Shakespeare y grajeas de todos los sabores. {Juliet Wayland}

3 de noviembre a las cuatro y media de la tarde.

Chloé estaba tumbada en uno de los sillones mientras leía un libro con algunas de las más famosas tragedias del gran dramaturgo británico William Shakespeare, a Chloé le encantaban sus obras y siempre que podía acudía a alguna representación para verlas en directo y no tener ella que imaginarse diferentes voces a la vez que leía. Su abuela le había regalado varios libros con sus obras haciéndole, por fin, un regalo que de verdad le gustase a la despistada Hufflepuff.
La chica suspiró abatida mientras intentaba concentrarse en las declaraciones de Romeo tras haber abierto la última caja de grajeas de todos los sabores que le quedaba de la última visita a Hosmeade y coger una al azar y la mantenía entre sus dedos a la espera del momento en el que la lectura la absorviera y ella no distingiera entre las de fresa y vómito.
Dos minutos más tarde la chica se levantaba repentinamente y con paso decidido dejaba la sala común con su libro y sus grajeas dispuesta a buscar un sitio tranquilo en el que las palabras del escritor flotaran y se hicieran reales para ella poder sentirse como Julieta durante una hora. Chloé caminó, subió escaleras, se dilculpó con la gente contra la que chocaba, y finalmente respiró el aire puro de los jardines del colegio; mucho más relajada y con una sonrisa resplandeciente en su cara buscó un lugar para poder leer tranquilamente.
Se sentó apoyando la espalda contra el tronco de un árbol cruzando las piernas y tras dejar en el lado izquierdo las grajeas, aunque lo suficientemente cerca para no distraerse cuando empezara a leer." Pero, ¡silencio!, ¿qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el Oriente y Julieta, el sol! ¡Surge esplendente sol y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, la has aventajado en hermosura!" Chloé suspiró antes de llevarse una grajea rosa a los labios, iba aser una tarde perfecta.

Reí ante aquel paronama. Estaba tumbada sobre la hierba, mirando al claro y cielo azul, buscando el no pensar en nada. Sólo quería estar en paz durante un rato y con el bullicio del colegio eso me era imposible. Por eso, hace unos minutos había decidido echarme sobre la hierba.
Cerré los ojos y comenzó a hacerse el silencia. Todas los problemas que me rondaban la cabeza comenzaron a callarse. A los pocos segundos escuché el roce de unos pies sobre la hierba. Entre abrí un ojo intentando ver quien venía pero el sol me cegaba.
Tuve que elevar la espalda para sentarme y entonces miré al lugar que ahora había sido ocupado.
Allí vi a una chica, que parecía muy ilusionada con un libro. Estaba apoyada en el árbol inmersa en la lectura. ¡Ojalá yo también pudiera abstraerme de mi alrededor de aquella forma! Entonces, me fije mas en ella y observé la portada de su libro. " Romeo y Julieta"

No dude en levantarme y acercarme a donde se encontraba. -Hola, es
Shakespeare, ¿verdad? - dije buscando un modo de comenzar una conversación.

Chloé se asustó al oir la voz de la chica provocando que el libro cayese cerrado sobre la verde hierba. La Hufflepuff se reprendió a sí misma por el espectáculo que había montado y por haber estado tan concentrada en sus cosas que había pasado por alto la presencia de la chica; suspiró y levantó la mirada a la vez que formaba una sonrisa en su cara mezclando en ella arrepentimiento por su reacción y alegría por haber encontrado a alguien que conociera a uno de sus escritores antiguos predilectos.
-Sí, Romeo y Julieta. Una de las mayores obras románticas de la historia. Siento haber reaccionado así pero estaba demasiado metida en la historia y...En fin, soy Chloé Ivoire- La chica se levantó y tras limpiarse sus manos, algo azucaradas por culpa de los dulces, en su pantalón; extendió una de ellas hacia la chica que se encontraba delante de ella.
La Hufflepuff centró su mirada en la chica sacando la conclusión, tal vez equivocada, de que ésta no le haría ningún daño y de que seguramente pasaría por alto el hecho de que su familia no fuese sangre pura. Parecía simpática y le gustaba Shakespeare y aunque cabía la posibilidad de que simplemente etuviese actuando para después humillarla, Chloé decidió ser positiva y ampliar aún más su sonrisa.