...(Privado Gene)

Miré el reloj, cuyas manecillas marcaban la hora de forma lenta, demasiado lenta. Hacía mucho que había dejado de prestar atención a las palabras del profesor, puede que se debiera a ese tono de voz tan sumamente monótono o a que se limitaba a leer en voz alta lo que ponía en el libro. Estaba aburrida, demasiado y suspiraba cada dos por tres mientras esperaba que el tiempo pasara, aunque ésto último parecía no ocurrir. Mojé en tinta la pluma y fingí tomar apuntes sobre un pergamino, aunque en realidad me estaba dedicando a garabatear. A hacer algún que otro dibujo mientras de fondo escuchaba las palabras del profesor, o al menos el murmuro que llegaba a mis oídos. Y es que sólo llegaba eso, un leve murmullo. Por fin la clase terminó y yo pude recoger mis cosas. Levanté la mirada y le sonreí a An y al resto que se habían reunido al rededor de las mesas en las que éstabamos y estaban comentando lo que hacer el fin de semana. Estuvimos hablando de eso mientras caminabamos por los pasillos de Hogwarts, entre risas y más risas. -Chicas, queda algo de rato antes de que empiece la siguiente clase-les dije-Voy a dar una vuelta porque no aguanto más tiempo encerrada ¿Nos vemos ahora?-les pregunté y antes de que dijeran nada me fui a dar una vuelta por los jardines.

Estaba respirando un poco de aire cuando escuché unas palabras. Miré al chico que las había dicho y no pude evitar reír.-Si eso es lo que deseas, seguro que Hogwarts te muestra todos sus encantos-le comenté mientras lo miraba, para después tender mi mano-Me llamo Geneviève Gautier ¿y tú eres...? Estaba claro que el chico era de Durmstrang, por su forma de hablar y por su túnica, pero no lo había visto antes o al menos hablado con él, porque puede que de vista sí que nos conociéramos. ¿Quién sabe? Hogwarts es muy grande.

Varios estudiantes de Durmstrang y de Beauxbatons, los supervivientes de los ataques, habían venido a mi escuela a continuar sus estudios, pues les era imposible hacerlo en las suyas, puesto que las instituciones en sí, el lugar en el que se daban las clases y dormían entre otras cosas, habían sido destruidos.

Sacudí la cabeza. Ahora no era hora de pensar en eso, si el chico buscaba diversión y entretenimiento estaría encantada de acompañarlo en su búsqueda. Era mi deber mostrarle lo entretenido que podía ser el castillo. ¿Mi deber? Vale, puede que no, pero adoraba divertirme. ¿Qué mejor que enseñarle mi forma de divertirme a alguien nuevo?

Escuché sus palabras y esbocé una amplía sonrisa como respuesta a su comentario.-¡Oh, vaya! Pues eso no lo podemos permitir ¿no crees?-le dije mientras me colocaba a su lado, todavía de pie. Coloqué un mechón de mi cabello tras mi oreja y alcé una ceja ante sus palabras.

¿Así que un patán? Bueno, hay muchos así por la escuela, puede que te perdone y todo-reí mientras me sentaba a su lado-Es un placer Knnox-le dije mientras apoyaba las palmas de mis manos en la hierba y estiraba mis piernas. Ladeé la cabeza para miraro, dejando que mi cabello cayera por mi hombro-¿Y qué quieres hacer para no aburrirnos?

Le dediqué una sonrisa al chico, Jerome había dicho. La verdad es que era un nombre curioso, me gustaba. Sonaba bien ¿no os parece? Sí, creo que sí que suena bien. Observé sus movimientos, sentada en el suelo, acariciando la verde hierba con la punta de mis dedos. Alcé una ceja y sacudí la cabeza, divertida. Dejé escapar una leve carcajada cuando escuché lo que decía.
-¿Así que un patán adorable?-dije todavía riendo-Bueno, eso lo tendré que averiguar yo misma ¿no te parece?-le pregunté sonriendo.

