Hermano... eres una gran broma -.- [Libre]

Las cosas y las personas se movían demasiado rápido para su gusto en la acotada habitación de hospital, que quizá no fuera tan acotada como a ella le daba la sensación pero eso de que pareciera un shopping donde la gente entraba y salía como si fuera su casa no la dejaba muy tranquila por lo que optó simplemente por quedarse sentada en la cama de James mientras este se paseaba dejando ver su trasero por todos lados abrazándose primero a Molly y luego a una enfurecida Lily Luna, quien parecía un fogón en su enojo. Si tenía que ser franca ella no se había tragado del todo la explicación de James, pero tenía un gran sentido del lugar como para no preguntarle allí mismo por la verdad de la situación. Ahora, el hecho de que Albus dijera que no hablaría delante de ella la fastidió bastante, entendía que para el menor de los muchachos Potter ella fuera un intrusa, pero ¡vamos! podía ser un poco menos desagradable porque Everleigh no le había hecho nada a él como para que lo hiciera. En fin, no iba a perder su tiempo pensando en cosas que no lo merecía. Las cosas continuaron moviéndose sin consideración y la directora Minerva ingresó haciendo que James fuera a escudarse donde ella, de nuevo, de un salto. Everleigh puso los ojos en blanco ante la actitud de su novio y lo abrazó por los hombros, dejando que su rostro quedara acostado en ella, como si eso fuera cosa de todos los días. El regaño de la directora trajo buenas noticias; el alta de James. Lejos de quedarse quieto él saltó de nuevo haciendo que ella lo siguiera para besarla mientras los demás visitantes comenzaban a dejar la sala de a grupos, casi como habían llegado.

James se fue hacia la ducha dejándola a ella con sus dos hermanos. Lily Luna no tardó en retirarse con el resto de los Slytherin y Molly. Everleigh se quedó pensando por un momento más en la pequeña cabecita roja Potter que se marchaba; suponía que más allá de que ella fuera una especie de tutora de Lily Luna y su compañera de equipo debía fastidiarle un poco el que ella estuviera con James porque era una celosa incurable, y tenía todo su derecho, Everleigh era igual con Shia y Eriol. Notaba a Albus muy cansado, casi abatido. La rubia no pudo evitar mordisquearse el labio inferior al verlo así, el muchacho podía ser todo lo que James quisiera creer pero al final del día ella estaba bastante cerca de saber como se sentía Albus, a ella le pasaba lo mismo con Holly.

- ¿Sabes un cosa? Deberíamos celebrar que a James acaban de darle el alta y que estás despierto ya..- dijo al pasar con una semi sonrisa en sus labios- Podemos cortar un poco de chocolate y servir té para los tres, ¿qué opinas? - Toda esa rdueza y hostilidad que Everleigh le había desprendido a James durante todos esos años no era más que una coraza tonta, ella era eso que ahora el menor de los Potter veía. Era amable, servicial y hasta cariñosa si se le daba el lugar; justo como lo era con Henry. La rubia no esperó por una respuesta sino que inquieta como siempre era fue a buscar las cosas y a servirlas dejando a Albus solo por un momento en la habitación. No iba a cortar el chocolate que le había traído a Albus, sino el de James y unos más que tenía en la bolsa propia. Ahora la habitación le parecía más amplia. La idea de compartir un té se le volvería a ocurrir luego, más adelante para celebrarlo a Albus, él también merecía algo así.

La fresca rubia se tomó el tiempo para ir a donde pudiera conseguir unas cuantas tazas y una tetera con agua caliente, pensaba que sería bueno dejar a Albus solo para que pudiera descansar algo, la tarde de visitas había sido al ajetreada. Minutos luego ella estaba ya de nuevo ingresando por la puerta haciendo levitar una bandeja con las tazas, la tetera, cucharitas, servilletas y un cuchillo para poder cortar el chocolate. Lo había tomado de prestado sin que las enfermeras se dieran cuenta, porque era obvio que no la dejarían pero ¿cuando ella había hecho lo correcto? Nunca. ¿Y para qué comenzar a hacerlo hoy? No tenía sentido. Everleigh hizo que la bandeja se apoyara en donde una mesilla con un simple movimiento de varita al tiempo que notaba que estaba sola en la habitación de los Potter, algunos susurros amrtiguados por el agua del rciador venían del baño, sonidos que ella ignró deliberadamente porque sabía que n le correspondía escucharlos, al final prefirió concentrarse en lo mucho que tardaba James en ducharse y en lo apasionado de su canto, porque por más que lo amase como lo hacía, no podía ser tan hipócrita de decir que lo hacia bien.

Los dedos de la rubia se pusieron en actividad de nuevo muy pronto mientras servía el té en las tazas no antes de haber cortado el chocolate en pequeños bocados para que; principalmente, Albus no tuviera que hacer esfuerzos en ello. Everleigh no podía evitar preguntarse si ella tendría oportunidad de tener una charla de hermanas con Holly en algún futuro y que si ella misma alcanzaría ese futuro con todo lo que se le venía encima estando en la órden del Fenix. Era difícil saberlo. Sus pensamientos la fueron llevando por ese lado sin que ella notara que los minutos pasaban y que ella continuaba allí esperando, en soledad.

Off: Siento si con mi post altero un poco el tuyo, Ever, pero es que Lily ya estaba fuera de la habitación y además me sirve que salieras para entrar a hablar con james!