Se sentó a mi lado y yo me acomodé más en el sitio, colocando mis manos sobre mis rodillas y ladeando la cabeza para verlo mejor, esperando a que lo dijera. A que dijera que era lo que quería hacer. El castillo era enorme y siempre había algún rincón que otro para perderte, hacer algo divertido o simplemente pasear. La escuela era un excelente lugar para eso, para dejarte llevar. Hay infinidad de cosas que hacer. Simplemente hay que pasear y esperar a que algo ocurra. Me encantaba la escuela. Siempre tan llena de vida, tan...no sé.

-¿No te imaginas nada que hacer?-le pregunté mirándolo a los ojos mientras colocaba un mechón de mi cabello tras mi oreja-Bueno, por suerte tengo imaginación por los dos-sonreí- Y hay muchas cosas que hacer en este castillo, aunque ahora pienses que no. Seré un guía personal, si te parece bien, por supuesto.Escuché lo que continuó diciendo y reí ante sus palabras-¿Acaso está ligando conmigo señor Knnox?-le pregunté divertida mientras me levantaba del sitio donde estaba y alisaba la falda del uniforme, estirándola levemente para despues hacer lo mismo con el jersey. Me quedé mirándolo a los ojos mientras jugaba con los puños de mi sueter, enredándolos entre mis dedos.
Me quedé un rato pensativa mordiendo mi labio inferior, como siempre que algo pasaba por mi cabeza.

-¿Y qué le parece perderse un rato conmigo?-le pregunté mirándolo a los ojos mientras apoyaba mis manos en mis caderas y esperaba su respuesta-¿Le gusta esa idea o tiene otra en mente, señor Knnox? Ladeé mi cabeza, dejando que mi cabello cayera por mis hombros y le dediqué una sonrisa divertida, esperando a ver si le parecía bien o no.

Esbocé de nuevo una sonrisa al escuchar sus palabras. Sí, imaginación...de eso no me faltaba, o al menos eso creía. No me gustaba aburrirme, era lo que más detestaba en el mundo y la verdad era que había descubierto alguna que otra forma de divertirme, algún que otro lugar que me gustaba especialmente y es que desde pequeña me había dedicado a inspeccionar el lugar, por simple diversión. O quizás porque me llamaba la atención un sitio tan grande, un sitio que seguramente escondería muchas cosas. Sí, puede que de pequeña fuera una niña con una imaginación desbordante que había hecho de la escuela su pequeña aventura, pero...no sé.

-¿Neuronas malignas? Vaya, eso suena interesante, muy interesante-le dije mientras ladeaba mi cabeza y reía. La verdad es que sus palabras podían dar mucho, pero que mucho juego ¿no os parece?

Una sonrisa ladeada se dibujó en mis labios cuando se acercó a mí. Mordí mi labio inferior cuando acarició mi rostro. Esbocé de nuevo una leve sonrisa. Estábamos cerca, tentadoramente cerca. Lo miré directamente a los ojos, como él me estaba mirando a mí. No me moví ni un centímetro, no quería romper esa cercanía ya que estaba resultando muy interesante. Entonces me preguntó si lo estaba logrando y yo esbocé una sonrisa. Me acerqué más a él, deslizando mis dedos por su cuello y acercando mis labios a su oído.

-¿Quieres lograrlo?-le dije en apenas un susurro para después deslizar mi boca por su mejilla para darle un beso allí justo antes de separarme y comenzar a caminar, con las manos colocadas atrás, dándole la espalda.

Seguí caminando, de forma lenta y volví mi cabeza al escucharlo.-Bueno, si eso es cierto y va a ser un gran honor ¿qué te parece seguirme?-le dije deteniéndome unos segundos para después continuar caminando, de nuevo con las manos en mi espalda y una sonrisa divertida, mirando de reojo si me seguía o no. Las clases iban a comenzar, por lo que tendríamos que tener cuidado de no ser descubiertos, pero eso todavía lo podía hacer más divertido. La verdad es que el chico me estaba comenzando a gustar, era... interesante. O parecía serlo y eso me gustaba.

Esto comenzaba a ser un juego divertido, muy divertido. ¿Comenzaba? No, lo había sido desde el principio, aunque ahora estaba tomando un camino inocentemente perturvador. Incluso tortuador, se podria decir, pero no por ello menos interesante. Ladeé la cabeza y le dediqué una sonrisa cuando me di cuenta que se había colocado a mi lado. Escuché sus palabras y esbocé de nuevo una sonrisa.-¿Quieres saber dónde vamos? Es una sorpresa-le dije.

No quería que nadie nos viera, más que nada porque podríamos meternos en un buen lío y porque, aunque ahora era una alumna más en horario de clase, era toda una prefecta y el que me pillaran escapándome de las clases no era algo bueno-Pero no te preocupes, no soy una asesina serial ni nada por el estilo-reí-Pero para que no te preocupes te diré que te llevo dentro del castillo. Ahí no voy a poder matarte ¿no crees?-reí.

Mi idea era llevarlo a la quinta planta, lugar en el que sabía que se encontraban unos pasillos secretos, desconocidos para muchos alumnos y cuyos suelos no recorrían los profesores. Pero claro, eso tendría que ser sin que nos vieran, sin que sospechasen nada o de lo contrario estaríamos en un buen lío. Volví a mirarlo y tomé su mano para guiarlo-De todas formas ¿no te gustan las sorpresas?

Sonreí cuando dijo que al menos todos los miembros de su cuerpo seguirían pegados. -¿Es que acaso me consideras tan mala como para hacerte algo así?-le pregunté poniendo cara de pena para después reírme. Vale, sí. La gente decía que las chicas de slytherin podíamos ser unas víboras, y en parte no les falta razón, sobre todo en lo que a mi pequeño grupo de amigas se refiere. Sí, todas nosotras podíamos ser unas pequeñas serpientes, peligrosas si se nos provoca, letales incluso, pero simplemente eso. -No te preocupes, estás a salvo...de momento-reí.

Clavé mis ojos en los suyos y le dediqué una sonrisa mientras colocaba un mechón de cabello tras mi oreja. ¿Qué me ocurría? Normalmente yo no era así. No me sentía tan cómoda con muchas de las personas que conozco desde que entré a Hogwarts, pero por alguna razón con él si me sentía cómoda, como si ya lo conociera. Sacudí la cabeza y volví a mirarlo para despues seguir caminando. Entonces él tomó mi brazo e hizo que me volviera. Mi cuerpo chocó con el suyo y yo entreabrí los labios para decir algo, pero entonces me besó. Al principio me quedé quieta, pero después mi cuerpo fue respondiendo a ese beso de forma lenta.

Mis labios acariciaron los suyos mientras mis manos subían hasta su cuello para acariciar su nuca. Mis ojos se habían cerrado como un acto reflejo y por un segundo me olvidé de que tendríamos que estar en clase y de que nos podrían decir algo. Me separé de él y lo miré divertida. ¿Sabes que puedes meterte en problemas por lo que acabas de hacer?-le dije riendo para después mirar a mi alrededor. Nadie. No había ni un alma y es que las clases ya deberían haber empezado. Volví a tomar su mano y comencé a correr con cuidado de no hacer ningún ruido.

Sabía que si fuera otra circunstancia, si fuera otro ya habría sacado la varita y habría hecho muestra de mis conocimientos de duelo, pero por alguna razón... no lo había hecho. Me mordí el labio inferior, pensativa, mientras intentaba encontrar una explicación que hiciera que pudiera entender el comportamiento tan extraño que estaba teniendo. Porque sí, era extraño. Yo no solía mostrarme tan abierta con nadie, más bien el sarcasmo y las frías sonrisas era todo lo que dedicaba a la gente que no conocía, pero me sentía cómoda con él. Algo que no me había pasado...no al menos tan pronto. Sacudí la cabeza y reí por sus palabras.