La pelirroja levantó la mano y saludó con un movimiento corto y una sonrisa contenta a su prima cuando esta se fue, esperando que aquel "después hablamos" no fuese nada peligroso o en lo que interviniera una explicación, aunque iba a tener que ir pensando, prepararse por sí las dudas. Volvió a su familia, llegando a la conclusión de que el hecho de que todos se estuviesen yendo y que a James le dieran el alta, significaba que ni se enteraría de lo sucedido en el bosque - algo que le sonsacaría a Lilylú más tarde, ahora que tenía entendido que ella estaba al tanto - y que Albus tampoco le diría por qué no quería hablar del asunto frente a ella. ¡Oh vamos! Ni que fuese tan cría como para no soportar lo que fuese a decir, porque suponía que no había otro motivo para callar.

Sonrió al beso en la mejilla de Scorpius que pasó bastante desapercibido a decir verdad, ¿qué nadie se fijaba en los detalles? El rubio y ella iban a tener que hablar seriamente del asunto, ensayar más o algo pro el estilo. Asintió a Cassie y luego a su primo, no quería volver sola al castillo y tampoco esperaría a que James terminara de ducharse pues él querría volver con Everleigh y Molly no interrumpiría para nada aquel gesto. Sólo esperaba que Adhara no los estuviese esperando en la puerta del despacho de McGonagall o algo así, porque sinceramente no se le antojaba verla. Oh, ¿quién lo diría? Molly Weasley echándole bronca a alguien. Aprovechó que Scorpius se despidió melosamente de su mejor amigo, algo que le provocó diversión sana, para ir donde la rubia pareja de su príncipe y despedirse, pidiéndole que saludara a Jaimo de su parte y le enviara muchos muchos abrazos. Después fue donde Albie y también lo saludó, dejando un beso en su frente porque creía que el abrazarlo lo lastimaría, y prometiéndole que le enviaría alguna golosina y que iría a visitarlo con Lucy en esos días para que no se sintiera solo. Scorpius tomó la mano y se retiraron, en la compañía de dos excelentes amigos.

Las ideas de Everleigh se habían unido a su familia y ella estaba sentada sobre la cama de James con el cuchillo colgando de su mano de forma perzosa sin que ella le pusiera atención. El agua de la ducha había dejado de escucharse ya, lo mismo que las voces de Albus y James pero aunque ellos dos hubieran estado gritándose a viva voz ella no los hubiera oido de todas maneras; estaba lejos de allí. Everleigh, la Everleigh muggle, estaba sentada en la alfombra de la sala de sus padres con un pequeño Shia dibujando girasoles en hojas de papel para regalarle a Holly; pronto sería el cumpleaños de su hermana mayor y no podía no tener un dibujo suyo como regalo. Hacia muy poco tiempo que Everleigh había descubierto que podía mover los girasoles en la noche y cuando quisiera también y era algo que quería mostrarle a Holly, pero que primero tendría que aprender a hacer bien. Su hermana era su gran heroína y no quería pasar verguenza delante de ella. Un suspiro nostálgico escapó de los labios de la rubia mientras seguía recordando esa y muchas tarde más, sobretodo una en especial, la que le cambió la vida para siempre y que terminó de quebrar el amor de Holly por ella. La tarde en que una gran lechuza color caramelo dejó caer en sus manos de pre adolescente la carta más maravillosa de todas; la carta de Hgwarts.

Si hubiera podido le hubiera dado la carta a su hermana, contenta le hubiera cedido su litera en Hogwarts para hacer feliz a su hermana y que ésta la aceptase como siempre pero no era posible. Everleigh era un bruja, no había magia alguna dentro de Holly y ambas dos lo sabían bien. La rubia pasó saliva al recordar las palabras que su hermana le había chillado esa última tarde de verano mientras ayudaban a su madre con una cena de despedida para Everleigh antes de que partiera a donde Inglaterra para asistir a ese nuevo colegio del que nadie sabía nada. ¡Merlín querido, que amarga había sido esa cena! Everleigh contuvo el aire dentro de sus pulmones, se había dicho a si misma y a su hermana mayor que no volvería a derramar ni una lágrima más por su desprecio, se había obligado, desde ese momento, a apretar las mandíbulas y los puños para no llorar ni contestar al veneno ponzoñoso que su hermana le había lanzado. Ya luego no había habido posibilidades de que las cosas se recompusieran. Holly había seguido estuadiando en Australia, viviendo cn su familia mientras ella simplemente podía visitarlos en pascuas, navidades y verano. Por suerte sus hermanos jamás la habían despreciado. Si bien Eriol no había entendido porque ella tenía ahora una lechuza como mascota y porque se iba de la casa siempre le había pedido historias de ese castillo enodme que ella llamaba Jogads.

La puerta del baño y el ligero chirrido que hizo al abrirse la hizo dar un salto en su lugar para ponerse de nuevo de pie, dejando que el cuchillo cayera de sus manos al piso, oportunidad que Everleigh utilizó para ocultar su rostro del de James rápidamente para que él no viera lo vidrioso en sus ojos y ese desconsuelo que le picaba tan hondo. No era momento para que el desdén de su hermana se lo opacase; ellos tres tenían que celebrar con té y chocolate que Albus estaba despierto y de pie y que James por fín volvería con ella al castillo y dejaría de torturar a su hermano menor con sus caricaturas allí en esa habitación. Everleigh se puso de pie de nuevo, con una sonrisa naturalmente obligada en sus labios, dejó el cuchillo en donde la mesita donde descansaba todo lo demás para la merienda y enfrentó los ojos chocolate de su novio para pasarlos luego a donde Albus y ofrecerle una sonrisa más tranquila a él. La rubia los regañó un poco por la demora y los apremió para que fueran a donde ella así empezaban a merendar antes que tuvieran que calentar el té nuevamente.