-¿Y quién te dice que yo valgo la pena?-le pregunté todavía riendo mientras acariciaba inconscientemente los dedos de su mano. Me acerqué un par de pasos hasta situarme de nuevo cerca de él, muy cerca.-Las chicas de Slytherin podemos ser muy peligrosas cuando nos provocan-le susurré para después dedicarle una sonrisa. Era cierto. Merlín sabía que si alguien nos provocaba reaccionábamos, sin importarnos las consecuencias. Pero por alguna extraña razón no iba a sacar mi varita contra él. Acerqué mis labios a su cara y le di un beso cerca de los suyos para después estirar de su mano-Vamos, será mejor que no nos quedemos mucho tiempo por aquí, sígueme.

Y tenía razón. Ya era malo que estuviéramos por los jardines mientras se suponía que teníamos que estar en clase, como para encima detenernos mucho tiempo. Caminé de forma rápida hasta casi la entrada del castillo e iba a por el muro exterior, la forma más rápida de llegar a la zona del jardín que tenía en mente cuando escuché voces que me eran más que familiares, Se trataban de algunos que otros profesores que conversaban animadamente sobre lo que supuse serían los exámenes o algo por el estilo. Inmediatamente me agaché, haciendo que Jerome chocara suavemente con la pared de debajo de la ventan y coloqué una mano sobre su boca. Le indiqué con gestos que guardara silencio y me asomé para ver si había pasado el peligro, por llamarlo de alguna forma. Continué caminando agachada hasta que el muro acabó y pude seguir corriendo hasta detrás de unos matorrales.- Bienvenido a uno de mis escondites-le dije.

Quizás mis palabras nunca fueran entendidas al menos en su totalidad, pero eso era algo normal. De vez en cuando dejaba escapar alguna que otra frase que pasa por mi mente. Por eso lo de valer la pena. Porque era casi un extraño y sin embargo...sus palabras me hacían sentir realmente bien. Algo que no llegaba a comprender en absoluto.

Sonreí satisfecha al ver que habíamos llegado sin ningún accidente o algo por el estilo. Bueno, aunque la verdad casi somos descubiertos, pero eso sólo había hecho algo más divertido nuestro pequeño camino. Sí, definitivamente lo había hecho más entretenido. Tomé un poco de aire para reponerme y después alisé mi falda.

Esbocé una sonrisa cuando dijo aquello de que era muy natural. La verdad es que el sitio era un lugar precioso, aunque muy poco transitado por alguna razón que desconocía, pero que no me importaba. Lo había descubierto por casualidad hacía ya algunos años. Y desde entonces se había convertido en uno de mis sitios favoritos para perderme y al que acudía cada vez que quería pensar.

Miré a mi alrededor y sonreí para después colocar un mechón de cabello tras mi oreja.-Creo que estamos a salvo-le dije con una amplia sonrisa-Aquí no suele venir nadie así que supongo que se podría decir que estaremos solos ¿no te importará, verdad?-le pregunté divertida mientras lo miraba a los ojos.

Escuché sus palabras y no pude evitar sonreír ante éstas.-Bueno...tienes suerte de que seamos quienes somos ¿no? Así sabes que no me voy a aprovechar de ti, aunque quien sabe...-reí mientras acariciaba mi cabello-¿Y quién me dice que no sois vos quien se aproveche de mí?-dije haciendo una leve reverencia, para después reírme, dejando que una suave carcajada se escapara de mis labios.

Entonces él se acercó a mí tomando mi rostro entre sus manos. Mordí mi labio inferior, mientras respiraba lentamente. Sentí sus labios sobre los míos y mis ojos se cerraron lentamente. Mi cuerpo disfrutó de ese beso, dejándose llevar, mientras elevaba mis manos hasta su cuello, acariciándolo y enredando mis dedos en su pelo.Cuando nos separamos me quedé mirándolo a los ojos con una sonrisa en mis labios. No sabía qué era lo que me pasaba. No estaba segura de nada. Me sentía diferente, extrañamente bien. Pero no era el momento de pensar en nada.
Sonreí y mordí mi labio inferior mientras bajé la mirada hasta ver sus manos sostener las mías. Ladeé la cabeza, dejando que mi cabello cayera en cascada por mi hombro.

-¿Y ésto no es aprovecharse de una dama?-bromeé mientras me volvía a acercar a él, depositando un suave beso en sus labios para después dejar que mi cuerpo cayera al suelo, sentándome en la hierba.

Escuché sus palabras, su broma y reí ligeramente mientras dejaba que mi espalda chocara contra el suelo, quedando tumbada en el suelo. Fijé mis ojos en el cielo, y ladeé ligeramente la cabeza, acomodándome en esa posición. Cerré los ojos y dejé que los suaves rayos del sol me acariciaran, para abrirlos otra vez al escucharlo hablar de nuevo.

Mordí mi labio inferior y atusé mi cabello con una mano, mientras con la otra jugueteaba con la hierba. ¿Qué podíamos hacer? Esa era una buena pregunta...una muy interesante, la verda. Me incorporé y lo miré a los ojos, divertida. Me acerqué a él, permitiendo que nuestros cuerpos estuvieran cerca, demasiado cerca. Nuestros labios casi se rozaban, pero no llegaban a tocarse. Coloqué mis manos sobre su camisa y jugueteé con ella mientras clavaba mis ojos en los suyos.

-Podrías proponerme una cita-le dije sin moverme ni un centímetro, sin variar para nada mi posición, mientrs me mordía el labio inferior y seguía clavando mi mirada en la suya, a la vez que mis dedos jugaban con su blanca camisa.

-Ya estamos en un sitio apartado del colegio-susurré mientras deslizaba mis manos por su torso-Por lo que ese plan de cita me parece demasiado aburrido ¿no crees?-le dije mientras lo miraba a los ojos divertida.Mordí mi labio inferior mientras pensaba y dejaba que mi cuerpo se estremeciera ante el contacto de sus labios por mi piel. Cerré los ojos y abracé su cuello, recostando mi cuerpo ligeramente sobre sus manos, ya que estaban en mi cintura.

Los fui abriendo lentamente, hasta toparme con su mirada y esbocé una ligera sonrisa. Tragué saliva y respiré un par de veces antes de hablar de nuevo-Aunque sabes...podría estar bien encontrarnos por el pueblo y que me dieras una sorpresa. Adoro las sorpresas. ¿Quieres salir conmigo? Está bien. Me encantará. Sonreí de nuevo y besé sus labios. Un beso lento, sin prisas No sabía exactamente como definir esa situación...estaba nerviosa ante la idea de salir con él, de tener una cita y a la vez me encontraba muy relajada por la situación, por el estar así con él, por sentirlo tan cerca.

Sentí sus labios deslizándose por mi cuello y no pude evitar que mi cuerpo se estremeciera ante ese contacto. Cerré mis ojos y recliné un poco más mi cuerpo mientras me dejaba llevar por las sensaciones que despertaba en mí. Respiré lentamente mientras escuchaba las palabras que susurraba en mi oído. Abrí de forma lenta mis ojos mientras mis manos acariciaban su cuello, deslizándose despacio. -¿Hacerla más entretenida? Eso suena interesante ¿tienes algo en mente?-le pregunté mientras me separaba ligeramente de él.

Aunque tengo que reconocer que al hacerlo sentí una imperiosa necesidad de volver a aproximarme, de volver a sentir su cuerpo a escasos centímetros del mio, pero me contuve, esbozando una ligera sonrisa. -¿Te mueres por invitarme a salir? ¿Por verme lejos de las paredes del castillo?-pregunté divertida mientras sonreía internamente al oír sus palabras.

-Una idea muy bonita-comenté mientras sentía sus manos alrededor de mi cintura y su mentón sobre mi hombro. Acaricié sus brazos con mis manos y recosté mi cabeza sobre la suya, sonriendo ligeramente-pero he de decirte que eres un engreído-reí para después volver a darme la vuelta y aproximarme más a él, en busca de sus labios, puesto que los necesitaba.